Y sí, soy una puta mamona (04)

Mis primeras pollas fueron las de mis primos. Ahí fué cuando hice mis primeras mamadas. Sin considerar a aquel señor que se corrió por debajo de la mesa. A mi novio Ramón, claro, se la sigo mamando. Y a su amigo Gustavo también. Los demás son cosas ocasionales... Porque bastantes compromisos tiene una con la familia, el novio y sus amigos...

Y sí, soy una puta mamona (04)

Por Bajos Instintos 4

Bajosinstintos4@yahoo.com.ar

Cuando Lito, el hermano mayor de Pancho, se enteró de que yo se la mamaba, quiso tener su parte en el juego. A mí me había parecido bien porque una polla es una polla. Además siempre había querido ver que siente una cuando se mama una polla de un chico de dicecinueve. Una tiene su curiosidad femenina... Como Panchito parecía un poco egoísta y no quería facilitar la cosa con su hermano, al final tuvimos que arreglárnoslas solos, sin decirle a él. Para mí todo bien, ya que eso no implicaba perderme las mamadas que le hacía a Panchito, sino ganarme otra polla más.

Así que cuando arreglamos con Lito, me fui para su casa. Estaba muy excitada. Él estaba dispuesto a comenzar sin más ni más. Pero yo le pedí que me dejara olisqueársela primero a través del pantalón. Y le pedí que se tirara en el sofá. Yo me senté a su lado e incliné mi rostro hasta que prácticamente se la tocaba con la nariz. Por mi experiencia sabía que el más rico olorcito está en la punta de la polla, así que ahí dediqué mis afanes. La polla de Lito creció rápidamente. Era bastante más grande que la de su hermano, porque estaba más desarrollado, por la edad.

Era tan rico el olorcito que desprendía la cabeza de la polla de mi primo, que no había modo de sacarme de allí. Ni siquiera cuando se la acomodó para arriba, en dirección al ombligo, dejé de seguirla en su trayecto. Pero resulta que, al ponerla apuntando para arriba, asomaba un poquito por encima del pantalón. Así que el olor era allí más intenso. Y le empecé a dar lamiditas en la gruesa cabezota, metiendo mi lengüita en el prepucio. Qué rico. Lito comenzó a gemir más fuerte, señal de que le estaba gustando mucho lo que le hacía con la boquita. Y su respiración se estaba acelerando mucho, lo que me enorgulleció, al punto que puse más intensidad en el trabajito que le estaba haciendo. Las pasadas de lengüíta se hicieron más y más veloces, y mi succión se hizo más entusiasta. Y Lito respondió con un largo gemido ronco y de su polla comenzaron a salir chorros que le mojaron toda la panza y la remera, hasta tanto yo pude embocarle mi boquita para recibir el resto.

Después le bajé el pantalón, dejando su preciosa polla al aire, toda gorda y pringosa. Así que se la lavé con la boca, con un espíritu de prima muy mimosita. Resultado: que le siguió parada. Y yo continué con una segunda mamada. Pero Lito me hizo quitar la ropa para que nos pusiéramos en un sesenta y nueve, conmigo arriba.

Yo metí su pollota en mi boca y me di a la mamada. Pero Lito me agarró del culo y empezó a lamerme el coñito con entusiasmo. Tal era su fervor, que pronto me llevó a las alturas, y me desmoroné en un maravilloso orgasmo. Ahí aprovechó mi primo para salirse de abajo, y ponerme su pollota en mi vagina expuesta, ya que había quedado culo para arriba.

No era lo que yo había venido a buscar, pero las pinceladas que me dio con su pollota en mi mojada vagina, me quitaron la idea de disuadirlo. En vez, la disuadida fui yo, que me dejé penetrar con gran deleite. No sentí dolor, solo una leve detención cuando Lito me rompía el himen, y luego derecho y hasta el fondo. La sentía muy gorda y larga, pero eso me calentaba mucho. Y cuando Lito comenzó con los vaivenes, a medida que se fueron haciendo más largos, yo me fui poniendo cada vez más loca. Hasta que me derramé nuevamente, bajo el poder pujante de su poronga.

Cómo él no había terminado, siguió y siguió, con su energía entusiasta, hasta que finalmente se descargó dentro mío, mandándome al mundo de los pajaritos de colores. ¡Eso es un primo!, pensé, con su manguerota dentro de mis entrañas. Estaba muy contenta.

Pero cuando quise seguir mamándole la polla, ¡nada! "Es que anoche estuve con mi novia", se disculpó, "y me eché cuatro polvos." Bueno, era como para disculparlo, claro, pero le pedí que la próxima vez pasara primero por mí, para ser justos. Pero enseguida se quedó roncando.

Así que lo llamé a Panchito para preguntarle si quería ir a mi casa. Quería. Así que no me quedé con ganas de seguir mamando polla. La de Pancho era un poco más pequeña que la de su hermano, pero nada despreciable, y sobre todo, muy rendidora.

Después de la primer mamada me contó que su hermano quería dármela a mamar, pero que él me quería sólo para él. Estuve de acuerdo, y como me dio mucha ternura le hice tres mamadas más. Lo dejé de cama, pobre, pero al fin de cuentas estaba en la cama, así que todo estaba bien.

Cuando me puse de novia con Ramón, jamás le dije que se las estaba mamando a mis primos. Ni tampoco las mamadas de novela que le hacía a su amigo Gustavo. Y nunca sospechó nada. Porque al fin de cuentas no era cosa suya. Con mis mamadas yo lo mantenía bien contento.

Y si yo tenía a otros igualmente contentos, mejor, aunque por las dudas no le conté nunca, por si se ponía celoso. Algunos novios son terribles, y una debe cuidarse mucho.

De cualquier modo, cuando algún otro amigo suyo me gustaba, me las arreglaba para hacérselo saber, con mi táctica de agacharme a recoger alguna cosa, y arrimarles la nariz a su polla. Un poco por la demora que me tomaba, y otro poco por el roce de mi naricita contra su pantalón, enseguida entendía. Después sólo había que esperar el momento.

Y como Ramón no se enteraba de nada, él también estaba feliz. Y sus amigos ni te cuento.

Yo no veo como tanta felicidad puede tener algo de malo. Si tu estás de acuerdo házmelo saber y veremos qué podemos hacer. Escríbeme a bajosinstintos4@yahoo.com.ar . Cuéntame de ti y de tu polla.