Yo no quería... pero...
Allan le propone a su esposa hacer un trío con su mejor amigo de la infancia, las consecuencias fueron... deliciosas y terribles, al mismo tiempo.
YO NO QUERÍA… PERO…
Desde hace algunos meses, mi esposo me ha venido fantaseando mucho en la cama, a tal extremo que le dije que dejara de insinuarme esas cosas porque no me gustaban, que yo lo amó solo a él y que no necesito a nadie más… Alguna chica me podría responder ¿Por qué los maridos la quieren ver a una con otro?... a mí nunca se me pasó por la cabeza verlo con otra, es más, lo mato, ya que soy muy celosa… lo peor es que no es solo mi marido, tengo una amiga que su esposo se lo propuso y ella no aceptó, parece que él se enojó mucho y lleva mucho sin tocarla, no están bien, espero que las cosas se arreglen entre ellos dos. Mi marido no ha llegado a ese extremo, pero quiere hablar conmigo hoy en la noche… no sé qué le voy a decir para que entienda… él se llama Allan, tiene 51 años y yo Waleska de 43, somos una pareja que nos casamos muy jóvenes, él fue mi primer y único hombre y ahora se le ha metido en la cabeza que quiere compartirme… ¡Degenerado!
Llegó la noche y Allan me trajo flores, clásico cuando quiere conseguir algo de mí, pero esta vez no se va a salir con la suya… me estuvo recriminando que soy muy conservadora en la cama, le dije que entonces por qué se casó conmigo, me echaba en cara que no me gusta el sexo anal, la única vez que lo intentamos me lastimo tanto que nunca más lo dejé probar, también me incriminaba que no me gusta tomar su semen, me parece asqueroso, entiendo que haya mujeres que les guste, pero a mí no, a Allan le gusta hablar cuando hacemos el amor, a mí no, me desconcentro y las cosas que me dice, me parecen una falta de respeto, pero me acostumbré a oírlo decir cochinadas, él cree que eso me excita, pero para nada, me gusta más el romance, pero eso pasó hace mucho.
También me dijo que sus fantasías no eran una degeneración, que varios de sus amigos también las tienen, como me quedé callada, dijo que lo mejor sería no volver a sacar el tema. Así fue durante varias semanas, pero en un viaje que hicimos al mar, estaba muy lindo, todo un caballero como a mí me gusta, cuando llegó la noche me dio de beber más de la cuenta, salimos al balcón del hotel y vimos el mar, Allan se paró atrás de mí y me empezó a rozar su erección en mi trasero, esa caricia me encanta, mientras me tocaba los pezones me contó que había reencontrado a un viejo amigo de la infancia, yo sabía por dónde iba la cosa, pero me hice la desentendida, dijo que ese amigo le decían Peludo y que iba a estar en el país solo una semana, yo seguía bebiendo y ya me sentía algo mareada.
A la hora de acostarnos me hizo el amor como un animal, cuando estoy en ese estado, hasta me gusta que me dé nalgadas y me jale del cabello, yo estaba de perrita y él me penetraba con mucha violencia y velocidad, sentía delicioso, cuando dijo las palabras mágicas:
ALLAN: El Peludo te quiere conocer y lo invité a cenar a la casa el sábado.
YO: (Gimiendo) ¿Por… qué… me… quiere… cono… cer?
ALLAN: Fue mi mejor amigo y tú eres el amor de mi vida ¿No te parece normal que quiera que se conozcan?... ay, qué rico mueves el culo…
YO: Está bien, lo conoceré… pero dame más…
ALLAN: Me encanta oírte…
YO: Dame más… mi amor… que rico…
ALLAN: Sigue hablando, mi vida… imagínate que el Peludo está frente a ti… y tú le mamas la verga… (Por primera vez en mi vida logré imaginar esa escena, debo confesar que hasta me excitó) imagínate que luego hacemos cambio, que él te coge y tú me mamas la verga a mí… ¿te gustaría?
YO: Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Y me vine con el orgasmo más prolongado que haya vivido.
