Yessenia
Encuentro inesperado con una amiga casada, cosa que no le impide ponerle cuernos a su marido.
YESSENIA
Kleizer
Yessenia fue la primer hembra que me tiré. Ella es bajita, con ensortijado cabello castaño, por eso, de cariño le apodaba "pelo de alambre". Tiene unas buenas y generosas posaderas, algo caídas pero, cuando lo tiene en pompa, desnudo para darle, no tiene nada que envidiarle a J-Lo. La conocí en la Facultad, me la volé un par de veces, pero al final no quedamos en nada.
La perdí de vista varios meses, hasta que me llamó un día, diciéndome que se había casado. Me alegré por ella, aunque el demonio interior se sintió algo defraudado al saber que ya nunca más mis lujuriosas manos iban a sujetar ese dorado culito que tanto le gustaba tragar carne pero, mi demonio interior se equivocaba, al fin y al cabo, el matrimonio es sólo una palabra más
Fue hace dos meses, acababa de salir de mi trabajo y fui a dar un par de vueltas a un centro comercial cercano. Andaba viendo a cuánto andaba el "God of War 2", en el tercer piso, cuando una voz familiar me llamó:
-¡Hola, vós, cómo has estado!
Era Yessenia. Sus ojos color miel me devoraron de pies a cabeza, y sonrisa no era muy de amistad casta que se diga, cosa que no me molestó, claro. Vestía una blusa blanca con mangas largas y un pantalón jean, pudiendo notar su enorme culo, algo más ancho que como lo recordaba.
Empezamos a platicar banalidades, varias veces le pregunté sobre su marido, pero noté que esquivaba esas respuestas entonces no me quedó duda de lo que buscaba.
-¿Te acordás de aquella noche en el hotel? -me preguntó, bajando el tono de su melosa voz, sonando bien coqueta.
-Cómo olvidarla -le contesté-, fue mi primera vez -¿quién diría que el gran Kleizer iba a sonar tan cursi, verdad?-. Ella se rió.
-Yo no rompo promesas -me dijo entonces-. ¿Recordás que te dije que iba a haber más?
-Pero vós ahora tenés familia -repuse.
-Vení -me dijo, tomándome de la muñeca y guiándome hasta una especie de callejón dentro del centro comercial, donde sólo habían una tienda de productos naturistas y una oficina de bienes raíces que ya habían cerrado, aún así, no me hizo mucha gracia el riesgo de ser descubierto.
-No se me olvida lo que te gusta -me dijo, sonriendo y con sus ojitos rutilando de lujuria, me incliné hacia ella para recibir uno de esos desenfrenados besos que sólo Yessenia sabe dar, nuestras lenguas chasquearon y un hilillo de saliva correteó por su fina barbilla, cosa que con mi lengua capturé, para que nuestras lenguas, labios y dientes continuaran chapoteando de tibia saliva.
Le mordisqueé la nariz, gesto que el encanta, le dí un beso en la frente y ella me chupeteó el mentón, hundiendo su cara en mi pecho y dándome tiernas mordiditas por doquier mis manos ansiosas se apoderaron de ese tremendo culo que ya daba por perdido y nos besamos de nuevo, respirando ruidosamente y resonando el beso sin importarnos ser vistos.
Sus manos se deslizaron dentro de mi pantalón, y antes de poder reaccionar, sus dedos aviesos ya habían aferrado mi tieso miembro, Yessenia no pudo evitar un gemido de satisfacción
-Tu verga es la que fascina, la tenés tan dura, nadie me había pegado una cogida como la tuya -me confesó mordisqueándonos los labios.
-¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Sólo me la vas a agarrar o me la vas a mamar?
Yessenia sonrió, en sus ojos leí asombro ante mi osada petición, pero dudo que no lo hubiera imaginado. Me chupeteó la lengua y poco a poco, se puso de rodillas. Yo me apoyé contra la pared, dirigiendo nerviosas miradas al inicio del corredor, esperando que ningún estúpido se asomase.
-Veo que te dejan con las ganas -me atreví a decirle.
Yessenia frotó su cara contra mi verga sólida, sonriendo, aspirando su olor, como si fuera una droga. Me convidó una lenta lamida que me hizo flexionar las rodillas. Entonces un tibio calor engulló mi glande, viéndolo desaparecer dentro de las lujuriosas fauces de Yessenia. Creo que la tenía tan dura al ser consciente que me le estaba chupando una mujer casada. Apenas podía mantener los ojos abiertos, sin poder creer ese espectáculo, Yessenia sonriendo, trazando círculos con su húmeda lengua sobre mi trémulo glande. Me la besuqueaba y se la pasaba por el rostro, estaba más puta que nunca.
-Cacheteame, pendejo -me susurró. Ni corto ni perezoso, sujeté mi polla por la base y procedí a darle golpecitos en su faz con mi verga, Yessenia los prefirió sobre sus finos labios y sobre sus mejillas su cara iba quedando con manchitas brillantes de líquido preseminal, así como su saliva, sacó su lengua para lamérmela y se la tragó de nuevo, mugiendo como vaca emputecida.
Me la sujetó de la base y de los guevos, comiéndose mi capullo y saboreándolo y bañándolo dentro de su boca, como si fuera un confite. Entonces me dí cuenta que teníamos público otra pareja, de jovencitos, nos observaban divertidos, sus ojos resplandecían de excitación.
Sujeté a Yessenia de su cabello castaño para deslizar su cabeza sobre mi pene.
