Yo creo en ti - Cap. 9, 10 y 11

- Allison, quiero hablar contigo sobre… - se contuvo buscando las palabras faltantes o tal vez sólo pensando cómo decirlo sin que sonara tan mal - esto que haces. Quiero que hagas algo especial para mi -.

9 Mel

Las paredes de tablaroca retumbaron con el impacto de la puerta principal contra su marco. Liz abandonaba el edificio hecha una furia mientras yo permanecía dentro de mi habitación. Pensé en ir tras ella, vacilé por unos segundos; pero ¿qué se supone que debía hacer? ¿pedirle una disculpa? En realidad era ella la que me la debía a mi porque, ¿acaso me creía idiota? ¿En serio pensaba que con decir que había estado cuidando a Andrea se le perdonaba todo lo que hiciera o dejara de hacer?

Descargué mi frustración con un grito ahogado en una de las almohadas de la cama para después vaciar todo mi enojo arrojándola con toda mi fuerza. Accidentalmente calló sobre una pequeña mesa de noche derribando el contenedor de lapiceros y plumas que sobre ella yacía. ‘Brillante‘, pensé al arodillarme junto al desastre para tomar el contenedor cilíndrico que emitió un sonido de sonaja al momento de levantarlo. Al voltearlo para vaciar completamente su contenido una pequeña pieza metálica con forma de hueso cayó sobre mi mano: era la placa de Trey. Ni siquiera recordaba haberla conservado, creía que lo habíamos enterrado con ella. Trey... a pesar de que ya habían pasado dos años era inevitable el vacío que de vez en cuando se sentía en medio de tanta calma. Pensar en él me llevó a recordar como había conocido a Liz.

Trey se había adelantado al parque una tarde en un descuido mío al dejar la puerta del estacionamiento, de la entonces casa de mis padres, entreabierta. Noté que se había escapado cuando hubo demasiado silencio para ser las 4 PM; normalmente a esa hora no hacia más que llamar mi atención para salir a jugar. Cuando, en su búsqueda, llegué al jardín de siempre lo vi correr hacia el otro extremo de la pequeña montaña que dividía el terreno justo por la mitad.

  • ¡Trey! - grité, pero obviamente no me hizo caso, dudo que me haya escuchado siquiera.

Cuando por fin le di alcance me percaté que estaba descansando junto a una joven de mirada perdida.

– ¡Trey! ¿Dónde te habías metido? - la joven posó sus ojos en los míos y por vez primera hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.

Tenía una mirada penetrante, como si tan sólo con la acción de ver pudiera saber todos y cada uno de mis pensamientos. Sin embargo, por muy profunda que fuese no causaba incomodidad, no representaba una amenaza a mi intimidad porque así como ella trataba de entrar también dejaba la puerta abierta para sumergirse en su persona, acciòn por la que no me tomó más de dos segundos optar. Fue así como pude advertir que en ese par de estrellas había reflejado algo más que los rayos del sol. Había un trasfondo que menguaba la destellante luz que, de proyectar una emoción más próspera, me hubiera impedido sostenerle la mirada ante semejante iluminación.

– Disculpa si Trey te incomodó, nunca me había hecho esto - le dije una vez que pude recomponer mis sentidos que se habían nublado por aquella irradiación de emoción que desplegaba con su mirada.

Esa misma tarde hablamos al menos tres horas, 180 minutos durante los cuales descubrí qué era esa nube que oscurecía su rostro: tristeza. No sabía qué era lo que la causaba y ella trataba de ocultarla lo más posible pero algo de esa magnitud no se puede esconder detrás de una sonrisa fingida y una mirada perdida. Disfrutábamos de una fluida conversación, hablar con ella era perderse en una dimensión donde no había las limitantes del espacio ni del tiempo. Y aunque no fue sino hasta una semana después que supe la razón de su pesar, ella nunca dejó que se interpusiera en el desarrollo de nuestro relación. Se mantuvo inflexible ante el enorme dolor que la acompañaba todo el tiempo, a todas partes.

Sus padres y hermano habían fallecido hacía menos de un mes en un intento de secuestro. Estaban saliendo de su casa con dirección al recital de piano de Liz cuando cinco hombres armados los interceptaron. Buscaban lo que todo raptor pretende conseguir al amenazar a alguien con quitarle la vida: dinero. Lo peor es que no les bastó con eso sino que además no debía quedar ningún cabo suelto. Javier, Zara y Aaron nunca llegaron al auditorio de la escuela de música dónde Liz tomaba lecciones de piano desde los 5 años; en su lugar, al termino del evento, la esperaban dos oficiales de policía.

