Y... ¿Por qué no? 3

Esta historia trata de una muchacha que conoció a otra por chat, hasta el momento sólo por motivos musicales. Sin mayores expectativas, la desconocida chica comenzó siendo su amiga, y luego seduciéndola sin piedad.

Desperté. Una fría y extraña sensación golpeaba mi alma. Un sonido comenzó a oírse desde el horizonte, y quise saber de dónde provenía. A oído perseguí el sonido pero no encontré nada, absolutamente nada, me sentía completamente perdida, perdida en la soledad.

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Mis ojos comenzaron a abrirse lentamente. Una intensa luz blanca procedía de la ventana, aunque aún así el día estaba nublado. Estaba sola, en la habitación, se escuchaban ruidos de pisadas y charlas en la planta baja. Callé y esperé hasta que se den señales de dónde estaba Rocío, hasta que se escucharon unas sórdidas pisadas desde la escalera. Rocío ingresó a la habitación sonriendo y clavando su mirada en mí, con una bandeja de desayuno.

- Buenos días Bella Durmiente.- Le respondí con una sonrisa, y el conocimiento volvió a mi cerebro. Recordé todo lo que anoche había ocurrido entre las dos, entre Rocío y yo. De pronto esta chica actuaba como si no hubiera pasado nada, y comencé a sentirme incómoda recordando el día de ayer.

- ¿Te encuentras bien?- Finalmente preguntó, fingiendo estar preocupada.

- Sí, perfectamente, dormí como un tronco.- Me senté en el borde de la cama y Rocío me acomodó el desayuno.

- He soñado cualquier cosa.- Dijo haciendo una pausa, y ambas reímos.

- ¿Pues qué soñaste? ¡Cuenta!-

-Fue algo rarísimo, soñé que nosotras dos mirábamos una película y casi nos besábamos, pero justo había llegado mi madre, o algo así, no me acuerdo muy bien.- Las facciones de mi rostro se arrugaron, mis peores miedos se hicieron realidad. ¿Rocío realmente no se acordaba de lo sucedido? ¿Será que se arrepintió y ahora me miente? Hubiera roto a llorar en ese mismo momento, pero quizá había cierta esperanza en todo este desastre.

- Ah… Eh…- Intenté conectar mis neuronas. – Pues… ¡Qué loco!- Reí vergonzosamente, gracias a Dios que nunca me pongo colorada, sino estaría hecha un tomate.

Rocío asintió sin interés y se dirigió a su ropero, cogió algunas prendas y se cambió sin indiferencias, frente a mí. Observé el desayuno. Unas galletas de limón con una leche chocolatada. No tenía hambre así que opté por un par de galletas. Mis pensamientos no lograban ser interrumpidos, ¿Será que realmente no se acordaba y me estaba jugando una broma? ¿Estaría jugando conmigo? No lo sé, pero me sentía totalmente confundida. No creo que ella se haya emborrachado realmente como para no tener recuerdos de la noche anterior. Quizá había ingerido alguna que otra pastilla sin que yo la haya visto. Quizá se drogó, sí, eso seria algo real. ¿Pero por qué busco excusas? Ojalá se hubiera acordado de anoche.

Las galletas estaban sabrosas, pero no podía apartar la mirada del cuerpo de Rocío. Prácticamente se estaba desnudando frente mío, como ayer luego de bailar bajo la lluvia, pero esta vez su cabello estaba seco y parecía acariciar su piel. Su recto flequillo permanecía perfectamente acomodado justo arriba de sus claros y profundos ojos. Estaba concentrada en vestirse, creo que no se dio cuenta de que la observaba como niño ve un avión en su patio trasero. Fui tan estúpida que al mirarla la galleta se me cayó contra el piso de madera. Rocío observó curiosa y yo  me olvidé de cambiar mi posición, por lo que estaba como una idiota mirándola, maldita sea.

- Mm, ¿Es que tienes manteca en las manos tontita?- Dijo riendo, y se agachó a recoger la galleta a medio comer. Solamente había vestido un corto short veraniego, y todavía su torso seguía descubierto. Pude ver al agacharse sus senos, con los que tanto soñé. No los vi completamente desnudos pero que va, algo es algo. Admito que mi entre pierna cosquilleó.

- Hoy vendrá una amiga de mi colegio a visitarnos, es una buena chica, se llama Florencia.- Se acercó a darme la galleta y continuó con su labor. Eligió una camisa con los primeros dos botones desabrochados, estaba preciosa.

- ¡Qué bien!- Atiné a contestar, mientras que le daba un mordisco a la galleta. - ¿Tiene nuestra edad?- La verdad me hubiera gustado que estemos solas todo el día.

- Sí, vendrá en alrededor de media hora, iremos a tomar un helado o algo. Será divertido.- Me miró con una sonrisa y se dirigió al armario para coger otras prendas, las cuales me dio.

- Ponte esto, aunque si yo tengo que decidir prefiero que andes desnuda.- Soltó una risita malévola. – Obviamente si sólo te puedo ver yo, no quiero que alguien te agarre y te suba a un auto.- Reí tímidamente. Lo cierto es que ya no sabía que pensar acerca de Rocío y yo. ¿Es que me estaba seduciendo? ¿O eran las típicas bromas entre adolescentes? ¿Acaso nosotras éramos esa clase de amigas que se palman el trasero bromeando?

- Señorita, una chica llamada Florencia que dice ser su amiga la espera afuera, en el portón.- Se escuchó al mayordomo avisarle a Rocío por la escalera.- ¿La hago entrar o quiere recibirla usted?-

-Ya vamos nosotras, gracias igual Rob.- Me miró y tomo mi mano. Bajamos las escaleras y nos dirigimos fuera de la casona, para ir a recibir a Florencia.

- Lo cierto es que Rob ya es como de la familia.- Dijo para sacar tema de conversación. – Pobrecillo, siempre me trata de “Señorita”.- Imitó la voz del mayordomo y lo burló sin ofensas y sin malas intenciones, hasta que cruzamos el largo pasillo del extenso patio, hasta llegar al portón.

-¡Flor!- Dijo a modo de saludo, mientras que el portón se abría.

