Yasmina - 4

Un niño que quiere ser niña

YASMINA – 4

Cuando regrese al hotel, Alfred, subió mis paquetes al cuarto que tenía asignado, el director me recibió, dándome la bienvenida y el mismo, me acompaño a mi habitación.

Era en la última planta y estaba pegado a la suite presidencial, me invito a pasar, tenía un pequeño recibido en el que había dos sillones tapizados a juego con las cortinas, una mesa secreter y varios cuadros colgados me enseño el dormitorio, amplio con una cama de matrimonio toda la lencería de cama hacia juego con el tapizado de las paredes y las cortinas. Un tocador y un armario de 4 puertas, lo abrió y estaba lleno de ropa, de todo tipo de ropa, sport, noche, trajes, vestidos, pantalones blusas zapatos, lo único que no había era ropa interior, el director me dijo.

Sus medidas no supimos calcular, pero en la tienda del hotel tiene lo que necesite, mandare a la chica para que le suba unos modelos y escoja.

Le pregunte como era posible que me entregase toda esa ropa.

Es por orden de su Alteza, ya le dije que no tiene que preocuparse de nada.

Al salir me dijo: Espero que su estancia en el hotel le resulte lo más agradable posible.

Me quede pensando que lo que estaba viviendo era un sueño y que en cualquier momento me iba a despertar, en eso sonó el teléfono, lo cogí y una voz me dijo.

“Yasmina, esta todo a tu gusto, en un principio no sabía quién era, le pregunte, Quien es, me contesto, “Soy el que te da todo lo que ves, el que desde que te vio la primera vez no puede dormir” entonces reaccione y conteste. “Alteza, pero yo no puedo aceptar todo esto no merezco su generosidad, solo he cumplido con lo que Ud. me ordenaba”

Yasmina, la próxima semana estaré otra vez ahí, tenemos que hablar y te explicare, si necesitas algo lo pides al hotel. Hasta la próxima semana.

Y dicho eso colgó el teléfono.

Después de un rato pensando lo que me había pasado, salí de la habitación y me fui al hall, me cruce con el director y me pregunto si todo estaba a mi gusto, le indique que si, pase por la tienda para escoger algo de ropa interior, vi varios modelos, comprobé que eran de mis medidas aparte los que me gustaban y le pedí que me los subieran a la habitación.

Eran las 21 horas, me dirigí al comedor para cenar, relativamente estaba viviendo un sueño, me estaba viendo como Julia Roberts en Pretty Woman y Ahmed era mi Richard Gere.

Tras la cena, me fui a uno de los salones a tomar un café, en eso, se acerco el director del hotel y me pidió permiso para sentarse. Se lo concedí y me dijo: Srta. Yasmina, es Ud. una mujer afortunada, conozco a su Alteza desde hace mas de 20 años, nos honra con su presencia varias veces al año, y en ningún momento de todo este tiempo he visto en su rostro la expresión que puso cuando la conoció. Se preocupo de averiguar todo sobre Ud. sus gustos, sus estudios, su familia su actual situación.

Esa actitud, no la demuestra una persona cualquiera sobre una persona que acaba de conocer y que la han enviado para efectuar un trabajo que por desgracia se ve obligada

a hacer. Solamente le deseo que si las intenciones de su Alteza son las que me supongo, sea Ud. muy feliz.

Se levanto me beso la mano y se despidió dándome las buenas noches.

Por la mañana, al despertarme, llame al servicio de habitaciones y les pedí que me trajesen un desayuno continental, mientras aproveche para ducharme, el baño tenía un yacusis, me di una ducha rápida y me recree ante el espejo viendo mi cuerpo desnudo.

Mi estatura de 1,87

con unas medidas de 90-65-88 no pasaban desapercibidas, mis ojos verdes y mi cabello negro azabache me hacían una mujer deseada por más de uno, me encontraba hermosa y con ganas de que me echaran un buen polvo, viéndome así, nadie podría saber que yo había nacido hombre, pensé que la naturaleza es caprichosa no me dio algo que toda mujer en su momento desea, pero me estaba dando otras cosas que seguramente como hombre no las hubiese conseguido nunca.

Llego el servicio de habitaciones con el desayuno y la prensa del día, tras desayunar, termine de arreglarme, baje al hall y salí de compras, necesitaba sentir que yo era la que tenía que comprar algunas cosas particulares sin importancia, cremas corporales, para las manos pasta de dientes, cepillo de dientes un perfume lápiz de labios, rímel, pestañas todas esas cosas que las mujeres usamos para estar más bonitas y conquistar a los hombres, cosas que si no te las pones te encuentras desnuda.

Al regresar al hotel, me encontré con una visita no muy agradable, allí me esta esperando mi antiguo jefe y quería una explicación de mi comportamiento y porque me había marchado de la casa, cuando le estaba debiendo un dinero por la operación.

Le indique que el contrato de préstamo no me obligaba a trabajar para el en las condiciones que de explotación sexual que hacía con mi persona y con las otras chicas y que me dejase en paz o lo denunciaría ante las autoridades y perdería todo. Se marcho cabreado pero con la intención de hacerme daño.

Al llegar a mi habitación me encontré que sobre la mesa central había un ramo de flores con 50 rosas rojas y una tarjeta que decía “50 rosas rojas son pocas para la flor del desierto” y lo firmaba Ahmed.

Era la primera vez que me mandaban flores, cogí una, la olí al mismo tiempo que cerraba los ojos viendo en mi pensamiento a Ahmed.

La semana tardaba en pasar, se me hacia larga, me estaba enamorando de un hombre con el que personalmente había estado tres días y solo cruzando unas palabras de trabajo, pero él me había enamorado había provocado en mi la ilusión de tener un amor, una persona que se sintiese bien a mi lado y yo a su lado, ese tipo de personas que no hace falta hablar mucho con ellas, que tan solo con unas miradas se dicen todo.

