Y sigo trabajando II
Mi jefe nos invita a mi marido y a mí a pasar la nochebuena en su casa
Hola a todos, antes de comenzar con mi próxima experiencia, me gustaría aclarar una cosa sobre las vivencias que cuento aquí, todas han sido vividas por mí, cuando escribo intento explicar lo que pasó y como pasó, al menos como yo lo sentí en aquél momento, ahora no quiero contar relatos, necesito compartir las experiencias que desde hace poco menos de tres años suceden en mi vida. Y si no gustan no pasa nada, seguiré leyendo los relatos y experiencias de los demás y como dije en el comentario buscaré un confesionario.
Aquella tarde salí del trabajo toda satisfecha, lo que había pasado ese día me dejaba descolocada, Don Andrés hacía conmigo lo que quería y cuando quería y yo no parecía poder negarle nada, aunque en aquél momento no me importaba, había tenido cuatro orgasmos en un día, de hecho aún notaba el sabor de su leche en mi boca y me gustaba.
Cuando entré en casa y me encontré con mi familia, el sentimiento de culpa se volvió a apoderar de mí, sin embargo al recordar lo sucedido podía sentir a mi jefe llenando mi culo y mi coño, la sensación de calor al salir su semen de golpe y chocar con mis paredes internas no solo conseguía que no me sintiera culpable, sino que también deseara repetirlo.
Cuando a la mañana siguiente llegué al trabajo, don Andrés me llamó al despacho y me dio mi nuevo uniforme, una falda que me llegaba poco más abajo de medio muslo y una camisa muy ancha, también había una bata que yo usaba para ir a casa, pues mi marido podría sospechar algo de mi jefe, si de buenas a primeras me hacía de llevar ese tipo de ropa. También me avisó de que su hijo pasaría ese mes en casa y de que tal vez necesitara que algún día me quedara un rato más, por supuesto le dije que no habría ningún problema.
El uniforme causaba sensación estábamos en el mes de diciembre y casi todos los días recibíamos visita, yo notaba como me miraban, pues al realizar ciertas tareas la falda se subía para arriba mostrando más de lo que me gustaría, además la camisa al ser tan ancha permitía ver todo mi pecho si yo agachada me inclinaba hacia delante, estoy segura de que más de uno se fue de allí con la polla bien dura.
Pasados unos días llegó su hijo, un chico de unos treinta seis años, alto, moreno, cuerpo atlético, guapísimo y como su padre muy educado y culto, me contó que estaba divorciado y que tenía una hija que se encontraba con la madre en Francia, también me contó que después del día de navidad que pasaría allí con su padre recogería a Alba – su hija – y pasarían el resto de vacaciones en EEUU. Los días pasaban tranquilos, entre la navidad y la llegada de su hijo, Don Andrés y yo no habíamos tenido tiempo de repetir aquella segunda tarde – experiencia que no me hubiera importado repetir en esta ocasión con su hijo como protagonista -.
Se acercaba la navidad y Don Andrés tuvo la idea de invitarnos a mí y a mi marido a cenar, me avisó de que yo no tendría que trabajar, contrataría un servicio de catering y mi marido y yo seríamos dos invitados, yo le dije que debía consultarlo con él, pues normalmente cenábamos con sus padres. Aquella misma noche hablé con mi marido sobre la invitación de Don Andrés, no puso ninguna objeción, todo lo contrario, se mostró entusiasmado con la idea y dijo que esa misma noche en el trabajo lo comentaría al encargado para que no se la colocaran. – Aunque hablamos de la noche de Nochebuena, mi esposo trabaja en el almacén de un gran supermercado y esa noche tienen que trabajar algunos operarios, otros lo hacen la noche de Nochevieja -
Todo estaba dispuesto para aquella noche, mi marido había pedido la noche en el trabajo y mi hija cenaría en casa de su novio, yo así se lo hice saber a don Andrés que se mostró contento de que aceptáramos.
