Y en ésa noche... ocurrió

Adoraba su cuerpo, adoraba todo su ser. Mi vista se maravilló al ver ése cuerpo de mujer. Toda su anatomía respondió de inmediato a las caricias que le había proporcionado, porque su conejito estaba jugosito, muy lubricado.

Y en ésa noche… ocurrió

¿Quién no tiene ordenador hoy día? ¿Quién no tiene creada una cuenta de Msn? Y por supuesto ¿Quién no ha conocido al amor de su vida a través de un anuncio de contactos de Internet? Eso me pasó a mí, como a tantas personas que, seguramente, compartirán y vivirán en primera persona, la historia que relataré a continuación.

Así conocí a Ana, una chica especial y única en dónde las haya. Fui yo la que quiso conocerla y la que pinchó en la opción "¿Quieres conocerme?" No sé porqué, pero fué su foto la que me cautivó; ésa mirada oscura y sincera. Apenas sonreía, pero sus labios me encantaron. Puedo sospechar que son suaves, hasta ya me imagino su sabor y su calidez… Su cabello corto y castaño, que ya podía sentirlo entre mis dedos. Ya pensaba estas cosas… ¡y ni siquiera había aceptado mi petición! Era irresistible para mí su descripción: ¡adoraba el heavy y odiaba el reggaeton y el flamenco! Y daba la casualidad que ambas coincidimos en eso. ¡Yo adoro el heavy y el rock! Lo que daría por conocerla en persona… me había cautivado mucho ésa chica.

Apenas tardó en responder y apenas tardé yo en darle mi Msn, prometiéndome ella que me agregaría enseguida. ¡Que emoción! Si a aceptado significa que le he gustado jeje. Al fin conoceré a alguien con el que puedo hablar de Heavy sin temor a que me miren como si hablara en chino. Y tal vez, compartamos algo más que… gustos musicales.

Al día siguiente, cuando conecté mi Msn como de costumbre, me salió el mensajito de "agregar a ésta persona" y supe que era ella, la chica heavy que me impactó. Y la suerte que tuve al ver que estaba conectada. Empecé ésa conversación con un simple "Hola" La chica en cuestión me respondió al saludo con un emoticono sonriente. ¡Oh! Que saludo más gracioso recibí por parte de ella. La chica se presentó como Ana y yo como Lyli. Y vimos en nuestros recuadritos de fotos cómo éramos ambas. Yo tenía el pelo corto, de piel morena y de ojos marrones.

Le aclare diciéndole que tenía 20 años. Y ella me confesó que tenía 18 (mmm bonitos años) a lo que yo respondí que me alegraba que tuviera ésa edad. Le pregunté a Ana como era físicamente (aunque en realidad ya lo sabía, había visitado anteriormente su Spaces y descubrí que antes tenía el pelo largo) Pero por sorpresa, ella puso su webcam, y ví claramente cómo era. No me equivocaba; era preciosa. Su mirada me seguía impresionando, y sentirme observada por ella producía en mí unos escalofríos por el cuerpo y sentía las típicas mariposas en el estómago. Era como si la tuviera frente a mí. Ojala fuera así. Llevaba un atuendo muy heavy; una camiseta negra de un grupo musical y vaqueros.

Congeniamos muy pronto y era normal, porque compartíamos muchas aficiones. Y sobretodo coincidimos en el arte de la escritura. Ana escribía unas poesías preciosas y ni siquiera sé a quién se los dedica. Eso daba igual, lo importante es que tras ése aspecto de chica "heavy" de 18 años, en el fondo esconde una sensibilidad especial para transmitir lo que siente sobre un papel. Observando a Ana, mi cabeza se llenaba de miles y miles de poemas que necesitaba escribir enseguida, para dedicárselo a ella y así tener de mí un bonito regalo sacado desde el mismo corazón.

Ana me pidió que no lo hiciera… todavía. Me propuso otra cosa mejor: que nos viéramos en ése misma noche. A mí me vino genial, ya que era sábado y mis padres se iban de marcha y no volverían hasta al día siguiente ¡Tendría toda la casa para mí, por si acaso! Quedamos a las 12:00 de la noche en la entrada de un Pub heavy, uno de los pocos que había en ésta ciudad. Era la primera vez que entraría al "Vikingo" acompañada de una chica, con mis mismos gustos. Uff… todavía eran las 8:00 de la tarde y ya deseaba que fuera de noche para descubrir en persona la linda mirada de Ana. Las dos no dijimos nada sobre cómo iríamos vestidas, sería una sorpresa, pero vaya como vaya ella me gustará igual. Dejamos de hablar por el Msn porque Ana tenía cosas que hacer y yo bueno… ya pensaré en algo para hacer.

Sólo faltaba una hora para la gran cita, pero yo ya me había preparado; me puse una camiseta de manga larga del grupo "Warcry" y unos vaqueros con multibolsillos. Uf… estaba de los nervios, que no sabía qué hacer para no mirar el reloj. Deseaba tanto nuestro encuentro… ¿Cómo acabaremos ésta noche?

