Wrong Number (número equivocado) III
La llamante anónima sigue importunando a la familia Bazel. Ahora es Jessica quien coge el teléfono.
Tercera entrega del relato de Phoenix Arrow aparecido bajo el mismo título en la web Literotica.
Ring, ring, ring…
— ¿Hola?
— Sí, hola, ¿está Jessica?
— Soy Jessica, ¿quién es?
— Bueno, hola Jessy. Definitivamente es una delicia poder hablar finalmente contigo. Siento como si ya te conociese.
— Bueno, puede que lo sea. Dígame quien es y juzgaré yo misma.
— Oh, no estoy segura de que deba decirte quien soy.
— ¿Por qué no?
— Bueno, digamos que eso me llevaría mucho más tiempo de lo que trato de conseguir con esta llamada.
— ¿Y, justamente, que es eso que trata de conseguir?
— ¿Está tu madre contigo?
— ¿Mi madre? No, se ha ido de compras o algo por el estilo.
— ¿Estás segura?
— ¿Qué quiere decir?
— Quiero decir que si estás realmente segura de que tu madre ha salido de compras.
— Eso es lo que me ha dicho. Estoy segura de que no me mentiría. Ahora dígame, ¿de qué va exactamente esto? Tu tono de voz suena como si tuvieses mi edad. ¿Vas a mi instituto?
— Hmmmm… ¡Quizás!
— Vale, ¿qué quieres? ¿Necesitas apuntes de clase o algo parecido?
— No, creo que tengo todos los apuntes sobre ti que necesito.
— ¿Entonces que diablos quieres?
— Jessica, ¿alguna vez te has preguntado si de adulta te parecerás algún día a tu madre?
— ¿Qué se supone que quieres decir con eso?
— Tu madre es una mujer terriblemente bonita, ya lo sabes. ¿Te has preguntado si serás tan bonita como ella?
— ¿Cómo sabes que aspecto tiene mi madre?
— Oh, la he visto por ahí. Por delante y por detrás.
— ¿Perdona?
— Solo bromeaba.
— ¿Hay un motivo para esta llamada? ¿O debo colgar?
— No has respondido a mi pregunta.
— ¿Qué pregunta?
— ¿Te has preguntado alguna vez si serías tan bonita como tu madre?
— ¡No es asunto tuyo a quien quiera o no parecerme cuando sea mayor!
— Es para estar enfadada. Yo también lo estaría si mi madre fuese tan bonita y yo no lo fuese.
— ¡Qué co…!
— Escucha, no hay necesidad de negarlo. Tu madre es una mujer muy atractiva. Sólo porque su hija no lo sea tanto…
— Estoy bastante bien, muchísimas gracias. Estoy más que feliz con lo que me ha dado la madre naturaleza. Quizás al contrario que tú, tengo metas en mi vida mucho más grandes que el “comparar” mi aspecto con el de mi madre.
— Ohhhh, una zorrita peleona. Eso hace que todo sea aún más agradable.
— ¿Más agradable? ¡Si no me dices en cinco segundos quien diablos eres o que es lo que quieres, colgaré el teléfono!
— ¿Sabes? Tu madre presentó menos dificultades. Oh, si que se resistió al principio, pero mostró su verdadero yo bastante rápido.
— Cinco… cuatro… tres… dos…
— ¿Sabías que mami tiene una cosa para ti?
(Silencio).
— Me lo dijo ella misma. Ama a su preciosa nenita. Quizás más de lo que algunas personas considerarían apropiado.
— Ya sé de que va esto. Eres alguna clase de enferma y loca zorra que se excita haciendo llamadas obscenas.
— De ningún modo. Es lo que pasa después de las conversaciones obscenas lo que me hace disfrutar mucho. Solo pregúntale a tu madre.
— ¿Te excitaste llamándola, es eso?
— Sip. Fue una conversación de lo más agradable.
— Lo dudo. Mi madre te hubiese dicho de todo menos bonita. Ella jamás se hubiese prestado a una mierda como esa.
— Oh, ella se lo tomó muy bien, incluso más que bien.
— Creo que ya va siendo hora de que cuelgue. Necesito dejarte libre para que vayas a avergonzar a otra gente.
