Yo ERA uno de esos amantes...

Zorra con suerte y Tony se siguen viendo a escondidas de Pastor, el hermano de ésta, y mientras Tony se suelta en el sexo por primera vez, deciden buscar una novia para endulzar el carácter de "Melocotón..."

“¿Qué es eso que viene por ahí…? ¿Un robot con una escoba metida en el culo…?” Eso, fue lo primero que pensó Traviesa la primera vez que le vio. Un chico que aparentaba más edad de la que tenía, muy alto, con el cabello corto y ondulado, casi rizado, y de color anaranjado, con gafitas redondas, chaleco escotado de punto, pantalones caqui, y que caminaba muy erguido. Demasiado erguido, estirado sería la palabra. Y serio, muy seriote. Traviesa estaba caminando por los terrenos de la universidad, buscando el edificio del teatro, donde le esperaba su amigo Tony, pero era la primera vez que pisaba esa universidad, y era enorme… de hecho, los terrenos comprendían también el gran instituto, los edificios de las bibliotecas, las residencias de estudiantes, cafeterías, gimnasios… era inmensa, y todo parecía muy bonito y bien cuidado, pero era fácil perderse si uno no sabía dónde estaban las cosas. Había algunos carteles sueltos, pero en ninguno ponía “Teatro”, así que Traviesa tuvo que valerse de andar preguntando a las personas que veía.

Preguntó a varios estudiantes, a un joven que tendía la ropa canturreando alegremente, y todos le fueron orientando, pero al llegar frente a la facultad de Derecho, supo que se había despistado otra vez. Le habían dicho que tenía que ver la facultad de Filología Hispánica, la de Filosofía y Letras, nadie le había hablado de la de Derecho… así que se puso a esperar que pasase alguien, para poderle preguntar. Era hora lectiva, y había muy poca gente deambulando por allí, los que no estaban en las clases, estaban directamente en las biblios, en las cafeterías, no hacía día para estar en los jardines, era Marzo y hacía aún frío. Y entonces, le vio. Se dirigía sin duda a una clase, porque no tenía el aspecto de alguien que anduviese por el mundo haciendo pellas. De hecho, parecía que la simple idea de algo semejante, le repugnaría, parecía tan severo y duro como un viejo, pero en sus ojos claros, había también algo de… astucia. Y su cabello corto y de color naranja, casi crema, le daba aspecto de… sí, se rió Traviesa. De melocotón. No sabía por qué, pero parecía realmente un melocotón, suave y dulce, aunque tuviera ese aspecto de legalista. Sonriendo, le preguntó si sabía dónde quedaba el Teatro…

-¿Otra más? – preguntó el chico desde su altura – A éste paso, pronto la cola de chicas saldrá del complejo… En fin, desanda hasta que veas la facultad de Filología, es la tercera contando a partir de ésta, luego gira a la derecha y camina todo recto hasta la cafetería roja; allí, caminas dejando la cafetería a tu derecha, y pasarás por la facultad de Filosofía y letras, y verás la biblioteca grande. Se reconoce enseguida por que parece el Partenón, y frente a la puerta, hay aparcado un Smart azul, es el del bibliotecario. Al lado, está el teatro. De todos modos, para cuando llegues a la altura de la cafetería, ya verás la cola de chicas que hay formada, así que no tiene pérdida.

Traviesa se le quedó mirando unos segundos. Nadie le había dado indicaciones tan exactas, eso desde luego… No le había fallado la intuición, puede que pareciese un estirado, pero también era un bonachón.

-¡Muchas gracias, Melocotón! – le sonrió cariñosamente, y estuvo a punto de echarse a reír de ternura al ver a su interlocutor ponerse muy colorado, con una cara de extrañeza realmente cómica.

-¿Melocotón…? – se extrañó, casi molesto.

-Sí… tienes un color de pelo precioso, y pareces igual de dulce… ¡adiós! – y se alejó alegremente.

“¿Melocotón?” se repitió Carvallo.  Y aunque una parte de sí mismo se decía “que le has gustado, que le has gustado…”, otra mucho más poderosa se sentía casi indignado, ¡pero qué atrevimiento, una chica que no le conocía de nada, llamarle de esa manera! ¡Aspirante a actriz tenía que ser, valiente desvergonzada…!


-¿Que te llamó “melocotón”….? – Sofía, a quien llamaban la Zorra con Suerte, hermana de Carvallo aunque no de sangre, no podía parar de reír cuando el joven lo contó, la noche siguiente, en la partida de rol.

