Yo solo iba a correr.

Correr por Casa de Campo puede ser muy satisfactorio. Historia 100% real.

¡Hola chicxs! Esto es una historia real que me pasó el verano pasado. En julio del 2019. Si me lee la parejita de la historia o alguna que le guste ese rollo que me mande un mail porfa, es una de mis mayores fantasías jajaj.

Yo solo iba a correr.

Era una tarde calurosa de verano, las calles de Madrid estaban vacías, pues la gente se suele ir a los pueblos, a la playa...y los pringados que nos quedamos en Madrid por trabajo estábamos encerrados en casa frente al ventilador o en las piscinas, aunque yo no soy muy fan de las piscinas.

Me gusta hacer deporte y era mi día libre, por lo tanto podía organizarme como quisiera para aprovechar el día, pero la pereza puede más que cualquier cosa y las 17:00h de la tarde en pleno julio es demasiado temprano para salir a correr.

Aproveché para adecentar un poco la casa, que parecía que habían entrado a robar, menos mal que vivía solo. Soy muy ordenado, pero a la vez muy dejado, así que cuando se junta la tarea de toda la semana por hacer (porque estoy trabajando) me lleva toda una tarde hacerla.

Puse un par de lavadoras y limpié el polvo al ritmo de la música a todo volumen mientras bailaba desnudo por mi casa, siempre voy desnudo en casa. El nudismo es una de las cosas que más placer me da, andar por casa como Dios me trajo al mundo, por el campo, por la playa, mostrando tu cuerpo al desnudo sin complejos ni inseguridades, sintiéndote libre mientras el aire fresco roza tus genitales desnudos. Es de las mejores sensaciones que tengo en mi vida. Así que cada vez que tengo oportunidad me despeloto sin dudarlo un segundo.

Entre limpiar, poner lavadoras, tomarme un par de cafés y hacer el tonto desnudo por la casa se me pasó la tarde volando, tanto que miré el reloj y eran ya las 21:00h. Estaba muy activo y seguía con ganas de hacer deporte, así que como ya no pegaba tanto el sol decidí que era muy buena hora para salir a correr.

Me puse un pantalón cortito de te la finita, de estos traspirables para salir a correr, una camiseta de tirantes y mis zapas negras con unos calcetines tobilleros para no pasar calor. Decidí ir sin calzoncillos, así me sentiría más libre y cómodo a la hora de correr, además me gusta ir marcando y que cuando me cruzo con alguien se quede mirando, soy un poco exhibicionista jejej. Por último cogí una pequeña riñonera para meter las llaves, la cartera, mi móvil y mis cascos, imprescindibles para correr, siempre estoy escuchando música. Salí de mi casa y me fui a coger el metro dirección Casa de Campo. Por suerte vivo cerca, a tres paradas, así que en menos de 10 minutos ya estaba allí.

Salí del metro, me puse mis cascos y empecé a correr a un ritmo cómodo para mi, ni muy rápido ni muy lento, así podría disfrutar de tomar el aire sin asfixiarme tampoco.

Me crucé con algunas familias que volvían del zoo con sus hijos pequeños, con algún ciclista, con gente que también iba a correr e incluso con algún grupito de adolescentes que iban dando un paseo mientras se gritaban unos a otros diciéndose gilipolleces, tanto gritaban que incluso les escuchaba a ellos por encima de mi música.

Al ver tanta gente y tanto alboroto decidí adentrarme por un caminito más tranquilo, donde solo había campo, así no tendría que distraerme con otras cosas que no fueran correr o escuchar mi música.

Pasé por la entrada del parque de atracciones, donde había bastantes coches, aunque todos estaban preparándose para irse, pues eran casi las 22:00h, que es a la hora que cierra el parque. También me crucé con alguna que otra prostituta dominicana que me ofrecían sus servicios, a lo que yo hacía caso omiso porque iba a lo mío, me limitaba a saludarlas con una sonrisa y diciendo que no con la cabeza. Las pobres estaban trabajando y no me importaba que me llamasen la atención, es lo que hacían con todos los chicos que pasaban, qué menos que dejarles claro que no buscaba nada pero con educación, ¿no creéis?

