Yo residente de cirugía y Diego alumno de Medicina

Hola a todos! Soy Seba, tengo 28 años, soy médico y está es una de tantas historias de mi profesión. Es de hace tres años cuando comenzaba como residente de cirugía y ocurrió con Diego, un estudiante de último año de Medicina.

Hola a todos, mi nombre es Seba y a lo largo de mi vida, para suerte mía, he acumulado muchas historias que a más de alguno calentará. Muchas noches me he corrido pajas con sus relatos, ya era tiempo de devolverles la mano jajaja 😉

Comenzaré diciendo que tengo 28 años, soy alto, mido 1.94, pelo castaño y ojos verdes, piel blanca y cuerpo relativamente marcado, nada muy espectacular, el tiempo da solo para dos visitas semanales al gimnasio. Soy médico y está es una de tantas historias de mi profesión. Es de hace tres años como residente de cirugía y ocurrió con Diego, un estudiante de último año de Medicina.

Para que se hagan una imagen de él, Diego tenía 24 años, uno menos que yo en ese entonces, blanco, medía algo más de 1.80, pelo rubio y ojos café, llevaba una barba de días que le sentaba muy bien y se notaba que se ejercitaba frecuentemente. El chico era tema entre las enfermeras más jóvenes y los pacientes, no solo por su belleza, sino porque era muy estudioso y dedicado con ellos. Si bien siempre me generó extrañeza que no tuviera novia o que no respondiera las insinuaciones de compañeras de trabajo, nada me dio señales de que pudiese ser gay y menos de que yo le interesase.

Cuando estaba en mi primer año de residencia en cirugía, mi médico a cargo también era tutor de Diego y su compañero Ignacio, ambos a solo meses de convertirse en médicos y como yo era tan solo un año mayor, recordaba mi época de pregrado y siempre procuraba ayudarlos para que aprendieran el máximo posible. Durante su pasada, Diego hacía horas extras para entrar al quirófano con nosotros y asistir durante las intervenciones porque soñaba con ser cirujano, ello hizo que nos hiciéramos más cercanos. Así fue como un sábado de octubre, en que, por cosas del hospital, tuvimos una guardia de 24 horas, la cual resultó realmente pesada, tanto así que a las 1 am cuando íbamos por un café, nos avisaron de un herido por arma de fuego que estaba grave y necesitaba ser operado de urgencia. Una cirugía relativamente sencilla, pero que se complicó extendiéndose por más de 3 horas, resultando con nuestros uniformes lo suficientemente sucios como para necesitar una ducha y otro limpio, tanto así que el cirujano salió antes, dejándonos finalizar. Faltando solo suturar, decidí hacer los planos profundos y dejarle la piel a Diego para que practicase un nuevo punto ya que era una zona visible y no queríamos una cicatriz notoria. Lo fui guiando muy de cerca, al punto de que oía sus respiraciones a pesar del equipo de protección, percibía su perfume y las miradas que me daba por la proximidad las sentía demasiado intensas.

En la puerta del vestidor nos encontramos al cirujano quien nos dijo que fuésemos a dormir un rato porque le avisaron de una nueva intervención que podía hacer solo, cosa que agradecimos porque el cansancio era muchísimo y unos minutos de sueño venían bien.

En el vestidor había muchos lockers y tres regaderas una al lado de las otras, así que privacidad no hay. Hablando nos fuimos desvistiendo y noté que Diego me veía mucho, lo cual me excito un poco, al punto de alcanzar una semierección, pero según yo aún disimulable, cosa que aumentó su interés. Con el morbo de la situación, también a proveche de observar a Diego. Esta era la primera vez que coincidíamos en las duchas y la verdad que el chico estaba muy bien, gran sorpresa la mía al verle su cuerpo musculoso, además de su polla, torso y axilas completamente depiladas. Un cuerpo envidiable!

Entre mirada y mirada, coincidimos, reaccionando solo con una sonrisa que el correspondió. Mientras nos duchábamos, la conversación se tornó más íntima al punto que Diego me preguntó por qué no tenía pareja, si era acaso por ser gay, cosa que intenté tomar con normalidad, preguntándole que qué lo hacía pensar eso, a lo que respondió diciendo que sabía que el enfermero de emergencias era mi follamigo, lo cual si me sorprendió, pero no tanto como enterarme que lo sabía porque con el también follaba. Después de eso, solo atiné a responderle que si y que asumía que el igual. Diego me lo confirmó sonriente, así que le dije que prefería follar con quien me diese la gana y no tener atadura alguna, opinión que el compartía, que así era mejor. Ahí fue cuando se me acerco y me dijo que hace mucho tiempo se había fijado en mí y que las guardias extras también eran para pasar más tiempo conmigo, porque yo le atraía. Ante eso la calentura pudo más y solo reaccione besándole mientras acariciábamos todos nuestros cuerpos. Al rato Diego bajó lamiendo mi cuello, axila, pezón, abdomen para comerse mi polla lentamente, pero con gran pasión. Hice mi mayor esfuerzo por no gemir, pero el chico sí que sabía mamar. De momento sujetaba su cabeza mientras follaba su boca haciendo que mi polla le entrara toda, cosa que me excitaba tanto que estuve a punto de acabar varias veces. En eso estábamos cuando alguien entró por lo que nos separamos e hicimos como si nada pasara. Cuando salió el intruso, solo nos reímos y volvimos a besarnos. Al fin pude verle la polla completamente erecta, no estaba nada mal, un poco más de dos puños, así que calculo unos 18 centímetros ligeramente curva hacía arriba y completamente depilada, por mi parte, 17 cm, recta y suelo llevar los testículos depilados y el vello muy recortado arriba para que se uno con el fino camino de pelo que baja entre mis abdominales. La polla de Diego era ligeramente más larga que la mía, de esas que te dan ganas de mamarlas, pero en comparación a la mía, mi talento está en como la uso y que es bastante más gruesa que el promedio, algo que los pasivos me han valorado mucho jajaja