— Puedes colgar si lo deseas, pero antes deberías oír lo que tu madre está haciendo en este preciso momento.
— Ya te lo dije, idiota, ¡está de compras!
— Esa es justamente la mentira que te ha dicho.
— Ok, chica misteriosa, ¿dónde demonios está entonces?
— No te preocupes. Está muy cerca de mí.
— ¿Qué se supone que significa eso? ¿Está contigo o algo por el estilo?
— Está aquí, pero no conmigo.
— ¿Por qué no hablas con claridad?
(Risas)
— ¡Qué linda! Tu madre nunca me dijo que fuese a ser tan divertido jugar contigo.
— ¡Vete a la mierda! Si mi madre está de verdad ahí, cosa que dudo, entonces pásale el teléfono. ¡Vamos, te reto!
— Nada me haría más feliz que pasarle a tu preciosa y sexy madre el teléfono, pero me temo que en este instante está un poquito ocupada.
— ¿Sexy? ¿Qué tipo de monstruo eres? ¡Y no me vengas con la mierda esa de que está ocupada! Si de verdad está ahí, que deje lo que sea que esté haciendo y que venga a hablar conmigo.
— No si vieses en medio de que está.
— ¿Me vas a poner a mi madre al teléfono o no?
— Bueno, déjame preguntarle. “¿Hey, chicas, podeis parar un momento para que la Pezonacos pueda oírme?”.
— ¿Chicas? ¿Hay otras chicas contigo?
— Oh, sí, habemos varias aquí. Tu madre se divierte mucho más si la compartimos.
— ¿Se divierte?
— Hey, Pezonacos, ¿a que no adivinas con quien estoy hablando?... Exacto, con tu nenita… No me mires con esos ojos, ella quiere hablar contigo… Oh, deja de temblar de esa forma, pareces estúpida. ¿Cúal es el problema? ¿No querías hablar con Jessica acerca de esto? ¿No?... Lo siento mucho, Jessica, pero tu madre no está en el estado anímico adecuado para hablar contigo ahora. Creo adivinar que está muy avergonzada por el apuro en que la he puesto.
— Mierda, estoy segura de que ella no está ahí. ¿Y qué demonios es eso de Pezonacos?
— Es el nombre de mascota que usa tu madre cuando está con nosotras, en homenaje a sus dos largos… ¡ummmm…!
— Realmente eres un monstruo, ¿verdad?
— Si tú piensas que lo soy, ¡deberías ver a tu madre!
— Jodida mentirosa. Ni siquiera has hablado con mi madre.
— Oh, tuve una bonita y larga gonversación con ella hace sólo tres semanas. Te puedo asegurar que fue muy ilustrativa.
— ¿De qué mierda estás hablando?
— La llamé hace exactamente tres semanas hoy, de la misma forma que te estoy llamando ahora. Ella se mostró muy preocupada por las cosas que le dije acerca de ti.
— ¿Acerca de mi? ¿Qué cosas sobre mí?
— Bueno, para empezar el que tú pasabas una gran cantidad de tiempo con nosotras.
— Todavía sigo sin saber quien eres.
— Pezonacos quedó traumatizada al oírme hablar de los diferentes usos que habíamos encontrado para esa larga lengua que tienes. Francamente, se asustó mucho.
— ¿De qué coño estás hablando?
— Ella me dijo que yo estaba loca por contarle semejantes cosas. Por como mis amigas y yo corrompíamos el joven cuerpo de su querida hija.
— ¡¡¡Nunca has corrompido nada!!!
— Y luego ocurrió algo que, verdaderamente, incluso me sorprendió.
— ¡¿Te dijo que te fueses al cuerno?!
— No, ¡se excitó! (Risas). No me podía creer lo caliente y excitada que se puso oyéndome decirle todo lo que hacía la puta lesbiana… ¡qué rea su hija!
— ¡Psicópata! ¿Qué tipo de madre podría excitarse escuchando a cualquier cabeza hueca echando mierda sobre su hija?
— Aparentemente Pezonacos lo hizo.
— Tu plan es, simplemente, enfermo. Búscate una vida y deja en paz la mía.
— ¿No quieres saber por qué está tu madre aquí?
— Ya te lo he dicho. ¡Está de compras!
— No, sólo está demasiado avergonzada como para contarte donde realmente ha estado pasando su tiempo en las últimas semanas.