-¿Y tú, qué le dijiste? – quiso saber Toñito, quien masterizaba la partida. La cuarta esquina, Rob el Perro, no preguntó nada, porque el joven moreno y de cara redonda nunca hablaba, pero le miraba con pícara curiosidad mientras escondía entre las manos un cartucho de tinta de la pluma de Pastor, que le había escamoteado, y que se pondría a beber en cuanto nadie mirase.

-¿Qué querías que le dijera? Yo no voy a seguirle el juego a ninguna de esas que hacen oposiciones a formar parte del harén particular del tal Tony… Si pretendía coquetear, conmigo se ha equivocado. Pastor nunca comete el mismo error en dos ocasiones. – pensativo, bajó la vista hacia su estuche. Y al mirarlo detenidamente, levantó la cabeza hacia el Perro. El joven bajó la mirada, pero era demasiado tarde, Pastor se había dado cuenta, y extendió la mano hacia él – Perro… mi cartucho de tinta, por favor. Si quieres beber tinta, te la compras, pero yo la necesito para los apuntes, y va cara.

Rob el Perro emitió un gruñido de fastidio y le devolvió el cartucho, y Toñito siguió leyendo la aventura que protagonizaban los tres, pero Zorra con Suerte, se quedó pensativa… Ella sabía que su hermano no era feo. Podía ser algo antipático con su forma de ser, siempre tan rígida y estirada, pero en realidad era muy amable cuando uno lo conocía bien. No es que fuera un conquistador, pero, quién sabe porqué, lo cierto es que tenía un misterioso imán para las chicas, todas se sentían atraídas por él, y casi siempre las más guapas…. Tal vez fuese por el modo en que Pastor pasaba de ellas. No es que las despreciase, es que… era siempre frío. Cordial, pero distante. Se había rodeado de un aura de “inalcanzabilidad”, se podía decir. Las chicas le miraban, y sabían, por el modo de ser de Pastor, que no importaba lo guapísimas que fueran o lo buenísimas que estuvieran; él no caería a sus pies como los demás chicos. Nadie podía negar que Pastor era un hombre con apetitos de tal… cuando Sofía buscaba algo en el ordenador de su hermano y encontraba vacío el historial de internet, ya sabía qué había estado haciendo… pero él se negaba taxativamente a “tontear con las chicas”, como él decía.

“Todo eso le viene por Susana…” se dijo Zcs. Y tenía razón. Susana había sido una chica del instituto, a Pastor le había gustado bastante, dentro de lo poco que dejaba el chico ver de sus sentimientos o emociones… y en un fin de curso, con dieciocho años cumplidos, habían montado una fiestecita, en una cafetería, cantando y bebiendo, todos los compañeros. Zorra también estuvo allí, y Toñito, el Perro no, porque entonces aún no lo conocían, pero el caso es que allí estaban todos, riendo, festejando las recién iniciadas vacaciones de verano (o retrasando el momento de ir a casa, como era el caso de Toñito, que llevaba cinco terribles suspensos en las notas), cuando Zorra dejó de ver a su hermano. Le buscó por la cafetería, y salió a la calle a ver si lo veía, era rarísimo que se hubiese ido sin avisarla, él siempre la llevaba a casa… algo había sucedido. Miró en los lavabos, por si estaba mareado, preguntó a todo el mundo… y finalmente, le dijeron que le habían visto irse con Susana. Zorra, suponiendo lo que había sucedido, sonrió y se limitó a esperar.

Esperó hasta casi medianoche, cuando ya todos se habían ido, y sólo se quedó Toñito a acompañarla, en parte por amistad, en parte porque no quería volver a su casa. Pastor llegó solo, con cara de rabia y tristeza, y las mejillas arañadas. Zorra quiso preguntarle al instante qué había pasado, pero la cara de su hermano la acalló al momento. Se despidieron de Toñito y volvieron juntos en el bus nocturno, llamando desde la estación a casa de los padres de ambos, para que estuvieran tranquilos.

-Sofía… - le dijo en el autobús, y Zorra casi se sobresaltó, porque algo muy serio iba a decirle Pastor si la llamaba por su nombre-nombre, y no por el apodo, como hacían siempre todos, sólo la llamaba Sofía cuando se enfadaba con ella – Nunca, nunca, tengas sexo con nadie que no se lo haya ganado. Nunca regales tu cuerpo. No quiero que te sientas… como yo ahora.

