¿Y si?

Respuesta a la duda planteada un día en el que casi cayó otra infidelidad.

¿Y si..?

Os voy a contar lo que no pasó después de una de esas cenas de empresa donde, sin saber por qué, la gente se desfasa un montón. Efectivamente, no pasó, pero por un pelo. Y no un pelo cualquiera sino por uno de esos tan cortitos que tengo en mi rasurado sexo.

Os podéis preguntar, ¿y por uqé ahora esta nos explica algo que no pasó?... muy sencillo, para poder responder esa pregunta que no logro quitarme de la cabeza desde entonces: -"¿Y si…?

El sujeto en cuestión tiene 32 años, mide 1,90m, tiene unos preciosos ojos azules, un pelo corto castaño y unos labios carnosos que piden ser devorados. Hasta aquí podría parecer un tío cañón, pero una visible barriga, una incipiente calvicie, un sospechoso gusto al vestir y, sobretodo, su mujer y sus dos criaturas lo relegan al fondo del montón.

Pese a todo esto, existía química entre nosotros. Desde el primer día que nos vimos. Eso se nota. Él es un ingeniero "jefecillo" del despacho, por lo que estaba por encima de mí (no es difícil siendo la secretaria, de hecho, a excepción de la mujer de la limpieza, todo el mundo está por encima de mí, en el buen sentido), y eso hacía que tuviésemos que despachar varias veces a la semana. Me gusta hacerlo con él (me refiero a despachar) y no puedo evitar alegrarme cada vez que me llama a su despacho. A todo esto, es un chico serio, de una primera impresión no muy buena, pero que, con el tiempo, le vas cogiendo aprecio y descubres su sentido del humor y lo buena persona que es.

En fin, así que llegó la cena en cuestión. Era la despedida de una compañera y, casualidades de la vida, acabamos sentados el uno al lado del otro. Durante la cena hablamos de muchas cosas, me hizo reír un montón, cada vez con más facilidad, sobretodo a medida que el vino iba pasando de las botellas a nuestro interior.

Después de restaurante, unos cuantos más que la mitad continuamos la noche en una disco. El alcohol corría con generosidad y las conversaciones se iban haciendo cada vez más cercanas, puede que a cauda de la atronadora música o puede que no, y cada vez más personales: yo con él, Lidia con Marcos, Javier con Fran, Ana con la otra Ana y Fermín

La marea humana acabó llevándonos a un apartado rincón donde parecía que podíamos charlar más tranquilamente, sin la música tan fuerte ni la mirada continua de los demás. Pese a esto nuestros labios seguían acercándose a la oreja del otro.

La conversación fluía y cambiaba de tema con la rapidez del viento, aunque destacaré el punto siguiente:

-"Joder como va la peña"- le digo dirigiendo mi barbilla hacia Lidia y Marcos, cada vez más juntos.

-"Ya ves, llega una edad en la que parece que cada salida sea la última"

-"Pero ¿cuantos años tienes tú?. Sólo dos más que yo y ya hablas como un viejo", le dejo ir palmeándole un hombro.

-"Joder chica, son sólo dos años, pero con dos críos a cuestas"

-"No será para tanto"

-"Ya, eso lo dices porque no tienes.- me dice mientras se tapa los ojos como desesperado.- " Ya verás, ya. Esos pequeños cabroncetes te dan la vida pero también te dejan sin relación social. Cuando te quieras dar cuenta eres un marginado. Te conviertes únicamente en su padre y, cuando te encuentras , como ahora, con oras personas, no sabe qué hacer. Eres como un extraterrestre.

-"Sí, ahora que lo dices ya te veo crecer una tercera mano y un ojo en medio del pecho."

-"Mucha coña, pero a veces me siento así."

-"Tío, pero si no sales es porque no quieres. Hay canguros, abuelos

-"Que va. YO pensaba igual que tú, pero no sirve." Se queda mirando al suelo mientras lo recorre con la punta de su zapato… "mira, ahora mismo estoy con una chica guapísima y no puedo pensar en ellos. Si es que te anulan con sus rayos de niñitos, es que te anulan como hombre. Ahora sólo soy un padre. Nada más."

-"Pues yo sigo viéndote como un hombre" le digo más que nada para animarlo.

