Yo soy el consuelo de mi padre

Sara decide ayudar a su padre a encontrar una mujer para que se desahogue sexualmente, al final no es necesario buscar fuera de casa, es ella quien lo hace.

Sara tenía 18 años y su situación familiar era delicada, su madre llevaba ocho años en cama con una enfermedad grave y desde hacía siete meses estaba ingresada en el hospital. Su padre se llamaba Jorge tenía 43 años y su única actividad era trabajar, ir al hospital para estar con su esposa y pasar en casa en compañía de su hija el poco tiempo libre que le quedaba, desde que su esposa enfermó no tenía vida social.

Al no poder contar con su madre, Sandra había desarrollado un vínculo muy estrecho con su padre y éste había ocupado el puesto de ella siendo su confidente en todo lo relacionado con sus problemas de adolescencia, como ligues y primeros escarceos amorosos, su confianza era total.

Un sábado por la mañana, cuando su padre fue al hospital, Sara decidió echar una mano en casa y limpiar la habitación de su padre, cuando estaba en plena faena encontró bajo la cama una revista porno y un pañuelo de papel arrugado, al recogerlo vio que estaba manchado de un líquido blanquecino, aunque no tenía mucha experiencia en lo referente al sexo, estaba claro que los restos que había en el pañuelo eran de semen. Esto la hizo pensar en el tiempo que su padre llevaba sin mantener relaciones sexuales con su madre y se preguntó cómo se desahogaría.

Al reflexionar sobre ello se apoderó de ella un sentimiento de culpa, su  padre se había preocupado siempre por sus problemas y preocupaciones pero ella no había hecho lo mismo, durante estos años que había sido su confidente y consejero en sus primeras relaciones amorosas y en sus inicios en el mundo del sexo, ella no se había preocupado por él y no se había dado cuenta que su padre también tenía unas necesidades sexuales que no podía cumplir debido al estado de su madre.

No sabía cómo actuar y decidió comentárselo a su amiga Sofía, ésta era una chica que había conocido durante las largas tardes que pasaba en el hospital y su caso era muy parecido, su madre llevaba ingresada más de dos años y ya no tenía posibilidad de recuperación. La respuesta de Clara fue rápida, ella sabía que su padre recurría a una prostituta una o dos veces al mes, ya que había visto la tarjeta de la chica en la mesilla de su padre. Sara preguntó si eso la parecía bien y Sofía respondió que no era quien para juzgar a su padre, más aún teniendo en cuenta lo que estaba sufriendo y el tiempo que su madre llevaba enferma, así que entendía que el recurrirse a sexo de pago para desahogarse de vez en cuando.

Sara estuvo pensándolo y decidió hablar con su padre, quería saber primero qué necesidades tenía y, en su caso, decirle que ella entendería perfectamente que tuviese una relación ocasional con otra mujer, al fin y al cabo solo era sexo y una forma de desahogarse de tanta presión que sufría.

Todas las noches después de cenar se sentaba con su padre en el sofá y veían alguna película, normalmente él la abrazaba y ella aprovechaba para contarle como había ido el instituto, como iba su vida amorosa e incluso, de vez en cuando, le pedía algún consejo en cuanto a temas sexuales.

Esa noche después de cenar y cuando ya estaban viendo la tele, Sara le dijo a su padre que había visto la revista y el pañuelo, que se imaginaba de qué era y que se merecía algo más que masturbarse en la soledad de la habitación, que debería tener alguna relación con una mujer. Su padre avergonzado pidió disculpas y dijo que no volvería a repetirse, había sido un momento de desesperación y soledad, pero no volvería a suceder. Sara insistió en que no era nada malo mantener alguna relación con una mujer, al fin y al cabo su madre estaba en estado vegetativo y él necesitaba sexo, todos los seres humanos lo necesitan. Jorge respondió que no tenía tiempo para conocer a ninguna mujer. Sara entonces le propuso que contratase una prostituta, eso si podía hacerlo. Jorge respondió indignado que no iba a ser una prostituta quién ocupase el lugar de su madre.

Sara le preguntó si él no tenía necesidad de estar con una mujer, a lo que él respondió que sí, lo echaba mucho de menos pero no quería que fuese de esa forma, si alguna vez volvía a tener sexo sería con alguien a quien quisiera. Esa noche en la cama, Sara seguía dándole vueltas al tema pero no encontraba una solución.

El lunes en el instituto comentó lo ocurrido con Luis, el chico con el que salía, y éste le dijo que quizás su padre necesitaba un empujoncito para decidirse, al fin y al cabo todos los hombres son iguales, sus amigos del instituto cuando salían de marcha, se excitaban y no conseguían ligar, al final recurrían a una prostituta para bajar el calentón. Sara le preguntó cómo podía conseguir que su padre se excitase lo suficiente para que recurriese a los servicios de una prostituta. Éste la miró riendo y dijo que si fuese él, estaría caliente todo el día solo con verla pasear por la casa con las minifaldas y camisetas que llevaba a clase. Ella respondió que era una barbaridad lo que estaba insinuando, pero él contestó que si quería ayudar a su padre debería poner algo de su parte.

Por la tarde en casa, mientras esperaba la llegada de su padre, seguía pensando en cómo podría conseguir que éste se excitara lo suficiente para que acabase llamando al teléfono de la tarjeta de su amiga, pero era imposible ya que nunca salía. Después de darle muchas vueltas pensó en lo que había insinuado Luis, pero era una locura y estaba mal, nunca sería capaz de hacer eso.

Llamó por teléfono a su novio y le dijo que no sabía qué hacer y la respuesta de él fue clara.

LUISARA.- ¿Qué no sabes qué hacer? Tu padre ha sido tu apoyo y consejero, durante todos estos años se ha sacrificado por ti y ahora tú no eres capaz de hacerlo por él. Yo si se lo que haría, me pondría las braguitas más provocativas, una camiseta que marque bien tus tetitas y me pasearía delante de él todo el día por la casa.

Sara le respondió que era un enfermo, pero aun así no paraba de pensar en ello, al final decidió que si tenía que hacer eso para ayudarle lo haría, sería ella quien le excitase. Como había dicho su novio, él se excitaba solo con verla vestida con minifaldas y buenos escotes. Sabía que estaba mal porque era su hija, pero esa era la única forma que encontraba de conseguirlo. Pediría a su amiga la tarjeta de la prostituta y la tendría a mano para dársela a su padre, así cuando notase que estaba muy excitado se la daría para que llamase.

Subió corriendo a su habitación, se quitó el sujetador y se puso una camiseta blanca corta muy ceñida que marcaba sus redondas y erguidas tetas, y una braguita rosa tipo brasileña que se metía entre sus nalgas dejando a la vista sus duros glúteos, después bajó al salón y esperó hasta que su padre regresó del hospital.

Cuando Jorge entró en casa se sorprendió al ver como iba vestida su hija, ella se acercó y le abrazó con fuerza restregando sus tetas contra él, al notarlas contra su pecho se dio cuenta que no lleva sujetador, miró de reojo y vio como se trasparentaban los pequeños y rosados pezones. Cuando se dio la vuelta pudo ver el culo de su hija asomando por el borde de la camiseta, no recordaba cuanto tiempo hacia que no la veía así, evidentemente ya no era una niña. Miró su pantalón y se dio cuenta que había sufrido una erección. –No puede ser. Pensó.- Pero el bulto bajo el pantalón era más que evidente. Sara le cogió de la mano y le llevó a la cocina.

SARA.- Hoy vamos a hacer la cena juntos, siéntate en la silla y me miras mientras yo preparo dos bocadillos.

Jorge se sentó y se quedó observando como ella se movía por la cocina meneando el culo sin parar, en una ocasión se agachó a recoger algo del armario inferior y pudo ver como se inclinaba mostrándole un primer plano de sus glúteos entre los que se adivinaba una braguita rosa que tenia completamente metida en la rajita del culo. Sintió un escalofrió y vio como su pene volvía a crecer bajo el pantalón, estaba avergonzado pero no podía evitarlo, hacia mucho que no tenía un culo tan perfecto a un metro escaso de sus ojos y tenía que ser el de su hija. Intentó levantarse para irse pero Sara no le dejó.

