Wilma y Betty, una historia de los Picapiedra
De cómo Betty Mármol logró lo que realmente deseaba: follar con Wilma, su vecina.
"Pedro Picapiedra, uno de estos días voy a matarte..." se dijo la mujer pelirroja mientras batía la alfombra de piel de tigre colgando del tendedero. "¿Problemas, Wilma?," preguntó una voz desde el otro lado de la cerca de piedra. "Oh, hola, Betty..." dijo Wilma mientras se volvió y vio a la mujer morena que había hablado. "Sólo el problema usual, el que pone a los amigotes de Pedro antes de su esposa." "¿Qué ha hecho ahora?," preguntó Betty mientras se apoyó encima de la fila de rocas. "Bueno... sabes que Pebbles está lejos en el campo el fin de semana con Bam-Bam. Así que imaginé que siendo viernes esta noche, sería una gran oportunidad para nosotros dos de pasar una velada íntima juntos." "Y supongo que él lo vio diferente," interpuso Betty. "Bueno, al principio, parecía estar de acuerdo," dijo Wilma mientras quitaba la alfombra de la cuerda. "Hasta que Joe Cabezadura llamó y le dijo que esta noche había una reunión de emergencia de los Búfalos Mojados. Y por la puerta se fue." "¿Reunión de emergencia, eh?" "Sí, la emergencia era la pelea de Silvestre Hastalostalones en la televisión esta noche," dijo suspirando mientras plegó la alfombra y dejó caer lo en su cesta. "Uno de estos días va a ir demasiado lejos." "Sé cómo te sientes, Wilma," dijo Betty, comprensiva. "Si no son los Búfalos Mojados, es el equipo de bolos, o un gran juego en el salón de billar," dijo Wilma mientras se acercaba a Betty. "Honestamente, a veces me pregunto cómo estuvo en casa bastante para que tuviéramos a Pebbles. A veces parece como que aquella fue la última vez que estuvimos juntos." Betty sólo agitó su cabeza en acuerdo. "Eres tan afortunada que Pablo no sea así," dijo Wilma. "¿No sea cómo? Wilma, ¿donde crees que está ahora? Pedro llama y se va. A veces pienso que se deberían haber casado uno con otro, al menos pasan más que una hora al día juntos." Ahora Wilma sólo cabeceó reflexiva. "Di qué quieres, Wilma," dijo Betty mientras se inclinaba sobre la cerco y susurraba a Wilma. "Como yo lo veo, podemos o sentarnos y deprimirnos o tener nuestra propia diversión." "¿Qué tienes pensado?," preguntó Wilma cautamente. "Oh, nada salvaje." Betty la tranquilizó. "Sólo imaginé que podríamos alquilar una buena película del videoclub y tomar unos aperitivos, quizá un poco de vino Rockberry. Una especie de noche de chicas en casa." "Hmm, supongo que estaría bien." "Estupendo, ¿por qué no me lo dejas todo a mí?" dijo Betty con una sonrisa. "Sólo ven a mi casa dentro de una hora." "Bien, te veré entonces," contestó Wilma mientras recogía la cesta y se dirigía hacia la casa. Una hora más tarde, Wilma golpeaba en la puerta de la casa de los Mármol. Estaba oscuro dentro y Wilma se preguntaba si quizá Betty no estaba de vuelta todavía. Estuvo a punto de salir cuando Betty gritó desde dentro. "Estaré enseguida contigo, Wilma." Tres minutos más tarde, la puerta se abrió y Wilma permaneció boquiabierta cuando vio a su vecina. No llevaba el vestido corto azul que Betty normalmente llevaba. En cambio Betty llevaba una ajustada piel de leopardo que más que destacaba su amplia figura. Betty había sido siempre una chica rechoncha, pero Wilma había envidiado siempre sus grandes pechos. Obtener cinco kilos o así valdrían la pena si estuviera segura que esos pechos llegarían con ellos. "Betty, vaya un vestido..." dijo Wilma cuando finalmente encontró su voz. "¿Donde lo has conseguido?" "¿Te gusta?," preguntó ella mientras giraba alrededor y mostraba el vestido que llevaba... o más exactamente no llevaba. "Lo compré en el Fredrick's de Rocadura para nuestro aniversario el año pasado, pero nunca pude llevarlo. Recuerdas, aquella fue la noche que los chicos tenían aquella gran, importante, para perderse, partida de póker. Lo encontré antes mientras limpiaba y tuve ganas de llevarlo." "Bueno, ciertamente es diferente," señaló Wilma mientras entró, preguntando cómo parecería ella en un vestido como ese. "Toma asiento, sólo tengo que hacer algunas cosas en la cocina." Betty gritó mientras cerró la puerta