Yo no soy... era... así. (3)

Acomodó sus lentes, y suspiró profundamente.

Toni sentía sus piernas flaquear, sólo se detenía de la reja que separaba el patio de la escuela con la zona de espera de padres. No era posible. ¿Qué hacía esa mujer ahí? ¿Acaso la estaba siguiendo? Toni no era de creer en casualidades, pero aquello no tenía una explicación lógica.

-Toni, ¿estás bien?

-...- Toni ruborizada, miró a su madre.

-Mucho gusto señora, soy Rebeca Díaz, maestra de Toni, la vi muy mal desde lejos y vine a ver qué pasaba- Toni la volteó a ver con los ojos entrecerrados desaprobando aquella mentira

-Mucho gusto maestra, ¿Toni te sientes bien? Estás muy roja, ¿te habrá regresado la fiebre?- Toni no hablaba

-Al parecer continúa enferma, debería checar su temperatura- mencionaba Rebeca con una expresión de picardía en la mirada- Vamos a sentarla en la banca, no se vaya a desmayar.

Toni seguía sin hablar, no era precisamente su enfermedad lo que había producido aquella fiebre.

-Un gusto señora, tengo que retirarme, debo buscar a mi niña

-Hasta luego, y muchas gracias por auxiliar a Toni

-De nada, Toni sabe que cuando se le ofrezca cualquier cosa, puede contar conmigo.- se despidió Rebeca con una sonrisa espléndida mientras miraba a Toni, luego se dirigió a vocear a su hija.

¡ALTO! "¡¿Mi niña?!" ¿Rebeca tenía una hija?

-Hija, ¿ahora qué pasó? Estás más pálida que pollo lavado.

-Nada mamá... ¿Ya salió Arturo? Necesito estar en casa - Decía Toni cansada ya de ese día.

Al siguiente día Toni ya se sentía mejor, o por lo menos de salud. Iba decidida a cambiarse de salón, uno donde Rebeca Díaz no estuviera impartiendo clase. No iba a permitir que la siguieran "acosando" o lo que fuera que estuviera haciendo eso maestra. Además tenía una hija, entonces tenía un esposo, ¿no? ¿Cómo podía comportarse de esa manera? Toni sacudió su cabeza, estaba teniendo pensamientos y estaba juzgando como lo hacen las señoras. Muy el asunto de la profesora Díaz sí era casada o no, Toni no iba a seguir con aquel juego, no no.

-Hola Clara- Decía Toni, dirigiéndose a una mujer de unos 40 años, regordeta, detrás de un escritorio. Era su coordinadora.

-¡Toooni! Milagro que te apareces por estos lugares, ¿cómo está tu mamá?

-Muy bien Clara, ¿cómo está la familia?

-Bastante bien, gracias. Cuéntame, ¿en qué te puedo servir?

-Verás Clarita, quisiera solicitar un cambio de grupo

-¿Cómo es eso? ¿Te peleaste con alguno de tus amiguitos?

-No, no, es más bien una diferencia con cierto profesor

-¿Ligarde?

-No

-¿Pozas?

-Ummm... No

-¿Santoyo?

-No

-¿Quién?

-Díaz

-¿Díaz? Pero si de esa mujer no hemos recibido más que buenos comentarios hija, ¿cómo está eso?

-Me cuesta un poco entender sus métodos- Claro que le costaba, no siempre la maestra buenorra de la preparatoria te lanza señales cuando tú no te involucras con mujeres. O involucrabas.

-Veré que puedo hacer Tonita, pero no prometo nada. Querrán razones de mayor peso para lograr un cambio.

-Ojalá se logre algo Clara, de todos modos gracias.

-De nada niña, cuídate mucho y salúdame a tu familia.

-Eso haré, ¡adiós!

Toni se dirigía a su salón, Rebeca había dejado el aula, su clase había terminado. Toni suspiró aliviada, porque por lo menos ese día ya no vería a esa mujer.

Toni sabía que lo más probable era que la solicitud de cambio de salón fuera rechazada, así que se fue mentalizando, poniendo prioridades en orden. En clase de Rebeca sólo iba a escuchar y anotar, no era necesario verla. Se sentaría cerca de la puerta para al principio de la clase entrar al último y sentarse inmediatamente sin llamar la atención, y al final ser la primera en salir sin toparse con la maestra.

Al siguiente día Toni llegó a clase y comenzó a poner su plan en marcha; esperó que Rebeca entrara, luego sus demás compañeros, y al final entró ella. Anotaba lo que decía la profesora (sin voltearla a ver) y cualquier duda que le resultaba se la planteaba a la chica de adelante para que ésta se la resolviera o preguntara por ella. Terminó la clase y Toni huyó a su siguiente clase. Al siguiente día, Toni repitió la fórmula, sólo que ésta vez al momento de oír el timbre algo la detuvo.

