Yo puta 2
Parece que han pasado años. Y apenas hace unos meses mi vida era tan distinta a como la vivo ahora Han cambiado tantas cosas
Yo puta… 2
Tras la excitante experiencia vivida en el local de cabinas, Marga nos acogió con sus brazos por los hombros a las dos y nos besó a ambas… Fue un beso cariñoso en las mejillas…
— ¡Tengo hambre! Ahora nos vamos a cenar… Yo invito… Vamos a Chueca, allí conozco un bar restaurante donde preparan unas tortillas de alucine…
Y así fue, cenamos, bebimos y nos reímos como adolescentes con unos chicos que estaban de despedida de soltero y querían llevarnos con ellos. Me extrañó que Marga no aceptara… Al salir del local…
— ¿Por qué no vamos con ellos? — Pregunté.
— ¿No te has dado cuenta que van de pobretones? No tienen un euro… Jajaja… —Respondió.
La sorpresa me la llevé yo… Al salir me encontré a mi madre besando en la boca a una mujer desconocida para mí. Estaban abrazadas, con los ojos cerrados… No me vio y yo apresuré el paso, tirando de Marga, para evitar el encuentro. Mi cabeza era un torbellino y un sudor frio recorrió mi espalda y como una fuerte presión en mi cabeza me llevaron casi al desmayo.
Marga se dio cuenta de mi sobresalto y me sujeto evitando que me desplomara.
Seguimos andando, sin saber adónde me llevaban; no caminamos mucho, llegamos al portal de un edificio, sacó unas llaves del bolso, abrió y nos empujó hacia el interior. El zaguán de paredes con desconchones en la pintura, con baldosas de cerámica desgastadas; un viejo ascensor, con la corredera tipo reja, nos condujo a la tercera planta donde la chica nos guió hacia una de las puertas. Entramos en un piso que no guardaba relación con el exterior. Parecía recién reformado; todas las paredes nuevas, techos de escayola decorada con buen gusto, el recibidor con la puerta de la cocina a la derecha, una habitación a la izquierda y al frente un pasillo que comunicaba las distintas estancias del piso.
El salón a la derecha, con una decoración minimalista, un gran sofá de cinco plazas sobre el que colgaban en la pared varias imágenes; una mesilla centro y una gran pantalla en la pared, bajo la cual había una repisa con figuritas. Al frente un gran ventanal a una terraza y a la calle.
Seguimos por el pasillo, a la izquierda una amplia sala con el suelo enmoquetado, con alfombras y cojines. Al dar a un interruptor se encendieron luces indirectas pero intensas, un equipo informático con dos pantallas grandes y tres trípodes con cámaras de video…
— ¿Qué te ha pasado al salir del restaurante Carmen?… Casi te caes del susto. ¿A quién has visto que te ha producido tanta impresión?
—A mi madre, Marga… Y no sabía que tuviera una amante y menos aún que fuera una mujer… Hace casi un año que no voy por mi casa y no sé qué puede haber pasado. Mañana hablaré con mi padre que no creo que sepa nada… Ahora cuéntame… ¿Qué es esto? ¿Por qué tanto aparato?
—Este es mi centro de trabajo, bueno… nuestro centro de trabajo… ¿Verdad Vicky?… Espero que a partir de ahora sea también el tuyo, Carmen… — Dijo Marga mirándome a los ojos…
—Pero… ¿Qué hacéis aquí? ¿Películas porno? — Dije sorprendida…
—No, cariño… Algo mejor… Ofrecemos espectáculo en directo vía internet… A través de un Cam Chat… Nos piden lo que quieren ver y se lo ofrecemos en vivo y en directo… Además vendemos artículos eróticos. ¿Cómo si no íbamos a pagar este piso y todo esto…?
— ¿Es rentable, se gana mucho? — Pregunté inocentemente.
—La verdad es que no nos va mal… Aquí ganamos más que en las cabinas y es más limpio, no hay que pajear, mamar, ni follar con nadie… Bueno… Entre nosotras sí, pero como eso nos gusta y lo pasamos bien… ¿Verdad Vicky? — Vicky la miró y esbozó una sonrisa triste. Realmente estaba dolorida.