Las cosas cambiaron mucho a partir de esa noche, cada vez que me penetraba, volvía a la misma fantasía y yo ya empezaba a desear que se cumpliera, pero no se lo decía. Después de pasar años con un sexo casual, pasó a ser un garañón, como cuando nos casamos, me levantaba la falda en cualquier rincón de la casa y a cualquier hora, me daba sexo a cada rato y yo me mantenía con una sonrisa perenne y Allan sabía por qué. Me parecía extraño que a su edad estuviera tan potente, seguramente tomaba la pastillita azul, pero a mí no me importaba con tal de que me mantuviera satisfecha, hasta empecé a buscarlo, siempre era él quien empezaba, pero ahora yo, parecía una loba ardiente necesitada de pene.
Una noche antes de la cena, me dijo que si era verdad ese: Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii que le había dicho en mi orgasmo prolongado:
YO: Una cosa es que te siga la corriente y otra que lo quiera hacer.
ALLAN: ¿Por qué, mi amor? No pasa nada, es un juego de adultos.
YO: Eso dices ahora porque no ha pasado, si pasara te morirías de los celos.
ALLAN: Reconozco que soy celoso… pero con el Peludo no… él se regresa al Canadá y no lo volveremos a ver.
YO: Allan, imagínate que te digo que sí… ¿y si me gusta más cómo me lo hace tu amigo que tú? ¿Cómo te vas a sentir?
ALLAN: De eso se trata, mi vida, de que disfrutes, de que te guste… y ¿Cómo me voy a sentir? Pues muy excitado, con ganas de cogerte todos los días.
YO: No, Allan, una cosa es imaginarse las cosas y otra que pasen, yo te amo y no quiero perderte, este jueguito nos puede llevar a la perdición.
ALLAN: Te juro que no, mi amor… probemos y si las cosas no salen como tú quieres, paramos.
YO: Pero, Allan, entiéndeme tú a mí, no he estado con otro hombre en toda mi vida y ahora quieres que pruebe otro pene delante de ti.
ALLAN: Entiendo que al principio te pareció raro, pero ya ves, ya lo estás contemplando, confía en mí, si el Peludo no te gusta o te cae mal, ahí lo dejamos, cenamos y aquí no ha pasado nada.
YO: Ok. De acuerdo.
Al día siguiente estaba nerviosa, yo sabía que no me atrevería, pero la sola posibilidad que pasara me tenía tensa y… algo excitada… después de bañarme me vi en el espejo… ay… esas libritas de más en mis caderas… ¿por qué no fui al gimnasio como me lo recomendó mi amiga? se me veía un trasero muy grande en proporción a mi cuerpo, una cosa es que a Allan no le importara y otra que su amigo me viera tan culona… ¿Qué estoy pensando?... no me decidía por la lencería, tengo mucha y muy bonita… me costó, pero por fin me decidí por un juego rosa de encaje que hace que mi piel cobriza resalte… me puse un vestidito lila claro que le encanta a mi marido, dice que su escote es muy bonito, porque no enseño mucho, pero se me marcan mis pechos abundantes y según Allan se me ven mis piernas torneadas.
Por la tarde me fui al salón a hacerme las uñas, aproveché para que me dieran un masaje y así aparentar estar relajada. Como no tenía cabeza para cocinar pedí varios platillos típicos a domicilio, preparé la mesa como si fuera nuestro aniversario y le dije a la empleada que le daba la noche libre. Allan miraba televisión de lo más relajado y yo me moría de los nervios pendiente del timbre, no sabía qué hacer, me sudaban las manos, iba de aquí para allá sin ningún oficio, miré mi Facebook como mil veces y no me enteré de nada, aunque ya había preparado un azafate de boquitas, hice más, como para un regimiento, en esas estaba cuando sonó el timbre, me temblaron las piernas, solo oí que Allan abrió la puerta y escuché saludos muy calurosas llenos de risas y abrazos, dejé pasar unos minutos intencionalmente, no sé si lo hacía para hacerme desear o eran mis nervios traicioneros, Allan me llamó y con el trasero empujé la puerta abatible de la cocina y al darme vuelta ahí estaba…
PELUDO: ¿Waleska?... no es posible… ¿eres tú?... pero ¿cómo?... después de tanto años… si estás igualita… tan guapa como siempre.
