Yammie

El es un joven normal como cualquier otro, pero que oculta un enorme secreto, termina convertido en el esclavo sexual de su insaciable hermana. (Ilustrado)

Buenos días, ¿cómo se encuentran? Mi nombre es Kenneth, soy guatemalteco de ascendencia sueca, tengo 28 años y una historia que contarles.

Nací y crecí en una familia acomodada, viviendo junto a mi hermana 3 años mayor, Yammie, y a niñeras. Si, niñeras, mi padre trabajaba demasiado, no tenía tiempo para nosotros, mamá llevaba una vida social muy agitada, tampoco tenía tiempo para nosotros. Crecimos inseparables, yo la seguía ha donde ella iba, jugaba lo que ella decía y actuaba como ella me enseñaba.

Y es que desde pequeño carecí de personalidad, en el sentido de que siempre fui tímido, manipulable, inseguro, muy inteligente y de gran corazón, eso si, pero no tenía el carácter necesario para imponerme. Por eso siempre dejé que Yammie me protegiera de todo.

Cuando cumplí los 13 años (mi desarrollo sexual fue tardío) la naturaleza me regaló un enorme aparato reproductor, casi 30 cm. de dura carne y unos testículos inagotables. Y claro que eso me acomplejó. Me sentía una cosa extraña, un ser como de otro mundo, alguien totalmente anormal. Solo me sentía comprendido por Yammie, quien estaba dispuesta sacarle provecho a esa situación. Ya casi ni recuerdo como fue, pero en cuanto fui capaz de tener una erección duradera y una eyaculación, lo hacía a diario dentro de su boquita, en su vagina, y después de un tiempo en su ano también. Mi hermana se volvió una adicta a mi verga y al sexo incestuoso conmigo.

Ella es casi una ninfómana, no lo aparenta, aunque tampoco se le puede considerar una mosca muerta, simplemente ella es ella misma, y así no aparenta ser una famélica perra en celo constante. Luego, pasados los años, conocí a una mujer maravillosa, Viviana, de la que creí enamorarme. Pero era demasiado tímido como para decirle algo claro, además, con la vida que llevaba dentro de las paredes de mi casa, no me atrevía, quería llegar con ella libre y digno.

Ya estaba en la universidad, tenía 18 años y estudiaba Ingeniería Química y me iba bien. Yammie no era más que una niña rica y ociosa, que no hacía nada más que gastar el dinero que mis padres le daban. Desde hacía tiempo me estaba negando a tener relaciones con ella, y tan solo lo hacíamos esporádicamente cuando ella lograba vencer mi resistencia, pero cada día era menos y ella se dio cuenta y no le gustaba.

Aquel día me estaba lavando los dientes, era de mañana y tenía un importante examen en la universidad. Yammie, para variar, me estaba mirando de esa forma que solo ella es capaz, esa mirada embrujadora, en el que ese par de preciosos ojos azules parecían hipnotizarme. Estaba caliente y quería sexo.

Mmmmm… ¿qué hora es? – abrí los ojos con pereza, la fuerte luz de la ventana me encandilaba, no me podía mover, ¿qué estaba pasando?

Qué lastima que papi y mami regresen mañana… hemos tenido bastante diversión juntos, ¿o no Kenneth?

¡Mierda! – grité cuando me di cuenta de lo que pasaba.

Je, je… mirá como la tenés de parada, parece que estar amarrado te pone caliente… je, je.

¡¿Qué estás haciendo Yammie?!

Estaba amarrado a la cama, desnudo, con un colchón enrollado bajo mi cuerpo para mantenerlo dibujando una parábola que dejaba totalmente expuestos mis genitales. No recordaba nada, no tenía ni idea de porqué estaba así, pero pronto lo comprendería todo. Vi que Yammie estaba a un costado, desnuda y riendo… seguro que le puso algo a mi enjuague bucal.

¡¡¡POR LA GRAN PUTA, AHORA SI TE VOLVISTE LOCA!!! – le grité, histérico - ¡¡SOLTAME YA, TENGO UN EXCAMEN IMPORTANTÍSIMO!! – ella guardó silencio, no haciendo nada más que acercarse despacio hacia mi – ¡De verdad Yammie, si pierdo ese examen te… te… te hago algo! – pero nada, ella no me respondía ni me veía a la cara, parecía como si no le estaba hablando, o como si le hablara a la pared – ¿Me estás oyendo Yammie? – si me oía, pero le valía madre - ¡¡¡¡ESTOY HABLANDO EN SERIO YAMMIE, SOLTAME O TE VOY A…!!!! – no pude seguir, puso uno de sus dedos sobre el frenillo de mi pene, erecto y descansando sobre mi vientre, y me hizo sentir algo increíble.

¡No puedo creerlo Kenneth! Mirate la cara, tan solo te presioné un poco la verga y parece que te vas a correr… ¡qué caliente estás!

Pará Yammie, pará… te prometo que pasamos cogiendo toda la noche si querés… ¡ooohhh! – sus dedos hacían una presión delicioso sobre mi glande, que empezó a sacar líquidos lubricantes.

Es increíble – dijo – cómo te puso estar amarrado… empiezo a pensar que sos un sumiso nato hermanito.

