Xenia, Laura y Fredy el cubano (parte 2)
Continuación de la historia contando ahora la historia de Laura.
2- Laura
Faltaban 6 días para que Laura cumpliese 34 años y estaba pensando en ello. Llevaba 17 saliendo con Mario, desde su más tierna adolescencia, a los 16 empezó su relación cuando todavía eran casi niños, más de la mitad de su vida juntos. Le daba vértigo pensarlo y más aún pensar en el futuro, no estaba tan lejos de los 25 años de relación, lo que equivaldría a unas bodas de plata, algo que a ella le sonaba a viejo, pero ni siquiera se habían casado. Su relación se había estancado en todos los sentidos. Mario no terminaba de madurar, su actitud era la misma que a los 18, pasaba horas jugando a la playstation, no se perdía una juerga los fines de semana y su afición por el fútbol empezaba a ser enfermiza. Además su dejadez le había llevado a una temprana decadencia física. Tenía también 34 años pero aparentaba 40. Había perdido mucho pelo y el pequeño michelín que siempre tuvo se había convertido en todo una barriga cervecera. Estaba en paro desde hacía más de de un año pero no se preocupaba de salir a buscar empleo, ya saldrá algo, decía.
Laura en cambio había madurado hacía tiempo. Atrás había dejado los años locos de juventud, era toda una mujer pero hacía tiempo que había perdido la esperanza de formar una familia con Mario, quería dejarlo pero no podía, lo tenía mucho cariño, era la mitad de su vida, literalmente. Pero además de madurar, el tiempo había tratado muy bien a Laura que cada día estaba más exuberante. Sin ser una belleza clásica su cara despertaba un morbo incontrolable en los hombres. Ojos marrones, piel morena, nariz afilada y unos labios ardientes que hacían volar la imaginación de cuantos se cruzaban con ella. Su pelo era muy bonito, castaño, largo y liso le caía por mitad de la espalda. Pero era su cuerpo lo que la hacía una diosa. Un cuerpo perfecto que dedicó al atletismo hasta que su desarrollo físico hizo imposible que siguiese practicando ese deporte. A los 15 años florecieron en ella unas curvas impresionantes que había conservado a base de gimnasio y todo tipo de deportes hasta ahora. Sus piernas largas, tersas y siempre bronceadas la elevaban hasta su 1,70 de altura. Su carnoso culo nunca conoció la celulitis y en su cintura, a pesar de los años, jamás hubo el menor rastro de grasa, con un vientre plano y duro. Pero eran sus inmensos pechos los que terminaban de volver loco a cuanto hombre se cruzaba con ella. Unos pechos que se empeñaban a desafiar la ley de la gravedad y que despertaban tantas pasiones como envidias. Circulaban malintencionados rumores por su pequeño pueblo norteño sobre una operación quirúrgica. Pero no, todo era tan natural como asombroso en su perfecto cuerpo.
Ese cuerpo que ansiaba, demandaba, necesitaba con urgencia sexo. De todos los defectos de Mario, que eran muchos, el que menos toleraba Laura era su vagancia en la cama. Había sido su único novio y hubo un tiempo en el que las cosas fueron bien, era un amante atento que la complacía. Pero ese hombre ya no existía. Ahora era un gordo que pasaba horas y horas tumbado en el sofá, comiendo patatas fritas y bebiendo cerveza, perdido en alguna aventura virtual.
Laura estaba en la plenitud de su vida, en su madurez sexual pero se sentía frustrada. No quería engañar a Mario pero ya no había un solo día en que no terminase fantaseando con ser montada por cualquier desconocido. Las pocas veces que salía por la noche con sus amigas en cumpleaños o fiestas tenía que controlarse cuando los buitres la acechaban, cualquier tipo la parecía apto para echar una canita al aire, pero no podía ser, no podía hacerle eso a Mario, al menos no podía exponerse a que él se enterase si algo sucedía. Llevaba tiempo considerando la posibilidad de ser infiel, pretendientes no le faltaban, en su trabajo como vendedora de seguros en una pequeña oficina local no había semana que alguien no se la insinuara y es que ni la vestimenta más moderada podía disimular sus vertiginosas curvas. Pero si hacía algo así no podía ser allí, en su pueblo, no. Eso terminaría sabiéndose, en aquel dichoso pueblo nada permanecía en secreto. Ella había querido marcharse a la capital años atrás pero Mario, anclado en su cómoda vida, desechó la propuesta sin siquiera considerarla.
Una idea rondaba su cabeza desde hacía algunas semanas. Algo que había oído la última vez que salió con sus amigas. Un rumor que corría sobre un local, en una ciudad cercana, a poco más de una hora de su pueblo, donde los viernes por la noche se ofrecía la compañía de unos negros cubanos a cambio de una módica cantidad de dinero. Al principio solo fue una fantasía más a la que no dio mayor importancia, pero poco a poco empezó a considerar la posibilidad. Cada día que pasaba la idea le parecía mejor, era incluso perfecta, una noche, lejos, donde nadie la conocía y con un negro, algo que siempre había soñado y nunca confesado, estar con un negro de tranca enorme que la llenase. Solo necesitaba alguien que le ayudase a dar el paso. Y ese alguien llegó en forma de su mejor amiga, Noelia, recién divorciada y ansiosa de emociones y sexo desenfrenado. Noelia conocía la situación de Laura y no iba a juzgarla, más cuando ella había pasado por lo mismo, casi todos los hombres del pueblo eran iguales, hechos con molde, solo que ella si se había atrevido a dar el paso y dejar a su pareja de toda la vida, lo que le costó no pocas críticas en aquel pueblucho.
Así, una tarde de julio, tomando un café en una terraza surgió la conversación con su amiga Noelia.
