Yo no soy gay, de ninguna manera (04)

(con fotos) Los gays son pobres personas desdichadas. En mi cuadra hay un grandote que siempre me dice cosas lascivas cuando paso. Decidí hacer algo por él, para intentar rescatarlo de las dificultades de su condición...

Yo no soy gay, de ninguna manera (04)

Por lindo culo 04

lindoculo04@yahoo.com.ar

En la cuadra de mi casa suelo encontrar a un individuo que casi con seguridad es gay. Es un tipo grandote, como media cabeza más alto que yo y de aspecto no muy desagradable aunque bastante peludo y fornido. En otras épocas me había limitado a ignorarlo, pese a que siempre me decía algo al pasar, referido a las bellezas de mi anatomía, en las que hincaba su lujuriosa mirada. Un pobre gay obsesivo, le catalogué yo.

Pero algo había cambiado en mi percepción de esa gente. Ya no los veía como alguna clase de monstruosidad anormal, no me refiero al aspecto físico, sino a sus psiques. Ellos no tenían la culpa de sus desviaciones emocionales. Quizá algunos de ellos fueran recuperables, pensé, si se les daba el tratamiento adecuado, quizá alguna especie de reeducación que pudiera ser el inicio de un cambio para ese tipo de personas. Debían ser tratados con comprensión, para lo cual debía comenzarse por tratarlos.

Imbuído de ese espíritu aproveché su presencia en la puerta de su casa, para establecer contacto. Tal como era de prever, tal como siempre, me dirigió la palabra. "¡Hola, culito precioso! ¡Benditas sean las gracias que te adornan!" Para su sorpresa, esta vez me detuve. "Gracias, muchísimas gracias, vecino. En realidad quería cambiar unas palabras con usted." Me miró, momentáneamente desconcertado. "¡Pero sí, como no, vecino! ¡Será un gusto conversar con usted!. ¡Pase a mi casa!" Y abriendo la pequeña tranquera hizo el gesto de invitarme a pasar por el jardín, sobre el camino de lajas que conducía a su casa.

Yo estaba agradado por el buen curso que iban tomando los acontecimientos.

Pero no estaba preparado para lo que siguió.

Apenas cerró la puerta, tomó mi mano floja y comenzó a restregarla contra el frente de su pantalón. En medio del estupor, tuve ocasión de comprobar que el hombre no tenía una erección, pero sus genitales eran enormes. Mi mano iba y venía, guiada por la suya en una involuntaria caricia sobre lo que parecían ser grandes gomas, tanto el pene como los huevos. No sé cuando habrá durado la restregada esa, pues me paralizó con un beso en la boca, durante el cual perdí un poco la noción del tiempo.

Pero para cuando termino de usar mi mano, portaba una erección portentosa.

Acto seguido me empujó la cabeza hacia abajo, hasta la altura de su polla, haciéndome caer de rodillas. Y comenzó una nueva restregada, esta vez contra mi cara. "¡Cuánto me alegra que haya venido a visitarme, vecino!" Y tomándome por la nuca, apretó mi cara contra sus voluminosos e hinchados genitales. "¡Siempre tuve ganas de conocerlo!". Su pelvis proyectaba violentos golpes contra mi cara, haciéndome sentir con cada golpe, la plenitud de su deseo. Eran casi golpes de nock out, y me tenían medio groggy. "¡Es un gusto que haya venido a charlar!" escuché en medio del mareo, acentuado aún más por los olores que sentía por allí abajo.

Después imprimió a mi cara unos giros rotatorios que no dejaron zona de mi cara por restregar. Me sentí desfallecer, pero afortunadamente el hombre estaba acabando. No pude menos que notarlo, cuando apretó mi rosto contra su polla, haciéndome sentir con cada pulsión, los chorros de semen que pronto comenzaron a atravesar la tela del pantalón. Como el semen seguía fluyendo, pronto tuve la cara completamente enchastrada, así que parte del semen penetró en mi boca abierta. Cuando el hombre advirtió eso procuró embocar la punta de su polla, de modo que tuviera que tragar el semen que todavía seguía fluyendo a través del pantalón.

Cuando me levanté, tambaleándome, el vecino me sostuvo para que no perdiera la vertical, y me acompañó a la puerta. "Gracias por venir a visitarme, vecino. Muy interesante la charla. Ahora debo despedirlo, pero lo espero en un par de horas. Así me continúa explicando."

Recorrí los metros que me separaban de mi casa, caminando como un zombi. En el ascensor advertí que tenía la cara totalmente pringosa con la gruesa capa de semen que me había dejado el vecino. Y los ojos algo vidriosos.

Me desmoroné sobre el sofá, sin haber entendido del todo lo que me había pasado, y con el sabor del espeso semen del vecino en mi lengua.

Mi último pensamiento, antes de hundirme en el sueño, fue que para un primer contacto no podía considerarse que me hubiera ido mal.

Puntualmente, a la dos horas me desperté.

Mi cita me estaba esperando.

Ambos nos habíamos cambiado de ropa. Pero él había dejado abierta su bragueta, por cuyo hueco asomaba su gorda polla enhiesta. Decidí que era la oportunidad de entrar en tema: "Escuche vecino, yo no soy gay."

"¡No se preocupe por eso! ¡Yo sí soy gay! ¡Y con uno de los dos que lo sea, es suficiente!" dijo con su gran sonrisa. Y volviendo a bajar mi cabeza hasta su polla, me la embocó en la boca. ¡Otra vez de rodillas!

Mientras me cogía por la boca haciéndomela abrir al máximo, el vecino continuó hablando animadamente. Yo no podía contestarle por el ritmo con que movía su polla, pero salvo por los ruidos de la saliva que movía su enorme miembro, podía escucharlo bastante bien.