Detrás del portón había una joven algo más alta que Rocío y yo. Tenía el pelo recogido en una coleta alta, su cabello era completamente rubio. Sus grandes ojos verdes hacían juego con unos labios finos que parecían moverse al ritmo de la música cuando hablaba su dueña. Poseía una figura perfecta; senos grandes, aproximadamente una medida de 100, llevaba una especie de top que dejaba al descubierto su ombligo. En él había un piercing con el medallón de Playboy enganchado. Se podía apreciar un vientre perfectamente plano, incluso había rastros de abdominales. Debajo vestía un short de jean como el de Rocío, que dejaban a la vista unas piernas preciosas. No podía dejar de sentirme rodeada de pura belleza.

- Preciosa.- Dijo, guiñando un ojo y saludando a Rocío en la mejilla, tomándola de la barbilla. Yo sólo observaba, hasta que su mirada se posó en mí. - ¿No me vas a presentar a tu amiguita, de la que tanto hablas? - Su mirada me recorrió de arriba a abajo, levantando una ceja. Lo que pareció haber sido una muestra de desaprobación cambió de repente a una muestra de que estoy segura de que me imaginó desnuda, ya me sonrió de una manera muy sexy, al mismo tiempo que Rocío se volteó para presentarme.

- Claro, Ale, ella es Florencia.- Dijo con una sonrisa, y Florencia se acercó para tomarme del cuello y besarme a milímetros de mis labios. Su comportamiento me parecía extraño, no cualquier chica que recién conoces te trata así, a menos que así sea su personalidad y yo solo estoy alucinando.

- Un placer conocerte linda, espero que nos llevemos muy bien.- Su teléfono móvil emitió un sonido y se limitó a contestar, creo que era un chico.

- Espero que sean buenas amigas, pero ojo, que eres mía, no te me vallas a escapar a otro país con Flor.- Dijo susurrándome al oído Rocío.

- Bah, me gusta aquí.- Florencia seguía al teléfono. – Y no seas estúpida, ¿Por qué habría de escaparme con ella?- Le dí un empujoncito suave, a modo de chiste.

- Y no sé, será porque te está comiendo con la mirada la muy puta, y no tiene vergüenza de ello.- Me devolvió el empujón, y ambas no parábamos de sonreír. A propósito, su sonrisa de celosa era preciosa.

- ¿Y es que acaso estás celosa?-

-¿Yo? ¡Para nada! Solamente cuido lo que es mío.- Dijo, mientras me tomaba de la cintura y me acercaba a su cuerpo.

Nos adentrábamos cada vez más a la ciudad, es decir, a su centro. Las miradas incesantes de hombres y mujeres se posaban en nosotras tres. Gente en autos gritaban guarradas sin cesar a Florencia y a Rocío. Ella colgó el teléfono, y cada vez que le piropeaban con algo ella respondía con insultos, junto con Rocío. Ver a ambas enojadas gritando contra medio mundo era muy gracioso.

- ¡Te rompería el short que tienes de una sola embestida!- Se escuchaba gritar al conductor de un camión, mientras que todas las ancianas observaban asqueadas, y algunas personas divertidas.

- ¡Cierra tu grasiento trasero camionero de mierda!- Gritaba Rocío.

- Preciosa, como me como tus pensamientos.- Le decían de atrás a Florencia.

- Pues entonces te estás comiendo una verga así de grande.- Las tres reímos como locas hasta que finalmente me tocó a mí. Un grupo de muchachos se acercó a nosotras y uno tiró un papel.

- Hermosa, se te calló un papel.- Me di vuelta como una idiota. – El que te envuelve bombón.- Reí tímidamente, Rocío y Florencia se miraron y rompieron a reír.

- Querida, ¡Todo lo que tenemos que enseñarte!- Dijo Florencia. – Los hombres que te gritan cosas en las calles son unos guasos, si fuera uno, me arrodillaría frente a ti y sin conocerte te pediría la mano.- Agregó Rocío, y todas reímos. – Tampoco pedimos eso, pero aunque sea que nos pregunten nuestro número, y por una vez sola que no sea solamente para tener sexo.-

Continuamos por la larga avenida repleta de gente y hombres guasos, aunque me sorprendí por la intensa mirada de algunas muchachas hacia Florencia y a Rocío. Llegamos a una heladería aceptable.

- ¿Qué sabores te gustan, Ale? - Dijo, mientras se acercaba a mi lado y me tomaba del hombro.

- Su favorito es el banana split.- Interrumpió Rocío.

- Entonces, banana split será, por favor, déme también de frutilla al agua y chocolate, linda.- La heladera asintió ruborizada.

- Ven, vamos a ocupar una mesa.- Tomó mi mano y caminó divertida hacia alguna de las mesas desocupadas. Las miradas del local se posaban en ella, ya sea por su elegancia y su versatilidad, o por su angelical cara. Era realmente una diosa de la belleza.

- Por fin solas.- Dijo una vez sentadas, arqueó una ceja y mordió su labio inferior.

- ¿Pues que se te ocurre hacer?- Contesté seria, siguiéndole la supuesta broma.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo?-

- Creo que no, ¿Qué es lo que piensas?-

- Que hoy estás preciosa, amiga.- Tomó mi mano y mi cara pasó a un total desconcierto, ¿Qué es lo que Rocío estaba haciendo? ¿Es que ella estaba seduciéndome?

Mi celular comenzó a sonar ruidosamente, llamando la atención de la mitad del local, agradecí a Dios por salvarme de un momento tan incómodo.

- Mi madre.- Se veía en el identificador de llamadas. – ¿Sí?

-Ale, ¿Cómo estas? ¿No extrañas a tu pobre progenitora?

-Pues claro, el tiempo se me fue volando madre, en un ratazo estoy en casa.

-Más le vale señorita. ¿Cómo la pasaste en lo de… tu amiga?

-Rocío.- Le corregí, mientras que ella observaba atenta.- Muy bien, lástima que ella me pega.- Reímos. – Broma. Nos vemos madre, ahora mismo estoy en una heladería con ella y su amiga.

-Adiós, te veo en un rato hija.

Florencia comenzaba a acercarse con el helado, y una sonrisa en su rostro. Se podía ver como la mayoría de la gente volteaba al verla; ya sea por ojear su trasero o por pura curiosidad.

- Creo que tu madre me cae bien.- Rocío se acomodó en la silla y chequeó su celular.

- Y que se le va a hacer… se parece a mí.-

- Ahora sé de donde sale tú locura.- Ambas reímos. La heladería estaba repleta, junto con toda la ciudad. Estábamos en una época turística.

