¿Y esos gemelos
Volteándome para besar a Juan al sentir que se separaba de mi oreja, pude comprobar que no volvía a mi nuca; tampoco a mi espalda o a mis nalgas,Juan, estaba besando el empeine, el arco del pié de su hermano; luego de recorrerlo golosamente con su lengua subió hasta su dedo gordo y lo engulló.
¿Y esos gemelos…
Todavía no existían los celulares, Yo pasaba una tarde tranquila en el centro de Tegucigalpa; eran alrededor de las 3:00 p.m. y se me ocurrió llamar a Ramiro para saber si saldríamos en la noche.
Ramiro es un amigo heterosexual mío y nada de ligue con él, solo amigos.
Pues nos encontramos a eso de las seis y tantos de la tarde y en su carro recorrimos varios lugares de moda, la discoteca el túnel, castle rock, bueno; lo de moda en ese entonces.
Me deleite viendo ricos machos del brazo de sus mujeres y mucho más cuando miraba que iban al baño y los sorprendía orinando en los urinarios comunes que hay en la mayoría de esos lugares.
Algunos tenían un buen rabo entre las manos a causa de los magreos que se traían con las chavalas, otros unos ratoncitos que daban risa.
Así fue pasando la noche, Ramiro estaba en la barra charlando con su “novia” de hace un par de horas cuando Yo llegue.
Me senté al par de Ramiro quedando este en medio de su chavala y Yo, en eso estaba cuando en el espejo frente a mí se refleja una imagen doble.
Sí doble, a papo me dije a mi mismo; estos tragos sí que pegan; hasta doble estoy viendo y mi curiosidad fue tanta que volteo a ver si mis ojos no me engañaban y No, eran un par de gemelos idénticos.
Delgados pero se miraban de cuerpo trabajado, pelo negro, ojos almendrados de un verde pálido lindísimo, pestañas enormes y unas cejas bien pobladas, la boca con labios un tanto gruesos y sus jeans dejaban adivinar unas piernotas enormes de gruesas, tipo futbolistas.
Mi sorpresa fue mayor cuando pasan por detrás de mí y se dirigen a la chavala de Ramiro, la saludaron muy efusivamente y esta comienza a presentarlos como Juan y José, sus hermanos.
Pero niña, que par de hermanos te cargas me dije a mí mismo.
Ambos muy amables nos dieron la mano a cada uno y se quedaron parados platicando a saber de qué, Yo solo no paraba de mirarlos y remirarlos; estaban hechos un churro y como digo Yo: “Estos tienen que ser ateos, simplemente porque están como quieren y no como Dios manda”, jajajjaja
El asunto es que los tragos siguieron, nos volvimos amigos y Ramiro consiguió novia y un par de hermosos cuñados.
Yo antes de despedirnos les entregué mi tarjeta de presentación con mi número telefónico a ver qué pasaba, quien no y me llamaban para seguir la amistad.
Pasaron como un mes y nada de nada, me resigné; Ramiro continuaba el noviazgo feliz y le pregunté por los gemelos ¿Qué fin tenían?
Su respuesta fue para darle un par de trompadas, una patada en el trasero y darle de besos jajajajjaja sí.
“R: Mira que ahora me acuerdo, ellos me preguntaron por ti; dicen que le caíste muy bien y que no han podido llamarte porque uno perdió tu número no sabe dónde y el otro lo dejo en el jean y lo lavaron y la tarjeta se deciso.
Y como viven en Olancho no tenían como localizarte.
Vienen mañana, me dijo mi novia.”
Tenía ganas de darle una buena pigeada (golpearlo) por no decirme que había hablado con ellos de mí, pero también brincaba de la alegría al saber que venían.
Al día siguiente me levanté temprano y estaba muy ansioso, la novia de Ricardo me llamó para que nos viéramos todos en plaza Miraflores y después ir a cenar y a divertirnos en la noche.