YO: Hola… Chofo…
ALLAN: ¿Ustedes se conocen?
PELUDO: Claro, estudiamos juntos la secundaria, yo iba dos años adelante, pero me acuerdo muy bien de ti.
YO: Yo también de ti, Chofo.
ALLAN: Que pequeño es el mundo, o sea que ustedes se conocieron antes de que yo te conociera, mi amor.
YO: Sí.
PELUDO: Así es, yo estaba en tercero y tú ibas en primero… no te vayas a enojar, Allan, pero hasta pensé echarle los perros, pero te veías ten chiquita… y mírate… te has convertido en un mujerón… que envidia, compadre… lo que no has cambiado nada es tu carita de ángel, sigues tan preciosa como antes.
YO: Gracias.
PELUDO: Pero deja esa bandeja y déjame que te de un abrazo.
ALLAN: El Peludo era un Don Juan desde adolecente, siempre fue un mujeriego incorregible… menos mal que aún eras pequeña, sino este salvaje te hubiera violado.
PELUDO: Tampoco, compadre, nunca necesité forzar a ninguna chica.
YO: Me consta.
LOS DOS: ¿Cómo?
YO: Sí, yo entrenaba en el equipo de vóleibol del colegio, ahí me hice amiga de Marcela, aquella rubia que fue tu novia.
PELUDO: Cierto… la Marcelita era tremenda…
YO: La Marcelita… tú eras el tremendo.
ALLAN: Se lo dices al tanteo o le sabes algo.
YO: Lo sé todo… hasta los vi.
PELUDO: ¡¿No?! ¿Qué me viste haciendo con la Marcelita?
YO: Atrás del gimnasio, entre los árboles…
PELUDO: No me digas que…
YO: Exacto.
ALLAN: Pero cuenten pues, que ya quiero saber.
PELUDO: No, Allan, eso es versión triple equis y no es para para niños buenos como tú.
YO: Sí, mi amor, es mejor que no te enteres.
ALLAN: ¿Qué? ¿Pervertiste a mi mujer? Y yo sin saberlo.
PELUDO: Yo tampoco sabía que Waleska me había visto.
YO: Y no era la única ¿Te acuerdas de la Ale?
PELUDO: No.
YO: Aquella mi compañera, gordita de anteojitos.
ALLAN: Que se va a acordar, si hubiera estado buena hasta su tipo de sangre sabría.
Los tres celebramos la ocurrencia de Allan, luego entre risas y bromas cenamos delicioso, para variar Allan me llenaba la copa de vino para lograr su objetivo y yo gustosa bebía muy divertida, de pronto Allan me pidió que le contara todo lo que le había visto hacer al Peludo, pues le dije que la primera vez que los había visto fue con Marcela, los dos me miraban con cara de asombro, Allan curioso y Chofo tenía la mirada morbosa, sucia, sonreía como niño con juguete nuevo…
YO: Pues una tarde que ya íbamos de salida, me llamó la Ale, me hizo señas de que hiciera silencio y nos acercamos al bosquecito atrás del gimnasio, los había visto esconderse detrás de un árbol.
PELUDO: Nunca me di cuenta y eso que, según yo, era muy precavido.
ALLAN: Con calentura no hay hombre precavido.
PELUDO: Eso es cierto… ¿y entonces?
YO: Pues… tú estabas parado y Marcela hincada.
ALLAN: ¡¿No?! ¿Te estaba mamando la verga?... ¿Y tú los veías?
YO: Sí.
PELUDO: Que vergüenza, Waleska.
ALLAN: NO seas hipócrita, compadre, a cualquiera nos hubiera gustado que unas niñas como ellas nos hubieran visto como te mamaba la verga la Marcela esa.
YO: Y lo peor no era eso…
ALLA: ¿Qué? ¿Qué más pasaba?