Al final opté por ir andando hasta el pub, a paso lento, para matar el tiempo. Por el camino no paraba de pensar en cómo sería nuestro primer encuentro. Me imaginaba mil cosas; tal vez acertaré en algunas de ellas… Pero en el momento que la vea, dejaré que todo transcurra sólo. Lo dejaré en manos del destino.

Llegué a tiempo, faltaba 10 minutos para que fuera las 12:00 de la noche. A lo lejos, vi el pub "Vikingo" y a una persona esperando al lado de la puerta. Iba con ropa oscura, y llevaba el pelo corto… una chica. ¡Era Ana! Que había acudido antes de lo previsto a nuestra cita. Igual… ha tenido que esperar. Pobre, pero vamos ya le invitaré una copita por la espera.

A medida que me acercaba al lugar en cuestión, visualizaba más de cerca a Ana. Y descubrí que en persona era mucho más guapa que por webcam (cómo siempre suele pasar en estos casos) Vi en su rostro cómo se le dibujaba una sonrisa poco a poco. Yo también hice lo mismo, me alegró mucho ver que a ella le hacia tanta ilusión como a mi de conocernos. Respiré hondo, ignoré como pude los fortísimos latidos de mi corazón y me puse delante de ella. No dije nada a lo primero; me había hipnotizado el brillo de sus ojos. Ana fué la que rompió el hielo, acercándose a mí y dándome dos besos en la cara. Llevaba una vestimenta muy chula; una camiseta de Slipknot y unos pantalones rajados por sitios muy estratégicos jeje.

-Supongo que tú eres Lyli, que si no menuda vergüenza –me dijo muy sonriente.

-Sí, sí, claro, soy yo –pude decir después de salir de mi asombro- Madre mía

-¿Qué te pasa? –me preguntó viendo que me reía muy tímidamente.

-Nada que… eres más guapa en persona y… me corto –ella rió agradecida.

-No me digas eso, que me pongo roja –Ana rió- Te veía muy borrosa por tu webcam, pero en persona estás mucho mejor.

-Que va, que va, del montón –le dije entre risas- ¿Llevas esperando mucho?

-No te preocupes por eso ¿Entramos? Estoy deseando tomarme un cubata. Estoy sequita.

-Y yo también. Venga, que te invito para compensar mi tardanza –le sugerí, a lo que ella sonrió.

-Vale.

Antes de abrir la puerta, le eché una miradita inocente a Ana y nos adentramos en las entrañas de aquel garito. ¡La de gente que había aquella noche! Un ambientazo increíble, la muchedumbre bailando, fumando, bebiendo y hasta algunos estaban dándose el lote en público. Pero en fin, eran heteros, no nos llamaba mucho la atención. Eso sí, se notaba el ambiente muy cargado de humo y carecía de luz, pero lo demás… ¡ése sitio era nuestro paraíso! Con decoración oscura y gótica y la música era la caña. Nada que ver con el resto de discotecas que ponían los típicos reggaetones y música dance. Ése era nuestro sitio ideal y nos sentíamos como dos pececillos que nadan en el mar: muy a gusto.

Charlamos casi a gritos, porque la música estaba a tope, de hecho sentíamos como temblaba el suelo, como un pequeño terremoto. ¡Ohh! Qué interesante, me fijé que Ana en su muñeca, tenía tatuado una "A" mayúscula con dos alitas, supongo que sería la inicial de su nombre. A la vez que nos tomábamos unos buenos cubatas, hablamos de cosas que no nos pudimos decir por el Msn. Yo casi ni me enteraba de lo que decía. No hacía falta, le miraba a sus labios… le miraba a sus ojos… y entendía todo lo que me intentaba decir. Ayy… creo que ésta copita me está empezando a hacer efecto en mí; ya siento deseos de besar a aquella chica. Y de más cositas

No quería hacerlo notar, no sabía si Ana sentía lo mismo por mí. Reíamos mucho eso sí, por cualquier tontería.

Empezamos a sentirnos muy cómodas de estar juntas. Y ya que estábamos tan bien, intentamos buscar un sitio más cómodo y despejado para seguir con nuestra charla. Recordé al momento, que en ése lugar, hay un segundo piso que tenía la música más baja y con asientos cómodos, apta para charlar tranquilamente, sin pegar gritos.

Se lo comenté a Ana y estuvo de acuerdo. Y antes de dirigirnos allí, vi de lejos a mi amigo y ya que lo encontré, le pediré ésa "cosa especial" a ver si se enrolla. Le pedí a Ana que me esperara arriba, que yo iría a saludar a un amigo. Me acerqué como pude hasta él, que se encontraba al lado del póster del grupo "Héroes del silencio" y cuando conseguí llegar, directamente le abracé.

