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No pensé que podría ser tan dura la ruptura, me imaginé a Sonia con la cabeza gacha asintiendo a cada palabra que decía y luego cada uno tomando caminos separados en la sede; muy por el contrario, mis ojos no pudieron evitar humedecerse al verla derrumbarse de esa forma, verla tan frágil...

Previamente en @}}---,---...

~ (...)Es impresión mía o…(...) ~ (...)Yo puedo acompañarte, si quieres(...) ~ (...)Creo que le gustaste(...) ~ (...)entre él y yo no pasará nada, en mi corazón sólo hay espacio para ti(...) ~ (...)me dejaste algo preocupado(...) ~ (...)si pasara algo, Dil, lo que fuese, cuentas conmigo, ¿vale?(...) ~ (...)Me gustas, Harvey, eso es lo que pasa(...) ~ (...)es sólo que… no quiero perderte(...) ~ (...)te has portado súper raro conmigo, ¿Qué pasa?(...) ~ (...)¡Cállate, hijo de perra!(...) ~ (...)¿A dónde vas?(...) ~

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XI

Harvey

-Buenos, días- dije entrando a la sala.

-Hola Harvey- dijo Alicia desde la mesa.

-¿Cómo amaneciste?

-Dormida- dijo con una sonrisa infantil.

-Claro, que pregunta tan tonta, ¿cierto?- dije sentándome junto a ella, en un extremo de la mesa.

-Y ¿Para qué te digo que no?- dijo encogiéndose de hombros –Oye, Harvey ¿Viste a Sandro ayer o el lunes?- preguntó en voz baja y acercando su cara a la mía

-¿Por qué?

-Un compañero de la oficina le dio ¡UNA!- dijo alzando el tono de su voz en la última palabra.

-¿Una qué?

-Que severa paliza, lo dejó para recogerlo con cuchara, le vieras la cara- “así que ¿Sandro inventó que había sido un compañero de oficina?” / “Ese gorila nos saca una cabeza de altura, yo tampoco hubiese confesado, sería humillante” / “Pues en cierta forma lo es, Sandro es más alto y más grueso en comparación” / “Yo digo que lo torturemos un rato, en público, por favor, si no es mucho pedir” / “Harvey, no le hagas caso, sé maduro, no lo provoques” / “Y si lo provocamos ¿Qué? ¿Qué es lo que va a hacer? ¿Dejarnos darle otra paliza? Porque si así fuese, va a quedarse sin amigos en su oficina de tantos que usará para cubrir su vergüenza”.

-¿De la oficina?- dije volviendo en mí.

-Eso dijo.

-Debía ser enorme- comenté descubriendo el plato con el desayuno servido.

-Gigante y ex convicto- dijo alzando la taza de café sobre su rostro.

-¿Eso dijo?

-No tiene que decirlo, Harvey, sólo tienes que ver como dejó su cara, estoy segura de que ese tipo tiene tatuajes por todo el cuerpo- dijo poniendo la taza de regreso a la mesa.

-Creo que estás exagerando.

-No lo has visto.

-No será para tanto- la conversación siguió por rato incluso después de desayunar seguí ahí sentado hablando con Alicia, no iría a la universidad ese día, iría a ver a Andrew, quería verlo, quería estar con él.

-Bueno, me voy, que llego tarde y después no puedo regresar temprano- dijo Alicia levantándose de la mesa.

-¿Regresar temprano?- pregunté

-Esos son los beneficios de que tu jefe bote la baba por ti- dijo encaminándose a la habitación -¿No vas a ir a la universidad?- preguntó desde la puerta.

-No, no estoy de ganas, tal vez mañana- comenté divertido.

-…tal vez mañana…- repitió ella para sí en lo que entraba a su habitación. Abandoné la planta y subí las escaleras, cepillé mis dientes, tomé mis cosas, le envié un mensaje a Xander para que no pasase por mí y me dispuse a salir.

-Buenos días- dijo una voz semidormida detrás de mí.

-Buenos días- comenté sin voltear y cerrando la puerta tras mi salida del lugar.

Caminé hasta la avenida y tomé un taxi hasta el edificio en donde Drew y Brett estaban hospedados.

Al llegar, me acerqué al mostrador, en donde se encontraba un joven.

-Buenos días.

-Bienvenido, ¿Necesita una habitación?

-No… yo vengo a ver a alguien.

-¿Número de habitación?

-305.

-¿Lo esperan?

-Es una sorpresa- dije sonriendo.

-Vale, adelante- dijo regresándome la sonrisa y extendiendo su palma hacia el ascensor. “¿No se suponía que llamaría a la habitación y arruinaría la sorpresa?, se supone que le pagan por ello” medité. Al salir del ascensor en el piso del apartamento de Drew, vinieron a mí todos los momentos vividos la noche que salí con él. Me posé frente a la puerta, tomé aire y toqué.

