Yo no soy gay (11: Un amigo en el metro)

Mi nuevo amigo Leandro, hétero como yo, me lleva a bailar a un salón gay, ya que en los otros no podríamos bailar abrazados. Leandro me hace sentir muy bien su gran amistad.

Yo no soy gay, de ninguna manera (11).

Por Lindo Culo 04.

lindoculo04@yahoo.com.ar

Cuando salimos Leandro suele llevarme a un salón de baile gay. Ninguno de los dos somos gays, pero es el único lugar en el que podemos bailar juntos.

Leandro me toma muy ceñidamente por la cintura y apretando mi cuerpo ubica su tranca contra la mía. Esa es una de las cosas buenas de tener amigos varones. Cuando voy a bailar con chicas tengo que preocuparme de lo que puedan pensar cuando tengo una erección. En cambio con Leandro no tengo que preocuparme de nada, ya que si yo tengo una poronga él también.

Claro que enseguida el bulto de Leandro comienza a crecer y crecer, arrastrando al mío, transmitiéndole su entusiasmo. Entonces mi amigo comienza sus frotaciones a izquierda y derecha. Son frotaciones cortitas, más bien un juego entre varones. Así que yo voy cruzando mi palo con el suyo, lo que resulta bastante delicioso. Y cuando Leandro me besa en la boca expresándome su amistad, al ser un salón gay nadie se extraña. Me asusta pensar lo que harían si descubrieran que nosotros no somos gays. Pero bueno, abro la boca y dejo que la caliente lengua de mi compañero me la coja, lo cual debo confesar que me calienta un poco. Pero bueno, son cosas que nos pasan a los hombres.

Cuando el beso de Leandro se vuelve muy apasionado, dejo que me lleve a un reservado, y allí me bajo el pantalón. Leandro me baja el slip con los dientes, y luego comienza a besarme las nalgas con mucho cariño, dándome pequeños mordiscones entre besito y besito. Yo encantado con la muestra de afecto de mi amigo y cuando sus manos abren mis glúteos y su lengua comienza a lamer mi ojetito, siento como se va abriendo agradecido. Después, siempre con mi culo al aire, Leandro saca su poronga al palo y me la da a chupar. Su sabor es riquísimo y mi lengua lo paladea, lamiéndole el soberbio glande. Es así que mi amigo me permite ser cortés con él y expresarle mi afecto. Así que chupo y chupo hasta que siento el sabor de su precum. Entonces me doy vuelta, me agacho con el culo en pompa y abro mis glúteos como le gusta a Leandro, y siento como me va ensartando, para luego comenzar con sus vaivenes.

No es por vanagloriarme, pero mi culo además de lindo es mullido y muy calentito, así que Leandro se mueve cada vez más rápido. Siento mi culo como una flor abierta a su enorme afecto. Finalmente mi amigo se aferra a mis caderas y empujando a fondo, me va soltando su carga con una serie de cortos empellones. Naturalmente, me corro y termino babeando.

Luego volvemos al salón de baile y volvemos a bailar abrazados. Claro que ahora son puros besos de lengua dados con todo el cariño que puede haber entre dos hombres.

Después, ya que el salón de baile es para gays, Leandro se pone detrás de mí y continuamos bailando mientras siento como vuelve a crecer su bulto. Sus besos en mi cuello hacen que mi culo se frote con ganas a su virilidad. Claro que como ambos somos heterosexuales mi nabo también va creciendo.

Yo voy frotando lenta y sensualmente mi mullido culo contra su soberbia tranca, hasta que Leandro me conduce nuevamente al reservado. Esta vez me saca el pantalón y poniendo mis piernas en sus fuertes hombros, coloca su gorda tranca a la altura de mi agujerito. Suspirando, yo me entrego a su cariño de amigo, sintiendo como me ensancha nuevamente el ojete. Esta vez tarda más, bastante más, tanto que hasta que él acaba yo me corro dos veces. Después, mientras me llena el culo a borbotones continuamos con los soberbios besos de lengua, que continúan largo rato después de haber acabado.

Luego, con el culo lleno de leche, me pongo el pantalón, vamos a bailar un poco más y después nos vamos al cine, a ver alguna película. A él le gusta ver películas porno, sólo para varones, y Leandro pone su mano palma arriba bajo mi culo, para ver la película más contentos.

En el cine no pudimos hacer grandes cosas, así que me dio a manosear su polla hasta que se empinó nuevamente. Entonces se la saqué afuera y comencé a chupársela durante más de media hora, hasta que se corrió en mi boca, quedando completamente despatarrado.

Para mí fue un placer hacer que mi amigo se sintiera bien. La amistad entre dos amigos héterosexuales es algo muy gratificante.

Si quieres comentarme que te ha parecido este relato sobre la amistad entre dos varones de ley, puedes escribirme a lindoculo04@yahoo.com.ar y si quieres cuéntame algo de ti, y envíame tu foto.