Pastor era muy reservado, y hubo de esperar dos días a que le contase todo el asunto. Susana le había propuesto ir pasar un buen rato en el coche de ella, y en principio Pastor vaciló, pero cuando ella se puso cariñosa, él cedió… porque pensaba que él a Susana, le gustaba de verdad. Su hermano perdió la virginidad en el coche de Susana, y según dijo “no estuvo mal”, pero al terminar, él había querido quedar con ella para el día siguiente, presentarle a Zorra, a sus padres… Susana se rió en su cara y le dijo que qué se había pensado, que ella, con “probarle”, ya había tenido suficiente. Pastor no lo comprendió, él no entendía que pudieses acostarte con una persona y no querer nada más de ella. Discutieron, él se indignó y le preguntó si le había tomado por un gigoló, y ella le arañó la cara y le echó de su coche a empujones. Desde entonces, Pastor había tomado la decisión de no acostarse jamás con ninguna chica, salvo que se casaran o, cuando menos, que tuvieran algo muy en firme. Zorra le consoló, le juró que nunca le diría a nadie lo sucedido, ni menos que le había visto llorar de dolor (Pastor presumía de no haber llorado nunca, y en cuanto a determinados golpes morales y físicos, lo había conseguido, pero lo de Susana le tocó muy hondo), igual que tampoco contaba a nadie lo mucho que le gustaba dibujar y lo hacía a escondidas, y le aseguró que ya encontraría otra chica que le hiciese olvidar su mala experiencia. Pero Pastor no paró hasta que ella prometió con él, que ella tampoco se acostaría con nadie a la ligera.

Zorra no se sentía en la necesidad de prometer aquello, la verdad… no era una chica mona, ni femenina, era muy desgarbada, iba siempre vestida con ropas holgadas y cómodas, y además llevaba de guardaespaldas a Pastor. Ningún chico se le había acercado… hasta ahora.

Tony Superhot, el nuevo profesor de teatro por el que se habían vuelto locas la práctica totalidad de las chicas de la universidad, sí se había interesado en ella, precisamente porque le gustaba actuar, no figurar, y era una payasa con poco miedo al ridículo… y, Zorra no sabía aún muy bien cómo, pero el caso es que ella y Tony habían acabado haciendo el amor frenéticamente entre bastidores, y los dos querían volver a verse. La joven sabía que había roto su promesa y que tendría que contarle a su hermano que ahora… tenía un novio, y no sabía cómo se lo iba a tomar. O mejor dicho, sí lo sabía: MAL.

“Pero si Pastor estuviese ocupado con otra chica… si encontrase el amor que cree que nunca, o cuando menos hasta dentro de mucho tiempo, no encontrará… tal vez no se lo tomase tan mal”. Pensó Zorra. Y aunque el que Pastor quitase importancia a una promesa rota era una posibilidad remota, bien valía la pena intentarlo.


-¿Quieres que Traviesa seduzca a tu hermano…? – Preguntó Tony al día siguiente, cuando ella se lo propuso.

-¡Ni loca! Si lo seduce en broma, entonces no habrá ni media posibilidad de que nos perdone nunca… Hablo de que ella lo conozca, que vea si le gusta, y si le gusta…

-Sofía, a Traviesa le gustan TODOS los hombres, le gusta coquetear con todos los hombres, flirtear y reírse con y de todos los hombres… por eso la llaman Traviesa.

-Y a mí, Zorra, y eso no significa que haga honor a mi nombre… sólo que me gusta que me llamen por él.

