Yo sabía que mi mujer era puta, pero no imaginaba

RELATO REAL, mi mujer anda caliente y le doy más de lo que quiere. Una noche que nunca olvidaremos ninguno de los dos.

Relato real: YO SABÍA QUE MI MUJER ERA PUTA, PERO NO IMAGINABA CUANTO.

Hacía ya tiempo que veía a mi mujer como abstraída, yo sabía perfectamente que es lo que pasaba por su cabeza, durante los últimos meses cada vez que hacíamos el amor, me pedía que le tapara los ojos, y la atara con un pañuelo a la cama, después de hacerlo, ya nada era igual, materialmente se volvía loca, mordía, gritaba, meneaba el culo como una loca, pedía cosas que de otro modo sería incapaz, y tenía tantos orgasmos que a veces pensaba que le podría pasar algo con tanta excitación, en su imaginación pensaba ser violada por diferentes hombres a los cuales no podía poner cara. Luego acababa exhausta ni a la ducha llegaba, se quedaba durmiendo en seguida, y yo pensativo.

Somos una pareja de Cartagena (Murcia), ella, Mayte, tiene 29 años es morena, media melena, muy atractiva, con un cuerpo bastante llamativo, y con bastante tendencia a vestir de la forma más provocativa posible, aunque sólo cuando sale conmigo. Yo, Felipe, soy moreno, 39 años, resultón, ella me engaña diciéndome que soy atractivo y yo me dejo engañar.

Hace unos meses mi empresa decidió hacer una convención de comerciales en Murcia (está a pocos kilómetros, así que me venía fenomenal), estaba prevista la asistencia de unos veinte comerciales que somos en toda España, como casi todos somos hombres, imaginé habría fiesta por la noche, como en otras convenciones de mi empresa, pedí que me reservarán habitación para no tener que volver por la noche a mi casa, mi mujer se lo olió y me insistió hasta agobiarme en pedir una doble para mi y para ella, como la empresa no pagaba la estancia de mi mujer, el gasto fue a mi cuenta (que es lo que más me dolió), y yo el único hombre que había ido a la convención con su mujercita. Por lo que reservé en otro hotel a fin de que no nos viesen juntos y evitar las mofas de los compañeros.

Pasé toda la mañana y tarde del sábado en los salones del hotel de la convención, y ella de compras exhibiéndose por los probadores, le encanta dejar la puerta entreabierta y desnudarse quedando en tanga, para probarse lo que sea, da lo mismo, la cosa es, que los dependientes y los clientes que acompañan a sus mujeres a los probadores anden locos buscando el mejor ángulo para poder verla. Su mayor triunfo es que miren las propias mujeres. La verdad, es que, no sólo no me importa, sino que me encanta que se divierta de esta manera, aunque algún día se meterá en un lío.

Por la tarde (alrededor de las 20 horas) fui a cambiarme para la cena de comerciales, a la cual ella no podía acudir, no quería quedar como un calzonazos claro, mientras la mayoría de los compañeros (libres de sus mujeres), tramaban ir a un puti-club.

"Estoy aburrida, no aguanto más", fue su alegato, "ya te lo dije", mi defensa. "Quiero que me folles o saldré a que me folle el primero que vea" su contrataque, mi cara de sorpresa, fue lo único que fui capaz de objetar, al verme sorprendido añadió "que me follen todos", "llévame allí y que me folle hasta el director, a ver si te ascienden, cabrón". No sabía si reírme o matarla, opté por hacer lo que le gusta, le di una bofetada (vamos, una hostia), que terminó en la cama hecha un trapo. "Así me gusta, cabrón, pégame, pero que me hoy me rompen el coño a pollazos".

Mira, nena, tengo que irme, vístete de puta, que es lo que veo que eres, y luego te llamo, debes hacer exactamente lo que te diga, ya se me ocurrirá algo o te dejo sin follar. ¿De acuerdo?

¡Vale¡, de acuerdo, dijo en un susurro, lleno de odio, y pasión.

La cena fue lo que se espera de cenas masculinas, las pocas chicas eran de administración de la empresa, todas unas "pavas", que pretenden pasar por chicas de mundo, a vuelta de todo.

Después de mucho beber, sólo quedamos cinco (los más golfos), decidiendo si ir de putas. Parecíamos un equipo, dos comerciales de Galicia, y dos de Cataluña y yo.

Vale de acuerdo, les dije, os llevo de putas, pero antes vamos a tomar una copa al Palacio del Caribe (discoteca de una zona que llaman las Atalayas en Murcia, de la que había oído hablar, aunque nada sabía), pero necesitaba un sitio donde quedar.