Llegué exacto con el tiempo y al rato llegaron los cuatro, los dos hermanos me saludaron muy amables y hasta abrazo me dieron.
Yo estaba en el cielo con ese par de gemelos abrasándoles, para mí eran la mejor creación que la naturaleza nos dio.
La noche paso buenísima, como a la hora de llegar a la discoteca el túnel; estábamos solo los gemelos y Yo en la mesa, Ricardo y su novia Marta estaban bailando.
Les digo a los gemelos que ya vuelvo, que voy al baño; uno de ellos me dice: “te acompaño, tengo ganas de hacer piss” y fuimos.
Hubo que hacer cola y primero me toco a mí un urinario y rápido el de al lado se desocupo y Carlos se colocó en el abriendo su pantalón para sacar un rabo que dormido le mediría unos 15 cms. y de buen grosor.
Yo aluciné viendo tan sabroso trozo de carne y pensar que deben ser dos iguales pues son gemelos.
Llegamos a la mesa y como ya rato tomábamos, los tragos comenzaron a hacer su efecto; los gemelos bailaban son unas chavas y Yo miraba como se les pegaban por detrás a las chicas, cuando dejaban el baile, las chicas con su grupo y los gemelos con nosotros.
Podía notar los bultos en los pantalones de los chavos, el Ricardo y Marta ni sabían que habíamos más en el lugar.
Yo aprovechaba los ratos que estos estaban en la mesa para charlas, pasar un brazo por sus hombros, acaricias un brazo, una puesta de mano en las rodilla ó un poco más arriba si se podía.
Los dos se dejaban que les hiciera ese tipo de cosas y a mí me tenían flotando en mí propia nube.- Era de lo más sabroso poder acariciar esos cuerpos, tomarlos por la cintura y que me abrazaran frente a todo el mundo un par de machos de lo más rico que Yo hubiera visto en muchísimo tiempo.
Marta se nos acercó y viendo muy seria a sus dos hermanos les dijo que ella se iba con Ricardo y volteándome a ver me preguntó: ¿Pueden Juan y José quedarse con tigo esta noche?, la pregunta me cayó como balde de agua fría, no esperaba que ellos se fueran a mi casa a dormir.
CLARO, claro que pueden; si ellos aceptan digo Yo.
Pues sí, nos quedaremos con tigo; además eres buena onda y la pasaremos bien aquí nosotros.
Y así fue, Marta y Ricardo se fueron a pasar una rica madrugada; a eso de las tres de la mañana Juan y José venían con la cara que no les cabía en la cabeza.
¿Hey, qué les pasa?, nada dijeron al mismo tiempo; como lo hacían en ocasiones.
Bueno, es que las chavas esas; ahora dicen que no se van con nosotros, que su “papá” las va a venir a traer y bla bla bla… así que nos quedamos cortados y mañana nos van a doler los huevos de lo cargados que nos dejaron.
Juan hasta hizo un ademán con su mano y se agarro el paquete apretándolo y mostrando una verga bien parada.
Yo solo trague saliva, no sabía si podría contenerme al tener ese par de especímenes en mi casa.
Nos fuimos, al llegar a casa en taxi la casa estaba sola; mi madre estaba en Miami y mi hermana en casa de mi padre.
Ya era muy de madrugada y al llegar teníamos ganas de un traguito más.
Como les conté al entrar que la casa era para nosotros y que se pusieran cómodos lo primero que hicieron fue quitarse los zapatos y los calcetines, tenían unos pies hermosos; un pie grande, talón ancho, dedos bien formados de esos que van en escalerilla tipo romanos, uñas amplias y con algo que a mí en lo particular me fascina: un arco enorme.
Si hay cosa que me calienta de un hombre es que sus pies estén cuidados y que tengan un buen arco.
Entramos y directo de la refrigeradora saque un refresco, hielo y una botella de ron que estaba en la mesa fue la combinación perfecta.
Ya a estas alturas sus camisas no estaban y ni Yo tampoco la traía puesta.
