Ya somos novios 4: Los Cuatro

Las dos parejitas intimidan.

Ya somos novios 4: Los cuatro

1 – Nuevos horizontes

Íbamos el viernes ya caminando despacio agarrados de la mano hacia la playa. En nuestros dedos nos habíamos colocado ya los anillos y nos sentíamos más unidos. Pensamos en hacer una pequeña ceremonia, pero sólo la haríamos si estaban nuestros nuevos amigos. El día estaba un poco nublado y hacía bastante viento, así que nos pegamos a la parte de dentro del camino, porque la altura que había en algunos sitios nos asustaba y el viento nos empujaba y nos parecía que íbamos a perder el equilibrio.

  • Yo creo que hoy vamos a estar poco tiempo en la playa – dijo Iñaki -; con el viento se levanta la arena y pica en las piernas.

  • Sí – contesté -, pero bajaremos un rato por si vienen Fili y Paco. Tenemos que enseñarles nuestros anillos y subiremos a tomarnos una cerveza.

  • ¿Tú crees que Paco querrá a Fili para siempre? – preguntó -; yo voy a quererte para siempre.

  • Y yo a ti – le dije besándolo -; no puedo dejar de mirar tus ojos y de estar a tu lado. Si podemos follar pues follaremos, pero yo no quiero separarme de ti ya.

Esos dos enamoraditos, que en vez de hacerse más adultos parecían dos niños mirándose el uno al otro, arrastraban los pies por el camino por miedo a que el viento se los llevase, cuando les pareció oír unos gritos: «¡Tino, Iñaki, somos nosotros!».

Miramos atrás y vimos cómo venía Fili corriendo más que Paco. Nos detuvimos muy contentos y los esperamos pegados a los arbustos. Cuando llegaron les faltaba la respiración. Nos besamos.

  • ¡Ay! – exclamó Fili -, está nublado y hace viento, pero el sol da mucho calor.

  • Sí – les dije -, nosotros nos hemos pegado a esta parte de los matojos. Si el viento sopla para el lado contrario nos va a tirar ahí abajo.

  • ¡Vamos andando más rápido hasta la playa! – dijo Paco -; luego tomaremos la cerveza. Ahora casi prefiero ponerme en pelotas y que nos demos un baño.

  • ¿Sabéis una cosa? – les preguntó Iñaki - ¡Ya tenemos los anillos!

Se los enseñamos y los miraron asombrados. Paco me cogió la mano para mirarlo y Fili acariciaba el dedo de Iñaki.

  • ¡Jo! – dijo Fili con mezcla de ilusión y desilusión - ¿Cuándo vamos a poder comprar nosotros unos?

  • Yo procuraré buscar dinero – le dijo Paco -; iremos reuniendo hasta comprarlos.

  • ¡Los cuatro vamos a llevar anillos! – dijo Fili -; seremos dos parejas amigas.

  • Veréis, chicos – les dije -, yo os podría prestar el dinero, pero todavía tengo que estar aquí más de un mes.

  • ¡No, no! – dijo Paco -, esto no corre prisa. Además, mañana tenemos que levantar el campo. Tengo que volver por la tarde porque se casa un primo mío el domingo. Se nos acabaron las vacaciones

  • ¿Ya no venís más? – exclamó Iñaki - ¡Ahora que nos conocemos!

  • Sí, vendremos – dijo Paco -, pero esta semana ya no; la otra.

Llegamos a la bajada y nos tomamos los cuatro de la mano para bajar. Caímos como volando y fuimos gritando como indios.

  • ¡Que bueno! – dijo Fili - ¡Parecía que volábamos!

  • Sí – le contestó Iñaki -; lo malo será luego para subir. Menos mal que el viento nos cogerá de espaldas.

Y con total naturalidad, echamos las toallas de baño en la arena, una junto a otra, y nos quitamos las camisetas y las calzonas.

  • ¡Aj, qué fresquito! – exclamó Iñaki tumbándose -; tomaremos un poco el sol y nos daremos un baño. Luego queremos invitaros a una cerveza para celebrar nuestro compromiso.

