Yo confieso
No busco redención ni perdón, solo compartir mis experiencias y revivirlas mientras las escribo ya que al hacerlo siento mucha satisfacción y morbo, todo lo que aquí escribo sucedió y lo sentí en la realidad.
Estoy obsesionada, a pesar de tener una vida sexual activa en pareja, nada es suficiente para mí, me he vuelto una adicta al sexo y especialmente a masturbarme en los lugares más insólitos que os imaginéis, pero esa práctica me está llevando demasiado lejos y temo perder el control, me estoy volviendo una exhibicionista y un reciente acontecimiento que pasare a relatar más adelante me hace pensar obsesivamente con tener nuevamente sexo con desconocidos pues al pensarlo una excitación me recorre el cuerpo y me proporciona un enorme placer…
Me llamaré aquí Eva, tengo 37 años y estoy casada, no tengo hijos, trabajo en una entidad bancaria en una ciudad de España como ejecutiva, en mi matrimonio estoy razonablemente bien, somos activos los dos sexualmente, pero mi marido no siempre me satisface, he de ayudarme yo misma casi siempre. No me describiré, baste con decir que soy una mujer atractiva.
Mis inclinaciones onanistas, hace ya mucho tiempo que en lugar de en la cama frente a mi marido, he pasado a hacerlo en solitario, lo que me da un placer muy especial.
Todo empezó cuando en alguna ocasión después de alcanzar mi marido su orgasmo, yo fingía el mío y así lograba mantenerme excitada y fantasear con cosas que me llenaban de morbo, prolongando de esa manera mi excitación hasta que me desahogaba yo sola en cuanto tenía ocasión.
Tener a mi marido en la cama conmigo me impedía hacerlo sí que él se enterase, pero a mí me apetecía que ese fuera mi momento íntimo, no quería compartirlo con él.
Empecé por hacerme pajas en el baño de casa, a media noche cuando él ya dormía, me encierro y ante el espejo me muestro provocativa, lasciva, cachonda, muy caliente… muy puta… mmm me encanta, alcanzo unos orgasmos maravillosos mientras mis dedos acariciaban mi sexo y mis ojos contemplaban la imagen de aquella mujer ardiente en el espejo.
También la ducha y algunos envases de gel o champú son mis cómplices en multitud de ocasiones.
No todas las noches me masturbo, solo algunas en que necesito imperiosamente explotar de placer, pero la mayoría me duermo pensando en cosas que me excitan, unas veces soy una puta callejera que sube a un sórdido hotel con sus clientes, otras un extraño me viola en un callejón oscuro y me deja allí tirada entre los contenedores de basura con las bragas enredadas en mis tobillos, o yo seduzco en una discoteca a un grupo de chicos y me encierro con ellos en el baño para chupársela a todos y fallármelos, me encanta especialmente pensar que soy una stripper muy ardiente que en un bar de alterne baila para los clientes que babean ante mi y se masturban empalmados con mi cuerpo y mi danza provocadora… y así mil fantasías más… en los que salvo en el caso de ser violada (finjo serlo pero me vuelve loca por dentro que me violen en esa fantasia) siempre era yo quien llevaba la iniciativa sintiéndome una poderosa furcia que volvía locos de deseo a los hombres con los que estaba.
Cuando no me desahogaba en el baño de casa, después al despertarme por la mañana, mantenía una “predisposición” y una latente excitación que me hacían sentirme muy bien, me arreglaba con más ganas, elegía mi ropa y maquillaje para estar más sexy y deseable.
Me encanta despertar miradas de deseo entre los hombres o de envidia entre las mujeres, pero siempre manteniendo la compostura, no podía ni debía ser vulgar o provocativa, aprendí a ser sutil, tanto en mi comportamiento como en mis atuendos… sonrisas cómplices, miradas pícaramente tímidas, escotes elegantemente generosos, faldas ajustadas con aberturas… esas aberturas eran adornadas en muchas ocasiones por el encaje de las medias que en ocasiones enloquecían los ávidos ojos de algún mirón que descubría más allá del encaje la suave piel de mis piernas.
La excitación en ocasiones es tan intensa que para mantener las apariencias y no perder los papeles, tengo que encerrarme en el baño de la oficina a masturbarme hasta explotar en increíbles e intensos orgasmos… siempre mi imagen ante el espejo, siempre mostrándome lasciva, provocativa, muy puta…
Quería mas, definitivamente esto me gusta mucho, me enloquece y me proporciona un placer muy especial que no consigo de otro modo, así que sigo con esas prácticas y añadí alguna más, esa excitación contenida me embriagaba, sentir mi sexo palpitar y humedecerse copiosamente bajo mi ropa interior me vuelve loca.
“Sex-shop”, el neón en el escapare anunciaba lo que yo ya sabía que había dentro, entre risas y bromas, mi compañera María y yo pasamos adentro para curiosear y pasar un rato de risas, pero yo tenía un claro objetivo, había visto hacía tiempo por Internet unos huevos con vibración y mando distancia que me apetecía incluir en mis solitarios juegos morbosos, lo compré, mi amiga no daba crédito, yo le dije que eran un regalo para mi marido, con el que ella no tenía ningún trato.