-¿Diga?- dijo Andrew abriendo la puerta en bóxers y con cara de tener poco tiempo fuera de cama, me encantaba ese español tan extraño de él - ¿Harvey? - preguntó sorprendido al verme, al tiempo que una sonrisa se dibujó en su rostro. Sin pensarlo dos veces, me lancé sobre él y lo besé con ansias, rodeando su cintura con mis brazos, Drew respondió al beso con el mismo deseo con el que yo lo besé a él, posando sus manos sobre mis brazos, permanecimos así por un rato hasta que él se separó por un momento.

-Pensé que no te vería hasta que estuviese en el aeropuerto- lanzó sonriente.

- Yo también- dije apoyando mi frente sobre la suya, me di cuenta que la marca que le había hecho no había desaparecido.

-Y ¿Qué pasó?

-Tuve una… ¿revelación?- dije dudoso.

-Eso es suficiente para mí- dijo dando fin al cruce de palabras pegando sus labios a los míos de nuevo, invadiendo mi boca con su lengua, iniciando una incesante lucha con la mía; podía sentirse en el interior de su boca, el extremo de la helada perforación en su labio inferior.

-¿Hasta donde llegaremos con esto?

-Eso depende… ¿Tenías algo planeado para las próximas cuatro horas?

-No tiene punto de comparación con esto, puedo hacerlo después.

-Y ¿Qué era?

-Empacar, ven- dijo tomándome de la mano y guiándome hasta la cocina, nos detuvimos frente a un gran mesón de mármol en medio de esta, giró hacia mí y saltó hacia atrás para sentarse sobre él, me sacó la camiseta y desabrochó mi pantalón, me atrapó entre sus piernas y me acercó al borde la mesa, buscando mi boca con la suya, posicioné mis manos en su cintura mientras él apoyaba las suyas en el borde de la mesa, sentía en él ese calor corporal que emana de alguien que acaba de despegarse de la cama, me hacía querer tenerlo más cerca por lo que moví mis manos de su cintura a su duro y firme culo y tiré de su humanidad hacia mí, dejándolo en el borde del mesón, rodeé su cintura con mis brazos, me aferré a él y sentía su verga presionarse contra mi ombligo, de inmediato, Drew comenzó a restregar su verga contra mi pecho, siendo separados por una fina capa de tela, las piernas de Drew subieron hasta mi cintura, yo empecé a trasladar mi boca por su mejilla hasta su cuello, en el que me dediqué a rehacer el chupetón que le había hecho la noche que estuvimos juntos, Drew dejó caer su cabeza hacia atrás dándome más espacio al tiempo que empezó a gemir tenuemente, sin dejar de restregarse contra mí.

Descendí lentamente por su pecho hasta llegar a su pezón, que mordí, lamí y succioné con ansias, su mano me apretaba hacia él para que no parara, acto que me motivaba a hacerlo con más fuerza y rapidez, el volumen de los gemidos de Drew se incrementaba notablemente; metí mis manos por la parte posterior de sus bóxers, acariciando sus nalgas, él se levantó ligeramente de la mesa apoyándose en el borde con la ayuda de sus manos, permitiendo meter mis manos más abajo, y habiéndolo hecho, Drew dejó caer su cuerpo otra vez sobre la mesa, presionando mis manos, la sensación de su peso sobre mis manos y sus calientes nalgas colándose ente mis dedos, me excitaba en gran manera, empezaba a sentir una molestia en los nudillos, debido al movimiento de vaivén de Drew, pero no hice mucho caso a ello; eché marcha hacia abajo, abriendo sus piernas, y a la altura de su ombligo, presioné su abdomen con mi cabeza con el propósito de que Drew se dejase caer sobre el mesón y así lo hizo, proporcionándome movilidad en mis manos nuevamente, movilidad que aproveché para quitarle el bóxer, descubriendo su miembro ya erecto, sin vacilaciones lo llevé hasta mi boca, hasta el fondo, traté de controlar mis arcadas mientras empezaba a moverme suavemente de arriba abajo, extrayendo todo el aire de mi boca para que esta se acoplara a las dimensiones de la verga de Drew, con la intención de sentirla con cada milímetro de mi boca.

