¿Y porque no? Una noche loca
Recibimos a nuestro amigo cubano...
Este Fin de semana recibimos a Máximo, quien por fin viene a vernos. Nos hará una corta visita. Se irá el lunes para Madrid donde quiere abrir una escuela de salsa y luego se va a Estados unidos para visitar a familiares. He invitado a Lena que se muere de ganas por conocerle después del relato que le he hecho del viaje a Cuba.
Para la ocasión hemos alquilado un magnifico chalet en la marina, un pueblo costero cerca de Alicante, con una piscina de ensueño con vistas al mar.
Hemos recogido a Máximo, su vuelo ha llegado a las 6 h de la tarde. Esta igual que en mis recuerdos, con su pelo largo, su laxitud y su mirada libertina que deja huellas en todas las mujeres que se cruza. Lo llevamos a casa, le enseñamos su habitación y lo dejamos ducharse antes de cenar. Son las 10, Lena llega en un mercedes SL 600 AMG, un lujoso coche prestado por sus amigos de Granada donde ha pasado un par de días. El lunes volverá a Granada y despegara como azafata en un vuelo para Hong Kong. Las presentaciones hechas entre Lena y Máximo, brindamos con un exquisito Dom Perignon 2002 Möet & Chandon, una de las seis botellas de champán que Lena ha sacado del pequeño maletero del mercedes.
Estamos en la terraza con la única luz de unas velas multicolor. Hace un calor tórrido, a pesar de un par de ventiladores que nos refrescan un poco. He preparado una paella de marisco a la leña, se están chupando los dedos. Estamos los cuatro vestidos con pareos blancos, los hombres hasta la cintura, súper sexys los dos y nosotras atados a la nuca tapando con transparencias nuestros bustos y…visto las miradas golosas de los hombres, también muy sexys. Cada uno tiene mucho que contar, el champán frío nos embriaga más cada minuto que pasa. Después de un delicioso postre de helado de turrón, Stone nos propone unos mojitos y se va a la cocina para prepararlos. Le oímos gritar:
-¡¡¡Joder!!! Me falta lo más importante, ¡No tenemos ron! Voy a comprar un par de botellas, ¡Vuelvo enseguida!
Tenemos un amigo que lleva una bodega, le hará el favor a esta hora de venderle un par de botellas.
-¡Vale cariño! Le contesto ¡Te esperamos en la piscina!
Mientras Stone se va a buscar el ron, los tres nos acercamos de la piscina, Lena y yo bifurcamos hacia la izquierda y Máximo se va por la derecha para recoger su paquete de cigarros dejado encima una tumbona. Nos quitamos los pareos y nos sumergimos en la cálida y acogedora agua. Hace una noche sofocante sin una chispa de aire. Una multitud de velas rodean la piscina, la luna refleja unos colores amarillos y rojos sobre el agua, un Cd de bachata da el toque final a esta maravillosa noche. Estamos en un momento peligrosamente sensual.
En frente de nosotras, Máximo también se quita el pareo, enciende un cigarro y se sienta en el borde de la piscina con los pies en el agua.
Me acerco a Lena y le susurro mirando a Max:
-¿Qué te parece nuestro amigo?
-¡Vaya criatura! Me contesta pensativa. Es el hombre más encantador que nunca he visto, si no tuviera rechazo por la pareja le pediría matrimonio ahora mismo. Tiene una cara con rasgos femeninos, y un cuerpo tan sexi… ¡Madre mía! Su piel es para chuparla, me encanta y desde aquí veo que tiene un paquete bastante tentador, jeje…
Le propongo con una mirada maligna:
-¿Vamos y te lo presento?
Se encoge de hombros, frunce el ceño fingiendo un disgusto y me contesta:
-¡Si no hay otro remedio!
Nos acercamos nadando despacito, Max nos mira con su sonrisa irresistible ligeramente ladeada, apoyado con las manos atrás. Mi libido empieza a temblar. Nos ponemos cada una a un lado de sus piernas.
Pregunto a Lena enseñándole con la mirada el pene tieso de Max:
-¿Y ahora, cómo lo ves de cerca?
-Todavía más sensual que de lejos y tiene vida, ¡Mira como palpita!
Con una mano empiezo a palpar la erección para sentir su textura, con los dedos mojados marco el recorrido de sus venas, el surco del glande y ese pequeño orificio que invita la punta de mi lengua a jugar con él, ojeándolo con apetito, añado:
-Es una preciosidad irresistible, si recuerdo bien tiene sabor a vainilla
Entreabro sus piernas y mis labios empiezan a repartir besos sobre sus muslos, subiendo hasta los testículos para llenar mi boca con ellos y chuparlos como el más delicioso dulce.