Charlamos de las chavas mala onda que solo los habían calentado, que andaban con los huevos bien cargados y que las erecciones no se les bajan, que las pijas estaban durísimas y así las habían tenido desde que comenzaron a bailar.
Yo no quise ser directo y les comenté que me gustaba como se movían, en especial un paso que hacían muy sensual con las caderas de forma circular, luego adelante y atrás y que terminaba como unos saltitos empujando la verga.
Y, José dijo al respecto: ese pasito lo sacamos de una vez que nos llevamos a una chavala del barrio a la casa y como en el cuarto de nosotros tenemos un mega espejo del tamaño de una pared, notamos que ambos teníamos ese ritmo antes de acabar.
Eso lo supimos porque nos estábamos filmando.
Huuuyyy les dije, eso ha de ser muy caliente.- ¿Y siempre se filman?
No, pero cuando tenemos tiempo de preparar la cam y todo en el cuarto sí.
Vieras, tenemos como diez cintas de nosotros cogiendo con chavas en todos los lados de la casa, ¿Verdad José?
Claro, un día de estos que vengamos las traemos y veras lo que les hacemos a las chavalas cuando están bien prendidas de las vergas.
Ya como que se me está parando el pito a mí también les dije.
Y no tienes alguna peli porno que veamos y nos pajeamos viéndola.
Pues en realidad tengo, pero también no tengo.
MMMMMMmmmmm ¿Cómo así? A ver explica.
Tengo varias porno en cinta, pero no son del agrado de ustedes; estoy seguro y no quisiera que se desagradaran con ellas y hasta enojarse.
Mira, dijo Juan; ponte una, la mejor que creas que tienes y ya veremos, lo que necesitamos es que estas pinches pijas se bajen porque ya nos duelen.
OK ok, vamos al cuarto mío que allí las tengo.
Solo con los pantalones puestos entramos a mi cuarto, mí cama es del tipo unipersonal pero un poco más ancha.
Encendí la tv y la vhs, coloqué la película y les dije antes de dar play: “Si no les gusta, solo díganme y la quito y fresco; todo quedo así”.
Yo estaba sudando, los tragos de la noche se me habían bajado de un solo; estaba en mi cuarto con dos de los hombres más lindos y con los cuerpos más ricos, gemelos idénticos, además de que estaban solo en pantalones y se les notaba un par de bultos sabrosos, no sabían que Yo era gay y casi nadie lo sabía.
Comenzó la cinta, apareció las primeras letras, ambos hermanos estaban pegados al tv sobando sus vergas sobre el pantalón; Yo pasaba mis ojos de mirarlos a ambos y a la tv a ver a qué hora comenzaba la cinta llamada “like father, like son” (le gusta al padre, le gusta al hijo).
La peli comenzó, ambos se quedaron viendo cuando en una caverna o algo parecido están dos chavos jóvenes; platicando de sus padres y comienzan a enrollarse entre ellos mismos, a besar, mamar y luego comienzan a coger.
Juan y José, no me dijeron nada; sus manos todavía estaban bajo sus pantalones desde la última observada que les pegué.
En eso estábamos cuando Juan comenta: “A ti te va la honda de los hombres, ¿eres gay?
Pues la verdad es que sí, soy gay y lo sé desde siempre.
Ricardo no lo sabe, nunca se lo he dicho; hay mucha gente que no lo sabe, les dije.
Ustedes me dieron confianza para decirles ya que me contaron todas esas cosas que hacen con las chavas con las que cogen.
MMM mmm HHHaaaa fue lo que comentaron sobre eso, asumí que estaban asimilándolo.
¿Y tú qué haces?, ¿coges, te cogen, mamas, que es lo que te gusta de ese rollo?
Estaba asustado, demasiado directos, ambos.
De todo, fue mi contestación.
En el sexo me gusta de todo.
