Yo me lo busqué - (Capítulo 3)

Esta es la historia de Julián, un buen hombre al que la vida le depara algún que otro varapalo, que trataré narraros en este relato.

Capítulo 3

Julián

-Quédate a dormir aquí esta noche con nosotros. Es muy tarde y no me gusta que conduzcas ahora. Además, esta cama es muy grande y cabemos muy bien los tres. -Me pidió Sonia.

-Pero si me acabáis de dar carta blanca y va a parecer que ya me estoy aprovechando de ello. Mejor otro día, ¿No?

-No, así te darás cuenta de que desde ahora mismo formas parte de nosotros, nada de dejarlo para otro día.

En eso salía Marcelo del aseo y ella le hizo conocedor de su deseo.

-Pues claro Julián, mañana te dará ella ropa interior mía y te afeitas con mi maquinilla eléctrica. Más adelante si quieres, puedes dejar algo de eso en nuestras casas para que te sientas más cómodo.

Entonces asentí y volví a desprenderme de la ropa que ya me había puesto.

-A mí me gusta dormir desnudo. -Les dije.

-A nosotros también, por eso no te preocupes.

Sonia fue a la cocina a prepararse una infusión y nosotros nos recostamos en la cama algo cansados y con ganas de dormir porque ya era más de media noche. Poco después llegó ella y se acostó a mi lado dejándome en medio de los dos pegando su espalda a mi torso y yo la abracé desde atrás. Al momento Marcelo hizo lo propio conmigo posando su polla morcillona en mis nalgas.

-Cuidado cabronazo que me estás poniendo la polla en el culo. -Le regañé provocando las risas de los dos.

-Eso son quejas de niño friki, ni que te la estuviera metiendo... duérmete ya y no folles mucho esta noche.

Bueno pues qué le íbamos a hacer, después de lo que hicimos esta noche tampoco procedían mis quejas, no tenía sentido, así que me despreocupé de lo que pasaba en mi retaguardia y me centraba en lo que tenía delante mía, aunque al cabrón se le encabritó otra vez la polla quedándose dormido mientras me la restregaba en mitad de mis glúteos. La situación se me hizo algo extraña, no sé por qué recordé las miles de noches que dormí con Sofía y la forma abrupta en que eso se cortó. Esa reflexión me hizo recordarla y echarla de menos. La vida había sido muy injusta conmigo y a pesar de los tres años que hacía de aquello yo la seguía amando y creía que nunca dejaría de amarla. Ahora mi polla se desvaneció, mis manos dejaron de acariciar los senos de Sonia y unas lágrimas imparables e impertinentes se desprendieron de mis ojos.

Sonia se percató de que algo raro ocurría y echó atrás su mano para posarla en mi trasero intentando apretarme más a ella, luego cogió mi brazo y me lo colocó entre sus tetas demostrándome el cariño que sentía por mí. En cuanto que notó una pequeña humedad en su espalda se giró de inmediato para quedar frente a mí y al ver mis ojos encharcados en lágrimas entendió perfectamente lo que ocurría.

-La has recordado, ¿Verdad? -No le respondí y seguía con los ojos cerrados y mi cara expresando la tristeza infinita que me embargaba.

Ella colocó mi cabeza encima de su pecho y comenzó a acariciarme el pelo como si de un niño pequeño se tratara.

-No llores vida mía, no llores que me vas a hacer llorar a mí también. Sabes que todos la queríamos mucho y te juro que no se nos va ese dolor a ninguno de nosotros. Relájate, mi cielo, -seguía diciéndome en un susurro para no despertar a Marcelo-, tú lo hiciste todo bien y ella estará en el cielo deseando que rehagas tu vida como solo tú te mereces. Sabe que la has perdonado de todas las tonterías que hizo. Duerme tranquilo, nosotros seguimos aquí para que no te falte nunca nuestro cariño. Tienes que dejarla ir cielo, tienes que rehacer tu vida y tienes que empezar de nuevo. Anda duerme un poco que te hace falta.

-Gracias Sonia, eres una mujer maravillosa. Si no llega a ser por vosotros nunca me habría recuperado y todos sabéis que sois mi tabla de salvación. No te preocupes que me voy a relajar y dormiré en un rato, vuélvete otra vez.

Ella me dio un beso muy tierno en los labios y unas caricias en mi rostro para luego volverse nuevamente de espaldas y yo me apreté a ella fuertemente pensando que hasta la podía asfixiar. Sonia cogió mi mano y la posó encima de una de sus tetas para que tampoco se librara de mi presión. Poco después creo que me dormí en paz conmigo mismo y con el resto del mundo.