Acariciándome la mejilla con el dorsal de la mano me ronronea:
-¡Wowww! Qué placer cariño, eres un encanto
Con la punta de la lengua lo lamo hasta su extremidad donde recojo un poco de semen corriendo. Lena hace lo mismo por el otro lado del miembro tenso. Nos fijamos las dos, es un deleite saborearlo de punta a punta, sentirlo vibrar bajo las caricias húmedas. Su lengua también llega a la extremidad, lame el semen de Max, desliza sobre mi lengua, nos provocamos con la mirada, a ver cuál de las dos hará marcha atrás. Chupamos este precioso polo de sabor dulce, azucarado, afrodisiaco. Compartimos su punta y el delicioso liquido que se escapa en nuestro paladar. Los labios pegados, lo lamemos y nos abrazamos en un duelo de orgullo. Sus suspiros nos indican que está disfrutando de nuestro juego. Una mano de Lena se apropia de mi entrepierna, sus dedos me penetran, estamos ardiendo, la estrecho con los brazos, aprieto sus nalgas.
Máximo, en ebullición, nos confisca nuestro juguete y salta al agua, me levanta por las caderas poniendome sentada donde él estaba un par de segundos antes. Coge a Lena por el culo con una mano y le clava su viril órgano, sacándole un grito de placer. Mientras la folla me masturba con su mano libre, a ratos la sube hasta mis senos que deja empapados de mi propio jugo, una palpitante oleada me atraviesa. Le cojo la mano, la conduzco hasta mi boca para chuparla y la vuelvo a introducir en mi sexo. Lena se corre agitándose como una anguila, comprimiendo a Max con sus brazos, achuchándole por toda la cara. De un golpe se queda agotada, satisfecha, indiferente al palo todavía ardiendo que tiene en ella. Yo estoy en un punto estallar. Max abandona a Lena que se queda en un estado de shock flotando a la superficie del agua y me baja hacia su apéndice que me penetra como si fuera su casa, sin ninguna dificultad, mi lubricante natural esta fluyendo como una catarata, sus manos presionan mi culo, sé que es el momento, nos corremos juntos aplastándonos el uno al otro. Acabamos con un beso tierno, enlazando nuestras lenguas al sabor del helado de turrón.
Stone ha vuelto y sale con los mojitos, estamos acostados, desnudos, rendidos encima de las tumbonas, se quita también el pareo.
Brindamos, el mojito es rico como siempre, miro a Stone con ojos de enamorada, sabe que acabo de hacer el amor, conoce mi cuerpo, después de un orgasmo mi piel sigue temblando hasta que mi ritmo cardiaco se regulé. Necesito tocarlo, se sienta a mi lado, cojo su mano, la presiono, su pene ostensiblemente se endurece. Lena se da cuenta y me mira. Con un inicio de sonrisa le indico que estoy de acuerdo. Como una niña feliz a la cual acabamos de devolver su juguete, se acerca y se sienta al lado de Stone. Seguimos hablando y bebiendo. Con el vaso en la mano Lena se deja deslizar hacia los pies de Stone, acerca la cabeza entre su entrepiernas y suavemente empieza a chuparlo, Max y yo miramos el pene guiado por los labios de Lena entrar y salir de su boca cada vez más ensalivado y tieso, Stone jadea con los ojos cerrados, una mano apostada encima de la cabeza de Lena, la otra llevando el mojito hacia su boca, bajo suspiros de satisfacción. Lena disfruta como un verdugo teniendo su víctima bajo su mando. Lentamente se levanta, acuesta a mi marido en la tumbona más cercana y se empalma encima de él haciendo desaparecer la erección de Stone entre sus piernas.
A mi lado veo la prolongación de Max, más recta que la Torre de Pisa, impaciente para entrar en la cueva. Híper excitada por la idea, me posiciono encima del monumento y lo guio entre mis piernas, lo siento rozar mis labios íntimos penetrándome…Jadeo. Stone y yo nos miramos, sus manos aprietan el culo de Lena, estamos al límite del “no retorno”, siento latir el pene enorme por dentro, estamos endemoniados, chillando, la corriente nos invade, alargamos este trance con pausas. Con una mano aprieto el pene de Max para impedirle moverse, sus manos palpan mis senos, con la otra pellizco sus pezones mirando a Stone invadir la boca de Lena con su lengua, gozamos los cuatro dándonos caricias tiernas. Los dientes de Max mordiscan mis senos, una traca gigante me atraviesa, no aguanto más. Como una señal, mi grito provoca el orgasmo de todos, nos corremos en una irrupción violenta, los cuatros casi al mismo instante, los cuerpos empapados de sudor, nos desacoplamos, cogemos nuestros vasos y los chocamos sin decir palabra.