- Dejen de hablar mal a mis espaldas.- Florencia se acomodó en la silla restante y tomó su vaso de helado.

- Ale dijo que eres una zorra.- Las 3 reímos, tomé mi vaso de banana split y Rocío tomó el suyo.

- Ale mira que puedo ser muy mala, si te metes conmigo,- hizo una pausa y miró a Rocío.- Te metes con Rocío.-

- No por favor, os suplico, vosotras con lo suyo, tengo miedo de enfrentarme con Ale, mira sus músculos.- Tomó mi brazo, y a continuación me hizo cosquillas. Estábamos pasando una tarde tranquila de amigas. Sí… supongo que somos amigas.

- Ya vuelvo con ustedes, voy a animar un poco el lugar.- Rocío se levantó de su silla dirigiéndose a una especie de equipo de música al costado de la heladería. – Ale, si Flor se comporta mal contigo me lo dices, ¿Sí?

-No te preocupes, no le haré daño, sólo unos rasguños.- Levantó su mano e hizo una seña de arañazo con las uñas.

Rocío comenzaba a alejarse de nuestra mesa, con un caminar sumamente femenino. Su oscuro cabello era precioso, no podía dejar de observarla, hasta que me cercioré de que Florencia estaba observándome a mí.

- Rocío me habló bastante de ti, Ale.- Sonrió y tomó mi mano.

- Ah, ¿Sí? ¿Qué clase de cosas horripilantes dice de mí?-

-Pues nada malo.- Vaciló un poco y comenzó a escucharse algo de AC/DC desde el equipo de música. Roció volteó y unos muchachos de una mesa le chiflaron y aclamaron, a lo que Rocío respondió levantando su puño y dejando escapar el dedo mayor. – Sólo que eres muy bonita, y admito que dice la razón.- Mordió su labio inferior, esta chica comenzaba a intimidarme. – Esta noche iremos a un boliche de por aquí cerca, ¿Te apetecería acompañarnos?- Antes de que pensara contestarle, Rocío volvió a su silla.

- Yo sé que están pensando en mí.-

-Sí Ro, te estamos imaginando desnuda.- Las 3 reímos. – Lo cierto es que le estaba comentando a Ale que hoy saldremos a bolichear.-

- Ah sí, ya se lo iba a comentar, pero antes debe pedirle permiso a su mami.- Pinchó mi nariz con su dedo índice.- ¿O me equivoco?

-No, no te equivocas.- Sonreí.- Luego le comento, ¿Y es que a dónde iremos?- La verdad no conocía nada de boliches del lugar.

- A uno de por aquí, dicen que es el mejor, es llamado “The White Stripes”.- Dijo sensualmente Florencia.

- Sí, como la banda de rock.- Agregó Rocío.- Aunque esa música exactamente no pasan.

-Pues claro que no nena, es puro Reggaeton y Cumbia.- Rocío hizo burla con su boca.- Pues música para bailar, ¿Es que quieres que revoleemos la cabeza al ritmo de el metal ese que escuchas?

-Hoy moverás la cabeza de un lado para otro cuando me practiques sexo oral.- Refutó Rocío. Sí, definitivamente estas chicas eran aquellas que se palmaban el trasero por broma. Sí, por broma… Eso espero.

- Hay atrevida, soy sólo una nena, no me digas esas cosas o le diré a mi madre que quieres que te de besitos en la cachu.- Las 3 nos habíamos acabado nuestros helados. – Mira como chupa Ale, deberías pedirle algo a ella, ¿No? Apúrate o me la llevo a mi casa yo.

-No se peleen por mí, bellezas.- Bromeé, aunque en mi cabeza sólo nadaban preguntas. ¿Qué es lo que realmente insinuaban? Yo nunca había hablado así con ninguna de mis amigas, o conocidas. ¿Es que era normal en su mundo de adolescentes?

- Flor, llama a la camarera para pedir la cuenta, yo iré un rato al baño con Ale.

-Vale, ojo con hacer cosas de adultas.

Rocío tomó mi mano y nos dirigimos al baño, mientras que Florencia hacía señas a una jovencita del mostrador.

- Espero que tu madre te deje acompañarnos esta noche. La pasarás bien, ya verás.- Entramos al baño, estaba limpio y vacío de gente. - ¿Es la primera vez que sales a bailar?

-Sí, es mi primera vez, se podría decir.

-Mas vale que uses protección entonces mujer.- Asentí y observé desde la puerta a Florencia. Estaba susurrándole algo al oído de la camarera, vi luego a continuación que la muchacha le pasaba un papel a Florencia, que ésta guardó. ¿Es que a Florencia le gustaban las chicas y estaba seduciendo a la camarera? Todo mi mundo estaba dado vuelta. Y me gustaba.

Rocío salió de un baño y se acomodó su cabello delante del espejo. Se veía preciosa. Me hubiera acercado a abrazarla por detrás, pero sólo en mi imaginación.

Tomó mi mano y nos dirigimos a la mesa. Florencia se encontraba sola ya, recogiendo sus cosas y lista para marcharse.

- Ro, ¿Vienes a casa para prepararnos por hoy a la noche?

-Vale, pero luego, dejo a Ale en su casa y te veo.

-Cualquier cosa, al celular.

Se acercó para saludarnos y se marchó. Salimos del local con Rocío. Ya eran las seis de la tarde.

- Qué lindo día, lástima que atardece tan rápido. Contigo el tiempo se me pasa volando mujer.- Cruzamos una avenida repleta de autos que iban y venían. – Para hoy no te me produzcas mucho, que quiero salir viva. Y ojo con seducir muchachos que le contaré a tu madre, además te quiero especialmente para mí.-

-¿Sólo para ti? ¿Es que no me compartes con nadie?- Quería seguirle la supuesta broma.

-Sí, sólo para mí. Ni con Florencia ni con mi perro.- Se veía tan tierna haciéndose la enojada.

- Yo nunca la mencioné a Florencia. ¿Es que acaso estás celosa?

-¿Yo? ¡Para nada! Sólo me ocuparé de que no te toque. ¿Me copias?

-Te copio, cambio y fuera.

-Chistosa eres.

-Así soy yo, pues.

