Wrong number (número equivocado)

¿Sabe una madre lo que su hija hace fuera de casa? ¿Está segura de que su hija hace lo que debe hacer? Una llamada de teléfono desde un número desconocido hará que la vida de la madre de Jessica cambie por completo.

Este relato, original de Phoenix Arrow, apareció en Literotica bajo el título de "Wrong Number". El relato data del 2003 y es por ello que toda la conversación se hace a través de un teléfono fijo. Una de las particularidades del relato, y que a mi me encantó aunque algunas de sus escenas sexuales no me agraden en demasía, es que está articulado unicamente a través de líneas de diálogo, sin apenas descripciones. Espero lo disfruteis.


Ring, ring, ring…

— ¿Diga?

— Sí, hola, ¿está la madre de Jessica?

— Sí, diga.

— ¿Es la madre de la preciosa y pequeña Jesicca?

— Sí, ¿quién es?

— Ah, una de sus amigas “íntimas”.

— Tu voz no me resulta conocida, y creo que conozco a todas sus mejores amigas.

— No he dicho que sea su mejor amiga, sólo una de sus amigas “íntimas”.

— Bueno, vale, ¿y qué puedo hacer por ti?

— Realmente no hay nada que pueda usted hacer por mí. Sólo llamaba para que conociese algo acerca de su hija, eso es todo.

— ¿Algo? ¿Algo cómo qué?

— Vale, para empezar, ¿sabe dónde está su hija en este momento?

— Me dijo que iba a salir, al centro comercial, supongo.

— ¡Falso!

— ¿Entonces dónde está?

— Pues está conmigo en mi casa, junto con otras muchas amigas “íntimas”.

— Ah, ¿y os lo estáis pasando bien?

— Yo diría que sí, pero creo que Jesicca es la mejor que se lo está pasando de todas nosotras.

— Bien, en serio que me alegra oírte decir eso.

— Claro que debería alegrarte.

— ¿Es para eso que me has llamado?

— No exactamente.

— ¿Entonces para qué?

— ¿No le gustaría saber que lleva puesto su hija?

— ¿Por qué debería preocuparme eso? La última vez que la vi llevaba una camiseta y unos vaqueros.

— ¡Ya no! (risas)

— Creo que no te entiendo. ¿Está Jessica realmente ahí? ¿Puedo hablar con ella?

— Sí que está aquí, pero ahora no puede ponerse al teléfono.

— ¿Por qué no?

— Bueno, en estos momentos su boca está realmente muy ocupada.

— Ya veo. Bien, dile que me llame tan pronto como acabe lo que quiera que esté haciendo.

— Oh, pero eso puede llevarle muuuuuuucho tiempo. Quizás todo el día.

— Pero se supone que esta tarde tenemos que visitar a la familia. Creo que realmente debo hablar con ella.

— Como ya le dije, está muy ocupada y no vamos a dejar que deje de hacer lo que está haciendo.

— ¿Ni siquiera por su propia madre?

— ¡Ni siquiera por usted!

— Eso no me parece correcto. ¿Qué es exactamente lo que está haciendo?

— Oh, no creo que de verdad quiera saberlo, quizás no le guste.

— ¿Qué se supone significa eso?

— Solamente que tal vez usted no aprueba las actividades de su hija en estos momentos.

— ¿Actividades? ¿Qué actividades? ¡Será mejor que no se haya puesto un piercing en la lengua! Eso me molestaría mucho.

— ¡Ups, casi! Tiene que ver algo con su lengua, pero no con perforarla. Al menos no todavía, aunque no deja de ser una buena idea.

— ¡Escucha, jovencita! ¡No estoy para bromas! ¿Está mi hija ahí o no?

— Claro que está, señora.

— Entonces, ¡insisto en que en este mismo momento se ponga al teléfono!

— Lo intentaré, pero no creo que esté muy comunicativa.

— ¿Hola?

— Mmmmmmmpppphhhh…

— ¿Hola? ¿Jessica?

— Mmmmmmmpppphhhh…

— ¿Hola? ¿Hola?

— Ya ve, le dije que no iba a estar muy comunicativa.

