Ximena y Marcos - 2
Marcos le revela a su hermana cómo obtuvo el video y el precio que deberá pagar si desea recuperarlo.
Ximena y Marcos
2.
Cuando sonó el teléfono, Ximena recién había terminado de vestirse para ir a visitar a su padre, en lo que ya era una rutina para ambos: sexo semanal. Para esta oportunidad había elegido una falda negra con blusa blanca, transparente, debajo de la cual se podía apreciar un sostén del mismo color. El conjunto lo completaba un par de medias negras que resaltaban la belleza de sus piernas, ansiosas por abrirse para que su padre la penetrara nuevamente.
Mientras se vestía, recordaba la vez primera en que ella y su padre sucumbieron a la pasión, una tarde en que ella jugó con el a la seducción, mostrándole sus piernas semi abiertas sentada frente a él. Había ido al dormitorio de sus padres con el pretexto de pedirle dinero y se sentó en la cama, recogiendo sus piernas y con ello dejando ante su vista sus bien torneados muslos y al final de estos, donde se unen, la blanca tela de un calzoncito. A sus dieciocho años, Ximena era ya toda una belleza, de un cuerpo perfecto y sensual. Y su padre no había dejado de advertirlo.
El no apartaba sus ojos de las piernas de su hija, mientras conversaban. Ella se percató de lo que llamaba tanto la atención de él y en lugar de cubrir sus muslos, siguió en la misma posición, provocándolo. Su padre, hombre de experiencia en estas lides, fue directo al grano, sabiendo que las cosas estaban a punto y no era necesario tener preámbulos para plantear su deseo por la muchacha, la que se había percatado desde hacía rato del bulto que se había formado entre las piernas de su progenitor.
Qué hermosas piernas, mi cielo
¿Te gustan papi, de verdad?
Mira cómo estoy nada más.
Guauuu, ¿todo eso es por mí?
Si, por ti.
Ella sonrió satisfecha, sabedora del efecto que producía en los hombres, a los que acostumbraba a excitar en poses provocadoras, pero ahora, con su padre al frente, ambos en el dormitorio, la situación era extremadamente peligrosa para jugar y ella estaba consciente de ello. Sabía que jugaba con fuego y ansiaba con todas sus fuerzas sucumbir entre las llamas de la pasión incestuosa.
¿Te gusto?
Muchísimo, hija
No me digas hija, me llamo Ximena.
La muchacha había dejado las cosas bien en claro y ahora era cosa de él seguirle el juego, cosa que hizo de inmediato.
Te deseo, Ximena.
¿Quieres hacerlo, papi?
Dime Pedro.
¿Me deseas, Pedro?
Sí. Quiero poseerte.
Ven. Tómame.
Sin agregar palabras, Ximena se despojó de sus prendas para quedar completamente desnuda y se acostó en la cama, dispuesta para que su padre hiciera con ella lo que quisiera. Y él lo quería todo, por lo que, también desnudo, con su verga en ristre, se puso entre sus piernas, dispuesto a penetrarla.
¿Eres virgen?
No. Pero me cuido, así que tranquilo
Ese día follaron hasta quedar exhaustos, pero felices. Y cuando se separaron, puesto que pronto llegaría el resto de la familia a casa, se prometieron continuar haciéndolo, ya que ambos habían descubierto que se complementaban perfectamente.
Sus recuerdos fueron interrumpidos por la llamada de Marcos.
Cuando levantó el teléfono, no se imaginaba lo que le deparaba la vida. Su hermano le dijo que tenía algo sumamente importante y delicado que hablar con ella y por mucho que Ximena insistió, no soltó prenda y la citó a un café en el centro de la ciudad.
Cuando ella llegó al café venía nerviosa, pues intuía que para nada bueno la quería su hermano y pensaba en su relación con su padre y en la posibilidad de que ello saliera a luz, con el escándalo consiguiente. Pensaba que no había forma de que nadie se enterara de su secreto, pero aún así estaba inquieta.
Marcos la saludó con una semi sonrisa que ella no supo identificar a primera vista, pero que la tranquilizó en algo. Pidieron un café y él lo bebió sin decir nada. Cuando hubieron desocupado las pequeñas tazas, tiempo en el cual aprovechó de estudiar el terreno que pisaba. Captó la inquietud en la mirada de su hermana y concluyó que era el momento adecuado para iniciar su ataque.
Sé lo que hay entre tú y papá.
Ella calló, abriendo sus preciosos ojos verdes en un gesto de sorpresa que daba a entender que lo que decía su hermano no era posible, pero que en realidad era la constatación de que sus peores pensamientos se habían hecho realidad.