YO: Las cosas que Chofo le decía a Marcela.
PELUDO: ¿Me oíste? Ahora si se me cae la cara de vergüenza.
ALLAN: ¿Qué le decía, mi amor?
YO: Tú sabes que yo no repito esas palabras.
ALLAN: Cuenta, Peludo, ¿Qué le decías?
PELUDO: No me atrevería a repetirlo delante de tu mujer.
YO: Gracias, Chofo.
ALLAN: Nada de gracias, cuenta, Peludo, cuenta.
PELUDO: De verdad me da pena.
ALLAN: Que no te de pena, mi mujer es muy educada, pero peores cosas me ha oído decirle a ella… ¡Cuenta!... dale permiso de que cuente, amor, si no este es capaz de llevarse el secreto a la tumba.
YO: Está bien, Chofo, puedes contarle lo que quieras.
PELUDO: No quisiera parecer un patán, pero a esas edades…
ALLAN: Déjate de babosadas, a los hombres nos encantan las patanerías a cualquier edad… ¡Cuenta!
PELUDO: Bueno… con tu permiso… la Marcelita tenía labios gruesos y una lengua muy rica, entonces yo le decía: - Así, mamita, que rico me mamas la verga, cómetela toda, así, hasta la garganta –
ALLAN: ¿Y la Marcela qué hacía?
PELUDO: Se atragantaba, pero seguía con su labor, le encantaba.
YO: Pero eso no era todo, sigue contando.
ALLAN: ¿Hay más?
PELUDO: Bueno, sí… también le decía: - Los huevos, Marcelita, chúpame los huevos mientras me pajeas la verga –
ALLAN: Ya desde chicos eras mi héroe, Peludo.
YO: Pero sigue.
ALLAN: No la hagas de tos, cuéntalo todo de una vez, cabrón.
PELUDO: Eso si me da pena.
ALLAN: Ya empezaste, ahora sigue.
PELUDO: Pues… me daba la vuelta y le decía: -Méteme tu lengua en el culo, Marcelita, chúpame todo el ojete- y cosas como esas.
YO: Y luego le levantaba la falda del uniforme, le hacía a un ladito el calzón y la penetraba.
ALLAN: Puta, que envidia, cabrón, tú si supiste disfrutar de esa mujer.
YO: Y no fue la única.
PELUDO: También me viste con…
YO: Julia, Isabel, Vanesa, con Lisbeth, Rosita, Laura y hasta con la maestra de inglés ¿Cómo se llamaba?
PELUDO: Miss Thompson.
YO: Exacto, ella y eso que era casada.
PELUDO: Perdón, perdón, perdón…
Y Chofo se reía muerto del orgullo, luego le conté a Allan, que una vez vi como hacían fila tres de mis compañeritas de grado para practicarle sexo oral y a más de alguna le había quitado la virginidad, pero había una cosa que aún no había contado, fue la primera vez que vi algo así, le dije a Allan que Miss Thompson, seguramente porque ya tenía experiencia… se acostó sobre la grama, boca abajo y Chofo la penetró por atrás… Miss Thompson levantaba la cadera para sentir más profunda la penetración, la jaló del pelo, le doy unas nalgadas muy duro y ahí mismo les vino el orgasmo. Yo que era una niña inocente solo me abrazaba a la Ale, tratando de que no nos oyeran nuestros grititos de susto.
Las copas iban y venían, y yo ya más alborotada, cruzaba las piernas, y mi vestidito cada vez más mostraba mis muslos, solo esperaba que no se me viera mi hilo rosa, de pronto veo que mis dos acompañantes tenían una enorme erección, era evidente que la plática los había excitado, bueno a mí también, un poquito. De pronto Allan me dijo que a Chofo le decían Peludo porque era el que usaba el pelo más largo, yo sabía que no era por eso, con mi amiga la Ale, nos gustaba ir a verlo jugar fútbol, porque tenía las piernas velludas y también la ingle, que ya se la habíamos visto infinidad de veces. Yo me sentía acalorada, como pocas veces en mi vida, ¿O sería que estaba mojada?... hasta me dio pena levantarme y dejar una mancha de mis fluidos sobre el sofá, cuando tuve que ir al baño, disimuladamente toqué el sillón debajo de mi trasero, pero afortunadamente no estaba mojado, muy caliente, eso sí.
