Xeripé, sargento del pelourinho
Cuando fuímos al Pelourinho conocí al Sargento Xeripé quien fue nuestro guardia privado del grupo de excursionistas. Además de tomarle fotogrfías vestido pude tomrle otras desnudo y al mismo tiempo disfrutar de su morena verga.
XERIPÈ, SARGENTO DEL PELOURINHO
En mis relatos anteriores ya conté lo sucedido en mi último viaje a Brasil, pero Salvador me tenía una sorpresa inesperada y realmente fue lo mejor que me sucedió en ese viaje por eso ahora voy a relatar como ocurrió.
De la manera más inesperada apareció Xeripé en mi vida y ese encuentro es lo que trataré de relatar hoy, dado que mis lectores y mis amigos están ansiosos por saber lo que aconteció en mi último viaje al Brasil.
De Recife fuimos a Salvador pero antes pasamos por Porto das Galinhas, pero como fueron unas horas las que estuvimos allí no sucedió nada interesante que narrar.
De madrugada llegamos a Salvador directamente a dormir en el hotel después de las agotadoras horas en la cual pernoctamos en el ómnibus por las carreteras de los estado de Sergipe, Alagoas, Pernambuco, Bahía, etc.
Después de almorzar nos llevaron a una visita al Pelourinho donde tuve la primer sorpresa, el guía iba a ser Raulinho aquel que me había conseguido a aquel negro con una pija enorme del cual no voy a hablar ahora porque ya lo hice en mi relato MI PRIMER VIAJE A BAHIA, éste estaba más pedante que de costumbre, por supuesto que más viejo y ni se acordó de mi.
Hicimos el característico tour de ciudad para terminar en el Pelourinho, donde nos extrañó que un Sargento nos seguía para todos lados.
Finalmente supimos que ese Sargento era puesto por las autoridades de turismo para cuidar a los visitantes de cualquier inconveniente en esa zona algo peligrosa para la gente que no era del lugar, aunque a nosotros no nos sucedió nada anormal, tal vez debido a la custodia del Sargento que acompañó a nuestro grupo.
No lo voy a describir porque afortunadamente tomé fotos de él y de varios pasajeros que quisieron retratarse con tan bello ejemplar de dientes blanquísimos los cuales siempre iluminaban su rostro con una sonrisa picaresca a flor de labios
Todo el recorrido por las empinadas callejuelas lo hice pensando en que placentero sería esta en la cama con él, pero ni idea tenía de sí iba a lograrlo o como iba a hacer para obtener sus favores.
El recorrido a pie lo hicimos sin inconvenientes acompañados por Xeripé que así dijo llamarse, el cual siempre ostentaba sus dientes perfectos sonriendo o bromeando por algún dicho que le hacían los pasajeros en mal portugués, ya que él ni una palabra de español comprendía le hablamos en una mezcla muy cómica de las dos lenguas.
Además de su sonrisa me impactó su altura y el cuerpo bien formado, sin rollos de ninguna especie aunque no podría decir su edad porque nadie se la preguntó o si alguien lo hizo no lo escuché, pero supongo que andaría por la treintena.
No me animaba a tomarle una fotografía como recuerdo porque él podía pensar que era una marica fotografiando milicos, pero por suerte en las excursiones siempre hay pasajeras noveleras y dispuestas para todo por eso le tomé una fotografía a pedido de esa bendita señora de la cual quedó la mano sobre el abdomen de Xeripé.
Después me anime y le tomé una fotografía a él solo, ya que era muy evidente y quedaba mal no me atreví a que me sacaran una fotografía abrazándolo como había hecho esa señora.
En esa pose tan a lo macho está para comérselo pero lamentablemente no pude hacerlo en ese momento, aunque mi deseo por él se acrecentaba con el correr de los minutos en los cuales hurgamos todo los rincones posibles de ese barrio histórico de Salvador.
En determinado momento cuando pasamos por la Iglesia donde se casaron Donha Flor y Vadinho, el Sargento Xeripé desapareció de nuestro lado, pero por suerte al rato pasamos por una comisaría y lo vimos salir de allí con un vaso de agua helada, el pobre se habría deshidratado con el calor que hacía por esas calles empedradas y empinadas.