Continuamos el camino a mi casa hablando de pavadas y temas ocasionales. Me sentía muy a gusto con Rocío a mi lado. A veces me tomaba de la cintura o me palmaba el trasero. Sinceramente me hacía poner piel de gallina cada vez que me tocaba, no quería que se vaya nunca. ¿Es que estaba jugando un juego conmigo, y yo estaba cayendo en él? Pues no sé que está tramando, pero me gusta.

- Hasta aquí llegamos muchacha, nos vemos hoy a la tarde, te pasamos a buscar, ¿Vale?

-Me parece bien, nos vemos, Ro.

-Hasta en un rato, nos vemos preciosa.

Tomó mi barbilla y besó mi mejilla, a una escasa cercanía de mis labios. Sentí como todo un calor comenzó desde mi garganta hasta la planta de mis pies. El contacto con esta chica alteraba todos mis cables. Me dirigí hacia el portón de mi casa y tomé mis llaves, las cuales se deslizaron de mis manos para caer en el piso. Que estúpida, pensé.

- ¿Es que te quedó la manteca de hoy a la mañana en tus dedos tontita?- Rocío continuaba ahí, pensé que ya se había marchado.

- Creo que no es manteca, sino estupidez.

Me agaché a recogerlas y sentí las manos de Rocío tomándome por la cadera. Me acomodé para voltearme y me abrazó por detrás dejándome inmóvil. Avanzó sus manos de mis caderas hacía mi vientre, para ascender lentamente, hasta el comienzo de mis pechos.

- ¿Qué haces?- En realidad sabía exactamente lo que ella estaba haciendo.

- Nos vemos en un rato, tonta.- Pinchó nuevamente mi nariz con su dedo índice y se marchó. A unos metros de mí volteó y me guiñó el ojo derecho. Entré torpemente en mi casa y casi me tropiezo con la perra. En casa no había nadie. Qué extraño. Sí, una de mis especialidades es ser sarcástica.

Me pegué un baño rápido y me conecté enla PC.

- Gorda, ¿Estás sola en tu casa?- Era Juan, mi novio.

-Sí, ¿Venís un rato? Te extraño.- Creo que le estaba mintiendo, pero debía quitarme a Rocío y su amiga prostituta de mi cabeza por un momento, debía volver a la realidad.

- Ya salgo para allá.

No sabía si arrepentirme por que él venía. Mis relaciones eran todas unas mentiras. Me daba pena, supongo, algún día él se enteraría. Se enteraría de que no me gustan sus besos, ni que me haga el amor. De que lo que yo sentía por el era el cariño de una hija a su padre, sobre todo por la diferencia de edad. La verdad es que con el cuidado que me daba mi verdadero padre me bastaba, pero era una obsesión la de Juan por cuidarme siempre. Tenía miedo de que me rompa o algo por el estilo. Era cariñoso por sobremanera, y eso era una de las pocas cosas que me gustaban de él. Mis relaciones siempre duraban porque los amores adolescentes siempre terminan por infidelidades, y yo sé que no le sería infiel con ningún chico, y si él lo era no me interesaría, porque aunque lo intente no podría ser celosa con él.

Mientras me secaba el pelo alguien tocaba el timbre. Era Juan.

- Hola bebé, estás preciosa.- Odiaba que me diga bebé, pero nunca se lo dije. – Te extrañé mucho, ¿Qué hiciste estos días?

-Nada interesante, salir con algunas amigas. ¿Vos?

-Trabajar, como siempre. Entremos a la casa que hace frío y no quiero que te resfríes, tienes el cabello mojado aún.- ¿Qué les dije? Definitivamente soy su “bebé”.

Luego de unas charlas hicimos el amor. No quiero entrar en detalles específicos, sólo rescato que no podía dejar de pensar en Rocío. Quería que todo termine en ese momento, no quería hacer nada con Juan. Quería tener la cercanía de Rocío, sus caricias, y no las de él. Soy tan cobarde que nunca me animaría a decírselo, dejando que algún día se entere por sí solo y salga lastimado, por mi puta culpa. ¿Por qué me escondo en él? ¿Por qué no lo dejo tranquilo y sufro yo sola, y no los dos? Es porque soy una idiota.

- Amor, ¿Pasa algo?- Me preguntó, en la cama abrazados luego de hacerlo.

- No, para nada. Ha sido genial.- ¿Por qué no me ahorraba esos comentarios falsos y me callaba?

- Me alegra que te haya gustado. Gracias por amarme y dejarme amarte. Debo irme, quiero que te cuides. ¿Hoy saldrás a algún lado?

Debería decirle, debería. Pero no quiero que se entere de que me junto con la loca de Rocío, me daba la impresión de que era un error. De que le era infiel de cierto modo, y no quería que se entere.

- No…- Dije al final. – No iré a ningún lado gordo, no te preocupes.

-Ah bueno, no tengo problema en que salgas boluda, sólo quiero que te cuides, te pasa algo y me muero.- Me besó en la frente. – Ahora debo irme, nos vemos luego. Mantén tu celular prendido, ¿Sí? Te amo.

-Yo también.- Me dolía tanto cuando me decía esas dos palabras.

Nos vestimos y me saludó. Una vez que cerró la puerta detrás de él, rompí en llanto. Me lastimaba tanto no poder decirle la verdad y dejar de involucrarlo a él en mis problemas. Creo que él nunca entendería por qué soy tan fría, por qué no quiero besarlo ni acariciarlo, ni por qué nunca le digo que lo amo por mi cuenta. Eso me hacía sentir tan idiota, todo lo que hacía me hacía sentir idiota. Me hacía sentir estúpida estar enamorándome de Rocío, y no aceptarlo. ¿Qué debía hacer? ¿Es que debía seguirle la corriente a Rocío y animarme a algo más? ¿Pero y si Rocío no quería y estaba comportándose normalmente, como se comportan dos adolescentes normales? No lo sé. Mi celular comenzó a sonar, un mensaje.

Ale, ¿Mañana te vienes a pasar la noche a casa? Debo hablar contigo, Romi. ” Le contesté afirmándole, comenzaba a alejarme de todo lo que me rodeaba en un abrir y cerrar de ojos, Rocío estaba ocupando todos mis horarios y planes. Estaba saliendo victoriosa.