Llegó el día en cuestión y cuando me disponía a salir hacía el trabajo, me topé con mi marido que, muy apesadumbrado me contó que aquella noche tendría que trabajar, había habido una baja y tenía que cubrir el puesto, aunque muy solidario me animó a que asistiera yo sola a la cena con mi jefe y su hijo, cuando llegue al trabajo le conté a don Andrés la mala noticia y al igual que mi esposo insistió en que los acompañara aquella noche así que decidí hacerlo, prácticamente toda la mañana la pasaron D. Andrés y su hijo juntos, Cristóbal que así se llama el hijo de Don Andrés partiría a recoger a su hija en dos días y ambos lo preparaban todo, tan solo hubo un rato en el que Don Andrés y yo estuvimos solos, Cristóbal había salido a comprar algo y Don Andrés aprovecho para sobarme el culo y las tetas dejándome mucho más caliente todavía.
Aquella noche despedí a mi marido con un pico en los labios como todas las noches, sin embargo, en esta ocasión no me tumbaría en el sofá a ver la tele, en mi mente ya tenía pensado lo que me iba a poner, aunque sobre mi cama, había unos vaqueros y una camisa preparada, no quería que mi esposo viera lo que llevaría puesto, para mí aquella era una ocasión especial y para tal iría vestida, escogí un vestido largo, abierto hasta muy arriba en la parte delantera, llevaría unos pantis también hasta medio muslo – sentada la abertura del vestido dejaba ver más arriba del final del panti y me parecía muy sexy, me encantaba - , la parte de arriba no era muy escotada pero dejaba ver mis hombros y parte de mi espalda y mi ropa interior, era negra de encaje y se componía de un liguero y una braguita. En el espejo me veía rompedora, imaginaba que Cristóbal saldría esa noche y yo acabaría lo que habíamos empezado aquella mañana su padre y yo, con esas esperanzas me dirigí a casa de mi jefe, esta vez para cenar.
Antes de que nos sirvieran la cena tomamos una copa en la mesa del salón, yo me encontraba en la punta de la mesa y a cada lado tenía a Cristóbal y Don Andrés, charlábamos de forma discernida mientras el personal del catering lo preparaba todo, cenamos en aquella misma mesa pero ahora estábamos bastante más separados, la mesa estaba llena de comida, nunca había visto un banquete igual, ni tan siquiera el día de mi boda, después de los entrantes y el marisco llegó el cabrito, todo regado con distintos vinos, después café y brindis con cava.
Con la mesa ya recogida nos volvimos a sentar esta vez a tomar unas copas, y yo sentada como al principio de la noche con ambos a los lados, pero esta vez Don Andrés aprovechaba cualquier descuido de su hijo para sobarme las piernas, lo que me ponía cada vez más caliente, deseaba que Cristóbal se largara de una vez para poder desquitarme con su padre, pero no solo no parecía dispuesto, si no que propuso una partida de cartas, - valla putada, yo calentándome por momentos y el señorito quiere jugar a las cartas.-
Sentados como estábamos comenzamos a jugar al póker, Don Andrés seguía aprovechando cualquier descuido para sobarme las piernas, yo hacía lo mismo con su entre pierna mostrándole las ganas que tenía de su polla y su hijo seguía sin enterarse de nada. Don Andrés cada vez era menos disimulado con sus caricias, cada vez eran más profundas e intensas y su mano ya no disimulaba por debajo de la mesa, yo cachonda pérdida como estaba debía de tener la cara colorada como un tomate y Cristóbal que parecía no asuntar, lanzo otra propuesta: ¿porque no jugamos al strip póker?, yo flipaba con lo que acababa de oír, y parecía que no se enteraba de nada, a Don Andrés la propuesta le pareció muy buena idea, eso estaría estupendo dijo sin sacar la mano de debajo de mi vestido, tentada estuve de aceptar la oferta por que el calentón que tenía no era normal, pero en el fondo me asustaba lo que ocurriría allí si me quedaba, así que decidí marcharme, es muy tarde dije y me tengo que marchar, cuando me disponía a levantarme Don Andrés se las arregló para ponerse detrás de mí, y metiendo su mano en mis tetas me dijo; no te vayas aún, es pronto, quédate un rato más , Yo me levante y me fui al sofá a por el abrigo y al darme la vuelta un bofetón me sentó de nuevo en él, enfadada intenté levantarme, pero Don Andrés me cogió del cuello y me dijo: te he dicho que te quedes un rato puta, que cojones te crees, llevas toda la noche con ganas de polla y ahora que te la vamos a dar te quieres ir, serás zorra.
