Yo no soy gay (16: Mis pacientes hétero...)

La novia de mi paciente no quería mamársela ni darle el culo, pobre muchacho. Así que me compadecí de él y le expliqué como convencer a su novia, con lujo de detalles...

Yo no soy gay 16, Mis pacientes hétero son los mejores

Por Lindo Culo 04.

El hombre se tendió en el diván, y entonces se hizo evidente el bulto turgente en su pantalón, que denunciaba una erección inocultable.

Yo, como es habitual en tanto que su terapeuta, me senté detrás de su cabeza, con mi libretita de apuntes en la mano.

A mi consultorio vienen muchos pacientes gays, pese a que yo no lo soy. Pero aún no sabía si este muchacho lo era o no. Así que le pregunté.

  • No, yo no soy gay – respondió prontamente. – Pero estoy con una erección.

  • No me había dado cuenta – dije yo, para tranquilizarlo.

  • ¿Le molestaría si me desabrocho el pantalón? – y ante mi aquiescencia, lo hizo. Inmediatamente brotó su tranca erecta y apuntó al techo. Yo tragué saliva. No esperaba semejante tranca, y tan gorda. Y el hombre, ya más desinhibido, se la acariciaba. Yo volví a tragar saliva.

  • El problema es que mi novia no quiere mamármela.-

  • Qué barbaridad – dije yo, para que se sintiera comprendido.

  • ¿Y por qué, cree usted, que ella se niega? Yo en su lugar no me negaría…-

  • Ella dice que no le gusta el sabor, o el olor, que le da una mala impresión.- y continuó acariciándosela. El consultorio, aún no siendo pequeño, se llenó con el olor de su polla. Yo volví a tragar saliva.

  • Tampoco me deja hacerle el culo. Y eso que se lo beso todito, todito.

  • ¿Ah síi…? – tartamudeé con la voz un poco aflautada.

  • ¡¡Si!! ¡Incluso le meto la lengua en la raya, entre los glúteos! – Entusiasmado por lo que me estaba contando, el hombre, sin darse cuenta, comenzó a pajearse. El olor a polla era cada vez más intenso, y de mi boca caía un hilillo de baba. Y dándose cuenta de lo que estaba haciendo con su mano, el paciente se disculpó. - ¡Caramba, me estoy haciendo una paja, doctor! Espero que no se enfade…-

  • No, cla-claro que no…- dije con voz finita, viendo como la mano del hombre le hacía una paja cada vez más entusiasta.

. ¿Usted piensa que mi polla desprende tanto olor como dice ella? – preguntó, girando su cabeza para verme.

No creo, en realidad no me di cuenta de que su polla desprendiera algún olor.- dije, mientras continuaba tragando saliva.

¿Me haría un favor, doctor? Acerque su nariz a mi polla, huela un poco, y dígame si siente algún olor. Por favor, no interprete mal mi pedido…-

Faltaba más – dije levantándome del silloncito – comprendo su necesidad.- Y me acerqué despacio, viendo como él seguía con su paja. Cuando me incliné sobre su polla, el olor era mareante. Pero para no acomplejarlo no se lo dije.

¡Acerque mucho más la nariz, doctor! ¡sino no va a sentir nada! – Así que me acerque a menos de un palmo de su gordo glande, que aparecía y desaparecida al ritmo de su paja, que aún continuaba. El olor de su tremenda tranca me estaba trastornando, y por un momento pensé en decírselo, pero no tuve tiempo. El agujero de su glande se agrandó, y comenzó a echar tremendos chorros en mi cara, todo alrededor de mi nariz.

¡Oh, discúlpeme doctor! – dijo el hombre dando los masajes finales a su paja. Pero a mi se me aflojaron las piernas y caí de rodillas frente al diván. Y mi cara enchastrada de su semen, cayó sobre su pollota. Dada su erección, para que no nos dañáramos, el hombre me embocó la polla dentro de mi abierta boca. El pobre debe haber confundido mi actitud, porque me dijo - ¡Así, así quiero que me la chupe mi novia! ¡Gracias, doctor, veo que usted me entiende! ¡Pero mámemela bien, por favor!- Me di cuenta de que explicarle su confusión iba a ser muy complicado, y para que no se avergonzara por su error, comencé a darle la mamada pedida. No me costó mucho, porque de su glande pringoso todavía salía semen, muy espeso y sabroso. Mientras con mi lengua lo saboreaba, con mi boca succionaba, para tragar todo lo que fuera saliendo. Y el hombre, agradecido, me acariciaba con ternura la cabeza.