  • ¡Jo, qué bien! – dijo Paco casi pegado a mí -; ya tengo sed y me encantará celebrar eso de los anillos ¡Son preciosos! Tenéis que tener cuidado de que no se os caiga alguno en el mar ¡Cualquiera baja al fondo a buscarlo!

  • ¡No! – le dije -, nos están justitos y no se salen ¡Mira!

  • ¡Vamos al agua! - se levantó Fili -.

Y se levantó También Iñaki, se puso la mano como visera y fue recorriendo el horizonte.

  • ¡Qué grande es todo esto! – exclamó a media voz -; ojalá ningún día lo descubra nadie y hagan chalets y ya no podamos venir a bañarnos desnudos.

Lo tomé por la cintura y lo besé despacito.

  • Esto es muy grande, Iñaki – le dije -; cuando lleguen aquí las casas ya estaremos muertos y enterrados y si llegan antes, pues nos vamos más lejos. ¿Sabes una cosa? Ya no me gusta la gente que se pone bañadores para meterse en el mar. Tu madre tiene razón. Bañarse con estos trapos es incómodo. Cuando nadas desnudo te sientes flotar de verdad.

  • ¡Sí! – se echó a reír -, además notas como el agua te va moviendo la polla suavemente de un lado para otro. Me gusta.

  • Por eso ella se queja – le dije -; tiene que bañarse con el chocho tapado y las tetas amarradas ¡Jo!

Corrimos los cuatro hacia el mar y nos encontramos con que había bastante oleaje. Teníamos que meternos de golpe para no sentir el cosquilleo de la barriga. Saltamos y estuvimos jugando, pero cuando me di cuenta, los cuatro nos estábamos palpando las pollas disimuladamente. Por lo menos, a mí me pareció que más de una mano me la palpó.

2 – La ceremonia

No había aquel día mucha gente en el chiringuito. Nos pedimos las cervezas y nos sentamos un poco más al fondo porque la arena que traía el viento nos picaba en las piernas y en las pollas flácidas.

Cuando fuimos a beber, Fili le dijo algo a Paco al oído y comenzaron a corear los dos, a media voz: «¡Que se besen, que se besen!». El rostro un poco coloreado de Iñaki se puso bastante ruborizado, pero miré alrededor y me pareció que cada uno estaba en lo suyo, así que puse mi mano en la cintura de Iñaki y lo besé con pasión.

  • ¡Bien! – gritaron nuestros amigos - ¡Ya estáis comprometidos! Cuando tengamos nuestros anillos tenemos que celebrarlo también aquí.

  • Pues tengo una idea – les dije -; mi cuñado y su socio vienen esta tarde y he oído decir que mañana se van temprano a pasar todo el día en Portugal. Llegarán tarde; tal vez a la hora de la cena. Como mi casa estará vacía todo el día, cuando recojáis el camping os venís allí. Hay una piscina de puta madre y dentro de la casa podemos estar en pelotas. Además, nos echaremos todos juntos una siesta.

  • ¡Jo! – exclamó Fili - ¿No estarás de coña, no?

  • ¡No! – aclaró Iñaki -; se van todos con los niños en los dos coches. Y Tino le ha dicho a su hermana que nos deje comida, que nosotros nos quedamos. Así que estáis invitados mañana. Al atardecer os llevaremos hasta la parada del autobús.

  • ¡Vaya! – dijo Paco -; eso sí que va a ser una celebración en regla.

  • Mañana no follaremos por la mañana – dijo Fili riéndose -; así tendremos más energía para la fiesta.

Cuando nos bebimos las cervezas, volvimos a besarnos, nos levantamos y comenzamos a caminar agarrados hacia el camping. Allí se quedaron nuestros amigos esperando a que los recogiésemos al día siguiente y nosotros volvimos a casa.

