Y de la disco a los aparcamientos

Una noche decidí salir de marcha después de que mi amiga me insistiera mucho y nunca me arrepentiré porque fue de lo más morboso.

Sabéis? No hay nada más divertido que salir de marcha con las amigas y pasar una buena noche de juerga, y si por medio hay algo morboso mmmm más aún.

Todo comenzó un sábado por la mañana cuando mi amiga Celia me llamó por teléfono y me preguntó si salíamos de marcha. No sabía, tenía que estudiar para un examen que tenía la semana siguiente y no sabía que hacer. Por un lado quería, ya que necesitaba despejarme, pero por otro lado me daba cargo de conciencia, yo con un examen y por ahí de marcha, que poco responsable!. Pero finalmente logró convencerme.

Terminé de estudiar y me dispuse a arreglarme. Finalmente opté por una minifalda vaquerea muy ajustada y muy corta, top negro muy escotado y botas altas negras de tacón. Tuve que ponerme el abrigo largo para salir de casa, porque si no mi padre comenzaría con la misma cantinela de siempre que si así iba a salir a la calle. Llegué a casa de Celia y se montó en el coche; fuimos a por tres amigas más y ahí comenzó la noche.

Después de estar de cañas por ahí y de beber algo nos dirigimos a la discoteca de moda dispuestas a pasar una noche de escándalo. Decir que mis amigas no son tan atrevidas como yo, a excepción de Celia, que es la única que le gusta seguirme el juego cuando hago algo. Llegamos y nos buscamos un rincón que nos gustó, donde había una pequeña tarima para poder subir y mirar si había algo interesante. Nos subíamos por turnos ya que mas de dos no entrábamos. Claro está que mi compañera para subir era Celia y allí estábamos las dos, bailando como nos gusta a nosotras, moviendo mucho la cadera, insinuando y provocando, como no. Nos dimos cuenta que entre tanta gente (no muy lejos de nosotras) un grupo de tíos nos señalaban y se daban codazos para avisarse los unos a los otros. Eran los típicos que van de chulitos y guaperas, pero he de confesar que sus pintas me encantó y se lo dije a Celia:

Mira esos, nena

No les hagas caso, verás como empiezan a acercarse.

Dicho y hecho, no pasó ni un minuto que cuando nos fuimos a dar cuenta estaban justo al lado de las otras tres mirándonos. Decidimos subir el tono del ambiente así que Celia se puso de espaldas a mi muy muy pegada y deslizando sus manos por mi cuerpo, casi rozando mis pechos; decidí seguirle el juego así que me di la vuelta y bajé muy lentamente delante de ella intentando rozar lo menos posible su cuerpo (era simplemente un baila) y subía y hacía lo mismo, nos rozábamos y mirábamos sabiendo que teníamos espectadores y que estaban poniéndose morados con el espectáculo.

Las otras chicas querían subir así que bajamos y el baile fue mejor aún, el espacio nos permitía hacer más movimientos sugerentes, nos hablábamos al oído y mirábamos de reojos por si aquellos chicos seguían mirando. La canción acabó y dejamos el juego, cuando en ese momento se acercaron tres de los muchachos con pintas de guaperas. Nos dimos cuenta y nos hicimos las locas. Se acercaron tanto para hablarnos que daba la sensación de que iban a comernos en aquel mismo instante. Se presentaron y estuvimos hablando un rato con ellos.

Cuando nos fuimos a dar cuenta ya habíamos elegido; yo hablaba con un morenzo de ojos oscuros y Celia estaba con un rubito con cara de niño bueno. Claudio (que era mi morenazo)me dijo:

Bailarías conmigo como con tu amiga?

Por qué no? Si solo bailábamos.

Así que empezamos a bailar; no tardó en comenzar a sobarme, no dejaba de mirar mi escote y de notar que mis pezones estaban endurecidos de solo sentir el tacto de sus manos grandes y calidas cogiendo mis caderas, estaba empapada en sudor y eso le gustaba mucho, le di la espalda y comencé a bailar meneando mi cintura, apretando mi culito sobre aquel paquete duro y deseoso de rozarme sin aquel molesto pantalón. Mi excitación iba a más, cada vez que me agachaba volvía a levantarme sobre su polla dura. Me di la vuelta, la disco estaba a reventar y aprovechó el tumulto para que sus manos se deslizaran por debajo de mi falda, rozando mis muslos por el interior hasta llegar a mi coñito empapado por el placer que estaba sintiendo; no tuvo que recorrer mucho camino ya que la falda era tan corta que tapaba lo mínimo. Yo no dudaba en entreabrirlas todo lo que podía para facilitarle el camino; éramos conscientes de que sus colegas que estaban al lado nos miraban, pero yo disfrutaba con aquello; los miraba y les dedicaba una sonrisa muy picarona, sabían que estábamos disfrutando de ser partes de un espectáculo erótico y no dejaban de echarse mano al paquete presos de sus deseos.

Sus dedos jugaban con mi rajita, solo jugaban, sabía que así disfrutábamos más y mis manos se barajaban entre su trasero y su polla. Su otra mano me apretaba el culo y hacía que mi falda se subiera y dejara a la vista de sus amiguetes casi medio culo al aire con un tanguita negro que se apreciaba muy poco, si no fuera porque del baile y el movimiento se veía por arriba el triangulito y por abajo un pelín la tira. Así estuvimos un rato, palpando nuestros cuerpos y con miradas cómplices que tenían muy claro (más o menos) es que iba a quedar todo eso.