-Perdón… Zorra, no Sofía. – se corrigió Tony con una sonrisa llena de dientes blanquísimos. Zcs lo encontraba poco menos que arrebatador. Otro tipo de chica podría haberse preguntado qué veía un hombre tan guapo como él en una chica tan poca cosa como ella, pero la Zorra, no. Ella, ya lo sabía, y es que puede que no fuese muy bonita ni se arreglase demasiado, pero sabía que era simpática, inteligente y bondadosa… es cierto, era imprescindible hablar con ella para darse cuenta de todo eso, pero una vez hecho, ella sabía que era muy guapa por dentro. Tony se levantó del banco del teatro donde estaba sentado, y se arrimó más a ella, tomándola de la cintura… él estaba harto de chicas que “no eran chicas, eran un montón de pintura y ropa cara que no llevaban a nadie detrás”, chicas que querían acercarse a Tony el actor, Tony el cantante, Tony el artista de variedades… no a él. Chicas que fingían interesarse por los campos que él dominaba para intentar serle simpáticas, y que eran incapaces de mantener una conversación inteligente, sencillamente porque se pasaban tanto tiempo intentando agradar a los demás, que no habían tenido tiempo de saber cómo eran ellas y construirse una personalidad… Zcs era todo lo contrario, era una chica que pensaba que había cosas más prácticas en las que gastarse el dinero que en ropa, maquillaje o perfumes, como libros, películas de cine independiente (o salvajemente comerciales, no importa), juegos de rol y frikadas, y si tú pensabas lo contrario, eras muy libre de hacerlo, pero si intentabas hacerla cambiar de idea,  te podías ir al cuerno. A Zcs le importaba dos pimientos qué oficios hubiese desempeñado Tony, lo que le importaba es que era cariñoso, simpático, y bueno. Zorra no fingía interés en aquello en lo que, para ella, no lo tenía para caerle simpática a nadie, ella sabía qué le gustaba y cómo era, y sabía que era simpática de por sí, independientemente de la conversación, y nunca tenía la menor afectación. En una palabra: los dos estaban hartos de que el sexo opuesto los hubiera prejuzgado muchas veces, y disfrutaban de haber encontrado a alguien que había sabido ver un poco más allá. Tony la besó largamente, y Zcs le abrazó por la espalda, bajando casi enseguida a las nalgas, apretándole contra ella, y cuando Tony le acarició los labios con la lengua, la boca de la joven se dejó explorar sin resistencia, gimiendo suavemente…

-Vale… - susurró Tony. – Hablaré con ella, y veremos qué resulta… Pero, ¿y si  a tu hermano no le gusta…?

-No le gustará… esa, es su mejor baza para que se gusten, pastelito mío… - musitó Zcs, mordisqueando la oreja de su compañero. Tony quiso preguntar a qué se refería, pero entonces la joven se sacó la camiseta de los Sonata Ártica, dejando ver sus pechos libres de todo sostén, y Tony pasó de seguir preguntando, se lanzó a besarlos… Zorra engañaba, como siempre llevaba esas camisas tan amplias, nadie pensaría que tuviera unos pechos tan preciosos, algo mayores que la media, aureolas un poco grandes, y pezones gorditos… para él, bellísimos. La joven le apretó la cara contra ellos, abrazándole con las tetas, mientras suspiraba de gusto. Tony lamió sudor y perfume sencillo, la colonia de bebé que ella usaba, y notó que tenía que tenía que liberar su erección pero YA, si no quería mancharse los pantalones. – Mmmmmmmmmh… sí, sí, ven aquí, gatito precioso…

Tony, con los pantalones en los tobillos, como ella, sonrió y se arrimó. Zorra solía llamarle “gatito”, porque le recordaba a uno: no tanto presumido como consciente de su propia belleza, siempre repeinado, siempre bien arregladito, delgado, ágil… Tony aún no le había sacado un nombre cariñoso a ella, porque con Zorra ya le bastaba… y porque en cuanto empezaban, ya no podía pensar. Era la primera vez que le pasaba. Antes, en el sexo, era tan meticuloso y exquisito como en todo, era cariñoso, era delicado, era juicioso y cabal, era refinado… era un amante clásico, digamos. Con ella, no podía. Era verla, y su hombría tiraba de él, pensaba por él, y se hubiera puesto a jadear como un perro de no haberse contenido. Su deseo era más fuerte que él mismo, y no podía ocuparse de… actuar. Mal que le pesase, se había dado cuenta que con las otras chicas, actuaba también en la cama, representaba un papel, el papel del amante perfecto… con Zorra era natural, porque quien hablaba, era su deseo de estar con ella y hacerla suya. Como en aquél momento, que sin preliminar alguno, se ensartó en su carne hasta la pelvis, en medio del grito de ambos.

-¡Aaaaaaaaaaaaaah…. SÍ! – gritó ella sin poder contenerse. Fuera, Chucho, el viejo perro de Zorra, aulló por acompañar, y los dos rompieron en carcajadas, mientras Tony bombeaba, gozando del exquisito calor húmedo que le envolvía, y Zorra temblaba de pies a cabeza, con los pantalones del amplio chándal colgando de una pierna, esas piernas redondas y algo gorditas, esos muslos torneados y jugosos, que parecían suplicar que alguien los apretara y les diera cachetadas… y eso fue lo que hizo Tony, entre las risas alegres de su compañera. “Dios mío, me estoy comportando como un guarro de peli porno barata, ¡yo jamás había hecho algo así…!”, pensó… pero no podía detenerse, no quería detenerse, quería ser desenfrenado y un poco grosero…. Aaaah, qué maravilla, qué gusto sentía… Zorra le sonreía, con la frente sudorosa, las manos bajo su camisa blanca, haciéndole cosquillas en los costados, en la columna… él la tenía agarrada de las nalgas, apretándoselas con tal fuerza que le dejaba los dedos marcados, y cada vez que la apretaba, una maravillosa sensación de plenitud le recorría los brazos… La joven le apretó contra ella, y Tony la soltó un momento para quitarse la camisa por la cabeza, sin importarle que le saltara sin querer un botón, ¡quería sentir su piel sobre la suya! ¡Qué calientes estaban sus tetas…! Zorra le abrazó con fuerza “me encanta su modo de abrazar… me estruja”, pensó Tony, y la joven le gimió al oído.