Se voltearon a ver y sin decirse una palabra, ambos se quitaron los pantalones y al mismo tiempo salieron sus calzoncillos.
Estaban totalmente desnudos, con un par de pijas completamente gemelas al igual que sus dueños.
Eran un par de vergas gruesas, algo largas, con una cabeza bien roja, se notaba que había mucha sangre acumulada en ese órgano de placer.
Juan me mira y me dice que si quiero me puedo masturbar con ellos, pero que ellos no son gays y no van a hacer nada con migo; que lo gocemos como hombres, que nos hagamos una buena paja y listo.
Uffff que alivio.
Pensé que estos dos me iban a descalabrar los dientes a golpes, pero todo estaba mejor que como creí.
Me situé al par de José, luego Juan y frente a nosotros, pero a la derecha del mueble estaba el tv.
Por ese motivo, Yo podía ver ambas vergas sin que se notara que Yo miraba más el show que tenía al par; que lo que se mostraba en la tv.
Tenía a mi disposición visual una doble exposición de las ricuras que la naturaleza y la raza hondureña puede generar.
Que sabrosos cuerpos con unas vergas de consideración.
Mis ojos miraban a uno y a otro, para grabar en mi mente por siempre a ese par de chamacos que solo de vista gozaría.
Juan, voltea a verme en el preciso momento que estoy viendo la verga de José y luego la de él y al subir mi vista, me topo con sus ojos, que delicia de ojos; su lengua humedece sus labios y me sonríe, vuelve su mirada a ese par de chavales que están enculándose en el video y que están sacándose ricos gemidos de placer.
José, lo noto cuando con un movimiento sutil me mira la verga y luego mira la de su hermano.
Es un circulo de pajas masculinas sin tocarse, cada quien con su propia pija y gozando al ver una peli gay.
Termina la primera escena y aparecen otros más y luego más, sus manos se han estado pajeando muy sutilmente; al parecer no quieren terminar, la están gozando y en esas estamos cuando José estira su mano izquierda y toma mi mano derecha para depositarla en su vergajo.
Sí, me estaba pidiendo con ese movimiento lento, pero seguro; que lo masturbara y no opuse resistencia alguna.
Suavemente tomé ese trozo palpitante de carne dura, envuelto en una piel suave, tersa como la seda y muy abundante, la piel de su tronco; sumada a la piel que cubría su cabeza por ratos era muy abundante y mi mano no podía abarcar el grosor de aquel mástil.
Pude sentir la gran diferencia de tamaños entre mi pija y ese tronco de verga que había agarrado; José se abrió un poco más de piernas y colocó su pierna derecha sobre la izquierda de Juan y este volteó a ver y comentó: “Hay hermanito, como que te va gustando la cosa de gay” y este le respondió: “Mira hermanito, voz y Yo sabemos que es rico pajearse; pero es mucho más rico que sea otra la que te lo haga y como aquí no hay otra, sino, otro; pues ni modo, además vieras que sabroso que lo hace”
Me sentí alagado del comentario.
Yo gozaba ahora con aquel pito caliente que vibraba en ocasiones para trasmitirme que mis movimientos de mano y dedos estaban bien.
Comencé a sobar sus huevos y su vientre, subí con una mano hasta su pecho y lo acaricié, le miré a la cara y no respondió a nada; sus ojos se cerraron por un momento y se abrieron al estar pellizcando su tetilla izquierda.
No pregunté, poco a poco; me fui acercando a su pecho y mi respiración ya estaba sobre su pezón, él pudo sentir lo caliente de mi respiración y en el momento que estiré la lengua para saborear ese pedacito de carne redondita, también pude sentir como cambiaba de estar extendida a fruncirse y ponerse como un botón bien durito.
Era un par de pezones grandes, de mucha aureola y un botón central bien puntiagudo.
Comencé a succionar, no me importaba si Juan miraba, lo aprobaba o desaprobaba; solo me interesaba tener ese pedazo de pecho en mi boca y degustar lo salado de su piel, su sudor a causa de la excitación y del baile.