Voy a mear, llamé a Mayte desde el aseo, coge un taxi y ve al Palacio del Caribe, espero que vayas vestida de zorra y seas tan puta como dices, hazme caso en todo o se jode el invento.

De acuerdo, me respondió, lo haré, y ¿sino que harás, me pegarás más?.

Sí.

Entonces no te haré caso, quiero que me llenes la cara de hostias, cabrón. Y colgó.

La discoteca no estaba muy llena o es que era muy grande. Había chicas solas, tíos colgados, parejas de hispanoamericanos, y más bebida para ponerlos más a tono, Pedimos nuestras copas, y entonces entró ella. ¡Madre mía!, dije yo. ¡La puta que la parió!, dijo otro. ¡Me la follo ahora mismo! sentenció después. ¡Hija de puta! dijo otro. Y no era para menos, la muy zorra, llevaba puesta una minifalda, que en mi vida había visto, vaquera y si medía mas de un palmo me parecía mucho, de espaldas se veía perfectamente donde acaba el muslo y empieza el culo, zapatos de tacón, y un "top" que además del ombligo enseñaba parte de sus senos de forma generosa. ¡Pero que pedazo de guarra¡.

Empezaron las apuestas para ir a por ella, "ni puti-club, ni pollas, las putas han venido aquí", dijo uno de los gallegos, que el más joven de todos,

Mientras se ponían de acuerdo en quien iba a ligar con ella, unos chicos, parecían colombianos, se adelantaron, y le estaban tirando tejos, veía perfectamente como uno de ellos disimuladamente le pasaba el dedo por detrás tocándole la base del culito.

Entonces me fijo, y la puta de mi mujer, se había puesto ¡tanga! La tanga con una mini de cojones, no podía ser, iba a tener que darle aún más hostia por puta. Y el chico, pasando la yema de su dedito por el culito de mi mujer, ya no podía más, iba a acabar con el espectáculo, cuando todos mis amigos, los cuatro, salieron al unísono a buscarla, aprovechando que los colombianos se iban, entre risas.

Allí estuvieron rodeándola y diciéndole de todo, y ella sin hacer caso, bailaba con uno y con otro pasando de todo. Como si tenerlos allí salidos, no le importase. Volvieron desalentados. Entonces les dije: "Voy a hablar con ella yo". Me acerqué y le dije al oído: Vamos a hablar un rato pones cara de interesante y haces exactamente lo que te digo.

Después del disimulo, me acerqué a mis amigos y les dije "¿Queréis estar con ella? Vale, no sé cuanto se dejará pero si me hacéis caso, seguro que algo pillaréis", Todos estuvieron de acuerdo que tan atractiva y gratis, mejor que ir de putas. "Vale de acuerdo", dijeron.

"Ahora coged un taxi e iros a un club de parejas que se llama Ninette, preguntad al taxista, yo he oído hablar de él pero no tengo ni idea donde está, y esperad allí, llegaremos pronto, dejadlo en mis manos".

Ellos se fueron y al rato nosotros hicimos igual. Llamamos a un taxi, Mayte no podía con el negocio que tenía entre sus piernas, por los muslos resbalaba ya el flujo del calentón que llevaba. "Papi, (me llama así como hacen los hispanos para darme a entender que está caliente) de verdad que necesito una polla ya, o me follas tu o se lo digo al taxista". El taxista que era un joven de unos treinta años, volvió la cabeza, pero nada dijo, sonrió de forma misteriosa, no sé si eso quería decir que estaba de acuerdo, o que ya se había dado cuenta que era una puta en celo.

A los pocos minutos llegamos a club Ninette, club de intercambio de parejas en las afueras de Murcia, el taxista nos dejó en el parking, ¡Que se divierta! dijo mirándola mientras la señalaba a ella. "Anda, que no canta lo salida que estás, Mami." Le dije a mi mujer.

Tocamos al timbre y abrió una mujer morena que respondía al nombre de Leo, y nos enseñó el local, fue mostrándonos amablemente cada una de las zonas del club, mi mujer no podía más, y se ponía peor al notar como le miraban los hombres que estaban allí con sus parejas. La zona nudista ya fue la leche, se veían los cuerpos entremezclados y se oían los jadeos de las chicas, al salir oímos como una gritaba mientras se corría. Mayte me apretó la mano, y me miró con cara de pena.

Y mis amigos, pensé.

¡Joder! no han venido. Estos cabrones se han ido al puti-club.

Entonces Leo nos dijo, ¿Queréis conocer la zona de chicos?

¿Cómo…?

Sí, eso, que ¿si queréis que os enseñe la zona de chicos?

Sí, sí, claro, por supuesto, dijo Mayte.