-¡Rafa! ¡Ése Rafa! –exclamé, aún abrazada a él.

-¡Lyli! –respondió- ¿No me digas que me echas de menos? Si nos hemos visto ayer en el curro.

-Ya, pero no esperabas que vinieras hoy.

-Sí, me apetecía salir ésta noche –sonrió.

-¡Vaya! Te has afeitado eh… –le comenté, al ver que estaba perfectamente afeitado.

-Eres la única tía que se fija.

-No digas tonterías, ya te he dicho muchas veces que eres un chico muy apañado –le animé.

-Oye, tengo aquí algo que te puede interesar.

-Mira, eso iba a preguntarte yo. ¿Cuánto puedes pasarme?

-Mmm… -se quedó pensativo- 5 euros. No tengo más.

-Vale, me conformo.

Rafa, aparte de ser mi amigo, era mi compi de curro. Él era el que siempre me proporcionaba polen, cada vez que lo necesitara. Estaba muy rico el que me conseguía, por eso quería que lo probara Ana también. La de risas que nos vamos a echar a lo largo de la noche.

Me daba pena éste chaval, porque a pesar de ser alto, moreno, de pelo largo y de bonita sonrisa, no conseguía ligarse a ninguna chica.

Estoy segura de que si yo fuera hetero me lo ligaba jeje. Cuando, disimuladamente, me entregó "eso", le di un abrazo (metiendo el billete de 5 euros en su bolsillo) y nos despedimos hasta el lunes y me encaminé hacia el piso de arriba para reencontrarme con ésta chiquilla que me tenía loquita.

Un trocito de cielo en mis manos, bastante voy a tardar en hacerme muchos porritos con él. Lo escondí dentro de mi sujetador, para evitar problemas… Subí las escaleras con un poco de dificultad, entre la gente y lo oscuro que se encontraba aquello… ¡estaba haciendo esperar mucho a Ana! Arriba la música se oía más baja, pero sin modificar nada el género rock y heavy. Éste era el ambiente que quería; tranquilo, escuchando música cañera y con la compañía de la chica más guapa que había allí.

Aquel sitio era un poco más pequeño que el piso de abajo, pero sin variar nada la decoración. Tal vez había más póster de cantantes que otra cosa, pero molaba igual. Y gente apenas veía allí, la mayoría estaban dando trotes y berreando las canciones en el piso de abajo. Pero las pocas personas que se encontraban allí, estaban acomodados en los asientos charlando tranquilamente y de entre ésa gente… sólo una persona resaltaba con luz propia; Ana. Sentadita y a su bola la veía yo. Se ve que le encantó éste sitio.

-Siento la tardanza nena –me disculpé, sonriendo.

-No pasa nada, estaba escuchando la música. Por cierto, son los de tu camiseta ¿verdad?

-¿Warcry? Si, si. Uf… me encantan –me senté a su lado- He conseguido una cosa que te gustará.

-¿El qué es? –preguntó, con gran interés.

-Lo que te dije que probarías por el Msn.

-¡Ostia! ¿Lo has conseguido?

-Sí y por los pelos –saqué el trocito de polen para que lo viera- Menos mal que vi a mi compi de curro abajo y llevaba "material" encima que si no… ¿Deseas probarlo?

-Sí, lo malo es que me entra hambre. A mí siempre se me antoja comer palomitas de mantequilla. Seguro que me gustará, sobretodo si proviene de tí.

-Ana… -me puse colorada- …no me digas esas cosas, que con lo he tomado, soy capaz de hacer "algo"

-Cualquier cosa es posible y cualquier cosa puede pasar ésta noche –me comentó ella, con aire de esperanza sobre algo que no ha pasado aún.

¿Qué me quería decir con eso? ¿Me había lanzado una indirecta? Yo es que para estas cosas era muy lenta. Pero casi prefiero que se lance ella, porque no me gustaría meter la pata. Ana me miraba con esos ojillos, que me hacían sonreír de felicidad. No entiendo el porqué, pero me sentía muy agustito con ella.

-Cómo se nota que escribes poesías, por la manera en que lo has expresado. Por cierto ¿a quién se lo dedicas? –le pregunté, mientras me hacia el peta. Ana se quedó pensativa.

-¿Qué importa eso? Lo importante son las palabras, lo que quiero transmitir y que tú has sabido interpretar. Tú también escribes unos relatos muy cachondos eh… y muy originales –yo sonreí agradecida.

-¡Que va! Sólo escribo lo que la gente piensa. Bueno… también e incluido alguna que otra fantasía sexual mía… -le expliqué, mientras me sacaba un papelillo del bolsillo.

-¿Cómo cual? –se interesó.

-A ver… -pensé, a la vez que lié el porro- Me da morbo montármelo en lugares inesperados.

-¿Inesperados? Explica eso.

-Sí, como en el baño de un bar, en un parque de noche, en el campito… No sé, son muchos sitios –expliqué, mientras me encendí el peta.