En el momento que empecé a mamársela a Drew, este había empezado a gemir fuertemente mi nombre, flexionando sus piernas y apoyando sus pies en el borde del mesón; alcé un poco mis pies para tenerlos al alcance de mis manos y poner desatar los cordones de mis zapatos, los zafé con mis pies y luego sacudí mis piernas ligeramente para que mis jeans terminaran de caer, quedando sólo en bóxers y calcetines, llevé una de mis manos hasta los huevos de Drew, masajeándolos y con la otra acariciaba su ingle con la yema de mis dedos, trascurrían los minutos y los gemidos de Drew no cesaban, de repente, sentí que me tomó del cabello al tiempo que se incorporaba, me pegó a sus labios con violencia, sentí que nuestros dientes chocaron, lo que le produjo un gemido de dolor, mientras nos besábamos, lo masturbaba, pero él retiró mis manos en repetidas oportunidades, hasta que dejé de intentar.

Tomé iniciativa y sujeté sus muslos y los levanté haciéndolo caer nuevamente sobre el mesón; los levanté de tal forma que su culo quedó expuesto, color rosa, apretado y desprovisto de vello, empecé a lamerlo y a hundir mi lengua en esa zona cálida y húmeda, lo quería para mí; esas sensaciones y deseos que Drew despertaba en mí eran difíciles de describir, sin embargo, no eran únicas, también llegué a sentir eso por Dil, antes, cuando creí que entre él y yo podía haber algo, pero esa era una idea que dejé de alimentar y por consiguiente murió, había dejado de verlo como alguien con quien podía construir una relación, para empezar a verlo como ese amigo del que recibirías un beso si él tomase la iniciativa de hacerlo, como un “si me buscas, aquí voy a estar, pero si no, no voy a perseguirte”; esa era la decisión que había tomado por mi propio bien.

-Condón y lubricante- dijo Drew entre gemidos mientras se incorporaba nuevamente.

-En seguida- dije dándole un beso y dirigiéndome a su habitación, metí las manos en su buró, tomé el frasco y un condón y saliendo del cuarto, me di cuenta de que algo estaba fuera de sitio.

-¿Dónde está Brett?- pregunté mirando a todos lados.

-Cuando me desperté ya no estaba, no sé donde pueda estar- respondió Drew balanceando sus piernas en el aire sentado sobre el mesón.

-¿Eso no te preocupa?

-Harvey…- lanzó un poco harto del tema.

-Lo siento- dije aproximándome a él. Al llegar frente a Drew y saqué el condón del empaque.

-Espera- interrumpió Drew.

-¿Qué pasa?- pregunté alzando la mirada.

-Yo lo haré- dijo tomando el condón de mis manos –Manos atrás- me ordenó y así lo hice, me masturbó unos segundos para ponerme a tope nuevamente.

Tomó el condón por el borde, lo apoyó en mi glande y empezó a presionar por los costados, levanté mi mirada hacia su rostro y vi que tenía el ceño fruncido, como tratando de concentrarse, me di cuenta que su cuero cabelludo era color rosa, como su piel, se me escapó una sonrisa que lo hizo alzar la mirada hacia mí y sonreír sonrojándose.

-¿Qué?- preguntó bajando la mirada nuevamente.

-Nada- dije moviendo mis manos de detrás de mí hacia sus hombros mientras sentía su cabeza apoyándose en mi frente, alcanzó la botella de lubricante de la mesa y puso un poco en su mano hasta que sonó un resoplido proveniente de la botella vacía.

-No fuiste el primero… pero sí el último- dijo en voz baja sin dejar de mirar hacia abajo, embarró mi verga del lubricante masturbándome un par de veces.

-Listo- dijo haciéndose hacia atrás hasta que sus piernas estuvieron completamente sobre el mesón. Di un pequeño salto para subir con él, Drew flexionó sus piernas y me arrodillé frente a él, puse la punta de mi miembro en su entrada y lentamente presioné y faltando poco para que entrara toda di un pequeño empujón metiéndola de un golpe, sacándole un gemido acompañado de mi nombre, me sujetó del cuello con una mano, mientras empezaba a masturbarse con la otra, empecé un lento movimiento de pelvis hacia adentro y hacia fuera, veía a Drew desde arriba echar su cabeza hacia atrás y curvar su espalda hacia delante, provocando tensión en su cuello, su rosa y lampiño cuerpo brillaba gracias a una capa de sudor que lo cubría, jugaba con su perforación con su lengua, mordía sus labios y gemía tan fuerte como se puede gemir mientras muerdes tu labio inferior.

Me incliné hacia él llegando hasta su rostro, pegando nuestros húmedos ombligos, posición que el aprovechó para besarme, empecé a moverme más rápido, no podía sacarla mucho en la posición en la que nos encontrábamos pero en compensación, hacia el golpe más violento con mi pelvis al meterla completa nuevamente; el choque contra él nos provocaba gemidos en la boca del otro.