Un olor dulce emanaba de su axila y mi nariz hizo que mi boca se arrastrara hasta allí, cuando con mis labios pude sentir lo húmedo de sus vellos combinado con lo salado del sudor, más el olor dulce de un cuerpo joven y nítido; pude sentir el respingar de mi verga allá abajo, no le estaba prestando atención; pero es que manos no tenía para ocuparme de todo y de todos.
Mis boca comenzaba a succionar la axila de José, cuando este lanzó un suspiro y su mano derecha apretó mi cabeza contra su axila, me apretaba y podía sentir como su cuerpo se movía, sus piernas, sabia por el sonido de mis sábanas que se estaban moviendo y su cabeza parecía decir no; pero con sus bufidos decía SÍ.
Hundido en el manjar de esa axila estaba, cuando pude sentir como una segunda y tercer mano acariciaban mi espalda, era José que colocado a mi lado comenzó a acariciarme; hoy si podía morir y volver a vivir, los gemelos de mis sueños estaban con migo, entregados a sexo puro entre hombres.
José, besó mi nuca y bajo su mano por mi espalda buscando mi trasero, pude sentir como apretaba mi glúteo y luego el otro; para después introducir la mano en la rajadura de mis nalgas y buscar entre mi raja peluda mi orificio anal.
Fuera de los sonidos de la tv, que ahora los escuchaba muy al fondo; mis oídos solo captaban las respiraciones fuertes y entre cortadas de la excitación que había causado a este par de hermanos gemelos.
Mismos que me habían cautivado con sus atenciones, sus ojos hermosos, esos labios sensuales y toda esa masculinidad que irradiaban por cada poro de su cuerpo.
Yo había pasado de un sobaco a otro de José, Juan seguía hurgando mí trasero y dando pequeños besos a mis nalgas, este es el sueño de todo gay, pero elevado a la máxima potencia.
Fui bajando por el abdomen de José, pasé por lo que para mí era el mejor lavandero que existía por abdomen y no toque esa verga; quería que sintiera el mayor de los placeres al tomar esa cabeza roja como cereza en mi boca.
Roce en mi cara su dureza, su glande mojo un poco mi pelo mientras descendía al lado de su ingle y pasaba a sopesar y saborear el par de huevos triple AAA que este par de chavales se cargaban.
Sentí como se retraían al toque de mi lengua y también sentí como se sentía esa bellota cuando entró a mi boca y la estiré y José dio un SSSSSHHHHHH, haciendo la cabeza hacia atrás y frunciendo las manos en las sábanas; para luego soltar un: “MÁS, MÁS, jalalas MÁÁÁÁSSSS” a la puta; que sabroso es esto.
Juan ya me tenía metido un poco de dedos en el trasero y ahora los sacaba para meter su lengua, soltando una palmada muy sonora en mi trasero.
Esa palmada, la sentí como chile caliente en la nalga y una corriente recorrió todo mi cuerpo, fue fantástico.
Me estremecí con lo que Juan me comenzó a hacer en el culito, metía su lengua lo más que podía y luego jugaba con la entrada con su dedo pulgar.
Luego cambiaba a la lengua nuevamente y jugaba con su otro dedo, así fue cambiando de dedo y lengua hasta completar la mano y me dijo que él me iba a taladrar ese culito juguetón que me cargo.
Mientras a José, ya lo había cambiado de posición y ya no estaba frente a la tv, estaba de lado a la tv y su entrepierna completa frente a mi cara.
Sus huevos los tenía ambos dentro de mi boca y no porque fuera fácil, soy de boca más bien pequeña, pero como trago.
Subí por el tronco de la verga y volvía a bajar, hasta que llegué al frenillo y comencé a pasar la punta de la lengua lo más rápido posible solo por el frenillo y mi pulgar hacía círculos en el ojo del glande, ayudado por el precum que de allí emanaba.