-Arvizu, ¿podría esperar un momento?

Toni dio media vuelta a Rebeca, con la cabeza gacha. Caminó hacia ella.

-Estoy segura que no soy tan fea como para que no pueda mirarme a la cara Arvizu- decía Rebeca sonriendo

Toni se puso roja. Volteó a verla.

-En 10 minutos tengo clase, así que tendremos más tiempo para hablar acerca de su solicitud de cambio de clase en la salida, ¿será posible contar con su presencia en la sala de maestros a esa hora señorita?

Toni sólo asintió.

-La espero entonces.

Dio media vuelta y salió del salón. Ya lejos de Rebeca, volvió a respirar normalmente. Siempre que estaba cerca de ella se le aceleraba el corazón, su respiración se volvía irregular. Toni no entendía la clase de magnetismo que tenía aquella mujer que atraía todo su ser hacia ella.

Transcurrió el horario escolar y llegó la hora de salida.

-¿Y ahora por qué te citó Díaz? -Preguntaba Ximena mientras enredaba uno de sus rizos entre los dedos

-Ya van dos veces Toni, algo quiere esa maestra, y no es dinero JAJAJAJAJAJAJA - Decía Pete soltando una carcajada

-No digas estupideces Pete- decía molesta Toni, quien sólo quería salir huyendo de la escuela y no encontrarse jamás con Rebeca

-Es envidia Toni, no le hagas caso a este fulanito, te aseguro que le encantaría estar en tu lugar, pero no se le hace jajaja- continuó Ximena guiñándole el ojo a Toni y dándole un codazo a Pete

-¡Heey Pete! ¡Ximena! ¡Hola amor!

-Tengo que ver a Díaz, adiós. - Toni se despidió sin responder el saludo de Fredo.

Toni se dirigió a la sala de maestros. Antes de entrar se arregló la falda, la jungla que tenía por cabello y tragó saliva. Se paró en la puerta.

-Bu... bu... Buenas tardes. Buenas tardes maestra, ¿puedo pa... pasar?

Rebeca dio vuelta a su silla y miró a Toni por encima de sus lentes.

-Adelante Arvizu, tomé asiento por favor- Decía Rebeca señalando la silla a lado de la de ella.

Toni iba caminando, las piernas le temblaban, un calor nuevamente la estaba invadiendo. Se empezó a morder los labios.

-¿Pasa algo?

-N... n... n... no- Decía Toni, mientras en su cabeza se revivía la imagen de su fantasía. Tomó asiento.

-Venga ya, que no la voy a morder -y acercó la silla de Toni más a la suya. Toni no se movia.

-Mire Arvizu, la escuela me pide que platique con usted para hacerla cambiar de opinión acerca de su petición de cambio de salón. Me sorprendí al oír eso, pero me sorprendí más cuando la razón que usted dio fue que mis método eran complicados, o difíciles.

-Que me costaba entender sus métodos. -Decía Toni clavando su mirada en el suelo.

-¡Exacto! Dicha noticia me sorprendió, puesto que el lunes estuvo perdida toda la clase, el martes prefirió salirse que atender mi clase...

-¡Usted me sacó!

-No es necesario levantar la voz

-Pero... -Rebeca puso su índice en la boca de Toni. Toni sentía que se iba a desmayar.

-Déjeme terminar. El miércoles no asistió a la clase, y sólo ayer y hoy que asistió pareció tener interés. Ahora le pregunto, ¿cómo pudo decir que le costaba entender mis métodos si ni siquiera había puesto atención o asistido a mis clases?

-Pues, me perdía y no podía seguir el hilo...

-Pero ayer y hoy no parecía tener problema alguno.

-Sí pero...

-Mire Arvizu, su solicitud ya la firmé, a partir del lunes estará en otro salón. Lo que le voy a pedir es que ponga atención en clase y trate de asistir a las mismas. Usted y yo sabemos que mis métodos no fueron los que hicieron pedir su cambio, de hecho ignoro cuáles fueron sus razones. Ya que tiene la firma, podría sincerarse conmigo- Rebeca acercó su cara a la de Toni como la primera vez que se vieron - ¿por qué se quiere cambiar de salón?

Toni sólo la miraba a los ojos, pero el olor de Rebeca la estaba hipnotizando. Sus ojos se posaron en los labios de la maestra, Toni le tocó el rostro con una mano, y se fue acercando lentamente. Sus labios se estaban rozando.

Tocaron la puerta.

-¿Se puede?- Preguntaba un hombre con una escoba, un trapeador y una cubeta. Toni salió del trance, hizo su silla hacia atrás y salió corriendo del salón.

Rebeca sólo la vio salir. Acomodó sus lentes, y suspiró profundamente.