Casi al amanecer tuve necesidad de aliviar mi vejiga y cuando volví a la cama Sonia me estaba esperando con una preocupación disimulada en su cara. No quería que siguiera con esa inquietud y mostrándole una sonrisa acerqué mis labios a los suyos y le di un suave beso para después volverla a mirar con la misma sonrisa que ella ahora sí me devolvió feliz y relajada.

-Dame otro. -Me pidió y yo se lo di, bueno ese y otros más, hasta que terminamos echando el enésimo polvo de esa noche. Cuando terminamos ya relajados ella me pidió que nos volviéramos hacia el otro lado y así fue como me di cuenta de que mi amigo me miraba con una sonrisa cochina en su cara. El muy cabrón se había enterado de todo el polvo que acabábamos de echar casi en un susurro por no despertarle y no había dicho ni una palabra, el único que expresaba lo que había visto era su falo que estaba más tieso que una farola. Sonia asomó su cara por encima de mi cuello y al ver a su novio en esa tesitura me pidió que le dejara el sitio y acabó follándoselo con el cariño y el amor que ella era capaz de hacerlo.

Por la mañana no tuvimos mucho tiempo para nosotros porque se me hacía tarde para llegar a mi trabajo, así que nos despedimos hasta la tarde del día siguiente en que disfrutaría con la velada de esa semana.

“Pásalo bien, cielo”, fue el mensaje que me envió Carmen la tarde del viernes.

La verdad es que iba a echar de menos ese monumento, cosa totalmente natural, ¿No? Así que le respondí para agradecerle su deseo.

“Gracias preciosa, lo pasaría mejor si estuvieras tú.” y lo acompañé de unos stickers con besos.

Llegué algo más pronto a la casa de Marcelo y Sonia, no pensaba molestarlos con mi adelanto, pero me serviría para charlar con mi amigo y compartir una cerveza con él mientras Sonia se arreglaba, total no tenía nada mejor que hacer en casa.

En cuanto terminamos de cenar nos fuimos todos al salón, donde nos servimos la primera copa que daba el pistoletazo de salida a la noche de sexo que nos esperaba. Toda la velada se desarrolló por los cauces previstos, sobresaliendo las ganas que mis congéneres demostraron tener porque yo tuviera más acercamiento con ellos, dado que el cabrón de Marcelo le había contado a Félix lo que hicimos hacía dos noches. Al final no me pude librar de probar sus pollas y llevarme algún rastro de semen en la boca.

-Esta semana espero que te llegues a casa, -me dijo Marta como entrante cuando ya estábamos acostados y abrazados en la cama.

-Está bien, como quieras, ya te avisaré qué día me viene mejor. -Terminé por decirle.

-¿Te estás viendo con Carmen? -Me espetó dejándome totalmente sorprendido.

-No, que va, un par de cenas con sus noches. Pero no nos estamos viendo.

-Pues piensa un poco en ella porque es una chica estupenda y lo he hablado con Sonia que es también de la opinión que te vendría muy bien para terminar con tu vida solitaria.

-¡Seréis alcahuetas...! ¿Cómo es que lo habéis hablado entre vosotras?

Ella soltó una risotada y se restregó sobre mi cuerpo dándome finalmente otro besazo de campeonato.

-Lo hemos hablado y aprobado solo entre nosotras, no vayas a creer que también lo hemos comentado con ella.

-Claro, ya era lo único que os faltaba, que os confabularais como las tres mosqueteras para llevarme al huerto.

Ella volvió a reír y repitió las acciones de antes provocando los primeros renaceres de mi cipote. Y es que la jodida además de descarada estaba buenísima y tener esas dos tetas presionando mi pecho y ese pubis tan arreglado restregando mi polla, me estaban poniendo a mil y decidí que sería mejor dejar la cháchara para metérsela hasta que llorara de placer y se dejara de tantas risas a mi costa y a la de Carmen que estaría ignorante de lo que tramaban estas dos arpías.

-Pero si es una chica monísima en todos sus aspectos visibles. Está sola, tanto como tú y haríais una hermosa pareja.

-Deja de buscarme novia y métete mi pinga ya que no aguanto más so puta.

Unas nuevas risas suyas sonaron en el silencio de la habitación, pero me hizo caso porque al momento se puso a horcajadas sobre mí y se dispuso a clavársela ella misma. Luego al ver que todavía no estaba lo suficientemente lubricada, me dio un buen chupetón y por fin la volvió a colocar sobre su vulva y se dejó caer sobre ella hasta que sus labios mayores chocaron con mis huevos. Joder qué delicia tener a Marta en esa tesitura. Ya no hubo más risitas en mi contra, solo susurros cariñosos que a ella le gustaba practicar de vez en cuando fuera quien fuera al que se estuviera follando.

