Y Carlos me folló sin piedad

Y justo al devolverle la mirada, me penetró con todas sus fuerzas, con todas las ganas acumuladas después de 7 días sin masturbarse, de calentones telefónicos...me miró para saber si estaba bien...y claro que lo estaba...

Y así acabé en su casa, dejándome llevar y sin miedo a lo desconocido.

Le conocí una noche en un bar cualquiera de Malasaña. Un par de amigas y yo, decidimos salir a tomar algo después de muchos meses sin poder quedar las tres juntas. Después de un par de copas y las mismas y monótonas canciones, le ví entrar. Vino con un par de amigos, y qué casualidad que Sandra, una de mis amigas, conocía a Nacho, uno de sus amigos. Nos presentamos todos y rápidamente, comenzamos con unas cuantas rondas de chupitos. Después del tercer chupito, un par de insinuaciones torpes por mi parte, sonrisas traviesas cruzadas y de la cuarta copa, doecidí salir a fumar y cuando Carlos me vio irme, me siguió.

Nos sentamos en la acera, me ofreció uno de sus cigarros ya que los míos eran de liar y yo no me veía muy capaz de hacerme uno.

Comenzamos a hablar de parejas, ligoteos, chicos y chicas de una noche. Nos sentíamos muy cómodos y empezamos a confesarnos fantasías y preferencias sexuales, todo mezclado con caricias traviesas e insinuaciones de su parte:

-La verdad es que cuando te he visto…¿puedo ser sincero sin que te cabrees?

-Jajajaja, no sé si estoy lo suficientemente borracha como para no sentirme ofendida por burradas, pero bueno, todo es intentarlo.

-En fin, me arriesgaré a un guantazo…cuando te he visto, me han entrado unas ganas irrefrenables de averiguar si podrías ser una buena sumisa y, créeme…cuando te has ruborizado mientras nos saludábamos, notar que se te aceleraba la respiración y…joder cuando te he dado dos besos…olías jodidamente bien

De repente y sin saber muy bien porqué, me sentí humedecer como nunca, me ruboricé y miré hacia abajo…su mano en mi barbilla hizo que subiera la mirada, me apartó el pelo de la cara, me miró a los ojos directamente, se relamió los labios sutilmente y me susurró al oído:

-Lo sé, nena. Y no te haces una idea de lo jodidamente cachondo que me ha puesto ver tu reacción. No quiero montar un numerito en la calle porque, créeme, no me apetece nada ser discreto. Dame tu teléfono y volvamos dentro, que éstos deben estar echándonos de menos.

Volvimos al bar y el resto de la noche pasó entre caricias y susurros disimulados y al despedirnos, me dio un beso justo en la comisura de mi labio, dejando pasar su lengua juguetona de manera traviesa sin que nadie se diera cuenta. Cogí un taxi, y cuando estaba casi llegando a casa, recibí un whatsapp de un número desconocido.

“Hola nena, soy Carlos, ya tienes mi número. ¿Has llegado ya a casa?”

“Hola, Carlos, me acabo de bajar del taxi, estoy subiendo en el ascensor. ¿Tú has llegado ya?”

“Hace un rato. Me gustaría preguntarte una cosa…¿te gustaría que quedáramos el próximo fin de semana? Pero esta vez tú y yo solos, me apetece conocernos mejor y que surja todo lo que tenga que surgir…”

Leí el mensaje una y otra vez, mientras me quitaba la ropa y me metía en la cama. Bajé mi mano hacia mis braguitas y estaban totalmente empapadas, mi corazón latía con excitación y el calor inundaba mi cuerpo.

“Me encantaría. ¿Qué propones?”

“Una cita en condiciones. Mi casa, el viernes, hago yo la cena, una botella de vino y unas ganas locas de hacerte temblar de verdad”

“Empiezas a hacerme temblar ya y, como no estás aquí, prefiero esperar a temblar el viernes”

“Mmmmm, me parece muy bien nena, ¿Qué te parecería hacer un pacto? No masturbarnos hasta vernos el viernes… me encantaría ver la cantidad de placer acumulado que serías capaz de darme al tocarte después de 7 días sin machacármela… y tú sin utilizar tus dedos…o los juguetes que uses…¿te parece?”

“Uf, me parece, pero vamos a dejar esta conversación porque al final no voy a poder ni dormir jajaja”

“Perfecto, descansa. Hablamos mañana, nena”

“Hasta mañana Carlos, descansa. Ah…y…encantada de conocerte”

“El que está encantado soy yo, nena. Te lo aseguro. Buenas noches”

Menudos 7 días horriblemente interminables. Mi único respiro de calentones, era el trabajo, puesto que no me permite estar muy pendiente del móvil. Carlos optó por empezar a llamarme antes de dormir a partir del martes. Nos contábamos qué tal nos había ido el día, pero siempre acabábamos hablando de nuestras expectativas para el viernes noche. Sus susurros eran una tortura, sobretodo cuando susurraba mi nombre o me decía “nena” con esa voz que me volvía loca y, lo peor de todo, es que el muy cabrón lo sabía y le encantaba.