— ¿Qué le ocurre? ¿Qué le pasa en la boca?

— No le pasa nada malo a su boca. De hecho, Cindy encuentra la boca de su hija perfecta.

— ¿Cindy? ¿Quién es Cindy?

— Solo otra de las amigas “íntimas” de su hija. En estos momentos Jessica está siendo muyyyyyy amistosa con ella.

— ¿Dónde están? ¿De verdad que estás con mi hija en tu casa?

— Sí, señora. Se lo juro. Ahora mismo la estoy viendo. ¿Sabe usted que tiene una hija muy sexy?

— ¿Sexy? Dirás guapa.

— No, si realmente fuese guapa, estaría ahora con un montón de chicos en vez de con un montón de chicas.

— ¿Qué se supone que quieres decir con eso?

— No se ponga a la defensiva, ella sigue siendo muy sexy. Adoro ver la forma en que se contonea.

— Esto empieza a resultar ridículo.

— Pues en realidad no lo es. Debería ver lo que parece ahora, tendida en mi cama.

— ¿Cama? ¿Qué hace ella en tu cama?

— Usando su amistosa boca en Cindy.

— ¿En? ¿En dónde?

— ¿Dónde cree usted?

— ¿Os estáis haciendo entre vosotras chupetones falsos? ¿Todavía hacen eso las adolescentes?

— Le prometo que no le está haciendo ningún chupetón a Cindy, al menos no cerca del cuello.

— Pero sólo hay un sitio para llevar chupetones,

— No, hay más, lugares más placenteros donde poner una boca.

— ¿Te estás vacilando de mí? Será mejor que todo esto sea una gran broma…

— No, señora. No es ninguna broma.

— Mi hija le está haciendo a tus amigas… ¿sexo oral?

— Yo no lo diría de esa manera.

— ¿Cómo lo dirías entonces?

— Pues algo así como “ella se está comiendo el coño de Cindy”.

— ¡Oh, Dios mío! ¿Cómo te atreves a hablar de esa manera, muchacha viciosa?

— Jessica es la viciosa. Debería usted haber visto alguna de las cosas que ha estado haciendo.

— Me trae sin cuidado lo que digas. Mi hija es una buena chica. No me creo que se haya hecho una… una…

— ¿Lesbiana?

— ¡Mi hija no!

— ¡Sí, su hija!

— ¿Por qué me llamas para gastarme esta broma pesada? ¿Qué clase de chicas sois molestando a una madre con semejante disparate?

— Fue idea suya.

— ¿De quién?

— De su hija.

— ¿Jessica?

— Sí. Me dio su número de teléfono justo antes de empezar a saborear el coño de Cindy.

— No te creo.

— Es cierto. A propósito, ¿ha visto alguna vez el chochito de su hija?

— ¿Perdona?

—  Bueno, yo se lo estoy viendo en este momento. Es realmente muy bonito, especialmente cuando está todo hinchadito.

— ¡Ya basta! No quiero seguir oyendo esto.

— Ahora, después de depilado, luce mucho mejor. ¿Sabía usted que se depilaba el chochito?

— Yo… para esto…

— Le hace parecer una niñita. Así es como la llamamos nosotras, nuestra niña.

— No, no lo es. Es mi niña y ella nunca jamás haría eso en toda su vida. Solo las putas se depilan su… su…

— Vamos, adelante, ya es usted una mujer adulta, puede decirlo.

— Vagina.

— Buena chica, ya ve que no fue difícil.

— Si mi hija está realmente ahí, dile que será mejor para ella que vuelva inmediatamente a casa o, si no lo hace, que no se moleste en volver.

— ¿Realmente quiere que eso ocurra? ¿Especialmente sabiendo lo que ella siente por usted?

— ¿Lo que siente hacia mí?

— Vamos, tiene que saberlo.

— ¿Saber qué? ¿Qué es lo que siente Jessica?

— ¿Sabe que ahora ella está jugando con su coñito?

— ¡Dile que pare! ¡Eso solo lo hacen las fulanas!

— Exactamente. ¡Creo que lo está haciendo porque sabe que estoy hablando con usted!

