Y tu, ¿Te atreverías?

No todos los días te llega una oferta como esta... y no todos estarían dispuestos a aceptarla.

En mi patio, hay una vecina de toda la vida, una mujer ya mayor y viuda, que tendrá unos 60 y poco. No se cuida bien, está un poco rechoncha y tiene mucha "carne", por decirlo de algun modo. Todo el mundo la llama "Maruja", no sé si porque le encantan los chismorreos o qué, pero así ha sido siempre desde que tengo recuerdo.

Al ser una vecina de toda la vida del patio, siempre he pasado por su casa, me he criado con ella prácticamente, he visto como sus hijos han ido dejando el nido y yo, pues he sido el último joven que queda de aquí. En alguna que otra ocasión, por pena, iba a ver a Maruja, a hacerle compañía y a estar un rato con ella, ya sabéis, las charlas y demás entre un joven y una señora mayor.

Ella siempre se ha interesado por mi, mis estudios, mis "novietas", como una madre o una abuela. A veces, preguntaba cosas... raras, me preguntaba de tanto en tanto si ya me había acostado con alguna chica, que si ya me sabía mover como dios manda... En fin, locuras de señoras que les encantan las fantasías de jovencitos.

Yo, por mi parte, nunca he tenido interés en una persona tan mayor y menos ella. A veces se me iban los ojos, como cualquier ser humano, tenía dos pechos grandes, dado su sobrepeso y en alguna ocasión me imaginaba como serían unas tetas de ese tamaño, pero ya está, no fueron a más mis pensamientos.

Un día, Maruja, me dijo, en un profundo lamento, que echaba mucho de menos la compañía de un hombre, de hacerse sentir una mujer y que ya esa época, le era lejana y la veía con nostalgia, que se moriría sin volver a sentirse una mujer a lo que yo, con toda mi poca verguenza le dije:

...

  • Anda ya, Maruja, que todavía no eres una vieja... Si seguro que hay por ahí algun hombre de tu edad igual, ¿No hay por ahí viajes ni excursiones de pensionistas de estos en los que puedas conocer a alguien?

  • No, que va, yo paso de esas cosas, Pedro, a mi no me van esos rollos, además, soy una mujer ya muy mayor para estas cosas y tener que aguantar un hombre de mi edad, tiene que ser el colmo vaya.

  • ¿Entonces, Maruja? ¿Qué quieres, un chavalito joven de estos que hacen compañía?

  • Pues mira muchacho, no te lo voy a negar, ya me gustaría tener a mi como algunas mujeres de mi edad, adineradas, que van por ahí con un muchacho guapo y fuertote de gimnasio, que las acompaña a todas partes y encima luego, se hartan de follar como locos. La mujer se lleva una alegría en el cuerpo y el chaval se lleva un sueldo... ¿Tu no te querrás llevar un sueldecito extra no, niño?

-¿Como dices?

...

Ahí acabo la conversación, ya ella cambió de tema y pareció no darle importancia al tema, aunque yo desde luego, sí que se lo daba. ¿Follarme una madurita y encima que me paguen? ¿Dónde firmo? La idea me persiguió durante bastante tiempo y al final, me acabó obsesionando la idea de follarme a Maruja por dinero... Al final me acaba matando a pajas pensando en correrme en sus tetas o follarle el culo, que lo tenía enorme. No sería el polvo de mi vida, pero coño, sería meterla en caliente y encima me llevo dinero, estaba hecho un desgraciado y un depravado pero... Yo que sé, es dinero y encima sexo...

Así que me plantee un día contarselo, pero de forma muy discreta, la cuestión es que no sabía como acabaría;

...

  • Maruja, qué, ¿Buscandote todavía un muchacho para que te acompañe o no?

  • Anda, ojalá, pero vamos, ¿Tu te crees que alguien va a estar por la labor de acompañar a una vieja gorda por ahí?

  • Oye, pues yo estaría dispuesto a hacerlo, ¿Eh? Yo te acompaño y a hacer lo que quieras y lo que surja.

  • Lo que surja... ¿Cómo?

  • No sé... ¿No habías dicho que siempre la vieja tenía final feliz o no?

  • Pero niño, ¿Tu como me dices estas cosas? ¿Tu estás tonto? Si te has criado aqui con mis niños y eres como un hijo más.

  • Ya... Pero yo no soy hijo tuyo y tampoco eres mi madre.

  • Aun así, soy una vieja y qué, ¿Tan desesperado estás que te quieres coger una vieja gorda?

  • Desesperado no, pero dispuesto, por qué no, no sé, sería como trabajar para ti, pero en vez de limpiar, estoy contigo y te hago lo que quieras.

  • No no, déjate Pedro, déjate de tonterías, además, imaginate, se entera el patio entero si me ven saliendo cada dos por tres contigo y siempre por la calle, la gente se va a pensar algo raro.