Esa noche hice el amor con mi marido y como casi siempre fingí mi orgasmo para mantenerme caliente, estaba deseando estrenar mi juguetito, cuando mi marido dormía fui al baño, saque de mi bolso el huevo y me lo introduje en mi coño rebosante de jugos con un estremecimiento de placer, en el espejo vi como de mi cuidadosamente depilado coño salía la cuerdecita para extraerlo, estaba muy cachonda, agarré el mando a distancia y active la vibración… oh! Dios que placer! Subí la potencia un grado más y después otro y otro… antes de llegar al máximo explote en un increíble orgasmo sin apenas tocarme y sin poder ahogar mis gemidos de placer ni evitar que las contracciones de mi húmedo coño expulsaran a mi juguete que quedo empapado y colgado de un dedo vibrando enloquecido, solo entonces me percaté de que el dichoso juguetito era un poco ruidoso, debería ser cauta con eso.
Mi actividad sexual es discontinua, tiene mucho que ver con mi estado de ánimo y la carga de trabajo que tengo en un u otro momento, no obstante es raro que al menos un día por semana no me sumerja en estas prácticas que tanto placer me proporcionan.
Días después de estrenar mi huevito, y después de estimularme imaginando y fantaseando durante la noche, decidí volver a usarlo, a la mañana me arregle como siempre y Salí de casa con mi compañero de juegos en el bolso, estaba excitada y nerviosa, mientras esperaba el ascensor para bajar al parking daba vueltas a las cosas que haría durante esa jornada, subí al ascensor y rápidamente saque el huevo del bolso, subí mi falda, aparte las bragas a un lado y me lo introduje, me recompuse y cuando llegue al sótano Salí del ascensor en dirección a mi coche con normalidad…
-buenos días- saludo un vecino con quien me crucé.
-buenos días- respondí
Ufff que subidón! Me encanto aquello, que morbo! Estaba tan excitada que tuve que tranquilizarme para que no se me notara, me tome unos minutos sentada ante el volante de mi coche, mirándome en el retrovisor me di los últimos toques… al poner la llave en el contacto se me ocurrió utilizar el mando a distancia como llavero ya que disponía de una arandela en donde se podían insertar llaves, lo saque de mi bolso y puse en él las llaves de mi coche y claro… no pude resistirme a encenderlo… dios que sensaciones!! Por un lado el placer que el aparatito me proporcionaba, pero lo más intenso venia del morbo increíble que esa situación que solo yo conocía y que practicaba allí a la vista de todos sin que se enteraran me enloquecía.
Conduje mi coche hasta el parking de mi oficina con el mando a distancia en la posición “1” embriagada por el morbo y las sensaciones que me trasmitía aquella vibración en mi sexo, en cada semáforo, en cada ocasión que paraba entre otros autos o frente a peatones que pasaban a mi lado, sentía como mi calentura y mi morbo se acrecentaba al sentir ante todo la mirada de todo el mundo teniendo aquel objeto insertado en mi coño, moviéndose y dándome placer.
Ya en la oficina, sentada en mi despacho, con el mando descuidadamente sobre la mesa con las llaves de mi coche, pero sin vibración por temor al ruidito, comencé a disfrutar de la situación, mis compañeros al otro lado del cristal no se daban cuenta de lo que estaba haciendo, pero bien por el calentón que llevaba, bien por el atuendo especialmente sexy que elegí aquel día, tanga y sujetador de la talla 95 blanco a juego, falda negra estrecha con una generosa abertura por detrás y blusa blanca ligeramente transparente con los botones desabrochados justo hasta donde insinuar sin enseñar, labios rojo pasión y tacones altos… note algunas miradas desde el primer momento llenas de lujuria y deseo hacia mí.
Al moverme en mi silla, mi travieso amigo quería salirse de mí, retenerlo dentro se convirtió en un juego morboso mas, pues era placentero hacerlo contrayendo una y otra vez mi vagina, en una ocasión lo deje salir y oh! sorpresa, me di cuenta de que prisionero entre los labios de mi sexo y mi tanga, cuando adopte cierta posición para volver a metérmelo, note como presionaba mi clítoris… mmmm…
-y si ahora?…
-y so lo enciendo?… -me dije-
El deseo fue más fuerte que la prudencia, agarre distraídamente el mando y mientras leía un documento en la postura en que más presionaba mi clítoris… “click” nivel 1.
Mmmmmmmm…. Increíble, tuve que pararlo inmediatamente para no empezar a jadear o a poner cara de putón vicioso… mire alrededor disimuladamente y nadie parecía saber que estaba haciendo así que, un poco más…. click nivel 2 ufffff!! Esto es demasiado, tengo que dejarlo antes de que me descontrole, voy al baño a masturbarme.
Solo me tranquilice un poco, lo justo para seguir trabajando sin que se me notara nada, pero seguía caliente, muy excitada, mi amiguito descansaba en mi bolso esperando que terminara mi jornada de trabajo para volver a mi interior.
Quiero decirte una cosa a ti lector o lectora que hora me lees, no he podido evitar excitarme escribiendo mis experiencias, has de saber que entre estas líneas hay varias sesiones masturbatorias en las que el pensamiento me ha llevado hasta ti mientras lees y te masturbas como yo al escribirte.
…continuaría si me dices que te agradaría seguir leyendo.