-Despacio mi vida, -me decía y luego me morreaba-, me gusta mucho follar contigo mi amor... así hasta las bolas uhmmm... eso es, hasta arriba, pero que no se salga cariño...

Ella era la que llevaba la batuta al imponer el ritmo que quería desde su posición dominante y aunque muy lentas las penetraciones, me tenía al borde del orgasmo y hasta tuve que reprimirlo para no hacerlo precozmente. Mis manos no dejaban de acariciar su espalda y sus esbeltas nalgas, en medio de las cuales deslicé mi dedo medio para primero acariciar y luego penetrar su ano, provocándole un repullo y un aumento en su ritmo de penetraciones. Ahora ya no me decía tantas frases cariñosas, ahora solo gemía más fuerte cada vez y mi polla entraba y salía ya a una velocidad vertiginosa de su caliente coño. Un par de minutos después se obligó a separar sus labios de los míos por culpa del orgasmo que la hacía jadear dejándola sin aliento. No sé si era por la de veces que me había corrido esa noche, pero mi corrida se retrasaba y ella ya no podía seguir cabalgándome porque estaba deshecha encima de mí.

-No te has corrido cabrón, -me espetó en cuanto se recuperó-, tendremos que hacer algo para arreglar eso.

-Sí, -le respondí-, ese error te va a costar un nuevo orgasmo zorrita mía.

-Uff que peligro tienes, ¿Y me vas a castigar con ese palo? -Me decía melosa mirando fijamente mi rabo.

La verdad es que era una gozada ponerme detrás de ella y observar cómo ese culo era solo para mí en esos momentos, mientras sus tetas levemente operadas se sostenían perfectamente sin descolgarse y yo no me podía resistir a amasarlas como se merecían. Mi erección no decayó en ningún momento por lo que no hubo demora en la invasión a su coño, pudiendo oír su primer y largo gemido de la segunda sesión. Ya no paré y francamente ahora buscaba mi liberación porque la cabrona me estaba poniendo a cien con la visión que me ofrecía su cuerpo.

-Me falta poco cielo, -le dije emulando sus frases cariñosas pero acompañada de unas penetraciones febriles-, ¿Dónde quieres que me corra, mi amor?

-Aguanta un poco que me corra contigo y lléname hasta rebosarme por dentro cabronazo. -Me respondió menos cariñosa que antes.

-Joder mi vida, no puedo más... córrete ya cariñito mío... Uhmmm... me corro cielo... uff...

Ya no pude retrasarlo más, pero por suerte ella comenzó a correrse unos segundos antes que yo lo hiciera también y el placer fue bestial, brutal, colosal... y no podía sostenerme más tiempo erguido por lo que me desplomé sobre su espalda que se cimbreaba como una palmera azotada por un huracán. Al final ella cedió y cayó sobre el colchón sin poder aguantar más tiempo mi propio peso. No me quise apoyar y mis brazos quedaron laxos a lo largo de mi cuerpo sin que ella me pidiera que la liberara de esa presión. Estaba hecho polvo y no me quedaban fuerzas ni para incorporarme, así que me despegué de ella por deslizamiento que era el menor esfuerzo posible en aquellos momentos, quedando los dos boca abajo el uno al lado del otro y en el silencio de la estancia solo se oían nuestras respiraciones muy atenuadas, porque no teníamos ni fuerzas para resoplar.

-Joder Marta, has acabado conmigo. -Le dije cuando pude recuperar mi respiración.

-Ni me hables cabrón... necesito una botella de oxígeno. -Me respondió al tiempo que sus hombros temblaban por la carcajada más silenciosa de la historia de la humanidad.

Tampoco es que hubo mucha más conversación porque, así como nos encontrábamos cansados y sucios, nos quedamos fritos los dos.

Al día siguiente desayunamos tarde y poco después nos metimos en el jacuzzi que había en un rincón de la piscina haciendo tiempo para la hora de la comida. Estábamos en pelotas los cinco, pero nadie buscaba volver a tener sexo esa mañana. Sí hubo tocamientos o roces, pero nada más, solo echamos un buen rato hablando de nuestras cosas, hasta de temas de trabajo incluso. Llegué a pensar que éramos unos tipos raros, pero ni por asomo se me ocurriría provocar un inicio sexual en aquellas circunstancias. Luego comimos como hacíamos todos los sábados y cada uno se marchó a su casa cuando acabamos de tomar el café.