-Así es como se ponen a cantar estas perras -le dije al muchacho. Yessenia se rió y levantó mi pija para mamarme el escroto, su lengua me convidó placeres inimaginables. Yessenia estaba como poseída, y cuando su boca volvió a apoderarse de mi agradecida tranca, la ví desaparecer hasta casi la mitad entre sus enloquecidos labios. De reojo, miré que el otro tío ya estaba apoyado contra la pared, y su chica hincada hurgando en sus pantalones la chica no estaba nada mal pelo negro largo, buen par de tetas, apenas ocultas por un top blanco y un redondo trasero que se dibujaba exquisitamente bajo un ajustado pantalón jean.
Un pellizco de Yessenia me hizo recordar que era ella quien me la estaba chupando, cada vez más ruidosamente, sintiendo mi semen en ebullición extrema dentro de mí. Yessenia me pajeó, saboreando mi glande, ansiosa de probar mi leche.
-Chorreame la cara, papi, tu semen es el que me gusta, el más rico -susurraba con inusual desesperación, pajeándome más a prisa. Abrió su boca justo a tiempo para atrapar el primer chorro, que le embadurnó el labio superior, el segundo se perdió dentro de su garganta hambrienta de semen, y después no miré porque alcé mi cabeza, cerrando mis ojos, totalmente satisfecho con esa excelente e inesperada mamada. Cuando vi a Yessenia, su cara estaba chorreada, el semen grumoso se deslizaba por sus bronceadas mejillas y el ojo izquierdo lo tenía cerrado por un grumo sobre su párpado.
De inmediato, le pasé la mano por su cara untada con mi semen, untándome los dedos, para metérselos en la boca. Yessenia me chupó los dedos apasionadamente, saboreando cada gota de mi semen se lo revolví sobre su cara y ella me limpió los dedos con su lengua, y cuando me limpió el resto de semen de mi verga, me fijé en la monumental mamada que aquella adolescente le estaba brindando a su flaco novio. La hermosa cara de la joven se contraía de placer, succionando con pausado deleite la verga de su novio. Seré canalla, deseando otra cuando me la acababan de comer
Yessenia frunció el ceño al notar que me fijaba demasiado en la otra chica, y sólo se le ocurrió un método para recuperar mi atención: se puso de cuatro patas y desnudó su enorme culo. Me arrodillé de inmediato ante esa obra de arte, manoseándolo con reverencia, dándole besitos y palmaditas. Le pasé los dedos por la húmeda concha, ella se estremeció
-Sí, sí, mi amor, pegame una buena pisada, papi
Le dí varios lametones en la raja, Yessenia gimió, ahogando auténticos gritos. Escuché risas atrás, y la suave y cálida voz de la muchacha, reprochando a su novio que nunca le diera sexo oral. La otra chica se colocó como perrita, muy cerca de Yessenia, mirándome de cuando en cuando. Yo no aguanté más y penetré a Yessenia.
-¡Ah, qué delicia, metémela, amor!
Me sentí muy bien, Yessenia era muy cálida por dentro, su vagina retozaba de felicidad al tener de vuelta mi verga en su interior, pronto empecé a follármela, bien agarrado de su culo. La muchacha a mi lado gimió, casi sorprendida, al sentir por vez primera una lengua masculina en su tierno sexo. Yessenia se apoyó sobre sus codos, casi rozando el suelo con su frente. Ya no me importaba que nos descubrieran, hace días que estaba en ayunas y ahora Yessenia iba a pagar las consecuencias de haber despertado al dragón dragón muy excitado al contemplar los blancos y finos muslos de la joven desconocida que gemía a mi lado, incluso podía ponerle una mano encima si así lo hubiera querido.
Entonces, agarré a Yessenia de su cintura, y me la tiré casi frenéticamente, arrancándole gritos de placer, desvergonzada. Poco después descubrí que Yessenia y la otra chica estaban sujetas de la mano, para soportar el embiste, porque el otro chico ya se estaba follando a la espléndida joven, cuyos gemidos competían con los de mi puta. Yessenia movió su culote, instándome a cogérmela con mayor furia, cosa que hice enseguida.
-¿Te gusta, mi amor? -le pregunté.
-¡Sí, sí, bien rico, amorcito, te amo! -exclamó ella en medio de incontrolable gemidos. Posé mi pulgar sobre su estrecho culo, ella tembló al sentir mi intruso dedo. Le seguí dando un buen rato, creo que eyaculé dentro de ella, pero está claro que no me importó. Yessenia me sobaba los guevos por debajo, ansiosa, chorreando su vagina de manera casi interminable. Entonces escuché unos ruidos, alguien se besaba con alguien ruidosamente Yessenia y la otra chica ese espectáculo redobló mi furia y embestí a esa putita casada como si mañana me llevaran al patíbulo. Creo que el efecto fue igual en el otro tío, las putitas gemían, apenas haciendo contacto sus febriles lenguas, sintiendo cerca sus orgasmos Yessenia chupó la lengua de la bella joven, ahogando un alarido, sintiendo mi semen quemarle las entrañas, quizás dejándole algo más que placer, y sus tibios jugos bañando mi escroto y mi entrepierna.
La linda jovencita no hizo menos bulla, y junto a Yessenia, intercambiaban tiernos besitos, comentando lo rico que les habían dado el final inesperado las chicas se incorporaron con dificultad, sonriendo, Yessenia gateó hacia el chico, para mamarle la verga y limpiársela, mientras que, la bellísima chiquilla gateó hacia mí, y ví, contento, mi hinchado glande desaparecer entre esos bellos labios, sentir esos menudos y finos dedos sujetando mi mástil, le acaricié la lacia cabellera y ella me dedicó lujuriosas miradas al final, logré convidarle un par de gotas
Christa se llamaba la zorrita esa, supe poco después, y quedamos de armar una buena "pisandinga", como Dios manda luego de ese tumultuoso polvo, me llevé a Yessenia a un motel, donde hasta por el culo le dí.
Fin.