El viernes salí de trabajar a las 16:00. Fui directamente a depilarme. No quería decepcionarle, así que me depilé el coño entero, ni un pelo. Estaba tan cachonda que hasta el calor de la cera me excitaba. Llegué a mi casa y no tuve más remedio que ducharme con agua fría ya que sabía que si no lo hacía, iba a tener que romper mi promesa de no masturbarme. El peor momento fue al lavarme mi coñito, tenía el clítoris con tantas ganas de explotar de placer que el sólo hecho de pasarme la esponja, era una puta tortura, si lo hacía despacio, la estimulación era deliciosa, y si lo hacía rápido, sentía como la zorra que hay en mí tenía ganas de salir y gritar un fuerte orgasmo. Pero pude contenerme.

Me puse mi mejor lencería, un vestido tubo que favorecía mis curvas y un escote no muy vulgar que dejaba entrever mis grandes pechos. Una tiene que saber cuáles son sus puntos fuertes y potenciarlos. Maquillaje muy sutil, eyeliner negro, rimmel para mis pestañas, un poquito de colorete y eso sí, labios rojos que sugieran todo lo que puedo hacer con mi boca.

El pelo suelto, lo tengo muy largo. Me llevo una goma de pelo por si acaso. Mi lubricante favorito no puede faltar en mi bolso, la barra de labios para retocarme por el camino…o por si hiciera falta después de una buena mamada. Pedí a Carlos que me enviara la ubicación de su casa por Whatsapp y después de hacerlo, le dije que estaría en 20 minutos en su casa, a lo que respondió;

“Perfecto, ya no aguanto más, nena, ven cuanto antes”.

Así que allí me planté, me bajé del taxi, llamé al telefonillo y sin responder, abrió la puerta. Subí hasta su piso en ascensor, llamé a su puerta y me recibió vestido con unos vaqueros y camisa que le quedaban de infarto.

-Estás muy guapa, nena. Ese vestido te queda alucinantemente bien

Y antes de que pudiera ruborizarme, me cogió de la mano, me hizo pasar a su casa, me empujó contra la puerta, sujetó mis manos con las suyas por encima de su cabeza y me susurró al oído:

-No sabes las ganas que tengo de hacerte mía, pero me apetece seducirte muy despacio. Ahora voy a besarte, quiero probar tu lengua, pero debes saber que hasta después de cenar no va a pasar nada más

Entonces, muy despacio, se acercó a mí. Cerré los ojos y noté como sus labios rozaban los míos y su lengua juguetona, comenzaba a buscar la mía. Tuve que juntar las piernas para calmar el calor de mi entrepierna…él lo notó, sonrió, soltó la atadura de mis manos con la suya y me acompañó a su salón, donde tenía todo preparado.

La cena, gracias al vino transcurrió de manera muy natural y me hizo darme cuenta de que teníamos más cosas en común que nuestros gustos sexuales. Al acabar la cena, nos servimos otra copa de vino para sentarnos en el sofá más íntimamente. Debo reconocer que sus miradas me atravesaban y provocaban en mí una oleada de calor que inundaba mi cuerpo y en un momento en el que volví a juntar mis piernas con fuerza, se aproximó provocadoramente cerca, cogió mi copa de vino, la dejó elegantemente en la mesa y antes de darme cuenta, me tomó de la mano y me llevó a su cuarto. Encendió la luz tenue de su lamparita de noche y apagó la principal, le dio al play a su equipo de música y empezó a sonar el “Heligoland” de Massive attack. Me puso de espaldas a él y comenzó a acariciarme. Desde atrás, empezó a besarme el cuello, mientras sus manos expertas se acomodaban a mis pechos haciendo que mis pezones se notaran incluso a través del sujetador. Mi humedad comenzaba incluso a olerse y justo en ese momento, me quitó el vestido sin miramientos, me dejó caer suavemente en la cama y me quitó los taconazos, dejándome puestos las braguitas y el sujetador. Se quitó los zapatos, calcetines y camisa. Verle delante de mí, con su cuerpo recubierto con el sudor del calentón era una visión embiragadora, le hice un gesto para que se tumbara conmigo...y se quitó los pantalones y los calzoncillos dejando a la vista su increíble polla dura, dura por mi culpa, por verme desnuda y juguetona en su cama y por haber estado 7 días sin pajearse.

