Yo creo en ti - Cap. 3, 4 y 5

'Yo no puedo darle nada' había pensado, y era cierto: no podía ofrecerle nada más que mi cuerpo y al parecer ni eso le interesaba.

3  [Allison]

El sol se coló por la ventana calentando la habitación helada después de una velada invernal. ‘¿En dónde estoy?’ De golpe vinieron a mi mente los recuerdos de la última noche: Liz. Una joven no mucho mayor que yo me había conducido hasta este lujoso hotel. ‘¿Qué hora es?’ No había forma de saberlo pero seguro que ya era tarde. Me levanté de la cama, que para mi sorpresa estaba vacía y tendida a excepción de la mitad en donde había dormido, con intenciones de buscar mi ropa, la cual no encontré en ninguna parte. De un lado, pegada a la pared, vi una maleta azul marino que me hizo recordar que las prendas que tenía puestas le pertenecían a ella. Estaba por quitarme la ropa cuando recordé que no tenía otra cosa que usar ya que mi ropa se la había llevado ella. No me sentía cómoda partiendo con pertenencias ajenas, no era de ese estilo; sin embargo, no podía salir a la calle sin ropa.

Tomé del armario las pantuflas blancas con el escudo del hotel y salí de la habitación. Al dirigirme a la puerta que daba al pasillo pude ver a aquella joven durmiendo en uno de los sillones de la sala. Quería agradecerle todo lo que había hecho pero el temor a despertarla me lo impidió así que le dejé una nota sobre la mesa del comedor:

"

Gracias por todo. Siento mucho llevarme tu ropa. Si algún día te vuelvo a ver prometo devolverla.

  • Allison. "

Quité la cadena de la puerta con cuidado de no hacer ruido y abrí y cerré con la misma cautela. El elevador tardó un par se minutos en llevarme del ultimo piso a la planta baja, tiempo durante el cual las miradas de las personas que subían al elevador se posaron en mi. La forma en la que iba vestida además de las pantuflas desentonaba completamente entre toda esa gente que si bien no iba de traje, portaba ropa de la más caras marcas; inclusive había escudos que nunca antes había visto en una prenda lo que sólo me causo más incomodidad ante la situación. Cuando al fin llegamos a la planta baja salí del elevador a paso rápido atravesando la recepción sin hablar ni mirar a nadie y salí por la puerta principal.

Al principio me costó ubicar mi posición en la ciudad pero después de caminar sin rumbo unas cuantas calles encontré una avenida conocida. Estaba por tomar el transporte publico cuando recordé que no traía dinero, ni siquiera un mísero peso, por lo que me vi atravesando la mitad de la ciudad a pié para regresar al departamento donde vivía. El camino era muy largo, tardaría al menos dos horas en llegar al oriente de la ciudad pero no tenía otra opción así que mientras cuidaba de no pisar algo que pudiera atravesar las pantuflas y cortar mi pié repasaba los hecho de la noche anterior.

Kristine me había obligado a subir al auto amenazando con decirle a mi padrastro que no estaba cumpliendo con mi trabajo, de nuevo. Para mi sorpresa quien conducía era una mujer, esto definitivamente iba más allá de toda predicción para esa noche. Cuando comenzó a desvestirme pensé que con un poco de suerte ella haría todo el trabajo, yo sólo debía quedarme muy quieta. Ahora que tenía tiempo de darle vueltas al asunto me percaté de que había tenido mucho cuidado al tocarme; nunca llevo sus manos más allá de donde debía, en realidad sólo una vez había tenido contactó con mi piel al quitar la falda y había sido un movimiento inevitable. Recordé la ternura con que me vistió, como subió el pantalón por mis piernas y como yo, instintivamente, había elevado mi cuerpo para facilitarle la tarea. Incluso al momento de introducirme la playera había dejado que terminara sola. Habían jugado a vestirme en otras ocasiones; el detalle radicaba en la diferencia de las prendas y la manera de hacerlo. Normalmente los hombres con los que había estado lo hacían con lencería provocativa y de una manera brusca; esta joven, en cambio, lo había hecho con ropa decente mostrándome respeto a cada momento.

Cuando las cosas no podían ponerse más raras Liz me había llevado al baño. En esos segundos que nuestros cuerpos se habían tocado pude sentir una conexión, algo que nunca antes había pasado pero que al parecer a ella le causo molestia pues se separó bruscamente. Aun así no mostró señales de hostilidad después, al contrario, se dedicó a limpiar el maquillaje que tanto me molestaba usar.

Mientras la joven se concentraba en deshacer el horrendo peinado que me había hecho Kate, otra joven del mismo edificio, por primera vez pude detallar el rostro de Liz con calma.