— ¿Te duele, verdad cariño? Voy a darte con crema para las magulladuras, te calmará— Marga abrazó a su amiga y me miró.
Se acercó a un armarito y sacó un tubo. Hizo desnudarse totalmente a su amiga y le dio unas friegas con la crema. Besaba amorosamente cada moratón antes de frotar la pomada.
— ¿Te atreves a salir este noche conmigo, Carmen? Vicky está muy maltrecha por la paliza que le ha dado el cabrón y no tiene muchas ganas de jarana… ¿Te atreves?
—Marga, yo no puedo salir en internet así por las buenas. Si me ven pierdo mi trabajo.
—Eso no es problema cariño. Ahí tienes varias máscaras, con ellas no te reconoce nadie. Y si tienes alguna marca, lunar, en fin, algo por lo que te puedan reconocer… Te lo tapamos y en paz… ¿Qué dices? Será una nueva experiencia para ti…
Respiré hondo, la miré…
—De acuerdo… Y que sea lo que Dios quiera… ¿Qué hay que hacer?
—Es fácil… Desnúdate, que Vicky te ayude. Mientras yo preparo los equipos.
Me desnudé, elegí un antifaz que cubría mis ojos y Vicky me maquillo un lunar que tengo en la parte interior del muslo derecho. Marga se desnudó y al girarme pude admirarla en su morbosa belleza. No pude evitar mojarme… ¿Cómo era posible que me excitara con una mujer?… Pero mis pezones me delataban…
Estaba de pié en un lateral del recinto; al levantar la cabeza vi mi cuerpo en una de las pantallas… Un escalofrío recorrió mi espalda. Me sentía excitada, caliente, sentía mi rajita mojada.
—Esa… ¿Soy yo?… ¿Ya estamos saliendo?
—No cariño, mira la otra pantalla, ahí veras la pagina donde salimos y en la ventana de la derecha los comentarios y las peticiones… Además… Mira esto… — Me muestra una especie de concha de plástico de color negro y rojo… — Métela en tu coñito y verás…
Me la introduzco en la vagina. Miro la otra pantalla y veo la misma imagen que en la otra pero ya acompañada de una serie de ventanas de publicidad y una de ella donde empiezan a aparecer comentarios y peticiones de… Acción…
A mi lado Marga se colocaba un tubo de plástico transparente de unos seis o siete centímetros de diámetro, cerrado por arriba con un tubito de plástico y una perilla como la de la tensión… Yo alucinaba con toda aquella parafernalia.
— ¡Aaayyyy!
De pronto me sorprende un pitido y una fuerte vibración en mi coño. La concha que me introduje vibraba… Vicky se reía y Marga se desternillaba de risa.
—Es el ohmibod chica, no te asustes. Vibra cada vez que envían los tokens y eso es dinero… — Dijo Marga, tumbándose de espaldas, abriendo sus piernas y mostrando a la cámara su coño que crecía por la ventosa que lo absorbía. Los labios mayores cambiaban de color del rosa pálido al rojo, absolutamente hinchados.
Así seguimos durante unos minutos hasta que se desenchufó el tubo, dejando entrar el aire en su interior.
—Ven querida… Cómetelo… Mira, nos han pedido un “Privado” y quieren que te lo comas… — Me ofrecía sus hinchados y carnosos labios vaginales…
Mire la pantalla y bajo la máscara, aunque no se veía, yo sabía que mi cara reflejaba lujuria, pasión… Mi sexo rezumaba fluidos. Bese en la boca a mi partenaire. Nos enzarzamos en una lucha de lenguas que me excitaba cada vez más. Mis dedos pasaron sobre sus belfos apreciando la suavidad, el calor que desprendían. Bajé acariciando y lamiendo sus pechos, los pezones, el ombligo, Hasta llegar a sus abultados y carnosos labios vaginales. Fue algo indescriptible… Mordisquear aquellas masas de suave carne, besar su hinchado clítoris… La chica se retorcía y apretaba mi cabeza contra su coño que emitía un delicioso aroma y sabor indescriptible, sus muslos aprisionaron mi cabeza hasta hacer la presión insoportable… Los separé para penetrar más profundamente mi lengua en su delicioso hoyito.