Había encontrado a Liz cuando aún estaba en duelo, pero se forzaba tanto a que este pasara lo más rápido posible que no había forma de que sus heridas sanaran. Usaba todo el tiempo esa misma máscara de tranquilidad, y hasta a veces de felicidad, con la que lograba engañar al mundo, pero no a mi. Desde el primer momento supe que algo no estaba bien y por alguna razón sentí un inexplicable impulso de arreglarlo. No podía dejarla sola en ese laberinto de dolor en el que ella misma insistía en perderse.

10 Liz

El tráfico propio de Reforma amenazaba con volverse caótico gracias a la típica diacronía de los semáforos de las grandes metrópolis. Aún podía divisar la mitad superior del St. Regis por el retrovisor del auto mientras lentamente rodeaba la glorieta del Ángel de la Independencia; que si hay que ponerse técnicos entonces es vital resaltar que de ángel sólo tiene el nombre pues en realidad es una Victoria Alada. Cuando por fin llegué al departamento el sol comenzaba a esconderse detrás del costado poniente de los edificios y el reloj marcaba las 6:03 pm. Debía apresurarme ya que entre más tarde fuese, menos posibilidades tenía de encontrar de nuevo a Allison.

Procuraba no darle muchas vueltas a lo que Mel había dicho. Entre más le rascara al asunto más remarcados se volverían ciertos detalles que llevaba tiempo ignorando. La fría agua me ayudaba con la tarea de no pensar más en eso; por otro lado me recordó aquella mañana invernal en la que me encontré por vez primera con la frágil figura de Allison.

La librería Gandhi era mi favorita en toda la ciudad ya que ahí no sólo puedes adquirir los mejores libros, sino que puedes acudir a leer rodeado de un ambiente de antaño y de conocimiento que sólo una librería o biblioteca te pueden proporcionar. Aquella mañana de domingo había acudido a adquirir un libro llamado “La sombra del viento” gracias a la recomendación de un compañero de Teoría Del Derecho I; esa obra maestra de literatura fantástica había sido el conocimiento más relevante de ese curso, sobre todo porque no trataba para nada sobre leyes.

Después de vagar un rato entre pilares de enciclopedias y diccionarios y hojear de vez en cuando uno que otro libro me encontré frente a la caja llevando solamente ese ejemplar. Un joven de playera amarilla escaneaba el código de barras de mi libro cuando otra joven de igual vestimenta se le acercó por la derecha a preguntarle acerca del precio final de un libro que al parecer tenía un descuento sobre el descuento. Al principio no le presté mucha atención pero en cuanto miré el reloj me entró prisa, se me hacía tarde para recoger a Mel de su clase de tenis que tomaba todos los domingos al medio día. Quise ver qué es lo que les tomaba tanto tiempo resolver pero en cuanto la vi el tiempo dejó de importar. Pudieron pasar uno o mil segundos, no lo sé, el tiempo se detuvo y sólo volví a mi hasta que el joven que me atendía me regresó a la realidad.

  • Son $357-.

-¿Perdón?-.

-$357 -.

  • Ah, sí - le tendí la tarjeta de crédito. Mientras él terminaba de preparar mi compra no pude evitar ver a la joven de la caja de al lado que también terminaba de cobrarle al señor del libro del descuento sobre el descuento. Sé que con veinte años recién cumplidos no podía considerarme una adulta, pero a mis ojos ella parecía aún una niña. Una niña que en ese momento no supe cómo ni porqué pero con sólo un vistazo me había llenado de curiosidad e intriga. Había movido dentro de mi algo que hacía mucho no sentía, algo que dudaba si siquiera había experimentado antes.

En cuanto crucé la puerta lateral con dirección al estacionamiento me detuve y giré para buscarla con la mirada: ella me había despertado esa sensación de tener un objetivo, aunque fuese tan simple como la idea de volverla a ver.

