Y estabas viéndome tras la cerca
Este puede ser el principio de una relación plena o puede quedar solo en la ocasión de habernos visto a través de la cerca...
Después de un largo tiempo de ahorro y trabajo logré cumplir mi sueño, una cabaña en una zona recóndita en Mazamitla, donde planeo pasar largos períodos, ya que mi trabajo de escritora me lo permite y además la soledad en mí es muy buena consejera.
Mi casita es algo sencilla, es pequeña con altos techos y cuenta con una cocina agreste, una sala con decorado rústico con muebles en maderas toscas, un comedor en el mismo estilo y tengo una vieja chimenea que calienta todo el lugar en las noches de frio intenso, un baño con una vetusta tina de porcelana y lo que me hipnotiza de mi tocador es que incluye un enorme ventanal que brinda una gran vista al enorme patio trasero, mi cabaña tiene una sola habitación con una enorme cama hecha a base de troncos de maderas antiguas cortezas incluidas, aparte tiene un par de puertas de la misma madera que mi lecho con vidrios enormes y se abre en toda su extensión dejando entrar el aire y los aromas de todas las plantas que sembré en mi gran jardín trasero; mis favoritas son mis flores y tengo Alliums, Anémonas Blandas, Hortensias e Iris, todas son azules porque que me encanta ese color, tanto así que gran parte de mi decoración, mis cortinas y hasta mis sábanas de seda son en varios tonos de azul.
Disfruto a mil esta incomunicación ya que me inspiro mejor y prácticamente mis libros se escriben solos cuando mi única compañera es Clío la musa de la poesía.
Prácticamente carezco de vecinos, excepto por ti, el hombre de la casa de atrás y aunque te he tratado poco me pareces buena persona.
¿Cómo eres? Tu piel clara, ojos negros soñadores, cabello oscuro rizado y unos labios deliciosos, que dan ganas de morder y morder y morder, me haces ensoñar, me distraes, las pocas veces que estás cerca siento tu presencia… o al menos eso creo.
Casi nunca estás en el pueblo y cuando hemos coincidido solo intercambiamos breves mensajes de buenos días, que tal como estas y adiós y tu voz pausada alegra mis oídos como música celestial.
Hace unos meses me pareció verte observándome a través de la cerca de arbustos que compartimos, ese día cuando lavaba mi auto lleno de lodo (suelo lavarlo con solo un pequeño short de mezclilla y una camiseta vieja ya que soy un verdadero desastre lavando el auto y no sé porque pero siempre termino empapada) sin embargo puedo decir que me gustó esa sensación de sentirme observada por ti, sé que te gustó lo que viste, lo confirmé ya que descubrí que permaneciste ahí largo tiempo, mientras mi auto cambiaba de apariencia y mis pezones se traslucían en mi ropa duros por el frio, mi cuerpo entero se mojaba y mis piernas estilaban chorros del agua recibida en mi ardua labor.
En fin, hace unos días me sentí algo cansada y decidí darme un tiempo.
Comencé por preparar un rico y largo baño de burbujas, aproveché en lo que se llenaba la tina para volver a arreglar mi pubis ya que me gusta tenerlo muy limpio de cualquier vello por lo que me senté en el dintel de mi ventana y totalmente desnuda me depilé con cuidado hasta quedar como niña de 12; en mi imaginación me pareció ver el destello de tus lentes en la casa de atrás, por la zona de la cerca, en donde faltan unas ramas para ser más precisa, eso hizo que mi imaginación se liberara, quizá resultado de más de 2 meses de abstinencia sexual y comencé a desear que realmente hubiera alguien ahí observando, con exactitud anhelaba que estuvieras tú ahí, ya que podría ser delicioso que me observaras; con esa idea en mente me zambullí en la tina por largo rato y mis dedos comenzaron a juguetear con mis pezones poniéndome cada vez más excitada y entonces otra vez vi ese brillo así que salí, me sequé y abrí un baúl, donde tengo un pequeño vibrador de color azul que es mi amigo en ocasiones como esta.
Pensé cerrar las puertas de mi habitación pero solo lo pensé ya que la hermosa luz del día iluminaba a pleno mi recámara y no quise desaprovechar el sol entrando con sus hermosos rayos dorados así que prendí mi lap y puse algo de jazz.
Me recosté en mi cama, así desnuda y me empecé a acariciar mis senos, mis pezones, mi estómago y poco a poco me acercaba a mi pubis.
Cuando ya me sentí bastante estimulada empecé a tocar mis labios internos rozando muy levemente mi clítoris, sólo roces muy suaves hasta que la humedad de mi vagina era más que abundante...
Entonces tomé mi pequeño vibrador y lo empecé a pasar por mis pezones que ya estaban muy paraditos, mis dedos jugaban muy rico con mis labios y mi clítoris; mi amiguito vibrante fue bajando por mi estómago poco a poco para finalmente llegar a mi zona mágica... Comencé a pasarlo por mis labios, rozando mi entrada vaginal mientras mis yemas jugaban con mi clítoris, a ratos lo rozaba con mi juguete y poco a poco se adentraba más y más en mi vagina, hasta el momento de estar totalmente penetrada por mi juguete, vibrando y tocando mi punto más sensible entrando y saliendo, entrando y saliendo, un sin número de veces mientras mis dedos tocaban sin cesar mi clítoris y con la otra mano jugaba con mis pezones hasta dejarlos adoloridos de tanto estrujarlos... mi mente formó intencionalmente tu rostro mientras mis manos subían el ritmo de mi masturbación y mi piel se empapaba en sudor. Y entonces oí un gemido muy cercano y mi vista siguió el sonido hacia la cerca, justo donde faltan esas ramas; te vi, masturbándote intensamente, viéndome fijamente mientras yo seguía mi juego sexual, mi ritmo aumentó y nuestras miradas se cruzaron, durante varios minutos desee que mis dedos no fueran mis dedos, que mi vibrador tampoco fuera ese juguete de látex y que mi soledad se transformara en compañía contigo, al mismo tiempo aumentamos aun más el ritmo, nuestra respiración cambió de lenta y pausada a rápida e intensa y entonces llegamos al mismo tiempo a un orgasmo fabuloso, tú prorrumpiendo en un ronco murmullo y yo casi emitiendo un grito que al final terminó en un suspiro ahogado...