Cuando regresé del baño casi caigo desmayada, estaban hablando de tríos y con un lenguaje obsceno, como yo había autorizado a Chofo que dijera palabrotas, ahora no se medían, parecían albañiles. Chofo contaba una experiencia que tuvo con dos mujeres, pero dijo que nunca había hecho un trío con una pareja, entonces Allan le soltó: ¿Lo harías con nosotros? El silencio fue mortal… Allan, sentado a la orilla del sofá esperando su respuesta… yo parada como toda una idiota, en medio de la sala… y Chofo nos veía como dándose a desear:
PELUDO: Pues… yo nunca he estado con una pareja, no sé… me da no sé qué… estar con otro hombre desnudo…
ALLAN: Ese no es problema, empiezan ustedes y si te animas, entro yo, sino, no pasa nada, mi fantasía es ver a mi mujer siendo cogida por otra verga.
PELUDO: Cállate, que tu mujer nos está oyendo.
ALLAN: Ven, amorcito, ¿verdad que ya lo hablamos? ¿Te gustaría vivir esa experiencia con el Peludo?... habla, amor…
PELUDO: Déjala, por experiencia te diré que en estos casos a las mujeres no les gusta que las presionen… ¿Estás de acuerdo, Waleska?
YO: Totalmente.
ALLAN: Pero entonces ¿Qué hago? ¿Espero que cojan por obra y gracia del espíritu santo?
YO: ¿Cómo puedes mezclar dos conceptos tan opuestos en la misma oración?
ALLAN: Porque soy un cabrón.
PELUDO: De eso no nos cabe la menor duda… ¿De verdad lo hablaron, Waleska?
YO: …sí.
PELUDO: ¿Y?
YO: …nada.
ALLAN: ¿Cómo así?
PELUDO: Eres un animal, déjame manejarlo a mí… ¿Me daría un beso en la boca, Waleska?
YO: …no sé.
PELUDO: ¿Te da miedo que el celoso de tu marido se encabrone?
YO: …sí.
ALLAN: Pero si ya te dije mil veces que esto solo es un juego de adultos.
YO: …ah.
PELUDO: ¿Te puedo hacer una pregunta sin que te ofendas?
YO: …hazla.
PELUDO: ¿Yo… te gusto?
ALLAN: Vamos, contesta, amor.
YO: …tú nos gustabas a todas.
ALLAN: Y… ¿Alguna vez envidiabas a las compañeras que le chupaban la verga al Peludo?
YO: …siempre.
ALLAN: Entonces las cosas no se ven tan mal como parecen… dale un beso, mi amor.
Allan se acercó a mí, me tomó de la cara y me besó los labios, yo sentí que me desmayaba de la emoción, aquel papacito que siempre quise besar, ahora tenía su lengua hasta el fondo de mi garganta, no sé en qué momento me prendí de su cuello y pude sentir su cuerpo muy pegado al mío, sentía toda su erección en mi estómago, era muy turbador estar besando a otro hombre delante de mi marido, pero era Chofo, por él haría cualquier cosa, lo que me pidiera… ese beso se convirtió en deseo, su mano acariciaba mis senos de manera deliciosa, de pronto su otra mano baja a mi trasero y siento como me amasa las nalgas, a este punto ya deseaba que hiciera conmigo lo que quisiera. De pronto se detuvo…
ALLAN: ¿Qué pasa? ¿No te gusta mi mujer?
PELUDO: Ese es el problema… que me gusta mucho… y conociendo tus celos, pues… no me gustaría perder tu amistad.
YO: Oigan, yo estoy aquí.
ALLAN: Perdón, amor, pero creo que esto lo debemos hablar… por un lado tú ya aceptaste el beso y por otro a ti te encanta mi mujer, no entiendo cuál es el problema.