— Ella no está ni contigo ni con tus jodidas amigas. Ni en un milón de años se relacionaría con alguien tan enferma como tú.
— En eso tienes razón. Por su propia voluntad ella jamás pasaría tiempo con nosotras. Pero no lo hace de forma voluntaria.
— ¿Qué se supone que significa eso?
— Significa que a tu madre no le ha quedado más remedio que convertirse en nuestra pequeña mamijuguete. Es increíble lo dispuesta que puede estar una digna y responsable mujer madura a servir a un grupo de jóvenes adolescentes con un poco de persuasión.
— ¡Persuasión y una mierda! Estoy esperando que mi madre llegue en cualquier minuto, cargada de bolsas de la compra y con su amable sonrisa dibujada en su cara.
— ¿Recuerdas algún hecho extraño ocuurido cuando llegaste del instituto la semana pasada?
— ¿Cómo?
— Cuando te alcanzó a casa un amigo en su coche. Cuando entraste en casa, ¿hubo algo que llamase tu atención? ¿Tal vez la madre de cierta persona siendo pillada en una situación embarazosa?
— Pues no… quiero decir… bueno…
— ¿Qué es lo que estaba haciendo tu querida madre cuando entraste y la pillaste en medio del salón?
— ¡No estaba haciendo nada! Todo lo que vi fueron sus piernas precipitándose escaleras arriba. Debía tener algún motivo para hacerlo con tanta prisa, aunque al menos podría haber colgado el teléfono en vez de dejarlo caer al suelo mientras corría.
— Hmmm, así que Pezonacos logró salir de aquella situación a pesar de todo. Bien, yo sé que es lo que hacía antes de que la pillases. ¿Quieres que te lo cuente?
— ¡No me importa!
— Ese día estuvo hablando conmigo por teléfono, y lo hacía con tres dedos metidos en…
— ¡Vete a la mierda!
— Maldíceme todo lo que quieras. Yo sé la verdad. Hemos hecho que lo repita muchas veces más desde entonces. Eso, por supuesto, cuando no estamos azotándola hasta la saciedad. Si pudieses ver lo rojo que le quedó el culo a tu madre después de la última azotaina de Samantha, podrías comprobar la verdad.
— Mi madre jamás permanecería en pie esperando a que unas mocosas de pacotilla como vosotras la azotaran. ¡De ninguna manera!
— ¡En eso llevas razón! Pezonacos nunca esperaría en pie a que la azotásemos. Por eso es que la tendemos sobre nuestras rodillas.
— ¡Voy a colgar ya!
— Ven aquí, Pezonacos. Tu tierna y ñoña hija no se cree que permitas que mocosas de pacotilla como yo azoten tu enorme culo blanco. Sí, eso es, inclínate para que tu querida preciosidad pueda oír como te golpeo, así, girate e inclínate… ¡Ahora!
— ¡Estás rematadamente loca! ¡No estás hablando con nadie!
(Golpe)
— ¿Qué ha sido eso?
(Golpe) (Golpe) (Golpe)
— ¿Qué está pasando ahí? ¿Qué es ese ruido de golpes? ¿Por qué está alguien gimiendo?
(Golpe) (Golpe) (Golpe) (Golpe) (Golpe)
— ¡Oigo llantos! ¿Qué estás haciendo?
— Chica, deberías ver este culo ahora, Jess. Te aseguro que ahora sí que está rojo de verdad.
— No te creo. No puede ser mi madre. ¡No puede ser ella!
— ¿Sabes que es lo que más le gusta después de una buena azotaina, Jessica?
— ¿Q… qué?
— ¡Una buena follada con los dedos!
— Eres una zorra depravada.
— Mira. Normalmente empiezo acariciando el interior de sus muslos mientras ella aún sigue inclinada hacia adelante. Eso pone aún más caliente a la puta, independientemente de que su chocho ya esté listo y totalmente empapado.
— Debo estar soñando, esta llamada es demasiado fuerte.
— Luego subo mis dedos hacia arriba, hasta su caliente chochito y empiezo a restregarlo sin descanso, ¡tal y como estoy haciendo ahora!
— ¡Déjala en paz! Si mi madre está ahí, ¡entonces déjala en paz!