-Mmm… interesante. A mí también me mola eso.

-¿En qué sitios lo has hecho? –le pregunté, pasándole el porro. Para mi sorpresa, ella empezó a reír.

-Pregunta más bien cuál es mi favorito. Está muy bueno eh… -le pegó otra calada- Me gusta montármelo en los baños de un pub heavy.

-¿Ah si? –pude decir, mirándola con asombro.

-Me gusta sentir ésa adrenalina recorriéndome por todo el cuerpo, pensar que cualquier persona nos pueden pillar y sobretodo… experimento una excitación increíble, mucho más que cuando estoy tranquila en la cama –finalizó, dándole una calada al porro.

-Oye Ana, eso no será una indirecta ¿verdad? –pregunté, esperando una respuesta positiva por parte de ella.

-Interprétalo de la manera que quieras que igual… aciertas.

-No sabía que estuviéramos jugando al cluedo –comenté, en plan gracioso.

-¡Ah! Si crees que estamos jugando a eso, tendré que darte yo una pista ¿no?

Ana tragó humo en ése momento y se acercó a mi rostro lentamente. Nuestras miradas se cruzaron y contemplé de cerca esos ojos que adoraba mirar. Ahora tenían un brillo especial… Y sus labios cerca de los míos… me tentó mucho besarlos. Ana soltó humo poco a poco y lo dirigió a mi boca. Sentí como el humo salido de ella rozaba mis labios, haciendo que sintiera "cosquillas" en cierta parte de mi cuerpo. Debo confesar que deseaba besarla, envuelta de ése humo que olía a gloria, pero no me atreví.

-Mmm… me a encantado la pista nena –le dije, alejándose ella de mi rostro y pasándome el peta.

-¿Podrás adivinar lo que quiero decir?

-Eh… -recapacité, fingiendo que no sabía de qué hablaba- Tendrás que darme otra pista Ana.

-Buenooo… -sonrió- Adivina ahora… a dónde voy.

-¿Tengo que seguirte? –pregunté, poniéndose Ana de pie.

-Puedes hacer lo que quieras Lyli.

Ana se alejó de mí y yo seguía sentada. Me quedé de piedra ante el comentario. Pero sospechaba a donde iría; iba de camino a los baños. Me gusta éste jueguecito, inventado por nosotras. Le dí una última calada al "cigarro" bebí el restante de mi bebida y me dispuse a seguir a Ana, fuera a dónde fuera.

Acerté en mi sospecha; ella había entrado en el baño de chicas. Yo, antes de entrar, respiré hondo y me aseguré de que todo esto no era un sueño. Al entrar, ví a Ana apoyada en los lavabos y en medio de nosotras… una tía retocándose el maquillaje. Dentro de los servicios no había nadie, pero eran muy estrechos… No me fije en la "decoración" de aquel lugar, sólo tenía ojos para mirar detenidamente a Ana, que deseaba lo mismo que yo; que se fuera ésa tía. Ninguna nos fijamos en cómo era ésa chica, sólo existíamos ella y yo. Ana mojaba sus labios en señal de estar impaciente y yo sólo sonreía porque vería cumplido mi sueño.

Al marcharse la chica, nos quedamos a solas. Yo me acerqué a ella y sin pensármelo dos veces, le cogi de su camiseta, la cerqué a mí y la besé, casi sólo fué un roce porque no sabía cómo reaccionaria ella. ¡Increíble! Ana me correspondió enseguida, poniendo su mano en mi rostro, hasta que nuestras lenguas se encontraron y empezamos a entremezclar nuestras salivas. ¡Que sensación tan fantástica! Sobretodo en mi sexo, que lo sentía palpitar, arder y ufff… sensible. Si me lo rozara… estallaría. Juntamos nuestros cuerpos y por nada del mundo nos separaríamos.

Nuestras lenguas todavía seguían enredándose cada vez con más efusividad y mis manos se dirigieron hacia su trasero, que para mi era perfecto. Lo acariciaba, mientras imaginaba como sería ese culito sin ropa. Dejé de besarla, para ver la carita de Ana de cerca. Ella me sonrió muy dulcemente y le agradecí ése gesto con otro beso pasional. Nuestra respiración empezaba a acelerar casi al mismo tiempo. Deseábamos hacer algo en un sitio en dónde no podíamos. Éramos conscientes de eso, pero la excitación borró esas ideas de nuestras cabezas.

Pero en ése torbellino de pasión, pude recordar que mi casa estaba solita, sin padres a la vista. Me aparté de ella, a la vez que respiraba con dificultad, que me impedía hablar con claridad.

-Ana… ¿te atreverías a venir a mi casa?

-Mmm… ¿me estás retando? –me preguntó, cogiéndome de la cintura- Que sepas nena, que me encantan los retos. Me gusta practicar deportes de riesgo.

-¿En serio haces eso?