"¡Hay mucha gente que no es gay, vecino! Así que no se haga problema por eso. ¡Muchos, después de que me los paso por la polla, se vuelven gays!" El hombre manejaba su miembro con mucho tacto, para no ahogarme. Así que lo entraba un poquito, lo sacaba un poquito, volvía a meterlo, y así, con un ritmo rapidito que había vuelto a desenfocarme los ojos. Pero esta vez, el desenfoque siguió aumentando, y a medida que mi lengua sentía el ir y venir de su sabroso glande, me fui dejando ir hasta que me corrí en los pantalones. El vecino me sostuvo la nuca para que no me le cayera y siguió su cada vez más vertiginosa cogida de mi boca, con la que se dio bastante gusto durante un largo rato. Luego comenzó con sus vehementes exclamaciones: "¡¡Ahh… asíiii, ahhh!!" la voz le salia cada vez más ronca. Hasta que, en medio de un gran "¡¡¡Ahhhhh!!!" final me enterró hasta el fondo su gran porongota, que me llenó de leche la gargante, la boca y finalmente desbordó por mi nariz. "¡Chupame, nenito, chupámela bien!" Y yo puse a trabajar mi lengua tragando su semen, hasta dejársela bien limpita. Luego me dejó caer hacia delante, donde me quedé jadeando boca abajo.

"¡Ahh, qué hermoso culo, hermanito!" Me lo estaba viendo desde su situación vertical, y dándome la vuelta, se acomodó entre mis muslos abiertos, ante mi redondo culo "¡No sabés las pajas que me he hecho viéndote caminar de espaldas con ese culo tan hermoso …!" Sentí que su nabo, todavía enorme, me pincelaba entre las nalgas. Lo tenía algo más blando, por lo cual al pincelarme se le doblaba entre mis glúteos.

Me tenía a su merced Es una suerte que yo no fuera gay, sino con todo lo que me estaba haciendo este hombre, estaría sintiendo cosas raras.

"Como te decía, " continuó mientras su gorda polla se iba abriendo camino entre mis nalgas, "tengo muchos amigos que antes no eran gays, pero al sentir esta dentro del culo, empezó a gustarles. Y después venían por más." Su instrumento había alcanzado mi agujerito, y sólo pude emitir un suspiro de entrega. El vecino me separó los glúteos con ambos pulgares, e introdujo la punta de su polla en mi agujerito. Nuevo suspiro de mi parte. "Levantá un poquito el culo, vidita" dijo, levantándomelo un poquito por las ingles. El movimiento tuvo una rara precisión, porque sentí que me habían entrado unos buenos (¡y vaya si se sentían buenos!) diez centímetros de su gorda polla. Y ahí se quedó, sin enterrármela por completo, dándole a los vaivenes, mientras se le iba endureciendo. Sentí como se me ensanchaba aún más el ojete. Y de pronto, en un solo envión, me la mandó hasta el fondo.

Así me quedé, ensartado por el orto, mientras un hilillo de saliva escapaba por la comisura de mi boca. Tener semejante pedazo dentro del culo era más de lo que yo hubiera jamás supuesto.

"¡¡Es tan lindo y redondo este culito tuyo, que al tenerte ensartado me hace sentir en el cielo, de tan mullido y calentito que lo tenés!!"

Yo sentí un gran agradecimiento al sentir los vaivenes de mi amigo en las profundidades de mi culo, y cuando él se echo arriba de mi espalda abrazándome con su gran corpachón, un sentimiento parecido a la felicidad me llenó el alma. El culo también lo tenía bien lleno. Y también se sentía feliz. Mi amigo tenía su ternura, y me la mostraba besándome con su caliente boca en el cuello, bajo la oreja. "¡Sos precioso, nene!" me decía con voz ronca entre beso y beso, lamida y lamida, mientras su nabo se regodeaba en mi culo, con vaivenes cada vez más pronunciados.

Mis ojos entrecerrados me bizqueaban, a medida que el vecino arreciaba en la garchada que me estaba dando. Cuando sentí que me estaba viniendo nuevamente, le apreté su musculoso pedazo con toda la fuerza de mis glúteos y me corrí, dando exclamaciones apasionadas. Cuando sintió que me relajaba, mi amigo siguió dándole al serrucho, abrazándome cada vez con más fuerza. Con sus manos aprisionaba mis tetillas, y luego metió uno de sus gruesos dedos en mi boca, para que se lo chupara. Y así estuvimos un rato dale que dale. O mejor "dame que dame". ¡¡Y como me dio!!

Mi amigo tenía buenos sentimientos, o al menos no era egoísta, porque me estuvo culeando un rato tan largo que pronto sintió, entre mis gemidos y jadeos, los prolegómenos de mi corrida.

Y entonces con el entusiasmo de su cuerpote montando el mío con toda su energía y ganas, me entregó su leche, dándome entusiastas embestidas, que acompañaban los chorros de su eyaculación.

Totalmente enculado quedé balbuceando incoherencias, sintiendo las últimas pulsaciones en mi muy abierto agujero.

Luego de desencularme, el vecino me envió para mi casa, dándome unas tiernas palmaditas en el culo.

"Lo espero mañana, vecino, así me sigue explicando su punto de vista. Véngase a media mañana, que es feriado. Y gracias por su gentileza."

Me fui, nuevamente con paso tambaleante, pero sintiendo que habíamos avanzado un paso más en mi cruzada redentora.

Gracias por leerme, queridos amigos. Es notable darse cuenta de que la amistad entre un hombre hétero y un gay es posible. Cuéntame tus impresiones sobre mi cruzada. Escríbanme a lindoculo04@yahoo.com.ar