SARA.- No te vayas, quédate conmigo hasta que acabemos de hacer la cena.

Cuando tuvieron la cena preparada fueron al salón y se sentaron en el sofá, cada uno tenía un plato con su bocadillo.

Sara encendió el televisor y en lugar de ponerse junto a su padre se colocó justo enfrente, nada más sentarse abrió las piernas dejando a la vista el triangulo de su braguita rosa.

Jorge tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no mirar la entrepierna de su hija, mientras ella cambiaba frecuentemente de postura separando constantemente las rodillas y mostrando a su padre esa pequeña braguita que a penas podía tapar su sexo.

Jorge estaba muy nervioso y no podía evitar mirarla, por un lado le preocupaba que ella siempre se mostrase así en público y por otro sentía vergüenza por la erección que era incapaz de contener.

JORGE.- Sara, no deberías sentarte así, tienes que tener más cuidado o irás enseñando lo que no debes.

SARA.- No Papá, lo hago porque estoy en casa, en la calle tengo cuidado, pero como solo estás tu no hay problema.

Sara sonrió al ver que su padre se había fijado, entonces le miró y se percató de la enorme erección que tenía bajo el pantalón. –Parece que Luís tiene razón, tendré que seguir provocándole hasta que se decida a llamar.- Al acabar de cenar se sentó en el sofá, pero en vez de abrazar a su padre como hacia todas las noches, puso la cabeza en una almohada y los pies encima de los muslos de su padre, de esta forma él tenía una panorámica completa de sus piernas desnudas y de su braguita, en uno de sus movimientos rozó sin querer el pene de su padre y vio como éste se movió incómodo intentando esconder la tremenda erección que tenia. –Ufff, se le ha puesto dura, no sé si esto está bien, pero tengo que seguir adelante hasta que mi padre se decida a llamar a alguna mujer.- Mientras veían la tele, Sara se movía y de vez en cuando rozaba el pene de su padre de forma disimulada, ella notaba como la erección no bajaba y se sentía satisfecha, le daba mucha vergüenza, pero como decía Luis, tenía que ayudar a su padre.

Cuando acabó la película, Sara se levantó dio dos besos a su padre y se fue a dormir, no sin antes recordarle que subiese a darla dos besos y apagar la luz como hacia todos los días.

Poco después Jorge subió para dar dos besos a su hija, cuando entró en la habitación ella llevaba un pantalón de pijama corto y una camisilla que dejaba su barriguita al aire, al verla no pudo evitar mirar sus piernas y la camisilla que dejaba ver el comienzo de sus pechos, una vez más no pudo controlar la erección bajo su pantalón, acababa de darse cuenta que hasta ese momento ella había sido su niña y solo la había visto como tal, sin embargo, ahora veía que esa niña ya no existía y que delante de él se encontraba una auténtica mujer. Se avergonzaba de pensarlo y se avergonzaba de la reacción que producía en él, pero no podía evitarlo, su hija era realmente bella y tenía un cuerpo espectacular.

Sara vio entrar a su padre en la habitación y observó cómo la miraba, nunca lo había hecho, o quizás ella nunca se había dado cuenta de ello, lo cierto era que su padre había pasado su vista de las piernas a sus pechos. Su novio tenía razón, su padre era un hombre y estaba en manos de ella ayudarle. Cuando su padre apagó la luz y abandonó la habitación, tuvo claro que haría lo que fuese necesario hasta conseguir que tomase la decisión de salir con alguna mujer o llamar a una prostituta para tener el sexo que en muchos años no había tenido.

A la mañana siguiente habló con su novio y le contó lo sucedido, éste la dijo que él ya lo esperaba, un hombre que lleva tantos años sin sexo no puede ser inmune a un cuerpazo como el de ella.

LUIS.- Ahora tienes que echar toda la carne en el asador, si realmente quieres conseguir que tu padre no aguanté más y se vea forzado a lo que quieres, tendrás que poner todo de tu parte hasta que no aguante. ¿Serás capaz?

SARA.- Joder! No sé, me da mucha vergüenza, pero sé que él lo necesita, así que haré lo que sea, si lo haré.

Esa tarde se vistió aún más provocativa, se puso la camisilla de pijama de la noche anterior sin sujetador debajo y unas braguitas blancas de encaje que se transparentaban y dejaban ver el comienzo de su vulva. Se miró en el espejo y pensó. – Ufff, esto no me lo pondría ni para mi novio, espero que no se enfade al verme.- Preparó una serie de televisión sobre sexo en la adolescencia, hizo la cena y espero en el salón hasta que regresó su padre del hospital.

Cuando Jorge llegó a casa, su hija se lanzó al cuello dándole dos besos, después se dio la vuelta caminando por el pasillo, al verla por detrás no pudo evitar fijarse en su culo balanceándose, llevaba una pequeña braguita blanca que solo tapaba uno de los cachetes ya que la otra parte se había metido entre ellos dejando una de las nalgas al descubierto. – ¡No puede ser! Otra vez tengo una erección. ¿Qué me pasa por Dios? Es mi hija.- Rápidamente se dirigió al piso superior para evitar estar en presencia de ella, pero Sara le dijo que tenía la cena preparada y una película para ver, aún así dijo que iba a cambiarse para ponerse el pijama. Cuando bajó al salón se encontró a Sara sentada, sin poder evitarlo, su vista fue directa a sus pechos, llevaba la misma camisilla de la noche anterior y al estar inclinada hacia delante se veían sus tetas por el escote, viendo la reacción de su pene se sentó inmediatamente en el sofá frente a su hija.

A lo largo de la cena Sara abría y cerraba ligeramente sus piernas y observaba disimuladamente como su padre miraba de vez en cuando su entrepierna, sentía vergüenza pero daba igual, conseguiría lo que se había propuesto, también notaba como sus pechos se balanceaban bajo la camisilla y él no perdía ocasión de mirarlos.

Cuando terminaron de cenar, Sara puso la serie, se sentó junto a su padre y pasó una pierna por encima de la de él, después cogió uno de sus brazos y lo paso por su hombro para que la abrazara, al dejar caer la mano, ésta quedó sobre uno de sus pechos, su padre se movió incómodo pero no dijo nada. A medida que avanzaba la serie y salía alguna escena erótica, Sara notaba como su padre se removía inquieto en el sillón, la mano de él descansaba sobre su pecho y a ella le gustaba, notaba como su pezón había crecido bajo la camisilla y estaba completamente erecto, el roce de la mano de su padre estaba causando un efecto placentero que nunca hubiera imaginado, se acomodó apretándose contra él y su pierna rozó el pene notando como estaba empalmado. –Ufff. Lo tiene bien duro. Pensó- Sentía vergüenza pero al mismo tiempo la excitaba, estaba consiguiendo lo que deseaba de su padre y era ella la que causaba esa reacción en él. -Si solo con rozarle y mostrarle una mínima parte de mi cuerpo he logrado esto. ¿Qué podré conseguir si pongo toda la carne en el asador como dice Luis?- Instintivamente comenzó a abrir y cerrar sus piernas suavemente, al hacerlo, vio como el pene se movía dentro del pijama creciendo aún más si cabe, al mismo tiempo percibió como su padre deslizaba ligeramente la mano sobre su pecho como si quisiera acariciarlo. -¡Hazlo por favor! Es muy agradable.- Se asustó a si misma al pensar esto, pero era cierto, la  suavidad con la que su padre acariciaba su seno era muy agradable y no quería que dejase de hacerlo, para facilitarlo se dejó caer un poco en el sofá de forma que la mano tuviese total acceso a su pecho, su padre hizo un intento de retirarla, pero ella la cogió con la suya y volvió a ponerla sobre su seno de forma que ahora la abarcaba por completo, espero un momento y entonces notó como la mano volvía a deslizarse con la misma suavidad de antes. –Siii, no pares por favor, me encanta que me acaricies los pechos. - Cuando pensaba esto ya no importaba nada, no había vergüenza, solo había una sensación agradable al notar como los dedos de su padre acariciaban suavemente su pezón erguido. Estaba tan a gusto que no se había dado cuenta que su vagina se había humedecido y sus flujos aparecían por el bode de su vulva manchando la braguita.