  • ¡Toma, Iñaki! – le tendí la mano -; es un caramelo de menta fuerte. Cómetelo y no te olerá tu madre a cerveza.

  • ¡Bueno! – contestó -, ya me ha dado permiso para beberme una contigo y no nos hemos bebido nada más que una ¿no?

3 – Una fiesta atípica

Al día siguiente, tomamos el coche y fuimos a recoger a nuestros amigos. Ya habían desmontado todo y nos esperaban a la entrada del camping.

  • ¡Ufff! – exclamó Fili -; yo ya pensaba que nos dejabais tirados.

  • ¡Venga, venga! – les dije -, subid atrás. Estáis en vuestro coche.

Me bajé y metí las mochilas de ambos en el maletero con ayuda de Paco. Cerramos y nos preparamos para ir a casa.

  • ¡Eh, tíos! – gritó Iñaki -, ya se han ido todos y vamos a estar solos. Nos daremos un baño en la piscina, jugaremos a lo que queramos, almorzaremos y descansaremos un rato hasta la hora de llevaros al autobús ¡Esos son los planes!

  • ¡Joder! – exclamó Paco -, lo tenéis todo muy bien organizado.

Así fue. Entramos en casa y les gustó mucho. Les mostramos todas las habitaciones, baños, terrazas

  • No es una casa muy grande – les dije -, pero es cómoda ¡Juguemos a escondernos y a buscarnos!

Cada uno salió corriendo para un lado y nos cruzamos varias veces cambiando de sitio hasta que se hizo un silencio muy grande ¿Dónde estaba cada uno? Salí de mi escondite y me fui sigilosamente al dormitorio de mi hermana. Sabía que allí había mucho sitio donde esconderse. Entré con cuidado y fui mirando. No parecía haber nadie, pero me arrodillé junto a la cama y levanté la colcha. Un brazo salió de allí debajo y tiró de mí. ¡Era Paco! Me hizo un gesto para que no dijese nada y comenzó a acariciarme la polla y a besarme de una forma que desconocía. Tenía que aprender aquello. Tiró sin compasión de mis calzonas, me apretó la polla y comenzó una paja deliciosa mientras me besaba de aquella manera. No pude aguantar nada. Le bajé las calzonas y agarré su miembro largo y delgado para hacerle también una paja. Me estaba volviendo loco de gusto. Afortunadamente no lo llené de leche, porque me salieron unos chorros con toda la potencia.

  • ¡Shhhh! – me dijo a media voz - ¡No digas nada! Límpiate bien y bajamos como si me hubieras encontrado.

Bajamos aguantando las risas y besándonos, pero encontramos a Fili y a Iñaki sentados detrás del sofá y me pareció ver algunos movimientos de vaivén conocidos. Esperamos a que se corrieran y seguimos bajando.

  • ¡Chicos! – les grité - ¡Vamos a darnos un baño en la piscina hasta la hora de comer!

El baño fue largo y nos divertimos mucho. Cuando ya comenzamos a sentir algo de frío y otro algo de hambre, nos secamos bien y entramos en casa. Cerré la puerta y les avisé de que ya podíamos ponernos todos en pelota picada. Así, preparamos el almuerzo. Yo me quedé en la cocina calentando la comida, pero, a veces, Fili o Paco o Iñaki, se acercaban por detrás y me ponían un rabo o me besaban. Paco se agachó viéndome solo allí y me pegó un buen chupetón en la polla. No me sentía extraño. Estaba seguro de que Iñaki era mío, pero no me asustaba nada lo que estaba pasando.

Cuando almorzamos, recogimos las cosas entre todos. Paco y Fili no nos dejaron fregar nada.

  • ¡Bueno, chicos! – les dije - ¿Os apetece una siesta? En nuestro dormitorio hay dos camas y nosotros dos sólo usamos una.

  • ¡Vale! – dijo Fili insinuante -, pero si se pudieran poner juntas podríamos dormir los cuatro.

Tuve que pensar un poco en lo que había dicho. Yo pensaba en que ellos usasen una cama y nosotros la otra ¿Para qué unirlas?