Un precum entre saladito, dulce y con un toque de picante por el licor ingerido.
Mmmmmm mm Delicioso.
Solo el hombre que haya tenido la suerte de poder tener entre sus fauces, una verga joven y saludable, con una combinación de esos tres ingredientes; sabrá el deleite que me estaba dando.
No hay otra forma de saberlo, que probándolo.
Suavemente, comencé a comer de aquella cereza roja y lubricada.
Lentamente, inicié un entra y sale de mi boca; cada vez entraba más y salía justo hasta su corona.
Tuvieron que ser más de seis intentos, para poder engullir algo más de la mitad, el grosor era respetable; había aumentado con los trabajitos orales que le había realizado.
Su hermano, había subido con sus besos por sobre mi espalda y ahora era mi nuca la que me besaba; me tomaba con brazo desde abajo apretando tiernamente mis pezones, con la otra, levantaba uno de mis brazos y comía golosamente mi axila.
Me estaban llevando a la gloria y vuelto a la tierra, para así poder continuar con esa labor exuberante de toqueteo, lamidas, succiones, puyones en el culito y algo que no esperé; fue cuando al estar mamando los huevos de José, este entreabriera un poco más sus piernas y dejo su perineo a mi disposición.
Agradecí el gesto, posiblemente involuntario por la soberana mamada de huevos que le estaba propinando.
Mis manos se posaron al lado de sus glúteos, que se miraban hermosos, tersos y grandotes, sus piernas bien desarrolladas al verlas desnudas y de tan cerca; me mostraban un juego de músculos maravillosos que se tensaban a cada movimiento que su dueño realizaba.
Pronto mi boca buscó ese agujero sagrado para un heterosexual, ese agujero que era protegido en su entrada por una capa de pelos que lo rodeaba y que no eran muy largos pero si sedosos.
Mi paladar dio la primer degustación de este hombre, cuando lamí por todo lo largo su raja y pasando sobre su ano fruncido y doblemente protegido en su primera instancia, con un sinfín de pliegues bien apretados y luego por un potente esfínter, que no permitía que mi lengua por mucho que luchase pudiera rebasarlo.
Volví a la carga, esta vez; mi lengua recorrió más suavemente tan sabroso manjar, mis labios se posaron completamente en los al rededores de esa gruta sublime; mi lengua comenzó su punteo lenta pero firmemente y pude sentir como en una fracción de segundo hubo un intento de dejarme pasar.
Su esfínter estaba siendo vencido por mi lengua, mi boca lo succionaba; mi lengua lo punteaba y se movía en círculos a su alrededor, para volver a la carga de puntearlo una y otra vez más.
Los talones de José, ahora reposaban atrás de mis hombros.
La boca de Juan succionaba mi nuca y su verga se deslizaba completamente por mi raja; haciendo que su peso me obligara a quedar todo estirado en la cama con Juan encima de mí.
Podía sentir el movimiento cadencioso de su pelvis y como su glande me llenaba todo de jugos pre-seminales mi trasero y la base de mi espalda.
Sus huevos, grandes y sabrosos al tacto con mis nalgas, se adivinaban aplastados por el peso de las envestidas de su dueño; que sin penetrarme me estaban haciendo sentir como si tal.
Pude sentir, cuando Juan al subir en mí; besaba mi oreja y su lengua se incrustaba allí, un sumidero de su saliva y un nuevo órgano sexual descubierto por mí.
Me habían besado la oreja, pero nunca habían tomado el lóbulo de mi oreja con deleite, se sentía que disfrutaba de su textura y sabiendo su forma, la hurgaba en todo recoveco existente, causándome nuevamente correntadas que me atravesaban sin mi control.
Volteándome para querer besar a Juan al sentir que se separaba de mi oreja, pude comprobar que no volvía a mi nuca; tampoco a mi espalda o a mis nalgas.
