Yo mi marido y el
Lo que voy a contar empezó hace un año, tenia yo entonces treinta y nueve, ahora somos felices los tres, si los tres yo mi marido y el.
Jamás hubiera creído que pudiera pasarme a mi.
Me llamo Ana, mi marido Valentín, lo que voy a contar empezó hace un año, tenia yo entonces treinta y nueve, ahora somos felices los tres, si los tres yo mi marido y Mario.
Me case a los veinticuatro, mi vida en pareja, si la comparamos con otras amigas es de lo mas normal, nos queríamos mucho, ahora mas.
No se porque a los cuatro años de casados empecé a notar que algo me pasaba, como si me faltara alguna cosa Valentín tenia un buen trabajo, que me permitía hacer solo media jornada, por las mañanas me acomodaba en casa y no tarde en poner algún kilo de mas, Valentín me decía que un poco rellenita estaba mejor, la bascula no se estabilizaba, mi cintura lentamente e imparable aumentaba de diámetro, algo tenia que hacer, probé ir a un gimnasio, prácticamente estaba toda la mañana, entre piscina, baile, aparatos y demás, estaba dispuesta ha hacer todo lo posible para recuperar mi silueta.
Valentín salía de casa por la mañana muy temprano y no regresaba asta la noche, cada vez tenia mas responsabilidad en su trabajo, que le obligaba salir de viaje algunos días, muy a menudo, incluso al extranjero yo preocupada por mis kilitos de mas.
Cuando regresaba de algún viaje que le había obligado estar alguna noche fuera de casa, siempre estaba deseoso de sexo, yo también esperaba que su polla penetrara en mi, al principio pasábamos casi toda la noche follando, sin darnos cuenta poco a poco nos fuimos desatendiendo mutuamente, aquellas noches ya no eran igual, tanto a nivel afectivo, como sexual, cada vez espaciábamos mas nuestras relaciones sexuales, sin dejar de querernos.
Siempre preguntaba que había hecho durante su ausencia, con quien había salido, si había hecho alguna nueva amistad en el gimnasio etc. si mi respuesta era afirmativa se interesaba como era la nueva amistad, si era mujer no preguntaba gran cosa, si era hombre pedía detalles, como si estuviera celoso, por ejemplo la edad, estado civil, como estaba de físico, principalmente, lo encuentras atractivo, si me gustaba.
En el gimnasio pronto se formo un pequeño grupito entre los que coincidíamos en horario, al terminar la sesión solíamos ir a un bar cercano, era nuestra pequeña tertulia, éramos de todas las edades, salíamos de cena de vez en cuando, después, algunas veces íbamos a un bar musical, otras a la discoteca, siempre había algo.
Un día apareció un chico nuevo, Mario, de unos 24 años, 5 cm. mas alto que yo, como a mi me gustan los hombres, cuerpo atlético, pura fibra, muy guapo, al menos para mi, no se porque, me impresiono, era amigo de uno del grupo, por lo que se sumo al mismo después de hechas las presentaciones.
Por las noches soñaba con en Mario, lo guapo y dulce que era, creo que me estaba enamorando de el, me resistía a creerlo, tengo marido, le quiero mucho, pero empezaba desear en sueños a Mario.
Tanto en el bar como en las cenas procuraba sentarme a su lado, el me correspondía.
Se ofreció a llevarme y recogerme para ir al gimnasio, pasaba muy cerca de donde vivo, se desplazaba en coche y yo en autobús, acepte de inmediato, esto forjo una relación mas allá de una amistad, cuando me recogía o de vuelta casa, para saludarnos o despedirnos, primero era un beso en la mejilla, Valentín que algunas veces estaba en casa cuando regresaba del gimnasio, lo veía a través de la ventana, por la noche en la cama me hacia el comentario.
"Este chico cada vez se acerca mas para despedirte".
No es el Valentín, soy yo, me gusta Mario es muy guapo y cariñoso, no te preocupes solo a ti te quiero, eres el hombre de mi vida, poco a poco en las despedidas inconscientemente me fui acercando a sus labios, llevábamos unos días así. Valentín aquella noche me lo hizo notar.