Nuevamente me alcé sobre él y tomé su verga en mis manos, no quería correrme sin que él lo hiciese primero, mientras lo penetraba lentamente lo pajeaba con velocidad prudente, Drew llevó sus manos hacia los costados de la mesa y se sostuvo de estos, involuntariamente sentía como su miembro se alzaba hacia mi mano cada que esta subía por el tronco, como deseando ser estimulado, suplicando ser complacido; pasados unos minutos Drew empezó a contraer su abdomen y a arrastrar gemidos, fue entonces que aumenté la velocidad de mi movimiento tanto en mi mano como en mi pelvis, hasta que Drew llegó al orgasmo, gimiendo entre gritos, el liquido saltaba hasta su pecho; cuando acabaron los trallazos, me hizo hacia él, yo dejé mi cuerpo caer sobre el suyo y sentí que sus piernas envolvían mi cintura, pegó sus labios a los míos y esa posición empecé a descargarme, respirando agitado y gimiendo.

-¿Dónde estuviste todo el mes?- preguntó susurrando en mi oído.

-En otra ciudad, a seis horas de aquí- respondí entre jadeos.

-Ven, vamos a la habitación- dijo acariciando mi espalda con la yema de sus dedos. Me incorporé, anudé el condón y lo deseché, iba a disponerme a vestirme.

-Solo ponte el bóxer- dijo observándome vestir, y habiéndolo hecho, me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación, donde nos acostamos y nos quedamos dormidos.

-Romeo- escuché decir mientras alguien pateaba ligeramente mi pie, abrí mis ojos y me encontré con Brett, arreglado y listo para ir al aeropuerto.

-¿Qué pasa?- pregunté tallando mis ojos.

-Ya es hora.

-¿Qué hora es?

-10:20, ponte algo de ropa, apúrate- dijo abandonando la habitación. Me incorporé y tomé mi ropa algo tonto por el sueño, y como pude me vestí, entré al baño a echarme algo de agua en la cara y caminé a la sala donde los encontré a ambos con sus respectivas maletas. Abandonamos la habitación y también el edificio, tomamos un taxi hacia el aeropuerto y una vez allá, se hicieron los respectivos papeleos y nos dispusimos a esperar el momento del despegue que no fue mucho lo que se esperó, habíamos llegado justos de tiempo.

-Oye- dije Drew girando hacia mí.

-¿Sí?

-Ya tengo la rutina de todas las semanas, cuando vuelva por ti para casarnos- dijo con una sonrisa.

-¿En serio?- dije cruzando mis brazos.

-Sí, escucha, de lunes a jueves después de despertar y antes de ir a dormir, tendremos sexo.

-¿Y el resto de la semana? - pregunté divertido.

-El viernes en la mañana, tendremos sexo también, pero en la noche, será precedido por un juego de roles.

-¿En el que coqueteamos como perfectos desconocidos?

-Exacto.

-¿Sábado?

-Te dejaré descansar en la mañana, pero en la noche, iremos a una fiesta o a un bar y nos embriagaremos, luego en casa tendremos sexo salvaje ebrios.

-¿Y el domingo?

-El domingo… ¡Tendremos trío u orgía con desconocidos!- dijo con una sonrisa y levantando sus cejas repetidas veces, iba a extrañarlo, sin duda iba a extrañarlo -¿Qué tal?

-Suena bien, aunque aún no te doy el “sí”- comenté divertido.

-“Aún”- repitió con superioridad, nos miramos a los ojos por un rato, el ambiente cambió a melancolía e impotencia.

- ¿Cuánto tardarás en volver?

-No lo sé, espero que no sea mucho.

-Será mejor que tomes esas clases de español- le lancé tratando de animarlo, pero su sonrisa tardó más en formarse que en permanecer.

-Vamos a abordar ya, Drew- dijo Brett levantando su maleta.

-Adiós, Harvey, te veré en unos meses- dijo alzando su equipaje.

-Vale- dije dando un paso hacia atrás – que tengan un buen viaje- Drew puso la maleta en el suelo nuevamente, se acercó a mí y sujetó mi mano mientras me daba un beso en pleno aeropuerto, fue un beso en el que nuestros labios estuvieron juntos por un momento, pero no hubo movimiento por ninguna de las partes, no de manera exagerada, sólo la suficiente para corresponder, no me importó que hubiese gente viendo, me iría de inmediato.

-Adiós, Harvey, te voy a extrañar- dijo sujetando su maleta nuevamente y dándome la espalda, camino al umbral para abordar.

Dilan

-¡DILAN!- escuché a alguien gritar detrás de mí, me volví a ver de quien se trataba y encontré a Simón corriendo hacia mí.

-¿Qué pasa?

-¿Ya te irás?

-¿Qué parece que estoy haciendo?- pregunté con una sonrisa.

-¿Con Sonia?

-Con Sonia- asentí.

-¿Es muy urgente?- preguntó mordiendo su labio inferior.

-Algo, sí- respondí apenado al rechazar su propuesta, cosa que jamás había sucedido.