¡Qué bien la chupa, doctor! – moviéndome la cabeza arriba y abajo para ayudarme. – ¡Ojalá cuando mi novia me la mame le haga tan bien! – muy a mi pesar me sentí bastante halagado, no todos los pacientes me hacen semejantes cumplidos, aunque algunos sí.

A estas alturas su poronga me estaba enloqueciendo y aunque no soy gay, tampoco uno es de fierro. Así agarrándosela con ambas manos me di a lamérsela locamente, mamando y chupando como si fuera puto. El pobre hombre no duró demasiado frente a semejante tratamiento. Y apretándome la cabeza con fuerza me enterró su tranca hasta el fondo de la garganta y me mandó sus lechazos directamente al estómago. Como me empezaron a dar arcadas, él retiró su poronga lo suficiente como para echarme lo que le quedaba, en la lengua. Cuando me la sacó pude todavía paladear su entrega, que estaba gustosísima. Cuando me paré, algo tambaleante, el paciente me agradeció calurosamente.

  • ¡Ahora lo que necesito es que me explique como convencerla a mi novia para que me entregue el orto! Usemos el mismo sistema, doctor.- Y bajándome el pantalón me apoyó contra la camilla, dejando mi redondo y lindo culo al aire.

Permítame que se lo bese, como le hago a mi novia.- Y con su caliente boca comenzó a darme besos, muchos besos en las nalgas. Como ya sabes, yo no soy gay, pero, sin que yo supiera por qué, mi pene se empalmó completamente. Cuando, después de cubrir mi goloso culo con mil besos húmedos, comenzó a lamerme la raya, que se fue abriendo solita.

Tenga presente que yo no soy su novia, soy un hombre, y no soy gay. – dije jadeando.

¡No importa! ¡Hagamos de cuenta de que lo es! – dijo, mientras su lengua me llegaba cada vez más profundamente. – Además tiene un culo muy lindo, más que el de mi novia, doctor…-

Como mi ojetito se estaba abriendo, sensibilizado por tantas lamidas, yo no encontré ánimos para discutirle. Y cuando finalmente enfiló su tranca en mi orificio, yo me rendí. Si él quería pensar que yo era puto, allá él.

Tan ensalivado como estaba, mi orto se fue abriendo complaciente, ante la entrada de mi enculador. ¡Qué polla, madre mía! ¡Qué gorda, caliente y dura! El enorme glande siguió su camino hasta el final. Y una vez alcanzado este, comenzó con el mete-saca entusiasta que me veía venir. No duré mucho, con los ojos vidriosos me corrí. Y mientras el paciente seguía con su traca-traca cada vez más frenético, yo me quedé con los ojos en blanco, saboreando los ires y venires de esa trancaza. Hasta que agarrándose fuerte de mis caderas, me inyectó tantos chorros de leche que terminé balbuceando incoherencias.

Cuando me la sacó, me subí el pantalón y volví a mi silloncito. Una vez sentado sentí que la leche espesa de mi paciente salía lentamente me mi abierto ojete.

Bueno, me alegra haberle podido enseñar como mejorar el comportamiento de su novia.- dije con mi mejor tono profesional.

Bien, doctor, muchísimas gracias por su profesionalismo. Le contaré como han ido las cosas con mi novia. Es posible que tenga que volver para que me siga explicando.-

No hay problema, - dije estrechando su mano.

Tiene un poco pringosa la cara, doctor, espero que no le moleste

No es problema – respondí mientras me relamía, acompañándole a la puerta. Cuando se fue me miré en el espejo, tenía el rostro completamente enchastrado con su semen. Así que con la yema del dedo índice fui sacando las gotas de la cara y chupándolas, para ahorrar tiempo y no ensuciar ninguna toalla.

El siguiente paciente era un homosexual activo, así que con un suspiro de resignación, lo hice pasar.

Gracias por tus comentarios y por las fotos de pollas. Puedes escribirme a lindoculo04@yahoo.com.ar Recuerda que siempre estoy dispuesto a recibir pacientes.