-Da…dame más… por favor… me… corro… - la voz bajita de la joven, pareció derretir el cerebro de Tony, éste pudo notar un río de lava hirviendo derramarse por el interior de su nariz, por su nuca, y recorrer su espina dorsal, y empujó con fuerza, con rapidez, notando cómo su compañera gemía más fuerte a cada empellón, y finalmente sus piernas le abrazaron, cruzándose a su espalda, apretándole más contra ella, apresándole, igual que sus brazos, tensos… Zorra sintió una deliciosa explosión en el interior de su vagina, que hizo temblar su clítoris salvajemente y la hizo brincar sobre el banco, hasta que Tony casi la cogió en brazos, mientras su cadera golpeaba la de él, y la dulzura chispeante se expandía por su cuerpo, dejándola relajada, a gusto… Tony notó las contracciones orgiásticas del sexo de la Zorra y ya no pudo más, sin transición, su polla explotó dentro de ella, haciendo que sus piernas temblaran y tuvo que volver a dejarla en el banco, porque los brazos le fallaron y temió dejarla caer… aaaaaaaaaaaah…. Su descarga parecía tirar de él, era como si la vida se le escapara una agonía… ¡pero qué maravillosa manera de agonizar!

Permanecieron unos instantes aún unidos, abrazados y jadeantes, hasta que Zorra quiso besarle, y al mirarle a la cara, ahogó un grito.

-¡Tony! ¿Te he golpeado? ¡Te sangra la nariz! – Tony se llevó los dedos a la nariz, y efectivamente, un reguero caliente le llegaba al labio superior – Echa hacia atrás la cabeza, espera. – Sofía tomó un kleenex del bolsillo y le taponó la nariz, mientras Tony la miraba muy sonriente.

-No me has dado ningún golpe, cariño. – dijo, con voz gangosa – Es sólo que me emocionado mucho… - Zorra le dedicó una sonrisa enternecida y le besó la mejilla. Sabía qué quería decir Tony, al excitarse demasiado y muy deprisa, había sufrido una pequeña hemorragia nasal. No es algo que suceda a diario, pero puede pasar, sobre todo cuando uno es un adolescente y ve desnuda a una chica que le gusta por primera vez, o, como en el caso de Tony, cuando sufre una excitación sexual genuina y arrolladora casi por vez primera en su vida.

Un rato más tarde, Zorra salió del teatro con una sonrisa soñadora, desató a Chucho y le abrazó. El anciano basset emitió una especie de gemidito cariñoso con la garganta y se dejó mimar, meneando la colita, mientras se ponía trabajosamente en pie. La joven ya se disponía a marcharse, cuando una risita ronca la hizo volverse. Rob el Perro estaba tras ella. La Zorra puso cara de horror, pero el Perro alzó las manos, negando con la cabeza mientras sonreía, y ella suspiró tranquila. El Perro olfateó y le dedicó una mirada de picardía, alzando las cejas.

-Bueno… - sonrió Zorra. – digamos que… no ha estado mal. – El Perro sonrió por un lado de la boca y puso los brazos en jarras. – Está bien, de acuerdo, ha estado fantástico, sí, acabo de hacerlo, sí, ha sido con Tony, y sí, ha sido bestial, ¿satisfecho?

Rob sonrió y asintió. ¿Qué falta hacía que ella mintiera? Él, podía oler con quién había estado y qué habían hecho, y hasta lo bien que lo había pasado… pero no pensaba contar nada, así que no era preciso que se ocultara. De todos modos, Zorra le entregó la correa de Chucho y entró un momento de nuevo al teatro, para salir casi de inmediato.

-Sé que no vas a contar nada… pero esto, para agradecértelo de todas maneras… y porque ahora, puedo hablar con alguien de ello. – y le entregó una barrita de maquillaje color blanco. Rob sonrió abiertamente y se la llevó la boca, como quien chupa un caramelo, y los tres emprendieron camino a las residencias de estudiantes.