-Eh… bueno no –sonrió tímidamente- Pero me gustaría.

-A mi me gustaría pasar contigo toda la noche –le susurré a Ana en el oído. Ella reaccionó dándome besos en el cuello, para luego finalizar en mi boca, que fué interrumpido porque alguien entró al baño.

-¡Mirad a las bolleras lo que hacen! –exclamó un tipo que tenía toda la pinta de estar borracho.

-¡Cómo vuelvas a decir eso te rajo! –se oyó decir fuera del baño. Lo cierto es que me sonaba su voz- ¡Venga! Ya podéis salir sin peligro, y disculpad a mi amigo.

-¡Gracias Rafa! –le agradecí a mi compi, a la vez que salíamos de allí.

Nos fuimos del baño, agarradas de la mano, para no separarnos. En verdad, yo no querría separarme de ella jamás. Esquivábamos cómo podíamos a la multitud que nos impedían ir hacia la salida. En ése momento, se escuchaba en el ambiente una canción que a ambas nos sonaba mucho y que, aparte, nos encantaba: "Saratoga" ¡Leo Jiménez es nuestro dios! Jeje. Pero creo que el deseo era mayor que cualquier cosa, y llegamos de milagro a la salida.

¡Al fin aire puro! El ambiente dentro estaba muy cargado y más ahora, que me notaba muy rara; muy feliz y flipando con todo lo que había a mi alrededor. Pero mis ojos sólo se centraban en mirar a Ana, que se encontraba de la misma manera que yo. Ella me seguía, porque desconocía donde vivía.

Tardaríamos un poco en llegar, pero sería interesante sentir que nuestra excitación iba creciendo a medida que llegáramos a mi casa. Ana me volvía loca y me era difícil controlar mis actos; quería sentirla cerca de mí, acariciar cada parte de su cuerpo, besarla y juguetear con su lengua que era muy traviesa.

El deseo era evidente, no lo podíamos disimular. Íbamos a paso ligero, sin que nuestros cuerpos perdieran el contacto entre sí. Menos mal que no había gente por las calles, que pudieran visualizar nuestras caricias íntimas. Tal vez en realidad era producto del morbo de la situación (o de las ganas que teníamos) por el que nos comportábamos así: cómo dos adolescentes cachondas recorriendo las oscuras calles de aquella noche, que se convertiría en especial para ambas.

Ya estábamos cerca de mi casa. Las dos seguíamos agarradas, sin perder la sonrisa en la cara. Yo saqué las llaves e intenté abrir el portal. Y digo "intenté" porque aparte del "morao" que llevaba encima, Ana no me dejaba abrirlo. Sus caricias y sus besos, me distraía de todo; se convertía Ana en mi prioridad. Mmm… que excitaba estaba. Ya deseaba que llegáramos a mi casa para quedarnos allí para siempre. La detuve, entre besos, para abrir el portal y cuando lo conseguí, entramos rápidamente para seguir besándonos, como dos personas que se conocían de toda la vida, como dos eternos amantes. La cogí de la mano para que me siquiera hasta mi casa y ella solo se limitó a dejarse llevar.

Ana se convirtió en mi sombra, podía sentía su mirada recorrer todo mi cuerpo, podía sentir que cada segundo que pasaba, me iba deseando aún más. Podía sentir su aliento cerca de mí, que me envolvía de una manera especial, como nunca antes experimenté en ninguna mujer. Ana me conquistó, con su ternura y su arrebato. Sentía que la conocía de toda la vida, que nos entendíamos con sólo mirarnos, ni si quiera hacia falta mover los labios para ello… Ana ¿Por qué no apareciste antes en mi vida?

Para ahora conocerte a fondo. Quiero explorar, conocer, saborear cada centímetro de tu piel. Besar una y otra vez tus labios, que me hiciste adictos a ellos ésa misma noche. Me excita sólo el hecho de notar tu lengua húmeda dentro de mi boca, tan ágil e insistente… Mmm, ya me imaginaba la calorcita de tu lengua en mi conejito

El impulso de la fogosidad acumulada de las dos, hizo que la puerta de mi casa se abriera con gran brusquedad y cerrada de igual manera, y me daba lo mismo. Sus manos, el resplandor de su mirada, la humedad de sus labios… todo me tenía atrapada. Y aún sin haber encendido las luces de mi casa, nos seguimos besando, con ése ardor, con mucho peligro, y ante todo, con mucha valentía ante ése reto que le propuse y que acabaría seguro en un viaje de dos rumbo al paraíso.