-
No aguanto más a Mario, Noe, me tiene aburrida, no quiere hacer nada, no busca trabajo, se está poniendo como una foca y hasta está empezando a no ducharse.
-
Bueno chica, yo no te lo vuelvo a repetir, todavía eres joven, todavía. Pero si sigues dejando pasar los años
-
Pero es que ya sabes que yo a Mario lo quiero un montón, es solo su actitud y..
-
¿Y qué mas?
-
Bueno, te lo digo en confianza, pero que no salga de aquí. Que no follamos, ya ni me acuerdo de la última vez.
-
¿Qué me dices?, mira que yo con Sergio estuve mal, pero si había algo que no nos faltaba era sexo todas las semanas.
-
Pues yo estoy a dos velas y no por no intentarlo pero es que se ha vuelto un vago. Y lo peor es que estoy salida, te juro que todos los tíos me empiezan a parecer apetecibles.
-
Uy niña, y con la de pretendientes que tienes, yo no me lo pensaba, si en casa no te dan lo que necesitas habrá que buscarlo fuera. Ya sabes que Carlos siempre ha estado loco por ti.
-
Si, y algún otro, pero en el pueblo no puede ser, ya sabes que aquí se entera todo el mundo de todo.
-
Si, es verdad, podemos irnos fuera, un fin de semana solo de chicas, reunimos a la pandilla y arreglado.
-
No, si vamos todas al final se termina enterando todo el mundo igual, solo me fío de ti.
-
Ya está, te vienes conmigo y mis amigas del trabajo dentro de dos semanas. Estamos planeando una escapada aunque no sabemos muy bien donde. Por ellas no te preocupes, son casadas las tres pero están tan salidas como tú y no van a decir nada. Además ninguna es del pueblo.
-
Bien, me gusta, nos vamos fuera y con discreción.
-
¿Tienes alguna idea de donde podría ser?
-
En realidad si. Llevo pensando tiempo en lo que comentó Sandra de aquel local donde, ya sabes, donde se organizan citas pagadas con cubanos. Está relativamente cerca y nadie tiene porque enterarse. Vamos sobre seguro.
-
Jajajajaja
-
¿De qué te ríes?
-
No te creerás que yo estaba pensando en eso también. Un buen negro es lo que necesitamos.
-
Jajaja, pero que zorrón estás hecha, Noe.
-
Fue ha hablar aquí, que yo soy soltera.
Laura no conseguía dormirse esa noche, estaba excitada, ansiosa, nerviosa pero tenía un molesto sentimiento de culpa. Había programado como ponerle los cuernos a su novio de toda la vida, en complicidad con su mejor amiga. Así que intentó eliminar ese sentimiento complaciendo a Mario que estaba ofuscado por alguna razón, quien sabe si un partido de fútbol o alguna pantalla que se le resistía en algún juego.
Suavemente deslizó su mano hasta la entrepierna de Mario, que dormía desnudo por el sofocante calor. Entre una inmensa mata de pelo emergía su polla. La agarró y comenzó a masturbarlo mientras le hablaba.
-
¿Te apetece?
-
Estoy cansado y hace mucho calor.
-
Bueno, tú déjate llevar.
-
Vale, pero no me hagas sudar.
Seguía frotando la polla de su novio con una mano mientras con la otra trataba de calentarse ella sobando su clítoris. Últimamente le costaba mucho excitarse con Mario. Su pene, que tenía un tamaño normal, iba creciendo tímidamente pero no llegaba a la erección.
-
¿Qué te pasa, cari? ¿Ya no te pongo?
-
Ya te he dicho que estoy cansado, y con este calor.
-
Vamos, haz un esfuerzo.
-
Bueno, ya sabes como me pongo bien duro.
Laura captó el mensaje, se quitó el diminuto top con el que dormía y que apenas podía contener su enormes pechos y se deslizó bajo las sábanas buscando con su boca la fofa polla que emergía entre aquel bosque de pelos negros. Odiaba chuparle la polla a Mario, no porque no le gustase el sexo oral, sino por aquella mata de vello púbico que siempre hacía que terminase con algún pelo en la garganta. Muchas veces le había pedido que se afeitase por allí pero Mario se negaba diciendo que eso era de maricones. Para colmo, el calor y la reciente falta de higiene de su novio, hacía que aquello apestase, no se quería imaginar como iba a saberle. Haciendo un gran esfuerzo se metió toda la polla de Mario en la boca y comenzó a mamar. Pronto aquel rabo comenzó a crecer y se le hizo más complicado meterla completa en su boca, pero seguía poniendo empeño. No es que se sintiese orgullosa de ello pero tenía una gran habilidad para chupar pollas, cuando se lo proponía, Mario no aguantaba ni un minuto sin correrse, pero esta vez quería que durase más así que bajó el ritmo. Siguió chupando cada centímetro de nabo como una auténtica profesional dejando de lado el mal olor y el repugnante sabor. Había notado cierto regusto a semen al principio, lo cual no le extraño ya que más de una vez había pillado a su novio masturbándose en casa, bueno, ella también lo hacía.
Siguió mamando mientras Mario empezaba a dar pequeños bufidos. Sintiendo que la eyaculación estaba cercana paró y se acomodó para la segunda parte de la función. En un momento metió la ya erecta polla entre sus pechos. Aquello volvía loco a Mario tiempo atrás por lo que lo hizo con cuidado, no pretendía hacer que se corriera sin antes haberlo cabalgado un rato. Sus inmensos pechos hacían desaparecer por momentos la polla de Mario que atrapada entre esas dos montañas parecía diminuta. Comenzó rápidamente un sube y baja favorecido por la lubricación que el sudor de Laura le daba a sus pechos y de repente, cuando más excitada se sentía Laura, Mario dio un tímido grito y notó una salpicadura en su barbilla. Soltó la presa que tenía entre sus pechos y noto un segundo chorro, esta vez en su teta derecha. Mario seguía gimiendo y las descargas cayendo en sus enormes senos. Después de 15 segundos de eyaculación Mario dejó de gemir. Aquello había terminado.