-"Gracias. No hace falta que me mientas. Sólo el hecho de nombrar a dos críos crea un campo gravitatorio a mi alrededor que es un repele-mujeres infalible"

_"No te equivoques. Es tu mujer".- le digo mientras le pego un buen tiento a mi martín con limón.

-"¿En serio?. O sea que si no tuviera a mi mujer, las demás mujeres se me tirarían encima"

-"En cuanto se enteren que no tienes mujer pero sí hijos, puede ser. Y si eres viudo, aún más."

-"Tú también serías una de ellas?"

-"No." Le paro los pies de inmediato, para añadir después: -" tengo novio"

-"Ya… No me malinterpretes, no sería capaz de engañar nunca a mi mujer, y menos con alguien del curro. Simplemente…" y entonces se silencia pegando un buen trago de su cubata.

-"Simplemente, que?

-"Pues que flipo con la peña que es capaz de ser infiel. No sé cómo pueden engañar a la persona que aman, a la madre de sus hijos.

-"No sé, chico. Hay de todo en la viña del Señor: matrimonios que no funcionan ,que no se quieren que no se respetan y que van tirando por que es lo fácil, para no dar una disgusto a la familia… Esi sí que es penoso."

-"Ya pues lo hablas y ya está, pero no hace falta engañar a nadie"

-"Hay gente muy cobarde. Es incapaz de tomar el toro por los cuernos y lo que hacen es ir dejando pruebas para que el otro sea el que se harte.

-"Sí, pero si ponemos en una balanza, en un lado una noche de sexo genial y en la otra el amor de una familia… Vamos joder, no hay color"

-"Ya, seguro que no hay color. Pero si hablas de una noche de sexo…. Eso lo haces y estás unos días chunga , pero se te acaba olvidando. Yo te hablo de : ¿y si la persona de mi vida está por ahí? ¿Y si aún no he encontrado mi media naranja…. Y si?

-"Tía, tú has sido infiel, no? Pasas unos días chunga y ya está... Tú sabes de que hablas!!!.

Bebo del cubata maldeciéndome de mi bocaza y de su agudeza.

-"¿Qué pasó? ¿Cómo fue?".

-"lo peor es que ni valió la pena. Estuve a punto de echar a perder mi relación por una noche con unos críos".

-¿Unos?... ¿Fue más de uno? ¿Uno después del otro o ...?"- las preguntas le salen de una boca tan abierta como sus ojos, pero es incapaz de plantearme la otra opción. Demasiado para la mente de un hombre.

Vuelvo a beber cagándome en mi incontinencia verbal. -"Da igual, eso no importa..."

-"Lo entiendo. No me expliques nada, pero me gustaría saber qué llevó a lanzarte. Mira, ahora mismo estamos aquí solos. Tú eres guapa, simpática y..." y dicho esto se toma un tiempo como meditando la continuación. - "Igual esto te sorprende pero cuando me acerco a ti noto... No sé. Que hay algo. Veo flotar ciertas chispas cada vez que hablamos. Cada vez que sonríes el despacho se ilumina y, aún así, soy incapaz de intentar algo contigo."

Sus palabras me dejan sin habla. No me esperaba semejante sinceridad. Desde luego no se ha cortado ni un pelo. Es culpa del alcohol, seguro, o de mi aceptación de la infidelidad que le deben haber abierto las puertas de la ocasión.

-"La verdad... Iba como una cuba..."- y, omitiendo el pasaje de las drogas, le contesto intentando cambiar de tema mientras busco esas chispas de las que me habla. La verdad es que no las veo, pero las siento.

-"Ya. Perdona pero eso me suena a excusa. Una vez, vale, pero con dos…"

-"Mira, fue casualidad, vivían en el mismo piso y yo iba pasada…"

-"joder"- dice él fregándose la frente. Entonces se levanta para volver con dos cubatas más... Muy oportuno. Nos los ventilamos con la misma facilidad que el primero mientras hablamos de infidelidades, críos y parejas... Hasta que las luces nos ciegan.

-"Joder, ¿ya cierran esto?"

-"Eso parece... Y diría que nos hemos quedado solos. Venga, que te llevo a casa"- me dice.

Voy a su lado como una oveja que sigue a su pastor, chocando con el resto del rebaño hasta que salimos al exterior. Nos paramos al llegar enfrente un monovolumen familiar del tamaño de un yate.

-"¿Todo esto es tuyo?"