— ¡Cómo se atreve! Dile que no volverá a entrar jamás en esta casa.

— No creo que pueda escucharme. Sus orejas están tapadas por los muslos de Cindy.

— Dile a Cindy que se aparte de mi niña. Dile que la deje en paz.

— Pero, para empezar, si fue Jessica la que se metió debajo de Cindy.

— No quiero oír nada más de esto. ¡Es una locura!

— ¡No lo es!

— ¿Por qué me haces esto a mí?

— Ya se lo dije, fue idea de Jessica. Oh… guau…

— ¿Qué? ¿Qué pasa?

— Jessica se ha metido unos dedos. ¿A qué no adivina cuantos?

— No quiero saberlo, solo dile que mami la quiere en casa.

— ¿Por qué? Así la tendría para usted solita. No me gusta eso.

— ¿Cómo te atreves a insinuar semejante cosa?

— No me diga que no encuentra atractiva a su hija.

— Amo a mi hija. Yo nunca…

— Ya ve, usted lo admite. Siente lo mismo que ella por usted.

— Yo… Uh… ¿Sí?

— Sí. Está todo el rato hablando de usted. Dice que desearía que usted estuviese aquí con nosotras.

— ¡De ninguna manera! Yo no soy una… una…

— ¡Lesbiana!

— Uh, que palabra más sucia. Sois unas jóvenes pervertidas.

— Hey, Jessica ha conseguido que Cindy se corra, ¿no está usted orgullosa de ella?

— Por supuesto que no…

— Y debería ver su cara, ¡tan brillante! Demasiado tarde, Mary se la ha tapado otra vez.

— ¿Mary?

— Sí, es otra de las amigas “íntimas” de su hija.

— ¿Cuántas estáis ahí?

— Cinco, incluyéndonos a su hija y a mí.

— ¡Oh, que terrible! ¡Iréis al infierno!

— No sea tan melodramática… ¡Oh, maravilloso! Se ha metido otro dedo. ¿Seguro que quiere seguir sin saber cuántos dedos tiene metidos dentro de ella?

— No, por favor, no quiero seguir oyendo nada más de esto.

— Pero yo creo que debe hacerlo.

— No. Voy a colgar, lo juro.

— Seguro que lo hará. De todas formas ya estoy cansada de hablar con usted. Prefiero usar mi boca en el jugoso chochito de su hija. ¡Bye Bye!

— ¡No, espera!

— Sí…

— Por favor, um…

— ¿No quiere que cuelgue?

— No, por favor… continúa…

— Solo si usted adivina cuantos dedos están empujando dentro del chochito de su hija.

— Oh, por favor, eso es algo horrible.

— Bye bye

— ¡Espera! Dos, ella tiene dos dedos dentro de  su… vagina.

— Frío, frío.

— ¿Tres?

— ¡Nop!

— ¡La muy puta!

— Tiene mucha práctica, se lo aseguro. Tiene cuatro dedos metidos en ese coño depiladito suyo. ¡Y todo eso para usted!

— No digas eso. No es verdad.

— Sí que lo es, y si usted quiere, puedo decirle que se meta los cinco dedos dentro.

— ¡No! No se lo digas.

— Lo siento, demasiado tarde. De verdad que es una puta perfecta. Y Mary sí que sabe moverse sobre su cara. No creo que aguante mucho más.

— ¡Oh, mi pequeña!

— No se preocupe, sigue siendo suya. Le prometemos que se la devolveremos perfectamente entrenada en cuanto acabemos de usarla.

— ¡Qué cosa más horrible!

— ¿Por qué? ¿No la quiere ya de vuelta?

— Sí que la quiero, pero no de esa forma.

— No puede engañarme. Puedo notarlo en su voz, cada vez es más ronca.

— Estás equivocada.

— ¿Lo estoy? Apostaría lo que fuese a que sus bragas están empapadísimas en este momento. ¿Lo están?

— Como te atreves…

— ¿Lo están?

(Silencio).

— Puede quitárselas y jugar contigo misma, ya sabes, al igual que lo está haciendo su hija.

— Nunca, eso es asqueroso.

— Sé que lo desea. Apuesto a que podría meterse un puño entero.