Esos días de espera me tenían muy nerviosa, apenas paraba en el hotel comprobé que cuando salía, Alfred me seguía a cierta distancia, si yo entraba en algún comercio, el esperaba fuera pero siempre a una distancia sin molestarme.

Cuando regrese al hotel le pregunte al director porque me seguía Alfred y me explico.

Srta. Yasmina, el otro día vi la discusión que tuvo con ese individuo, no se le puede tratar de señor, y me dio la sensación al salir de que algo está tramando contra Ud. por eso me he tomado la libertad de mandar a Alfred como una protección para Ud. solo intervendrá si la ve en apuros, bien sea de palabra u obra. Le di las gracias pero me parecía un poco excesivo aunque de aquel individuo se podía esperar cualquier cosa.

Hasta ahora tenía un enamorado a lo Richard Gere ahora tendría un Guardaespaldas a lo Kevin Cosnter.

El día anunciado llego, yo le esperaba en mi cuarto, nerviosa, no sabía cómo tratarlo ni cómo actuar, si como una mujer enamorada o como una mujer agradecida por las atenciones.

Cuando estaba en la habitación, llamaron a la puerta, la abrí, del otro lado estaba uno de los guardaespaldas de Ahmed, me indico que su Alteza me esperaba en su habitación, que hiciese el favor de seguirle.

Me había puesto un traje de chaqueta blanco sin blusa, la falda entubada, zapatos no de aguja pero si con algo más de tacón que aquella primera vez, y el collar que me había regalado. Seguí al guardaespaldas, que al llegar a la puerta de la habitación llamo y seguidamente la abrió, invitándome a entrar una vez dentro salió y cerró la puerta, estábamos los dos solos.

Me acerque pero a una distancia de dos metros, me pare, y le dije :

Alteza, con su permiso, antes de nada, quiero agradecerle las atenciones que ha tenido para con mi persona, atenciones inmerecidas, ya que yo hacía parte del trabajo que me habían encomendado, y le agradezco de que no me permitiese efectuarlo en su totalidad.

El se acerco, yo con la cabeza baja, me cogió las manos y me dijo.

Yasmina, he buscado la parte que le faltaba a mi corazón, y la encontré en ti. Digamos que fue un flechazo, que me volví loco al verte que tu voz me cautivo, tu comportamiento en si todo aquello que puede enamorar a un hombre. Sé que en tu vida pasaste muchas calamidades, que te viste obligada a aceptar un trabajo, engañada. Pero todo eso olvídalo, por favor, ahora si quieres comenzaras una nueva vida.

Me invito a sentarme en el sofá, haciéndolo el también a mi lado.

Yo no quiero que creas que me quiero aprovechar de ti como mujer, y después de satisfacer mis necesidades olvidarte. No, yo quiero que el día que tú quieras repito el día que tú quieras te entregues a mi será para toda la vida, no te pido que me contestes ahora, piénsalo y cuando lo sepas me lo dices.

Llamo al guardaespaldas y le dijo que tuviese preparado el coche que salíamos a almorzar fuera del hotel.

Bajamos y nos dirigimos a la salida, al entrar en el coche, vi en las proximidades del hotel a mi ex jefe, me altero un poco y me puse nerviosa, el lo noto pero no me dijo nada, conducía el y detrás nos seguía un coche de escolta, nos dirigimos a las afueras de la ciudad, y ya a varios kilómetros nos detuvimos en una posada para almorzar, la escolta se quedo fuera, nosotros entramos y nos sentamos en un rincón de un amplio comedor, rustico pero acogedor, pedimos algo de comer y seguimos hablando, bueno él era el que hablaba y embobada le escuchaba, hablamos de varios temas, política, sanidad, economía, deportes, cine, teatro, ciudades, no tocamos el tema crucial sobre mí y mis apetencias sexuales, no era el momento y si mi decisión coincidía con la suya ya se lo diría. Luego de almorzar, me invito a dar un paseo caminando por los alrededores de la posada, fue cuando por primera vez me cogió la mano como un enamorado, me sentí alegre, me trataba con delicadeza, cuando nos alejamos bastante, nos paramos, se puso ante mí, me vio a los ojos, coincidíamos en el color de los ojos, los dos los teníamos verdes. Me agarro por la cintura y acerco sus labios a los míos, en un principio los rechaces, no le había dado una respuesta a su pregunta de la mañana, puse mis dedos delante de sus labios y le insinué que era demasiado pronto, se separo y me pidió disculpas, me dijo que no se repetiría.

Dimos la vuelta y nos dirigimos al coche, seguíamos cogidos de la mano, al llegar al hotel me dijo que esa noche iríamos al teatro que me cambiase y cuando estuviese arreglada le avisase.

Cuando quede sola en la habitación me deje caer sobre la cama, realmente el estaba enamorado de mí y yo de él, pero debía hacerlo esperar un poco más que me contase algo de su familia.

Fuimos a ver una representación de Enrique VIII

por una compañía extranjera, nos gusto y al salir tomamos unas copas en un pub, el pidió un combinado sin alcohol, sus creencia no le permitían tomar alcohol, para no desairarlo pedí lo mismo. Estuvimos hablando como dos horas, luego nos retiramos al hotel, y en la puerta de mi habitación, me volvió a coger la mano y me la beso nuevamente, deseándome buenas noches.

Esa noche dormí en una nube, nunca me habían tratado de esa manera, esta de mas el decir con quien soñé y lo que soñé, cuando me desperté mis bragas estaban completamente mojadas, había tenido tres o cuatro orgasmos solo de pensar en el.