¿Y si jugamos?
Un breve relato de una experiencia extraordinaria.
Después de unos meses de ausencia me ha entrado el gusto por escribir el día de hoy con la lluvia y en la noche fría…
Hace un par de años o quizá más no lo sé con exactitud conocí a Eduardo… Tenía un gusto fuera de lo común le gustaba tener el control sobre todo en su vida: trabajo, tiempo, personas dentro de ello las mujeres cercanas a él. Solía ser muy dominante e imponente; cuestión que a mi… Me era indiferente.
Teníamos gustos similares, posiciones, besos, zonas erógenas bien definidas; jamás acomplejados por las ocurrencias de cada encuentro. Con él paso de algún par de meses, varios encuentros la monotonía y falta de acoplamiento decidimos probar algunas prácticas que él me contaba asistía, era asiduo al BDSM donde aún no se definía por el tipo de personaje que prefería ser.
Yo al parecer tenía en claro mis preferencias por ser sumisa; aunque hoy en día sé que es una fantasía muy común en la mayoría de las mujeres el sentirse dominada y tratada con dureza pero no te define en el gusto total. Por su personalidad yo daba por hecho que él prefería ser dominante.
Acudimos a un taller en ese rol cada uno el del día… Spanking… Un poco de nudos muy básicos, una atadura aquí una allá, posicionada para recibir una serie de azotes con maestría. Inició todo muy tranquilo, azotes ligeros, soportables, sin gran cantidad de dolor. Al ir en aumento en cantidad y fuerza comenzó el dolor, era una sensación diferente me excitaba aunque no me encantaba por parte de él faltaba decisión en cada azote; temblaba al sonar su mano en mi culo, faltaba firmeza; la misma que sobraba fuera de allí.
Salimos de allí en lo personal no conforme con eso; había sido lindo, pero con ese sabor de que algo faltaba, de que la cosa se tornaba un poco común. Una doble sensación, por un lado esa amargura de que la sesión no convenció y por otro lado buscar eso que haga la diferencia. Qué lindo poner a mover la imaginación, empezar a sacudir la cabeza en busca de alguna idea, de algo distinto.
Sabía que no era mi fuerte ser sumisa, aunque tampoco quedaba convencida de querer ser dominante, probaríamos otro rol; otra sesión.
Quedó sumamente claro que para tomar el control tenía que saber por lo cual me di a la tarea de leer, investigar, probar, decidir… Jugaríamos con velas. Probé varias en mí; a mi gusto la parafina cruda es lo más ligero y soportable con un toque de aroma a canela; erótico, decidido. En cuanto a técnica el goteo.
Pasaron unos días y llegó el momento, la sesión comenzó el atado de pies y manos a las cuatro patas de la cama, privado de vista también. Como siempre primero un poco de ternura y cariño, no faltaron besos en el cuello, pequeños mordiscos en la oreja, manos que sigilosa y suavemente suben por la piel, con esa suavidad que hace que la piel se ericé y que te hace ver que el cuerpo está preparado. Con la misma suavidad mi mano recorre su miembro sintiendo la rigidez y firmeza; sabiendo que se encuentra listo para todo.
En el silencio se escucha un cerillo que se enciende, ese simple sonido avivó cada uno de sus sentidos, estaba expectante, en ese momento un hielo comienza a recorrer su cuerpo, su piel seguía erizada y más aún con el hielo. Y de repente el hielo dejó paso a la primera gota de cera, un ligero gemido se escuchó, una espera; expectante por la palabra de seguridad, y nuevamente el hielo comenzó a recorrer diferentes partes de su cuerpo, para luego volver a recibir algunas gotas más de cera, era grandioso ver como se tensaban las cuerdas a la cama con la caída de cada gota, pero la palabra de seguridad nunca se escuchó. Terminó un lienzo en su espalda lleno de gotas hermosas de cera. Tener el control y el poder sobre él me éxito en demasía; desate los nudos y al girar tenía una erección fenomenal; el haber sido sometido lo había hecho llegar al límite.
Subí en él, penetrando lentamente, con movimientos muy lentos y apaciguados; aumentando en velocidad y ritmo al compás de mi excitación causando que en pocos momentos los dos consiguiéramos un orgasmo diferente, maravilloso, a la par...