-Por enésima vez: No-me-gus-tas. Sé tan amable de dejar de perseguirme, por favor.

-Pero… Melocotón…

-¡Y no me llames melocotón! ¡Mi nombre, es Pastor, y para ti, Carvallo! ¡Fresca! – Pastor estaba casi colorado de indignación, hacía casi dos semanas que esa chica que le preguntó por el teatro, la que se hacía llamar Traviesa, le seguía a todas partes y no dejaba de inflarle la cocorota con sus estúpidas conversaciones y su descarado modo de intentar pegar la hebra, hasta su hermana se había dado cuenta “esa chica va a saco…”, había dicho, y a Pastor le horrorizaba que su hermana tuviera que ver algo semejante, ¡vaya ejemplo, y en una universidad! Traviesa usaba falditas de cuadros y blusas que dejaban el ombligo al aire a pesar de ser apenas Abril, y que aún refrescase. Solía llevar un abriguito corto, pero daba igual, porque lo llevaba siempre abierto. Usaba botines rojos que hacían juego con su cabello y siempre despedía un olor penetrante, y llevaba adornos estúpidos en el pelo, como si fuera una adolescente… su hermana respetaba su decisión de no querer nada con ella, pero Toñito y Rob el Perro no compartían su parecer:

-¡Pastor, tú estás grillado! ¡Esa chica está como un tren, está loca por ti, y tú la rechazas todo el rato! – protestó Toñito. El Perro no hablaba, como era su costumbre, pero asentía vigorosamente mientras se bebía el perfume de Traviesa, que le había distraído del bolso en un descuido de la chica.

-Toñito, el que una chica esté “como un tren”, no es motivo suficiente para perder la dignidad por ella. No está loca por mí, no le intereso en lo más mínimo, lo único que busca de mí, es… mi cuerpo – dijo, reteniendo el temblor de su voz, provocado por su malestar –    Y no voy a concedérselo como si fuera mercancía, sólo por un rato dudosamente agradable.

Rob el Perro le miró, encogiendo un ojo y los hombros, con expresión interrogativa.

-Pues porque no quiero, punto. – contestó Pastor. – Yo no soy un muñeco hinchable para nadie, soy una persona con sentimientos, y no voy a permitir que nadie me utilice para…. ¡un polvo, y adiós, muy buenas!

-Pero, Pastor… si no le das la ocasión de conocerla, nunca llegarás tampoco a nada… - intervino Zcs.

-¿Tú también? ¿Ahora, tú también?

-Sólo digo que es posible que le gustes-gustes, pero si no hablas con ella, nunca lo sabrás… no puedes juzgar a todas las chicas como a unas lobas sin corazón…

-Zorra, esa en concreto, SÍ es una loba sin corazón. Se ha encaprichado conmigo vaya uno a saber porqué, y como no le doy lo que quiere, la tengo detrás de mí. Sin duda, no está acostumbrada a que nadie se resista a sus encantos… - bromeó Pastor.

El Perro hizo un gesto muy elocuente encogiendo y estirando los brazos, y Carvallo pareció asqueado.

-No. No me voy a acostar con ella sólo para que me deje en paz, Perro. Que se masturbe pensando en mí, y me olvide, caray, no es tan difícil…

-¿Y por qué te parece una loba sin corazón…? Habitualmente, las que te perseguían, te dejaban en paz al cabo de dos o tres peticiones infructuosas, tenían su amor propio… Pero ésta, está insistiendo mucho… a lo mejor, quiere algo más. A lo mejor, deberías hablar con ella. – Pastor se quedó mirando atentamente a su hermana. A Zcs no le gustaba ese modo de mirar, era como si él pudiera ver a través de ella. Durante las dos últimas semanas, Carvallo no había podido descubrir el juego que ella se traía con Tony, precisamente porque Traviesa le había distraído lo suficiente como para tenerle ocupado y servirles de pantalla, pero si Pastor llegaba a sospechar que ella le ocultaba algo, y además, tan gordo…

-¿Y por qué tienes tú tanto interés en que hable con ella…?

-Eeeh… ¿a lo mejor, porque no quiero que un día te despiertes con 75 años y compartiendo tu vida con un pececito de colores que lleva seis días nadando panza arriba….?

-¡Oh, me encanta que me tengas deparado ese porvenir!

-Bueno, te pondría junto a una docena de gatos, pero es que encima, eres alérgico. ¡Pastor, muchas veces te comportas como un viejo!