-Entiendo… oye si ves a Harvey, mándale mis saludos, ¿vale?

-No, Simón, no lo haré- le lancé molesto.

-¿Por qué no?

-Porque nos conocemos desde hace un día ¿recuerdas? Además, vas a espantarlo, por eso- mentí.

-¿Tú crees?- preguntó dudoso.

-En definitiva.

-Y… ¿Sabes si está saliendo con alguien?- el responder esa pregunta desencadenaría una inevitable entrevista sobre él, cosa en la que no estaba dispuesto a participar.

-No, Simón, no lo sé, deberías ser tú quien se lo pregunte, de esa forma tendrían más que discutir antes de saltar a ya sabes… el sexo, en caso de que tengas suerte-  dije con una sonrisa altanera, para darle a entender que el tema me incomodaba y que me estaba retrasando.

-Vale, entonces… Adiós.

-Hasta mañana, Simón- dije dando pasos hacia atrás hasta que giré hacia la puerta de salida de la sede. Caminé colina abajo, había tomado una decisión, terminaría con Sonia, y la excusa que usaría sería que ya no sentía lo mismo y toda esa clase de cosas que se dicen las parejas para romper con alguien sin lastimar a la otra parte… no tanto al menos.

Al llegar decidí, en primera estancia buscar a Harvey y a los demás, para que me subieran un poco el ánimo y poder tener las fuerzas para enfrentarme a Sonia, caminé lento tratando de encontrarlo, no estaban en el muro hecho a manera de banca del edificio donde normalmente pudieran estar, aunque no tuve que esforzarme mucho.

-¡AGÁRRENLA, AGÁRRENLA!- se escuchó detrás de mí, me giré para saber de que se trataba y encontré a Wanda corriendo hacia mí con sus zapatos en su mano, sentí que sujetó mi cintura y se ocultó detrás de mí.

-Dilan, ¡Víctor me quiere golpear!- dijo hundiendo su cara en mi espalda, al tiempo que Víctor dejaba de correr frente a mí.

-Dilan, si no te molesta, voy a llevarme a Wanda.

-Sí me molesta, ¿vas a golpearla?

-Eso aún no lo decido.

-Entonces no puedes llevártela.

-Dilan, esa loca rayó mi cuaderno, ¡en las páginas donde había escrito!- lanzó Víctor tratando de sonar enojado… pero falló, una sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro.

-¿Por qué hiciste eso Wanda?- dije de espaldas a ella.

-No sé, me provocó- dijo entre risas.

-¿”Te provocó”?

-Sí.

-Entiendo… llévatela- dije guardando mis manos en mis bolsillos dándole a entender a Víctor que no me interpondría.

-¡No, Dilan! Víctor, te muerdo si te acercas- dijo Wanda sobre mi hombro.

-Con esa no me vas a ganar, Wanda- dijo Víctor caminando junto a mí, Wanda sujetó mi cintura con sus brazos cuando sentí un tirón hacia atrás que me hizo retroceder unos pasos, Víctor estaba tirando de ella para separarnos, di unos pasos hacia delante y sentí como Wanda se zafaba.

-Ven Dilan- dijo Víctor invitándome a un costado del edificio con Wanda pataleando en su hombro, como un costal. Caminé detrás de él donde habían más bancas que salían del muro, similares a las del otro edificio, pero en esta ocasión habían estudiantes de medicina exclusivamente, conversando, acostados o leyendo, los únicos disonantes en el lugar éramos Wanda y yo, llegamos hasta donde Alex que estaba hablando con alguien más de espalda a nosotros ¡y se trataba de Edward!, sabía que la primera vez que vi a Alex me había resultado familiar, aunque decidí pasarlo por alto pero teniéndolos uno frente al otro los relacioné de inmediato, Edward era una versión más baja y de rasgos más aniñados en comparación a Alex, no tenía esa mirada misteriosa y excitante del amigo de Harvey, pero en esencia, sí, se parecían.

-Dilan, hola- dijo Alex alzando la mirada, haciendo que Edward girara, su reacción fue diferente a la que esperé, juntó la cejas y sonrió extrañado de verme ahí.

-Hola.

-¿Cómo seguiste el lunes?

-Bien, gracias; veo que Harvey y tú siguen en crisis- aproveché para sacar el tema de Harvey en vista de que no estaba ahí.

-Harvey, no vino hoy- dijo Víctor detrás de mí.

-Me mandó un mensaje para decirme que no pasara por él- volvió a decir Alex.

-Sin mencionar que no atiende mis llamadas- dijo Víctor.

-Ni las mías- dijo Wanda.

-Tampoco responde mis mensajes- agregó Alex encogiéndose de hombros. No pude evitar preocuparme por él.