-
Ufff, nena, ha estado genial.
-
Si, para ti.
-
Tu también lo has disfrutado, que se que te encanta chupármela.
-
Si, es la ostia, no te jode.
-
Bueno, bueno, otro día te tocará disfrutar a ti.
No le contestó, se levantó y se fue al baño pensando en aquella última frase de Mario. Si, a ella la iba a tocar disfrutar otro día, concretamente dentro de dos semanas, pero no con él. Ya en el baño se miró al espejo. Se observó detenidamente. Parecía una actriz porno, con toda la leche deslizándose por su cuerpo y un chorretón colgándole de la barbilla. Sus inmensos pechos que se resistían a caerse, su vientre plano y, girándose, pudo observar sus imponentes nalgas. No quería ser arrogante, pero estaba buenísima. Se dio una ducha, para limpiarse y refrescarse y ver si así lograba pegar ojo. Cuando terminó y regresó al cuarto vio a Mario durmiendo espatarrado en la cama, con su fofa polla colgando entre el bosque de pelos, su barriga cervecera y su ya casi calva cabeza hundida en la almohada. Se estaba fijando que bajo la barba que se había dejado recientemente emergía una buena papada. El espectáculo era dantesco. Ella no se merecía eso, necesitaba algo más y de momento iba a saciar sus ansias con un buen cubano. La culpa desapareció de momento y pudo dormir.
Las siguientes semanas pasaron volando para Laura, a la espera del primer viernes de agosto, fecha fijada para su excursión. Noelia lo había organizado todo. Saldrían el viernes después de comer y pasarían la tarde alegrándose un poco antes de ir al local de nombre Fredy el cubano. Después pasarían la noche o lo que quedase de ella en una pensión ya reservada y el sábado por la mañana de vuelta para casa.
No tuvo problemas Laura para decirle a Mario que se iba de fiesta. Lejos de molestarse o preguntar solo añadió un pásalo bien. El veía esa ausencia como una oportunidad para invitar a sus amigotes a una noche cervezas, porros y playstation.
Así llegó el día de la fiesta. Laura se sentía extraña, había estado segura de lo que iba a hacer hasta que se subió en el coche. Entonces le empezó a remorder algo por dentro. Comenzó a preguntarse si sería capaz, si estaba bien, tuvo ganas de echarse atrás pero el coche arrancó. Ya de camino fue conociendo a sus compañeras de función. Noelia era su mejor amiga desde la infancia. Era bonita pero estaba un poco pasada de peso. Tenía la misma edad de Laura y llevaba 6 meses separada, durante los cuales no había perdido el tiempo, con múltiples amantes de una noche, nada serio. Entre las otras destacaba Angie. Ella era la líder del grupo. 40 años, casada y con un hijo de 11. Nada de eso parecía importarla. No era guapa pero tenía un buen cuerpo para su edad y muchas ganas de usarlo. Marta Tenía 38 años y se la veía tímida, un poco fuera de lugar. Muy delgada y pálida, estaba casada desde hacía 2 años. A Laura no la encajaba allí pero quien sabía. Por último estaba Bea, un torbellino de 42 años, casada y con dos hijos, de constitución fuerte y grandes pechos, casi como los de Laura.
Esa era la expedición que había puesto rumbo a Fredy el cubano.
El malestar de Laura duró apenas media hora. El ambiente era jovial, con continuas referencias a pollas negras, cubanos, tríos y todo tipo de guarradas, mientras iban bebiendo cervezas. Aquello parecía más una despedida de soltera que otra cosa. Llegaron al pueblo a eso de las 4:30 de la tarde, se registraron en la pensión asignándose las habitaciones individuales y salieron a comerse el mundo. Hasta las 8 estuvieron bebiendo de bar en bar, montando el espectáculo en cada local. La vergüenza pronto desapareció y cualquier sentimiento de culpa se evaporó con el alcohol. No habían sido pocos los chicos que las habían piropeado durante la tarde, sobre todo a Laura, y es que estaba para piropearla. Para la ocasión había elegido unas botas bajas de color negro a juego con un vestido del mismo color muy ajustado que realzaba sus curvas y que apenas podía contener sus desbordantes pechos dejando ver un suculento escote del que era difícil separar la vista.
A eso de las 7:30, cuando ya andaban todas medio borrachas Angie tomó las riendas.
-
Bueno, golfillas, ya va siendo hora de ir a ver a esos cubanos ¿no?
-
Siiiiiii
Gritando por la calle como quinceañeras, sin ningún tipo de vergüenza pusieron rumbo al local, siguiendo las indicaciones de algún viandante al que asaltaron. Llegaron a la puerta a las 8 de la tarde y fue Laura la primera en entrar. Visiblemente mareada pudo observar el interior de aquel modesto bar, una pequeña pista de baile con una barra al fondo y unas escaleras que daban acceso a la planta de arriba donde había un balconcillo y 3 puertas, dos de aseos y otra que ponía privado.
Apoyados en la barra había 5 negros de distintas constituciones y edades tomando una copa, más alejado y sentado en una silla había otro negro, rellenito y sudando la gota gorda, y al otro lado de la barra un simpático viejito mulato, sirviendo. Entre todos ellos destacaba uno, el más alto y estilizado que fue quien sin perder un segundo se acercó al grupo.
-
Hola preciosas. Bienvenidas a mi humilde local. Yo soy Fredy, profesor de baile y anfitrión. En la barra están mis compadres que os acompañarán toda la noche si queréis.
-
Profesor de baile y algo más ¿no? Jajaja gritó Bea mientras las demás estallaban en carcajadas.