No… dejame ya Yammie, por favor, dejame ya

No Kenny, no te voy a dejar… nunca más… escuchame bien, muy bien. Desde ahora vas a ser mi mascota, me obedecerás en todo lo que te ordene o te pida… te voy a tener que entrenar mucho, mucho, y eso me va a encantar… aunque, la verdad, no creo que necesités de mucho entrenamiento, poco te falta para ser un manso perrito. – me dijo, sacando un bote de vaselina y untándose los dedos de una mano.

¡¡¿DE QUÉ CHINGADOS ESTÁS HABLANDO?!! – le grité, pero no me dio tiempo de decir nada más, pues de un rápido movimiento me ensartó 2 dedos entre el culo.

Inmediatamente mi pene reaccionó y terminó de ponerse duro, saltando como un resorte, como un recluta diciendo "a sus órdenes señor". Yammie se quedó admirada, le sorprendió mucho aquello, y estuvo más segura aun que la dominación iba conmigo.

Yammie se agachó y tomó mi pene con su boquita, ella siempre me hacía unas mamadas tan ricas, sus labios y su lengua eran expertas manipulando miembros masculinos. Siempre me gustaron sus felaciones, siempre. Lo hacía lamiendo y succionando al mismo tiempo, mientras ensalivaba abundantemente todo mi miembro. Desde mi posición podía ver las abundantes gotas de saliva resbalar por todo mi tronco, siempre me lo dejaba empapado, sus felaciones eran muy húmedas.

Igualmente sabía mover sus dedos dentro de mi ano a la perfección, en círculos, que cada vez trataba de hacer más grandes, para dilatarme más. Y formaba un gancho con los dedos cuando me los sacaba, para que el masaje anal fuera más intenso.

Era increíble, la verdad, aquella belleza de 21 años, de cabello rubio y piel blanca, ojos azules y un cuerpo delgado, esbelto y proporcionado, con un par de senos entre medianos a grandes, viendo siempre hacia el frente. su bella carita de niña mimada y sus elegantes y finas maneras no delataban a la perra insaciable que había allí.

Yammie no paraba, estaba decidida a llevarme hasta mis límites. Y yo, había decidido ser fuerte, no dejarme vencer por ella nuevamente, como siempre ocurría. Esta vez yo me iba a imponer, era mi vida y ella no tenía ningún control sobre esta. No podía seguir teniendo control sobre ella.

¡¡Ya!! ¡¡Ya!!… ¡¡Ya basta Yammie, dejame ya!!

¡Mentiroso!

¡¡¿Qué?!!

Vos no querés que pare hermanito, vos querés que siga hasta hacerte acabar, hasta que ya no aguantés más y me supliqués que te de todo lo que yo sé. – me decía mirándome, con sus hermosos y embrujadores ojos, mientras me frotaba suavemente la cabeza de la verga y me seguía violando con los dedos.

De verdad Yammie… de verdad… ¡¡¡AAAHHH!!!… solo quiero tener una vida normal

¿Normal? ¿De verdad? No te creo, yo creo que querés seguir adelante, que no querés que pare

¡¡¡¡YAMMIIIIIEEEEEE!!!! ¡¡¡¡DEJAME YAAAAAAA!!!!

¿No te gusta hermanito?… puedo hacerlo mejor, lo sabés bien… ¿Por qué querés que pare? Tu deseás todo lo contrario. De todas formas no voy a parar, ni ahora ni nunca. Ya te dije que de ahora en adelante vas a ser mi mascotita, y me obedecerás en todo lo que te diga, en todo… ¿o no Kenny, no lo vas a hacer?

El placer tan grande que estaba sintiendo me arrancaron 3 palabras que jamás podré olvidar, que por fin definieron mi ser y lo que sería para siempre: "Si… acepto Yammie"

Ella aceleró los movimientos de sus manos, llegó a meterme hasta 4 dedos dentro del culo, al tiempo que me mamaba la verga con todo, me sometía a un trato sin misericordia, tratando de llevarme hasta donde ella quería, un punto en el que no había camino de regreso, en el que me quedaría por el resto de mi vida.

¡¡¡YAMMIE!!! ¡¡¡YAMMIE!!!… ¡¡¡¡¡YAMMIEEEEAAAAAGGGGGGHHHHH!!!!!

¡Dámelo todo Kenneth!

¡¡¡¡¡AAAAOOOOUUUUGGGHHHH!!!!! – aullé como un lobo famélico cuando, desde lo más profundo de mi ser, expulsé una copiosa cantidad de semen.

Yammie no dejó escapar nada, todo lo recibió dentro de su boca, sellada por medio de sus labios sobre mi glande. Tragó un poco, otro lo guardó bajo su lengua, el resto lo dejó caer sobre mi vientre cuando retiró su boca de mi miembro. Siempre le gustó dejarme embarrado y manchado, para luego limpiarme con la lengua.

La vi jugando con mi semen y luego tragarlo, al final me limpió a lametadas. La vi feliz, satisfecha, con una chispa extraña en sus ojos. Y yo, me vi a sus pies, arrodillado, esperando sus órdenes, que desde ese día he cumplido lo mejor que puedo. No soy solo un esclavo cualquiera, soy su hermano, eso le da más morbo y placer a las cosas. Soy su hermano… y su esclavo

FIN.

Gran Jaguar

Pueden mandarme sus comentarios a mi correo electrónico, gracias.