-Llámalo tú, Dilan- dijo Wanda –tal vez a ti sí te contesta.

-Si no atiende cuando son ustedes, ¿Por qué atendería tratándose de mí?- no quería arriesgarme a llamarlo, porque en caso de que Harvey atendiese, Edward iba a molestarse y debía rendirle explicaciones acerca de eso.

-Sólo inténtalo- dijo Alex. Tomé el teléfono de mi bolsillo y marqué su número, esperé un momento.

- Hola, en el momento no puedo atenderte, pero déjame tu mensaje y regresaré la llamada tan pronto pueda hacerlo… aunque si el mensaje se reprodujo completo, sé que se trata de ti Lila- al final de la grabación se escuchó el Beep del final de la cinta y cerré.

-¿Nada?- preguntó Edward con preocupación, tal vez fingida, tal vez sentida, no lo sé, negué con la cabeza.

-Intenta ora vez, empiezo a asustarme- dijo Wanda. La complací nuevamente, pero esa vez estaba un poco más relajado porque ya había sonado la cinta, Harvey seguramente no estaba cerca del teléfono.

- ¿Dil?- escuché del otro lado.

-¿Harvey?- al pronunciar su nombre todos me miraron expectantes.

-Hola.

-Harvey, ¿Dónde estás?

-En la playa- se oía sereno, adormecido.

-¿En la playa?- repetí en voz alta para que los demás escucharan -¿Está todo bien?

-Podría estar mejor- su respuesta me preocupó un poco.

-¿Eso qué significa, Harvey?

- Que no estoy mal, pero tampoco estoy tan bien como quisiera.

-¿Pasó algo?

-Déjame hablar con él- dijo Víctor extendiendo su mano. Le entregué mi teléfono y me senté entre él y Edward.

-¿Harvey?

-(…)

-Harvey ¿Por qué no contestas mis llamadas?

-(…)

-No, tú a mí no me has llamado, porque hubiese atendido.

-(…)

-Mi teléfono está aquí- dijo palpando sus bolsillos, por la mueca en su cara nos dimos cuenta que no era así, empezó a buscarlo en sus pantalones desesperado.

-(…)

-Sí, está en vibrador- alcanzó su mochila buscando el móvil con su mano, se detuvo en seco y puso cara de orgasmo, sacando el dispositivo –Tres llamadas perdidas y… un mensaje de voz- dijo apenado con una sonrisa.

-(…)

-Harvey, suenas raro, como si te hubieses despertado o como si hubieses llorado- me activé de golpe “sí, sonaba como si hubiese llorado, ¡eso era!”

-(…)

-¿Estabas durmiendo en la playa? ¿Tienes idea de lo peligroso que es?

-(…)

-Vale, lo hablaremos, mañana.

-(…)

-Y yo a ti.

-(…)

-Lo haré, adiós- dijo cerrando –Está bien, estaba en la playa, durmiendo, como acaban de escuchar, envió saludos.

-¿Fue a la playa toda la mañana? ¿Solo? ¿A dormir?- preguntó Edward incrédulo.

-No es lo más extraño que ha hecho, creo que esto es bastante softcore en comparación- dijo Alex mirando a la nada.

-¿Vienes a ver a tu novia, Dilan?- preguntó Wanda curiosa.

-Sí, sí vine a ver a Sonia, es más, ya me tengo que ir- dije haciendo un ademán con la mano en señal de despedida.

-¿Quieres que te esperemos?- preguntó Alex a mis espaldas.

-No hace falta- dije sin voltear. En lo que llegaba a la facultad de Sonia, no podía dejar de pensar en Harvey, estaba algo preocupado, no había escuchado de nadie que decidiera dejar de ir a clases un día para dormir en la playa, sin mencionar que su tono sugería que estaba algo afligido. Al llegar a la facultad encontré a Sonia sentada con un grupo de enfermeras, tan pronto me vio, corrió hacia mí y me dio fuerte abrazo, un nudo empezaba a formarse en mi garganta, rompería su inocente corazón, sin una excusa tan buena para convencerla de que era lo mejor.

Camilo

-Y ese tipo, ¿ha vuelto a hablar con ella después de la pelea?

-Ella me dice que no, que la evita.

-Cami, no sabría que decirte, no me había visto envuelta en algo así jamás, y en todo caso ¿tú conoces al imbécil?

-Lo suficiente como para saber que es ella la imbécil, no él.

-Un hombre que se deja hacer marcas de arañazos de otra tipa no es exactamente un santo, Camilo, ella debía ser consciente de con quien se estaba metiendo.

-Ella no es exactamente una santa tampoco, Alicia.

- Yo me quedaría con el segundo, digo, el imbécil iba a golpearla ¿no? Y él se metió a defenderla, no importa que hubiese perdido la pelea.