YO: No sigas, Allan, me hace parecer como una pordiosera por sexo, si Chofo no quiere, déjalo que se vaya.
PELUDO: No, Waleska, no me malinterpretes, por favor… cualquier hombre se sentiría honrado de tenerte, además de preciosa tienes un cuerpo muy deseable… y esas caderas… me vuelven loco… pero yo soy un patán incorregible, me gusta mucho decir palabrotas… y que me las digan… me encanta el sexo anal… y lo que más me gustaría es terminar en tu boquita y ver cómo te tragas mi lechita…
ALLAN: Entonces no hay más que hablar, ni a mí me ha dejado darle por el culo y menos tragarse mi lechita.
PELUDO: Bueno… tú tienes la última palabra.
ALLAN: Ay, Peludo, tú no conoces a mi mujer, no le gusta ni que le meta un dedo en el culo, menos hago que se trague mi leche, así que la última palabra es no.
PELUDO: Déjala, que diga ella.
YO: ¿Qué quieres que haga?
ALLAN: ¡Waleska! ¿Estarías dispuesta a hacer con el Peludo todo lo que no haces conmigo?
YO: No te entiendo, tú me orillaste a esto y ahora que estoy dispuesta te rajas… vamos, olvídenlo los dos.
ALLAN: No es eso, mi amor, una cosa es que quiera verte coger con el Peludo y otra que le des el culo y te tragues su leche, eso no solo me pondría celoso sino me sentiría humillado como hombre.
YO: Por eso dije, olvídenlo los dos.
ALLAN: Pero solo te estoy pidiendo que cojas con el Peludo, pero que no le des el culo ni tragues leche.
YO: Mira, amorcito, a ti ya te di gusto aceptando llegar hasta aquí, ahora es el turno de Chofo, si me quieres entregar, haré todo lo que él me pida, sino te gusta, demos por finiquitado el asunto.
PELUDO: Creo que es mejor que me vaya… me dio gusto verte, Waleska.
YO: Feliz noche, Chofo.
ALLAN: Tú no vas a ningún lado, no eches a perder lo que me costó casi un año lograr.
PELUDO: Yo me quedo si Waleska quiere que lo haga.
YO: Quédate.
ALLAN: Está bien, ustedes ganan, vamos a jugar este juego bajo tus reglas.
Allan se sentó con el ceño fruncido, pero con una erección tremenda, nunca he entendido porque la mente rivaliza con el sexo, sabía que mi marido no estaba de acuerdo con esas reglas, pero su miembro no podía estar más parado. Chofo me volvió a besar, pero ahora de manera más obscena, me pellizcaba los pezones y me sobaba las nalgas con descaro, me separó y me pidió que lo desnudara, la verdad, quedé sorprendida, ¿qué era esto? ¿un juego donde yo era su sumisa? No me importaba, con tal de sentir a Chofo, estaba dispuesta a todo, desde la secundaria ansié que me usara, como lo hacía con mis compañeras, además, Allan me había llevado hasta aquí, así que si quería que lo desnudara lo haría con mucho gusto… lo hice, lentamente… luego me ordenó que le mamara la paloma… con la boca hecha agua, volteé a ver a mi marido y ya se estaba masturbando, pero tenía la cara roja del coraje… me metí ese miembro tan ansiado a toda la boca, pero no me cabía… Chofo me obligó a tragarme toda su herramienta y con ascos en la garganta, sentí como tocó mi campanilla… por fin me soltó y aspiré como si me estuviera ahogando, luego contuve los músculos de mi cuello para evitar vomitar, me limpié una lágrimas de mis mejillas y volví a la carga.
CHOFO: Dime que te gusta mamarme la verga.
YO: Me gusta.
CHOFO: No fue eso le que te dije que dijeras.
YO: Me gusta chuparte el pene. (Me sacudió la cara de una bofetada y Allan se paró a defenderme) ¡Me gusta mamarte la verga! (Allan abrió la boca en señal de asombro, nunca había dicho semejante leperada)
CHOFO: Eso es, putita… porque eso serás para mí, mi puta… dime que eres mi puta.
