X-Change 7: Renuncio
Sigo con mi proceso de cambio
Al despertar sentí algo así como cuando dicen, “el primer día del resto de mi vida”. Es día me levantaba como hombre, pero esa sería la última noche que pasaría como hombre. Preparé un desayuno rico para Marcelo y un poco su ropa para que luego de levantarse solo se duchará y se vistiera.
Me fui al trabajo, pero pedí de inmediato cita con el jefe. Pero ese día justamente su secretaria me dijo que llegaría un poco más tarde así que fui al área de recursos humanos. Quizá lo adecuado era hablar primero con el jefe y luego con RH, pero como no había vuelta atrás pues la verdad no le vi sentido. Así que fui al piso de RH y comenté la situación. El personal de RH se sorprendió de la decisión. Primero comenzaron a sospechar que me iba para integrarme a otra compañía y posiblemente temieron la posibilidad de espionaje industrial. Luego que si estaba a disgusto con alguna situación de la empresa etc. Les comentaba que estaba bien pero que tenía que dejar el trabajo por motivos personales. Discretamente intentaron sonscarme a que me refería con motivos personales, pero no dije nada concreto, solo que estaba pasando una situación cambiante y que quería un tiempo. No parecieron muy contentos con la explicación, pero al ver que no había forma de quitarme la idea de la cabeza pues dijeron que estaba bien. Que como era una renuncia voluntaria legalmente no me tocaba nada de finiquito, aunque dijo que era usual entregar algo incluso en estos casos. Pero que requerían de la recomendación y la autorización de mi jefe inmediato.
Como mi jefe no estaba, pues dijeron que eso podía espera un poco y mientras hicimos algunos trámites de firmas de cartas de renuncia, desistimiento de derechos etc. Lo usual en un fin de relaciones laborales entre trabajador y empresa. Todos esos trámites no tomaron demasiado tiempo y al final solo quedaba la cuestión de la recomendación de mi jefe para recibir una especie de finiquito a discreción de la empresa. Así que dejé RH y me puse a vagar por el edificio, al mismo tiempo que le escribía a Marcelo contándole lo que pasaba.
Me dijo que si quería ya me fuera, que no necesitaba el dinero del finiquito que la empresa me podía dar. Aunque me gustó la idea del poder financiero económico de Marcelo para hacerme tal proposición no podía de verdad aceptarla, poco o mucho, ese dinero sería mío. Lo demás, aunque fuese dado sin condición era de Marcelo. Así que iba a esperar al jefe, que tendría que llegar tarde o temprano.
En mi desocupación se me ocurrió ir con Magda. Para cuando subí, el chico alto con el que había platicado ayer se me acercó. ‒¿Porque te vas?‒ Me preguntó con voz relativamente preocupada. ‒¿No estás a gusto? O ¿Qué?‒ Lo último que quería eran ese tipo de preguntas. Yo estaba pensando, por un lado, esos de RH son más comunicativos que las señoras de la lavandería y por otro que contestar a sus preguntas. Antes de responder su rostro se iluminó ‒¿Encontraste algo mejor?‒ No me daba tiempo de responder. ‒Si encontraste algo bueno pasa la información ya estoy harto de este basurero‒. ‒No, es solo que estoy cansado, voy a distanciarme un tiempo para pensar‒. Las cejas del hombre se arquearon tanto en un gesto de incomprensión que casi pude escuchar su cerebro rechinar tratando de entender lo que significa aquello que yo acababa de decir. Vi como tomó aire para preguntar alguna cosa, pero ya no salió de su boca nada más que un suspiro. Magda me había tomado del brazo y me jaló hacía su cubículo.
Me dijo que ya toda la oficina sabía que me iba, pero que nadie sabía exactamente por qué. En ese momento pensé que la respuesta que le había dado al tipo se añadiría a los chismes y rumores alrededor de mi renuncia. Luego le conté más o menos lo que había hecho en RH, lo que me habían contado y que ahora esperaba al jefe para lo de la recomendación y el finiquito. Lo que más le sorprendió fue lo que le conté de que Marcelo me había dicho que olvidará el dinero del finiquito y que ya me fuera. Preguntó que si tenía mucha lana. Y yo le dije que al parecer sí. Que, aunque lo conocía desde hacía años no sabía exactamente el límite de su fortuna. Yo sabía que vivía bien, pero normal, no era un supermillonario o no que yo lo supera. Aunque se sorprendió y me dijo que era una suertuda (así, uso el femenino conmigo) me dijo que hacía lo correcto en esperar al jefe con el dinero.
Nos dimos cuenta que ya era casi hora de comer, así que revisé si el jefe había llegado y no. Si era la hora de la comida, no llegaría hasta después, así que nos fuimos a comer Magda y yo. Nos fuimos otra vez a la cafetería que estaba un poco más lejos del trabajo en la que habíamos platicado ayer. Ahí ella empezó a bombardearme sobre que iba a hacer como chica. Que si me iba a quedar con Marcelo, que si iba trabajar, que si iba a tener hijos (¿podía tener hijos?). La verdad muchas de esas cosas yo misma me las preguntaba y no estaba segura de sus respuestas.
Le dije que vería como salen las cosas y seguimos comiendo. Le dije que como le íbamos a hacer en la tarde, que si quería ir a mi casa después del trabajo. Me dijo que a lo mejor sería mejor ir a la de ella, que ella tenía más ropa y si quería me la podía probar. Me pareció buena idea y nos fuimos otra vez a la oficina a ver si ya había llegado el jefe. El jefe no había llegado y termino llegando casi sobre la salida del día. Por un momento a media tarde coqueteé con la idea de hacerle caso a Marcelo e irme sin cobrar el dinero del finiquito. Pero Magda me dijo que me tranquilizara y me distrajo platicándome de cosas diversas.