Juan, estaba besando el empeine, el arco del pié de su hermano; luego de recorrerlo golosamente con su lengua subió hasta su dedo gordo y lo engulló.
José, lanzó el más fuerte de los suspiros de la noche.
Su hermano le succionaba el dedo gordo del pié y se podía escuchar el glup glup en su boca al salivarlo y gozarlo.
Tomó ese pié en su mano, teniéndome a mi bajo de él para servirle de nivel y poder alcanzarlo mejor y poder estirar esa pierna lo suficiente para continuar esa misión de probar uno y cada uno de los dedos del pié de su hermano gemelo.
Habiendo repasado un pié, continuó con el otro; su verga continuaba rozando todo el largo de mi raja y su glande encharcando más cada segundo hasta mi espalda.
José, rectaba en la cama; sus brazos se encontraban arriba de su cabeza y no hacía más que pronunciar palabras que no se entendían y otras como cuando pedía MÁS y MÁS.
Su culo se levantaba a momentos y mi boca lamía a José más profundo aún, Yo no paraba de besarle y lamer su ano, al tiempo que lo masturbaba lento para que no fuera a acabar.
En eso ocurrió, Juan; sin ninguna contemplación, me ensartó su verga de un solo, hasta lo más profundo de mis entrañas.
Sentí dolor, pero también sabroso; algo así como una salsa agri-dulce, que me producía dolor que se convertía en placer.
Los jugos de Juan, habían hecho su trabajo; su frotamiento me tenía dilatado, ese capullo de gruesa carne y una cabeza color cereza estaba en lo más hondo de mi ser.
Pude sentir, como el grueso tronco al entrar y salir; frotaba mi próstata y me hacía gozar.
Grrrrsahshoo escuché a mis oídos.
¿Qué apretado estás? Que rico se siente pisar!!!!!!!!!!!!
José, estaba a mi completa merced; gracias a mi boca.
Mientras comencé una nueva mamada, comencé a colocarle el dedo en el culo y con sus propios movimientos, él se lo fue metiendo.
Al principio que sintió mi dedo en posición de entrar y no de sobarlo, pegó un leve respingón; pero Yo no lo aparté, ni tampoco deje de mamarlo.
El había parado el movimiento de sus caderas, Yo seguí mamando y al engullir más de la mitad de un solo de su hermosa pija, hacia adentro de mi boca y traspasando la campanilla un poco, sentí como sus caderas comenzaron a tomar vida nuevamente y su movimiento al principio fue circular, para luego volverse también hacia arriba y hacia abajo.
En eso estaba José cuando sintió como la punta de mi dedo índice logró entrar unos milímetros en su gruta, hubo una leve reacción, pero inmediatamente como tomando fuerza con su cadera; la primer falange de mi dedo reconoció la presión de su primer esfínter.
Pude sentir, como su esfínter apretó fuerte e involuntariamente al sentirse derrotado.- Su dueño lo había traicionado, el gustazo de la mamada profunda, combinada con lo rico del toqueteo en su ano; hicieron que José, él solito se hiciera penetrar por mi dedo.
Yo seguí mamando, a cada paso la sacaba casi toda y engullía un poco más.
El trasero de José, se levantó un poco y volvió a caer sobre mi mano; mi dedo lo penetró aún más.
Mi dedo entró en su totalidad.
José se dejó reposar por un instante, levantó su cabeza para mirarme; Yo como única respuesta que le di fue: Un movimiento circular de mi lengua en su glande y un movimiento circular de mi dedo en su próstata.
Su cabeza calló hacia atrás y sus caderas reanudaron su movimiento circular.
Continuaba la mamada, Juan a mis espaldas vio la acción de su hermano y estirando su brazo alcanzó mi mano y comprobó que mi dedo hurgaba la cueva de su hermano y esto lo estaba haciendo gozar.
Juan dijo: José, José; ¿estás gozando?
Un siiii alargado se escucho.
