Yo no soy gay (27: mi nueva novia)
Si una chica tiene, además de unas buenas tetas y un buen culo, también un buen pene, yo creo que más heterosexual no puede ser. por ejemplo, a mi me faltan las tetas.
Yo no soy gay 27, mi vida con mi novia actual.
Lindo Culo 04
Enseguida me di cuenta de que mi relación con Beatriz no iba a ser nada trivial para mí.
Al principio pensé que era una puta de primera clase, es decir prostituta, pero cuando supe que no pensaba cobrarme, la recategoricé simplemente como una puta de primera clase.
Con esas enormes tetas y ese culo increíble, la chica podía conseguir el macho que se le ocurriera.
Y me había elegido a mí, nada menos. Y eso que era un poco más alta que yo.
Otra cosa que me gustó de ella es que es mujer de tomar siempre la iniciativa.
Y así me llevó a un hotel. Como manoseándome por debajo de la mesa me había hecho correr en mis pantalones, ella sabía que yo estaba más tranquilo, después de semejante polvazo.
Ella pagó la entrada al hotel como si lo hubiera hecho toda la vida. El encargado del hotel parecía alucinado con sus tetonas, y ella le obsequió una deliciosa sonrisa, con un pequeño toque de depravación. Cuando nos fuimos rumbo al ascensor, el hombre se asomó fuera de la ventanilla, como para verle bien el culo, y se debe de haber quedado bizco, no sólo por su volumen y forma, sino también por como lo movía. Creo que era un espectáculo especial para él.
Y sospecho que allí mismo, el encargado se hizo una paja de inmediato.
También le habrá llamado la atención el que era ella la que me guiaba a mí, con su mano acariciándome el culo, que lo tengo bien lindo, hay que reconocer. Pienso que debe haber visto muchas parejas heterosexuales, pero ninguna como la nuestra.
Cuando entramos al ascensor, antes de apretar el botón, Betty abrió completamente su blusa, mostrándome las tetas. Y después apretó el botón.
Entre las tocadas de culo de Betty, la visión de sus tetazas y como me las frotó mientras con los brazos me rodeaba la cabeza para darme un jolgorioso beso de lengua que terminó de empinarme del todo cuando llegamos al piso.
Mientras caminábamos hasta la puerta de nuestra habitación, Beatriz me sacó la polla de mi pantalón, dejándomela desnuda en su total erección.
Una vez adentro, se tiró en la cama con las tetotas afuera, para que se las mamara y manoseaba, mientras ella con una mano me sujetaba la cabeza contra sus tetas y con la otra me pajeaba la tranca. Por el modo en que me agarraba la tranca y las ganas con que me la apretaba, comprendí que la chica parecía obsesionada con las trancas. "Posiblemente, envidia del pene", pensé, recordándo el viejo axioma del psicoanálisis.
Y cuando se agachó entre mis rodillas para mamarme la tranca, mientras ponía sus tremendas tetas en mis manos, y sus manos aferrando mis nalgas entrando bajo mis calzones, piel a piel, como para que mi polla fuera bien atrapada por su boca, ratifiqué mi impresión de que la chica, obsesionada por mi nabo, estaba decidida a seguir homenajeándomelo a plena mamada. "Es la envidia del pene", volví a pensar. Pero me equivocaba.
Cuando Betty se quitó la pollera, dejando su prodigioso culo al aire, como para que a mi me constara que era la pura verdad ese culo, me llevé una gran sorpresa. Al darse vuelta hacia mí, me encontré con una portentosa tranca, apuntando su poderío hacia mí cuerpo.
Se me cayó la mandíbula por la sorpresa, y Betty aprovechó mi boca abierta para bajarme la cabeza y meterme su trancota en la boca, mientras yo trataba de digerir lo que estaba ocurriendo. ¡¡¡Esta chica era un travesti!!! Pero no fue todo lo que tuve que digerir, porque después de unas pocas serruchaditas dentro de mi boca, la chica comenzó a echarme chorros y chorros de espeso semen, sujetándome por las mejillas para asegurarse de que ni una gota se perdiera. Menos mal que sólo me metió la cabeza y un poco más, sin llegar hasta el fondo, porque Betty no sentía ninguna envidia por el pene masculino. Es más, el suyo era más largo y gordo que el mío. Por otro lado también fue bueno que no me la enterrara hasta el fondo, porque así pude saborear con la lengua sus espesas y repetidas emisiones.
Se quedó bien quieta mientras terminaba de acabar, pero luego no me la sacó de la boca, así que se la seguí degustando y degustando. Y cuando al semen le siguió el pis, ya casi lo estaba esperando. Fue un grueso y caliente chorro que corrió río abajo hacia mi estómago, dándome apenas tiempo a irlo tragando. Esto fue una ventaja suya con respecto a mi novia anterior.
Cuando casi terminaba de mearme en la boca, se ve que lo pensó mejor y optó por terminar su meada en mi cara. Y, sabrá Dios por qué, pero ahí me corrí, echando mis chorros al aire, a falta de mejor contención.
Pero a ella esto le despertó la ternura, así que subiendo mi cara hasta su altura, comenzó a meterme su lengua en la boca para que se la chupara.
Ahí fue cuando sentí que me estaba enamorando.
¡Qué tranca! ¡y qué culo! ¡y qué tetas!
Sí, definitivamente me estaba enamorando.
Te sigo contando en la próxima.
Entretanto, escríbeme a lindoculo04@yahoo.com.ar si es que quieres que te siga contando como es la vida de un terapeuta heterosexual. Y como me enteré de que mi novia actual no tiene "envidia del pene" Besos.