-
Bueno, profesor de baile y de lo que queráis jajaja. Chicos, acercaos.
Los otros 4 negros se acercaron y se hicieron las presentaciones. Todos eran bastantes atractivos pero ninguno como Fredy. Después de eso el camarero, Wesner, sirvió mojitos para todo el mundo y comenzaron a bailar y a formarse parejas. Laura se sentía mareada, como en otro mundo, pero pronto Fredy se puso con ella y comenzó a bailar sensualmente. Ella, no segura del todo aún, fue despejando sus dudas al ritmo de aquel negro y de los mojitos que corrían sin control. La cosa se fue desmadrando y sus compañeras no perdían el tiempo. Fredy se frotaba con ella mientras la susurraba cosas al oído.
-
Princesa, esta noche vas a probar un macho de verdad.
-
A eso he venido.
-
Vas a saber lo que es el amor cubano.
-
Eso espero, guapo.
Laura estaba cada vez más excitada, sabía a lo que había ido y aquel negro, alto, atlético y guapo era lo que estaba buscando. El bailaba cada vez más pegado, rozando su paquete contra el culo de la suculenta Laura que se iba calentando. En esas estaban cuando se percató de que una chica, a la que no había visto hasta ese momento, bailaba con el otro negro, el gordito sudado, en el otro lado de la pista. Era guapa, no, preciosa, rubia y con un cuerpazo. No les quitaba el ojo de encima. Fredy también la miraba y en un momento se despegó y fue a hablar con ella. Fueron un par de minutos y regresó más excitado y pegajoso todavía, sobando por todas partes a Laura, que a esas alturas ya había perdido el control y se dejaba hacer. Noe por su parte ya se estaba besando con uno de los negros y Angie salió del local con otro, seguida por la tímida Marta que ya había perdido toda su timidez. Quedaba Bea que estaba en la barra pagando mientras por detrás su pareja cubana la metía mano descaradamente entre risas.
Fredy agarraba a Laura por la cintura desde atrás mientras alternaba besos en su cuello con sucios comentarios.
-
¿Ya tienes ganas de probar la polla negra?
-
Oh, siiiiii, Fredy
Laura estaba fuera de si, quería ser tomada salvajemente por aquel negro. Fredy no se aguantó más y la agarró sus inmensos pechos mientras ella veía como por las escaleras el negro regordete se llevaba a la rubia hacia arriba. Si que debía ser bueno follando aquel sudoroso cubano para haberse conseguido una mujer así, ella sabía apreciar la belleza femenina y las continuas miradas de aquella chica la habían excitado aún más. Siguieron frotándose un rato al ritmo de la música hasta que Fredy la invitó a seguirle por las escaleras. Solo había un cuarto arriba y ya había una pareja. Tal vez aquellos cubanos pensaban hacer algún tipo de orgía con ellas. A Laura ya le daba igual, solo quería sexo, salvaje y distinto, e incluso le excitaba la idea de follar con aquellos negros y esa preciosidad rubia. Sin duda la despampanante Laura estaba fuera de si.
Ya arriba Fredy abrió la puerta del cuarto privado y pasaron no sin antes oír la voz del otro negro proveniente del aseo de hombres que estaba justo al lado.
-
Chúpame los huevos, cerda
Fredy sonrió al oír aquello. El cuarto privado estaba muy bien decorado, tenía un sofá de cuero, el suelo enmoquetado, una pequeña mesita y una televisión de plasma enorme, al menos 50 pulgadas. Al fondo había una puerta abierta que daba acceso a un pequeño baño con una ducha, una baza y un lavamanos.
Laura pasó y se sentó en el sofá. Una vez allí se dio cuenta de que estaba empapada, de sudor por el fuerte calor y de flujos en su coño por el continuo roce con aquel negro. No pretendía conocer a aquel tipo, no quería hablar, solo quería que la follase y la dejase satisfecha, así que cuando Fredy se sentó a su lado se abalanzó sobre el y comenzó a besarlo. Él, sorprendido, no tardó en reaccionar y directamente metió su mano bajo el vestido de Laura. Estaba súper mojada, tanto que hasta la dio vergüenza. Sin perder tiempo los enormes dedos de Fredy empezaron a palparla y excitarla aún más mientras ella metía su lengua en la boca del negro que sabía como besar. Pronto 2 dedos de Fredy se introdujeron en el ya encharcado coño de Laura y comenzó un mete y saca que terminó de volverla loca. Sin más se separó un poco del negro y buscó su entrepierna. Por encima del pantalón comenzó a sobar lo que se anunciaba como una gran polla.
-
Estás muy necesitada de rabo
-
No lo sabes bien
-
Tranquila, que hoy te vas a ir saciada.
-
Siiiiii.
Fredy se levantó y se bajó el pantalón dejando a la vista una monstruosa empalmada bajo el bóxer negro que llevaba puesto. Laura ardía en deseos de agarrar aquel mástil, así que se puso de rodillas en el enmoquetado suelo y le bajó el calzoncillo. Lo que apareció ante sus ojos la dejó sin habla unos segundos. Una inmensa polla negra y dura. Ella había visto algunas películas porno con Mario hacía tiempo, como un juego previo, pero aquello lo superaba todo. No menos de 25 cm de carne. Pero no era su longitud lo más llamativo, sino el grosor de aquel rabo que empezaba a dudar que pudiera siquiera meter en su boca.
-
No te preocupes, amor, a todas les pasa lo mismo cuando ven a mi amiguito por primera vez
-
Es demasiado grande, no voy a poder .
-
Claro que vas a poder y lo vas a gozar, no pierdas el tiempo.
