Yo nunca había hecho esto...
Le metí la mano debajo de su calzoncito rojo un mar de flujos de estación emanaba de su ardiente chuchita y entre jadeos ella tomó la más sabia decisión: Agachémonos, ah, ah, ah, no me hice esperar más.
Desde que terminé con mi exnovia, las locuras sexuales habían desaparecido de mi vida. Quizás me martirizaba más pensando en las mil y una posturas de ella con su nuevo novio cuarentón que disfrutar de los bocadillos sexuales que caigan de vez en cuando en mi boca.
Hace menos de una semana no me imaginaba que despertaría nuevamente de ese letargo, que saldría de la época de las vacas flacas y más con casi una desconocida.
"Me viene a visitar mi mejor amiga que vive en otra ciudad", fue lo que dijo la voz de una amiga por teléfono, pensé que sería todo un encarte que -como guía turístico- debía pasear a la visitante por las playas y sitios turísticos de la ciudad costera donde vivo.
Toda la semana transcurrió normal, ida a playa, visitas a la casa y una que otra salida a algún centro comercial de la ciudad. Un día decidimos María -mi amiga- Susy -la visitante- y Andrés -otro amigo- salir a beber algunos tragos y admirar la ciudad antigua de noche.
Llegamos a una muralla céntrica de mi ciudad en donde Andrés y María se apartaron para juntar sus labios, besarse a más no poder y mientras acá yo me deleitaba con las melódicas palabras de cómo era un día en la vida de Susy. Fue allí cuando realmente admiré su cuerpo, una niña de 17 años bronceada, de cabello negro, nariz respingada, senos pequeños y firmes, trasero mediano y una vagina -que había visto disimuladamente en la playa- nada despreciable.
Todo transcurrió normal la otra pareja besándose mientras yo discutía las últimas tendencias de moda en el Caribe.
No me quedaron más ganas de inventar otra salida, pero me convencieron tanto que imaginé que algo bueno estaba por venir tenía razón.
Susy llevaba una minifalda de no más de diez dedos de ancho, con una blusita naranja, cabello suelto por los hombros y una cara tostada por el Sol que había recibido durante toda la tarde. Visitamos un bar, charlamos y luego decidimos irnos a un muelle.
Como cosa rara Andrés y María buscaron su espacio, mientras Susy estaba acostaba en mis piernas observando las estrellas, la miré y enseguida le estampé un beso en sus labios ¡Qué labios tan ricos! No quería separarme de ellos, eran poesía hecha magia "¿Qué haces?" me preguntó, "Probándote" fue lo más conciente que atiné a decir.
Al cabo de mil y un besos me pidió que la acompañara nos dirigimos a un claro-oscuro, una porción de césped frente al mar. Me coloqué detrás de ella y le comencé a besar el cuello, "Ah, ah, ah" , era lo que ella decía. No me hice esperar más y mis manos fueron bajando hacia el más preciado tesoro: Su Concha. Ella tampoco perdió tiempo y busco -como pudo- mi erecta verga que -en esos momentos- amenazaba con salir corriendo del pantalón por impulso propio.
Le metí la mano debajo de su calzoncito rojo un mar de flujos de estación emanaba de su ardiente chuchita y entre jadeos ella tomó la más sabia decisión: "Agachémonos, ah, ah, ah" , no me hice esperar más.
Ya en el piso me dediqué a sacarle ese calzoncito que tanto estorbaba. "Chúpamela, lámeme todo el culo" , ella estaba que brincaba de la excitación, mi boca se hundió en ese coñito caliente que deseaba ser penetrado lo más rápido posible.
Mientras seguía con mi cunilingus, ella cada vez se desesperaba más jadeaba como una poseída y -de un momento a otro- acercó sus manos a mi cabeza, casi me ahogaba y era que había llegado a su éxtasis profundo no paraba de chupar sus líquidos con mi lengua todo lo que podía en esos momentos lo único que pensaba era: "Mamacita, te voy a clavar hasta el fondo" .
Me bajé los pantalones y saqué mi verga, erecta con ganas de meterse en cualquier hueco caliente que encontrara y así lo hizo. "Ay! Qué rico, húndemela toda en mi chucha, me gusta tu verga. Ay! Papi qué rico. Así, así" , eran las palabras que me animaban a metérsela hasta el fondo.
De un momento a otro su cuerpo comenzó a convulsionar su chucha estaba caliente: el segundo orgasmo de la noche había llegado.
No hubo tiempo de descansar Andrés y María estaban cerca -buscándonos- eran las 6.00 de la mañana habíamos estado tirando por más de hora y media como pudimos nos arreglamos, pero como todo en la vida nada es perfecto en la falda de la tierna niña y la caliente puta se reflejaban todos sus jugos que cayeron en la falda al momento de que saqué mi verga de su interior.
Hoy si sé dónde anda, no sé si la visite algún día pues después de aquello sólo se limitó a decir "Yo nunca había hecho esto, ¿Qué vas a pensar de mi?"