Sequé las lágrimas de mi rostro y reproducí música enla PC.Comenzóa sonar algo de Metal Gótico. Es impresionante lo profundas que pueden llegar a ser algunas canciones. Comencé a maquillarme y elegí un vestido corto que usaba ocasionalmente, con unos tacos que me hacían más alta de lo que ya era. Era demasiado corto, me daba cosa usarlo. Pero debía ser un traje de monja comparado con lo que llevaría Florencia o Rocío, estaba segura de ello. Me comprobé al espejo y me sentí bien. Estaba bonita, creo. O más presentable que cuando uno se despierta. Con eso estaba segura de que estaba lista. Aproximadamente a las 11 de la noche sonó el timbre de casa. Tomé mi bolso con mis cosas y le avisé mi madre que iría con las chicas al baile. Me encaminé hacia el portón, y una vez allí las vi nuevamente. Florencia lucía un vestido con una especie de abertura que dejaba su vientre al aire. Era apretado, lo que resaltaba sus pechos, también corto, mostrando sus piernas perfectas. Era toda una Barbie, llevaba todo el largo cabello suelto, excepto de unas hebillas al costado. Calzaba unos tacos negros de aguja. Cualquiera la confundiría con una muñeca.

- Buenas noches Ale, vengo a comunicarte que estas preciosa y que te daría toda una noche de sexo intenso.-

- Qué graciosa eres.- La saludé y sentí todo su intenso perfume.

- Rocío nos espera en el auto, desnuda.

¿Cuándo llegaría el día en que no puedan comunicarse entre sí sin decir una guarrada? Creo que nunca. Nos dirigimos al auto, mientras que yo observaba la manera de caminar de Florencia. Era implacable, creo que hoy pasaremos una larga noche.

-Estas preciosa Ale, hoy caerán a tus pies todos, incluso yo.- Dijo Rocío, una vez en el auto. Cerramos las puertas y el coche arrancó. La noche acababa de comenzar. Comenzó a sonar algo de los Gun’s N Roses, a todo volumen. Creo que mi cabeza iba a explotar, mientras que Rocío y Florencia bailoteaban dentro del auto. Gracias al cielo las ventanas estaban abiertas, dejando escapar un poco el ruido. Yo y Florencia nos sentamos en la parte trasera del auto. Sentí vibrar al costado en mi cartera mi celular. Era mi madre, había recibido el mensaje y me avisaba que después me avise si me quedaba en la casa de alguna amiga o me volvía a casa.

- Te arranco un labio de un mordisco.- La escuché decir a Florencia en mi oído. Me asusté, pero para colmo sentí su mano descansar en mi regazo. Creo que estaba temblando. Estaba rodeada de dos adolescentes completamente locas, más atrevidas de lo que pudo haber sido mi madre en toda su vida. Su mano comenzó a ascender y sentía que iba a desmayarme en ese mismo momento, hasta que me rasguñó y retiró su mano. Rocío mantenía la vista en el camino. Estábamos ya a unas cuadras del boliche. Una vez que llegamos, estacionamos justo en frente. Hubiera pagado dinero para estar afuera del auto y poder ver salir a Rocío y a Florencia. Creo que me hubiera desmayado al ver semejante belleza salir de un coche. Rocío salió primera y luego nosotras dos.

- Ale, yo y Rocío nos arreglamos para entrar gratis, tú solo síguenos la corriente.

Comenzamos a caminar a la puerta de entrada, y me flaqueaban las piernas al ver toda la gente que clavaba la mirada en estas muchachas, la verdad es que estaban para mirarlas y fotografiarlas.

- ¿Documentos?- Dijo el guardia de seguridad, y me acordé de que no había traído el mío, maldita sea, ¿Y ahora qué haríamos?

- Nos lo hemos olvidado en mi casa, fue culpa mía Sheriff.- Dijo Florencia mordiéndose el labio inferior.

- Es la última vez, lo prometemos jefe.- Agregó Rocío.

Yo no pude evitar callar, porque estaba segura de que si emitía alguna palabra, la cagaría.

- Muy bien, pasen.-

Subimos unas escaleras descendientes repletas de muchachos y muchachas que charlaban. Me sentí excesivamente observada, estaba muy incómoda, mientras que Rocío y Florencia caminaban completamente natural, como si lo hubieran hecho toda su vida. Una vez dentro de la pista de baile, la música era una electrónica que hacía vibrar mis entrañas.

- Tenemos algo que quizá te gustará, ¿Cierto, Flor?

-Elemental mi querida Rocío.

-¿Qué están insinuando?- Apenas las escuchaba por la música, pero algo percibí.

Tomaron mi mano y se dirigieron a la barra. Florencia pidió una cerveza en botella chica y Rocío una copa con un Daiquiri, creo.

- ¿Qué te gusta a ti, niña bonita?- Me preguntó Rocío.

- Eh …- Dudé. – ¿Hay algo sin alcohol?- Lo cierto es que no estaba en mis planes emborracharme.

-Un gancia para la muchacha por favor.- Gritó Florencia al muchacho de la barra, que asintió divertido.

- ¿Qué hacen? No pienso tomar nada que me ponga en peligro.- Las ideas de Juan estaban rompiéndome la cabeza.

- Nosotras te cuidamos.- Me dijo Florencia, y tomó mi mejilla con su mano derecha. Noté cómo Rocío la observaba, algo celosa.

- Marcha un gancia para la jovencita.- Asentí con una sonrisa y tomé la bebida entre mis manos y tomé un sorbo. Lo cierto era que necesitaba algo fuerte. Nos dirigimos hacia una mesa y comenzamos a intentar hablar, aunque apenas se oían nuestras palabras. Varias veces unos grupos de muchachos se acercaban para invitarnos a bailar, pero antes de que pudiera atinar a contestar algo, Rocío y Florencia se negaban, aunque yo no pensaba hacer lo contrario.

- Pobres muchachos.- Dijo Florencia, y rompimos a reír. ¿De qué? No lo sé. Perdimos la cuenta de las copas que ya íbamos. Comenzó a sonar una canción de Reggaeton con una letra obscena, que mucho no recuerdo.

- Mi canción favorita, chicas.- ¿Qué justo, no?- ¿Me conceden esta pieza, doncellas?