Como el riesgo de ser descubiertos era muy grande, le propuse seguir en la residencia porque allí tenía una habitación para mí solo. Diego aceptó sin pensarlo y acordamos entrar separados, yo primero y el al rato.

Cuando cerró la puerta me lance a comerle la boca mientras le quitaba el uniforme (como me ponía ese chico!). Nuevamente bajó, pero tirándome en la cama para tragarse mi polla mirándome fijamente mientras le iba toda. Cuando estaba a punto de acabar, le avise y comenzó a mamarme las bolas y el culo, realmente un experto con la lengua. Estaba 100 y ya no podía las con las ganas de cogérmelo, así que volví a besarlo un rato, para luego voltearlo y poner sus manos en mi cabeza mientras bajaba lamiendo cada parte igual que él lo hizo: cuello, en donde le dejé una marca, axilas, pezones que mordía despacio, cosa que lo hacía tiritar y se los ponía tan duros que aprovechaba de pellizcarlos mientras seguía bajando, abdomen, deteniéndome en cada abdominal y su ombligo, esta vez muslos, que recorría hasta el borde de su polla y testículos, pero sin tocarlos. En ese punto Diego no pudo más y tomando con fuerza mi cabeza, me forzó al premio final, su polla. Mamé con deseos hasta que las ganas de hacerme con ese culo redondito y lampiño, fueron mayores. Pensé que Diego gemía mucho cuando estaba en su polla, pero cuando mi lengua jugaba en su ano, me hacía temer que nos oyeran, así que intenté taparle la boca, pero el decidió comenzar a lamerme los dedos, cosa que me sirvió porque sin saberlo regaló el lubrincate que usaría para dedarlo un rato mientras se dilataba lo suficiente para mi polla. Me pidió cambiar a un 69 en el que lo hice sentarse en mi cara para seguirle comiendo el culo. A veces dejaba de mamarme la polla para abrirse el culo con sus manos al tiempo que yo también separaba sus nalgas, lo que me dejaba hundir más mi lengua. Mucho rato estuve así hasta que me rogó que por favor lo follase, así que lo giré boca arriba, piernas al hombro y besándolo, se la metí de una sola vez. Gimió fuerte, así que intenté salirme un poco, pero me sujetó volviendo a metérsela mientras decía que la quería toda dentro, eso me calentó aún más y comencé una embestida rápida y profunda.

Cada vez que sentía que iba a correrme, cambiábamos de posición, me la mamaba un rato, un escupo en el orto y nuevamente todo dentro. Diego disfrutaba más colocándose en cuatro, así que alternábamos para volver a esa en que por mis embestidas terminaba apoyándose solo en su cara porque con las manos me abría su culo para que lo penetrase lo más profundo que podía. Así yo me alejaba hasta que la polla estuviera a punto de salirsele y se la volvía a meter de un solo golpe. Tenía nuevamente al chico gimiendo tanto que podrían descubrimos, así que le hundí su cabeza en la almohada mientras seguía mi jueguito con su culo ya bien abierto. Al final le dije que me cabalgara porque es mi forma favorita de acabar y mientras lo hacía yo le masturbaba sin dejarle hasta un punto en que solo saltando en mi polla y sin tocarse, lanzó su leche en mi abdomen que alcanzó incluso mi cara. Esto hizo que apretara tan rico su culo que no pude aguantar mucho más y le preñé. ¡Una de mis mejores corridas!

Los dos muy cansados y sudados nos quedamos un rato acostados besándonos, pero como se me volvió a erectar, me regaló otra mamada que terminó con tragándose mi segunda corrida. Por supuesto devolví el favor, solo que le di un buen beso con su leche para la saboreásemos juntos.

La jornada acabó con una nueva cogida en la ducha solo interrumpida por una llamada del cirujano.

Hasta ahí quedó nuestro “descanso”. Definitivamente una guardia inolvidable y el comienzo de más encuentros con Diego.

Si les gustó mi relato, tengo muchas más experiencias sexuales muy calientes para contarles de mi adolescencia, vida de estudiante, médicos, intercambios, viajes y extranjeros. Si fui muy extenso o faltaron detalles, les pido disculpas, es mi primera vez escribiendo mi vida jajaja

Déjenme sus comentarios para saber qué les pareció o escríbanme al correo si quieren.

Atte,

Seba