"Me gusta besar sus labios, no estarás celoso a estas alturas.
"No es esto mujer, cuando vi por primera vez que le besabas me cabree, pero el cabreo se fue transformando en excitación".
Yo había notado un cambio en el, hacia algunos días que me deseaba, todas las noches me follaba con pasión, pensé, como había dicho el, que era mi comportamiento con Mario lo que le excitaba, para comprobarlo la próxima vez que estuvo en casa espiándome, al despedirme le bese profundamente, unimos nuestras lenguas, yo estaba de espaldas a la ventana, Mario con un brazo rodeaba mi cuello, el otro en la cintura, lo bajo lentamente apretando mi culo contra su durísima polla, no me equivoque, nada mas entrar en casa, Valentín me esperaba detrás de la puerta, me empujo contra la pared, levanto mi falda, arranco mis bragas, saco su polla a punto de reventar y me penetro sin compasión, como un animal desbocado.
Para excitarlo mas y tener un buen polvo por la noche, me quedaba un rato dentro del coche, un día comento, que quizás me estaba pasando un poco con el chico, siempre le respondía lo mismo.
"Te quiero solo a ti, lo beso por lo guapo que es, es tan bonito que no puedo resistirme, ni quiero resistirme, pero no paso de aquí caroño."
El también me contestaba lo mismo.
"No me importa que lo beses, si te gusta, también me excita a mi, cuando os veo juntos, tengo miedo de que las cosas vayan a mas".
"No, es un chico muy tímido en este aspecto".
La cosa quedo aquí, me fui encaprichando de Mario, le invite a subir algún un día que mi marido no estaba, pero de aquí no pasábamos.
Era un sábado, el día de mi cumpleaños, a la media hora de haberme dejado sonó el teléfono, era Mario, pedía entrar, accedí naturalmente, se presento con un ramo de rosas rojas, tantas como años yo tenia, mi ilusión fue tremenda, nos abrazábamos tumbados en el sofá, nos besábamos yo tumbada, el encima mío, al rato se levantó, mirándome, se reprochaba lo que aviamos estado haciendo todo este tiempo, acerque su cabeza sobre ni pecho, acariciándolo, sus ojos estaban húmedos, le escaparon unas lagrimas, que absorbí suavemente con mi lengua.
Este día Valentín estaba en el extranjero, invite Mario a comer a casa, no quería, decía los dos solos no esta bien, yo era mujer casada, que pensaría su marido, los vecinos, insistí contándole la permisividad de mi marido para con el.
Después de comer propuso ir ha algún sitio o pasear, yo quería ir de compras, no le pareció mala idea, para la cena quiso corresponderme invitándome , me pareció buena idea, estábamos pasando el día juntos, el no se como iba porque era bastante frió, pero a mi me había entrado una calentura que no sabia como remediarla, acabada la cena, propuse ir a una sala de fiestas a bailar un poco, al entrar buscaba una mesa libre, el desistió dijo que no nos haría falta, quería estar pegado a mi toda la noche , solo en pisar la pista nos abrazamos en un largo morreo, lo note muy caliente, apreté mi coño contra su polla, estaba totalmente erecta, había dejado fuera su frialdad sexual, parecía otro hombre, a mi me encantaba, que reaccionara así, me metió mano toda la noche, bueno toda no a los pocos bailes, me insinuó de ir a mi casa, estaba un poco mareado, no se encontraba bien, en casa le di algo para el mareo, me pidió para tumbarse un ratito en la cama, lo lleve a mi habitación, lo acosté y fui a prepararle una infusión, cuando regrese lo encontré desnudo tumbado encima de la cama, la polla tiesa.
"Ven".
Me dijo.
"Chápamela un poco".
"No nunca lo he hecho ni con mi marido".
Se levanto agarrándome del pelo me arrastro hacia la cama, se sentó en ella, me puso de rodillas, mis labios frente a la punta de su polla tiesa.
En todo este tiempo no has echo nada mas que calentarme, hoy la probaras, abrí la boca para suspirar, momento que aprovecho para metérmela toda, casi me ahogaba, me mueve la cabeza adelante y atrás.