11 Allison

‘Al menos en las noches de verano no hace frío’ pensaba mientras partía del departamento de Kate, sólo un piso debajo del mío. Todas las noches antes de salir a la calle acudía al 605 en busca de ayuda con respecto al tema del maquillaje porque, a pesar de llevar ya dos años metida en lo mismo, nunca me había molestado en aprender acerca de ese “arte corporal”. Una suave y cálida ventisca recorría las calles de la ciudad proveyéndola del ambiente perfecto para tomar un paseo por el Centro, o a cualquiera le hubiera parecido así excepto a mi que conocía de sobra lo que escondían a sus espaldas esas calles históricas. Cada mañana de sábado y domingo debía recorrerlas para volver a casa ya que un puñado de hoteles “decentes” estaban repartidos por todo el Centro Histórico y, al no encontrarse a más de un kilómetro del cruce entre la Av. Johnson y Kennedy, eran la opción más optada por los hombres que llevaban prisa.

Aunque el objetivo de cada noche era conseguir un cliente y terminar lo más rápido posible, siempre comenzaba escondida detrás del poste o pretendía que hacía una llamada en la cabina de teléfono a la mitad de la cuadra esperando que de alguna forma extraordinaria, entendiéndose no como ‘sobrenatural’ sino simplemente ‘fuera de rutina’, el mundo dejara de girar liberándome de las indecencias a las que el hombre cedía en noches como esa. Extrañamente, 24 horas antes mi petición se había cumplido pero sólo para ponerme en una situación más preocupante. De una noche a otra había pasado de parecer un objeto a ser tratada con... ¿respeto? Hace mucho que esa palabra había perdido todo significado. Para la sociedad podía ser esencial en la interacción entre personas; sin embargo, en mi mundo hacía demasiado que nadie lo tenía para conmigo. Además, cuando la desventura es un estilo de vida, los pocos puntos de luz en el camino no son abrazados como una esperanza sino como una amenaza. ¿Por qué? Porque no mucha gente es benévola de corazón y la poca que sí está repartida por todo el planeta así que en realidad, ¿qué posibilidades hay de que uno de esos puntos de luz sea una de ellas y no otra más de las trampas de la humanidad? Dándole vueltas al asunto buscaba un par de monedas en el fondo del bolso para llamar a Adrian y desearle una buena noche. Iba a ser la primera vez que hiciera una llamada de verdad cuando Kristine se aproximó por la derecha murmurando un puñado de maldiciones de las que sólo rescaté tres palabras dignas de ser repetidas - ¡Eh! ¡Te solicitan! -.

  • ¿Qué? - y, como era costumbre de ella, me arrastró del brazo media cuadra hasta llegar a la esquina. El par de monedas que había conseguido sacar volvieron al fondo de la bolsa por la brusquedad de su ajetreo - ¡Apura, que yo no soy mensajera!-.

Era considerablemente temprano para ir con alguien pero la posibilidad de que esa tal Elizabeth se apareciera por aquí de nuevo me agobiaba más que ser la aventura de un cuarentón en crisis; al menos sabía qué esperar de ellos. Una vez más me empujó dentro de un automóvil y prácticamente soldó la puerta con la fuerza que le imprimió. Mi mente tardó un par de segundos en componerse del choque contra el respaldo del asiento.

- Un poco brusca tu amiga ¿no crees? - esa media risa escondida de fondo. Ya había oído esa voz antes. No hacía mucho.

  • Elizabeth, pero dime Liz ¿vale? - los seguros de las puertas hicieron su típico sonido al instante que el auto se puso en movimiento eliminando toda posibilidad de escapar.

  • ¿Qué se te antoja cenar hoy? - esto no podía estar pasando - La comida del hotel no es mi favorita pero podríamos repetir lo de ayer si te gustó… - mi cara no salía del asombro - ¿te gustó? - … - Tomaré eso como un no -.

  • Eh.. sí, sí me gustó - dije al fin, pero aún sin salir de la sorpresa - gracias-.

  • Bien - comentó sonriendo, como si le alegrara mi respuesta, pero ¿por qué habría de alegrarle que me haya gustado la cena del día anterior?

Muchas cuadras después se detuvo junto a un jardín en penumbra y desierto.. Los pocos rayos de luz del ocaso que aún se alcanzaban a colar entre las puntas de los edificios apenas le compartían una pincelada de claridad a las copas de los árboles y ninguna a los caminos serpenteantes entre los troncos.

  • En la parte de atrás hay un par de prendas que creí serían de tu talla. Respecto a los tenis, bueno, de esos si no tuve ni idea. Espero que no te queden muy grandes -.

  • Ehm… yo - no me dejó terminar la frase.