— ¡Por dDios, Jessy! Si tan solo pudieses ver la expresión de su cara mientras yo trabajo su almejita seguro que cambiabas rápidamente de tono.
— Mi madre nunca permitiría que la humillasen de esa forma con su hija escuchándolo todo por teléfono como ahora…
— ¿Así que, de repente, aceptas el que tu madre pueda ser una puta caliente en privado, cuando tú no estés a su alrededor?
— No… Yo… um… no quise decir…
— Bueno, pues tienes razón. Es toda una puta en privado. Sabe que ahora la estás escuchando por el teléfono y está tan avergonzada como pueda estarlo, pero no puede dejar de follarse el conejo con mis dedos.
— ¿Cómo puedes hacerme algo como esto a mí? ¿Cómo puedes avergonzarme de esta manera? ¿Es verdad lo que me estás contando?
— Lo siento, nena, pero tu madre no puede dejar de ser la puta de un grupo de jovencitas. Una vez que la engañamos para que confesase su verdadera naturaleza, ella anhela cada momento de su tormento.
— ¡Dile que pare inmediatamente! ¡Dile que jamás se lo perdonaré!
— ¿Estás segura de que quieres que pare? Después de todo, ya le he metido dos dedos en su conejito y sería una lástima sacárselos.
— ¡No me importa! ¡Eso es jodidamente enfermo y asqueroso!
— Seguro que lo es, pero… ohhh, es tan excitante… ¿no crees?
— ¡No!
— ¡Upss! Accidentalmente le introducido otro dedo. Torpe que soy.
— ¡Sácalos! ¡Por favor, deja en paz a mi madre!
— Pero ella está echando sus caderas hacia atrás siguiendo mis dedos. Creo que ella desea que los mantenga dentro de su coño.
— Dile que no volveré a dirigirle la palabra. ¡Dile que no la querré nunca más!
— Como quieras. Hey, Pezonacos, tu nenita no parece aprobar tu conducta cahonda. Quiere que deje de follarte con los dedos… ¿Qué?... ¿Qué por favor te meta otro?... ¡Pero eso serían ya cuatro dedos dentro tuyo, puta!
— ¡No! ¡No más dedos! ¡Dile que la odiaré el resto de mi vida si no se detiene inmediatamente!
— ¡Oh, cielos! ¡Caramba, que torpe! Sin querer le he deslizado dentro otro dedo. Espero que sepas disculparme pero, chica, deberías ver a tu mami ahora.
— Creo que voy a vomitar.
— Te diré lo que haremos, Jess. Voy a darle a tu madre la oportunidad de demostrar que aún ama a su nenita. Voy a dejar que su chocho decida. Voy a dejar que decida si dejo de follármela con los dedos para que pueda demostrar cuanto se preocupa por ti o que me suplique que le meta mi pulgar con el resto de los dedos y así meto todo el puño en ese útero del que saliste. ¿Qué crees que decidirá?
— Ella… ella me elegirá a mí. Ella va a elegirme a mí. Soy su nenita…
— ¿Por qué debería hacerlo cuando yo le doy placer y tu sólo le faltas el respeto como una mocosa malcriada?
— Yo… voy a ser buena con ella. Seré una buena chica…
— ¿Cómo de buena? ¿Qué estarías dispuesta a hacer para que tu madre volviese a darte su amor?
— Lo… lo que ella quiera. Seré amable con ella… y haré cosas… para ella…
— Hmmm, no sé yo. Me pareces muuuuy remilgada para hacer todo lo que eso implica.
— ¡Lo prometo! ¡Prometo que me ganaré de nuevo su amor! ¡Prometó que la haré feliz!
— Bien, veamos… Eh, Pezonacos, ¡adivina qué! ¿A qué no sabes que acaba de decirme tu hija? Que está dispuesta a hacer cualquier cosa con tal hacer que la ames de la forma en que siempre la has amado. ¿No es fabuloso?... No me mires de esa forma, ¡ella está dispuesta a ser tu perfecto angelito!... ¡Todo lo que tienes que hacer es dejar de follarte mis dedos y ella será tuya!… Sí, eso es lo que me ha dicho ella, quiere convertirse en tu muñequita… ¡eso o meterte el puño en el coño!... Ambas opciones son tentadoras, pero debes elegir una.