Yo no daba crédito a lo que estaba pasando, el miedo me impedía reaccionar y solo acertaba a llorar, pidiendo por favor que me dejaran marchar, pero Don Andrés se reía y con su polla en la mano abofeteaba mi cara, Don Cristóbal no hacía nada, solo se limitaba a mirar por debajo del vestido, su padre seguía golpeando mi cara con su polla, ahora de vez en cuando metía su tronco en mi boca, tiró del vestido hacia abajo dejando al aire mis pechos que empezó a sobar de forma brusca, pellizcaba mis pezones con fuerza haciéndome un daño horrible, yo seguía pidiendo que me dejaran en paz, pero no me hacía caso. Cristóbal decidió formar parte del juego, se puso entre mis piernas y con fuerza desgarró el vestido, mi cuerpo quedaba a merced de aquellos dos depravados, que estaban dispuestos a hacer ´conmigo lo que ellos querían.
Don Andrés seguía con mis tetas, de vez en cuando las daba algún azote mientras obligándome con la otra mano me follaba la boca a la vez que me decía: toma zorra, toma. Cristóbal, cansado de sobarme los muslos me rompió las bragas y metiendo sus dedos dentro de mi coño se reía mientras decía: y se quería ir a casa, está toda mojada, la muy golfa lo está gozando como una perra, pero nada más lejos de la realidad, me sentía humillada, utilizada y ultrajada pero lo peor es que me sentía culpable, culpable de haber sido yo la que les hubiera llevado hasta este punto con mi comportamiento.
A estas alturas me encontraba encima del sillón, solo con las medias y el liguero y con la polla de D. Andrés clavada hasta las entrañas, me follaba de forma salvaje, sus embestidas me hacían ir hacia delante donde la polla de su hijo me esperaba para para llegarme hasta la garganta, así estuvieron un rato, luego cambiaron D. Andrés me la metió en la boca, pero Cristóbal en vez de enchufármela en el coño decidió hacerlo en mi culo, le pedí que no lo hiciera, les rogué que me dejaran marchar, pero no hubo marcha atrás, me la metió por el culo sin miramiento, el dolor era insoportable, pero ninguno de los dos paraba.
Llevaba ya unos minutos con la polla de Cristóbal perforándome el culo, cuando cargada de odio le espeté: déjame en paz maldito hijo de puta, ¿qué te deje en paz?, pero si eres tú la que se está clavando dijo deteniéndose, vamos vete, Don Andrés también sacó su polla de mi boca, lo dos estaban quietos, ante mí, que no había parado de llevar mi culo hacia atrás clavándome hasta el fondo, sin decir una palabra los dos siguieron con sus funciones, esta vez contando con mi colaboración. No habrían pasado ni tres minutos cuando note la leche de D. Andrés llenándome la Boca, yo disfrutaba de ella en mi lengua mientras Cristóbal comenzó a llenarme el culo, madrecita cuanta lefa, notaba cada chorro caliente dentro y no pude más, yo también me corrí.