Fredy pasó una mano por detrás de la cabeza de Laura y la atrajo hacia su terrible mástil. La deliciosa nena no tuvo más opción que abrir su boca al máximo y tratar de no ahogarse con aquel vergón que pronto llenó por completo su deliciosa boca. El inmenso rabo tocaba en la garganta de Laura que comenzaba a tener problemas para respirar sin que Fredy dejase de hacer presión con su mano y su cintura al tiempo. Mientras tanto con su mano libre el cubano ya había deslizado los tirantes del vestido de su amante y comenzaba a sobar sus increíbles pechos por encima del sujetador.
-
Son naturales, todo el tiempo he pensado que eran operados pero estas delicias son naturales. Como los voy a gozar, me encantan las blanquitas pechugonas.
Laura quería responder pero no podía. Solo intentaba no ahogarse mientras Fredy empezaba a follarla la boca a ritmo de cadera. Sus babas comenzaban a salir por las comisuras de los labios y caían sobre sus pechos, ya totalmente liberados una vez desabrochado también el sostén. Pasaban los minutos y el cubano no se cansaba de follarla la boca. Laura ya se había acostumbrado a las dimensiones de aquella tranca e intentaba darle placer al negro con su lengua a pesar de que apenas lograba encajar un tercio de su volumen en la boca. Y eso que se creía una gran chupadora de pollas, pero aquello superaba los límites de lo imaginable.
De repente Fredy paró y sacó su negro ariete dejando que la preciosa nena cogiera aire y cerrara su dolorida boca.
-
Ahora me voy a follar tus tetas, nena. Creo que mi rabo y esos melones hacen buena pareja.
Laura no respondía, se limitaba a obedecer. La tensión, la excitación y el alcohol hacían que estuviese como en otro mundo. Era incapaz de negarle nada a aquel negro que iba a hacer con ella lo que quisiese.
Laura aún de rodillas, se sacó el vestido y el sujetador, apoyó su espalda contra el sofá, se agarró los pechos y se preparó para acoger entre ellos la enorme tranca de Fredy que no tardó en acercarse. El negro metió rápidamente su miembro entre los globos y Laura lo atrapó allí haciendo presión con las manos. Ella misma escupió en su canalillo para lubricar más la zona y facilitar el roce. El negro sonrió y comenzó un sube y baja a gran velocidad. La imagen era increíble, aquella enorme polla negra atrapada por las dos montañas blancas de Laura, parecían hechos a medida. Fredy estaba disfrutando como un loco y sus embestidas eran cada vez más potentes, su rabo salía por arriba hasta golpear la barbilla de Laura, que excitada como estaba sacaba su lengua, para intentar llegar al glande de su amante.
-
Pero que guarra eres, te encanta la polla.
-
Siiiii
-
Pues te vas a hartar hoy.
Dicho esto Fredy paró y dirigió como una marioneta a Laura, poniéndola a cuatro patas sobre el sofá, con su carnoso culo expuesto y accesible para hacer con él cualquier cosa. Fredy se arrodilló entonces, le quitó el tanga y sutilmente empezó a lamer el húmedo coño de Laura que ante el primer roce empezó a gemir. La lengua del cubano cada vez iba lamiendo más y más rápido cada rincón de la entrepierna de la espectacular mujer que se retorcía de placer, fuera de si misma, entregada ya por completo al negro. Pronto empezó Fredy a meter un dedo y después dos en el enrojecido coño de su juguete. Laura ya no gemía, gritaba de placer y el éxtasis llegó cuando, con dos dedos en su vagina, notó una lengua en su culo. Fue como una descarga eléctrica al principio pero después una deliciosa sensación. Ella había experimentado con Mario el sexo anal pero nunca de modo satisfactorio, unas veces por falta de lubricación, otras por la escasa habilidad de su novio. Pero jamás había sentido algo así, estaba elevándose al cielo y más allá con ese negro. La hábil lengua de Fredy combinada con sus incansables dedos la tenían a punto de correrse pero necesitaba algo más, lo deseaba con todas sus ansias.
-
Ahhh, fóllame, fóllame.
-
Quieres mi rabo en tu coño ¿eh?
-
Si por favor, lo necesito.
-
Pues lo vas a tener, pero una vez que empiece ya no paro, te lo advierto.
Esa última frase debió causar algún temor en Laura pero estando tan caliente como estaba nada la importaba, solo quería que aquel negro la diese lo que necesitaba. Y Fredy, sin más esperar, se irguió, apuntó con su bestial rabo al palpitante coño de Laura y lanzó una estocada certera que consiguió hundir su descomunal polla hasta la mitad provocando un alarido de dolor indescriptible en la voluptuosa nena. Laura creyó que perdía el conocimiento ante aquel ataque, se desvaneció por unas décimas de segundo y no pudo contener el grito. Hasta ese instante no había sido consciente de las dimensiones de la polla de Fredy. La había expandido por dentro, sentía que la iba a rajar y ni siquiera había entrado todo aquel trabuco. Fredy, excitado al máximo, retrocedió y volvió a atacar sacándole otro grito a Laura pero no tan duro como el anterior, poco a poco su coño se iba a amoldando a aquella verga, si es que eso era posible, y así otra vez y otra, avanzando un centímetro más en cada embestida.
-
Ya te dije que cuando empezaba no paraba, cerda.
-
Ahhhh, ahhhh, ahhhhh, ahhhhh, me matas
-
Te vas a acordar de mi toda tu vida, puta.