Jorge no sabía cómo actuar delante de su hija, era la primera vez que le ocurría esto, habían hablado de sus problemas de adolescencia, incluso la había aconsejado cuando ella le preguntaba sobre sus avances en el sexo con su novio, pero nunca se había enfrentado a una situación como ésta, antes era su niña y ahora la veía como una mujer muy deseable y esto le hacía sentirse mal, muy mal. Cuando ella posó sus piernas sobre él fue inevitable mirar su braguita, y al hacerlo vio como se transparentaba dejando ver claramente el comienzo de los pliegues de su vulva, esto hizo que su pene saltara como un resorte creciendo bajo su pantalón, encima ella no paraba de moverse rozándolo una y otra vez, lo que empeoraba la situación. –Se va a dar cuenta de mi erección. ¿Qué va a pensar de mí? Creerá que su padre es un degenerado- Esta idea rondaba por su cabeza cuando de repente su hija cogió su brazo y lo paso por su espalda para que la abrazase, cuando le soltó, su mano quedó sobre el pecho de su hija. –No sé si voy a ser capaz de soportar esto.- Entonces se mantuvo quieto, pero los constantes movimientos de ella hicieron que su mano rozara el pezón de su hija, vio como éste se ponía en punta marcándose en la camisilla y quedando entre sus dedos, sin ser capaz de controlarse comenzó a acariciarlo, pasaba las yemas de sus dedos por encima haciendo pequeños círculos, ella entonces hizo un nuevo movimiento, asustado retiró la mano, pero su hija le detuvo y volvió a ponerla sobre esa redonda y turgente teta, ahora la tenía toda a su disposición, su hija se había inclinado de forma que su mano tenia pleno acceso a ese pecho que le estaba volviendo loco, esperó unos segundos, y al ver que Sara no decía nada, cerró los ojos y se dejó llevar renovando las caricias, su mano acariciaba todo el contorno del pecho y lo apretaba con suavidad, después cogía el pezón erguido y duro entre los dedos y lo retorcía muy levemente, al hacer esto notaba como crecía su excitación y su pene se apretaba contra el pantalón. Abrió los ojos y miró irremediablemente la braguita de su hija, entonces pudo ver la mancha que había surgido en la telilla que tapaba su vulva. -¡Joder! Está empapada, esto no puede ser.- Por un momento recobró la sensatez y dijo a su hija que era tarde y tenía que irse a dormir, ésta le pidió que la dejase un poco más, pero fue inflexible y respondió que no, en su conciencia sabía que no debían continuar así.

Sara se fue a la habitación pero antes le pidió que subiera después para apagar la luz como todas las noches desde que era pequeña, él respondió que iría dentro de un rato, pero que ella debía dormirse ya.

Al llegar Sara a su habitación no pudo evitar pensar en lo que había ocurrido, había conseguido parte de lo que se había propuesto, su padre había tenido una prolongada erección, lo que significaba que se había excitado muchísimo, pero no sabía si esto le incitaría a dar un paso más y buscar una mujer que calmase sus necesidades sexuales. Pero algo más pasó por su mente, mientras le provocaba había sido ella quien había disfrutado, había sentido algo especial que con su novio nunca tenia, con él todo era precipitado, iban a algún lugar apartado y allí se masturbaban uno a otro, él quería follar o que le hiciese una mamada, pero ella se resistía, no tenía experiencia y no quería quedar como una mojigata delante de su novio que ya había estado con otras chicas antes. Mientras pensaba esto se daba cuenta en la dulzura con la que su padre la había acariciado, Luis no era así, él siempre apretaba sus tetas con fuerza al tiempo que ella le pajeaba. Casi sin darse cuenta se dejó caer en la cama y llevó la mano entre sus piernas, al hacerlo vio la tremenda humedad de su sexo. -¡Coñoo! Estoy empapada. ¿Se habrá dado cuenta mi padre?- Por un lado sentía cierta vergüenza, pero por otro la excitaba pensar que si lo había notado. Al pensar esto comenzó a mover sus dedos acariciándose el clítoris. –Ummmm. Me gusta. Quizás estaba tan excitado por ver la manchita en mi braga.- Pensaba esto mientras sus dedos liberaban el clítoris de su capuchón y lo pajeaban suavemente, entonces recordó como acariciaba su pecho y rápidamente subió la otra mano y comenzó a masajearlo como lo había hecho él antes, estaba en la cama masturbándose y la sensación de placer era indescriptible, nunca había estado tan excitada. Cuando por fin se corrió estaba desenfrenada, hacia mucho tiempo que no tenía un orgasmo como ese y había sido en parte gracias a su padre, así que quería compartirlo en cierta forma con él. Inmediatamente retiró las sabanas, se tumbó encima y buscó una posición en la que su padre pudiera ver su braga húmeda cuando entrase a su habitación para apagar la luz, quería que fuese testigo de su excitación. Poco después oyó como él subía por las escaleras, entonces entornó los ojos para que su padre creyera que estaba dormida y separó las piernas dejando a la vista la parte de la braguita que tapaba la vulva, quería observar su reacción al ver la humedad de su sexo.

Jorge entró en la habitación y fue directo a la mesilla de noche para apagar la luz, pero de repente se detuvo y miró a Sara con detenimiento, estaba tumbada en la cama con las piernas totalmente abiertas y parte de la camisilla subida, hizo amago de apagar la luz pero su mente le estaba jugando una mala pasada, quería salir cuanto antes de esa habitación pero había lago que se lo impedía, entonces quiso comprobar que su hija estaba dormida.

JORGE.- Buenas noches mi niña. ¿Estás aún despierta?

Sara no respondió, vio como su padre dudaba entre apagar la luz y macharse o quedarse allí mirándola. –No te vayas por favor, mírame, quiero que me veas bien, estoy así para ti.- Pensaba esto y notaba como sus flujos seguían saliendo por su vagina, no entendía por qué pero estaba tremendamente excitada, lo que hacía estaba mal, lo sabía, pero lo deseaba más que nada en el mundo, quería que su padre disfrutase de la vista de su cuerpo, se movió ligeramente separando un poco la rodilla, lo que hizo que la parte interna de su braguita se viera más claramente.

JORGE.- ¿Estas despierta cariño?

Jorge se aproximó a su cara y la miró a los ojos, pero ella no se movió, entonces se arrodilló junto a la cama y miró su braga, giró nuevamente la cabeza para ver si ella estaba despierta pero no se movía, así que se acercó más y pudo ver con claridad la braguita, estaba empapada y aún se veían los flujos resbalando por el borde, sin poder controlarse llevó un dedo y recogió parte de los fluidos, notó como su hija temblaba pero seguía dormida, llevó el dedo a su nariz y lo olió. -Ummm. Hacía muchos años que no olía algo así.- Repitió de nuevo la operación, esta vez pasó dos dedos suavemente por el borde de la braguita, cuando iba a retíralos no fue capaz de controlarse, los llevó al centro de la braga donde se transparentaba la vulva y los deslizó a lo largo de la rajita, vio como Sara tenía un escalofrío, pero ya había perdido el control, pasó nuevamente los dedos impregnándolos de los fluidos que habían humedecido esa braga, entonces giró la cabeza y vio que uno de los pechos de su hija estaba fuera de la camisilla, alargó la mano y lo rodeo con suavidad acariciándolo, al hacerlo vio como Sara se movía ligeramente, entonces se detuvo y la miró, pero seguía dormida, así que continuo acariciando su pecho, sus dedos se deslizaban por él con suavidad notando su dureza y turgencia. -¿Cuánto tiempo llevaba sin acariciar unas buenas tetas? Ya ni se acordaba.- Cogió el pezón entre dos dedos y lo apretó girándolos ligeramente, una nueva convulsión de su hija, pero ya no le importaba, tenía un sueño muy profundo y no iba a enterase, acercó los labios y lo chupó. -¡Dios! Que rico. ¡Llevaba tanto tiempo deseando hacer algo así con una mujer! Pero no podía, su mujer seguía en el hospital, quizás cuando ella ya no estuviste.- Acarició de nuevo el pecho, lo tapó con la camisilla, se incorporó apagando la luz y salió de la habitación.

