Y si, soy una puta mamona
(con fotos) Ramón cree que sólo se la mamo a él, que es mi novio. Si supiera...
Y SI, SOY UNA PUTA MAMONA.
Por Bajos Instintos 4
Pero mi novio no sabe nada. Él cree que mis mamadas son algo casual, propio de los instintos de una novia enamorada. Y yo quiero que siga pensando así, por eso le brindo todo lo demás, el culo, el coño, las tetas, todo. Pero cuando está por acabar siempre me las arreglo para que me lo haga en la boca. Él piensa que es por amor. Es que no sabe como me gusta chupar pollas.
Cuando nos despedimos de Ramón y ya no le puedo sacar más semen por ese día, busco cualquier excusa y me voy a lo de su amigo Miguel. Miguel sabe lo que me gusta, y como me gusta. Me lleva a la cama, me desnuda y luego invierte la posición para dármela por la boca. Es muy cuidadoso para evitar que me atragante, y empieza a follarme la boca con esa enorme tranca que se gasta. Yo me siento la más puta de las novias, y disfruto como loca sintiendo que usa mi boca como concha. Cuando me hace su primera descarga, me estoy corriendo, si es que ya no me he corrido antes. Pero Miguel sabe lo puta que es la novia de su amigo, así que sin sacármela me sigue bombeando. Miguel tiene una polla verdaderamente grande, y muy flexible, y siento como me la mueve en la boca. Al pensar en Ramón me siento todavía más puta, él ni sospecha que en ese mismo momento me están cogiendo por la boca. Y eso, a Miguel lo calienta también. Así que la segunda serie de chorros llega rápido, y la tercera tarda más, pero siempre llega. Para cuando terminamos, tengo el rostro completamente recorrido por las sucesivas acabadas pringosas de Miguel. Y el olor y el sabor me vuelven loca.
Y él no es el único, ya que a cuanto macho me cruzo se la quiero mamar.
Tengo algunas estrategias personales para conseguir que me dejen mamar sus pollas. Por ejemplo en las reuniones, finjo que se me ha caído una servilleta y aprovecho para rozarle la zona del pantalón al candidato. En la zona de la bragueta, claro. Claro que Ramón no me puede ver, porque mi cabeza queda debajo de la mesa. Pero su amigo sí que se da cuenta. Ya que yo soy bastante obvia al restregarle el bulto con mi rostro. Luego, cuando vuelvo a mi posición de sentada, le brindo una sonrisa descarada al candidato, como "diciéndole ¿te gustó? A mi también" Así que después todo consiste en esperar que el candidato busque la ocasión, es decir cuando por cualquier causa, Ramón abandona la mesa por un momento. Entonces le vuelvo a sonreir al candidato, relamiéndome la boca de un modo insinuante. Entonces, como en forma casual, me inclino hacia él y le digo "¡hmmm, que rico olor sentí por ahí abajo...!" "Si querés, hay más en el mismo lugar..." Y entonces yo me lanzo: "¿no podés llevarme a un lugar donde te le pueda oler bien?" Y los tipos siempre se las arreglan. Por ejemplo, Ernesto me llevó escaleras arriba a un reservado.
Se despatarró en el asiento, dejando su bulto a mi alcance. Claro que, aún debajo del pantalón, se podía ver que el bulto le había crecido bastante. "Bueno, si querés olérmela, date el gusto. Si a Ramón no le molesta..." Pero mi nariz ya estaba olfateándolo, sintiendo los deliciosos olores que le atravesaban la tela del pantalón. Como al hacerlo le rozaba el bulto con la nariz, este desarrolló una flor de erección. Ernesto se despatarró aún más para dejarme olisqueársela a gusto. Lo tuve así por un par de minutos, sintiendo el calor creciente de su polla. "¿Te gusta lo que te estoy haciendo...", le pregunté con la voz ronca por el deseo. Claro que le gustaba, estaba excitado como nunca lo había estado. "Ernestito, ¿me prometés no decirle nada a Ramón, ni a nadie...?" Ernesto era capaz de prometer cualquier cosa en ese momento. Entonces, con dedos suaves, metí mi mano en su pantalón y saqué su polla afuera. Se veía impresionante.
Le corrí el forro dejándole el glande afuera, y lo abarqué con mi boca, aferrándome al tallo con ambas manos. Y empecé a lamérsela. Le enroscaba el glande con la lengua, en círculos exasperantes, succionando al mismo tiempo. Qué rico sabor... Y lamí y lamí y lamí, dándole tremendos lengüetazos que lo estaban mandando al paraíso. Claro que con tanta preparación el pobre Ernesto se fue al carajo. Y le empezaron a salir tremendos chorros de su glorioso glande. Claro que yo ayudé con la paja que le estaba haciendo con mis manos. Bueno, la cuestión es que se derritió en mi boca. Se lo chupé todo, y me lo tragué todo. Quedó de cama, el pobre. "Qué puta sos". "si vos querés te llamo por teléfono y después de dejarlo a Ramón me voy para tu casa"
Luego bajé primera yo, para reunirme con Ramón y los otros muchachos en la mesa. Terminé mi coca y finjí interés en lo que se hablaba. Al rato llegó Ernesto con unas hermosas ojeras propias de la mamada que acababa de hacerle.
"Bueno, mi Ramonciño, es hora de que nos vayamos, hoy tengo que acostarme temprano" y le dediqué una sonrisa inequívoca a Ernesto, que me miraba con ojos de carnero desgollado.
Y, por supuesto, después de dejarlo a Ramón, le di una llamadita a Ernesto.
En el pub, soy a veces más directa. "Te estuve mirando mientras bailabas y vi que tenés un buen bulto. ¿Querés que te la mame?" Nunca tuve un no.
Claro que a veces tengo que pagar el precio, y dejar que me monten. A veces de a dos.
No hay problema, mientras pueda tragarme dos acabadas, las garchadas son un bonus extra. Y el semen en el culito también se siente bien.
Ramón cree que sólo se la mamo a él, pero lo tengo tan contento con mis mamadas que está lejos de toda sospecha.
Y si por un momento lo veo como dudando, entonces le saco la polla del pantalón y con una nueva mamada lo dejo viendo pajaritos de colores, y así le borro las dudas.