¿Y a quién no le gusta una polla preciosa?

Es sorprendente la imaginación femenina para conseguir sus deseos mas excitantes.

Había tenido un día de trabajo complicado pero llegué encandilado a casa. Miriam me había llamado un par de veces a lo largo de la tarde y noté una especial sensualidad en esu voz.

Cuando entré en mi hogar ella tardó unos minutos en dejarse ver y su entrada en el salón me dejó con la boca abierta. Sólo llevaba puesto un liviano camisoncito con tirantes que era una de sus prendas preferidas para transmitirme que quería sexo.

Se acurrucó a mi lado y, mordisqueándome la oreja, susurró que estaba esperándome con impaciencia.

-He salido esta tarde a dar una vuelta con Paula y he vuelto muy excitada- me dijo.

-¿Y eso? -le pregunté mientras acariciaba su muslo.

-Vamos a ducharnos juntos y te lo voy contando- me respondió Miriam.

Me desnudó en el mismo salón dejando la ropa sobre el sofá y me condujo sensualmente hasta la ducha donde, desprendiéndose de su liviana prenda, se metió conmigo bajo un chorro de agua cálido y suavemente regulado.

-Paula tuvo que irse- empezó Miriam -cuando estábamos tomando una Coca Cola en la cafetería y mientras yo me quedaba pagando no te puedes hacer idea de lo que me ocurrió- continuó mientras me acariciaba suavemente la polla –cuando giré el taburete de la barra para irme, trabé entre las piernas a quien tenía al lado y..... estaba buenísimo, nos quedamos mirando un momento y me mojé sólo al mirarle, no nos movimos ninguno de los dos y sentí su erección contra mi muslo. Supe que no iba a poder resistirlo y que tú me comprenderías…..-.

Miriam y yo fantaseamos mucho cuando follamos, y en nuestras fantasías nos reaseguramos en nuestra confianza mutua si alguna vez actuaramos sin engaños.

-Cuéntame todo, por favor- exclamé mientras, notando mi sexo endureciéndose por sus palabras, cogía su cuello con la mano izquierda y deslizaba la derecha, por detrás, en busca de su sexo. Noté como ella abría ligeramente las piernas y se ponía tensamente de puntillas. Mi dedo pulgar recorrió con levedad su agujerito negro mientras el índice se abocaba a su botón rosado. Brincó y respingó toda ella…..

-Quería acostarme con él y decidí traérmelo a casa porque no me ibas a creer lo bueno que está y lo inevitable de mi decisión- continuó Miriam.

-¿No me digas que te has follado a un tío en casa?- mi polla palpitaba sólo de imaginarme a Miriam follando con un tío en nuestra cama.

-¡No! - exclamó Miriam- pero casi iba a hacerlo cuando llegaste porque tardabas demasiado. Está en la cama aguardando. Nos hemos calentado un poquito, sólo unos besos, pero le he dicho que había que esperarte y que no tenía que preocuparse porque tú entiendes perfectamente mis caprichos.

-¡Hombre!, yo entiendo tus necesidades y tus caprichos pero que metas un tío en nuestra cama a las primeras de cambio- reconozco que yo me había arrugado un poco y, por un momento, llegué a pensar que lo bien cierto es que le había sorprendido in fraganti.

-No irás a pensar que lo hacía a escondidas- replicó rápidamente Miriam adivinando mi pensamiento -podría haberme ido a otro sitio y nunca te habrías enterado pero tú y yo lo tenemos muy hablado y no entiendo tu reacción tan celosa- argumentó de forma irrebatible y poniéndose un poco seria.

-Perdona, tienes toda la razón; pero es que me has pillado un poco desprevenido- no pude por menos de reconocer.

-Estoy segura de que se pasará en cuanto le veas y, sobre todo, cuando veas como me la mete, mi vida- continuó Miriam mientras cerraba la ducha y me enjuagaba con la toalla de baño. Mi polla se ponía otra vez a tono mientras, cogiéndome de la mano, me arrastró hacia el dormitorio.