-"No. Sólo el asiento del conductor" y entonces se ríe del chiste que sólo debe entender él.

En silencio llegamos a la esquina de mi casa. Miro a la puerta que me unirá con mi novio. Siento la maneta de la puerta entre mis dedos, a punto de ser abierta. Antes de salir le beso en la mejilla y le doy las gracias.

Él no me responde al beso. Yo me giro dispuesta a salir.

-"Tania".

-"Dime".

-"Antes cuando te he hablado de chispas y esas cosas que nos pasan... ¿es sólo cosa mía?"

-"No"

Sus nudillos se tornan blancos al agarrar el volante con fuerza entre sus manos.

-"Y..." -se para sin dejar de manosear el volante.- "y si este es uno de esos momentos que hablábamos antes?.

Silencio.

-"Tania, no hace falta que digas nada. Sólo suelta esa maneta y aprovecharemos la ocasión." En esos instantes me siento como la puta Meryl Streep en los puentes de Madison. Todos los caminos del laberinto desembocan en la misma pregunta: -¿y si?

Y a partir de aquí me dispongo a responder a la pregunta que ese día negué abriendo la puerta.

Mis dedos caen en mi regazo. Mis ojos los siguen incapaces de seguir mirando hacia la puerta de mi casa, donde mi novio duerme plácidamente. Él también me los mira, dándome un tiempo que no necesito. -"Arranca ya, joder"- le digo.

La aceleración me estampa contra el asiento mientras las luces de las farolas pasan veloces hacia atrás y mi cuerpo tiembla de puro nervio.

El viaje acaba en una recóndita plaza llena de edificios de oficinas completamente desiertos a esas horas de la madrugada. El vidrio y el hormigón serán los únicos testigos de nuestra infidelidad.

El motor se apaga y nos quedamos mirando en silencio.

Qué instantes tan tensos los previos al primer beso... Hacía siglos que no tenía esa sensación. Ese cosquilleo en todo el cuerpo, esa infinita incertidumbre y esa chispa que lo incendia todo:

Ni dos leones hambrientos saltarían tan raudos y desesperados sobre su presa: nos agarramos las nucas el uno al otro en una desesperada comida de boca. Fuego en nuestros labios e inquietud en nuestras ingles. Es un inicio tan intenso como patoso: los dos ladeamos la cabeza al mismo lado, nuestras narices y dientes chocan...

Le cedo un poco el timón de mando y enseguida me amoldo y disfruto de esos labios que os comentaba antes. Su mano derecha corre, rauda y veloz, en busca de algo más excitante que mi nuca, y lo encuentra a la altura de mi teta izquierda que empieza a rozar con un tímido pulgar. Me yergo un poco para clarificarle el camino sin dejar de comerle la boca. No pasan ni dos segundos y mi teta ya está cubierta por su mano abierta.

Mientras saboreo su alcohólica saliva la mano ya se ha colado bajo mi camiseta, hurgando directamente sobre el sujetador. Sus dedos navegan sobre la lisa tela encontrando la única irregularidad del pezón, con la que choca una y otra vez.

Yo también necesito algo más y inicio un descenso que acaba en su paquete. A través de los tejanos se nota algo duro y preparado.

Viéndome decidida, me imita bajando su mano.... Madre mía que mojada me noto. Espero que no se asuste.

Entonces me besa el cuello y descubro un techo de vidrio y las estrellas brillando a través de él. Las voy contando mientras el me palpa la entrepierna y me sube la camiseta buscando refugio entre mis peras.

-"Jodeeeer"- suelta él.

-"¿Qué pasa?"

-"El puto cambio de marchas... Desde luego no los fabrican para esto".

-"Aquí no pero ahí detrás..." le digo antes de descubrir dos sillitas de niños ocupando la mayoría del espacio.

-"Mierda de sillas... Espera un momento"- y dicho esto me abandona con las piernas abiertas y la camiseta recogida como un collar. En un santiamén las deja tiradas en el maletero y se sienta en el recién creado palacio del amor.

-"Es enormeeee"- le digo al tiempo que me uno a él colándome entre los asientos.

Al abrir las puertas he notado la fría brisa nocturna que me ha hecho estremecer y notar los pezones como piedras... Aunque esto último diría que poco tiene que ver con el frío...

-"Joder, qué calor hace aquí"- le digo.

