Y los sueños... sueños son... (3)

Javi por un lado, y Esther por otro recuerdan su encuentro tras conocerse en el metro: Javi junto a su novia, Cristina que acaba de volver de viaje, y Esther... a solas en su cuarto, en la oscuridad de la noche.

Y los sueños, sueños son…3.

Sentado en el salón de su apartamento se encontraba Javier con los ojos cerrados mientras pensaba en la joven morena que huyó de su lado la semana pasada.

Por su causa, aquélla era la tercera noche consecutiva que tenía que desfogarse haciéndose una paja recordando con deseo aquellos ojos marrones que aún a día de hoy le obsesionaban sin sentido alguno.

“¿Por qué se iría de aquélla manera sin decirme ni siquiera su nombre?” se preguntaba él una y otra vez, muerto de deseo de volverla a ver, mientras acariciaba suavemente su polla recordando la forma tan sensual en la que ella misma lo había hecho con sus propias manos.

Era tanto el deseo que sentía hacia ella, que no había oído cómo la puerta de entrada se abría y daba paso a una mujer rubia, que sonrió socarronamente al encontrarle en semejante situación.

“Me has echado de menos, cariño” pensó Cristina ansiosa por volver a follar con él. Ahora, tras haber pasado una semana alejada de allí, se arrepentía de haberle castigado de aquella forma durante siete días. “Una semana sin poder sentir tu polla dentro de mí demasiado tiempo, mi amor”.

Así pues sigilosamente dejó su bolso de mano sobre la mesa, y lentamente se arrodilló a su lado en el sofá sin hacer ruido, deseosa de sorprenderle.

Javi,

hacer ruido deseosa de sorprenderle.

nte se arrodill inmerso como estaba en su fantasía, únicamente dio un respingo al sentir como una mano ajena le comenzaba a acariciar con morbosidad su miembro. Entreabrió los ojos un poco con la ilusión de encontrarse con su sueño hecho realidad, pero se llamó tonto a sí mismo al ver que la mujer que estaba a su lado era ni más ni menos que su novia, Cristina, que al parecer ya había decidido regresar a casa a su lado.

-Por lo visto me echabas de menos cariño- rezongó ella mirándole con lujuria- Yo también a ti. Estaba deseando llegar a casa para poder follar contigo como antes. Te extrañé.

-Cristina…- susurró él librando una dura batalla en su interior.- Para… yo

Por una parte estaba más salido que el pico de una mesa, y obviamente deseaba que Cris siguiese masturbándole con la pericia que siempre había mostrado en ocasiones anteriores. Pero por otra parte, él era consciente de que el deseo que sentía en ese momento no se debía al regreso de su novia, sino más bien a aquella muchacha virgen que de forma tan inesperada había aparecido en su vida.

Por primera vez en su vida, deseaba dejarse llevar por su corazón, en vez de por su miembro. Pero aquello era más fácil decirlo que hacerlo, con la caliente Cristina como compañía.

-Amor…- susurró ella eróticamente acercando sus labios peligrosamente a su polla- sé que debes estar enfadado conmigo por haberte calentado de aquella manera y haberte dejado frustrado durante toda una semana, pero tú bien sabes que lo merecías. Ahora déjame recompensarte por lo mala que he sido contigo.

Sacó su lengua y eróticamente comenzó a recorrer su falo húmedo de arriba a abajo con sensualidad, haciéndole gemir sin poderlo evitarlo. Estaba tan caliente y su boca era tan ardiente

-Cristina, no… yo

-Vamos amor, no me digas que no te gusta- ironizó ella al ver en sus ojos la sombra de la lujuria que tanto le apasionaba de él- Estás caliente y me deseas. Fóllame la boca como tú sabes.

¡Al diablo! Pensó Javier agarrándola de los pelos con rabia.

Una boca era una boca, y con los ojos cerrados, le daba igual a quién se estuviese cepillando.

-Abre bien la boca, puta, que te la pienso follar con rabia una y otra vez hasta descargarme en ti, nena.

oOOooOO

OOooOOres. Segunda parte.

ue te la pienso follar con rabia una y otra vez hasta descargarme en ti, nena.ante toda una semana, p

Cansada de un día más de trabajo, Esther bajó del autobús y se dirigió rápidamente a su casa con la intención de tumbarse en su camita y no levantarse en horas. De nuevo, su querido compañero Jt había pasado olímpicamente de ella, hablando muy cariñosamente con otras chicas delante de sus narices.