Sara, con los ojos semicerrados, había visto entrar a su padre en la habitación y acercarse a la mesilla, por un momento pensó que se iría sin mirarla, pero no, lo que hizo fue preguntarla si estaba despierta, así que ella fingió estar dormida para ver qué hacía. Entonces vio como se arrodillaba y miraba su braguita. -¡Por fin se fijaba en la humedad que inundaba su sexo! – Para su sorpresa no se conformó con mirar, sino que pasó un dedo por el borde acariciando los labios de su vagina, sintió un gran escalofrío y su cuerpo tembló. –No puede ser. Pensó.- Pero si, su padre estaba tocando sus labios y recogiendo los fluidos que hacía unos segundos habían salido de su interior mientras se masturbaba, vio como olía sus dedos y después volvía a acariciarla, pero esta vez no se conformaba con los bordes, sus dedos estaban explorando su sexo por encima de la braga. –Ummm. Siiiii, me gusta que me toques papi, sigue por favor.- Sintió un gran placer al notar como esos dedos rozaban su vulva y su cuerpo tembló nuevamente, si su padre seguía tocándola así se correría con toda seguridad, estaba excitadísima y la encantaba el contacto de esos dedos en su zona más intima. –No debería pensar esto pero me encanta, sigue tocándome por favor, no pares, tócame hasta que me corra, quiero correrme en tus dedos. - Pensaba esto y sabía que era una locura, pero deseaba correrse delante de su padre e inundar sus dedos con los fluidos que salían de su sexo, por un momento pensó en mover sus caderas para ayudarle, pero no debía hacerlo porque se daría cuenta que estaba despierta y no sabía que podría ocurrir, podría llamarla de todo y enfadarse. Entonces notó como abandonaba su sexo y acariciaba su pecho. –No por favor, no me dejes así, sigue.- Pero su deseo no sirvió de nada, su padre ahora acariciaba su pecho con suavidad, ella entonces se relajó y se movió lo justo para facilitar que pudiera tocarlo en su totalidad, la mano se deslizaba por él con delicadeza hasta que notó como pellizcaba su pezón, sintió una pequeña descarga en su cuerpo que la hizo temblar a la vez que su vagina se humedecía por enésima vez esa noche, cuando estaba reponiéndose vio como su padre acercaba la boca a su pezón y lo chupaba apretándolo fuerte entre sus labios. –Ummm. ¡¡¡Como me gusta!!! Me encanta.- Pero su padre se retiró, lo acaricio dulcemente y tapó el pecho con su camisilla para después salir de la habitación.

Sara no paraba de pensar en lo que había sucedido, había sentido mas placer esa noche que en todas las que había estado con su novio, necesitaba repetirlo de nuevo, quería sentir las manos de su padre acariciando su cuerpo, los dedos explorando su sexo, deseaba a su padre, sabía que estaba mal lo que había hecho y lo que pensaba hacer, y aunque lo explicase nadie lo entendería nunca, pero tenía claro que iba a repetirlo.

El día siguiente en el instituto Luis preguntó qué tal había ido todo la noche anterior, Sara no sabía que decirle, si le contaba lo que había ocurrido realmente diría que era una pervertida, pero si decía que no había pasado nada estaría todo el día dándole caña por no haber puesto nada de su parte, al final decidió contarle solo una pequeña parte y él volvió a repetir que tenía que hacer más, ya que si no lo hacia su padre no iba a dar ningún paso para buscar sexo con otra mujer, ella prometió poner más de su parte, al decirlo se reía por dentro ya que esa noche iba a poner mucho más de lo que nadie pudiese esperar.

Por la tarde, al llegar a casa, se puso una braguita negra y una camiseta que llegaba hasta sus caderas, preparó dos bocadillos como el día anterior, descargó la película 50 Sombras y esperó la llegada de su padre.

Cuando llegó éste, siguió el ritual de siempre, salió a recibirle, le dio dos besos y después se dirigió al salón para comenzar a cenar, su padre al ver por detrás la escasa ropa que llevaba pensó que ésta era la nueva forma de vestir de su hija en casa y tenía poco que decir, así que la siguió y se sentaron juntos. Una vez más pudo ver como se sentaba enfrente abriendo las piernas y mostrándole su ropa interior sin ningún tipo de recato. Pensó en lo ocurrido la noche anterior y no daba crédito a lo que había hecho, pero su pene ya estaba erguido y él intentaba disimularlo como podía. Al terminar de cenar, Sara puso la película y se sentó nuevamente a su lado, al igual que la noche anterior cogió su brazo y lo paso por detrás del cuello dejándolo caer sobre su pecho. –No puede ser, otra vez no por favor.- En ese momento sentía miedo y deseo, en su cabeza se libraba una batalla y no sabía cuál iba a ser el final. Decidió resistirse a sus impulsos y no hacer nada, su mano colgaba sobre el pecho de su hija pero estaba inerte, de repente, y coincidiendo con una escena erótica de la película, ella cogió la mano y la apretó contra su pecho, al hacerlo pudo notar su dureza, era una teta redonda, erguida y cuyo pezón estaba totalmente en punta. Sin pode evitarlo comenzó a acariciarla, sus dedos se movían por todo el contorno del pecho y en ocasiones hacían círculos sobre el pezón, en ese momento notaba como su hija se encogía en el asiento, en una de estas ocasiones ella puso una mano sobre su muslo, no sabía qué hacer, pero no hizo falta, antes de que él pudiese reaccionar su hija comenzó a pasar la mano a lo largo de su pierna, bajaba hasta la rodilla para después subirla hasta escasos centímetros de su pene, alguna vez incluso llegando a rozarlo, y así una y otra vez, lo hacía como si fuese algo natural, sin dejar de ver la película y permitiendo que él acariciase sus tetas con tranquilidad, la historia se repetía, así que pidió a su hija que se fuera a la cama a dormir ya, ella se levantó obediente y le pidió que subiera después a apagar la luz.

Sara subió rápidamente a su habitación, tenía un plan preestablecido y tenía que llevarlo a cabo, durante la cena había mostrado a su padre su ropa interior, lo había hecho con descaro y había visto como él no evitaba mirarla, después había puesto la mano sobre su pecho, estaba deseando que él la acariciase, llevaba todo el día esperándolo, pero él no lo hacía, así que le había provocado llevando la mano directamente a su seno, eso había hecho que él comenzase a acariciarla. –Ummm, como deseaba que lo hiciera.- Por un momento pensó que no iba a conseguirlo pero cuando notó como pellizcaba su pezón con los dedos sintió un placer indescriptible, no había podido controlarse y había estado a punto de tocar el pene de su padre con su mano, menos mal que rectificó a tiempo y solo le rozó un segundo para después acariciar toda su pierna. Ahora tenía que dar el siguiente paso y éste esperaba que fuese el definitivo, se quitó la ropa y se tumbó en la cama, al igual que le día anterior se haría la dormida, pero esta vez iba a estar totalmente desnuda cuando fuese su padre a apagar la luz, después, cuando saliese de la habitación, tendría que llamar a una mujer para desahogarse, estaba segura. Mientras se justificaba de esta forma no dejaba de pensar en la realidad, ella había disfrutado el día anterior y esto no lo hacía por su padre, lo hacía por ella, quería volver a sentir lo mismo de nuevo. –Si, me gustó lo de ayer y quiero que se repita, pero eso no es malo, no hago daño a nadie.- No paraba de pensar en ello y lo tenía claro, quería que su padre volviese a acariciarla de nuevo, necesitaba sentir sus manos tocándola, sus dedos acariciando sus zonas más intimas, se tumbó en la cama y esperó la llegada de su padre.