Mientras decía esto Fredy se iba echando sobre Laura y con sus manos se agarró a los dos inmensos pechos de la nena para comenzar un frenético mete y saca cada vez más rápido. Ya tenía dos tercios de su polla dentro y notaba como las paredes vaginales de Laura iban cediendo facilitando cada vez más su acceso. Por su parte Laura comenzaba de disfrutar mínimamente la follada aunque el dolor seguía presente. Aquel rabo la estaba destrozando pero su cuerpo empezaba a gozar de aquella flauta de chocolate que cada vez embestía con más fuerza. A cuatro patas y montada por un negro, la imagen de Laura era de lo más excitante y los sensuales sonidos que empezaba a emitir excitaban aún más al cubano que a su vez arremetía con más fuerza. Solo el gran estado físico de ambos hacía posible que después de 20 minutos ninguno de los dos cediese. Fue en ese momento cuando el sexo de Laura no aguantó más y se deshizo en un tremendo orgasmo entre gritos y convulsiones.
-
Ahhh, ahhh, me coooooorroooooo.
-
Esta es el primero de muchos, cerda.
Pero Fredy lejos de parar siguió castigando el cuerpo de Laura con rotundos pollazos que resonaban por todo el cuarto al golpear su bajo vientre con el carnoso culo de Laura. Los 25 centímetros del negro se enterraban ya por completo en la cavidad de la deliciosa joven que volvía a excitarse. Pero Fredy, exhausto decidió cambiar de posición y poder así tomar aire, hasta él tenía un límite. Laura se dejaba hacer y fue tumbada ahora boca arriba en el sofá para acto seguido notar todo el peso del negro abrirse paso entre sus piernas que abiertas al máximo volvían a alojar a la negra serpiente que tanto la estaba haciendo experimentar. El dolor había desaparecido casi por completo, su coño se ajustaba bien a aquel rabo y además Fredy hundía su cara ahora entre sus pechos excitándola aún más si es que eso era posible. Mamaba alternamente de sus dos tetas como si el mundo se fuera a terminar, dejándole enrojecidas las aureolas y duros como piedras los pezones. Laura sentía que ese era el macho que ella estaba buscando, estaba decidida a entregarse a él, la había montado como ella necesitaba y parecía no tener intención de parar. Ella tampoco quería terminar, seguiría hasta que su cuerpo dijera basta, aquel polvo valía más que los 17 años de sexo con Mario.
-
Oh Fredy, ohhhh, me vas a partir en dos.
-
Solo acabamos de empezar, Laura.
-
Quiero que me folles toda la noche.
-
Cuando acabe contigo no te vas a poder mover en una semana, putilla.
-
Ahhh, ahhh, ahhhh, adoro tu polla. La quiero para mi sola.
-
Mi polla es para compartir.
Fredy seguía bombeando pero sus energías no eran infinitas y necesitaba un descanso así que se volvió a salir del cuerpo de su amante, se levantó, echó una ojeada y se sentó en el sofá esperando que fuese ahora Laura quien se empalase. Laura se levantó a su vez y se percató de que la puerta del cuarto estaba entreabierta, cualquiera podría haberles visto, pero eso ahora mismo la daba igual. Se giró y observó la increíble escena, el negro desnudo recostado en el sofá con su inmensa espada apuntando al cielo. No parecía real aquella polla y mucho menos que ella fuese capaz de meterla en su interior. No quiso pensar más, dio un paso adelante y con cautela se montó sobre Fredy acomodando la polla con su delicada mano que ni con mucho era capaz de abarcarlo. Miraba a Fredy a los ojos mientras aquel pollón iba entrando en su coño lentamente. El cubano la agarró de la cintura con ambas manos y la atrajo hacia si para que la penetración fuese más rápida y Laura gimió un poco dolorida. No pudo en esa posición tragarse todo aquel rabo pero casi. Una vez abajo Fredy la comenzó a elevar con sus potentes brazos para luego dejarla caer de nuevo. Y así empezó ella sola ahora a follarse, sintiendo la excitación de nuevo, queriendo que aquello no acabase nunca. Sus perfectos pechos subiendo y bajando al ritmo de la follada eran un espectáculo impagable, Fredy les daba chupadas que contribuían a excitar aún más a la preciosa nena, que volvía a estar fuera de control. Fue entonces cuando el cubano empezó a trabajar en lo que era la segunda parte de su plan. Metiendo un dedo en la boca de Laura para lubricarlo primero, lo dirigió hacia el estrecho ano de su amante. La pechugona hembra, fuera de si y concentrada en cabalgar al cubano, apenas se enteró de que un dedo invadía su acceso posterior, la penetración anal solo contribuyó a excitarla más. Laura cabalgaba a toda velocidad sobre aquel mástil buscando su segundo orgasmo, mientras Fredy trabajaba en dilatar su ano lo máximo posible, tenía que hacerlo si quería meter su polla allí. Dos dedos entraban y salían con facilidad ya en el culo de la joven que seguía gimiendo de placer y no decía que no a nada. A ratos Fredy sacaba sus dedos y se los metía en la boca a la tetona que los chupaba a pesar de su regusto amargo, seguía yendo un poco más allá y no fue hasta que intentó penetrar el ano de Laura con 3 dedos cuando esta se quejó.
-
Ahhh, Fredy, me duele.
-
Más te va a doler cuando te rompa el culo con mi tranca.
-
Ahhhh ahhhh ahhh, no, me vas a matar con todo eso.
-
Cuando empiezo no paro
Laura quería resistirse pero no tenía fuerzas, solo quería que Fredy la siguiese follando y si tenía que darle su estrecho culo se lo daría. El negro no encontrando mayor oposición la metió un tercer dedo sacándole un quejido, pero eso no le importó y comenzó a follarla duramente con su mano. Sus dedos necesitaban lubricación así que los sacó y se los metió de golpe en la boca a la voluptuosa mujer que se montaba sobre su mástil. Laura Los chupó tratando de dejarlos bien cubiertos de saliva y así facilitar su acceso, lo cual consiguió ya que después de eso entraron con mayor facilidad.
Notando que la puerta trasera estaba lista Fredy apartó a su amante y se puso de pie.
-
Chúpamela, guarra.