  • No tengo por qué acompañarte en la calle, puedo estar aquí, contigo.

  • Pero si eso lo haces siempre, niño y qué hacemos... ¿Estás conmigo y luego qué?

  • Pues no sé... lo que tu quieras...

  • No sé Pedro, es una locura lo que tu me estás diciendo, ¿Eh? Anda, déjalo y vete para tu casa ya, que me estás mareando con tus tonterías, no sé... Qué vas a hacer conmigo, conmigo no vas a hacer nada, con lo vieja que estoy ya.

  • Bueno y si en vez de hacerte lo que yo quiera, me haces lo que tu quieras.

  • Pedro... ya me estás calentando mucho la cabeza, por favor te lo pido.

...

Cuando ya ví que todo se estaba cerrando y que iba a perder la oportunidad (Y lo mismo, la amistad con Maruja), decidí pegarme un All in con ella y hacer una locura... Yo estaba muy tenso, tenía el pene muy erecto y me iba a estallar, así que aproveché el momento y me levanté para hacerme el digno, y de paso, viera que tenía la polla muy dura y tiesa, a ver si así, provocaba una reacción.

...

  • Pedro, por dios niño, ¿En serio te has empalmado conmigo? Puf... Mira como estás.

  • ¿Qué pasa Maruja? ¿No te gusta lo que ves?

  • No sé Pedro... Es que mirate la polla que tienes... tu sabes en el lío que me puedo meter con tu madre.

  • Mi madre no se entera de nada Maruja, ella está a su bola con sus historias, ¿Tu te crees que se va a enterar de algo?

...

Aproveché el momento y me acerqué a ella lentamente, me bajé los pantalones y me saqué la polla delante suya, erecta y dura. Maruja soltó un grito ahogado y se quedó mirando como si estuviera hipnotizada. Cogí sus manos y se la puse en mi pene.

...

  • ¿La quieres para ti, Maruja?

  • Puf... Esto es una locura lo que estamos haciendo Pedro, follar no podemos follar, soy demasiado mayor para ti.

  • Bueno... pues me la puedes comer, sino quieres follar.

  • Yo nunca le he hecho sexo oral a nadie, ni a mi marido cuando vivía.

  • ¿No quieres entonces?

...

Sin mediar palabra, se la metió y empezó a chupar. Lo hacía muy torpe Maruja y se notaba que no había hecho una mamada en su vida pero... el morbo del momento, viendola ahí metiendose mi polla en su boca, me dio por un momento un alce de superioridad y morbosidad. Yo intentaba tocarle los pechos, pero no me dejaba, siempre que acercaba la mano, me la retiraba sin quitarle la vista a mi polla. Le pedí que se quitara la camiseta o me enseñara las tetas y nada, parecía que no respondía a otra cosa que no fuera mi pene.

Cada vez, Maruja lo hacía más rápido y lamía mas fuerte, hasta tal punto, que ya empezó a darme con la punta de la lengua en el glande, dándome muchísimo placer y haciendome correr a un nivel espantoso, llenandole toda la boca de esperma, que tragó hasta la última gota, sin rechistar, como una verdadera experta. Al terminar, estuvimos los dos sentados cada uno en una silla. Ella mirandome la polla recien corrida y yo, mirandola a ella a los ojos. Hasta que reaccionó a los minutos y me dijo

...

  • No sé Pedro, me siento un montón de mal por lo que he hecho, pero me ha encantado haberte podido comer la polla, me gustaría ir poco a poco probando otras cosas, pero no sé... ¿Tu estás seguro que quieres venir aquí y que yo te haga estas cosas? ¿No te da asco?

  • La oferta está en la mesa, Maruja. Yo si quieres, me acerco un par de veces a la semana, charlamos un rato como siempre y luego pues hacemos lo que tu quieras.

...

Y así fue como "terminó" la historia... Durante una época, me acercaba un par de veces por la semana (A veces llegaba a ir todos los días), charlaba un rato con Maruja y cuando se acercaba la noche, ella me bajaba los pantalones y empezaba a chuparmela. Poco a poco, fue cogiendo confianza y con el tiempo, me fue enseñando sus pechos, me dejaba correrme en ellos y hasta en alguna ocasión, me dejaba chuparle los pechos... Nunca le hice sexo oral, pero sí que follamos en alguna que otra ocasión (De forma muy ocasional), pero con el tiempo, Maruja ya se iba sintiendo peor de lo que hacía o quizás, sintía remordimientos, que con el tiempo, dejamos de tener contacto poco a poco, yo ya me eché novia al tiempo y ya perdí la amistad con ella.

No sé si ella se arrepintió o no, pero fue una etapa de lo más morbosa de mi vida.