-Con mucho gusto, princesa Florencia.- Dijo Rocío, y ambas tomaron mi mano, para dirigirse al medio de la pista, la cual estaba vacía, toda rodeada por cientos de muchachas y muchachos. Comenzaron a bailar de una manera hipnotizadora. No me quedó otra que seguirlas, las dos locas se ubicaron de manera que una quedara delante y otra detrás de mí. Comenzaron a bailar meneando sus caderas y apoyándose en mí. Fue como si me hubieran estado haciendo un strip-tease privado. El efecto que el alcohol ya tenía en mí hizo que les siguiera el baile. De pronto la pista comenzó a llenarse de a poco. A un lado veía a una rubia despampanante que se hacía llamar Florencia. Era terriblemente sexy y realmente sabía bailar. Del otro lado veía a una morena con una cara hecha por los dioses y con unos movimientos perfectos. ¿Qué debía hacer? Bailar. Quería seguir teniendo contacto con ambas. Habrán rechazado mínimo 5 muchachos en unos 20 minutos. Hasta que finalmente Rocío cedió a bailar con un muchacho, porque le invitaría a una copa.

- Por fin solas Ale.- Alcancé a oír a Florencia decirme al oído, mientras que tomaba mi cadera y me bailaba de una manera increíble. Era como hacer el amor con ropa. No podía pensar en ese momento, sólo quería divertirme y tomar.

- Chicas, ustedes bailan si o sí con nosotros, no podemos dejarlas ir.- Se acercaron dos muchachos muy guapos, pero no lograron llamar la atención, creo, de ninguna de las dos.

- ¿Y si no qué?- Dijo Florencia, creo que en tono de broma.

- Llamaremos a la policía.

-Arresto por belleza.- Agregó su amigo, Florencia rió y me miró.

- Pues no se puede, porque ella es mi novia.- ¿Qué? Espero haber escuchado bien.

- Ah que lástima, el también es mi novio.- Dijo el muchacho, y todos reímos. – Venga, no les creemos. Bésense.

Florencia me observó, me tomó del cabello y me acercó a sus labios. El corazón se me paralizó, ¿Es que acaso iba a besarme? ¡Estaba loca si pensaba que iba a dejarme! Quise tirarme hacia atrás, pero la mirada de Florencia irradiaba lujuria, provocando a cualquier ser humano en la tierra. No entendía muy bien lo que pasaba alrededor, mi cabeza daba vueltas por el alcohol, y pensé. ¿Qué saldría mal? ¡Florencia está para mojar pan! Es decir… ¿Y por qué no? Besó mis labios de una manera salvaje, como si fuera la última comida del universo, ya nada alrededor me interesaba ni significaba nada para mí. Me abrazó fuertemente y seguía mordiendo mis labios, sentía dolor, pero le devolví los besos inmediatamente. Se escuchaban clamadas y chiflazos de los muchachos de alrededor, que se paraban a observar. Apenas notaba lo que había alrededor. Florencia estaba perlada de sudor, y mientras devoraba mis labios tomaba mi trasero y lo apretaba contra ella. Mordía mis labios e introducía su lengua en mí desesperadamente. Notaba como mi entre pierna comenzaba a humedecerse. La música seguía sonando fuertemente y los flashes de cámaras golpeaban mi rostro. Si la cosa no se detenía, creo que Florencia me hubiera desnudado en ese mismo momento. Veía como los descarados muchachos posaban en frente nuestro y se tomaban fotos. Era un verdadero show. Florencia tomaba mi cara y continuaba besándome desesperadamente. Un muchacho se acercó por detrás y tocó a Florencia, creo que para tomarse una foto.

-¡Aléjate de mí, maldito cerdo! ¡Vete a masturbarte con una foto de tu madre!- Gritó Florencia y lanzó una cachetada al joven. Se la veía alterada. Tomó mi mano rápidamente y nos dirigimos al baño. Toda la gente se corría a un lado y aplaudía, clamando. Todos observaban. Me sentía incómoda, pero me sentía bien. Continuamos caminando al baño y una vez en la puerta, Florencia me estampó con la puerta y comenzó a besarme como lo hizo hace un rato. Me tomó del cabello y tiró mi cabeza hacia atrás.

- Te quiero ver en acción, putita.

Mi cabeza continuaba hacia atrás, así que Florencia comenzó a besar mi cuello, a pasarle la lengua y demás. Creo que me estaban violando, aunque a diferencia de una violación, yo quería que me violen. Continuaba besando mi cuello y tironeándome del cabello, hasta que tomó el cierre de mi vestido y quiso bajarlo.

- Recuerda que estamos en un baño público loca.- Llegué a decirle.

- ¿Y a mi qué carajo me importa?

Soltó el cierre e introdujo su mano debajo del vestido, y comenzó a masturbarme brutalmente por encima de la tela de los pantys.

- Aguarda, hay- No podía ni hablar, me faltaba la respiración. – Espera, ah… La gente nos podrá ver.- Hice una pausa, Florencia no contestaba y continuaba moviéndose frenéticamente en mi entrepierna.- Mmm… Para… No… Sigue… Ah…- Era interrumpida por mis propios gemidos. Creo que estaba demasiado borracha como para detenerla, estaba excitándome.

- ¿Te gusta? ¿Te gusta, puta?- Me insultaba Florencia, mientras me miraba provocadoramente.

- Si, me encanta, haré lo que quieras, hazme tuya.

Unas muchachas ingresaron al baño, rieron y se fueron.

- Creo… que deberíamos… ah…- Florencia posó una mano en mi seno y lo mordió por encima del vestido. Eso hizo que mis ojos se prendan fuego. Cómo me gustaba que me acaricien ahí.

Me soltó, cerró la puerta del baño y puso la traba. Ya está, ese era el fin.

- Ahora se hace lo que yo digo.

Se acercó a mí, me tomó del cuello y lo besó. Luego volvió a besarme en los labios. Nos golpeamos y rebotamos por todas las paredes del baño. Posó mis brazos en sus hombros y me subió arriba de ella. Era una ventaja de ella de que fuera algo más alta que yo. Continuamos besándonos desesperadamente contra la pared, hasta que me sentó en la mesada del fregadero.

- Te quise coger desde que te vi Ale.- Tomó mis senos y jugueteó por arriba del vestido.

- Vamos a eliminar todo lo que sobre.- Me levantó bruscamente y tomó el cierre del vestido, lo bajó rápidamente y me lo quitó. Quedé en ropa interior. No podía creer que todo esto hubiera estado sucediendo en el baño.