— ¡Grosera!

— Jessica quiere que usted le meta el puño, ¿lo sabía?

— ¡Qué!

— ¿Por qué cree que está practicando en estos momentos, dilatándose a sí misma? Ella siempre está hablando de como desea que su mamá la seduzca y le meta el puño.

— Ella nunca diría… ¿lo ha hecho?

— Sí que lo ha dicho. Pero piensa que eso no sucederá jamás.

— Está en lo cierto.

— Ella cree que es porque no la encuentra usted sexy.

— Eso no es verdad, ella es muy sexy… espera, ¡estás tratando de engañarme!

— ¿Así que no la encuentras atractiva?

— No… digo sí… Digo…

— ¿Cree usted que ella es sexy?

— Sí, lo es.

— No, no, ¿cree usted que ella es sexy?

— Sí… sí, creo que ella es sexy.

— Entonces, ¿aún no se ha quitado las bragas?

— ¿Qué? ¡No!

— ¿Pero cómo va a tocarse entonces?

— No voy a tocarme.

— Pues al menos tendrá que ponerse unas bragas secas.

— No he tenido la oportunidad de lavar otras todavía.

— ¡Ja!

— ¡Oh, Dios mío!

— ¡La he pillado! ¡Está empapada! ¿Verdad?

(Silencio).

— Vieja vaca cachonda, está mojada.

— Por favor, no se lo digas a Jessica.

— Pero eso la haría feliz. Eso significa que a su madre ella la pone caliente.

— Yo no…

— No sea tan mojigata. Usted desea a su hija cosa mala, lo sé. Así que adelante, quítese las bragas, nadie puede verla. Incluso puede quitarse el vestido.

— Pero… pero…

— ¡Dese prisa! Deslice hacia abajo esas bragas pegajosas. Le sentará bien sentir el aire frío sobre sus húmedos labios.

— No puedo… No voy a hacerlo…

— Apuesto a que ya lo has hecho.

(Silencio).

— Apuesto a que sus bragas están en este momento arremolinadas alrededor de sus tobillos. Es usted una mami muy traviesa.

— Por favor, no me digas eso. Me he esforzado mucho por ser una buena madre.

— No voy a parar hasta que me prometa que va a cumplir la fantasía de su hija.

— ¡No puedo!

— Seguro que sí, ella ha estado practicando desde hace más de un mes para poder dilatar ese estrechito chochito suyo para usted.

— ¡No puedo hacer eso!

— Ah, ya veo, no está segura de cómo hacerlo. Bien, entonces debería practicar consigo misma.

— ¡No puedes sugerirme que me haga eso a mí misma!

— Claro que sí, tonta. Vamos, clávese la mano bajo el vestido para mí.

— Me niego.

— No sea niña, necesita practicar. Mejor empecemos a trabajar con un dedo.

— Oh… pero…

— ¿Cómo le hace sentir?

— Por favor, no continuemos con esto.

— Le he preguntado que como se siente con un dedo dentro de usted.

— ¡Lo odio!

— No, seguro que no. Le encanta. Vamos, dos más.

— Pero… ¡No van a caber!

— Seguro que cabrán, ese flexible coño suyo dilatará sin problemas.

— ¡Oh, Dios!

— ¿Están dentro?

— ¿Por qué estoy haciendo esto?

— No se olvide de frotar su pequeño botoncito. Cada gran mujer necesita estimular a su pequeño hombrecito.

— ¡Ohhhhh…! Voy a ir al infierno.

— ¿Se siente de miedo, eh? ¿Por qué no cierras los ojos e imagina que se lo está haciendo a Jesicca?

— Noooo… Yo… no puedo…

— ¡Cielos! Su chochito se ve estupendamente, ¿verdad? Especialmente con los dedos de mami bombeando dentro y fuera, dentro y fuera.

— Por favor, deja de hablar así de ella…

— Apuesto a que el chochito de Jessica tiene un sabor delicioso. ¿Por qué no saca sus dedos de su chorreante coño y los lame imaginando que saborea los jugos de su hija?

— Por favor, no me hagas hacer eso.