-
Si, Fredy
-
Pónmela bien dura para que te rompa el culo con ella.
-
Ten cuidado, por favor.
-
Te lo repito, cuando empiezo no paro.
Laura comenzó a chupar la inmensa polla con todas sus ganas, no quería recibir aquel instrumento en su ano pero tenía un extraño sentimiento de no querer decepcionar a Fredy. Lamía la polla de arriba abajo, se metía sus huevos en la boca y luego intentaba tragarse tanto rabo como podía. Era increíble lo duro que se mantenía después de todo el tiempo que llevaban follando.
Luego de unos 5 minutos de mamada Fredy decidió que ya era momento de atacar y puso a Laura de rodillas y con su cabeza apoyada en el suelo quedando así su culo en pompa y listo para ser destruido. La imagen era terriblemente excitante. Aquel monstruo negro se apoyó sobre el diminuto orificio anal de la nena y comenzó a presionar. Parecía totalmente imposible que pudiese entrar allí pero entre gritos de dolor por ambas partes el glande fue abriéndose paso. Laura creía que iba a morir o desmayarse al menos. El dolor era inmenso y aquello no había hecho más que empezar pero tenía que aguantar. Fredy por su parte no dejaba de empujar y milímetro a milímetro su enorme falo iba penetrando en el oscuro agujero. Laura se retorcía y gritaba de dolor, aquello era demasiado, era físicamente imposible meter aquel monstruo en su culo pero Fredy no iba a parar así que trato de facilitar las cosas lo más posible y con sus dos manos trato de abrir sus nalgas al máximo. El cubano seguía empujando y empezaba a estar fuera de si también, la situación le estaba excitando al máximo.
-
Ohhhhhh, como me gusta romperle el culo a una blanquita
-
Ahhhhh, ahhhhh, ahhhhhhhhh, me vas a partir.
-
Después de esto no te vas a poder sentar en un mes, cerda
-
Ohhhhhhhhhhhhh, me rompes, cabrón.
-
Te voy a reventar el culo hasta que sangres
Después de unos minutos de intensa lucha había entrado apenas un tercio de la inmensa verga y no parecía posible que entrase más por lo que Fredy comenzó el retroceso lentamente hasta sacar toda la polla del culo de su amante. La imagen era espectacular, aquel ano, totalmente dilatado, se resistía a volver a cerrarse y Laura sentía el aire entrar por allí. Pero Fredy lejos de estar satisfecho escupió varias veces en el orificio y volvió a la carga esta vez con mayor dureza arrancando desgarradores gritos a la voluptuosa chica que sentía ya las palpitaciones de su corazón en las maltratadas paredes de su recto. La lubricación de la saliva hacía ligeramente más fácil la penetración pero Fredy seguía sin poder enterrar más de un tercio de su polla en aquel culo y eso le irritaba. Por su parte Laura se amoldaba como podía a aquellas dimensiones y el continuo roce de aquella polla empezaba provocarle algunas sensaciones desconocidas. Una gota de placer empezaba a asomar entre aquel mar de dolor que la estaban infringiendo.
-
Ahhhh, puta, estás muy estrecha pero yo te voy a ensanchar.
-
Ahhhhh, más despacio por favor, me matas
-
Yo no paro ..
Y era cierto que Fredy no paraba, era como una máquina, llevaban más de una hora follando y seguía atacando como el primer minuto. Laura, a pesar de su gran estado físico se encontraba al límite de sus fuerzas y no sabía cuanto más podría aguantar aquel intenso dolor aunque con cada estocada que recibía ese dolor se iba mitigando y algo parecido al placer iba apareciendo. Pero el cubano quería ir más allá, derribar aquella resistencia que encontraba y no permitía a su polla avanzar más de unos 8 ó 9 centímetros, romper esa barrera, y a ello se puso. Adelantó un poco más sus pies flexionando las piernas y agarró a Laura con ambas manos por los hombros para montarla con más fuerza. Con un movimiento de cadera sacó casi por completo su polla y cogiendo impulso atacó con todas sus fuerzas. Su negra polla venció la resistencia en el interior de Laura y se coló hasta más allá de la mitad de su longitud, notando como el calor abrazaba la parte de su rabo que hasta ahora estaba fuera. Laura sintió como algo en su interior se rompía provocándola un terrible dolor que exteriorizó en forma de grito ahogado pero también se sintió poseída, llena, saciada, notaba como cada centímetro de aquella barra de chocolate se hundía en sus entrañas. Ya la entraba más de la mitad de aquel monstruo en su ano y además estaba empezando a disfrutar.
-
Oh puta, ya te he floreado el culo, ahora empieza lo bueno.
-
Ahhh, ahhhh, ahhhh
-
Y te está empezando a gustar, pero que cerda eres.
Laura no contestaba pero sabía que era verdad. Fredy empezaba a follarla con ritmo, sus paredes anales habían cedido y la penetración era más fácil. En cada movimiento sacaba al máximo su polla y la dejaba ir intentando llegar lo más lejos posible, así una y otra vez, cada vez más rápido y más fuerte. Las gotas de sudor del negro caían cada vez más abundantemente sobre la espalda de Laura y sus manos buscaron los enormes pechos de la nena que se movían al son de sus embestidas. Se agarró a ellos con fuerza y echo el resto. Montándola como a una yegua aceleró sus pollazos al máximo y empezó a gritar, síntoma inequívoco de que el final estaba cerca. Laura sentía toda aquella tranca perforándola por completo y cuando las embestidas aumentaron de velocidad no pudo reprimir un nuevo orgasmo, salvaje, brutal, fortísimo, notó como su coño se empapaba y su ano se cerraba y abría al ritmo de sus convulsiones y gritos. Jamás había sentido algo parecido, y era largo.