- No crees… Que deberíamos… Dejarlo para otro momen…- Volvió a besarme y me calló. Me desvistió las medias lenta y sensualmente, mientras que no sacaba la vista de mi sexo.

- Te voy a dejar muerta.- Tomó mis senos y los apretó, los movió a un costado e incluso abofeteó. Desabrochó rápidamente el sostén, aunque creo que lo rompió y desesperadamente comenzó a devorar mi pezón izquierdo, mientras que me masturbaba con la otra mano. Absorbía y luego pasaba la lengua incontables veces. Yo no hacía más que observar asombrada. Lo hacía tan rápido que me iba cayendo hacía atrás.

- Vamos a terminar con esto.- Me besó brutalmente, me tomó del brazo y me empujó hacía el frío piso. De la borrachera no sentí nada, así que me recosté a gusto. Florencia continuaba parada. Pisó con sus zapatos a aguja aún puestos mi vagina.

- La pasarás genial, ya verás.- Se agachó lentamente y desvistió la última prenda brutalmente. Me mordió el costado de mi entre pierna, justo en el muslo.

- ¡Hay!- Chillé de dolor. - ¿Por qué me muerdes?-

Pasó su lengua desde el comienzo de mi sexo hasta el fin, el cual estaba completamente depilado. Temblé con el contacto.

- Ah… continúa.

-Te muerdo porque la verdad te ves apetitosa, esto es mucho mejor que cualquier verga.- Ya no sabía que pensar de sus guasadas.

Con sus dedos corrió mis labios y comenzó con su trabajo. Tomaba mi clítoris en su boca. Lo retenía y lo soltaba, introducía su lengua en mi vagina. Hacía todos los trabajos y deberes. Le hubiera pagado.

- Me voy… a correr… sigue.- Me agarré de donde pude, la desesperación me recorría todos los huesos. Me estaba haciendo el amor como nadie lo hizo, como ningún muchacho pudo hacerlo. Era increíble el placer desesperante que me daba. Nunca me habían flaqueado así las piernas ni latido así el pecho.

- Te voy a follar.- Se levantó en sus rodillas y me metió uno de sus dedos en mi boca. Creo que no hice más que humedecerlo. Creo que ya sabía qué se iba a venir. Me masturbó con sus dedos y a continuación, introdujo un dedo en mí.

- ¿Te gusta puta?- Yo le respondí gimiendo, no sabía hacer otra cosa en ese momento. El dedo entraba y salía, hasta que fue introduciendo desde dos, hasta tres dedos. Con su otra mano masajeaba circularmente mi vagina. Creo que iba a morirme. Solté un chillido y acabé. Mi vagina se contrajo, y Florencia lo notó.

- Me alegro de que te haya gustado.- Sacó sus dedos y los saboreó con sus labios.

- Sabes muy bien, ahora entiendo por qué eres el sabor favorito de helado de Rocío.- Dijo mientras se levantaba. – Vístete, nos deben de extrañar allí fuera.

Se acomodó el cabello en el espejo y me observó mientras me vestía. Su mirada era totalmente pervertida, me sentía como si fuera abusada por alguien. Una vez vestida, me acomodé el cabello y salimos tomadas de la mano hacia la pista de baile. Una vez que estábamos en la barra, la ubicamos.

- Allí está Rocío, apretando con un muchacho.- Dijo a mi oído, con suma tranquilidad. Un frío recorrió mi pecho al oír eso y verla con mis propios ojos.- ¿Te apetece algo para beber? Espero no haberte dejado sedienta.- Besó mi mejilla derecha y llamó al que atiende la barra. No alcancé a escucharla. El odio recorría mis pensamientos. Debía hacer algo al respecto.- De lo que pasó hace un rato nada a nadie, ¿Sí?

-Como vos quieras diosa .- Volvió a descansar su mano derecha en mi muslo.

- Creo que deberías dejar de hacer esas cosas.- Estaba algo irritada, no quería que Rocío ande a los besos con nadie.

- Lo que no te lastima te fortalece bonita.- Rió mostrando sus perfectos dientes.

- Discúlpenme chicas, ¿Puedo tomarme una foto con ustedes? Es para el recuerdo.- Un muchacho se acercó a la barra. ¿Por qué nos decía eso? ¡No éramos ninguna clase de atracción turística como para que se anden tomando fotos!

- Claro, no tenemos problema amigo.- Dijo Florencia, algo borracha. Comencé a preguntarme si realmente se encontraba bien o conciente. El flash de la cámara golpeó nuestros rostros, y Florencia dejó caer su cuerpo sobre mi hombro. Creo que se quemó la última neurona de su cerebro.

- No, ¡Esto no va así! ¡Queremos igualdad! Bésense para la foto, quiero el mejor recuerdo de estas vacaciones, incluso para mostrarle la foto a mis nietos cuando sea grande.- Dijo un muchacho algo más extrovertido, y creo que más borracho, que el anterior.

Florencia rió y me tomó del mentón para besarme. La música golpeando mis oídos y los estúpidos muchachos comenzaban a molestarme. Intenté resistirme al beso de Florencia, pero fue en vano. Una vez que nuestras bocas se juntaron los flashes volvieron a encandilarme. Estaba mareada, y para colmo las luces del boliche comenzaron a parpadear locamente, al ritmo de la pesada música. Volvieron a clamar por más y chiflar, y Florencia continuaba besándome, sin movimiento alguno de mi parte. Quería que todo se termine ahí, quería ver qué estaba haciendo Rocío y con quién.

-¡Sigan así!- Se escuchaba gritar a un joven.- ¡Esto es mejor que una porno!- Me cansé, corrí a Florencia hacia atrás y abrí mis ojos. Me llevé una sorpresa y el corazón se me paralizó. De entre toda la multitud estaba, allí parada, Rocío. Estaba observando nuestro show. Maldita sea, me repetí como 5 veces en mi mente.

- ¡Maldita sea!- Sí, también lo dije. Vi como Rocío hacia a un lado los molestos chicos y se encaminaba hacia la salida. Me dispuse a seguirla, debía arreglar la cagada que me había mandado. ¿Cómo mierda no pensé antes que Rocío podía vernos? ¿Y si nos vio en el baño? ¡Ahora que mierda iba a hacer! ¿Por qué carajo me dejé llevar así? Lo único que me importaba del maldito boliche era Rocío, no debí nunca meterme con Florencia. ¿Por qué estaba pasando esto? El corazón me estaba dando un vuelco y tenía un nudo en la garganta, creía que iba a vomitar. Dispuesta a levantarme para seguir a Rocío, sentí como me tomaban del brazo.