-¿Un viejo, yo?

-Sí, señor, ¡un viejo solterón, huraño y cascarrabias, al que por que una vez le hicieron daño, se ha negado a volver a confiar en la gente, y prefiere parapetarse tras una cortina de “dignidad y decencia”, antes que arriesgarse!

Toñito y el Perro habían dado un paso atrás. Pastor estaba torciendo el morro, el labio de abajo le sobresalía y tenía los ojos achinados.

-Tú crees que quiero asumir riesgos, ¿verdad? Piensas que soy un cobarde, ¿no es cierto? – Zcs intentó decir que ella le tenía muchísimo aprecio y respeto, no le tenía por un cobarde, sólo por un poco comodón… pero Pastor continuó – Pero nunca has pensado así de mí con tanta insistencia… Sólo te has puesto tan declaradamente a favor de alguien que no fuese yo, con ésta chica… Te interesa saber por qué le digo que no PRECISAMENTE a ella… Y a mí me interesa saber por qué te interesa a ti. Así que hagamos un trato: yo saldré con ella, si tú me cuentas por qué tienes tanto interés en que salga con ella.

“Genial” se dijo Zorra. A Pastor, no se le podía mentir, él olía las mentiras como el Perro los compuestos tóxicos, pero tampoco le podía decir la verdad, si se enteraba que tenía un novio, y que se estaban… que se estaban acostando, los mataría a los dos. Se mordió el labio.

-Porque la conozco, y sé que es una buena chica. La conozco… del grupo de teatro.

-¡¿Qué?! – Toñito y el Perro se quedaron con la boca abierta. El Perro ya lo sabía, pero era mejor hacerse el sorprendido, Toñito no tenía ni idea, y Pastor menos. Pastor ABORRECÍA el teatro y todo lo que lo circundaba, decía que todos los actores eran gente de moral ligera, que todas las chicas que se habían interesado por el grupo, sólo querían arrimarse a Tony y éste las utilizaba como un sultán a su harén… lo último que hubiera querido oír, es que su hermana pequeña, se juntaba con esa ralea. – Sofía… ¡Sofía!

La citada se tapó la cara con los puños, cerrando los ojos, temiendo el rapapolvo. Pastor la miraba cabreadísimo, le salían chispas de los ojos casi cerrados. “Bueno, no sabe lo peor, pero con eso, le basta… es bastante fuerte para que no se le ocurra pensar que aún hay algo más”. Pastor la tomó del codo y empezó a tirar de ella hacia la residencia de estudiantes. Toñito y el Perro fueron lo bastante juiciosos de no seguirles, aquello era algo entre los dos hermanos.

-¿Dónde me llevas…? – se atrevió a preguntar Zcs.

-A la residencia. Vamos a hablar muy seriamente de esto tú y yo, pero primero, voy a llamar a tus padres y a contarles en qué pierdes el tiempo y cómo descuidas tus estudios. – Zorra estuvo a punto de protestar que era mayor de edad y hacía lo que le daba la gana, pero juzgó más prudente callarse, se limitó a seguir el paso de su hermano mostrándose lo más contrita que podía.

Muy por detrás de ellos, Toñito y el Perro caminaban hacia la residencia femenina. Era allí donde volvería Zorra con Suerte cuando su hermano acabase con ella, y querían enterarse de si ella seguía teniendo suerte o no… Rob hizo un gesto de cortar el cuello con el dedo índice.

-No, no creo que sea para tanto… - contestó Toñito. La verdad que el Perro podía no ser muy locuaz, pero sí muy expresivo. Aunque jamás soltase prenda, sus gestos, y sobre todo, sus ojos azules, eran asombrosamente elocuentes, y uno aprendía muy pronto a comprenderle. – Ella misma dice siempre que su hermano ladra mucho, pero muerde poco. – El Perro puso cara de no tenerlas todas consigo, y Toñito asintió.