Estuve corriendo un buen rato por el campo, bastante tranquilo y solitario, pues sólo me crucé con un par de ciclistas a lo lejos. Ya había anochecido, aunque se veía bastante bien, así que decidí dejar de correr y dirigirme al metro andando. Pero esta vez iría a la parada de Batán, que me caía más cerca y era la misma línea que tenía que coger.

Volví a pasar por la entrada del parque de atracciones, pero esta vez en dirección contraria. Ya no quedaban coches, el parque había cerrado y no había mucho que hacer allí. Pero al subir la cuesta dirección al metro me di cuenta que en la explanada que queda al lado derecho de la carretera había un coche a lo lejos y como dicen que la curiosidad mató al gato decidí pasar cerca del coche, para ver qué pasaba allí.

Según me acercaba podía ver como el coche se movía y se escuchaban gemidos. Lo que me imaginaba, había alguien follando dentro. Me fui acercando sigilosamente intentando que no me descubrieran, sin hacer ruido ni ponerme justo delante de ellos para que no me vieran. Con mucho cuidado me coloqué detrás del tronco de un árbol que estaba como a dos metros de coche en diagonal, era el sitio perfecto, yo podría ver todo desde el ángulo de la ventana de atrás y ellos no me verían ya que según su ángulo les taparía la vista la misma carrocería del coche.

Cuando por fin estaba en mi escondite decidí quitarme los pantalones ya que no había nadie por allí, los hice una bola y los metí en la riñonera, al ser tan finitos cupieron perfectamente. Ya sin pantalones y con el rabo duro como una piedra me asomé para ver bien qué pasaba dentro del coche mientras me pajeaba.

Pude ver parte del cuerpo de un chico sentado en el medio de los asientos de atrás mientras una chica le cabalgaba el rabo dándole la espalda. El chico estaba quieto y gimiendo de placer, mientras ella subía y baja con fuerza cabalgando el rabo de ese chico y gritando:

-¡Joder, siiiii! Ahhh, me encanta tu rabo tío. Diooossss ahhhh.

Yo estaba extasiado. Estaba en medio del campo, de noche, casi en pelotas y haciéndome una buena paja mientras veía a una pareja follando salvajemente en su coche y el airecito de la noche me daba el las pelotas. ¿Qué más podía pedir?

Me encanta espiar a parejas follando, sobretodo cuando no saben que estoy mirando, no es por nada, es simplemente porque si tienen esa intimidad de que nadie les ve se vuelven más guarros y más pasionales, y no se cortan. Por eso estaba disfrutando como un niño con una piruleta.

Me estaba encantando, pero quería acabar pronto para que no me pillaran, hay gente que les da morbo que les espíen e incluso te dice que te unas, pero algunos se lo pueden tomar muy mal, así que como no sabía qué gustos tenían preferí permanecer en la sombra y no descubrirlo.

Seguí pajeándome acelerando cada vez más mientras ellos cambiaban de posición. La chica se puso a cuatro patas dándole la espalda al árbol en el que yo me encontraba y el chico se puso detrás y empezó a follársela. Menos mal que no se pusieron al revés, tenían las ventanillas bajadas y me hubieran pillado.

Cada vez me pajeaba más fuerte mientras escuchaba gemidos y gritos de los dos y veía el culo y la espalda del chico contonearse con fuerza mientras se follaba a la chica y sus pelotas rebotaban fuerte contra ella. No pude más y terminé sotando cuatro chorros de leche en el suelo, conteniéndome mucho para no gritar y que me descubrieran.

Mientras ellos terminaban yo me fui alejando con cuidado de que no me vieran y me adentré en el campo, me puse detrás de unos matorrales para limpiarme y ponerme los pantalones.

¡Sorpresa! No llevaba pañuelos. Bueno, pues genial, me puse los pantalones y ya en casa me daría una ducha.

Me fui dirección al metro por la carretera que iba a coger antes y tres minutos de llegar al metro vi pasar al coche con mis nuevos amigos. No iba deprisa y lo poco que pude ver fue a una pareja más o menos de mi edad (veintipocos), bastante guapetes y con una cara de felicidad extrema. Después de ese polvo es normal estar así de contento. Lo mío solo fue una paja y estaba llegando al metro con cara de placer y un hilillo de semen recorriendo la parte interior de mi pierna. Claro, solo a mi se me ocurre ir a Casa de Campo sin gayumbos y sin pañuelos. Me lo apunto para la próxima.