- ¿No te quedarás a la fiesta, preciosa?- Dijo un fornido muchacho todo sudado. Me solté rápidamente de él, creo que era obvia la respuesta de su pedido. Corrí lo más rápido que me permitieron los malditos tacos, hasta la salida. Apenas divisaba a Rocío de entre todos los adolescentes. Una vez afuera, miré a mí alrededor. ¿A dónde se metió esta chica? Vi en la esquina algo así como unas figuras humanas, que desaparecieron rápidamente en la oscuridad. Creo que era Rocío. Caminé hacía mi destino y me encontré con una especie de callejón. Alumbré como pude con mi celular y la vi a Rocío, estaba llorando y un tipo estaba frente a ella, diciéndole cosas que no logré escuchar. Debía actuar rápidamente, o podrían lastimarnos a las dos. Pero en ese momento sólo me interesó Rocío. Dejé de respirar, miré a mí alrededor y busque algo para salvarla. Encontré victoriosa un par de botellas. Tomé una y me acerqué lentamente al tipo. Rocío me vio pero se limitó a no mirarme para no alertar al hombre. Me acerqué lo más silenciosamente que me permitieron los malditos tacos, desde ese día los odié.

- ¿Qué haces sola por aquí, sin nadie que te cuide, muñequita?- Alcancé a escucharle, me dio un asco tremendo. Se aumentaron mis ganas de partirle la botella en la cabeza. Me acerqué más y finalmente realicé mi cometido. El hombre calló desmayado por el golpe y Rocío gritó de miedo.

- Ya estás a salvo, ya estás a salvo.- Le susurré al oído, mientras que la regocijaba en mis brazos.

- Ese tipo iba a matar…me.- Alcanzó a decir Rocío entre sollozos. – Gracias por aparecer Ale, me salvaste la vida.- Dijo cabizbaja.

- No te vuelvas a ir así como recién, por favor. No tengo muchas botellas en el bolsillo.- Reímos en silencio. – Debemos irnos de aquí ahora.- Caminamos lentamente por la oscuridad, hacia la puerta del boliche.

- ¿Vamos a casa o a buscar a… tu amiga?- Propuse, vergonzosa. Tener vergüenza era lo mínimo que debía concederle a Rocío.

- Quiero ir a mi casa, pasa la noche conmigo… Por favor.- La noche estaba yendo de mal en peor, pero esas 11 palabras la alegraron completamente.

- De acuerdo, pero yo manejo.- Del susto de recién la borrachera se me había pasado. Caminamos hacia el auto de Rocío y la acomodé en su asiento.

- Me acabo de pegar el susto de mi vida.- Dije, una vez en el auto.

- Perdón por alejarme así, no sabía a dónde ir para desahogarme.- Hicimos una pausa, y luego de unos segundos encendí el motor. – Florencia es una puta regalada, como me decían mis compañeros. Qué estúpida fui al traerla, sabía que intentaría seducirte.

-No te preocupes, no he podido dejar de pensar en ti.- Aún no habíamos arrancado el coche. – Perdóname por dejar que me bese, es que tú te habías ido con un muchacho.- Comenzaba a amanecer afuera.

- Era un amigo gay.- Solté una risita.

- Oh… discúlpame, no… lo sabía.- Arranqué el coche y comencé a manejar, debía tomar el camino adecuado para llegar lo más rápido, seguramente había alcohol en mi sangre y no tenía ganas de comerme una multa.

- Estás hermosa.- Balbuceó Rocío. Luego de unos segundos de conducir, visualicé unos policías más delante.

- Creo que deberíamos quedarnos en un hotel.- Sugerí.

- A mí me parece bien.- Giré el coche hacia la izquierda y nos detuvimos en un hotel aceptable.

- Llegamos.- Dije, una vez apagado el motor. Ayudé a bajar a Rocío y le entregué las llaves al parquero. En el hotel nos asignaron una habitación de una cama matrimonial, era la única que quedaba, o la única que nos querían asignar.

- Lindo hotel. ¿No?- Dijo Rocío, mientras que se acomodaba en la cama.

-Sí, es acogedor.- Debía quitarme el vestido para dormir, pensé. ¿Pero qué me pondría? No teníamos pijamas.

- Creo que deberemos dormir en ropa interior, es decir, yo no tengo problema.- Dijo Rocío. Pensé de nuevo que leía mi mente.

- Oye, ¿Me ayudas a quitarme el vestido?- Me sorprendí con la pregunta, pero no tenía ganas de negarle nada.

- Claro, seguro.- Avancé hacia ella y quedamos frente a frente. Me ubiqué detrás de ella para deslizar el cierre del vestido, dejándolo caer lentamente. Su figura casi desnuda volvía a estar frente a mí de nuevo.

- Gracias.- Se sentó en la cama y se quitó sus medias, junto a sus tacos.

- ¿Qué esperas? Hace frío ahí afuera.- Dijo, acomodándose entre las sábanas. Me quité mi vestido y mis tacos, para recostarme al lado de Rocío.

- Si no me abrazas moriremos de frío.

Pasé mi brazo a un costado de Rocío para que quedemos pegadas a nuestros cuerpos.

- Sabes… La paso muy bien con vos Ale.- Dijo entre bostezando Rocío.

- Yo también Ro.

-Puedo… ya sabes. ¿Besarte?- Mi corazón se habría paralizado.

- S… sí.

Se apoyó en un brazo y lentamente se acercó a mis labios. Podía sentir su respiración en mi rostro, y mis ganas de que me bese se hicieron desesperantes. Nunca habría deseado los labios de alguien como deseaba los de Rocío. Esta muchacha de extraña personalidad y preciosa apariencia me habría enamorado. Hace mucho que no enamoraba, muchísimo. Creo que nunca me enamoré. Pero ahora sé lo que se siente exactamente. Tomó mi mejilla con su mano derecha, y me besó. Sentí toda la suavidad de sus labios posarse en los míos. Fue, en resumen, la mejor sensación de mi vida. Fue un beso lento, sin movimiento. Separó sus labios y me miró a los ojos, para abrazarme y caer profundamente dormidas, sintiendo el calor de nuestros cuerpos, juntos.