... Y cayó del cielo

Poema que refleja una tarde de lluvia en Alicante.

La ciudad me envuelve con su oscuridad

con su tranquilidad ruidosa

con su olvido,

con un silencio acompañado.

Pasando por sus estrechas calles

y amplias calles

respirando su aroma: embriagador,

pestilente.

Mojándome los zapatos con la lluvia,

recién caída, tosca, impensable lejos de octubre.

Ciudad con caos ordenado cuando el sol aprieta

Ciudad con caos desordenado cuando cae agua.

Y la magia de caminar

pisando charcos,

viendo mi cara reflejada en los escaparates,

viendo mi cuerpo en las lunas de los bares,

viendo mis huellas en el barro,

notando la humedad que cubre cada poro de mi cuerpo

respirando:

humo, contaminación,

vida.

Olor fétido de alcantarilla atascada,

lluvia libertadora de enquistadas podredumbres

mujer de la limpieza de una ciudad marítima

arrastrando odios,

intrigas,

y envidias

que son imposibles de arrastrar en seco,

pero que apestan como demonios sin ducha

y sigo caminando

farolas como espigas de trigo

estiradas, amarillentas

con luz fantasmal, irreal, imposible adaptar la vista

y la prisa

Sí, cierto, poca gente andando por la calle

(no me considero gente, sólo ciudad)

pero apresurada

como intentando llegar los primeros a una meta que no es

y no lo consiguen

porque el hada mala de la lluvia castiga a esa gente

y siempre tardan más en llegar a su destino,

y siempre mojados,

y siempre enfadados

y la pobreza de su espíritu sale a flote

como las gotas de gasolina en los charcos de la calzada;

agitan y recogen su paraguas con energía,

con rabia,

haciendo partícipes de su frustración a todos

provocando hilaridad,

pena.

Vuelta a empezar por la amplia avenida,

el silencio,

los canalones desalojando agua,

suciedad.

Una ciudadana se cruza conmigo

el frufrú de su gabán y el repiqueteo de sus tacones

paso firme sobre la acera

¿tendrá prisa?

La castigarán.

La cara seria, de fastidio, de enojo,

de contrariedad. Todo le sale mal.

Entonces

será castigada.

Semáforo rojo.

Mi pelo cayendo sobre los hombros, mojado

¿calabobos?

Extraña expresión asturiana.

Yo la llamaría ‘espabilahombres’,

‘expulsatonterías’

‘colocacosasensusitio’

‘castigacómodos’

‘limpiaconciencias’

Semáforo verde.

¡Cómo traga esa trapa! Parece mi conciencia

intento no pisar el excremento canino

ahora ya desparramado por varias losetas.

Ya estoy cerca de mi casa.

Mientras introduzco las llaves en la cerradura

miro atrás,

despidiéndome

deseando que esa tarde sea eterna,

para siempre,

que nunca llegue el sol, el día, el verano

imposible.