Muchas chicas guapas entraban y salían de la residencia femenina. Toñito no podía dejar de preguntarse si alguna vez, habría alguna para él, pero El Perro dirigía miradas a todas, miradas tan llenas de pimienta que hubieran podido ser consideradas acoso sexual, y que, en medio de su cara redonda y sin afeitar, estaban mucho más cargadas de fuego de lo que hubiera sido esperable. Algunas le miraban con curiosidad, otras con asco, otras con sorna… Una chica muy joven fingió no darse cuenta de su mirada y apretó el paso para meterse en la residencia, y estuvo a punto de chocar con un joven muy alto, de mandíbula saliente, que llevaba un pesado barreño lleno de ropa recién lavada. Era Roy, a quien llamaban Virgo, el lavandero, que sonrió a la joven y se puso a tender sábanas y ropa interior. Generalmente, secaba la ropa en las secadoras, pero dos estaban estropeadas y no se podía dejar la ropa húmeda esperando que las secadoras estuvieran libres; después olían a húmedo, y el olor hacía parecer que alguien había vomitado sobre la ropa, era más práctico tenderla. Para que nadie le dijese que hacía favoritismos, entre la ropa que tendía, estaba la de su novia, Junior. Roy pensaba que no había suavizante en el mundo que pudiera eclipsar el cálido olor a hembra que desprendía siempre la ropa de Junior… y no era el único que lo pensaba. El Perro, de espaldas a él, se había puesto blanco como un papel. Lo último que había esperado encontrarse en una universidad humana, había sido el olor, inconfundible, de un miembro de su familia.


-Sofía, tu padre dice que ya lo sabía, ¿porqué no me lo has contado a mí?

-Yo no se lo conté a papá, mamá… - se excusó Zcs. Se oyó la voz cascada y ronca de su padre al otro lado… al parecer, le explicaba a su madre que él había atado cabos con las horas a las que no se la podía llamar ni localizar de ninguna manera, y el programa de actividades que habían mandado a casa, a nombre de ella, de manera que, aunque no sabía exactamente qué estaba haciendo, sí sabía que estaba  metida en alguna actividad, pero no había dicho nada, esperando que fuese ella quien lo contara…

-Sofía… - dijo su padre, y Zorra se sintió mejor. Es cierto que su padre, era mucho menos severo que su madre, ella siempre había sido la niña favorita de papá, pero cuando había que regañarla, le temía mucho más a él… precisamente porque no estaba acostumbrada a que se enfadase con ella,  pero sólo por el tono de voz que utilizaba, ya sabía que no tenía que preocuparse. – No es que me apasione que hagas teatro, pero si te gusta, y sobre todo, si no descuidas tus estudios, puedes hacerlo.

-¿De verdad? ¡Gracias, papá!

-¡Pero no dejes de estudiar por ello! – insistió su madre – Podrás hacer teatro siempre que ello no entorpezca tus estudios, ¿vale? ¡Y haz mucho caso a Pastor en todo, dile que su madre le manda muchos recuerdos…!

-Lo haré, mamá, no tendréis queja de mí, palabra… ¡gracias! – Zcs se despidió  de sus padres y colgó, con una gran sonrisa iluminando su cara redonda. Pastor la miraba con los brazos cruzados sobre el chaleco de punto y una mirada de severa disconformidad detrás de las gafitas redondas. – Bueno… no ha ido mal, parece que me dejan seguir.

-Eso, no cambia mi parecer. Me has mentido, Sofía, ya sabes lo que pienso del teatro.

-Precisamente por eso, no me diste pie a contártelo, me hubieras prohibido ir, y yo quería hacerlo…

-Me da igual que quieras hacerlo, y me da igual que tus padres te dejen, a mí ese tío y su calaña, no me inspiran ninguna confianza, así que, para quedarme tranquilo yo mismo y tus padres, te acompañaré todos los días, y te llevaré después a casa, y me quedaré allí durante los ensayos para vigilar qué te hace o qué no te hace.

-¿¡Qué?!

-Sofía, a esos del teatro ya me los conozco yo… con el cuento de “es arte, es por el arte, lo exige el guión”, les falta tiempo para hacer que te quites el sujetador, y eso, con mi hermana, no. – Zorra estuvo a punto de indignarse, de decir que estaba harta de que la tratase como si tuviese nueve años... pero con eso, sólo conseguiría darle motivos de más sospecha a su hermano, de modo que sonrió.

-De acuerdo… pero te recuerdo que me prometiste que, si yo te contaba mis motivos, tú… - A Pastor le tembló un músculo de la cara, se le había olvidado por completo su promesa. – Sí, exacto. Tienes que salir con esa chica.

-No…. ¡No, no y mil veces no! ¡No lo hare, no quiero hacerlo, no me gusta, no pienso hacerlo! – Pastor empezó a correr por su cuarto, mientras Zcs le perseguía diciendo “¡lo harás, lo harás, ya verás es muy simpática, va a gustarte mucho!”. Y Pastor sabía que no podía faltar a su palabra, porque… Zorra era muy buena, pero podía hacerle chantaje con demasiadas cosas que él no quería que se supieran.