— ¿Qué ha dicho? ¿Te quiere a ti o a mí? Por favor, dile que la quiero. Dile que quiero ser su… ¡juguete!
— No creo que ella te crea. Piensa que solo dices eso para que no pueda pasarlo bien conmigo.
— No, no, yo quiero que ella lo pase bien. Quiero que se divierta conmigo. Dile que seré su hijita juguete. ¡Haré cualquier cosa que ella quiera para que lo pase bien!
— ¿Estás segura? ¿De verdad crees que podrás complacer a tu madre de la forma que ella necesita? ¿Aunque sean esas pequeñas cositas sucias que tanto le gustan?
— Sí, lo prometo. Haré cualquier cosa por ella.
— ¿Incluso morderle sus enormes pezonacos?
— S… sssí…
— ¿Y sentarle tu precioso trasero en su bonita cara?
— Ssíí…
— ¿Y rellenar la entrpierna de tu madre con tu delicada mano tal y como ella ha soñado tantas veces?
(Sniff)
— Sí… cualquier cosa. Cualquier cosa que ella desee. Lo haré todo.
— ¿Ha soído eso, Pezonacos? Tu nena dice que hará de todo. ¡Finalmente vas a ver cumplido tu deseo de saborear la caliente almejita de tu hija! ¡Cada vez que no puedas cerrar esa estúpida bocaza tuya ella te la llenará de coño! ¡Imaginate cada vez que la mandes a limpiar su cuarto y ella te meta la mano en la matriz por molestarla! ¿No es fantástico?
— Yo… Yo no quiero hacerle daño…
— Oh, Jessica, has hecho a tu madre pero que muuuuuy feliz. Deberías verla llorar. Para ella es un sueño hecho realidad. Simplemente no puede esperar a estar a solas contigo. Madre e hija, como siempre debio ser.
— Sí, seré una buena con ella. Ahora, por favor, déjala regresar a casa. ¡Seré un buen juguete para ella!
— ¡Vuelves a ser tú otra vez! ¡Estás siendo otra vez la mocosa egoísta y malcriada!
— ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? Yo no…
— Aquí esta la puta de tu madre, cerca de conseguir que meta mi quinto y último gran dedo dentro de su entrepierna, lista para gritar de dolor e increíble placer, y todo en lo que puedes pensar es en ti misma y en tu incestuoso deseo de tenerla para ti sola.
— Pero… pero…
— Adelante, dile a tu madre que vuelva a casa. ¡Dile que no puede disfrutar del simple placer de mi puño porque la remilgada zorra de su hija quiere hacerlo ella misma! ¡Vamos, niégaselo a tu madre!
— No… yo… no… pero… um…
— ¿Pero qué?
— Quiero que vuelva a casa… feliz…
— ¿pero no quiere la mierdecita de Jessy la lengua de su mami dentro de su estrecho chochito lo más pronto posible?
— Sss… sí… pero quiero que ella sea… feliz primero…
— ¿Entonces qué es lo que estás tratando de decirme, chiquilla?
— Por favor… hazla feliz.
— ¿Cómo?
— ¡Mé… métele el puño a mi mami!
— Claro, ahora dices eso después de sentirte culpable.
— No… por favor, quiero que lo hagas. Quiero que deslices el resto de su mano dentro de ella. Por favor, hazla feliz, ¡quiero que lo sea!
— ¿Pero es eso lo que tú quieres? ¿Le estás diciendo a otra chica que meta la mano dentro del dilatado coño de tu propia mami?
— ¡Sí! ¡Quiero que lo hagas! Dale ese placer si esa es la forma en que ella lo desea.
— ¿No decías antes que eso era asqueroso? ¿No me habías dicho antes que la repudiaías si hacía algo remotamente parecido a esto?
— Yo… um… no es asqueroso. Creo que es… agradable…
(PLOP)
— ¡Ohhhh, ahí va, Jessica! ¡Los cinco dedos! ¿No es impresionante? No importa cuantas veces se lo hagamos, siempre sigue sorprendiéndome. ¡Dios, es toda una jodida puta!
— Por favor, se tierna con ella. ¡No seas muy dura!