y se dirigió hacia la cocina. Dos horas más tarde, acabados película y tentempiés, Betty y Wilma se sentaron bebiendo el último vino Rockberry. Echando un vistazo al reloj, Wilma notó que pasaría otra media hora antes de que la pelea de Hastalostalones acabara de empezar, así que todavía pasarían horas antes de que sus maridos llegaran casa. "Y estarán demasiado cansados para hace cualquier cosa una vez vuelvan a casa," comentó Betty mientras tomaba un último sorbo de vino. "No es que Pablo ha sido siempre nada bueno en ese departamento. ¡Qué no daría yo por un buen polvo!" "¡Betty Mármol!" exclamó Wilma sobresaltada; era la primera vez que había oído a Betty usar aquella palabra. Habían tenido discusiones íntimas durante años, pero siempre habían usado palabras en clave más propias de señoras. "Oh, vamos, Wilma," respondió Betty. "Hace apenas pocas horas que todo que podías hacer era quejarte sobre la falta de atención de Pedro. ¿Cuando fue la última vez que pasó más de cinco minutos cuidando del negocio? Pasan más tiempo puliendo sus bolas de boliche que con nosotras." A desgana, Wilma tenía que estar de acuerdo. Con Pedro era habitualmente un minuto de juego previo, seguido por algunos gruñidos y gemidos mientras se movía con esfuerzo dentro de ella. Entonces daba la vuelta y se dormía. "Supongo que tienes razón, Betty, pero ¿qué puedes hacer?" Wilma se encogió de hombros. "Quiero decir, no es como si fuéramos a salir y ligarnos unos chicos." "Yo no querría un chico," dijo Betty, su discurso mostrando un poco los efectos del vino. ¿Por qué cargar con el toro entero cuando sólo quieres una parte? La mejor parte." "No sé lo que quieres decir." "Espera, te mostraré..." susurró Betty. Con eso se levantó y desapareció en el dormitorio. Wilma podía oírla revolver intensamente uno de los cajones de su cómoda, buscando algo. Entonces reapareció, llevando algo a la espalda. "¡Tachán!" anunció Betty triunfante mientras sacaba un diente de sable muy pulido. "Viejo fiel, garantizado para nunca decepcionarte." "No entiendo," dijo Wilma mientras miraba fijamente a los veintitrés centímetros de diente. "Oh, Wilma," decía Betty, "A veces puedes ser tan obtusa." Con eso llevó el diente abajo y lo situó contra su área pelviana, frotándolo contra su vestido. "¡Oh, por...!" dijo Wilma mientras se llevaba la mano a la boca, comprendiendo de repente de lo que Betty hablaba. "Oh, Betty, nunca podría hacer eso." "Estarías sorprendida de lo que puedes hacer cuando te encuentras en casa una noche demasiado fría," dijo Betty. "Muy sorprendida." "¿De donde has sacado esta cosa?" "De Shirley Rocstein, ya la recuerdas, trabajaba en el supermercado," dijo Betty con una sonrisa como si recordara pensamientos privados. "Me mostró muchas cosas realmente estupendas." "No sé, Betty," dijo Wilma vacilante, intentando esconder su curiosidad. "No creo que pudiera hacer nunca nada así." "Bueno, no intento empujarte a nada," dijo Betty. "Pero te diré qué, ¿por qué no pides prestado al "viejo colmillo"? Quizá puedes querer tomarlo para una prueba." "Oh, Betty, no podría..." "Insisto," contestó Betty mientras dejaba caer el diente de sable en el bolso de Wilma. En eso Wilma oyó un troncomóvil entrar en la entrada de autos, un momento más tarde oyó la retumbante voz de Pedro. "Quien lo habría creído, Pablo," dijo la voz fuerte. "Ese nuevo muchacho, Mike Tyfón, despacha a Hastalostalones en 20 segundos en el primer round. Te digo que aquel chico va a llegar lejos." "Eso no es lo que dijiste antes la lucha, Pedro," dijo Pablo. "Dijiste que Hastalostalones iba a limpiar la alfombra con el muchacho." "Sólo es que no entiendes mi estrategia de apuestas, Pablo," contestó Pedro mientras llegaba a la puerta de la cerca que unía sus patios. "Nadie apuesta por el nuevo la primera vez, es mala suerte." "Seguro, Pedro," respondió Pablo mientras abrió la puerta para Pedro. "Supongo que los cien piedrólares que apostaste por Hastalostalones eran buena suerte. No puedo aguardar a oír cómo explicas eso a Wilma." "Juego de niños, Mármol," Pedro sonrió con toda la boca. "Le daré sólo un poco de la magia del viejo Picapiedra y ni