Volvió a custodiarnos por todo el tramo final hasta que nos despedimos de él en el sitio donde se había unido a nuestro grupo para protegernos de los "peligros " del Pelourinho.
Yo había quedado muy caliente con él y realmente el único peligro que encontré en ese lugar esa su apariencia morena de la cual quería ver inmediatamente su herramienta para gozar con ella de cualquier forma.
Cuando los demás pasajeros terminaron de despedirse agradeciéndole su compañía, me retiré un poco del grupo y le dije muy bajo para que nadie más que él pudiese oír:
-Eu gostaria de tirar fotografías de você! Puedo quedarme para hacerlas?
Xeripé un poco extrañado por la forma tan sensual en que se lo planteé me contesto que tenía un par de horas libres antes de regresar a la comisaría.
Me despedí del grupo diciéndoles que me quedaría un par de horas más allí porque quería hacer distintas tomas de ese lugar tan famoso.
Mi hermano Leo me dijo al oído:
-No me vas a decir que te conquistaste a este negro para que te rompa el orto??
De igual forma le respondí que todavía no, pero que lo intentaría.
Cuando el ómnibus se hubo ido con los pasajeros, Xeripé me preguntó por que para tomarle unas fotografías me había quedado si se las podía haber tomado en poco segundos y luego irme con mis compañeros de viaje.
Ahí me jugué el todo por el todo diciéndole que me gustaría tomarle unas fotografías desnudo porque me imaginaba que tendría una buena ferramenta.
El sargento Xeripé quedó mudo y su eterna sonrisa desapareció de su cara por lo que tuve que actuar rápidamente para no despertar su ira y le dije:
-Puedo pagarte bien.
-Nâo!!!!! Fotos pelado nâo!!!!
Pero con un poco de conversación (aunque mi portugués no es muy bueno) lo pude convencer de que no le dolería que solamente le iba a tomar una fotografía de su "rola" y que después me iría del Pelourinho a menos que él quisiese mostrarme algún lugar que no le había mostrado al grupo de excursionistas.
Pensó un poco mi ofrecimiento y finalmente me dijo que quería 50 reales por una fotografía, pero que no me iba a permitir tomarle más de una fotografía de su "pau", pero no quería ninguna foto de su rostro mientras me mostraba su prieta herramienta.
Me pareció una enormidad esa suma por una sola fotografía, traté de convencerlo de eso y como me iba a ir sin hacer negocio transamos en 20 reales ya que era una sola fotografía la que me iba permitir tomar de su oculta anatomía.
Pero en la calle iba a ser imposible por eso Xeripé me llevó a una de las casas que había por ahí ya que estaba en reparaciones estaba semi-abandonada y allí dentro se sacó la casaca de su uniforme dejándome enloquecido por su pecho oscuro poblado con unos rizos encantadores pero no apunté la máquina porque me quedé extasiado contemplado el espectáculo.
Luego que se hubo quitado el pantalón lo contemplé unos instantes mientras él manoseaba su larga verga de color chocolate pero no puede aguantar por mucho más tiempo y disparé la cámara fotografiando su casi mustia "ferramenta", pero igualmente se puede apreciar en la fotografía la longitud de ésta.
La manoseó un poco hasta que logró una respetable erección pero no me permitió tomar otra fotografía porque yo le había pagado por una y aunque intenté pagarle por otra no me lo permitió.
Como pude le hice entender que me gustaba, que era muito bonita e que eu gostaría fazer uma mamada
Xeripé rió mucho mostrándome su nívea e envidiable dentadura para luego decirme que le daba pena que yo me fuese de allí sin el recuerdo del sabor de su pau en mi boca por eso me pidió los otros 30 reales que no quise pagarle por la fotografía para dejármela chupar hasta que su calda leite saliese dentro de mi boca o sobre mi cara.
Acepté inmediatamente ese ofrecimiento porque no me lo iba a perder por nada del mundo, si me había quedado en el Pelourinho solamente para poder disfrutar con Xeripé o de Xeripé.