Nos encontrábamos los tres desnudos en el sofá tomando una copa, ninguno comentamos lo sucedido hacía unos minutos, D. Andrés posaba su mano sobre mis muslo mientras su hijo rodeando mi cuello había posado la suya en mi pecho, con sus dedos hacía sutiles caricias rozando de vez en cuando el pezón. D. Andrés se levantó un momento supongo que para ir al baño, a la vuelta, sin decir nada cogí su polla con las manos y la metí en mi copa, cuando la saque comencé a chuparla, mi legua la recorría entera notándola cada vez más dura, su hijo apartó su mano de mi teta para quitarme la copa, yo cogiendo la indirecta, estiré mi mano para agarrársela, apenas la hube cogido este se levantó, dejando ante mí dos enormes vergas, las cogí una con cada mano para llevármelas a la boca pero D. Andrés me detuvo diciendo: mejor vamos a la cama cielo.
Me encontraba sentada en la cama chupando aquellas dos enormes pollas mientras me sobaban las tetas, cuando Andrés retiró la suya, le mire de reojo extrañada, peo seguí con la de su hijo, cuando volví a mirarle estaba ante mí de rodillas, separó mis piernas y hundió su lengua en mi coño, dios que placer, nunca me habían hecho una cosa así y en menos de dos minutos tuve mi segundo orgasmo. Cristóbal se tendió sobre la cama y me hizo poner encima, de este modo era yo la que le cabalgaba llevando el ritmo, Andrés se puso delante con la polla a la altura de mi cara, sin dudarlo me la metí de nuevo en la boca. Tras un rato de subir y bajar por la barra de Cristóbal, se cambiaron de posición, ahora Cristóbal ocupaba mi boca, mientras su padre me llenaba el coño, pasado un rato Cristóbal salió de mi boca para dirigirse a la parte de atrás, yo me acojoné por que imaginaba lo que venía y le pedí que lo hiciera con cuidado. Con la polla de su padre dentro de mí, Cristóbal presionó su glande contra mi agujero trasero, que poco a poco cedía ante aquella presión, a pesar de haber tenido una buena polla dentro hacía solo un rato, me costaba mucho recibirla, el dolor comenzaba a ser agudo, pero no quería decirle que parara, de hecho deseaba tenerla dentro, deseaba complacerles en todo lo que me pidieran, y aguantando el dolor la recibí toda en mi interior, pasados unos segundo ese dolor agudo se convirtió en un placer sin igual, cuando uno la tenía clavada hasta el fondo el otro prepara su embestida con tan solo el capullo dentro, el placer que sentía era indescriptible, tanto que en tan solo 5 cinco minutos me corrí dos veces. Cristóbal salió de mi culo y me hizo girar, ahora estaba de frente a él, empujándome hacía abajo me hizo sentar sobre su padre, esta vez era la polla de Andrés la se introducía en mi agujero anal, Cristóbal metió la suya en mi boca y allí estuvo unos minutos luego se puso entre mis piernas y me la enchufo en el coño, de nuevo me volví a correr, así permanecí unos minutos más hasta que padre e hijo me llenaron de semen.
Como me habían roto el vestido al principio de la noche me tuve que duchar allí y ponerme una camisa de mi jefe, ya en la ducha el padre y el hijo se volvieron a poner juguetones, sin embargo ya era tarde así que se tuvieron que conformar con una mamada, yo aunque estaba recién duchada me fui para casa con la boca y las tetas chorreadas de la lefa de mis dos sementales.
Cuando llegó mi marido a casa, yo me acababa de meter en la cama, el pobre no me quiso despertar, debía estar reventado, en ese momento me sentí culpable, pero, por otro lado, gracias a D. Andrés había sentido cosas que en la vida habría experimentado con mi marido, cosas que no iba a dejar de experimentar, pues con solo ver a D. Andrés me ponía cachonda. A mi esposo lo quiero con locura de eso estoy segura, de hecho con mis nuevos conocimientos le voy a preparar una noche de navidad que sí que va a ser una nochebuena