Su piel era de un color rosa claro con unas facciones no tan finas pero perfectamente adecuadas a la forma de su cara. Sus ojos eran de color miel con unas rayas más amarillas que otras pues reflejaban un poco la luz encendida sobre el espejo; más aun, estaban redondeados por unas enormes pestañas perfectamente acomodadas hacia arriba que los hacían resaltar más. Su cabello era de un negro intenso, lacio, suelto cayendo en una cascada de diferentes tamaños dándole una apariencia despreocupada pero a la vez elegante.

Mientras ordenaba algo de comer me quede paralizada en el baño pensando en quién podía ser esa joven que me trataba con tanto cuidado. Más aun, ¿por qué lo hacia? No nos conocíamos, nunca la había visto antes de esa noche, entonces ¿por qué me prestaba tantas atenciones? ¿Acaso quería algo más de mi? ¿Pero qué? 'Yo no puedo darle nada' había pensado y era cierto: no podía ofrecerle nada más que mi cuerpo y al parecer ni eso le interesaba.

Iba dejando detrás el barrio rico de la ciudad. Calle tras calle se alejaba más de aquella misteriosa joven que la había cuidado por la noche y se acercaba más el mundo al que pertenecía; un mundo donde trabajaba de lunes a viernes por las tardes en un supermercado, los fines de semana en una librería y por la noche como prostituta, y si después de eso aun tenía fuerza para seguir, entonces acudía a la preparatoria por las mañanas. Pero esa noche, por primera vez desde hacía dos años había verdaderamente pasado una buena noche sin preocuparse de si debía trabajar al día siguiente, sin pensar en las tareas que no había hecho y lo más importante: había estado con un extraño que por una vez no había tocado su cuerpo de una forma brusca abusando de ella.

4  [Liz]

Un molesto ruido me arrancó del mundo de los sueños para encontrarme en el incomodo sillón donde había pasado la noche. 'Definitivamente pediré otra cama.' Después de haber acomodado a Allison en la cama me había recostado en el sillón con la intención de responder los mensajes pero de inmediato caí en un profundo sueño. Alcancé a contestar la llamada de antes de mandarla a buzón.

– ¿Bueno? – contesté con la voz aun un poco ahogada y torpe.

– ¿¡Se puede saber en donde estuviste toda la noche!?

– ¡Mel! – sus gritos me despejaron por completo – Lo siento, quería avisarte pero....

– ¿¡Lo siento!? ¡No pude dormir de la preocupación! ¡Ni si quiera Mark sabía en donde estabas o si estabas bien!

– Sí, yo...

– ¿¡Qué te costaba enviar un mensaje de texto!?

– Iba a hacerlo pero....

– ¡¿Tan ocupada estabas!?

– ¡No! ¡Cálmate! – no estaba preocupada, estaba histérica.

– ¡¿Que me calme?! ¡Desapareciste toda la noche! ¿Se supone que lo ignore? Además, ¿qué cosa más importante se te presentó que estar en tu propia fiesta de cumpleaños?

'¿Fiesta de cumpleaños? ¡Lo había olvidado por completo! Lo de ayer no era sólo una salida de antro, era por mi cumpleaños. Aunque ayer no había sido el día exacto, Mel había insistido en festejarlo el viernes por la noche ya que el domingo todos preferían descansar para iniciar la semana.'

– ¿Y bien, me dirás donde estuviste o dónde estás si es que sigues ahí?

– Yo... – estaba por inventar una excusa cuando alguien tocó la puerta.

– ¡Servicio de limpieza! ¿Hay alguien en el cuarto?

Rogué por que Mel no hubiera escuchado a la mucama pero esta había hablado tan claro y fuerte como resultado de la práctica que probablemente se había oído hasta dos pisos más abajo.

– ¡¿Estás en un hotel?!

'¡Damn!'

– ¡Elizabeth, contéstame!

'Anoche recogí a una adolescente de la calle y la traje a pasar la noche al hotel más caro de la ciudad. No, definitivamente eso no terminaría bien.'

– ¿En un hotel? No pienses tonterías Melody – traté se sonar lo más convincente posible. Llamarla por su nombre completo definitivamente había ayudado a disimular la mentira. Antes de abrir la puerta, para indicarle a la dama del servicio que regresara después, noté que la cadena estaba removida. ‘¿Se habrá ido ya?’ La señora al ver que estaba hablando por teléfono se limitó a asentir y no hacer mucho ruido al continuar por el pasillo.

  • Estoy con Andrea, lleva unos días sintiéndose mal así que no quise dejarla sola por la noche.

  • Oh, ya veo. Tú siempre tan atenta con tu prima. ¿Cómo amaneció?