YO: (Me quedé dudando y otra cachetada) ¡Soy tu puta! Y puedes hacer conmigo lo que quieras.
ALLAN: Ya ves, compadre, a tu mujer le gusta mamarme la verga y es mi puta, además le gusta que le pegue… no te pongas brincón, compadre, porque también te puedo pegar tus madrazos a ti (Increíblemente, Allan se sentó, se terminó de desnudar y se masturbaba con la cara que ya le explotaba del coraje) Bien, puta, ahora chúpame los huevos y hazlo mejor que la Marcelita o te pego otra bofetada… así, putita, pásame la lengua también por el culo… eso, mamita… pero no dejes de pajearme la verga… eso… ay, qué rica puta… ahora chúpate un dedo y me lo metes entre el culo… así, pendeja… cuidado con la uña, cabrona… así… así me gusta… ahora mételo y sácalo, sóbame las pelotas y chúpame la verga… así… que rico todo al mismo tiempo… espera que no quiero acabar… Allan, desnúdala para mí (Como un autómata, me bajó el cierre y me dejó en ropa interior y mis tacones) ¿Te gustó lo que me acabas de hacer?
YO: Me encantó, señor (No sé porque le dije: señor, tal vez empezaba a gustarme mi papel de sumisa) Me encantó mamarle la verga, sobarle los huevos y meterle mi dedo en su rico culo (Chofo sonreía porque lo había tratado de usted, sabía que esa era mi última rendición para convertirme en su sumisa, en su esclava, en su puta)
CHOFO: Ahora vamos a tu cama, quiero que me la mames en tu nidito de amor… y tú acompáñanos… (Chofo me hincó y me obligó a subir las gradas gateando, chupándole la verga, atrás venía mi marido, seguramente arrepentido de llevarme hasta estas circunstancias. Chofo se tiró boca arriba en la cama) Mámame la verga y tú, compadre, cógetela… dime ¿Qué sientes putita?
YO: Siento delicioso, señor, me gusta que me cojan, pero más me gusta adorar con mi boca su exquisita verga.
CHOFO: Muy bien, mamita, estás aprendiendo rápido… y tú, compadre, para que veas que no soy tan hijo de puta como parezco… cógetela tú primero por el culo…
YO: Señor… (Otra bofetada)
CHOFO: Pero antes lubrícala, quiero que le abras bien el culo, para que cuando yo se la meta, me aguante la muy puta de tu mujer (Allan me embarró el culo de lubricante y de la rabia me la dejó ir de un solo puyón, yo grité como loca) Aguántate, puta y sigue mamándome la verga.
Yo tenía sentires encontrados, por un lado sentía que me ardía el culo y por otro, me volvía loca darle placer a esa verga que deseaba tener en la boca desde el colegio, adoraba esa verga, me la pasaba por toda la cara como queriendo que me quedara tatuada para toda la vida… Allan me nalgueaba con mucha fuerza, sentía que las nalgas las tendría rojas de tanto golpe, pero por alguna extraña razón, me sentía muy caliente, me gustaba la violencia en el sexo, me sentía otra, otra antes de volver a ver a Chofo, estaba segura que, en secreto, siempre estuve enamorada de él, y ahora con su sometimiento, lo comprobaba.
Chofo nos ordenó que nos desenchufáramos, me puso de perrita y me clavó la verga hasta el fondo, en toda la noche era la primera vez que me cogían por la cuca y me llegaba hasta adentro, hasta lugares que nunca llegó Allan, me sentía llena de verga, por fin el amor de mi vida entraba en mí y que forma de entrar, me la sacaba hasta la cabeza y luego la hundía hasta las entrañas, que cogida me estaba dando y como premio le mamaba la pija a mi esposo, en una noche me convirtió Chofo en toda una puta, de aquella mujer educada, recatada y melindrosa, ya no quedaba nada, yo pedía verga a gritos y mi premio vino en partida doble, Allan me llenó la boca de leche y tuve que tragármela y luego sentí la panocha húmeda por la leche de Chofo… pero yo no terminé, me temblaban las piernas de la calentura… me fui al baño a asearme y pensando que eso había sido todo.