Sentado como estaba sobre esa silla de mimbre donde le tomé la fotografía me abalancé sobre su verga y lamiéndola con toda la desesperación del mundo la reviví haciéndola levantar para que su extremo tocase lo más profundo de mi garganta.
Por sus gemidos se notaba que logré excitarlo porque me empujó la cabeza con sus manos haciéndome ahogar por lo profundo que llegó su verga pegándome con el glande quién sabe en que parte de mi profunda gola.
Me hizo toser y hasta lágrimas salieron de mis ojos por el tremendo impacto de ese ahogo que logró hacerme perder el deseo que tenía por disfrutar de una sección de sexo con ese Sargento del Pelourinho.
Después de un rato en que tosí hasta hartarme y la garganta me dolía bastante porque la obligué a efectuar el trabajo de una víbora para tragarme todo ese tremendo trozo de carne pude ver la cara de asombro que tenía mi Sargento asustado por el espectáculo que estaba dando.
Cuando pude hablar le pedí un poco de agua para aliviar la molestia y como allí no teníamos se vistió y al rato volvió con una botella del vital liquido que me calmó un poco a los pocos minutos de haberlo ingerido.
Le dije a Xeripé que quería llevarme el recuerdo de su verga abriéndome las entrañas por eso le pedí que se desvistiese nuevamente, porque quería cabalgarlo y en esa trepada extraerle hasta al última gota de la leche que no pudo fluir desde sus testículos por causa del tan espantoso accidente.
Él había quedado caliente porque su descarga seminal no se había producido, no muy convencido de que lograse meterme su arma igualmente lo intentó nuevamente complaciéndome se desvistió otra vez y sentándose en la silla me ofreció su alicaída verga para que la pusiese en condiciones de ataque.
Lamí su glande solamente porque no me atreví a bajar más hacia su raíz porque ya conocía las consecuencias y me dediqué a introducir mi lengua por su uretra arrancándole ayes de placer cada vez que la sin hueso recorría su frenillo.
A los pocos minutos de lamidas y succiones su pija recobró la consistencia perdida, latiendo dentro de mi boca con tanto ímpetu que me obligó a detener el agasajo por temor a producirle una eyaculación apresurada antes de que la fiesta llegase a su punto más álgido arruinándome el placer de sentirla dentro de mí.
La abandoné por unos instantes en los cuales saqué de mi cartera una camisinha y la cubrí con ella pero como no había llevado lubricante escupí bastante su rola forrada para que no me lastimase cuando intentara sentarme sobre ella.
Mientras Xeripé sostenía su verga me acomodé de frente a él y me calcé la enfundada en la puerta de mi ano pero cuando bajé un poco más éste se negó abrirse para dar entrada a su visitante.
Tuve que salir de ese sitio para ponerme a horcajadas sobre la silla para que Xeripé escupiese sus dedos e introduciéndolos en mi apretado esfínter lo pudiese distender hasta que diese paso a su reata.
Una vez lograda la dilatación suficiente apoyó su glande sobre él y se dispuso a empujar para que entrase lo que suponíamos que sería un deleite para ambos.
Costó un poco pero después que la cabezota hubo pasado con lo demás no hubo problemas y allí sobre la silla comenzó un violento mete y saca mientras mi mano a todo lo que daba jugaba con mi verga haciéndome gozar por delante y por detrás al unísono sentía cosquilleos en mi ano y en mi verga.
Le dije a Xeripé que cesase con las embestidas violentas porque estaba gozando demasiado y no quería acabar todavía porque quería tenerla mucho más rato dentro de mí.
Abandonó mi culo y se quedó de pie al lado mío con la verga en la mano totalmente congestionada por el esfuerzo con el condón casi roto por eso lo hice sentar en la silla donde había estado gozando de sus embestidas para colocarle otro condón en esa verga terriblemente caliente la cual estaba ansiosa por escupir su lechita blanquecina y ardiente.
Lo hice sentar en la silla para luego acomodarme de frente a él, así fui bajando hasta que nuevamente tuve todo su pedazo de carne dentro de mi ano y cuando toda su verga estuvo enterrada comencé a cabalgarlo, besándole el cuello con cada movimiento.