Eso es lo que importa hermanito, goza tú con tu mamada y el dedo en el culo que Yo estoy gozando dando la cogida de culo de mi vida.
Todo siguió, no paró por un largo rato.
José movía sus caderas ahora con dos de mis dedos en su interior, Juan enterraba su mástil más si se pudiera decir y Yo con uno de mis sueños hechos realidad pero por dos.
No estaba gozando con un hetero, sino que con dos a la vez y para colmo; estaba dediando a uno de ellos y haciéndolo gozar sin igual, mientras el otro me tenía ensartado y con cada envestida que me daba, me hacia rechinar mi propia verga contra las sábanas de mi cama.
Estábamos todos sudados, Juan dejaba caer sobre mí un río de sudor que escurría en mi espalda y formaba un charco que sonaba a cada movimiento de pelvis al subir y bajar sus caderas y su hermano lucía como bañado en todo su torso desde la posición de entre sus piernas en que Yo me encontraba.
José comenzó a moverse como si convulsionara, sus jadeos se volvieron casi gritos y su verga comenzó a lanzar gruesos y largos chorros de semen.
El primero quedó en mi garganta, el segundo en mi boca, el tercero alojado en su cara; para que los demás cubrieran su pecho y abdomen de lavandero.
Juan al escuchar a su hermano correrse, también comenzó su desagüe de semen; pero en mi interior.
Pude sentir como su tolete se engrueso y comenzó a vibrar contra mi próstata, haciendo que mi verga aprisionada debajo de nosotros dos y contra la cama sin habérmela tocado comenzara a embadurnar mi estómago de mi propio semen y mis esfínteres apretaran la pija de Juan como queriendo extraer más semen del que ya estaba recibiendo ese culito goloso.
Durante los segundos de las descargas, mi cabeza dio vueltas y solo atiné a sentir como Juan dejaba caer su peso como plomo sobre mis espaldas y las piernas de José caían como postes a mi lado desde atrás de mis hombros.
Así estuvimos un par de minutos, luego nos incorporamos y todos teníamos una sonrisita algo estúpida en la cara, no avían palabras; los hermanos se daban leves golpecitos a puño cerrado en los hombros y a mí, me sobaban la cabeza y me daban abrazos.
Fue algo casi celestial.
Estuve en la cama con un par de ángeles terrestres que me llevaron a la gloria, al cielo y me trajeron de vuelta; para atestiguar que fue verdad y no solo un sueño.
Luego de eso, solo deseábamos descansar y Yo en medio de ambos nos dormimos.
Un sonido me despertó, fui el primero; fui a revisar y no fue nada en casa.
Tras de mí, aparecieron Juan y José; completamente desnudos.- Sí que son hermosos me dije a mí mismo.
Tomamos el desayuno ligero, ya eran las 11 a.m. o pasaditas, luego un baño en conjunto y nos vestimos.
Acordamos que Yo los llevaría hasta el apartamento de Marta ya que no conocían la zona y en lo que salíamos de casa, Mi madre bajando de un taxi.
Me acerqué a ella y la bese y la abracé.
Le a mi madre a José y Juan, le dije que como ellos no conocían la ciudad los llevaría hasta el apartamento de su hermana y me volvía en el mismo taxi.
AAAHHH ok, atinó a decir.
Al regresar, nuevamente la salude con alegría; la vi descansando y charlamos un rato sobre su viaje.
Al rato me dice: ¿Y esos gemelos… quiénes son?
A pues son los cuñados de Ricardo, es que Ricardo se quedó con Marta la chava y ellos estaban de paseo aquí y después de la parrandeada nos venimos a dormir; tú sabes, cosas obvias.
Lo obvio no era eso, era que solo la cama mía estaba desordenada, con olor a sexo y ella no es tonta.
Hasta pronto, espero les haya gustado; los nombres y esas cosas ya saben, bla bla bla bla….
Gracias a todos a los que escriben a mi email y por los comentarios también.
LUDAVAGI
Joanve09@gmail.com