  • Bien, ya se siente un poco mejor pero me gustaría quedarme un rato más por acá para asegurarme de que está bien.

  • Claro, haz lo que sea necesario. ¿Vienes más tarde? Te extraño.

  • Seguro, en cuanto salga del hospital iré a verte ¿de acuerdo?

  • Bien. Ahora pásame a Andrea, quiero saludarla.

  • Eh.. sigue durmiendo. Fue una noche larga, tú sabes...

  • Esta bien, por favor dile que le mando saludos y deseo que se mejore pronto.

  • Yo le digo.

  • Hasta la tarde amor.

  • Nos vemos Mel.

Colgué rápidamente en caso de que hubiera otro ruido que la hiciera sospechar. No me gustaba para nada mentirle pero no podía explicarle porqué había estado ausente la noche anterior; sobre todo porque se había esmerado mucho en organizar aquella fiesta a la que no acudí. Andrea seguro me cubriría una vez que le hubiera explicado toda la situación, después de todo era mi mejor amiga y cómplice en todas mis locuras, como esta.

Toqué antes de entrar a la habitación con la esperanza de encontrar a Allison ahí pero estaba vacía; busqué en el baño: vacío. Al abrir la maleta me encontré con todo tal y como lo deje lo cual me molestó. No se había llevado una chamarra para cubrirse del frío; peor aún, ni siquiera había tomado un par de calcetines y tenis. En fin, ya no había mucho que hacer pues se había ido.

Regresé a la estancia en busca de mis zapatos cuando al pasar junto al comedor noté una hoja que no estaba ahí antes. Era una nota donde me agradecía lo que había hecho por ella prometiendo que me devolvería la ropa si volvíamos a encontrarnos. Volveríamos a hacerlo, de eso estaba segura, pero primero debía ir a ver a Andrea, pasar al departamento a tomar un baño y cambiar de ropa para después ir a ver a Mel.

5  [Liz]

Miré la hora en mi reloj de pulsera antes de entrar a la habitación 514, eran las 12:00 pm. Nunca venía a verla tan tarde los fines de semana ya que al ser los únicos dos días de horario abierto en el hospital aprovechaba para desayunar con Andrea. Llevaba en la otra mano una bolsa con un par de donas y un frappé de café, su antojo más frecuente. Al correr la cortina correspondiente a su cama me encontré con un par de ojos curiosos y cansados pero que se iluminaron al verme llegar.

  • Creí que hoy no vendrías - dijo sonriendo sin ocultar esa felicidad que me regalaba cada vez que la visitaba y que a pesar de los años no había disminuido ni un poco.

Me acerqué lo suficiente para darle un pequeño beso en la frente.

  • Siempre vendré, tenlo por seguro - le respondí devolviendo esa sonrisa que me llenaba de alegría cada vez que la veía.

  • Me preocupé al ver la hora y tú no llegabas.

  • Lo que pasa es que me detuve por esto - pasándole la bolsa con sus bocadillos.

  • ¡Wow! ¿Es lo que yo creo?

  • Sólo no le digas a Beth que yo te lo traje - le dije guiñando un ojo como gesto de complicidad.

  • ¿Que no me diga qué cosa?

Esa voz pertenecía a nada más y nada menos que Beth, la enfermera de las tres habitaciones del ala derecha del quinto piso del Hospital Mercy West. Ella había sido la encargada de cuidar de Andrea desde el primer día que fue internada hace cuatro años cuando le detectaron leucemia infantil. Contra todas las expectativas de los médicos había sobrevivido y hasta cierto punto recuperado; sin embargo, no lo suficiente para valerse por sí misma fuera del hospital.

  • Liz como siempre intentando complacerte ¿no es cierto? - Beth le hablaba de una forma muy dulce, con un tono maternal y no dudo que la viera de esa forma pues después de mi, ella era la segunda persona con la que pasaba más tiempo.

Se había colocado a un costado de la cama para revisar los aparatos a los que estaba conectada. Limpió el dedo anular de la mano izquierda de Andrea y lo pinchó con una pequeña aguja extrayendo una gota de sangre que goteó sobre el aparato medidor de glucosa. Verla despreocupada bebiendo su café como si nada pasara me llenó de paz; algo que hacía un par de años no había creído posible. Después de tantas cosas que había pasado se había acostumbrado a vivir con su enfermedad; hasta había hecho las pases con ella de tal forma que ahora ya no la veía como un obstáculo sino como una parte más que la hacía única.