En el lado izquierdo de la barra, se veía una puerta, por la que entró Leo, haciéndonos un gesto para que la siguiéramos, detrás de la puerta una gruesa cortina impedía ver el interior. Una vez traspasada, el club continuaba, en una estancia roja, con una barra, y sillones, nos enseñó una gran habitación con camas rodeadas de cortinas y un jacuzzi (en donde chapoteaba un chico). En la barra apoyados, mis compañeros con una copa en la mano, me saludaron levantando el vaso, como señal de ¡Aquí estamos, tío¡. Con ellos había dos tipos más que nos miraron de reojo, sin decir nada.

Le pregunté a Leo si podíamos quedarnos en la zona de chicos. "Claro, claro, donde queráis" respondió. Pedimos en la barra una copa, mientras mis compañeros me miraban con los ojos muy abiertos, y Mayte me preguntaba, si esos tíos eran los mismos que estaban conmigo en la disco. ¡A ti que te importa!, le respondí, ¡Tu a callar!, mientras le hablaba metí mi mano bajo la falda, y noté todo su coñito empapado, la tanga toda mojadita, y cuando pasé el dedo a lo largo de su coño noté como se estremeció. Levanté su falta para que mis compañeros pudiesen admirar su figura y eché a un lado la tanga dejando a la vista su coñito, todo mojadito, mi dedo entró solito dentro, estaba calentito y húmedo, y tuvo que abrazarse a mí para no caer.

Le quité la tanga allí mismo, sacándola por los pies, cuando me agaché, pude percibir el olor de su sexo, y la humedad de sus muslos. La levanté, la coloqué en el taburete del bar, abrí sus piernas, bajé mi cabeza y le lamí todo el coño, los labios, y el clítoris, tenía espasmos, y convulsiones, le estuve dando lengua hasta que un grito llenó todo el local, se había corrido de una forma salvaje. Materialmente se caía del taburete.

La agarré y abrí sus piernas, con dificultad saqué mi polla, le dije a uno de los catalanes, "Sujétala que se cae", el tipo la agarro fuertemente de las axilas, y le metí la polla de un solo golpe, "por fin, fóllame cabrón, fóllame, jódeme" , le daba sacudidas con mi cuerpo insertando mi polla hasta dentro de su vagina, y sólo gritaba fóllame, fóllame. Mientras mi compañero, en vez de sujetarla de las axilas, la sujetaba de las tetas, había subido el top hasta arriba y mientras sujetaba las tetas le pellizcaba los pezones. ¡Será jeta el tío! Pensé.

Unas sacudidas más, y empiezo a notar como mi polla destila su leche, llenando la vagina de mi mujer, que de nuevo gritaba entre estremecimientos, ¡me corro, me corro, me corro, cabrón, cabrón!.

De nuevo quedo exhausta en mis brazos, y en las manos de mi compañero que no soltaban las tetas ni a tiros.

Cuando se recuperó un poco, le dije ¡Vete al fondo, desnúdate y acuéstate en una de las camas! Ahora mandaré a follarte.

¡Perooooo…..!, dijo. Le corté "no hay peros que valgan, puta, haz lo que digo", en ese instante recibió un guantazo que debió dolerle hasta en el alma, pues agachó la cabeza y se fue al fondo.

Ví como se quitaba la ropa, la dejaba doblada en un rincón y se metía en una de las camas, a esperar.

¡Bien señores!, vamos a proceder al sorteo de la puta, dije de forma que todos me escucharon, hasta el que estaba solo dándose pajas en el jacuzzi salió corriendo. Como vosotros cuatro sois mis amigos, entre vosotros sortearé dos corridas, y entre el resto del público un polvo o una mamada según como esté la puta en ese momento. Mi mujer asomó la cara a través de las cortinas de la cama, entre asustada y expectante.

Vamos a ver, nos la jugamos a los chinos entre los dos catalanes, y entre los dos gallegos, así eso que os lleváis a vuestra tierra, y así seguro que no os vais sin follar. Y el resto se sortea entre los tres caballeros desconocidos.

El premio correspondió al más mayor de los catalanes, unos cuarenta años, atractivo, y muy agradable y al gallego más joven, veintipocos años, su polla se marcaba perfectamente en el pantalón. El resto le tocó al que estaba en el jacuzzi (por fin alguien escuchaba sus ruegos, fue lo único que dijo). Los otros hombres desconocidos optaron por marcharse, de mala leche, por no poder meterla. Así que quedamos nosotros cinco, y el desconocido de la piscina, que ya estaba desnudo con una toalla al cuerpo.

Les dije que yo no quería intervenir, que estaría mirando desde la barra, pero que quería que la follaran hasta reventarla, y que los otros en vez de mirar, podían tocar, chupar, pellizcar, y sujetar a la puta.