“Ni un hola me dedicó” pensó ella entristecida mientras tiraba su bolso al suelo, y se lanzaba hacia su cama de cabeza, aprovechando el haber encontrado su casa solitaria. “¿Tan despreciable soy, que tiene que pasar de esta manera de mí?. ¿Alguien alguna vez se fijara realmente en mí tal y como soy? ene que pasar de esta manera de mando el haber encontrado su casa solitaria. ”.

-Alguien ya lo hizo querida- le susurró malvadamente la voz de su conciencia haciéndola estremecer del recuerdo.

Confusa, Esther sacó la almohada del cabecero de la cama, y abrazándose a ella, recordó la mirada intensa que aquél joven le lanzó justo cuándo ella se la estaba chupando una semana atrás.

“Javi"ella se la estaba chupando una semana atr rdecero de la cama, y abrazle recordó ella empezando a excitarse sin poder evitarlo, “me gustó tanto hacértelo, que me dio miedo quedarme para continuar. Nunca lo hice y… temí que sólo significase eso para ti”.

Tontamente, Esther reconocía que aquél encuentro únicamente iba a terminar en sexo, algo que ella por miedo nunca había querido probar. Ni siquiera en ese momento… pero ahora, a solas en la oscuridad de su dormitorio, ella misma intuía que lo deseaba probar con él.

Por muy increíble que le pareciese, deseaba poder estar frente a él, y superar su timidez para desnudarse ante sus ojos. Sensualmente deseaba atraerle hasta sus brazos, comerle la boca a besos ardientes, e ir recostándose sobre su cuerpo, para poder introducirse en su sexo con cariño, y demostrarle así la pasión que ella sentía en su interior.

“Tonta” gimió ella notándose caliente y excitada ante aquél pensamiento, “Javier sólo querrá de ti echar un polvo, como todos los chicos que antes se han cruzado en tu camino. Después te olvidará y tú estarás sola y sintiéndote usada por él.”

-Pero estaré satisfecha- dijo en voz alta mientras soltaba su almohada, y tras colocarla sobre su cabeza, comenzó a recorrer su propio cuerpo con su mano suavemente.

Empezó con sus pechos, intentando disfrutar del recuerdo de la forma en la que él la acarició ahí mismo unos días antes. Con la yema de sus dedos, los acarició y estrujó imaginando que se trataba de nuevo de las manos de Javi, que la tocaba sin aliento. hada, y tras colocarla sobre su cabeza, comenz

Suspiró embelesada en el pasado mientras se llevaba un dedito a los labios y lo humedecía con tiento, para luego llevarlo de nuevo a uno de sus pezoncitos para dejarlo húmedo y en su punto tal y como ella quería.

A continuación, con la otra mano bajó por su gran tripita y suavemente, metió su mano entre la falda, abriendo bien las piernas deseosa de sentir algo que nunca antes había creído necesitar.

-Javi –susurró Esther posando su mano por encima de sus braguitas comenzando a acariciarse por la zona mientras sin querer se relamía los labios recordando el sabor del instrumento que había tenido allí mismo chupando unos días atrás.

Gimiendo se arqueó un poco sobre la cama, mientras su mano seguía acariciando sobre la braguita el botoncito de siempre. Sentía enormes deseos de acariciarlo directamente, apartando la suave tela que le separaba de ese fin, pero ella reconocía que no tenía valor para hacerlo sola.

Dispuesta a no dejarse arrastrar por sus tonterías de siempre, Esther volvió a plantar en su mente, el recuerdo de la sensación de ser besada y abrazada por Javier, y se olvidó de todo lo demás.

Se imaginó que su dedo que tan diligentemente acariciaba su botoncito era en realidad, una de las manos de Javi, y se dejó llevar todo lo posible ante ese pensamiento.

Sorprendida y algo frustrada, terminó Esther minutos después, sintiendo lo de siempre… tan sólo el gustito de siempre sin más.

Al acabar, estaba convencida de que ahí le faltaba algo.

“Me falta ser normal, y hacer estas cosas con él”, se dijo soltando un gran suspiro de aprensión con el corazón latiéndole a mil.

Sabía que sería un error, y que no traería nada bueno, pero no le importó.

Tumbada en su cama, con la almohada de nuevo como su compañera de cama, se prometió hacerle una visita a Javier a su casa a la noche siguiente dispuesta a todo.

Si sexo era lo único que él quería de ella, por aquélla única vez, Esther estaba dispuesta a dejarse llevar.

Necesitaba sentir ese algo… que siempre se le escapaba.

“Te necesito, Javi”.

-do de la sensacirtando la suave tela que le separaba de ese fin, pero ella reconocoOOooOO

OOooOO

Javier tenía agarrada a Cristina de los pelos, y no dejaba de penetrar en su boca con furia, dejando suelta esa rabia tan característica suya que tenía dentro.

