Yo. Segunda parte.

En su habitación. Nuestra primera vez. Inicio el camino hacia mi esclavitud.

YOSegunda parte

Recuerdos de nuestra primera vez.

Entramos a un ascensor que nos llevó directo al último piso. En silencio. Mi mano en la suya y mi corazón latiendo fuerte, en una mezcla de temor y deseo.

Me sentía excitada y mis genitales tomaron vida propia. Mi clítoris latiendo e inflamándose y mi vagina mojada por los fluidos que mojaban mi braguita.

Entramos a una espaciosa suite, con vistas al atardecer en  la ciudad.

  • Violeta, siempre eres tan callada? -

Asentí con la cabeza, en silencio, pensando que ya sabía mi nombre.

Después me confirmó que sabía todo sobre mi, porque desde la primera vez que me vió en el restaurante del hotel llamé su atención. Nuevamente pienso que mi madre y mis amigas, tenían razón, al menos en lo de encontrar a un hombre atractivo y que se fijara en mi, en un lugar como este.

  • Puedo pasar al tocador? pregunto con los ojos bajos y la voz tenue.
  • Por supuesto. Ponte todo lo cómoda que quieras. Mientras, yo me ducharé en el otro tocador.

Miro el espejo y veo mi rostro sin nada de maquillaje, mi pelo ordenadamente sostenido en una larga coleta, mis labios entreabiertos.

-Estoy presentable, pensé, discretamente presentable.

No me considero sexy, aunque tengo buenas tetas, levantadas, firmes, con pezones que se proyectan hacia adelante y se marcan en mi ropa. Mis nalgas también firmes y para mi gusto demasiado grandes, aunque mi ex siempre insistía en que eran de lo mejor.  Olvídalo ya Violeta!

Cuando regreso a la sala él ya está allí, vestido solamente con una bata estilo kimono de seda, descalzo y con el pelo húmedo. Verlo me produce un tirón en el estómago y otro en mis sensibles genitales. Es muy atractivo y se comporta con la seguridad de saberlo.

Me mira serio, se sienta en un sillón y dice:

-Desnúdate!

Es una orden. La reconozco y actúo como la sumisa que soy.

Me ruborizo, pero saco fuerzas de mi interior. Pensando que no es la primera que vez que lo hago para un hombre, comienzo a desnudarme lentamente y de pie frente a él. Quedo totalmente desnuda.

-Gira lentamente- me dice con la voz  enronquecida.

Giro 2 veces, sin mirarlo.

-Te gusta lo que ves? - pregunto suavemente

  • Ve tu misma- me dice abriendo su bata para dejarme ver su verga erecta en todo su esplendor.

-Ven aquí- y al acercarme me sienta sobre su falda suavemente. Siento su miembro en mi muslo y me pongo a mil. Que caliente estoy, llevo unos 2 años sin sexo y ahora me estoy incendiando en la falda de un desconocido de quien ni siquiera se su nombre.

Me suelta el pelo y juega con él, oliendo y pasando los mechones por su cara.

Acerca su boca a la mia y yo me lanzo hacia la suya con avidez. Nuestras lenguas se entrelazan, me chupa, es duro y yo respondo como una hoguera.

Me levanta y me coloca frente a él, siempre en su falda. Mis tetas se endurecen y se encienden bajo sus manos, mientras el encuentro de nuestras bocas se prolonga. Gimo de placer y responde con más dureza, apretando. Su boca baja a mis pezones, lamiendo y chupando, mientras una mano acaricia mis caderas y la otra baja hasta tocar mi clitoris con sus dedos.

No puedo más. Estallo en un orgasmo en su mano.

No me da respiro. Se levanta conmigo a horcajadas y envuelvo con mis piernas su cintura.

Vamos a la cama donde me deposita con cuidado.

Y comienza a lamer mi cara, demorándose en mi cuello. Sigue bajando lamiendo y mordiendo mi pecho y pezones. El placer del sexo me recorre en oleadas cada vez más fuertes.

Estoy inmóvil.

Me abre con fuerza las piernas y yo paso mis manos por sus nalgas. Son duras. Tiene un culo divino para besarlo y lamerlo, logro pensar. Cuando llega con su boca a mi coño pierdo toda capacidad de pensar o hablar. Mis gemidos brotan fuertes e incontrolables y toda yo soy una nube de placer.

  • No te corras! Sólo cuando yo lo permita!

Me penetra el coño sin piedad, golpeando mi útero. Me folla duro, y me escucho gritar.

  • Por favorrrrr!! Permiso!

Cubre mis gritos con su boca mordiendo mi lengua, follándomela.

No aguanto,no pienso, sólo siento que muero y me incendio. Con un dedo me toca mi inflamado clitoris y me ordena correrme.

  • Siiiiiii…….y el orgasmo me lleva al centro del placer.

Él también se corre y suelta su leche en mi vagina aumentando mi calentura al sentir que me llena y me extiende con su verga poderosa. Sus gruñidos me excitan más aún.

Su cuerpo queda laxo sobre el mío y no me puedo mover.

Voy recuperando mis sentidos con su respiración en mi cara.

Nos besamos enlazando perezosamente nuestras lenguas.

Sin aviso, toma mi cuerpo y me pone boca abajo, colocando una almohada bajo mis caderas.

Mi culo queda levantado y con una mano me da unos azotes que me reaniman y me hacen correr nuevas oleadas de placer.

Amo y odio los azotes. Duelen, dejan marcas, molestan varios días, y a su vez me excitan cuando los recibo y después cuando miro las marcas. En esto tengo experiencia, me gusta ser azotada y cuanto más fuertes, más me encienden. Dolor y placer. Fui entrenada por mi ex.

Colocada en cuatro, me penetra el coño por atrás y siento que su verga aumenta su fuerza y comienza a moverse entrando y saliendo cada vez más fuerte. Continúa azotando mis nalgas y yo gimiendo, llorando hasta que desde atrás me amordazó.

Mis entrañas ardían de placer y las embestidas me llevaron a otro orgasmo. También él eyaculó con un fuerte gemido.

Trenzamos nuestros cuerpos y desaparecí.

Al despertar, me costó ubicarme, pero los dolores en mi cuerpo me ayudaron a recordar. Ufff, que noche. El dios asiático resultó impresionante y dominante.

Salí despacio de la cama y vi que estaba sola. Entré al baño, me duché y me puse la misma ropa que traía anoche. Tomé la llave de mi habitación y busqué la puerta para salir. Entré directo a una sala con sillones y comedor. Había una mujer sentada, que al verme se puso de pie rápidamente, saludó cortesmente y me ofreció pedir el desayuno. Agradecí, dije que no y volé hacia mi habitación.

Tomé una botellita de agua y cambié toda mi ropa. Me vestí con un conjunto deportivo y me tiré un ratito en la cama. Cuando desperté, habían pasado dos horas y mi estómago rugía. Me despertaron unos golpes en la puerta. Un joven, me dió un ramo de rosas con una tarjeta.

“Cenamos 18 y 30”

“En mi comedor”

“Te follaré, hermosa”

“VEN DESNUDA”

“Min Ho”

Y así me enteré del nombre de mi futuro Amo y Sr que sería el dueño de mi vida.