Esa tarde Carmen me envió un mensaje con el texto “Espero que lo hayas pasado bien” y unos iconos de caras enviando besos, los mismos que yo le envié en mi último mensaje. Estuve pensando un rato mi respuesta y finalmente me decidí con un “Ha sido estupendo, pero te he echado mucho de menos”. Y era cierto que me lo disfruté a tope, pero la velada hubiera sido para mí más completa si hubiera acudido Carmen y al final quedamos en vernos el domingo para ir a comer y pasar luego la tarde en mi casa, siendo la primera vez que una mujer entraba en ella para estar conmigo desde el fallecimiento de mi esposa.

Esa semana le cumplí a Marta la promesa que le hice de ir a su casa y todo fue mejor de lo que yo pensaba porque Félix no se ausentó en ningún momento esa tarde, aunque luego él durmiera en la otra habitación siguiendo la orden de ella cuando la batalla sexual se podía dar por finalizada, porque fue de madrugada cuando echamos el último de la noche.

Los encuentros entre Carmen y yo eran cada vez más frecuentes y es que los dos congeniábamos estupendamente en todos los aspectos incluyendo los de cama, por supuesto. Marta y Sonia nos trataban como pareja a pesar de nuestras continuas negativas, aunque poco a poco se iban cargando de razones para sostener su criterio y es que cada vez hacíamos más cosas juntos. Normalmente era ella la que se venía a mi casa por la comodidad que nos daba a los dos, teniendo en cuenta que en la suya casi siempre estaba su compañera de piso. Poco a poco se fue trayendo más cosas personales porque los fines de semana los pasaba prácticamente todos en mi casa.

También ahondamos más en el conocimiento de lo que nos pasó a ambos con nuestras anteriores parejas, dado que ninguna de las dos terminó siendo normal, así me contó que Richard, su novio, fue una pareja tóxica para ella, no solo por el hijo que le hizo abortar, si no por las continuas vejaciones hacia su persona. La trataba a veces como un cero a la izquierda y en un par de ocasiones en que llegó medio borracho a la casa acompañado de su amigo, la obligó a tener sexo con él. Luego al día siguiente cuando discutían y ella hacía intención de dejarlo, él cambiaba su actitud poniéndose muy cariñoso con ella, convenciéndola que aquello era porque estaban borrachos él y su amigo, que ya no ocurriría nunca más... para unos días más tarde volver a las andadas. Cuando Richard supo que se había quedado embarazada, le dijo que el padre sería su amigo porque él era estéril y que tenía que abortar si quería seguir con él y cuando ella se negaba a sus deseos al comprobar que la estaba mintiendo y que el padre efectivamente era él, la amenazó de todas las maneras hasta que consiguió sus propósitos. Un mes más tarde la dejó cuando se enrolló con otra chica.

Por mi parte yo le conté cómo conocí a Sofía, lo felices que éramos primero como novios y luego como casados y que cuando ya habíamos planificado intentar engendrar nuestro primer hijo en los próximos meses, llegó el accidente que puso en conocimiento de todos la doble vida que ella llevaba con su jefe, incluso le hice saber que en ese momento fatídico mi esposa fue la que provocó la tragedia al estar haciéndole una mamada a su amante mientras conducía, cosa que no comenté nunca con nadie más, aunque estaba en conocimiento de más gente, incluidos mis dos amigos. Tampoco le oculté que más tarde me enteré de que se acostaba también con sus dos compañeros de oficina. En esos correos ella les exigía que fueran muy cautos, amenazándolos con cortarles sus favores si algo de aquello salía a la luz, así fue como me pude enterar que solo estaba con ellos por el morbo de disfrutar de otras pollas y porque yo se lo negaba en los encuentros con nuestros amigos. Todo ésto se lo conté para que pudiese comprobar hasta donde estaba dispuesto a ser sincero con ella, si iba a ser la persona que ocuparía mi corazón a partir de esos momentos, nuestra relación debería empezar desde cero, sin ningún tipo de secretos que enturbiaran nuestra convivencia en un futuro.