Cuando finalmente llegó el jefe el trámite se volvió un poco engorroso porque, aunque la oficina era un hervidero de chismes y todos sabían lo de mi renuncia, por alguna razón a nadie se le ocurrió avisarle al jefe. Así que él se enteró de golpe al final. Hizo muchas preguntas que yo conteste con ambigüedades. Al final como los demás al ver que no sacaba nada concreto, pero que no cambiaba de idea decidió dar el asunto por terminado. Dijo que no tenía problemas conmigo, que era una lástima, y que si quería volver tenía las puertas abiertas. Agradecí sus palabras y fuimos juntos a RH, se firmó el cheque, yo firmé de recibido y así acabé mi relación con la empresa. Creo que cuando estaba firmando sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. No estaba segura de lo que hacía, pero ya no había al menos en eso marcha atrás.
Le escribí tanto a Magda como a Marcelo, avisándoles que ya estaba hecho todo. Para bien o para mal, pero ya estaba hecho. Esperé a Magda y nos fuimos juntas a su casa. Paré en la farmacia para comprar una pastilla. Compré una de las básicas, como he dicho con esas el efecto del cambio dura 24 horas. Se la mostré a Magda, ella no sabía absolutamente nada del tema, así que le fui explicando, al menos lo que sabía del tema. Hay diversos tipos de pastillas, las rosas transforman a hombres en mujeres, las azules a mujeres en hombres y hay una variedad un tanto extraña como las azules que le dan al que la toma genitales tanto masculinos como femeninos y las verdes que los transforman en animales. Ella se sorprendió cuando le conté esto y quien no, pero hay todo en la viña del señor.
Luego cada pastilla viene en su forma básica, que mantienen el cambio por 24 horas, las extrafuertes que hacen el cambio por un mes y las permanentes que lo hacen, como su nombre lo indica, un cambio permanente. Con las básicas no hay riesgo de embarazo, pero si con las extrafuertes y con las permanentes. Si alguna chica con la pastilla extrafuerte es embarazada el cambio será permanente. También si se consumen las extrafuertes por un año sin pausa, el cambio suele ser permanente. Le dije que eran caras, que yo me podía permitir a veces un básica, pero las extrafuertes y las permanentes estaban fuera de mi alcance. Que lo que yo quería hacer era tomarme una extrafuerte y vivir un mes con Marcelo. Si todo iba bien seguir un tiempo con las extrafuertes, hasta que me sintiera con la confianza suficiente para hacerlo permanente.
Hizo algunas preguntas y llegamos a la casa. Como había dicho Me preguntó cómo lo quería hacer. Pues le dije que como ella quisiera. Me dijo que le gustaría ver cuando pasara. Que si me desnudaba y ella me miraba mientras sucedía. Le dije que no había problema y así lo hicimos.
Me desnudé y tomé la pastilla. Me senté en el sillón a la espera de que algo pasara. La situación me resultó de pronto un tanto excitante y mi verga empezó a pararse. Pero antes de que estuviese plenamente erecta comenzó el cambio. Me puse de pie para que Magda pudiera ver todo con claridad. Nuevamente sentí como mi piel hormigueaba, la altura de mi cuerpo se hacía más pequeña, mi equilibrio cambiaba, mis caderas se abultaban, mis pechos crecían, mi pene se encogía.
Al final di un giro para que Magda pudiera mirarme. Y volví a mirarla con una sonrisa en los labios. ‒Suertuda‒, dijo también con una sonrisa. ‒Estás bien buena‒. Extendió sus manos pidiendo que me acercara, ella estaba sentada en otro de los sillones. Así lo hice y ella empezó a tocar mi cuerpo. Lo hacía con curiosidad más que con morbo, pero sus manos también me excitaban. Me gustaba como me tocaba. Acariciaba mis caderas, mi cintura, mi vientre, mis nalgas, mis pechos, mis pezones, que empezaban a endurecerse.
Su tacto era diferente, no era como el Marcelo y aunque ella me había tocado en el pasado, ahora con este cuerpo o con esta piel sus manos se sentían diferentes, como más suaves o mi piel era más sensible y cualquier roce ligero era increíble. Cerré los ojos y me concentré en sentir sus manos. Creo que ella notó mi excitación, porque empezó a besarme, en el vientre, luego subió hasta mis pechos y mis pezones. Ella hizo que me sentará en el sillón y se hincó entre mis piernas y empezó a besarme el vientre, la parte interior de los muslos y luego despacio empezó a probar mis jugos. Mientras Magda me comía, sonó mi celular, lo alcance porque lo tenía cerca. Era Marcelo, pero no lo contesté, le colgué. Y le mande una foto de Magda comiéndome el coño. Me contestó pronto con indicios de excitación, pero yo olvidé el celular y me concentré en Magda.
Lo que dije de Magda con sus manos se repetía con su lengua. Su tacto en mi coño, era especial, diferente del que había sentido con Marcelo. Y rápidamente tuve un orgasmo muy intenso. Magda se acercó a mí y comenzó a besarme. Me dijo que era la primera vez que lo hacía con una chica. Le dije que lo hacía muy bien. Miré el celular, Marcelo me dijo después que qué bueno que me divertía, que no iba a poder verme hoy, pero que mañana temprano nos veíamos que si quería mi amiga podía quedarse.
Fuimos al cuarto Magda y yo donde nos seguimos tocando por un rato. Luego le mostré un poco de la ropa que tenía y le gustó mucho el vestido que usé en el bautizo. Le dije que cuando quisiera se lo prestaba. Luego de ello tuvimos una cena ligera y Magda durmió conmigo esa noche. Dormimos abrazadas, juntas, y desnudas. Yo acariciaba su cuerpo y ella el mío. Nos dábamos calor.