Incluso antes de quitarme la ropa, Ana me empezó a acariciar las tetas por encima. El efecto en mí es el mismo como si no tuviera prenda encima… Mi cuerpo se había rendido ante sus caricias, antes sus besos y sus palabras susurrantes en mi oído. Lástima que no pudiera ver lo que me hacía, pero la sentía de tal manera que no me pude controlar y cogí su mano en dirección a mi sexo. De mi boca salieron varios suspiros, gemidos y su nombre… Ana

¡Qué estremecimiento más maravilloso notaba en mi entrepierna! Su mano me tocaba ágilmente, seguía el mismo ritmo de mi cuerpo… arriba y abajo. Mis gemidos no serían silenciados tan fácilmente. Pero… me enganché a su cuello y la besé, aún faltándome el aliento nos besamos. Entre jadeo y jadeo la besaba. Me deleitaba del sabor de su boca a la vez que poco a poco sentía llegar mi orgasmo. Pero quise contenerme, no quería alcanzar el clímax antes que ella y mucho menos aquí

A éste juego erótico sabemos jugar las dos, yo también quería notar el calor de su sexo en mi mano. Pretendía comprobar si se sentía tan excitada como yo. Ana se dejó naturalmente, el erotismo del momento la atrapó y yo deslicé mi mano pausadamente hasta ése sitio escondido, ésa rica comida que deseaba probar ya, pero no antes sin prepararlo jugosamente. ¡Qué calor desprendía su sexo! Casi podía notar su humedad, y la verdad es que lo estaba anhelando. Yo sí me atreví a dar un paso arriesgado, a llegar más allá del simple hecho de sólo acariciarlo por encima de aquella prenda.

Bajé la bragueta de su pantalón, sin ningún tipo de disimulo. Ella se alteró un poco, como si no esperara ese movimiento "sutil" por mi parte. Ana ahogó un profundo gemido, y me cogió de la cintura para atraerme más hacia su cuerpo. Su carita… su mirada… debe ser lindo ver como era ahora su rostro, contraída por el placer. Y eso tenía solución, justo a mi lado tenia la lámpara. Encendí la luz… y ahí estaba Ana y veía cómo de su boca solo salían suspiros de gusto.

Mmm… notaba en mi mano el conejito de mi nena todo caliente y la humedad… traspasó su ropa interior. La miraba a los ojos, a la vez que se lo acariciaba, y ella hizo lo mismo conmigo. Los abría, los cerraba… mojaba sus labios y ahogó algún gemido que otro. No debería acallar nada de lo que sienta, puesto que eso me excitaba todavía más. Quiero llegar al límite, quería saber hasta cuánto soy capaz de aguantar éste deseo… Aparté su mano de mi sexo y yo sin apartar la mía del suyo, me atreví a mucho más, a descubrir el hermoso tesoro que escondía mi nena entre sus piernas con mis manos.

Aparté esa tela húmeda para darme acceso a su coñito todo mojado. Siii… encontré fácilmente su punto sensible, y cada vez que lo palpaba… Ana mordía sus labios, y ferozmente se recuperaba para agradecerlo con besos prolongados y cargados de ternura. También notaba que su conejito apenas tenia pelillos, tal vez se los recortara. Es el manjar exquisito que esperaba ésta noche.

Quité la mano de su género y Ana me miró con sus ojos penetrantes… como si no quisiera que dejara de hacerlo. Sólo quería que me acompañara hasta mi habitación, en dónde seguro estaríamos más cómodas. Y al llegar, Ana quiso demostrarme de alguna manera lo mucho que le gustó lo que le hice antes. Mis manos las puso a mi espalda, y así me quedé presa de ella, mientras me daba lamentotes por el cuello, que hacían alargar más mi excitación.

No hizo falta iluminación en mi cuarto, con la luz que desprendía ciertos adornos era suficiente, para que Ana apreciara como era mi ropa interior después de despojarme la camiseta. Poco tardó en apoyarme contra la pared y de quitarme también mi sujetador, dejando al aire mis domingas. Yo, semidesnuda ante Ana y ella… me devoraba las tetas con la mirada. Hasta que lo pensando, se convirtió en real, y ahí fué… cuando me perdí totalmente. Había llegado a la locura total al dar Ana con mi punto débil; mis tetas.

Cada lametazo de su lengua en mis pezones, hacía que desatara en mí ése furor sexual que aparecía en momentos así, de máxima excitación. Y a pesar de que yo disfrutara de aquel momento, ése "algo" despertó en mí, e hizo que la parara bruscamente y la llevase hasta mi cama, para luego tumbarla y ponerme yo encima de su cuerpo. Ana apreció el peso de mi cuerpo, y el calor de mi sexo. La cogí de sus muñecas, que lo tenía adornado de pulseras de pinchos y bloqueé sus manos para que no pudiera tocarme.

En verdad deseaba que me tocara, pero tenía tantas ganas de conocer su cuerpo… que me cegó. Esos besos húmedos volvieron a manifestarse entre nosotras, un lenguaje secreto que rozaba la locura. Ambas jugueteamos con nuestras lenguas, llegando a horizontes insospechados. Mi lengua descendía por su cuello, solo la puntita entraba en juego, saboreando esa parte de su anatomía, que hacía que su respiración se volviera apresurada. Manoseé sus tetas por encima de su camiseta favorita y a la vez que la miraba, se la quité, para descubrirlas.