En unos meses pasaba ya más días en mi casa que en la suya y me di cuenta de que cuando se ausentaba, la echaba mucho de menos y sí, nos dejamos de negativas ante tantas evidencias y un fin de semana le pedí que se viniera a vivir conmigo definitivamente, cosa que ella celebró con una felicidad lagrimosa que le duró toda la tarde. También lo festejaron nuestros amigos y por supuesto mis padres y mi hermana que ya la trataban como mi novia desde hacía largo tiempo. Carmen, aunque no mantenía muy buenas relaciones con su familia debido a la mala influencia de su antiguo novio, que la tenía prácticamente enfrentada a toda ella y todo el tiempo, me llevó a conocer a sus padres y a su hermana, con los que al final llegué a congeniar lo suficiente como para que la relación con su familia mejorara notablemente.

Quedaba un asunto bastante peliagudo por tratar de aclarar entre nosotros y no era otro que el de solucionar cual iba a ser nuestra decisión en cuanto a los encuentros de los viernes con mis amigos. El de ir a verlos entre semana por mi parte, lo fui descartando en el momento en que mi relación con Carmen se fue manifestando abiertamente, pero quedaba por dilucidar qué haría yo a partir de ahora y sobre todo qué pasaría con ella, ¿Estaría dispuesta a acompañarme en esas veladas?

No quise ser un borde aguafiestas como me tildaba mi esposa mientras me iba poniendo los cuernos con otros y desde el primer momento prefería que nos integráramos en la forma de actuar de mis cuatro amigos. Lo más complicado fue proponérselo y lo hice justo una tarde de la primera semana que compartimos mi casa. Estábamos ambos sentados en el salón tomándonos una infusión después de la cena, cuando decidí abordar ese asunto que tanto me preocupaba.

-Oye cielo, tenemos que hablar sobre las reuniones de los viernes con mis amigos. -Le dije para entrar en materia.

Ella no dijo nada y tampoco era capaz de mirarme a la cara. Sabía que se trataba de un asunto muy delicado y me dejaba la iniciativa sobre todo lo que le tuviera que decir. Entonces tomé de nuevo la palabra.

-Verás, en principio hay dos opciones sin que tú tuvieses que intervenir en estos momentos, según veo yo. La primera sería seguir acudiendo sin más, dejándote sola en casa cada viernes y la segunda no podría ser otra que dejar de ir desde ya a esas reuniones.

-Entonces, lo mejor es la segunda opción, ¿No? -Me preguntó.

-Bueno, existe una tercera, pero en este caso sería con tu posible intervención.

-¿Y eso? -Me planteó de inmediato con los ojos de par en par, mostrando incredulidad ante lo que le acababa de proponer.

-No hace ni falta que te lo describa, ¿No? Nosotros somos ahora una pareja, igual que ellos. -Le respondí.- Y si lo quieres saber, mi opción es la de integrarnos con ellos.

Estaba claro que la única solución posible era que acudiéramos los dos para compartir nuestras veladas de los viernes como una nueva pareja más. También sabía que aquello provocaría un rechazo inicial en  ella, más aún teniendo en cuenta que Marta era casi una prima suya, pero era lo que había y debíamos tomar una decisión.

-Ya… -tomaba Carmen por fin la palabra para darme al menos una primera opinión-, pero es que no me veo cómoda haciendo eso… no sé Julián, pero sobre todo, ¿A ti no te importaría?

Ninguno hablaba claramente de tener sexo o de follar, parecía que eran palabras tabú en nuestra charla, así que quise cortar por lo sano.

-Si es con ellos, por supuesto que no me importaría. Te advierto que todo lo que hacemos es disfrutar de un buen sexo, desinhibido y morboso, donde la única meta es pasarlo bien, cielo. Ahí no existen los celos, todo está basado en un magnífico entendimiento entre nosotros y estoy seguro que tú y yo encajaríamos perfectamente en el grupo.

-¿Podemos esperar a tomar una decisión en un mes? Necesito hablarlo con mi prima primero.

-El tiempo que tú necesites cariño y me parece bien que lo hables con ella si eso te va a ayudar a tomar tu decisión.

-Pero tú no vas a ir tampoco durante este mes. Es que no soportaría que te fueras el viernes y volvieras el sábado después de hacer todo eso con ellos.

-Todo eso como tú dices es follar, cielo, eso es lo que hacemos en nuestros encuentros, no quiero que te cortes cuando hablemos de follar con ellos.

-Joder Julián, mi amor, es que me da vergüenza pensar que Félix o Marcelo me vayan a hacer eso… bueno que me vayan a follar, ¡Qué fuerte! -Terminó por calificarlo con una sonrisa.

-Ellos y ellas, no te olvides que las dos también participan y lo mismo les da comerse una polla que un coño, así que vete preparando si es que eliges participar. -Le respondí tirando por la calle de en medio, pues quería que le quedara claro.