Subió la mano que había estado rozando mi rajita durante un buen rato, saboreó uno de sus dedos y con mucha chulería me dio la mano y me pidió que le acompañase. Ese gesto me hizo estremecer y no pude evitar (mientras él aún saboreaba su dedo) acercarme a su boca y darle con mi lengua muy suavemente en su boca rozando su dedo, lo que pareció que también le gustó bastante. Les hice un gesto a mis amigas de que me esperasen un rato y a los chicos les saludé levemente con la mano y les mandé un guiño. Sabían que si lo habíamos pasado tan bien dentro de la discoteca, ahora iba a ser mejor.

Llegamos a los aparcamiento y allí, metidos entre dos coches en una zona que había casi en penumbra, comenzamos a besarnos, jugábamos con nuestras lenguas, sabíamos que seguramente no nos volveríamos a ver en la vida y queríamos disfrutar de aquello. Me sobó las tetas y las sacó del escote para saborearlas durante un rato. No dejaba de apretar mi culo, de levantar la falda para notarlo desnudo, retiró el tanguita y desde allí intentaba llegar a mi culo, lubricando su dedo con mi flujo para luego llevarlo a mi culo y meterlo; se veía que le encantaba y a mi me ponía como loca; no dejábamos de gemir ni de besarnos, estábamos muy pegados y notaba como su polla ardía de deseos. Así que no dudé en comenzar a bajarle la cremallera y dejar salir su verga que estaba a punto de estallar. Dejé de besarle y directamente sin dejar de mirarle a los ojos, bajé y empecé a rodear su capullito que estaba muy rosita con la puntita de mi lengua:

Mmmm, que bien nena, que bien.

Te gusta?

Si, sigue.

No lo dudé, seguí con mi manjar, deslizando muy suavemente la puntita de mi lengua por aquella picha deseosa de ser comida, las lamidas eran cada vez más grandes, ya no era solo la puntita de mi lengua, era toda ellas la que se deslizaba mientras que mis manos jugueteaban con sus huevos; algunas de mis lamidas se iban para ellos. Hasta que de repente me la metí de golpe en la boca. Claudio sólo atinó a dar un grito que me hizo estremecer. Mi ritmo se iba acelerando y no dejaba de metérmela y sacármela de la boca, babeando cada rincón de aquel rico cipote. La situación hacía que mi tanguita estuviera empapadísimo, ya que mi chochito no dejaba de soltar juguitos.

Mientras, de lejos escuchábamos coches que arrancaban y salían de sus aparcamientos y pasaban por nuestro lado, corriendo el peligro de ser vistos, pero no era impedimento para seguir disfrutando de todo aquello. Cuando me di cuenta de que Claudio estaba a punto de correrse me levanté, quería que lo hiciese dentro de mi, quería que me follara allí mismo. Nada más levantarme me apoyó contra el otro coche, me subió al capó y me abrió las piernas, retiró el tanga y empezó con aquel juego de lengua que me encantó; notaba como movía rápidamente su lengua y como de repente paraba el ritmo y daba lametones largos que me hacía estremecer. No dejó de comerme el coño durante unos 5 minutos hasta que le pedí que me follara, que estaba deseosa de sentir su polla dentro de mi; así que me bajó del capó y no dudó en darme la vuelta; justo cuando me giré puede ver como tres o cuatro cabezas se agachaban unos pocos coches más allá y pude apreciar que eran sus amigos y colegas. Claudio se dio cuenta de que me había percatado y creo que por un momento pensó que yo iba a decir que lo dejara, pero me limité a levantar mi falda bien hasta la cintura, apoyar mis manos sobre el capó y a decirle:

Haz un buen papel cielo, que tenemos espectadores y hay que dejar bien alto el listón.

Que zorrita eres, me encantas

Y sin pensarlo dos veces comenzó a follarme; me la metió por el coño de golpe y me encantó, estaba tan empapado que resbalaba muchísimo y no dejaba de meterla y sacarla entera. Mis gemidos ahora eran más grandes y cuando veía que esas cabecitas se asomaban a mirar gemía aún más. Las envestidas de Claudio eran cada vez más fuertes y decidió meterme uno de sus deditos en el culo mientras que con la otra mano agarraba mi cintura. Parecíamos un par de salvajes, sabíamos que nos habían visto varias parejas y varios grupos porque cuando pasaban gritaban obscenidades, pero sabíamos que las caras no las distinguían así que eso nos excitaba más. De repente no aguanté más y un gran orgasmo comenzó a brotar de mi.

Sigue cabrón, más más que, no pares ahora joder no pares ahora.

Me voy a correr guarra me voy a correr joder…. Que me corro joder que me corro….

Pues hazlo ahhhhhh

Y allí fue donde su leche penetró en mi e hizo que mi orgasmo se multiplicara. Sentía todo mi coño ardiendo; estuvo un momento dentro de mi hasta que la sacó y se relajó un poco apoyándose en el coche. Me giré y me coloqué bien la ropa.

Me ha encantado correrme dentro de ti.

Y a mi que lo hicias.

Fue lo último que hablamos, nos dirigimos dentro de la discoteca donde ya estaban sus amigos y mis amigas y nos miraban, ellos con sonrisas burlonas, y ellas con cara de asombro, menos Celia que sabía que yo era capaz de eso y de más.