Mientras se retorcía de placer y dolor en los últimos coletazos de aquel fabuloso orgasmo sintió un vació en su culo. El negro había sacado su polla entre gritos y su ano se resistía a volver a cerrarse, notaba el frío y el vacío que había quedado en su culo, pero no tuvo mucho tiempo de pensar en aquello porque Fredy agarrándola por el pelo la hizo incorporarse de rodillas frente a el y sin tiempo para ver lo que se le venía encima recibió el primer latigazo de semen cruzando su rostro de lado a lado. Al son de los bufidos del cubano chorros y chorros de lefa se iban descargando en su cara, en su pelo, en sus hombros, en sus tetas. Aquello parecía una fuente y la pobre nena pensó que nunca se iba a terminar aquel manantial de leche caliente. Todo era desproporcionado en aquel negro. Cuando por fin terminó, Laura no veía nada, sentía su cara completamente cubierta por el viscoso líquido y no sabía que hacer hasta que por fin Fredy habló después de sus últimos bufidos.
-
Ohhhh, puta cerda, que gran cogida. Ahora tienes que tomarte tu leche para recuperar energías.
Laura intuía lo que aquel negro quería pero no estaba segura. Nunca se había tragado una corrida. Muchas veces Mario había eyaculado en su boca pero siempre lo terminaba escupiendo, la daba cierto asco tragarse aquello. Pero por alguna extraña razón era diferente con aquel negro, sentía que era su macho, su hombre, nunca nadie la había follado así y a pesar del inmenso dolor que por momentos había sentido no podía negar que había quedado saciada, casi hasta deseaba tragarse su leche.
Así que obediente abrió la boca y Fredy comenzó a empujar dentro con su dedo todo aquel semen. Laura trago los primeros chorros y no resultó tan desagradable como había imaginado. El negro seguía dirigiendo hacia su boca toda la leche desperdigada por su cara que parecía no acabarse nunca y la nena tragaba cada vez más gustosa el jugo del negro, le chupaba el dedo para dejárselo bien limpio.
-
Pero que cerda eres, estás disfrutando la leche.
-
Si, Fredy
-
¿Te ha gustado como te he montado?
-
Nunca nadie me había montado así.
-
Vamos, ve a limpiarte.
Laura, que ya podía abrir los ojos, se levantó con el regusto a lefa en su boca y se fue al baño. Le escocía el ano al andar y no se le había cerrado por completo después de la follada. Se miró al espejo, estaba hecha unos zorros con restos de leche en su cara y los pezones marcados y rojos pero se sentía satisfecha, saciada, nunca imaginó que el sexo podía ser tan salvaje. Se aseó un poco y salió al cuarto de nuevo donde Fredy se encontraba sentado en el sofá, con los calzoncillos ya puestos y un puro sin encender entre los dedos. Laura, un poco nerviosa, se vistió a toda velocidad, cogió su bolso y sacando la cartera comenzó a hablar.
-
Bueno, ya me tengo que ir. ¿Cuánto es?
-
Para ti es gratis, mi amor.
-
Ehhh, no se que decir, pensé que hacías esto por dinero.
-
Normalmente si, pero contigo he gozado como un cerdo, no te has negado a nada y además estás riquísima.
-
Bueno, pues muchas gracias
-
Gracias a ti, ha sido una gran cogida pero la siguiente será mejor.
-
No creo que haya siguiente, tengo novio, esto ha sido solo un día de desfogue.
-
Bueno, pues yo creo que si vas a repetir, mamacita, el tiempo lo dirá.
-
Quien sabe
Laura se despidió con un beso en la mejilla y se fue intentando disimular el dolor que sentía en su culo, pero su caminar la delataba. Bajó las escaleras, en la parte de abajo solo quedaba viejito de la barra terminando de fregar el local. Le dedicó una leve sonrisa que fue correspondida por el señor levantándose ligeramente el gracioso sombrero de paja que llevaba, y salió de allí. El aire fresco de la calle la sentó bien. Eran las 2 de la mañana, había perdido toda noción del tiempo y no tenía ni idea de donde estarían sus amigas. Cogió un taxi para ir a la pensión donde se hospedaban ya que, a pesar de la mínima distancia que había hasta él, no estaba en condiciones de andar, y en apenas 5 minutos estuvo allí. Subió a su habitación, pasando para ello por las de sus amigas, en una de ellas se oían aún gemidos, no quiso saber de quien se trataba, le daba igual. Se metió a la cama donde estuvo pensando en todo lo que había pasado. Estaba confusa pero con solo recordar el rabo de Fredy se volvía a excitar. No durmió en toda la noche, pensando en todo lo que había sucedido y ya a las 6 de las mañana no aguantó la calentura más y se masturbó pensando en aquel negro que la había follado como a una puta barata. Sentía un ligero sentimiento de culpa pero para nada se arrepentía de aquello.
Por la mañana volvieron a casa entre risas de las chicas que iban contándose sus respectivas aventuras sin escatimar en detalles, por lo visto todos aquellos negros iban muy bien dotados pero Laura no creía que ninguno llegase a las dimensiones de Fredy. Apenas dijo nada durante el viaje, iba incómoda por el dolor que sentía en el culo pero lo disimuló bastante bien.
Una vez en casa se topó de bruces con la cruda realidad, Mario. Su novio debía organizado una especie de fiesta la noche anterior y la casa parecía un campo de batalla. Eran las dos de la tarde y él roncaba placidamente en su cama.
Laura quedó fuertemente deprimida, había sido una noche de sexo salvaje, la habían llenado como necesitaba pero eso ya era pasado y no podía volver a ocurrir, no debía ocurrir. Pero lo necesitaba y volvería a ocurrir, su cuerpo necesitaba volver a ser salvajemente poseído por aquel negro, le costase lo que le costase.
CONTINUARÁ