Y mi madre se desizo de mi padre
Por fin se acaban las secuelas de "UNAS JORNADAS EN EL CAMPO".- Espero no haberles torturado más de los necesario.
El Sr. Thompson, que resultó ser la mismísima personificación de la Entidad objeto del Culto a Satanás, instruyó a mis tíos, Salvador y Paco, para que iniciaran a mi madre en las bondades de esta filosofía que sacraliza la ambición, el poder, el placer y el materialismo, y prepararan a mi madre para su ingreso en esta comunidad.
Cuando ella, que tras varios meses estudiando e iniciándose en los secretos de la religión Satánica, comprendió que aceptando lo que la figura simbólica de Satanás significaba, podría alcanzar la felicidad, entregándose así, sin ningún remordimiento ni prejuicios morales, al goce y disfrute de los placeres terrenos, ratificó su compromiso voluntario de ingresar en dicha religión, aunque para ello tuviera que someterse al rito de iniciación, durante la celebración de una Misa Negra, para convertirse de este modo, en una perversa Sacerdotisa Satánica.
Una vez liberada de todos los prejuicios morales, mi madre se dispuso a ejecutar el perfecto plan diseñado por el Sr. Thompson para quitar a mi padre de la circulación. Y el plan no era otro que el que mejor se ajusta al papel de una viuda negra. Envenenándolo.
Tras la celebración de un ritual de destrucción en el que participaron mis tíos, que ya pertenecían a esa comunidad, el Sr. Thompson les facilitó, para que se lo entregaran a mi madre con las debidas instrucciones, un pequeño tarro de cristal que contenía un liquido incoloro, inodoro e insípido que tenía la propiedad de ser metabolizado muy rápidamente y no dejar rastro alguno en el cuerpo de la victima, siempre que la dosis se ajustara a lo recomendado.
El veneno era de origen vegetal, mezclado con las secreciones de un tipo de insecto, que previamente se había destilado, y cuyos efectos eran indoloros, pero que provocaban en la victima un deterioro, relativamente rápido y progresivo de la salud que finalmente desembocaría en la muerte del sujeto.
Mi madre, animada por los hombres que ahora la poseían y dominaban, comenzó a proporcionar el veneno a mi padre poniéndoselo en cualquier liquido que este ingería, y que ella se apresuraba, diligentemente, a prepararle cada vez que el muy ingenuo pedía algo de beber.
El efecto del liquido no se hizo esperar. Tras un par de semanas ingiriendo las dosis establecidas, mi padre comenzó a sentirse débil y decaído. Al mes dejó de trabajar, y aunque visitó al médico y se le hicieron todo tipo de analíticas y pruebas, no se pudo hacer un diagnostico certero y se decretó que mi padre estaba siendo afectado por alguna extraña enfermedad para la que no se conocía remedio alguno, por lo que, afortunadamente, no se pudo hacer nada por salvar su jodida vida.
El muy cabrón aguantó casi un año. Para cuando lo vinieron a ingresar en el hospital, ya fue demasiado tarde para él. El veneno había hecho su trabajo y mi padre falleció sin que nada pudieran hacer por él.
Durante el tiempo que mi padre estuvo enfermo, mi madre continuó prostituyéndose y engrosando las cuantas corrientes de sus dos amantes. Pero cuando la enfermedad de mi padre estuvo tan avanzada que prácticamente se pasaba el día en la cama, extrañamente la puta de mi madre dejó de atender clientes y solo dormía conmigo en la habitación de al lado.
Seguro que el pobre infeliz oía todas las noches los gritos y gemidos de mi madre, así como mis bramidos de placer mientras me la follaba de forma salvaje hasta altas horas de la madrugada. Yo disfrutaba con aquello. Me regocijaba sabiendo que el hijo de puta de mi padre se retorcía en su lecho de muerte, envenenado por la ira de saber que su propio hijo se estaba follándo a su mujer que era su madre, y que además ella gozaba con aquella perversa relación incestuosa. Ahora comprendía que venía de lejos, pero ya fue tarde para reaccionar. Dos meses duró mi gozo hasta que lo ingresaron para morir en el hospital.
Unos días antes de su fallecimiento, mi madre me dio una noticia que me dejó helado.
- Andrés hijo, he de decirte algo. - Dijo mi madre en el pasillo del hospital.
- Dime mamá, que pasa. - Contesté yo intrigado.
- Hijo... estoy embarazada. - Dijo mi madre muy ceremoniosamente.