Me puse de rodillas en la cama y me quité el sujetador para devolverle el favor y dejarle ver mis impresionates tetas al descubierto, deseando que me mordisquera os pezones y me las estrujara hasta justo el borde entre el placer y el dolor. Se acercó a mí, me volvió a tumbar en la cama, me quitó las braguitas y repentinamente estaba comiéndome el coño, pasándome su lengua de arriba a abajo, deteniéndose en el clítoris, bajando hasta el culo, dándome un beso negro que incluso me hizo plantearme por un segundo la posibilidad de que Carlos le arrebatara la virginidad a mi culo, Me miró desde ahí abajo y lo único que me dijo fue;

-No sabes lo feliz que me has hecho al ver este coñito sin un puto pelo, empapado y con un sabor que hace que no quiera volver a comer otra cosa en mi jodida vida...me pienso alimentar de tu coño, nena...joder...mmm...qué bien sabe

De repente, me miro, se chupó el dedo índice de su mano derecha y mientras ponía una sonrisa traviesa, me lo metía en el coño haciéndome gemir como una buena zorra, empapándome y haciendo que mis ganas de polla fueran aumentando exponencialmente, le cogí de su pelo e hice que subiera hasta mi cara, nuestras lenguas se juntaron y probé el sabor de mis fluídos, lo que me hizo entrar en un éxtasis del que no pude salir hasta que todo acabó. Le agarraba con mis piernas mientras restregaba su polla por la humedad de mi sexo. Tomé la iniciativa y me puse encima de él. Me restregaba contra su polla, su glande con mi clítoris...era una sensación embriagadora...empecé muy despacio, mientras el agarraba mis tetas con sus manos, comencé a moverme más deprisa, mientras sus gemidos guturales iban cada vez a más. Paro, me mira desconcertado...le sonrío y empiezo a besarle el pecho, y a ir bajando poco a poco hasta que me encuentro con su descomunal polla. La miro y me relamo, él se pone otra almohada debajo de la cabeza por que quiere ver bien el espectáculo...y empiezo. Primero despacito, quiero probar lentamente sus límites y ver lo que le gusta. Beso la punta de su rabo, lo lamo de arriba abajo, me meto el glande en la boca y juego con mi lengua al rededor de la punta mientras succiono con mi boca. Su erección se triplica y al verlo, me la tengo que meter entera en la boca, me dan igual las arcadas, esta polla es mía. Susurra mi nombre y me dice lo jodidamente bien que lo hago, me pide que le chupe los huevos mientras le pajeo con la mano...y me dice que pare, que se quiere correr follándome.

Se pone encima de mí, me unta el coño de lubricante y me susurra al oído mientras se frota su sexo contra la humedad del mío...

-Nena...voy a follarte, no sé si podré aguantar a que te corras conmigo pero si no lo hago, tendrás tu recompensa...ahora mírame

Y justo al devolverle la mirada, me penetró con todas sus fuerzas, con todas las ganas acumuladas después de 7 días sin masturbarse, de calentones telefónicos...me miró para saber si estaba bien...y claro que lo estaba...mis siete días sin dedos en mi clítoris y sin mi vibrador habían conseguido que mi coño tuviera ganas de polla a más no poder. Muy abierta y húmeda, recibí sus envestidas. El susurro de mi nombre cada vez que le daban escalofríos de placer hacía que me sumergiese en un climax de placer intenso y casi sin avisar...se derramó dentro de mí, notaba como toda su lefa chorreaba por mi coño y como se iba escapando y mojaba la cama. Rendido y tumbado encima de mí chilló mi nombre al correrse mientras yo le lamía el cuello justo en ese punto donde si te tocan, te olvidas de todo lo demás. Cuando se recuperó, me miró fijamente y me dijo

-Zorrita, ahora te toca a ti, y cuando te corras vas a gritar mi nombre, ¿ de acuerdo?

Sin mediar palabra de nuevo, metió otra vez ese dedo que me hace estremecer dentro de mi coño, aun mojado por su corrida y con mi índice derecho, comencé a hacerme esos círculos que hago en mi clítoris cuando quiero correrme rápido. Carlos no apartaba la vista de mi coño, se relamía y de vez en cuando me decía lo que le gustaba esa vista y las ganas que tenía de sentir los espasmos de mi coño al correrme en su dedo. Y de repente, lo dijo

-Córrete para mí nena

Y empezó a meterme el dedo más deprisa y con más fuerza mientras los círculos de mi dedo contra mi clítoris también aceleraban

-Córrete zorra

Y no pude aguantar más, grité su nombre mientras un orgasmo desgarrador me recorría entera, desde el coño por la columna vertebral hasta la boca, para acabar gimiendo como una puta y disfrutando todo ese placer negado durante una semana. Carlos seguía con su movimiento de dedo, no paró hasta que yo no dejé de mover mi dedo sobre mi clítoris. Cuando acabé lo dejó un rato más dentro, me besó en el monte de venus y lo sacó muy poquito a poco

Antes de darme cuenta, estábamos los dos dormidos y agotados. Primer round completado. Esto sólo acaba de comenzar