En muchas otras ocasiones, le había fascinado follar de esa manera con su chica, pues le excitaba lo guarra que muchas veces ella era, y lo ansiosa que se ponía por probar su polla a cada momento que tenían ocasión.

Y por supuesto aquél momento era igual que muchos anteriores que habían tenido juntos. Mientras la penetraba, ella gemía y le animaba a que lo hiciera más fuerte, explotando la lujuria y la parte animal que ambos sabían que él llevaba dentro.

Javier era un chico normal, con las necesidades normales de cualquier joven de su edad, pero aún así admitía que en cuanto al sexo, le ponía a mil llevar las riendas de la situación, y ser el que dominase el control en la cama. Le gustaba ser apasionado y disfrutar del momento sin complicaciones, ni quebraderos de cabeza.

Un polvo, era un polvo, y ya está.

Esa había sido su filosofía hasta una semana atrás, cuando una jovencita con ojos marrones entró en su campo de visión, y al parecer le trastocó todo de arriba a abajo. Sí, como lo oyen, eso le había pasado, ya que por muy increíble que pueda parecer, Javi en aquellos momentos no estaba disfrutando del sexo oral con su chica.

Evidentemente su cuerpo estaba a mil. La boca de Cris era lujuriosa a más no poder, y su polla estaba a las mil revoluciones, disfrutando de su cavidad como un niño con juguetes nuevos. Pero él, Javi no lo estaba pasando bien.

En su mente sólo se encontraba esa tímida jovencita que había accedido a ir con él a su casa, aún intuyendo las intenciones que él había mostrado hacia ella. “Confió en mí, y me dio la mamada más dulce y espectacular que nadie más me hizo en la vida, ¿y qué estoy haciendo yo en cambio? Muerto de deseo por ella, sólo por ella, y aquí estoy, follándome la boca de mi novia, pensando en ti, chica de ojos marrones”.

¿Pero qué otra cosa podía hacer un chico, cuándo alguien como Cristina, un cañón de hembra, le tentaba de esa forma, dándole justo lo que él siempre había creído desear?

-Cariño…- ronroneó ella aprovechando la breve distracción de su compañero levantándose del suelo para sentarse en su regazo, y comenzar a darle besos calientes en su pecho y en su oreja.- Esta noche vuelvo a ser tu putita, sigue tratándome así, sabes que me gusta.

Javier suspiró con su polla aún a cien respirando sin resuello sabiendo que tendría que decidirse de una maldita vez.

Podía hacer caso a lo que su corazón le pedía, y salir de allí dejándole un horrible dolor de huevos por el camino.

O podía mandarlo todo al demonio de nuevo, y meter su húmeda polla en el coñito de su chica, que estaba seguro que estaría chorreando ahora bajo esos pantalones que ella tenía puestos aún.

-Vamos, amor, quiero que me cabalgues y me folles como nunca lo has hecho- le tentó Cristina de nuevo- Fóllame como la putita que soy.

“Cierra los ojos y piensa que es la chica del metro, estás excitado, desahógate y luego ve a buscarla.”

Movió su mano, y lentamente la dirigió al pecho de Cris pero se detuvo nada más palpó aquellos senos, bien formaditos, pero que no llegaban a la talla 105.

-Dios…- susurró Javier atormentado mientras hacía un lado a Cristina y se levantaba del sofá.- No puedo hacer esto.

-Cariño, ¿se puede saber qué pasa?- le preguntó ella confundida.

Javi la observó allí, caliente, sentada en su sofá con el pelo alborotado y los labios sonrosados de pasión, relamiéndose de él, y se dio cuenta de lo atractiva que era en aquéllos momentos. “Pero no era ella, su chica del metro”.

No sabía por qué, pero por primera vez en su vida, iba a escuchar a su corazón, y no a su polla. Deseaba a aquella chica de ojos marrones, y no pensaba conformarse con nadie que no fuese ella misma.

-Cristina, nena… tenemos que hablar- susurró a continuación decidido a encontrar a como diera lugar a esa joven, y a aclarar cuanto antes su situación con la que hasta hoy había sido su novia (ex novia en pocos instantes).amos, amor, quiero que me cabalgues y me folles como nunca lo has hecho- le tena tenpechoa esa tpasando bien.

mil revoluciones, disfrutando de su cavidad como un niño con juguetes nuevos. xplotando la lujur lo hiciera m


Quisiera dedicar este relato a un amigo que me ha ayudado a inspirarme y a terminar esta tercera parte en esta historia de fantasía y amor entre Esther y Javier. Muchas gracias por todo, cielo.