Pasada media hora oyó como éste subía por la escalera, entornó los ojos para que él no se diera cuenta que estaba despierta y abrió las piernas dejando a la vista su sexo, lo tocó con sus dedos y vio que estaba húmedo por la excitación que sentía en ese momento, sonrió y se hizo la dormida.

Jorge subió la escalera y entró en la habitación de su hija, al hacerlo se quedó paralizado, Sara estaba dormida y completamente desnuda sobre la cama, se llevó la mano a la cabeza y pensó.- Esto no puede ser, por Dios, tengo que salir de aquí ya.- Pero su conciencia no era lo suficientemente fuerte y no pudo evitar mirar de nuevo a su hija sobre la cama, sus piernas abiertas dejaban totalmente expuesto su sexo y sus redondos pechos tenían los pezones erguidos, estaba divina, casi sin darse cuenta había avanzado y estaba pegado a la cama mirando su sexo, giró la vista y miro si abría los ojos o había alguna señal de que estuviera despierta.

JORGE.- Hola cariño ¿Estás despierta?

Sara no respondió, él entonces sacudió un poco su hombro para ver si despertaba y  ella se mantuvo en silencio e inerte. Jorge entonces se arrodilló y acarició sus pechos, los cogió entre sus manos y comenzó a amasarlos, los tocaba, los presionaba con suavidad y después cogía los pezones y los apretaba con sus dedos, de vez en cuando notaba como ella temblaba, pero eso no evitaba que el siguiese acariciándolos, entonces bajó su cabeza y besó uno de los pezones, después lo introdujo entre sus labios y comenzó a succionarlo al tiempo que lo acariciaba con su lengua, en ese instante vio como su hija temblaba repetidamente, se incorporó de inmediato, pero ella no dijo nada, seguía dormida, volvió a arrodillarse pero esta vez junto a su sexo, tenía una vista excepcional, las piernas estaban separadas y la vulva estaba totalmente expuesta para él, podía ver como gotas de sus flujos deslizaban por sus labios vaginales, acercó dos dedos y recogió esas gotas, después los llevó a su boca y los chupó. –Ummm, cuanto tiempo sin probar este sabor.- Ya no recordaba cuando había sido la última vez que había probado el de su esposa, llevaba tantos años sin tener sexo que era incapaz de recordarlo. Volvió a llevar los dedos al sexo de Sara y los pasó por su vulva, primero por los bordes, después por el interior de los labios, los lubricó bien con sus flujos y los subió hasta el clítoris, lo masajeó por fuera, separó el capuchón y después lo acarició con suavidad, vio como Sara temblaba repetidamente pero no se retiró, siguiendo acariciando su clítoris con mucha suavidad, las piernas de Sara temblaban y su vientre se encogía a cada instante, pero él continuó masajeando el clítoris sin parar, era evidente que estaba a punto de sentir un orgasmo, así que no iba a dejarla a medias, se inclinó hacia delante y posó la boca sobre el clítoris, comenzó a chuparlo con suavidad alternándolo con movimientos de su lengua, en pocos segundos notó como su hija inundaba su boca con una enorme cantidad de fluido viscoso al tiempo que comenzaba a moverse agitadamente y aceleraba su respiración. Jorge la miraba y sabía que se estaba corriendo en su boca, cuando vio que ella había terminado se levantó, apagó la luz y salió de la habitación sin decir nada.

Cuando su padre entró en la habitación, Sara esperó con nerviosismo su reacción. - ¿Qué hará, se irá o volverá a acariciarme, quizás cuando me vea desnuda se vaya?- Esto la preocupaba, pero esperaba que no fuese así, al ver que preguntaba si estaba despierta sintió una gran alegría, es lo mismo que había hecho la noche anterior, entonces tocó su hombro, por un momento se asustó ¿Y si había notado que estaba despierta? Pero no fue así, vio como se arrodillaba y comenzaba a acariciar sus pechos, eso la encantaba, la gustaba sentir como deslizaba las manos por sus tetas, como las apretaba con suavidad, no como su novio que siempre era brusco, entonces notó como pellizcaba sus pezones y sintió un gran escalofrío, pero no importaba, él siguió acariciándola. De repente advirtió que besaba y chupaba sus pezones. –Ummm. Son tuyos, sigue chupándolos por lo que más quieras.- Mientras pensaba esto su cuerpo temblaba sin que ella pudiera controlarlo. Entonces él se apartó, Sara sintió miedo y se quedó inerte, no quería que él se diese cuenta que estaba despierta. -¿Qué haría si lo supiera? ¿Qué pensaría de ella? ¡Su propia hija ofreciéndole su cuerpo!- Seguro que se enfadaría mucho y no volvería a hablarla, ella sabía que estaba mal lo que estaban haciendo pero no podía evitarlo, necesitaba tanto que él la tocase. Mantenía los ojos completamente cerrados, así que no pudo ver como su padre se arrodillaba de nuevo, de repente sintió como acariciaba su sexo, no lo veía pero notaba como los dedos se deslizaban por su vulva y recorrían sus labios, por un instante pensó que iban a penetrar en su vagina, pero no, solo habían recorrido la parte interior de sus labios. Una idea asaltó su mente en ese momento. -¿Y si intenta penetrarme con sus dedos? ¿Qué hago?- Nadie había explorado hasta ahora esa zona tan intima, era virgen y ni siquiera a su novio le permitía introducirlos en su interior, cuando se masturbaban solo le dejaba acariciar su vulva y el clítoris, pero si lo intentaba su padre ¿Qué debía hacer? O mejor dicho ¿Qué deseaba que hiciera? Pensaba esto cuando notó como los dedos abrían los pliegues de su clítoris y comenzaban a masturbarla. -Ummm, que rico, me encanta, sigue tocándome por Dios. - Hubiera deseado mover sus caderas al ritmo que se movían los dedos en su sexo, pero sabía que era imposible, llevaba dos noches sintiendo el mismo deseo y no podía disfrutarlo, a pesar de ello iba a gozar de este magnífico dedo que le estaba dando su padre, pero algo pasó entonces, su padre había dado un paso más y estaba besando su clítoris. -¡No puede ser! ¡Ahora me está comiendo el coño! No pares por Dios, no pares, no vayas a dejarme a medias. ¡¡Me encanta como me lo comes!!- En ese momento lo tuvo claro, si esos dedos se adentraban en lo más profundo de su sexo los aceptaría con sumo placer, no la importaba que la penetrasen, es más, estaba deseándolo. ¡Cómo la gustaría tener ahora esos dedos dentro! Sentía como la lengua acariciaba su clítoris y como los labios se cerraban alrededor de él y lo succionaban, estaba a punto de explotar de placer. Por un momento estuvo a punto de coger la cabeza de su padre con las manos para apretarla contra su coño y evitar que pudiera retirarse, pero una vez más sabia que no debía hacerlo, así que le dejó hacer hasta que al final disfrutó del orgasmo más largo y profundo que había sentido nunca. Vio como su padre se levantaba y salía de la habitación, no sabía si salir detrás de él para darle las gracias por la tremenda corrida que la había regalado ahora o pedirle que no se fuera nunca de su habitación y siguiera dándola más. Se quedó en la cama relajada y pensando que al final no había sido su padre quien se había desahogado como era el plan inicial, sino ella, precisamente ella que al principio tuvo reparos en hacer esto y ahora era quien más lo disfrutaba y no estaba dispuesta a perderlo de ninguna manera. ¿Qué pensaría su novio si supiera lo que estaba ocurriendo?