Salté tanto sobre esa encantadora verga mientras Xeripé empujaba hacia arriba para gozar más intensamente clavándome hasta la raíz, que la desvencijada silla no resistió tanto movimiento quebrándose una pata como consecuencia del furioso terremoto que sucedía sobre ella haciéndonos caer al suelo.
En esa caída me clavé hasta la última micra de la verga de Xeripé, desgarrándome el esfínter a la vez que sentía como las contracciones de su glande provocaban una eyaculación tan increíblemente abundante que si no la hubiese sentido entre los dolores de mi recto lastimado no hubiese creído posible que un cristiano pudiese expulsar tanta leche de una sola vez.
Xeripé se asustó al oír mis gritos acompañados de quejidos, creyendo que yo gozaba de esa manera me agarró la verga y tironeando de ella logró sacarme la leche que estaba por salir cuando nos caímos.
Luego de todo ese infausto pero placentero acontecimiento él se dio cuenta que mi culo sangraba porque al sacármela vio las gotas rojas que habían quedado sobre el piso de esa vivienda en reparación.
Me ayudó a lavarme con agua fría que sacó de una canilla que había en el patio, luego nos vestimos y cuando me hube calmado pero con el incipiente ardor en esa parte dañada salimos de allí.
Era una tarde espléndida de sol y a pesar del ardor que me molestaba en mi salida posterior yo comencé a sentir hambre ya que desde el desayuno que no probaba bocado, si es que puede decirse eso ya que me había tragado un tremendo pedazo de carne oscura la cual había lastimado mi recto, pero la culpa fue de la caída tan violenta porque antes de eso estábamos disfrutando a lo grande.
Xeripé pensaba acompañarme a la parada del ómnibus por eso me indicó que lo siguiese pero ante mi pregunta de donde había un lugar para comer algo me dijo:
-No te duele tanto el bumbun si pensás en comer!
Al responderle que me ardía un poco pero que igualmente tenía ganas de comer algo, me dijo que me iba a llevar a lo de Donha Miracema que era le mejor cocinera de acarajé de toda Bahía.
Efectivamente esa negra enorme me hizo degustar un sabroso platillo de camarones con aceite de dendé que me hizo olvidar por un momento el ardor que sentía en mi ano.
Pero mientras comíamos tuve unos espasmos y contracciones muy incómodas, las cuales Xeripé percibió mientras tragaba su ración de acarajé viendo como me ponía muy pálido y transpiraba abundantemente.
Donha Miracema se dio cuenta de que algo sucedía y vino a preguntar si me había caído mal su comida.
Mi acompañante le dijo que me había caído de uma cadeira que se había roto y me había clavado una astilla en el bumbun y que estaba maluco porque me ardía mucho.
Donha Miracema muy atenta me hizo pasar a una piecita que tenía en el fondo de su local donde me revisó la parte lastimada sin hacer caso de mis protestas por la vergonzosa situación en la que me hallaba, después de mirar la herida me aplicó unos ungüentos cubriéndolos con unas hojas muy refrescantes.
No creo haberla engañado porque la vieja tiene que haberse dado cuenta de que ese desgarro no fue producido por una astilla, pero sin comentar nada me dio un pote de ese ungüento y un sobre de esas hojas para que me aplicase hasta que sanase mi herida.
Le pagué por el almuerzo y por su atención médica, luego nos despedimos de ella.
Xeripé me acompañó hasta que me dejó en el ómnibus que me llevaría a mi hotel, ni me dijo que volviese tal vez porque quedó muy impresionado por la violenta caída o porque no le gustó lo que hicimos.
Dormí buena parte de la tarde con el culo hacia arriba para que se refrescase y gracias al ungüento de Donha Miracema se me fue pasando la molestia.
Me quedó el recuerdo de como sentí la verga de Xeripé y tres fotos de él que son las que comparto con ustedes.
De allí partimos hacia Cabo Frío pero en ese lugar no me sucedió nada, por suerte porque mi culo no quería más guerra por unos cuantos días.
OMAR
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