La verdad es que el chaval era un bollito, guapo, alto, depilado totalmente; estaba tumbado sobre la cama en un ligero escorzo y con una punta de la sábana tapando discretamente sus genitales. Me miró recelosamente pero Miriam le tranquilizó acercándose a la cama y besándole suavemente.

-Espera un momento- me dijo ella mientras se sentaba a horcajadas sobre él y acariciaba su sexo con su propio vientre y le pellizcaba las tetillas. Mi posición proporcionaba un excelente campo visual de la grupa de Miriam y cómo la polla de él crecía gloriosamente. La verdad es que era una preciosidad de polla y Miriam se la iba a engullir en su coñito de un momento a otro. Arqueando la cintura y ayudándole con una de sus manos situó el glande en la entrada de su sexo y se acarició con él suavemente. Miriam estaba muy excitada y, por un momento, se volvió a mirarme con la mirada un poco perdida expresándome que estaba deseándolo.

Yo estaba ya acariciándome mientras observaba con detalle; me encanta mirar el culo empinado de Miriam y la curva de su espalda cuando se arquea al máximo pero alargué mi mano derecha y coloqué, después de chuparlo, el pulgar suavemente sobre su ano masajeándolo en círculos con delectación. Sin poder contenerme, el resto de mis dedos cogió la polla que ya empezaba a penetrarla, abarcándola y acariciándola arriba y abajo durante un buen rato. Mi mano actuaba como tope para una penetración total chocando contra los genitales de mi mujer. Saqué la polla de la cuevecita y, sin pensármelo, empecé a chuparla con fruición. Miriam se volvió, mirándo un tanto asombrada lo que no era habitual en mí y, girándose, situó su coñito sobre la boca del chico y unió la suya propia a la mía en la mamada.

-Es deliciosa ¿verdad?- me preguntó. Y no pude por menos de asentir levemente.

Miriam, boca arriba y de espaldas a su amigo como estaba, descendió sensualmente sus caderas desde su cara a lo largo de todo su cuerpo, despacio, hasta encontrar el enhiesto sexo, lo tensó empujándole contra su natural erecta dirección y se lo acabó ensartando en el culito ofreciéndome, con las piernas abiertas al máximo, su rosado y excitado coñito. No tardé en penetrarla después de golpearla suavemente manejando mi propia polla como una pequeña porra y sentí, casi pegada a la mía y dentro de su culo, aquella polla hasta hace poco extraña pero que palpitaba de deseo. Durante un buen rato compenetramos nuestro vaivén mientras Miriam gemía con la mirada perdida y diríase que con los ojos en blanco.

La saqué cuando ya casi no podía más y Miriam se precipitó a chupármela. El chaval seguía con su pieza al máximo y empecé a pajearle nuevamente, arriba y abajo, con la mano derecha mientras golpeaba suavemente sus huevos con el envés de los dedos de la mano izquierda. Marta me miraba asombrada pellizcándose los pezones, pero no interrumpió mi maniobra que culminó en una potente eyaculación que sentí nacer en sus testículos a golpe de palpitación.

Me dormí abrazando a Miriam por la espalda y sólo me despertó, ya entrada la noche, un bamboleo junto a mí. El chico se estaba quilando nuevamente a Miriam que, boca arriba, le atenazaba fuertemente con las piernas mientras susurraba: -Sigue, sigue, sigue....

Lo fuerte de la escena me excitó nuevamente y volví a echar mano a los huevos del amigo. Noté como eso le excitaba más todavía y cogiendo el aceite que normalmente tenemos en la mesita de noche, embadurné su culete metiéndosela hasta el fondo como pequeña venganza de que, en esta ocasión, hubieran empezado sin contar conmigo. Gemíamos los tres como desesperados acabando en una corrida bestial.

Creo que no es fácil una experiencia más intensa.