Hubo un tenso silencio.
- Pero..., pero mamá, si tu... siempre has tomado anticonceptivos. ¿Como es posible?
-Si hijo, pero.... ¿recuerdas que cuando tu padre se postró en la cama, dejé de trabajar con clientes?
-Si.
- Desde entonces solo he follado contigo, hijo.
-Si ¿Y...?
-Pues Andrés hijo mio..., entonces dejé de tomar los anticonceptivos.
-Pero mamá... no comprendo. ¿como has podido hacerlo?
-Lo hice por indicación de John. Me dijo que para el ritual de consagración tendría que llevar un bebé recién nacido que fuera sangre de mi sangre sin contaminar, y que para ello era necesario que fueras tu el padre de la criatura.
Aquella confesión me dejó absolutamente aturdido. No alcazaba a comprender los motivos ocultos de aquella maniobra, pues mi madre siempre me dijo que no quería tener más hijos, pero de lo que sí estuve seguro es de sentirme extraña y profundamente orgulloso de haber preñado a mi madre.
Cuando mi madre me hizo aquella confesión, ya se encontraba en el tercer mes de embarazo, y comencé a sentirme excitado solo de pensar en ver a mi madre con una gran barriga provocada por mi.
Tomamos la decisión de entregar a mis tres hermanos a mis tías, pues nuestra vida comenzaba a experimentar cambios importantes. La misma noche que por fin nos habíamos quedado solos, nos fuimos a casa los dos juntos, dejando a mi padre agonizando en el hospital.
Esa noche, mientras contemplaba a mi madre como se denudaba, con esa gracia natural que ella tiene para desnudarse de manera sexy, pude ver como su vientre ya comenzaba a hincharse. Me excité muchísimo ver el perfil preñado de mi madre. Mi polla alcanzó una erección considerable, y esto no pasó desapercibido para mi progenitora.
- ¡Oh, cariño! ¡como te has puesto cielito!
-Estás especialmente hermosa, mamá.
- ¿Te excita la barriguita mi amor? - Dijo ella mientras se acariciaba el vientre a la altura del ombligo.
- ¡Me encanta mamá. Jamás pensé verte así, desnuda y embarazada!.
- Mira papá, este niño será mi pasaporte para alcanzar el goce eterno. - Dijo mi madre con una extraña expresión en su cara.
Mi madre tenía la cabeza agachada hacia el suelo, y, sin mover el gesto, pero levantando la mirada hacia mí y sonriendo de forma malévola, dijo estas palabras provocando que un escalofrío recorriera mi espalda y me pusiera los vellos de punta.
Desde que mi madre tuvo aquella experiencia sobrenatural no era la misma. En su semblante y actitudes se percibía que algo perverso y malévolo la dominaba. En sus gestos, en sus palabras, había una malicia sutil y perversa que la hacía extrañamente atractiva.
Rápidamente reaccioné cuando la vi acercarse lentamente hacia mi, tomando entre sus manos sus ya hinchadas tetas, cuyas aureolas habían adquirido un tamaño considerable y el tono rosita de su color se había teñido de un marrón oscuro que hacían resaltar sus duros pezones.
- Toma cariño, mamá quiere devolverte un poquito de la leche que le has dado con tu polla. - Dijo mi madre en tono mimoso mientras acercaba a mi boca una de sus lindas tetas.
Cuando el pezón se encontraba a escasos centímetros de mi lengua, la apretó ligeramente y una gotita de color blanco nacarado brotó de su pezón y chorreó por su aureola. Inmediatamente salió otra gotita que me apresuré a recoger con la punta de mi lengua. Sentí en el paladar la cálida dulzura de aquella leche, que por un momento me hizo retrotraerme a mi más tierna infancia.
Metí ese bendito pezón en mi boca y jugué con mi lengua durante un instante antes de chupar con fuerza y sentir nuevamente el dulzor de la escasa leche que brotaba del interior de mi madre. Su producción láctea era aún escasa, y repetí la acción con la otra teta hasta que dejó de salirle leche. Mi madre gemía con la boca y los ojos cerrados, sintiendo como su hijo mayor volvía mamar su leche vivificadora.
Yo, que permanecía sentado en la cama, me abracé a ella y apoyé mi cabeza sobre su vientre, embargado por un profundo amor que, sin saber como, había brotado de mi interior y que me hacía idolatrar a aquella extraordinaria mujer.