Me giró hasta situarme sobre ella, invertida, me lamía, me follaba mi coñito con su lengua como yo hacía con el suyo; sus manos acariciaban mis pechos, pellizcaba mis pezones…
Una mano se desplazó hasta mi culo, un dedo acarició mi ano, lo introducía en la vagina para recoger el fluido que segregaba para penetrar suavemente mi agujerito trasero.
Al principio me sorprendió, pero relajé el esfínter y dejé que lo introdujera; mi placer se multiplicó hasta provocarme un intensísimo orgasmo que me dejó casi sin sentido. Me empujó para que no la aplastara ya que me quede sin fuerzas sobre ella y quedé tendida boca arriba sobre el suave suelo.
Vicky manejaba y colocaba la cámara en el lugar estratégico para mejorar la visión. En la pantalla de la WEB se veían dos imágenes al tiempo, una de Marga y otra mía, en otra ventana.
La imagen desde la cámara debía ser muy erótica. Me vi abierta de piernas, con el coño palpitando y los muslos chorreando… Marga se incorporó, se colocó sobre mí para besarme los labios con una dulzura desconocida para mí. Mis manos acariciaron sus caderas, su espalda… Peiné su cabello con los dedos y rasguñé su nuca. La reacción fue inmediata, se erizó todo su cuerpo.
Me levantó, me ofreció un arnés con un enorme falo y me ayudó a abrocharlo… Era doble… Una parte, más pequeña, me la introdujo en mi rajita y se colocó en cuatro para que la follara por detrás.
Con cada golpe de cadera penetraba su vagina profundamente, al tiempo que entraba también en la mía…
— ¡Así…! ¡Así!… ¡Fóllameeeee! ¡Fóllameeeee puta, fóllame más fuerte!
Y yo bombeaba una y otra vez, el sudor corría por mi cuerpo, cayendo las gotas sobre ella… Me acerqué a sus tetas, pellizcaba con fuerza los pezones de Marga que gritaba…
— ¡Más… más! — La muy cerda gozaba con el dolor… Aquello era algo desconocido para mí.
Y yo los retorcía con autentico sadismo. Sabía que le hacía daño y me gustaba, disfrutaba retorciendo y pellizcando sus tetas…
— ¡Puta, cerda! ¿Te gusta que te pellizque? — Le grité
— ¡Síiii! ¡Pégame guarra y métemela por el culo! — Gritó girándose hacia atrás.
Vicky me dio una palmeta con la que golpeé sus nalgas. Le tiraba de la coleta y le palmeaba las nalgas hasta ponérselas rojas y ella pedía más. Yo le follaba el culo con violencia y ella se masturbaba con la mano libre.
De pronto emitió un grito desgarrador que debió oírse en toda la barriada y se desplomó de bruces sobre la colchoneta arrastrándome con ella.
Vicky me ayudó a descabalgarla, apagó los equipos y me ayudó a quitarme el arnés. Se tendió en medio. Nos acostamos juntas, desnudas. Marga se giró y me besó…
—Gracias — Me musitó al oído, se volvió hacia Vicky y la abrazó con ternura, besando sus labios.
Ya entraba la luz del Sol por el ventanal del salón cuando me desperté. Estaba sola en el suelo del estudio… Una sábana cubría mi cuerpo aunque no hacía frio. La calefacción estaba muy alta. Se oían ruidos de vajilla en la cocina. Me levanté y fui al baño para hacer mis necesidades. Estando sentada en la taza me sorprendió Vicky entrando sin llamar… Me sonrió y se arrodillo ante mí, introduciendo la mano entre mis piernas para llegar a mi coño. La miré sorprendida…
—Méame, me gusta… — Me dijo con voz melosa
A pesar de mi sorpresa lo hice. Solté una larga y cálida meada en su mano, que ella sacaba y vertía sobre su pecho empapándolo de mis orines, lamiendo sus manos y pasándolas por su cara. Su rostro era de auténtica lujuria. Se estiró hasta alcanzar mi boca con la suya y entrelazamos las lenguas en un cálido beso. Al levantar los ojos vi a Marga sonriendo desde el quicio de la puerta.