Despojé su sujetador negro, y ahí estaban sus tetitas, listas para comer. Primero toque sus pezones, con mis dedos… se pusieron duritos, era lo que esperaba yo. No pude resistirme el hecho de chuparlos, lentamente… disfrutar de cada lamida que le hacía, y que ella respondiera a mis caricias con lindos suspiros, que era más hermoso que oír una balada heavy de un artista cualquiera.

Seguí el recorrido con mi lengua, al mismo tiempo que abría paso entre su piel blanca, por el estómago… le di besitos, como si fuera un bello regalo que había llegado a mi vida como caído del cielo. Llegué hasta el botón de su pantalón, que me impedía seguir bajando. Aunque eso tiene fácil arreglo. Al desabrochárselo, le confisqué sus pantalones, quedándose ante mí en braguitas. También era oscuro, como su sujetador. Le di besitos por su sexo, por encima de la tela. Sus manos no estuvieron inactivas; se posaron en mi cabeza por temor a que la dejara en paz.

Observé por un momento la cara de Ana: era de impaciencia, deseo, de no saber que sería lo próximo que haría… Tal vez un poco de intriga. Puse mi mano en su cosita… y Ana nuevamente se estremeció. Con la boca abierta, sin poder gesticular palabra alguna. Sin quitar mi mano de su sexo, me acerqué a su rostro, para poder contemplarla de cerca, al mismo tiempo que nuestras tetas se rozaban. El calor de su cuerpo, junto al mío, fantástica sensación que me gustaría sentir siempre junto a ella.

Mmm… ésta humedad entre sus piernas, Ana empezó a mover su cuerpo, casi por impulso, por instinto, seguía el movimiento lento de mi mano. Mirándola fijamente a sus ojos, le quité sus braguitas… hasta que se quedó totalmente desnuda. Una bella tentación en la que no tardaré en caer. Adoraba su cuerpo, adoraba todo su ser. Mi vista se maravilló al ver ése cuerpo de mujer. Toda su anatomía respondió de inmediato a las caricias que le había proporcionado, porque su conejito estaba jugosito, muy lubricado.

Empecé a jugar con su clítoris con mis dedos, y su rostro, casi pegado al mío. No nos llegábamos a besar. Solo sentía su aliento desesperado en mis labios. Sus ojos… no posaron sobre algo fijo. Me miraba a mí, miraba la mano que le daba placer, miraba al vacío de mi cuarto… Sus gemidos subían de tono poco a poco y ahí es cuando supe que debía probar su coñito, ahora que lo había dejado tan delicioso por mis caricias a lo largo de la noche.

Me agaché a la altura de su sexo, me acomodé entre sus piernas y pude percibir aquel rico olor que sólo hizo incrementar mis ganitas de ella. Primero lo visualicé, era moreno como su cabello, y recortados. Después lo acaricie… qué suave, qué lindo… Abrí su vagina y ahí estaba su tesoro escondido; hinchado y al rojo vivo. Al mismo tiempo que acariciaba sus piernas, me decidí a probar el licor divino de Ana.

Cuando mi lengua rozó su cosita… Ana dió un pequeño bote en la cama, de sorpresa. Mmm… quise ir primero lento, y no exclusivamente para disfrutar de su sabor, sino para que también disfrutara Ana. Yo la miraba, a los ojos, a la vez que chupaba su clítoris. Me encantaba observar ésa carita; su boca abierta, los ojos cerrados con fuerza y… a veces me miraba. Me sentía observada y vigilada por ella, y eso me excitaba aún más.

Siii, yo me notaba húmeda, sus gemidos, sus gritos de placer, su cuerpo desnudo, su coñito en mi boca… Ayy Ana, quiero que me folles, al igual manera que lo estoy haciendo contigo. Mi lengua iba rápido o lento, según lo que me pidiera su cuerpo. Qué golosa me había vuelto por culpa de ese coñito rico de mi nena, me gustaba tanto su sabor, me gustaba tanto lamerlo… que notaba como poco a poco le llegaría el orgasmo. Sus manos… estaban locas por coger algo, desorientadas… Su mano izquierda agarraba las sábanas de mi cama y su mano derecha fué a parar en mi cabeza. Sus gemidos eran cada vez más fuertes, vocalizaba cosas que no entendía. Miré su rostro en el momento de su corrida y sé que entre jadeos pronunció mi nombre.

Dejé que respirara, mientras que me puse a su lado, relamiéndome como un gatito. Toqué su cuerpo con mi mano, empezando por su cuello, seguidamente pasé entre sus tetas, que tanto me había gustado probar. Descendí por su vientre, que subía y bajaba de la falta de respiración.

Qué calor desprendía su cuerpo, y qué suave era su piel. Mmm… mi mano llegó hasta su sexo, que tanto me gustó comer, y me tentó de nuevo hacerlo, pero desvié el camino de mi mano y finalicé ésa pequeña exploración de su body en sus piernas.