Besé su vientre, consciente que el niño que estaba gestando era mio. La sensación que me produjo pensar que fui yo quien le había provocado aquel embarazo, elevó mi excitación a extremos que jamás soñé.
Le indique que se tumbara en la cama. Mi madre, sabedora de mis intenciones, separó sus piernas y ella misma abrió los labios de su coño para permitirme hacer los más me gustaba. Lamí repetidas veces aquel chocho sagrado, antes de introducir mi lengua y hurgar en el interior de su vagina, haciéndola gemir.
- ¡Aaaaahhhh! Si, si comete el coñito de mamá cariño. ¡Asíiiii asíiiiii mmmm!
Oía como disfrutaba mi madre y eso me encendía aún más. Comencé a succionar su clítoris ansiosamente y pronto conseguí que se corriera estremeciéndose de placer.
- ¡Fóllame Andrés, fóllame yaaaa! - Me pidió mi madre deseosa de ser penetrada.
Me coloque sobre ella y, con cuidado de no apoyar mi peso sobre su vientre, le metí mi polla en le coño lentamente. Mi madre volvió a gemir cuando sintió como mi nabo se había paso a través de su chorreante vagina. Comencé a follarla despacio en un primer momento. Luego fui aumentando el ritmo y mi madre comenzó a gemir y dar pequeños gritos de placer que me animaron a continuar con más intensidad. No se como, pero aguanté a que volviera a tener otro maravilloso orgasmo.
Luego hice que se colocara a cuatro patas, a modo de una perra salida, y la volví a penetrar el coño. Yo no me reconocía pues estuve follándola así durante un buen rato haciéndola disfrutar como nunca antes había sabido hacérselo.
- Andrés, hoy tienes la polla muy gorda cariño, ¿Quieres metérmela en el culo? - Dijo ella sin que yo lo esperara.
- ¡Si mamá, lo he deseado tanto durante tanto tiempo...! - Dije yo sorprendido y excitado.
- ¡Pues métemela en el culo hijo mio, fóllale el culo a mamá mi vida...! Dijo ella en un tono muy sensual.
Le saqué la polla del coño y observé durante un instante el ano de mi madre. Chupé uno de mis dedos y comencé a hurgar en su agujero, comprobando que no me ofrecería ninguna resistencia. Escupí dos veces sobre su esfinter y coloqué la punta de mi polla sobre él y empujé lentamente. Como era de esperar, mi polla se introdujo en el culo de mi madre con una facilidad increíble, aún así pude notar la presión que su esfinter ejercía sobre mi polla. Aquella sensación, que nunca había tenido, me resultó sorprendentemente placentera.
Igualmente, estuve dándole por el culo durante un buen rato. Sacándole la polla de cuando en cuando, recreándome en la contemplación de su dilatado ano, y volviéndosela a meter toda dentro. Mientras la penetraba también me dedicaba a masturbar su coño frotando con mis dedos su clítoris, consiguiendo así que volviera a orgasmar intensamente.
Pero mi aguante se iba acabando y comencé a notar que mi orgasmo llegaría pronto.
- ¡Mamá, voy a correrme, no puedo más! - Susurré yo entre gemidos.
- ¡Dámelo cariño, dámelo ya! - Dijo ella.
Y sin poder contenerme más eyaculé una gran cantidad de semen que inundó su recto hasta rebosar. Cuando le saqué la polla, un borbotón de leche salió tras ella manchado la cama. Mi madre se volvió y comenzó a chuparme la polla hasta que esta comenzó a perder consistencia.
Cuando nos sentimos satisfechos nos tumbamos en la cama relajados y al momento el sonido del teléfono nos sobre saltó.
- ¿Inés Rodriguez?
- Si, soy yo que ocurre.
-Le llamo del hospital. Su marido acaba de fallecer.
-Ha, bien. Gracias. - Dijo ella en tono muy seco al tiempo que colgaba el teléfono.
Mi madre se volvió hacia mi y, besándome en los labios me dijo.
- Ya, cariño. Por fin somos libres.
Fin.
Gracias a todos por vuestros comentarios, tanto los positivos como los menos positivos, pues de todo se aprende.
A los que esta saga les haya resultado un tostón, solo pedirles disculpas, pero mi intención no era solo describir explicitamente relaciones sexuales incestuosas, sino contar una historia con argumento.
No se si lo habré conseguido, de todos modos no soy más que simple aficionado. Lo demás lo dejo a vuestro juicio.