siquiera preguntará por el dinero." "Seguro, Pedro, seguro," sonrió Pablo. "Supongo que olvidé acerca de tu encanto mágico." Mientras Pedro y Pablo habían intercambiado puyas, Wilma se había escurrido por la puerta delantera de los Mármol y entrado en su casa desde el lado de la calle. Pronto se desnudó y saltó dentro de la cama mientras Pedro entraba en la habitación. "Eh, cariño, me alegro que estés todavía despierta," dijo cuando dejó caer su piel y se metió en la cama con ella. "Toda la noche he pensado en lo lindo que sería arrimarse a ti cuando volviera a casa." Wilma sonrió mientras sintió sus manos cerrarse sobre sus pechos. Mira, Betty se equivocó, se dijo. Pedro todavía podía sorprenderla. Dos minutos más tarde, él le separó las piernas y la penetró. Un par de gruñidos y un "¡Yaba Daba Dúuuu!" más tarde, Pedro se dio la vuelta y cayó rápidamente dormido. Algunas cosas nunca pueden cambiar, después de todo. Durante una hora después de aquello, Wilma yació tumbada y miró fijamente al techo. Cada vez que cerró los ojos, comenzaba a imaginar qué clase de cosas había mostrado realmente Shirley Rocstein a Betty. Para su sorpresa las imágenes la dejaron mojada bajo las sábanas. Después de cenar la noche del sábado, Wilma acababa de lavar los platos cuando oyó a Pedro canturrear alegremente en la sala. Curiosa, atisbó y se volvió roja de ira. Sentado en su gran sillón, Pedro estaba puliendo meticulosamente su bola de boliche. Cada pocos segundos se detenía y prestaba atención especial a una pequeña mancha que había pasado por alto antes. Miraando al reloj notó que había trabajado en la bola casi una hora. "Esto es una belleza," dijo Pedro cuando terminó de aclarar la última mancha y alzó la bola a la altura de los ojos. "Nena, esta noche vamos a limpiar a Kelly," dijo a la bola mientras se inclinaba y la besaba. "¿Esta noche?," dijo Wilma entrando en el cuarto, con el paño de cocina todavía en la mano. "Pensé que íbamos al cine esta noche." "Lo siento, cariño," dijo Pedro mientras suavemente puso la bola atrás en su bolsa del juego de bolos. "Tuvieron que trasladar el juego de la noche del lunes al sábado a causa de una fiesta benéfica que tienen el lunes. No puedo permitir dejar a los chicos, si ganamos esta noche entramos en los campeonatos." "Ya veo..." dijo Wilma, ocultando su enojo. "Bueno, ¿quién soy para interponerme en el camino de tú y los chicos?" "Gracias, cielo," dijo Pedro mientras le daba una palmadita y la besaba en la mejilla. "Supe que entenderías." "Oh, entiendo," se dijo Wilma cuando la puerta se cerró. "A veces entiendo demasiado malditamente bien." Cuando oyó el troncomóvil salir, Wilma empezó a llorar. Noventa minutos más tarde, Wilma apagó la televisión. No podía centrarse en la película de todos modos. Caminando hacia el dormitorio, se detuvo junto a la mesa donde había dejado su bolso la noche antes. El bolso con el diente de sable de Betty. Permaneció allí mirando fijamente al mal por algunos momentos, entonces recogió el bolso y siguió al dormitorio. Yaciendo contra las almohadas, Wilma se abrió de piernas y recorrió con la punta del diente pulido el contorno de su monte de Venus. Dulcemente frotó la punta contra la estrecha abertura y lo metió ligeramente dentro. Suspiró mientras aplicaba un poco más de fuerza y lo sintió elevarse dentro de ella. Wilma tenía que admitir que era agradable. Con una mano empezó a deslizar el diente dentro y fuera, encontrando la reentrada más fácil cada vez puesto que las paredes de su conejo empezaron a producir un flujo continuo de lubricación. Su otra mano empezó a explorar su cuerpo, frotando sus pequeños pechos. Con los ojos cerrados podría imaginarlos tan grandes como los de Betty. Cuánto le gustaría, se preguntó, jugar con los grandes pechos de Betty. El pensamiento trajo un temblor entre sus piernas y su mano libre se deslizó a su pepita, jugando con ella entre sus dedos. Vivificó el paso del diente de sable, suspirando más fuerte ahora mientras se metía dentro los veintitrés centímetros enteros. Tocando partes de ella que Pedro nunca había alcanzado. Pronto, se dijo. Podría sentir que su cuerpo se acercaba a