—Venga guarras, a ducharse que tengo el desayuno preparado; bueno, más que desayuno… comida… Son las tres de la tarde y hoy descansamos. Mañana sí tenemos trabajo en el “Chalecito”. ¿Estás dispuesta Vicky? Ya sabes que es duro…
—Sí, no te apures, sabes que me adapto a todo… — Respondió la chica.
— ¿Qué trabajo es? — Pregunté inocentemente.
—Luego te lo explicamos… Ahora vamos a comer ¡Pero venga! ¡A la ducha! Yo os enjabono… — Marga nos empujó hacia la ducha vertió gel sobre las dos y con sus manos lo esparció en una inacabable caricia que estimulaba todas mis terminaciones nerviosas.
Entró con nosotras y utilizó su cuerpo para lavarnos. Sus manos en mis nalgas, dejándose caer en el valle y acariciando con sus dedos el orificio anal, como anoche. Entre los muslos, frotando los labios vaginales de ambas. Mientras. Abrazadas de frente Vicky y yo, nuestros pechos resbaladizos frotándose, con los pezones endurecidos por la excitación extrema a la que nos estaba llevando Marga con sus manipulaciones.
— ¡Venga! Ya está bien, os quiero cachondas como burras en celo, pero sin correrse. — Y abre el agua fría cerrando la caliente…
— ¡Aaaahh! — Gritamos al unísono.
— ¡Mala zorra! ¡Nos calientas y ahora nos das una ducha de agua fría…! — Grité.
Marga se alejó mientras se desternillaba de risa…
Nos secamos y desnudas nos dirigimos a la cocina donde tiene preparada la comida. Comentamos lo acontecido conmigo y la facilidad con que me he adaptado a la nueva situación.
Intento explicarles que yo había llegado a un punto de inflexión en el que necesitaba un cambio en mi vida. Mi soledad, las decepciones amorosas, las frustraciones que plagaban mi anodina existencia…
—Por cierto… Voy a llamar a mi padre, a ver qué ha pasado. — Les digo a las chicas y me aparto a la habitación de los aparatos y llamo por el móvil…
— ¿Papá? Hola ¿Cómo estás? — Mi papá me responde de forma que detecto la tristeza en su voz…
Le pregunto por mi mamá y tras unos segundos de silencio rompe en sollozos… Me asusta, él ha sido siempre fuerte, el hombro sobre el que descargar mis momentos de tristeza, mi consuelo… Me explica con voz trémula…
—Ya no estamos juntos, Menchu… Se ha ido… Me ha dejado; según dice ha encontrado una razón para vivir… En los brazos de otra mujer…
—Pero… ¿Cómo ha sido?… Cuando ha ocurrido… ¿Qué ha pasado? — Pregunto angustiada.
Tras unos segundos de silencio…
—Todo empezó hace un par de meses. Fuimos a la farmacia a por unos medicamentos que necesitaba… Para mí… Ya sabes, mis achaques… Nos atendió la farmacéutica y charlando con ella nos aconsejó que fuéramos a un bar cercano, famoso por sus tapas y buenos vinos, tu madre le dijo que ya no salía por los bares porque yo no podía tomar alcohol… La mujer le dijo que eso tenía fácil arreglo… Que ella podía acompañarla; que la llevaría a conocer lugares que no podía imaginar. La mujer me miró desafiante esperando que yo me negara. Pero comenté que no tendría inconveniente, que tu madre era libre, que ella decidía… Un mes después supe, por un conocido, que estaban saliendo juntas. Le pregunté por qué me lo había ocultado y tuvimos una bronca mayúscula… Entre otras cosas tu madre me dijo que “ jamás la habían comido el coño como lo hacía aquella mujer y que ya no podía vivir sin ella ”. Que se marchaba y que no pensaba volver. Aquel mismo día recogió algunas cosas las metió en una maleta y se fue. Desde entonces no he sabido nada de ella… Ni quiero saber… He averiguado que la farmacéutica ha hecho lo mismo con algunas mujeres, sobre todo casadas, ha roto matrimonios para después dejar a las mujeres en la cuneta cuando se harta de ellas… Supongo que hará lo mismo con tu madre; pero que no intente volver… Ya no la quiero a mi lado…
—Papá, anoche la vi abrazando a una mujer, no sé si sería la misma. Ella no me vio y ahora me alegro… Pero si me la vuelvo a encontrar hablaré con ella. Intentaré averiguar que le ha pasado…
—Como quieras hija, pero ya te he dicho que no la quiero a mi lado. Ella tomó una decisión y la respeto, a la fuerza, pero que respete también la mía.