Es más, los tengo filmados.
Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas y se llevó las manos a la boca, como intentando tapar el ataque de llanto que empezaba, pero el la contuvo.
Tranquila y escucha.
Ella lo miró, con sus hermosos ojos anegados en llanto y con el miedo reflejado en ellos.
Voy a borrar la filmación delante de ti
Ximena intentó un gesto de alegría, pero Marcos la detuvo.
Pero . . .
Solo entonces ella atinó a decir algo.
¿Pero?
Quiero que lo haga conmigo también.
La muchacha no salía de su asombro, con sus lindos ojos abiertos y la boca en un gesto de asombro que divirtió a Marcos, ya que estaba seguro que nada podría hacer su hermana para librarse del lazo que le había puesto. La tenía completamente atrapada y no ella no tenía otra salida que acceder a sus deseos.
Ese es el precio.
Ella hizo intento de levantarse, pero él la tomó de la mano y, con cierta brusquedad, la obligó a sentarse nuevamente.
Piénsalo bien. No hay salida. Además, si lo has hecho con papá, ¿qué más da hacerlo con tu hermano?
Ximena calló, mirándolo fijamente, sopesando la oferta que su hermano le había hecho. Marcos comprendió que su hermana estaba asimilando sus palabras, que tenían una lógica a toda prueba y que no tenía escapatoria para lo que le proponía. Ella concluyó lo mismo, pero no se atrevía a asimilar la propuesta en su totalidad, por lo que ello implicaba.
Pero Marcos . . .
El es tu padre y yo tu hermano. ¿Cuál es la diferencia?
Sí, pero . . .
Es cosa que te hagas a la idea. Y entonces te será más fácil decidirte.
Volvió a callarse y durante unos minutos no dijo nada. Pero comprendió que nada podía hacer para salir de esta situación que no fuera aceptar lo que su hermano le pedía.
Es que es algo tan inesperado esto.
Sí, para ti. Pero yo lo vengo deseando hace mucho tiempo.
¿No hay otra salida, Marcos?
No. O te acuestas conmigo o doy a conocer el video.
De pronto comprendió que tal vez su situación no fuera tan desesperada y que lo que él tenía no sería tan comprometedor como él pretendía. Pero claro, si para que una filmación fuera incriminatoria tenía que tener imágenes de ella y su padre en la cama, pero eso no era posible. Por lo tanto, lo mejor sería aclarar este punto.
Con ansiedad evidente, preguntó.
¿Y qué es lo que hay en ese video?
Tu y papá culiando parados en el pasillo, el lunes pasado. Una paraguaya. Yo estaba escondido en mi dormitorio y los filmé por un hueco de la puerta. Se ven los dos haciéndolo y se escucha todo lo que dicen, hasta que terminaron de hacerlo.
Ella se sonrojó de vergüenza ante el solo pensamiento de que su hermano la había visto follar con su padre y, lo que es peor, escuchando las cosas que se decían mientras lo hacían. Pensó que tal vez todo esto era una invención de su hermano que había inventado para hacerle la propuesta.
Como si leyera su pensamiento, Marcos puso delante de ella el celular y Ximena se vió a si misma, desnuda y contra la pared, con las piernas abiertas y a su padre metiéndole su verga mientras ambos se decían palabras fuertes.
Muévete mijita rica, muévete. Tomaaaa, tomaaaaaaaaa
Qué rico, mijitoooooooo
Voy a acabarrrrrrrr Ximenitaaaaaa, aghhhhhh
Papitooooooo, yooooo tambiennnnnnnnn. Aghhhhhhhhhh
Ximena se rindió ante la evidencia. No era mentira. Era demasiado grave. El lunes habían estado follando ella y su padre y lo habían hecho en el pasillo, a la paraguaya como le dijo Marcos. Ahí tuvo que filmarlos. Nada podía decir ni hacer para desvirtuar esta evidencia que su hermano le había puesto por delante. Sintió que el mundo se le venía encima. Pensó en su matrimonio, en su madre. En el escándalo que vendría.
Después de meditarlo un buen rato, se decidió.
¿Dónde piensas hacerlo?
Puede ser en tu casa o en la nuestra. Elige.
Ximena pensó que en la casa de sus padres no era seguro, pues su hermano podría tener alguna cámara escondida y volvería a filmarla. El asunto había que terminarlo de una vez por todas.
En mi casa, pero ahora mismo.
Vamos
¿No hay copias?
No, no la hay
Entonces, vamos.