-"Espera, que pongo el aire acondicionado.

Obviando su estúpido comentario me despojo de la camiseta.

-"Uuuy que burro soy". Y sin perder ni un segundo se abalanza sobre mis tetas, levanta el sujetador y me besa los pezones.

Ya llena de saliva le pregunto: -"¿Y tú no tienes calor?". Hay que ver qué tontos puden ser los hombres, sobretodo cuando están con toda su sangre concentrada en las ingles.

Sin pensar mucho, se despoja de los pantalones... Si es que todos son iguales. No podía empezar por la camiseta. No.

Pero no seré yo la que se queje. Al menos no ahora. Mi mano se cuela en sus Calvin Klein descubriendo una polla no demasiado grande, pero terriblemente dura y caliente.

Empiezo a pajearla lentamente. Él sonríe y, agarrándome del cuello, me acerca a su boca. Bebo de ella con deleite mientras la piel de su polla se arruga y estira entre mis dedos.

Cuando la noto bien lista le miro a los ojos y le sonrío al mismo tiempo que le saco la polla de los calzoncillos.

Él me devuelve la sonrisa, sobretodo al ver cómo voy descendiendo. Su mano continúa en mi nuca asegurándose de que no me arrepienta... Y no lo hago. Nunca me he arrepentido de chupar un polla.

Con mi lengua tanteo el capullo y su sabor, siempre fuerte al principio. Luego la meto en mi boca e inicio el típico vaivén de cabeza mientras mis cabellos me aíslan del resto del mundo. Ahora esa polla lo es todo para mí.

Su mano cae a mi espalda y me desabrochan el sujetador con sorprendente maestría, que sale disparado dejando las tetas colgando, contentas de su reciente libertad.

La postura no me mola mucho, me siento como una vaca ordeñada, pero me las magrea bien mientras la otra mano me recorre la espalda hasta colarse en mis pantalones. Las bragas tampoco son un impedimento y no tarda en colarse entre mis nalgas.

Lamiendo un costado de su polla siento sus dedos hurgando en mi ano, antes de ir más allá. Como todos los hombres, ha pasado por el ano como si lo hubiese tocado sin querer, pero tocándolo. Seguro que si le digo algo tiene preparada una disculpa. Pero no le digo nada, a mí me gusta pero preferiría que me hubiera dicho: te toco el agujero del culo porque me excita, porque no puedo resistirme a tocarte algo tan sucio y excitante. Pero no. Como todos ha pasado de puntillas. Y el culo es algo que necesita atención suprema, mimos...

-"ostiaaaa"- se le escapa al comprobar el estado de mi cuenca. Le miro a los ojos y le sonrío con su polla entre mis dientes mientras contraigo mi vagina, animándole a seguir.

Me encanta que me metan los dedos por detrás y me desabrocho los pantalones para facilitarle el trabajo.

Al cabo de un rato, ya con mis pantalones a medio muslo, decido quitármelos y aprovecho el parón para pedirle un cambio de postura: -"venga, estírate". Él obedece y yo me arrodillo a la altura adecuada, cerca de su polla para reiniciar la mamada. La verga está en todo su esplendor y la recorro una y otra vez desde la punta hasta los huevos impregnándola de saliva.

-"Yo también quieeero" me suplica. Quería hacerle sufrir un rato pero no aguanto más y me siento sobre él. Al pasar una de las piernas sobre su cara él exclama: -"por Dios".

-"¿Qué pasa?"- le pregunto alarmada.

-"Nada, nada. Es que no había visto nada tan bonito en mi vida... Y además, he soñado con este culo miles de veces. Es como un melocotón maduro... dios".

-"Y yo con esos labios... Así que... Cumplamos nuestros sueños" y dicho esto convierto mi culo en una mascarilla.

Él se hunde entre mis nalgas y mueve su cara como si estuviera comiendo una sandía. Yo descanso un poco de mamar, porque quiero concentrarme en su lengua. Mis bragas ladeadas, su lengua abriendo mi vagina y su nariz clavada en mi ano, ¡¡cómo me gusta!!. De vez en cuando le dedico algunos lametones a su tronco mientras pienso lo deliciosa que tiene la polla. Noto como él aspira en mi culo y dice algo que no logro entender.

-"¿Quégggss?"- le pregunto vocalizando todo lo que me permite su polla en mi boca.