— Pero a ella le gusta cuando nos mostramos duras con ella. Deberías ver sus ojos en este momento, suplicándome que golpee su cérvix con mis nudillos.
— ¡Oh, Dios mío!
— ¡Bueno! ¿Acaso no era esto lo que deseabas? ¡Querías hacerla feliz! ¡Estoy haciendo muy feliz a tu mamá, querida! Vamos, Mary, siéntate en su cara. Restrégale todos tus jugos por la boca. ¡Hey, Samantha, ponle esos pezonacos duros! ¡A ella simplemente le encanta esto!
— ¡Ohhhh!
— Hey, Jess, ¿te estás poniendo con esto?
(Silencio).
— ¿No desearías ser tú la que estuviese tirando de esos largos pezonacos?
(Silencio).
— ¿O la que estuviese restregándole la cara con el chocho?
(Silencio).
— ¿O sentir el tacto de las entrañas de las que nacistes con tus dedos?
— ¡Sí!
— ¿Eres una puta igual que tu madre?
— ¡Sí!
— ¿Quieres jugar con tu húmedo chochito?
— ¡Sí!
— ¿Quiees jugar con él por mí?
— ¡Uh, huh!
— ¿Mientras deseas estar aquí, manteniendo relaciones sexuales con tu mami?
— ¡Ohhhh!
— ¿Quieres correrte con tu querida mami? ¿al mismo tiempo?
— ¡Sí! ¡Oh, Dios, sí!
— ¡Deja caer esos vaqueros hasta el suelo ahora mismo!
— Ok…
— Mete esos sucios dedos dentro de esas bragas y mastúrbate para mí, nena. ¡Mastúrba ese chochito hijo de puta tuyo para mí!
— Ohhhh… ahhhh… ¡ahhhh…!
— Como la puta que eres. ¡Justo igual que tu madre! ¡Quizás yo también meta mi puño en tu útero! ¿Te gustaría eso, cerda?
— ¡¡¡Ohhhhh!!!
— Ahora mismo estoy viendo ese pequeño chochito dilatándose al paso de mi mano. Imaginate, madre e hija, tendidas la una al lado de la otra, mis puños dentro de sus coños. ¿No te gusta como suena eso?
— ¡Sííííí!
— Pezonacos ya casi está… En cualquier momento… ¡No dejes de frotarte el coño con los dedos!
— ¡Por favor…! ¡Rápido…! ¡No voy a poder aguantar…!
— ¡Chica, con qué facilidad se desliza mi mano! ¡Ella está empapando el piso!
— ¡Ahhh! Voy a correrme…
— ¡Ahora! ¡Córrete ahora!
— ¡¡¡¡¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!
Cinco minutos más tarde…
— ¡Dios mío, Dios mío, Dios mío, eso sí que fue un orgasmo! Realmente te ha dejado fuera de juego, ¿no es cierto?
(Jadeos).
— Sí… sí que lo hizo. ¡Gracias!
— ¿Por qué?
— Por hacer que mi madre y yo… estemos más unidas.
— No tienes ni idea. Lo que sí es cierto es que parece que ambas tenéis un montón de cosas de las que hablar cuando llegue a casa.
— Sí, casi no puedo esperar.
— ¿Puedo apostar a que ya tienes ese puño preparado?
(Risas)
— Sí, está ya esperando por ella.
— Bien, te la enviaremos de vuelta tan pronto como nos corramos en su lengua unas pocas veces más, si es que no te importa.
— Sí, disfrutad, pero por favor, ¡sed tiernas con ella!
— Ye te oí antes. ¡Nos vemos Jess!
— ¡Adios!
— Oh, espera… sólo una cosa más…
— ¿Qué pasa?
— ¿Oíste el sonido de un click?
— Um… ¿sí?
— Es el sonido de mi pequeña grabadora apagándose.
— ¿Grabadora?
— Sí, eso es. Saluda a tu madre de mi parte cuando llegue a casa, y háblale sobre la grabadora. ¡Ella sabe de lo que estoy hablando!
— ¿Qué? Pero espera…
Click… Tono de llamada…
— ¿Hola? ¿¿¿Hola???
— Jessica, querida, ya estoy en casa. ¡Mira que vestido he comprado para ti en el centro comercial!
— ¡Oh, Dios mío! ¡Mamá!