—No seas tan rígido papá. A veces las cosas no son como parecen… Bueno ya hablaremos, si necesitas algo… Llámame… — Corté la llamada con un nudo en la garganta.
No podía imaginar qué podía haberle pasado a mi madre, estaba tan enamorada de mi padre… O al menos eso parecía…
Marga nos llevó al mercado de Chueca donde conocía a casi todos los empleados, a los dueños… Nos trataban con gran amabilidad y probamos bocados exquisitos acompañados de buenos vinos. Tras el café con pasteles regresamos a su casa, pasando la tarde retozando desnudas ante las cámaras y, supongo, facilitando placer a los camvidentes… Agotadas, tras varios orgasmos, Marga nos llevó hasta la gran cama de su habitación, donde nos dormimos abrazadas.
Desperté sola y muy descansada. Miré mi reloj… Eran las doce del mediodía. Se escuchaba el caer del agua de la ducha y me acerqué desnuda como estaba. Marga y Vicky se acariciaban bajo la lluvia. De pronto Vicky se arrodilla ante su amiga colocándose entre sus piernas para recibir de esta su lluvia dorada que recibía con placer en su cara, en la boca, bajaba por el pecho y el vientre de la chica para caer en el fondo junto a las gotas de agua que resbalaban. Vicky lamía el sexo de su amiga y esta recibía las caricias con gestos de placer, agarrada a las paredes y gritando cuando un arrollador orgasmo recorrió su cuerpo obligándola a doblar las rodillas y dejarse caer hasta quedar frente a su compañera uniendo sus labios en un cálido beso…
Me uní a ellas y nos lavamos las tres entre risas y caricias.
—Vamos chicas, ya tenemos el tiempo justo para comer e irnos.
Marga y yo comimos algo rápido, Vicky no probó bocado, nos vestimos y salimos en busca de un taxi que nos llevara a nuestro, para mí, desconocido destino.
Tras casi una hora de recorrido, ya fuera de la ciudad, nos detuvimos en las puertas de una mansión rodeada de una verja de altos y tupidos setos que impedían la visión desde el exterior. Bajamos del vehículo y este se marchó. Marga llamó a un portero electrónico con cámara, se identificó y las puertas de hierro y madera se abrieron automáticamente. Un camino asfaltado conducía hasta un edificio de tres plantas a unos cien metros de la entrada.
En la puerta una mujer de unos cincuenta años, muy cuidada y cubierta con una especie de túnica de seda hasta los tobillos.
— ¡Vaya Marga, ya pensé que no veníais! Vamos, vamos pasad, ya conoces el sitio preparaos. ¡Vaya! Esta chica es nueva ¿No?
—Sí Lidia, esta es Carmen, creo que se portará bien pero es su primera vez y no quiero asustarla. Ella llevará máscara, no quiere que la puedan reconocer… Vamos chicas.
Nos condujo a una habitación donde, en un armario, había bodys y arneses de distintos tipos, me ofreció uno de ellos, me desnudé y me lo enfundé. Era un body con antifaz que dejaba los pechos al descubierto, así como mis agujeros. Marga se ajustó un body de correas que también permitía el acceso a las tetas y sus orificios. Vicky se desnudó por completo. Todo esto bajo la supervisión de Lidia que nos observaba… Con ojos lascivos.
Ya listas nos condujo a través de pasillos hasta unas escaleras que bajaban, supuse, que al sótano del edificio. Así era, un salón de enormes dimensiones, mayor creo que la planta de la casa. Tenuemente iluminado, con sillones y mesas alrededor de un pequeño escenario central. Como un ring de boxeo pero sin cuerdas. En el centro del mismo una extraña estructura. Los asientos estaban ocupados casi en su totalidad. Parejas de hombres solos, con mujeres, parejas de mujeres solas… Bebían y charlaban y reían animadamente.