Al final decidió que la próxima vez sería su padre quien disfrutase de una noche de sexo y haría todo lo necesario para que así fuera.

La tarde siguiente no preparó nada para cenar, se puso un vestidito de color rojo que se ajustaba perfectamente a su figura marcando todas sus curvas, el escote era amplio y dejaba ver parte de sus senos, y en la parte de las caderas se ceñía tanto que marcaba claramente los cachetes de su culo. Cuando llegó su padre le dijo que tenían que salir a cenar fuera y después tomar una copa, hacia mucho que él no salía y a ella le apetecía que lo hicieran juntos. Jorge dijo que no pero ella insistió y él cedió a los deseos de su niña. Fueron a una pizzería y allí pidieron una botella de vino, Sara servía copas a su padre pero ella apenas bebía, después entraron en una discoteca para maduritos, la luz era muy tenue y la persona más joven tendría unos cincuenta años, pero a ella no la importaba, tenía que conseguir lo que había planeado. Sara pidió un par de copas y entonces notó como el alcohol empezaba a hacer efecto en su padre, se trababa al hablar y tenía que sentarse para mantenerse perfectamente en pie, entonces le pidió que bailase con ella, él accedió y salieron a la pista, Jorge cogió a su hija por las caderas pero ella entonces cogió las manos de su padre y las posó sobre sus nalgas, estaba ofreciéndole su trasero para que lo acariciase a su antojo pero Jorge iba tan bebido que no reaccionaba, Sandra volvió a coger las manos de su padre y las apretó contra su culo, pero seguía sin reaccionar, viendo que todo lo planeado se iba a pique decidió volver a casa, salieron de la discoteca y cogieron un taxi, cuando llegaron subió a su padre a la habitación como pudo y le quitó la camisa y el pantalón, ahora solo le quedaba la ropa interior, se quedó mirándole fijamente y tiro del bóxer hasta sacárselo por completo, en ese momento el pene emergió ante ella, se quedó hipnotizada mirándolo y no pudo evitar cogerlo con su mano, ya había tocado otros, antes de estar con su novio había  tenido varios rollitos y a todos les había hecho alguna que otra paja, pero éste era diferente, éste causaba en ella una ansiedad y excitación que nunca antes había tenido, quizás era por la sensación de estar haciendo algo prohibido pero eso la producía un gran morbo, miró con detenimiento la verga apreciando su grosor y sintió la necesidad de acariciarla, la rodeo con su mano y entonces vio como ésta crecía entre sus dedos adquiriendo un tamaño considerable, era más grande que la de Luis, de eso estaba segura, inmediatamente y sin darse cuenta comenzó a subir y bajar su mano por el tronco rítmicamente, cuando masturbaba a su novio nunca se había fijado, pero ahora veía como al bajar un poco el prepucio aparecía la punta del glande y éste se veía hinchado y de un color rojo fuerte, tiró del prepucio hacia abajo descapullándolo y dejándolo en libertad. -¡Joder que grande!- no podía apartar la vista de él, su mano seguía subiendo y bajando a lo largo de la polla y ésta se hinchaba cada vez más mostrando sus grandes venas, al verla así pensó si sería capaz de meterla en su boca, su novio se lo había pedido repetidamente pero ella siempre se había negado, nunca lo había intentado porque tenía miedo de hacerlo mal, pero ahora no paraba de pensar en meterse esa polla en la boca, estaba deseando chuparla. -Si lo hago mal nadie se va a dar cuenta. Pensaba- Bajó su cabeza hasta tener el capullo al alcance de los labios, sacó la lengua y la paso por el pequeño orificio del glande, después rodeo éste con sus labios y lo chupó presionando sus labios y subiendo y bajando varias veces, notó como palpitaba dentro de su boca, entonces bajó mas su cabeza tragándose más de la mitad de la polla, al ver que no era capaz de tragar más, comenzó a meterla y sacarla chupándola sin parar. -No es tan difícil. Pensaba.- Entonces pensó que si su plan no había surtido efecto y su padre no quería recurrir a una prostituta, sería ella la que consiguiera que se desahogara, seguiría chupando esa polla hasta conseguir que por ese pequeño orifico brotase toda la leche que acumulaba dentro. Decidió continuar haciéndole la mamada, era la primera de su vida y se la estaba haciendo a su padre, por un momento se sintió mal.-No debería hacerlo, esto no es correcto.- Pero su boca devoraba una y otra vez esa polla con ansiedad y no estaba dispuesta a parar, con la otra mano comenzó a acariciar sus huevos, eso le gustaba mucho a Luis cuando le pajeaba, los masajeaba con sus dedos mientras seguía chupando la verga, entonces sintió como su padre temblaba ligeramente y la polla crecía un poco más en su boca, se retiró unos centímetros y pudo ver como por el pequeño orificio salía un chorro de leche que salpicaba su cara y su cuello, se apartó rápidamente, pero una nueva descarga brotaba cayendo sobre su pecho. Había visto otras veces como eyaculaba su novio, pero siempre sobre su mano, nunca había sentido el calor de ese líquido en su cara, se limpio con el dorso de la mano y continuó sacudiendo la polla hasta que salieron las últimas gotas, entonces fue a lavarse, al mirarse en el espejo vio como las gotas de semen se deslizaban por sus mejillas y cuello y bajaban hasta el canalillo de sus tetas, por un momento tuvo la intención de cogerlo con sus dedos y probar su sabor, pero no se atrevió, así que se limpio con una toalla y después volvió a la habitación para limpiar a su padre, no quería que cuando se despertase se diera cuenta de lo que había ocurrido. Se aproximó a él y con la toalla comenzó a limpiar las manchas de semen en las sábanas, después cogió el pene con la mano para limpiarlo, al hacerlo vio como por segunda vez volvía crecer, no lo entendía, a pesar de estar borracho y dormido tenía una nueva erección, pasaba la toalla a lo largo de la polla y ésta se movía completamente erecta, otra vez sintió la necesidad de acariciarla y volvió a sacudirla con su mano como se lo hacía a su novio, pero la imagen de su mano pajeando esa verga le causaba una gran excitación, notaba como su sexo se humedecía y tenía la necesidad de desahogarse, su padre se había corrido pero ella no había tenido su recompensa, su mente estaba enloquecida y no se le ocurría otra cosa que pensar en lo que podría sentir al tener esa verga rozando su sexo, cuanto más lo pensaba más lo deseaba. -Quiero sentir su calor en mi sexo, necesito tenerla ahí.- ninguno de los chicos con los que había salido habían tocado su sexo más que con la mano, solo su padre lo había besado y había sido la noche anterior, y al pensarlo su vagina se lubricaba con rapidez, notaba como su flujo salía y empapaba su braga. -Ufff, no puedo más, necesito sentirla en contacto con mi sexo.- inmediatamente se sacó la braga, se subió el vestido hasta las caderas y se puso a horcajadas sobre el vientre de su padre, entonces se dejó caer y en ese instante tuvo lo que tanto deseaba, su sexo estaba en contacto con el pene erecto. -Ummmm, me gusta sentirlo.- Y en el acto comenzó a mover sus caderas adelante y atrás frotando su vulva contra él, notaba como sus labios se abrían envolviéndolo y este se deslizaba por su rajita produciendo en ella una sensación de placer que nunca había sentido, cuando notaba que la cabeza del pene llegaba a su perineo, empujaba la cadera hacia atrás para que se deslizase de nuevo entre sus labios hasta llegar al clítoris, entonces se apretaba contra él y movía sus caderas circularmente para sentir como el glande acariciaba su botoncito. -Ummmm, qué rico, me encanta.- Subió su vestido un poco más para poder tener una mejor visión de lo que sucedía entre sus piernas, al hacerlo, pudo ver como la punta del pene aparecía  por delante de su pubis y después desaparecía metiéndose entre los labios de su coño húmedo hasta llegar de nuevo al perineo, cuando volvía  a parecer por su pubis notaba la presión del glande en el clítoris y esto la excitaba terriblemente. -¡Dios! Me encanta, me está volviendo loca.- Sin poder controlarse aceleró el movimiento de sus caderas apretándose con fuerza contra la verga, está continuó deslizándose entre sus labios hasta que Sara paró y se elevó ligeramente, entonces notó como el glande embocaba la entrada de su vagina, si bajaba un poco más éste penetraría en su interior clavándose sin remedio en su útero, no sabía qué hacer, por un lado deseaba ser ensartada por esa polla pero por otro tenía miedo, era virgen y no quería que su primera vez fuese así, parecía enfermizo pensarlo, pero la hubiese gustado que su padre fuese consciente de lo que ocurría para dejarse caer sobre su pene y entregarle su virginidad. -¡Si, como deseaba que el estuviera despierto!- En ese caso se la hubiese entregado sin dudarlo, era la persona a quién más quería. Cogió la polla con la mano y la paso a lo largo de su vulva, después colocó el glande a la entrada de su vagina y bajo un poco, noto como sus labios cedían a la presión y se abrían permitiendo que la punta se adentrase unos centímetros, sintió como su vagina se ajustaba y presionaba esa deliciosa cabeza. -Ummmm, me encanta.- bajó un poco más y su vagina cedió de nuevo a la presión permitiendo que el capullo entrase por completo. -¡Dios! Que rico se siente.- Subió y bajo sus caderas repetidamente notando como el glande entraba y salía de ella, estaba disfrutando como nunca lo había hecho, en estas noches con su padre había probado sensaciones desconocidas para ella. Deseaba profundamente recibir ese miembro en su interior, pero sabía que no debía, así que volvió a sacarla y continuó frotando su coño contra ella hasta que notó que estaba a punto de correrse. -¡Dios! Voy a correrme, no puedo más, no puedo más.- Se dejo caer y apretó con fuerza su coño contra el miembro erecto hasta que sintió que el orgasmo finalizaba, entonces abrazo a su padre le besó y se fue de la habitación.

