Yo no soy gay (12: aunq algunos puedan confundir)

El problema con el subte es lo apretados que viajamos en las horas tope. Y el bulto que empujó mi mano me sorprendió un poco, pero pude adaptarme...

Yo no soy gay 12, aunque algunos puedan confundirse.

Por Lindo Culo 04.

Dentro del subte el ambiente estaba un poco caldeado, de tantos cuerpos apretados unos contra otros. Por suerte, con una mano pude agarrarme de la manija que colgaba del techo. El otro brazo me colgaba al costado. Con el amontonamiento tardé en advertir que lo que rozaba mi mano era el bulto de un señor. Así que puse el dorso de mi mano para que su miembro apoyara ahí, así el señor no sufría tentación alguna.

Pero, al parecer, el señor no tenía necesidad de ser tentado, digo, porque con el dorso de la mano sentí como su bulto crecía.

Al principio me puse un poco nervioso, especialmente porque yo no soy gay, así que si el señor se estaba empinando a propósito, había equivocado su objetivo.

Entonces me despreocupé de mi mano, aunque sin dejar de notar que la polla del señor estaba cada vez más dura y más grande.

Tal fue mi despreocupación que mi mano se dio vuelta, inadvertidamente, quedando mi palma contra su enorme bulto. Y sin darme cuenta, en forma automática, mis dedos tantearon la punta de su polla. Tenía el glande muy gordo y duro, y tardé más de un minuto en advertir lo que estaba haciendo. Bueno, para mí no había problema, ya que no soy gay, pero el señor podía estar haciéndose ideas equivocadas.

Y no me equivoqué: el hombre acercó su boca a mi oído y con voz ronca me dijo "date el gusto, nene", y empujó levemente su bulto dentro de la palma de mi mano.

Yo no retiré mi palma, y pude sentir el tamaño de su polla completamente erecta. No sabía muy bien que hacer, ya que no conocía al hombre y este, aparentemente, se había confundido.

Por las dudas, mientras decidía que hacer, cerré mi palma contra su polla. Bueno, en realidad no pude cerrarla completamente, dado su gran grosor, pero como yo no soy gay eso no supone un problema.

Pero seguía sin saber qué hacer. El señor parecía pensar que yo era gay, y para reafirmar esta convicción, puso su palma abierta en mi culo, comenzando a acariciármelo.

Y yo, como acto meramente reflejo, apreté su pollota con apretones intermitentes.

Traté de girar mi cabeza para verle la cara, pero me fue imposible, así que debí conformarme con su polla, que es lo que tenía más a mano. Y lo digo en un sentido literal.

A estas alturas ya no se me ocurría que otra cosa hacer, y me dije que si él pensaba que yo era gay, no era problema mío. Pero, por las dudas, seguí dándole apretones en la tranca.

"¡Eso es, nene, ordéñamela!" volvió a decir en mi oído. Y yo iba sintiendo como, bajo el efecto de sus caricias en mis nalgas, mi culo se iba entregando a deleitosas sensaciones. Así que seguí apretándosela, cual si se la estuviera ordeñando.

En mi condición de heterosexual la situación no me producía sensación alguna, salvo en mis redondos glúteos y en mi polla, que se había empinado completamente.

Pero el pobre señor, bajo el trabajo implacable de mi mano, soltó un jadeo profundo y sentí como su polla comenzaba a pulsar en la palma de mi mano. ¡Se estaba descargando dentro del pantalón! Y pronto pude sentir como su copiosa eyaculación se colaba a través del pantalón, enchastrándome la mano dejándomela completamente pringosa. Como no sabía donde limpiarla, no tuve más remedio que lamerla y tragarme todo lo que me había descargado.

El señor, dándome un cálido y húmedo beso en el cuello, me dijo "espero que la hayas pasado bien, putito, en el bolsillo trasero del pantalón te dejé mi tarjeta, para que me llames para que me la chupes bien chupada". Y se fue, sin que hubiera podido alcanzar a verle el rostro.

Bueno, quedé completamente empalmado y con mi hermoso culo latiéndome apasionadamente, pero contento de haber satisfecho a ese pobre señor, y de haber respetado mi condición hétero.

Con las piernas todavía temblando, me fui como pude en dirección a mi casa, con el ojete mandándome sensaciones inquietantes, muy inquietantes.

Por suerte en mi bolsillo trasero tenía la tarjeta del señor, para llamarlo y explicarle que se había confundido conmigo.

Si quieres escribirme: lindoculo04@yahoo.com.ar así me cuentas que te ha parecido este relato.