  • Claro, saldré mientras te cambias, también hay una bolsa de plástico para que guardes tu ropa. Cuando hayas terminado toca la ventana - y antes de salir encendió las luces interiores - para que no te pongas nada al revés - agregó y salió.

Permaneció recargada en la puerta viendo hacia el interior de la negrura que ofrecía el jardín. Yo por mi parte no encontraba una forma de huir así que opté por hacer lo que me indicó. Me quité la ropa que traía puesta (la típica minifalda, medias entretejidas, blusa escotada y tacones) y comencé a vestirme con los jeans que ahí había. Después los tenis, que efectivamente eran un poco más grandes que mi número, y una playera color púrpura con un estampado de figuras psicodélicas. Al tomar la bolsa descubrí un libro debajo, pero lo que me llamó la atención fue que no era cualquier libro sino “La sombra del viento”. ¿Qué tenía de especial? Una de las pocas ventajas de trabajar en Gandhi era que de vez en cuando podíamos obtener buenos descuentos en la compra de libros. En una de esas escasas veces había adquirido un ejemplar de ese mismo libro, no hacía mucho en realidad. Leerlo había sido fascinante, mágicamente atrapante. Un sonido extraño me arrancó del mundo de Zafón; era el celular de Elizabeth vibrando sobre el tablero. Toqué la ventana e inmediatamente se introdujo en al auto.

  • Creo que tienes una llamada - le dije.

  • Oh - miró el celular dudosa - no es importante - alcancé a leer el nombre “Mel” antes de que rechazara la llamada. Acto seguido, apagó el móvil y lo aventó a la parte de atrás. Rebotó un par de veces antes de aterrizar completamente.

  • Allison, quiero hablar contigo sobre… - se contuvo buscando las palabras faltantes o tal vez sólo pensando cómo decirlo sin que sonara tan mal - esto que haces. Quiero que hagas algo especial para mi -.

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¡Hola! Sé que he tardado mucho y tal vez no es tan largo como quisieran pero he puesto lo mejor de mi escaso tiempo en él. ¡Por favor, comenten! Leer lo que piensan me impulsa a escribir lo más que puedo :D

Agradecimeintos:

aurora la diosa (ID: 1363822) : Jaja, no te preocupes, no se notó para nada que ya querías saber más XD Bueno, ahora sabes cómo fue que Liz vio a Allison por primera vez :O Y es cierto, el amor no se agradece ni se pide nada  cambio, pero es algo en lo que Mel discrepa un poco. Para ti ésta continuación :) ¡Saludos!

*Ignacio (ID: 76949) : :S ¡Lo siento! Es que en mi mente todos los flashback hacen mucho sentido XD jaja*

**HombreFX (ID: 853437) : Para que sigas leyendo más :D Siento la demora :S****

*angie (ID: 1388487) : Aquí la continuación (y tú presioname con los comentarios que quieras, me encanta que comenten) :D*

*Nellaria (ID: 1390860) : Sí, don carreras a la vez: Ingeniería en Computación y Matemáticas Aplicadas :D y afortunadamente es en la misma universidad así que por ese lado no tengo tanto problema :)*

**labrys28 (ID: 1381566) : Creo que es un poco más largo.... peor no tan rápido :S Sorry :(****

**biittersweet (ID: 1357534) : Igual, creo que es un poco más largo :) Saludos.**

**Uma (ID: 1366827) : ¡Gracias! Ahora ya sabes cómo es que se conocieron :O Bueno, más bien cómo Liz encontró a Allison. Y si fui muy amable como para apurarme un poco XD jaja Saludos hasta la bella Argentina :)**

***Rebeca (ID: 1377266) : No te preocupes, coméntame cuando tú quieras, es un honor :) Sensibilidad: dulce explersión de la pura naturaleza del alma menos corrompida ;) (según yo, jaja)***

****Nirvana (ID: 1317108) : Jajaja ¡por favor, presioname! Amo leer sus comentarios :) Y más si son dobles como los tuyos :D Este es más largo a petición tuya :) Sí, dos carreras: Ingeniería en Computación y Matemáticas Aplicadas ¡Gracias! ¡Saludos hasta el hermoso Guanajuato! P.D.: Es mi ciudad favorita de México :D******

***Kao no nai tsuki (ID: 1393705) : ¡Gracias! Un honor que mi historia sea de tu agrado y efectivamente, éste capítulo es un poco más largo; lo suficiente, espero, para complacerte :) ¡Saludos hasta Venezuela!***

***Atte,***

***alLIZson***