Al día siguiente Jorge se levantó con dolor de cabeza y sin saber que había sucedido la noche anterior, recordaba que había salido con  Sara a cenar y que después tomaron una copa, pero era incapaz de recordar cómo había vuelto a casa. Vio que estaba en la cama desnudo y sintió vergüenza, sin duda su hija había tenido que acostarle y desnudarle, en ese momento se percató que su pene estaba cubierto por una fina capa blanquecina y seca, cogió un poco y al olerla tuvo claro de que se trataba. Una duda le asaltaba  ¿Sería de su hija o habría estado con alguna mujer? – No puede ser, que no haya sido con mi hija por favor.- Sentía miedo y vergüenza al pensar que quizá ese flujo fuese de su hija, no era consciente de lo que había sucedido pero no era escusa. Se levantó y continuó con su jornada normal, aunque esa duda le atormentaba.

Esa noche Sara tenía una fiesta de cumpleaños con sus amigos y no fue a casa a cenar, cuando llegó por la noche su padre ya estaba durmiendo y no pudo verle, cuando estaba en la cama pensó en levantarse y visitar la habitación de su padre, las copas que había tomado estaban producido en ella una sensación de desinhibición total, pero finalmente prefirió no hacerlo, pensó que al día siguiente organizaría una fiesta para su padre y ambos tomarían las copas que fuesen necesarias.

Era viernes y esa tarde nada más volver a casa volvió a preparar su ropa, esta vez seleccionó una bata negra muy corta de lencería abrochada solo por un cinturón y que fue regalo de su padre, debajo iba a ponerse solo un tanga, sabía que era muy atrevido pero estaba decidida, no llevaría nada más.

Preparó la cena y dejó todo en la mesa pequeña del salón, había canapés, un poco de embutido y una botella de vino, para justificarlo iba a decir a su padre que tenían que celebrar que había sacado buena nota en un examen. A la hora prevista se vistió y bajó al salón, al mirarse en le espejo se vio esplendida, estando de pie la bata tapaba escasamente el culo, así que cuando se sentase se subiría dejando a la vista el pequeño tanga negro, solo con verse estaba excitada e impaciente, deseaba que su padre llegase a casa para ver como reaccionaba, quería ver si su pene se “ alegraba ” solo con verla como los días anteriores.

Cuando llegó Jorge su hija salió a recibirle como todos los días, le abrazó dándole dos besos y le cogió de la mano para llevarle al salón, al entrar se encontró en la mesa varios platos de comida, una botella de vino y dos copas.

JORGE.- ¿Qué celebramos?

SARA.- Vamos a celebrar que te quiero mucho.

JORGE.- Vaya, me alegro hija, yo a ti también, pero antes voy a subir a cambiarme de ropa.

SARA.- Eso, ponte el pijama y así estarás más cómodo, como yo.

Jorge aún no había reparado en la ropa de su hija, pero al decirlo ella la miró y pudo ver esa bata excesivamente corta que apenas tapaba sus vergüenzas, al subir la vista se fijo que el cinto de la bata no cerraba bien el escote dejando más de la mitad de las tetas al descubierto. No sabía si echarla la bronca o darla las gracias por esa estupenda panorámica que le estaba ofreciendo, rápidamente subió a su habitación para cambiarse, no sabía si ponerse un pantalón para disimular su erección o ponerse el pijama para estar más cómodo si su hija volvía a rozarle como la anterior noche, no tuvo mucho que pensar, sacó el pijama y se lo puso de inmediato, además, había sido su hija la que se lo había propuesto instantes antes.

Bajó al salón y se sentó en el sofá, Sara abrió la botella de vino, sirvió dos copas y se sentó en el sillón frente a él.

SARA.- Por nosotros Papi, quiero que sepas que te quiero mucho.

Jorge levantó su copa para brindar y respondió que él también la quería mucho, al instante vio como su hija se inclinaba hacia adelante para coger algo de comida y al hacerlo la bata se abría dejando sus pechos al aire, ella sonrió diciendo. -Uy, que se me ve todo.- Pero solo cerró la bata sin apretar el cinturón, por lo que sus tetas quedaron de nuevo casi en su totalidad a la vista de su padre, al reclinarse hacia atrás en el sillón separó las rodillas dejando a la vista el pequeño tanga negro. Jorge no pudo evitarlo y miró fijamente en esa dirección, la vista era excepcional, frente a él estaban las dos largas piernas desnudas de su hija, unidas al final por un diminuto triangulo negro que casi no dejaba nada para la imaginación, su hija comía y bebía y no paraba de rellenar las copas de ambos, Jorge a esas alturas ya mostraba una gran erección bajo el pijama. Sara entonces se levantó y puso el final de la película 50 sombras que no habían terminado de ver la otra noche, después se acercó al sofá pero esta vez se sentó junto a su padre.

SARA.- Vamos a ver el final de la peli, si no te importa apagamos mejor las luces. ¿Te apetece?

JORGE.- Claro mi niña, lo que tú quieras.