Quitamos la mesita de noche de en medio y arrastramos la cama de Iñaki hasta pegarla a la mía. Entonces, todos saltamos allí encima locos de contentos. Paco se echó sobre Fili en la cama de Iñaki y yo cubrí a mi amor sobre mi cama, pero una mirada de Fili me llamó la atención.

Lo que ocurrió desde entonces fue muy largo y difícil de explicar, pero lo resumiré de forma que se entienda.

Tras la mirada insinuante de Fili, vi que Paco se movía hacia mí y se echaba también sobre Iñaki. Éste, no se lo pensó y comenzó a acariciarlo. En una mirada perdida, observé que Fili seguía mirándome fijamente y me moví sobre Paco dándole un puntazo hasta ponerme sobre Fili. Comenzamos a besarnos y a restregarnos. Me acariciaba la espalda casi haciéndome daño. Levantó las piernas y las puso sobre mis hombros mientras se masturbaba. Vi su culo abierto y preparado y, simultáneamente, Iñaki levantó sus piernas y Paco comenzó a penetrarlo con cuidado. Apunté bien y puse mi polla en el culo de Fili, que cerró los ojos y se mordió los labios. Fui empujando poco a poco y noté que contenía el dolor porque apretaba sus ojos arrugando su cara. Paco estaba penetrando a Iñaki con su polla fina y larga y yo llegué al fondo de Fili.

  • ¡Aprieta más fuerte! – me decía al oído - ¡Quiero sentir que me hagas daño!

Cuando ya noté que no podía penetrarlo más, comencé a moverme. Paco e Iñaki gemían de placer y yo pensé que iba a perder el sentido. Besé desesperadamente a Fili mientras me lo follaba con todas mis fuerzas y noté que iba a correrme bestialmente. Así fue. Me dejé caer sobre él besándolo y casi sin dejarlo respirar y oía los gemidos de placer de mi niño. Me sentí feliz.

Después de un poco de descanso, vi que Paco se echaba boca arriba en la cama junto a Iñaki acariciándolo y me fui hacia él. Iñaki, sin decir una palabra, se pasó al otro lado y se echó sobre Fili. Les oí murmurar algo y vi que Iñaki comenzaba a penetrar a Fili. Las piernas de Paco se levantaron y se abrió las nalgas. No me sentía capaz de echar un segundo polvo en tan poco tiempo, pero no había perdido la erección, así que comencé a acariciarle el culo con la punta de mi polla, pero tiró de mi culo. Quería que lo penetrase. Respiré profundamente y comencé a besarlo. Aquel tipo de beso tan maravilloso, volvió a ponerme en órbita. Comencé a apretar oyendo ya los gemidos de Fili. En realidad, noté que me fue fácil penetrarlo. Supuse que tenía un culo más grande. En realidad, es que ya estaría bastante dilatado. La segunda corrida fue espectacular. Su forma de besar hubiera conseguido que siguiera echándole un polvo tras otro ¡Era fantástico! Acabamos besándonos los cuatro en un lío difícil de explicar. Todas las bocas iban a todas las bocas y todas las manos iban a todas las pollas.

Acabamos chorreando de sudor y propuse darnos una ducha los cuatro juntos. Lo pasamos muy bien y salimos muy fresquitos y perfumados. A partir de entonces seguimos hablando un poco y nos besábamos aleatoriamente, aunque yo buscaba esos besos de Paco para aprenderlos y dárselos a mi niño.

Pero el tiempo pasaba y comenzamos a prepararnos para llevarlos al autobús con antelación. Nos despedimos a besos, claro, y salimos de allí muy contentos.

  • Os diré un teléfono en el que podréis localizarnos – le dije a Paco -; está aquí cerca. Llama y pregunta por Tino. Vendrán a avisarme.

Él me apuntó un número donde estaría localizable y quedó en avisarnos cuando volvieran. Teníamos una semana por medio.

  • ¡No!, no somos bichos raros.