Eso hicieron, como si de una carrera si de una carrera se tratase, salieron corriendo, y se avalanzaron sobre la sorprendida Mayte, los no agraciados con el premio, la cogieron de los brazos y los otros dos de las piernas mientras el catalán sacaba su polla del pantalón, ella hacía como que se resistía, y ellos la sujetaban fuertemente mientras le metían mano, y le mordían los pezones, y sobaban el coño. Se abalanzó sobre ella y clavó su dura polla hasta dentro, le daba golpes con ella que la empujaban contra la pared, los otros sujetaban como si de una violación se tratase, parecía que el mundo se había vuelto loco. A mí seguramente por el alcohol me parecía como si de una película se tratase, incluso dudaba de si era real lo que veía. Sus gritos me sacaban de dudas, pero no eran de dolor, decía "cabrones, hijos de puta, folladme, folladme todos, quiero todas las pollas, dame más fuerte cabrón, metedme una polla a la boca y otra por el culo", joder con la tía como se desfasa, pensé.

El catalán se corrió dentro de ella, y quedó tendido encima, como un trapo. El joven gallego le dijo: "apártate que ahora la follo yo", el catalán cogió la pierna que sujetaba el gallego, y tiro de ella para abrir el coño y ofrecérselo a su compañero.

El gallego sacó su polla, era muy joven pero la polla era la más grande que he visto en mi vida, mi mujer se quedó con la boca abierta, y se calló, ya no sabía que decir. Yo por mi parte dudaba de que eso se pusiese duro, pero cuando se la sobó un par de veces, eso creció siendo aún más descomunal, la cabeza de la polla era enorme, la colocó en el coño, y con tanto líquido resbaló y se puso en situación de salida, empujó hacia dentro con sus riñones, y metió la mitad. Esta vez mi mujer grito y no fue de gusto, debió hacerle daño. Siguió apretando más y más, y de otro empujón la clavó casi entera, más no podía meterla, estaba claro. Mi mujer gimió de dolor, pero empezó a moverse como una zorra, para follarse bien. El otro empezó a moverse de arriba abajo, aunque lo inexperto hizo que se corriera muy rápido, mi mujer no se corrió con él pero le agradó otra nueva descarga de semen en su interior. Debió descargar un cuarto de litro, porque no paraba de gemir teniendo orgasmos. Al sacarla, era escandaloso como salía semen por todos lados. El gallego se sentó en la cama y dijo "no podía más, lo siento".

Me toca dijo el de la toalla, miré la cara de Mayte, y vi que ya no podía más, quería parar. Me acerqué y le dije ¿Quieres más?, No, me repondió. ¡Pues vámonos! le dije

No hombre, no te la lleves, no hagas eso, que nosotros nos quedamos con la gana, eran las quejas de mis compañeros, y del tío de la toalla, que además le tocaba a él.

No, me la llevo, les dije.

"A ti que te importa, solo es una puta" "La han follado estos dos y nosotros no podemos", el volumen de voz iba en aumento.

No, me la llevo, les repetí.

Más quejas y más duras, y mas altas, temí por nuestra seguridad, entonces mi mujer dijo: si queréis os la chupo a los que quedáis pero por el coño no, que no puedo más.

De acuerdo, dijeron al unísono, y se pusieron delante de la cama con las pollas en la mano, por cierto los que se la follaron también pusieron la suya, y el de la toalla.

Vi como Mayte, iba cogiendo una a una las pollas y chupando y chupando de ellas hasta extraer su semen, dos de ellos le dio tiempo a sacarla de la boca y se corrieron por su cara y sus tetas, otros dos se corrieron en su boca, se le salía el semen por la comisura de los labios, y el último (el tío de la toalla) se empeño en llenar con su semen los pelitos del coño de mi mujer, ésta que sólo quería acabar como fuera se echó para atrás y el tío se corrió encima de su coño.

Daba pena ver a Mayte, toda llena de semen, la lleve a la ducha, no sin antes recibir el aplauso de todos los chicos, que la habían poseído, no sé si esto es normal en un club. La sequé, ella no podía, la vestí y nos fuimos al hotel. No sin antes despedirnos de Leo, que nos pidió que volviésemos cuando quisiésemos, y felicitando a mi mujer por lo bien que se había comportado.

Al día siguiente volvimos a Cartagena, por el camino, mi mujer me hizo prometer que nunca más volveríamos a hablar de esto. Y se lo prometí. Así lo he hecho. Pero cuando follo con ella, cierro los ojos y pienso en esa noche, y me excito tanto que…… la llevaría otra vez allí.