-"Asgggí gue goñabas con mis lafios?- el vibrar de sus labios en mi coño mientras intenta hablar me encanta. Noto sus palabras resbalando en mi vagina y enloquezco.

Yo paso de esta conversación de sordomudos gangosos abrazando su polla con mis labios y una mano.

Poco a poco se decide a lamerme el ano, cosa que me desboca. Su lengua en un sitio tan sucio, tan mío... Mis caderas se vuelven locas y suben y bajan sin parar.

-"Nunca he probado nada tan delicioso" oigo desde atrás -"me pone comerte el culo"

Por fin alguien lo admite abiertamente.-"Sí, sí... A mi también tu polla" y entonces vuelvo a tragármela, casi por completo y aspirando con todas mis fuerzas. Dos segundos después la polla explota en mi boca. Él gruñe y me clava la lengua en el ojete.

Grito y un poco de semen rebosa de mis labios y empiezo a tragar para dejar sitio a lo que continúa emanando de su polla, que no es poco. Desde luego tenía una retención de la hostia.

Él se ladea un poco intentando respirar pero vuelvo a estampar mi culo contra su cara. Si yo me trago su leche, él no puede abandonar mi culo. No ahora.

Siento la caliente leche bajando por mi garganta mientras observo la renqueante polla aún escupiendo gotitas blancas.

Le pregunto si le ha gustado. Él me mira y me pasa un dedo por la comisura de los labios. Yo me lo trago junto a lo que lleva consigo.

-"Me ha encantado" contesta con una sonrisa de oreja a oreja.

Sin darle tiempo a más me agarro de asa que hay encima de la puerta y, levantándome a pulso le tapo la cara con mi rezumante chocho.

-"Ahora me toca pasarlo bien a mí". Y miro el nuevo bigote que le ha crecido, idéntico a mi vello púbico. Sintiendo su lengua dentro de mí encuentro una utilidad a un elemento que siempre me preguntaba cómo es que lo seguían montando en los coches si nadiiie looo utilizaaaaa!!!!.

Subiendo y bajando aplasto mis tetas contra el frío vidrio, sus labios separan los míos y me morrea el clítoris haciéndome ver las estrellas, literalmente, a través del techo. Su cara resbala en mis muslos cada vez más fácil y, de nuevo, llega hasta mi ojete. Yo balanceo mis caderas paseando mi culo y coño una y otra vez sobre su lengua.

Girando la cabeza veo su polla, casi a punto. Soltándome, me pongo en postura de 69 y vuelvo a tragarme su polla... En unos instantes vuelve a estar preparada.

Un poco a regañadientes me separo de su cara y me siento sobre su polla.

-"Mierda, no llevo condones"

-"Ni yo, pero no te preocupes. Tomo la pastilla"

-"¿Seguro?... ¿Crees que nos podemos fiar?... Y no lo digo sólo por un posible embarazo".

-"Demasiado tarde para remilgos, después de chuparnos lo que nos hemos chupado...O te fías o no follas"

Sin más preguntas, él mismo se agarra la polla y la dirige al lugar adecuado.

Yo me dejo caer. -"Aaaah". Me gusta comer pollas y que me chupen el coño, me enloquece que me laman el ojete, pero no hay nada como una polla en el coñooooo!!!!.

Así, de espaldas a él, me la hundo hasta el fondo, muevo las caderas de delante a atrás y vuelvo a subir y bajar... Menuda vista debe tener. La polla arde en mi vagina obligándome a retorcerme y no puedo evitar tocarme las tetas, fregar mis pezones y acariciar mi cuello incapaz de mantener las manos quietas. Me meto unos dedos en la boca y los muerdo mientras muevo las caderas y contraigo los músculos de mi vagina

-"Necesito besarte"- me deja ir por sorpresa. Me conmueve su petición y acepto gustosa.

Él aprovecha para sentarse y yo para quitarme lo único que me quedaba: las bragas. Lo hago y se las pongo en la cara a modo de mascarilla, quedándole la zona cero de las bragas justo sobre su nariz. Él respira hondo mareado por mis aromas y yo no tardo en volverme a follar a mi superheroe enmascarado, sentándome sobre su regazo y metiéndome yo misma su polla que entra a la primera casi sin esfuerzo.