Cuando volví, Allan no estaba, Chofo me dijo que había ido a comprar otra botella de vino… me pidió que me pusiera de cucharita y me empezó a rozar la verga en mi hoyo trasero, yo contuve la respiración del miedo, me pidió que me relajara porque me podía lastimar, me metió un dedo, luego dos y hasta tres, cuando me acarició el clítoris sentí que me venía un orgasmo, ahí aprovechó y me la encajó hasta los intestinos, yo moría de dolor, pero al mismo tiempo me vino un orgasmo lleno de electricidad que me dejó muerta… luego me beso y me acarició como si fuera su novia y me pidió disculpas por haberme tratado así… yo le dije que me había encantado su trato y que había sido la mejor noche de mi vida, él sonrió y dijo que lástima que debía regresar al Canadá, yo le dije que se quedara el tiempo que quisiera, pero me contó que estaba casado, que estaba enamorado de su mujer y que estaba a punto de nacer su segundo hijo… yo salí corriendo al baño para que no me viera llorar…no sé cuánto tiempo estuve sentada en la taza esperando recobrar el aliento… cuando salí… no estaba.
Allan no apareció tampoco en toda la noche, yo sabía que hacer un trío no era buena idea… o por lo menos, no con el amor platónico de toda mi vida, me preocupaba más saber dónde estaría Chofo, que la ausencia de mi marido, tenía el cuerpo molido, así que a pesar de mis preocupaciones me quedé profundamente dormida. Al despertar, había una nota sobre la almohada de Allan que decía: Debemos hablar a la noche… ¿Qué querría?... ¿Querría terminar conmigo?... pero ¿Por qué? Él me lo había pedido, no era justo que se enojara conmigo… en fin, se me atravesaron un montón de ideas trágicas por la cabeza, así que opté por salir con mi amiga y nos fuimos al cine, cuando regresé, Allan no había llegado.
Me bañé como para quitar los vestigios del pecado, pero en mi mente nunca se borrarían, no el trío, sino la hermosa verga de Chofo, esa se quedaría guardada en mi memoria como un tesoro, me puse el pijama y cuando me disponía a acostar, llegó Allan con los ojos irritados del llanto, se quedó parado en la entrada de nuestra habitación, con la cabeza baja, tardó mucho en hablar…
ALLAN: …perdóname… sé que todo fue mi culpa… anoche… anoche no pude soportar mis celos y salí corriendo a un hotel… perdóname, por favor… tengo muchas llamadas del Rodolfo… pero no me atreví a contestarle… ¿Qué le iba a decir?... gracias por haber humillado a mi mujer delante de mí… gracias por haberme humillado delante de mi mujer… ¿Qué le iba a decir?... lo peor es que ahora no sé qué hacer… no sé si irme para siempre… o recuperar lo que teníamos antes de que apareciera Rodolfo… dime ¿Qué quieres que haga?... no dices nada…
Lo vi empacar sus cosas y desaparecer para siempre, yo volví a mi profesión de arquitecta y me refugié en mi trabajo tratando de huir de la realidad de mi nueva vida, tenía que reconocérmelo a mí misma, una noche con Chofo, valió mucho más que los años que llevaba con Allan, él se dio cuenta que en pocas horas Chofo venció todos mis miedos, esos mismos miedos que él no logró vencer en tantos años… Allan es un hombre inteligente y mi silencio le contestó todas sus dudas, yo estaba enamorada de su mejor amigo de la infancia y nada podía cambiar eso, ahora solo me quedaba velar por mi única hija, Tatiana vivía en New York, para navidad podía ir a verla… Canadá está tan cerca…
Este relato no pretende desanimar a todas aquellas parejas que están pensando hacer un trío, es solo mi triste experiencia, el único consejo que les doy es: nunca lo hagan con alguien que hayan amado, eso destruirá su pareja… gracias por leerme… ya estoy decidida, nunca iré al Canadá.
FIN.