"Así es como lo quiero".
Me repugno mucho, tenerla en la boca, pero a medida que se la chupaba me iba gustando mas y mas, succionaba yo con tanta fuerza y caliente que iba el, no tardo mucho en llegar al orgasmo, lleno toda mi boca de leche
"Trágatela toda que no quede ni una gota".
Así lo hice.
"Buena chica lo has entendido a la primera."
Tuve ocasión de escaparme, no lo hice, empezaba a gustarme la forma que me trataba, me levanto en brazos para tirarme a la cama, salto encima mío como una fiera, abrió mis piernas comiéndome todo el coño, era para mi la primera vez, que me lo comían, con Valentín nos limitábamos, a follar de la forma tradicional, estaba loca de placer, tenia sensibilidad por todo el cuerpo, a punto estaba de llegar al orgasmo se levantó, subiéndose encima mío, me penetro asta el fondo, moviéndose rápido y rítmicamente, abrazados no parábamos de besarnos, con mis piernas abrace su cuerpo apretando todo lo que podía, nos corrimos los dos casi al mismo tiempo, descansamos un rato, estaba yo exhausta, de tanto placer, me ordeno que le masturbara, cuando la tubo erecta me puso de cuatro patas encima de la cama, lubrico bien mi coño y mi culo, cuando adivine lo que pretendía, era demasiado tarde, una gruesa polla hacia entrada en mi ano, le suplicaba que parara, no lo había hecho nunca, tenia miedo y me hacia daño, bajo el ritmo, la entraba muy despacio, mientras acariciaba mi coño, pasaba su lengua por mi espalda y el cuello, pellizcaba mis pezones, para distraerme del dolor que me producía su penetración, estuve a punto de decirle para, pero en estos momentos estaba dispuesta a dejarme hacer todo lo que el quisiera, cuando estuvo a punto de correrse la saco, se quito el preservativo que se había puesto para esta ocasión, me la puso en la boca, para que volviera a tragarme todo su semen, fue una noche maravillosa, aquel no era el Mario que yo conocía, en lugar de frío era caliente, en lugar de tímido era autoritario, en lugar de tranquilo era activo.
Durante el desayuno, que fue en la cocina, desnudos todavía, me pidió perdón, por su agresividad, me contó que cuando se calienta se transforma y se convierte en lo que llamo una maquina de follar, le sabia mal por mi marido y por mi, me dio también las gracias, por dejarme hacer de todo. Tardamos algún día en volvernos a ver y fue para decirme que cambiaba de trabajo y ciudad, era una despedida, mi marido había llegado de su viaje, le conté llorosa, asta el mas mínimo detalle lo ocurrido.
"Ana te has comportado como una adolescente, ingenua y lo has pagado, con el sexo no se puede jugar, si le haces la corte a una persona, es para follar con ella, si hay ocasión o no empieces, has sido sincera, estaba seguro que acabaríais follando y no hice nada por impedirlo, te veía tan enamorada de el, que deseaba tu placer, quería que te follara".
Después me contó, su excitación en saberme en brazos de otro hombre, necesitaba para su disfrute que me poseyeran otros, Mario ya no estaba, me propuso buscar otros, lo hice por el, íbamos juntos en locales de ambiente, pero dentro nos separábamos, disfrutaba viendo como los demás me tocaban, cuando salía del local con un hombre y tardaba en regresar sabia que me había follado, en el coche, o en un rincón solitario, los fines de semana teníamos un apartamento en la costa, no nos conocía nadie, hacía amigos extranjeros y los traía a casa, para que me follaran, como he dicho todo lo hacia por el, mi pensamiento estaba con Mario.
Un sábado me dijo, hoy tenemos un invitado a cenar, era un compromiso, teníamos que quedar bien. Prepare una buena cena. Al punto sonó el timbre, era Mario que había vuelto, me eche a sus brazos llorando, mi marido lo había buscado, le encontró un buen trabajo en la ciudad, se quedo a vivir con nosotros, construimos una cama grande para.... por esto al principio dije que éramos felices los tres.
RoF