Le beso a través de las bragas. Nuestras lenguas son como dos amantes separados por la pared de una cárcel. Yo fuerzo más y las bragas se van metiendo en su boca. Él las muerde, las aparta y saca una lengua que me como desesperadamente, saboreando mi propio coño impregnado en ella.

Sentado sobre él me agarro a los reposacabezas y él se hunde entre mis pechos, bañados en sudor y saliva. Su lengua se enrosca en un pezón y, luego, lo mordisquean. Sus manos me sostienen por las nalgas y las van abriendo y visitando su interior, llegando a navegar por el mar de mi embravecida entrepierna, presionar mis labios contra la polla que los separa y acabar sucumbiendo a mi agujero negro.

Me folla con fuerza desde abajo. Siento la polla entrando y saliendo de mí a la velocidad del rayo.

El dedo enculador se mueve por ahí abajo tocándolo todo y adentrándose hasta la mitad. Entonces lo saca y me lo mete en la boca.

Yo lo chupo como si fuese lo más delicioso del mundo y, para mí y en esos instantes, lo es de sobras. Un sabor cerrado y un olor sucio me embriagan. Le agarro los dedos con mis dos manos y los rechupeteo sin parar, desesperada y los vuelvo a bajar hasta mi culo. Sigo temblando por los envites de sus caderas y cuesta acertar. Pero lo hacemos, vaya si lo hacemos.

Vuelven a meterse aún más, doblándose para notar la polla pistoneando en mi coño.

De nuevo para arriba y para adentro. Ahora me los mete y los saca sin contemplaciones casi hasta los nudillos. Yo los chupo como si fueran su polla: una polla sucia y con sabor a culo. La saliva me gotea sobre las tetas y yo misma me la esparzo por ellas mientras él las mira atento. Luego me las chupa y vuelve a meterme dos dedos en el culo.

Me retuerzo un pelín incómoda: los dedos del culo molestan un poco físicamente pero mi grado de excitación es tal que no puedo evitar presionar hacia abajo para que entre más y máaaaas... Los retuerce y grito, describe círculos y me muero de gusto, los dobla y se palpa la polla desde mi ano...

Y así, tocando su polla desde el interior de mi ano, se corre de nuevo llenando mis bragas de gemidos y mi coño de semen ardiente. Él va emitiendo gruñidos cada vez más imperceptibles, hasta que ambos nos quedamos quietos y en silencio.

Yo beso mis bragas-máscara hasta reencontrar su lengua. Apuro al máximo las posibilidades que su moribunda polla puede transmitir a mi coño y muevo mi culo recordando al dedo que sigue dentro de él. Me encantan estos instantes post-coitum. Al contrario de los hombres, que frenan en seco y casi se quedan inconscientes, las mujeres podemos seguir disfrutando un poco más: relamiéndonos, frotando las tetas, contrayendo la vagina... En definitiva intentando recoger los últimos resquicios de placer posibles.

Le beso el cuello y, sin dejarle salir aún para evitar el seguro estropicio seminal, le saco las bragas de la cara. De un salto me la saco y me tapono la vagina con las bragas. Siento el semen goteando y muriendo sobre el tapón de lencería fina. Ya contenida la hemorragia me visto, evidentemente sin bragas.

-"¿Te importaría regalármelas?" me dice él.

-"Todas tuyas"- le digo lanzándole el ovillo mojado sobre su pecho.-"No hagas cosas malas con ellas".

-"Tranquila. En cualquier caso, no haré nada peor de lo que ya hemos hecho con ellas".

Él se las guarda en un bolsillo antes de salir y volver a ocupar el asiento del conductor. Yo le imito y emprendemos, de nuevo, el camino a mi casa.

El trayecto se desarrolla en un silencio absoluto.

De nuevo me encuentro con la maneta en mi mano. Le doy un beso.

-"Tania..."

-"Dime"

-"¿Ha valido la pena?".

-"Mientras esto quede aquí... Sí".

-"Tranquila. Esto no volverá a pasar... A no ser que..."

-"¿A no ser qué...?" le digo abriendo, por fin, la maldita puerta y mirándole dubitativa.

-"Nada, nada".

-"Adiós"- le digo saliendo del coche.

-"Adiós"

Y así acaba mi respuesta al "¿Y si?" que me llevo preguntando desde que bajé del coche para reunirme con mi amado novio.