Vicky decidida se fue al centro de la tarima, giró sobre sí misma con los brazos en alto, la gente aplaudía, ella parsimoniosamente se colocó sobre la misma. Parecía un potro de gimnasia algo bajo. Se puso sobre el aparato boca abajo. En la parte delantera era más estrecho, con lo que las tetas de la chica sobresalían por ambos lados. La barbilla sobre la estructura ofrecía su boca al frente en una difícil postura de cuello. Al parecer era una buena contorsionista. Sus orificios estaban totalmente expuestos. Ataron con correas sus muñecas a las patas delanteras y los tobillos a las traseras. Dejándola inmovilizada.
Lidia era la encargada de los amarres. Una vez concluidos se desprendió de su túnica dejando a la vista un magnífico cuerpo de mujer madura. La posible caída de senos se compensaba con un sostén de media copa que los mantenía erguidos y con las areolas y los pezones descubiertos atravesados por pirsin. Entre sus piernas, en las ingles, pendían anillos y cadenitas de los labios de su vulva.
Marga me cogió un brazo y me dio algunas instrucciones.
—Si te llaman vas y les preguntas que desean. Si quieren copas llamas a los camareros, pero si quieren sexo contigo eres libre de aceptar o no. ¿Está claro? No te pueden obligar a hacer nada que no quieras. — Me besó en los labios y saltó al cuadrilátero mostrando sus atributos y en poses lascivas, provocativas.
Me hizo un gesto para que me acercara.
—¡Esta es Lola, es nueva y está aquí voluntariamente! ¡Tratadla bien y volverá!
Levantando mis brazos y haciéndome girar sobre mi misma mostrando mis pechos, que sopesó y pellizcó, empujándome para que me agachara y abriera las piernas, descubriendo impúdicamente mis orificios.
Me dio una palmadita en el culo para que me acercara a los clientes que me aclamaban.
Una pareja, hombre y mujer, de unos cuarenta y muchos años, me llamó desde una mesita. Me acerqué, ella, con antifaz, me dijo si aceptaba un beso de su marido. Lo acepté. Él me sentó en sus rodilla y me besó con dulzura, mientras ella acariciaba mis muslos y llegaba hasta mi coño, pasando un dedo entre los labios.
—Vaya, ¿estas cachonda? Lo tienes húmedo. — Me susurró al oído.
—Sí, la verdad es que el ambiente no es para menos. ¿Usted no lo está? Porque su pareja… — Dije sonriendo, levantándome y señalando el paquete del hombre que la acompañaba.
Soltó una carcajada sonrojando al hombre.
—¿Me dejarías besarte el coñito? — Dijo con voz melosa.
—¿Por qué no? Adelante.
—Siéntate en la mesa por favor. — Me senté, abrió mis piernas y pasó la lengua entre mis labios.
Una descarga eléctrica recorrió mi espalda erizándome la piel.
—¡Qué sensible eres! Si sigo te correrás en un momento… ¿Me besarías tú?
—Claro. — Dije casi sin poder articular la palabra.
Ella se recostó en el sillón, colocó sus piernas sobre los mullidos brazos, no llevaba bragas y pude admirar un coñito precioso, como un arañazo en la carne, sin rastro de pelo, con los labios menores cubiertos por los mayores cerrados. La piel era suave y sedosa. Parecía el sexo de una adolescente. Paseé mis dedos, desde el ano hasta el monte de Venus, abrí su flor sonrosada y pasé mis labios sobre los suyos, se estremeció. Con la lengua acaricié todo su coño varias veces y en una de ellas me detuve en su clítoris. Punteé y lamí mientras introducía, poco a poco, un dedo en su ano. Poco después un grito y un aspaviento con un apretón de sus manos en mi cabeza, como queriendo introducirme dentro de ella, fue el final de aquella experiencia.
Cuando me levanté estaba rodeada por varias personas que habían presenciado toda la acción. Después, cada uno se fue a su sitio, comentando el hecho en voz baja. La mujer me atrajo hasta besarme los labios. Rebuscó en su bolso y me entregó un billete de cien euros y una tarjeta que me apresuré a guardar en un pliegue de mi indumentaria. Le di las gracias, su pareja me besó y me alejé de ellos.