— Insisto. Dígame, ¿le gusta el sabor?

— ¡No!

— Vamos, dígame la verdad.

— Un poco.

— Tal y como pensaba, a usted le gusta el sabor del coño. Muy bien, puede usted clavarse el resto de sus dedos.

— Pero mi mano es muy grande. ¡Va a dolerme!

— ¡Qué disparate! Apostaría que usted podría introducirse ambas manos. ¿Le he comentado ya que Mary acaba de correrse ya sobre la cara de su hija? ¡Esa chica es increíble! Su cara está hecha un verdadero desastre con todos esos flujos sobre ella. Menos mal que Samantha ya está ocupando su puesto sobre la lengua de su hija.

— Ohhhhh…

— ¿Cuál es el problema? ¿Acaso desea ser usted la que deje caer su coño sobre la cara de su hija?

— ¡No!

— La verdad es que ella tiene una lengua muy larga. Puedo decirle, por experiencia propia, que sabe realmente que hacer con ella.

— No más… por favor… no digas nada más.

— Dígame, ¿dónde está su puño?

— Dentro… de… mi… ¡vagina!

— Cierre los ojos. Ahora dígame, ¿dónde está su puño?

— Está… está… ¡en un chochito!

— ¿En qué chochito?

— ¡Oh, Dios, no!

— ¿Qué chochito está penetrando con su puño?

— ¡El de Jessica!

— Métaselo bien, mami. Empuje ese puño dentro del coño de su hija.

— ¡Ohhhhhhhh!

— Piense otra vez, ¿dónde está la cara de su hija?

— Está… uhhhhh… entre mis piernas…

— ¿Y qué es lo que desea que haga allá abajo?

— ¡No puedo decirlo!

— ¿Qué es lo que quiere que le haga al coñito de mami?

— ¡Que lo lama! ¡Quiero que me lama el coño!

— Dígaselo a su nenita, dígaselo a su hija.

— Jessica, lámeme el coño. ¡Por favor, lámeme el coño!

— Ahora dígale donde debe meter la lengua.

— Dentro de mí. Por favor, empuja tu lengua dentro de mí, Jessica, ¡mami la necesita desesperadamente!

— ¿Y ella obedece?

— ¡Sííí! Es una buena chica, ¡una chica muy buena!

— ¿Tal y como la ha criado su madre?

— ¡Sí!

— Ahora haga que se corra. ¡Haga que su hija se corra con su puño!

(Cinco minutos más tarde).

— Ha estado bien, ¿verdad?

(Silencio).

— Sé que le ha encantado. ¿Cómo está ese coñito?

— Me… duele…

— Parece que su hija y usted tendrán mucho de lo que hablar esta noche, sobre todo ahora que usted ha admitido sus sentimientos por ella.

— Sí, tienes razón. No tenía ni idea de que ella se sintiese de esa manera. Esperaré a mi nena en casa hasta que hayas acabado con ella. Por favor, se tierna con ella.

(Risitas).

— Le prometo que lo seremos.

— Y… ¡gracias!

— Ha sido un placer, créame. Ah, y una cosa más antes de colgar.

— ¿Qué cosa, dulzura?

— Usted ya sabe que antes mentí un poquito al decirle que era amiga “íntima” de Jessica.

— ¿Qué eres entonces?

— Bueno, actualmente ni siquiera soy una de sus amigas habituales.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Verá, ahora mismo su hija no me cae demasiado bien. Simplemente el ver su horrible cara en el instituto ya me molesta, así que decidí llamar a su madre y gastarle una broma.

— ¡¿Q… qué… qué estás diciendo?!

— Jessica no está aquí conmigo. Solo estamos mis amigas, yo y esta grabadora.

(Silencio)

— A ellas tampoco les cae muy bien. Disfrutaremos escuchando mañana esta grabación en el instituto. Casi no puedo esperar para ver como todos los chicos se ríen de su hija cuando la oigan, y todo gracias a usted. Muchísimas gracias por su ayuda. Hasta pronto…

— ¡No, espera!

(Clik… tono de espera…)

— ¡Noooooooooo!

— Hey, ma. Ya llegué.

— ¡Jessica!