No sólo había cambiado su forma de ver la vida desde la primera noche que pasó en el hospital, sino también había crecido enormemente. Ahora tenía 17 años y era sumamente bella. Tenía unos ojos verdes que brillaban a la luz de la mañana; unas facciones que sin duda nos ligaban genéticamente; su cabello, al igual que el mío, era de un negro uniforme y lacio; por ultimo, su complexión era muy delgada, por muy bien  que se alimentara no podía ganar mucho peso debido a la leucemia que poco a poco la había ido consumiendo, a pesar de ello mantenía una vitalidad envidiable.

– Sólo puedes comer uno al día ¿entendido? – antes de salir de la habitación le indicó cuidadosa de la dieta que le había ordenado el nutriólogo.

Andrea sólo asintió y siguió comiendo su bocadillo sin preocupaciones.

– ¿Podrías hacerme un favor?

– Claro, ¿qué pasa?

– Si Mel llegara a preguntar por mi dile que pasé la noche aquí en el hospital ¿de acuerdo?

– Vale, pero ¿por qué?

– Sólo dile eso.

– ¿Qué hiciste anoche que no puede saberlo? ¿No la habrás engañado, verdad?

– No, claro que no. Sabes que ese no es mi estilo.

– ¿Entonces? ¿Ayer no era la gran noche?

– Así es, por eso necesito que digas que estuve contigo. Sólo así me perdonará el haber faltado a la fiesta.

– ¿¡No fuiste!? ¡Pero si llevaba planeándola semanas!

– La verdad olvidé que era ayer...

– ¿Cómo? ¿Qué te tuvo tan ocupada?

– Allison.

– ¿La chica de la credencial?

– Esa misma.

– Pero ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuando?, ¿por qué?

– Calma, te lo contaré todo pero promete que no le dirás nada a Mel.

– Hey, estoy de tu lado, eres mi prima ¿recuerdas?

– Cierto. Bueno, te dije que descubrí que vivía en un edificio de la avenida Johnson y trabaja por las noches como...

– Dama de compañía – completó la frase evitando que dijera esa horrenda palabra – sí, lo recuerdo.

– Pues ayer por fin me decidí a hacerlo. La recogí en el cruce de Johnson con Kennedy y la llevé a un hotel.

– No me digas que tu y ella... ya sabes...

– ¡No! ¡No! ¡Para nada!

– ¿Entonces?

– ¡Los hoteles no solo sirven para eso Andrea! - le dije dándole un suave golpe en la cabeza por insinuar tales cosas - Sólo la lleve a que pasara ahí la noche.

– ¿Y?

– Nada, la vestí con ropas apropiadas y después de cenar se quedó dormida en el sillón así que la llevé a la habitación. Al despertar esta mañana ya no estaba; sólo dejó esto – le dije mostrándole la nota que había dejado.

– ¿Sabes qué significa esto?

– ¿Qué?

– ¡Que debemos ir de compras para compensar! – me explicó divertida.

– A ti nada se te escapa, ¿verdad? – a lo que ella sólo sonrió – pediré permiso para que puedas salir un día de estos.

– Gracias. ¿Y ahora qué planeas hacer?

– Pensaba repetirlo esta noche.

– ¿Qué harás con Mel? Querrá pasar esta noche contigo después de que faltaste a tu propia fiesta.

– Iré a verla en la tarde, ya se me ocurrirá algo.

– ¿Qué pasó con "Sin secretos, sin mentiras"?

Ignoré su pregunta acercándome a la ventana de la habitación que daba una vista perfecta hacia un parque de diversiones a unas cuatro cuadras de hospital. Eso me recordó que también había prometido llevarla ahí, ya era hora de cumplir esa promesa.


Agradecimientos

luna, samy17, HombreFX, BUTLER, angie, lalalaura, Ojosverdes 87: Un gusto que sea de su agrado, saludos :)

Piccolo Poulin: Gracias por la bienvendia :)

yolanda: Procuraré publicar lo más seguido que pueda para no dejarte con el "qué pasará" :)

scorpio10: Gracias por tu EXCELENTE :D Y con respecto a tu frase

"Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón", pues no tengo novia pero puedo asegurarte que he escrito esta historia con todo el amor que un día sentí por una mujer :)

Ignacio: Espero no haber tardado mucho :S

Danny: Me alegra que mis modos sean de tu agrado :)

qackie: Espero que tus ansias se satisfagan con esta continuación :)

Uma: Efectivamente es muy triste saber que esto no es sólo una historia sino una realidad :( Espero poder llevarlo de la mejor manera. Para ti esta continuación.

AnToNella TuKitiTiki: Gracias por la bienvenida :D Creo que la característica predominane de esta historia será el romanticismo :) Gracias por creer en mi jeje

vane: Gracias :)

labrys28: Gracias :) Creo que no tardé mucho ¿o sí?