Ana abrió sus ojos, y me miró sonriente. Era una sonrisa sincera, despejada… Puso su mano en mi rostro y me brindó una mirada tierna, acompañado de dulces besos. Esos besos se volvieron nuevamente apasionados, y su mano bajó hasta mis tetas, acariciándolas con mucho mimo y delicadeza, hasta que se pusieron duritos (le confesé anteriormente por Msn que era mi punto débil, y por eso ahora no deja de atacar por ésa zona jaja) Ahora era yo la que cerró los ojos de placer y la que respiraba con dificultad. Me envolvió de tal manera ése lindo momento, que me pareció todo un sueño casi real.

Mmm… cómo me excitaban esas manos en mis pechos y sus besos por mi cuello. Me dejé llevar por esas caricias indecisas, pero sutiles, que sabía dónde y cómo tocar. Mi corazón palpitaba con fuerza, mi coñito ardía de deseo… estaba deseando que Ana me poseyera. Ella no me hizo esperar más y posó su cuerpo desnudo encima del mío. Pude apreciar su peso, su calor, su suavidad… ¿Por qué me vuelve loca ésta niña?

Atrapé su rostro con mis manos, para apreciarla de cerca. Es tan bella y dulce, que sería capaz de amarla durante toda la noche. Nos miramos, nos sonreímos, como viejas amantes, y casi sin esperarlo, noté su mano en mi sexo. De mi boca salió un suspiro intenso, y mi cuerpo respondió de inmediato ante ésa caricia íntima.

Ana sonrió de medio lado, y me quitó los pantalones junto a mis braguitas. Estábamos las dos igual; desnudas sobre mi cama. Una admirable visión visto desde afuera.

Ana exploró mi conejito con su mano (creo que le gustó ver que estaba depiladito) y yo… sólo podía cerrar los ojos y dejar que ella hiciera lo que quisiera conmigo. Al mismo tiempo, me comía las tetas con su lengua, con agilidad… Me era imposible silenciar todo lo que sentía, era tanto placer para mí en una misma noche… Mis manos se aferraron a su cabeza, y tuve la valentía de abrir los ojos para ver lo que me hacía.

Su lengua húmeda y juguetona en mis pezones, una bella sensación que casi me moría de placer. Me miraba, creyendo que yo no la observaba. Cuando nuestras miradas se cruzaban, Ana me sonreía muy picarona, algo que me calaba muy hondo. Apenas veía su mano dándome gustazo en mi clítoris, que estaba a punto de reventar de delicia. Pero si que sentía que jugaba mucho con él; movimientos circulares, o de arriba abajo… Ana paró en seco, y bajó hasta más abajo de mi cintura… ¿Con qué me sorprenderás ahora nena?

Mi cuerpo vibró al sentir cierta calidez en mi coñito, cerré los ojos con fuerza y mi respiración aceleró hasta más no poder. Ya sospechaba yo que la lengua de mi querida Ana no era sólo juguetona en el arte de los besos, sino también a la hora de hacer comidas sexuales. Las manos de ella tampoco estuvieron paradas, porque tocaba mis pechos, o simplemente acariciaba toda mi piel.

Todas esas sensaciones se centraban en mi sexo, y fué cuando Ana movía más rápidamente su lengua, proporcionándome un rico orgasmo que jamás olvidaré.

Perdí la noción del tiempo, incluso ni sabía dónde estaba, solo sentía maravillosas contracciones en todo mi cuerpo, y tardé un ratito en recuperar el aliento. Ana se acercó a mi cara y sellamos esos minutos de amor con besos. Yo además, le regalé tiernos besitos por su carita, y ella me lo agradeció con sonrisas de ángel.

Pero… mis ganas de ella todavía no acabaron. A pesar de ver que Ana se iba durmiendo, yo me levanté de mi cama y le eché una miradita.

-¿A dónde vas nena? –me preguntó desde la cama.

-Ahora te toca a tí seguirme Ana. Sigamos con éste juego… en otro sitio –le aclaré desnuda ante ella. Ana se levantó, se puso ante mí y me agarró de la cintura.

-¿Qué otro sitio? Estoy deseando saberlo –yo empecé a reír, seguido de un tímido beso en sus labios.

-¿Te apetece… ducharte conmigo?

Ana no me respondió, se limitó a mirarme fijamente. Pero en su cara esbozó una sonrisa, sospeché que su respuesta era positiva. Le agradecí ésa respuesta con un morreo, posando mis manos en su trasero, porque la noche no había acabado aún. Y todo ocurrió en ésa noche, con una persona que apenas conocía pero que con sólo mirar sus ojos, sentí que era la mujer de mi vida, la que tanto añoraba encontrar.

FIN.

PD. Dedicado a tí nena. Gracias a que te conocí, pude escribir éste relato.