Sara se tumbó apoyando la cabeza en las piernas de su padre, después cogió la mano de éste y la puso sobre su vientre. Al principio Jorge estaba tranquilo, pero Sara movió su cabeza y la apretó contra la erección de su padre, éste se quedó quieto sin saber qué hacer, con la poca luz que había observó como su hija se soltaba el cinto permitiendo que la bata se escurriese hacia los lados y dejando sus pechos al descubierto a escasos centímetros de su mano, entonces no pudo contenerse más y comenzó a acariciar su vientre circularmente, poco a poco fue aumentando el radio del circulo hasta llegar a la base de sus pechos, pasaba una y otra vez y en cada una de ellas su mano ampliaba su recorrido acariciando más libremente esas tetas redondas y duras, pasado un rato ya no pudo más y centró las caricias en los pechos, con sus dedos cogía los pezones y los apretaba con suavidad, cada vez que lo hacía notaba como su hija se encogía y apretaba la cabeza contra su erección, ella había girado el cuello y tenía los labios pegados a su pene, volvió a pellizcar sus pezones y vio como Sara sacaba la lengua y la pasaba por el pijama en el lugar donde estaba el tronco de su polla, Jorge no pudo evitarlo y puso la otra mano sobre la cabeza de su hija empujándola hacia su pene, ella miró hacia arriba, se incorporó ligeramente y con una mano desabrochó el pijama, al hacerlo, la polla saltó como un resorte quedando frente a sus labios, miró de nuevo a su padre y vio que éste tenía los ojos cerrados pero no dejaba de empujar su cabeza para que se tragase esa polla gruesa y venosa, sin esperar un segundo abrió la boca y se metió la polla todo lo adentro que pudo, después la sacó y cerro los labios envolviendo el glande con fuerza y chupándolo con desesperación, no quería dejar ni un milímetro sin chupar, así que volvió a sacarlo para pasar la lengua a lo largo del tronco, su boca se movía con rapidez y no quería dejar de explorar ninguna parte de esa verga tan deseada, volvió a tragársela de nuevo, intentaba meterla entera pero era incapaz, aun así hacia verdaderos esfuerzos para tragársela en toda su extensión. –La quiero toda dentro. Pensaba- Pero era imposible, así que su cabeza comenzó un sube y baja introduciéndosela en la boca sin parar. Vio que su padre apretaba sus pezones pero necesitaba algo mas, quería sentir los dedos en su coño, sin esperar un segundo tiro del tanga hacia abajo y cogió la mano de su padre guiándola a su entrepierna.

SARA.- ¡Tócame por favor! Quiero sentir tus dedos dentro.

Jorge no era capaz de parar, su mente le decía que no estaba bien lo que hacía pero su cuerpo le pedía seguir, de forma automática pasó sus dedos a lo largo de la rajita de su hija notando que tenía su sexo completamente empapado, volvió a pasar sus dedos pero esta vez metió ligeramente uno dentro de su coño, su hija dio un respingo y le miró.

SARA.- ¡Mételo por favor! Quiero sentirlo bien adentro.

Jorge empujo con fuerza y el dedo penetró por completo en la vagina de Sara.

SARA.- Ummmm. Siiiiii, me encanta, sigue por lo que más quieras.

Jorge comenzó a follar el coño con su dedo, notaba la estrechez de la vagina a cada penetración pero no por eso dejaba de meterlo una y otra vez, cuando vio que estaba suficientemente dilatada metió otro más, ella emitió una leve protesta pero aún así pidió que continuara.

SARA.- No pares, continúa por favor, los quiero dentro.

Sara sentía como era penetrada por primera vez en su vida y no dejaba de gemir, notaba como esos dedos se hundían una y otra vez en su estrecha y húmeda cueva y tenía que hacer verdaderos esfuerzos para continuar haciendo la mamada  a su padre, pero no podía dejarlo, quería demostrarle que sabía hacerlo y quería que disfrutaste de ello, sobre todo eso, quería que disfrutaste como nunca lo había hecho. A pesar de volcar todo su esfuerzo en tragarse esa verga, de vez en cuando se giraba y miraba lo que sucedía ente sus piernas, se excitaba al ver como esos dedos entraban y salían de su coño con enorme rapidez produciendo en ella un gran placer. Giró de nuevo la vista y siguió chupando esa magnífica verga, era la primera vez que lo hacía abiertamente y lo estaba disfrutando, nunca hubiese imaginado que tener una polla en su boca la generaría tanto placer. En ese momento vio como su padre empezaba a mover sus caderas adelante y atrás como queriendo follar su boca.

JORGE.- Ummm, muy bien mi niña, lo haces muy bien, estoy a punto de correrme, sigue chupándola cariño.

Al oír esto aceleró el movimiento de su boca sacando y metiendo la verga con más rapidez, entonces notó como Jorge agarraba con fuerza su pelo y tiraba de su cabeza hacia delante obligándola a introducirse en la boca gran parte de la polla. Sara sabía que su padre estaba a punto de correrse y no tenía claro qué hacer, si retirarse para que se corriera fuera y mostrarle su inexperiencia o dejar que acabase en su boca, en cuyo caso tendría que tragarse todo el semen, era la primera vez que se encontraba en esta situación y no sabía cómo debía comportarse. En alguna ocasión su novio había comentado que cuando se la chupara a él tendría que tragárselo todo, pero a ella le daba asco y respondía que nunca lo haría, ahora estaba en esa situación y no sabía cómo reaccionar. –Si me retiro puede molestarle, pero si dejo que se corra en mi boca no sé si seré capaz de tragármelo, me da asco.- Pensaba esto cuando notó como su padre tiraba con más fuerza de su pelo, miró hacia arriba y vio como tenía los ojos cerrados y comenzaba a jadear, esta imagen la excitó de tal forma que ya lo tuvo claro, recibiría en su boca la corrida que esa verga estaba a punto de expulsar. Cerró los labios alrededor de la polla y entonces notó como su padre eyaculaba en su boca inundándola de un líquido tibio y viscoso, era tal la cantidad de leche que estaba lanzando a su garganta que a pesar de sus esfuerzos se veía incapaz de tragarla, finalmente vio como su padre movía sus caderas repetidamente follando su boca casi con violencia y derramando las últimas gotas sobre su lengua. –Ummm, no ha sido tan malo.- Mientras pensaba esto recogía con sus dedos las gotas que salían por la comisura de sus labios, instintivamente los llevó a su boca y los chupó. –Ummm, es un poco amargo pero me encanta, a partir de ahora podrá correrse en mi boca siempre que lo desee.-

Pasados unos segundos Jorge se había recuperado, entonces se arrodilló frente a su hija, separó sus piernas y acercó la boca a su vulva comenzando a pasar la lengua por su rajita, después subió hasta el clítoris y empezó a chuparlo jugando con su lengua en él, notaba como Sara abría completamente las piernas y movía sus caderas sin cesar subiéndolas y ofreciéndole su sexo para que lo chupara con mayor comodidad.

SARA.- Ummm, me gusta, sigue, por favor no pares.

Aprovechando su excitación, Jorge metió dos dedos en el coño de su hija y comenzó a follarla al tiempo que seguía chupando su botoncito.

SARA.- ¡Dios! No pares, sigue, sigue, vas a volverme loca.

Sara sintió como era penetrada por los dedos de su padre y en ese mismo momento tuvo la sensación de que se meaba. –No puede ser, ahora no.- Miró rápidamente hacia abajo y pudo ver que era su sexo el que estaba expulsando gran cantidad de fluidos y empapaba la mano de su padre, estaba sintiendo tanto placer que se reclinó de nuevo en el asiento dejando que esos dedos la follaran sin parar, notaba como con cada penetración abrían un poco más su estrecha vagina y cada vez entraban más profundo. –Siiii, me encanta tenerlos dentro.- Su padre no dejaba de chupar su clítoris y esto la volvía loca, no podía pedir más. Notó como se aproximaba el orgasmo y aviso a su padre.

SARA.- Voy a correrme papi, ya me llega.

Jorge aceleró el movimiento de su lengua y la penetración de sus dedos, de repente notó como su hija se corría llenando su boca y mano con sus fluidos.

SARA.- ¡Dios! Me corro, me corro, no puedo más.

Jorge se sentó en el sofá mirando como su hija no paraba de jadear y decir que había sido estupendo, al instante, ella se levantó y le abrazó dándole dos besos.

SARA.- Nunca antes había hecho esto y me ha encantado, gracias papi.

Se quedaron abrazados largo tiempo hasta que ella dijo que se iba a la cama, al salir del salón ella le dijo sonriendo.

SARA.- Dentro de un ratito te espero en mi cuarto para que apagues la luz.