Vicky estaba siendo sometida a una sesión de bondage. Lidia azotaba sus nalgas y espalda con una fusta, como las que se usan en hípica y Marga, con un arnés introducía un enorme falo en sus cavidades, penetraba su coño, su culo…
Uno de los camareros, de pié ante su cara, follaba la boca de la chica que sufría arcadas y vomitaba babas que chorreaban hasta el suelo. Introducía la verga en la boca hasta el fondo y la sostenía allí hasta que la chica llegaba casi a la asfixia, entonces la sacaba y la dejaba respirar.
Una de las clientas quiso azotar la planta de los pies de Vicky. Lidia cambió las ataduras de los tobillos a los muslos, para poder flexionar las rodillas y que los pies desnudos quedaran accesibles.
La mujer se arrodillo en el suelo para besar y chupar los pies mientras se masturbaba, se levantó y con otro vergajo, empezó a golpear sistemáticamente la planta de los pies de mi amiga. Ella no podía gritar porque el pene en la boca se lo impedía. La mujer se restregaba su coño con la mano abierta furiosamente. Se detuvo para pedir a Marga que penetrara su culo con el enorme arnés, continuó masturbándose con una mano y golpeando la planta de los pies con la otra. El camarero dejo libre la boca de Vicky que gritaba a pleno pulmón por el dolor pero su cara también reflejaba placer.
—¡¡Fóllame el culo de una vez!! ¡¡Lo necesitoooo!! — Gritó con desesperación.
La gente se arremolinaba alrededor de ellas, pellizcaban los pezones de Vicky. Las mujeres restregaban sus coños en su cara… Me recordaba a una película que pude ver, Marat-Sade, la locura desencadenada.
Desde el fondo de la sala, una pareja de mujeres me llamaba. Ambas con antifaz. Cuando me acerqué, una de ellas, parecía la de mayor edad, me cogió de la mano, besó mi mejilla y me susurró al oído:
—He visto lo que le has hecho a aquella mujer… ¿Puedes hacérselo a mi pareja?
—Claro que si… Bésela usted. — Me miró, sonrió y se acercó a su pareja, que seguía sentada, besándola con pasión.
Mientras yo me colocaba arrodillada entre las piernas de la mujer, tiraba de las bragas, algo anticuadas, se las sacaba por los pies, que dejaba descalzos y levantaba sus rodillas para colocarlas sobre los brazos del sillón. Al abrir su coño oscuro y poblado de pelo negro, con algunas canas, dejaban ver unos labios mayores gordezuelos y sobresaliendo los menores, el izquierdo mucho más largo que el derecho.
Me llegó un olor agradable, un perfume que me recordaba algo. Besé sus belfos, paseé la lengua desde el ano al capuchón del clítoris, una y otra vez sintiendo como hacía estremecer a la mujer. Su compañera había le sacado los pechos se los amasaba y pellizcaba mientras yo le torturaba el clítoris y le acariciaba el esfínter anal. Al parecer esto no era de su agrado, pero yo insistía, con mi lengua y el dedo, hasta que lo aceptó, se relajó y pude introducir suavemente la primera yema en su culito. Los estremecimientos se incrementaron hasta que logré llevarla a un estado parecido a la epilepsia. Su cuerpo se movía espasmódicamente. Acariciaba mi cabeza, presionaba mi nuca contra su sexo, mi excitación era mayúscula y me acaricié el coño con una mano mientras le dedicaba la otra a ella. El orgasmo me sorprendió tanto como a ella, llegamos las dos al mismo tiempo. Y fue delicioso.
Con los movimientos de la batalla, se nos descolocaron los antifaces, levante mi cara y la miré.
—¡¡Ahhhh!! — Gritó ella.
—¡¡Ahhhhhh!! — Grité yo.
—¡¡Mamáaaa!!
—¡¡Carmen… hijaa!!
He seguido con mis amigas, tengo mis clientes, mi madre y su pareja entre ellas… Llevo meses ejerciendo y no me va… Nada mal…