-Yo se lo dije, pero ella dice que el tipo que se metió a defenderla sólo la quiere para follar, además el imbécil sólo la sostuvo contra él, no creo que fuese a golpearla.

­- Ahí hay algo raro, porque si fuera sólo para follar, él no ahí viene mi jefe, ya te vuelvo a marcar- dijo cortando el teléfono. Me sentía verdaderamente mal, había estado padeciendo de espantosos dolores de cabeza los dos últimos días tras la pelea de Harvey y Sandro; el ambiente entre los tres era verdaderamente pesado, Sandro había dejado de perseguirme, es más el día de ayer no lo había visto en lo que estuve en la casa, aunque hubiese preferido que fuese Harvey a quien no hubiese visto en todo el día, había cambiado radicalmente conmigo, nuestra relación se limitaba al “buenos días” y al “buenas noches” al levantarse y al dormir respectivamente, empezaba a olvidar el color de sus ojos, ya no cruzábamos miradas, él había decidido ignorarme, como a una lámpara, como su compañero de cuarto desagradable a la vista, había llorado esas noches en silencio por permitir que las cosas alcanzaran ese punto, habían pasado sólo dos días pero sentía el peso de cada minuto sobre mí como si hubiese sido una eternidad, las palabras de Harvey se habían quedado en mi cabeza, la tensión en su cuello, el tono de su voz, la descarga de dolor en cada gesticulación “¡En quien más me esforcé por simpatizarle fue de quien recibí el peor trato!”, si hubiese sabido todo lo que me dijo antes de comportarme como un idiota con él, si me hubiese detenido a preguntar. En medio de mi meditación el teléfono volvió a sonar.

-¿Decías?

-Bueno, te decía que si él sólo la quisiera para follar, no se hubiese metido a defenderla.

-Yo creo que él se metió a defenderla porque era mucho más grande que su contraparte, pensó que tenía todo arreglado y le salió el tiro por la culata, él sólo quería pelea.

-¿Él sabía que la tipa y el imbécil tenían algo?

-Ella me dijo que tuvieron varios choques por el imbécil, ella ya no quería follar con él, porque el sexo así ya se había vuelto una mierda, o al menos eso me dijo.

­ -Que los deje a ambos, no le hace ningún bien pensar en eso, ya sabes, como la canción… there’s other fishes in the sea.

-Pero ella me dijo que no quería otro fish, Alicia, me dijo que quería al fish imbécil, ¡los consejos que me estás dando ya yo se los di a ella!

-Bueno, te diré algo pero no se lo puedes reproducir a ella, porque lo más probable es que se haga ilusiones y no queremos que eso pase.

­­ -Uh Huh.

-Obviamente, él quiere atención, y por eso la trata como la trata, porque piensa que está en absoluto control de la situación, lo más probable es que él sepa lo que ella siente, dile que le demuestre, aunque sea mentira, que puede sobrevivir sin él, que no es indispensable, para que se le quite lo de niño malcriado y entonces sí podrán hablar, ella tiene que mostrarse fuerte.

-¿Y cómo le digo eso?

-Ellos viven juntos, ¿cierto? Ve a buscarla e invítala a una fiesta, pero háblenlo primero, se tú la persona con la que ella le de celos a ese pendejo, que él vea que hay más haciendo fila para revolcarse con ella, que ella puede reponerse del golpe más rápido que él.

­ -¿Entonces la invito a salir?

-Ella tiene que saber el propósito de la cita, no vaya a tomarlo por otro lado y… caos, ¡ah! Además asegúrate que él este en la casa cuando vayas a buscarla, tienes que decirle todo eso a ella para que funcione, él tiene que darse cuenta que tú la estás cortejando, porque de otro modo no sirve, “ojos que no ven, corazón que no siente”.

-Vale, me gusta la idea, la llamaré, gracias Ali, te amo.

-Y yo a ti, Cami, hablamos cuando llegue- dijo entre risas cerrando el teléfono.

Y ahora que tenía la idea, necesitaba acoplarla a esta realidad.

Dilan

No pensé que podría ser tan dura la ruptura, me imaginé a Sonia con la cabeza gacha asintiendo a cada palabra que decía y luego cada uno tomando caminos separados en la sede; muy por el contrario, mis ojos no pudieron evitar humedecerse al verla derrumbarse de esa forma, verla tan frágil después de haberla imaginado como una mujer fuerte y desprendida, con la capacidad de desarrollar un vínculo fuerte con alguien o algo, pero que la pérdida de este no fuese a afectarla de esa forma, me desgarraba haberla visto llorar en la forma en la que lo hizo, ver que sufría por alguien que no merecía todo ese amor que ella llegó a sentir, me sentía el ser más asqueroso y despreciable en la tierra, pero no podía echarme para atrás, muy a pesar de todo, era lo mejor para ambos, para que así de esa forma pudiéramos encontrar alguien a quien amar adecuadamente, pero antes que amor, encontrar reciprocidad.

Abandoné el campus tan pronto terminé de hablar con Sonia, me sentía fatal por ella, caminaba con la cabeza gacha, para evitar saludar y entablar conversación con quien fuese que me encontrara, llegué a la parada y afortunadamente el autobús estaba a un semáforo de ahí; al subir, mi sistema se detuvo por una fracción de segundo, Harvey estaba en el autobús, mirando por la ventana, con los audífonos puestos, tarareaba una canción ensimismado, no me vio subir, el asiento junto a él estaba vacío, por lo que lo tomé antes de que alguien se me pudiera adelantar, al hacerlo, él no se percató de ello, así que decidí llamar su atención de otra forma, apoyando mi cabeza en su hombro, sentí su cabeza moverse y que apoyaba su mejilla en mi cabello con una profunda inhalación, vi como la mano que descansaba en su muslo se volvía hacia mí enseñándome la palma, invitándome a posar la mía sobre ella y así lo hice, sentí su mano apretando la mía y su mejilla frotando mi cabello, esas efímeras muestras de afecto de Harvey que podían prestarse para malas interpretaciones me confundían y hacían que el hecho de verlo como nada más que un amigo fuese cada vez más difícil, apreté su mano en la mía de la misma forma en la que él lo hacía, descargándome, tratando de mostrarle en ese apretón todo lo que él significaba para mí, como deseaba que él pudiese entenderlo sin que yo tuviese que hacérselo saber.

Sentí que levantó su cabeza de encima de la mía y su mano dejó de apretar, alcé mi cabeza para ver de qué se trataba pero ya era tarde, la mirada de Harvey ya se había perdido en el cristal de vehículo, se veía abrumado, sereno, somnoliento, había dejado de tatarear, parpadeaba lentamente, creí prudente no hablarle, sin mencionar que me pareció mejor contemplarlo, apoyarlo en silencio, amarlo desde la lejanía; volví en mí y recordé que no estábamos solos en el vehículo, así que retiré mi mano, lo que produjo que él guardara las suyas entre sus muslos, miré a todas partes, pero nadie nos había visto. El recorrido fue silencioso y no me molestó eso, tenerlo cerca me llenaba, no para saciarme, en la medida justa para hacer que mis complicaciones desapareciesen ante la más grande de mis crisis existenciales; él.

Al aproximarnos a mi destino, froté su muslo con mi mano para hacerle saber que ahí nuestros caminos se separaban, él volvió su mirada hacia mí y encontré la mirada de un niño desolado, afligido, algo lo atormentaba y para mí ya era muy tarde averiguarlo, miró sobre mi hombro, al vacío y luego volvió a mirarme a los ojos, mostrándome un tierna sonrisa, se la regresé y apreté su muslo una vez más para ponerme en pie, caminé a la salida, le pedí al conductor que detuviera el autobús y antes de bajar volví la mirada hacia él, pero él no miraba hacia acá, nuevamente se había perdido en el cristal de la ventana.

Con los pies en tierra y al sentir el autobús a mis espaldas, no pude evitar sentir como Harvey me había contagiado esa tristeza que lo embargaba, sentía en mí una desagradable sensación de vacío en mi pecho, como si hubiese un espacio que había estado ignorando no sé desde hace cuanto, empecé a sentirme solo, incomprendido y mareado, me las arreglé para llegar a casa y me lancé sobre la cama, pensando que tal vez dormir alejaría ese sofocante sentimiento.

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La próxima semana...

~ (...)Y ¿A qué debo el honor de tu visita?(...) ~ (...)Bueno, entonces, te invito a jugar tenis, ¿Qué dices?(...)

~ (...)Es obvio que no te has dado cuenta de la forma en que te mira(...)

~ (...)¿Qué pasó el miércoles? Cuando decidiste no ir a clases(...)

~ (...)¿Cuál es el número máximo de personas del que te has enamorado al mismo tiempo?(...)

~ (...)¿Por qué te importa tanto, Camilo? Si alguien me tratase como dices que te trata, lo hubiese mandado a la mierda hace tiempo ya(...)

~ (...)¡Pues esto no hubiese ocurrido de no ser por ti!(...)

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Décimo primer capítulo, no puedo dejar de pensar que no quedo como a mí me hubiese gustado, pero espero que a ustedes no les haya parecido tan... Cómo decirlo... ¿Plano? ¿Insípido? No lo sé, siento que algo le falta; de cualquier forma no dejen de comentar y valorarlo, es de suma importancia para mí saber lo que piensan, ^^ nos vemos en ocho días.