un climax. Frotando su pepita tan rápido como podía, bombeó su conejo con su polla sustituta. Su cuerpo entero había sido apoderado por el ritmo mientras se movía al impulso creciente dentro de ella. "¡Yaba Daba Dúuuu!" gritó cuando su coño chorreó todo por encima de sus manos y el diente de sable. Era el primer orgasmo que había tenido en meses. Continuó bombeándose frenéticamente mientras sintió una segunda oleada apresurarse a través de ella. En todos sus años con Pedro, nunca había tenido un segundo orgasmo. "¡¡¡¡YABA DABA FOLLA DÚUUU!!!!!" gritó Wilma más fuerte que la primera vez cuando su cuerpo entero cubierto de sudor tembló y entonces explotó. Era mejor que la primera vez, cuando cerró sus ojos y simplemente se dejó ir a la deriva en el deleite orgásmico. Cuando cada subsiguiente oleada aminoró en intensidad, sólo yació allí. Sus manos cubiertas de corrida acariciaron su conejo mientras suavemente continuó follándose a sí misma con su nuevo juguete. Olvidada del mundo, no había oído a la nueva figura entrar en el cuarto. Pasaron unos buenos cinco minutos antes de que finalmente se calmó y abrió los ojos... para encontrar Betty al pie de su cama. "¡Betty!" exclamó Wilma mientras saltaba desnuda en la cama. "Bueno, hola vecina," dijo Betty con una ancha sonrisa en su cara. Wilma subió la sábana alrededor de ella, su cara de un brillante rojo por la turbación. "Te oí gritar y corrí aquí para asegurarme que estabas bien; sabía que los chicos han salido a un juego de bolos," dijo Betty con una calmada y monótona voz mientras se inclinaba y recogía el diente de sable cubierto de corrida. "Veo que estás más que bien." Con eso llevó el diente a sus labios y empezó a lamer la corrida de él. Wilma miró con fascinación como la mujer morena pasaba la lengua por el diente, alternativamente metiéndoselo en la boca como un chupete. "Mmmm," ronroneó Betty mientras lamía las últimas gotas de rocío femenino de la punta de su chupete y las ahuecó en su boca. "Delicioso, incluso mejor que la buena de Shirley." Wilma continuó mirando fijamente a su mejor amiga, sientiéndose un poco felicitada porque sabía mejor que Shirley. "Por supuesto, nada como saborearlo directamente de la fuente." Betty sonrió con toda la boca mientras dejaba caer el diente de sable al suelo y agarró el borde de la sábana de Wilma. Con un gentil tirón, empezó a levantar la sábana de la cama y de Wilma. Movió la sábana lentamente, dándole bastante tiempo a su amiga para protestar si quería. Ninguna protesta siguió cuando la sábana se juntó al diente en el suelo y Betty se sentó en el borde de la cama. Alargando la mano, recorrió con los dedos los pechos de Wilma, jugando suavemente con los pezones erectos. Alentada por la pequeña sonrisa de Wilma, Betty se inclinó y besó a la pelirroja. El beso era suave al principio, sólo una sugerencia de toque. Entonces sus labios se juntaron de nuevo, esta vez un poco más fuerte. Wilma sintió la lengua de Betty empujar contra sus labios, vaciló un segundo, entonces abrió su boca para admitirla. A Pedro nunca le había gustado besar con la lengua, así que se sorprendió de lo agradable que era sentir la lengua de Betty contra la suya. Betty cogió en forma de copa los pequeños pechos de Wilma mientras la besaba de nuevo, sus pulgares continuando el juego con los pezones. Movió su cabeza a las firmes tetas de Wilma y tomó cada pezón en la boca, uno después de otro. Los chupó dulcemente, enviando unas cosquillas placenteras a través de Wilma, tan diferente del basto y rápido juego previo de Pedro. "Oh, Betty..." dijo Wilma, finalmente rompiendo su silencio. "Quiero que me ames, quiero amarte tanto." Satisfecha de oír esas palabras que había deseado tanto tiempo, Betty rompió contacto de boca y se levantó de nuevo. Alzó las manos y desató las tiras de su vestido azul. Cuando cayó al suelo, permaneció desnuda, dándole a Wilma su primera visión de esos pechos que había admirado tanto. "Son tan bellos..." susurró Wilma mientras alargaba la mano para tocarlos. Betty guió las manos de Wilma, poniendo una en cada pecho. Sonrió cuando Wilma apretó cada uno, jugando con las grandes areolas. Moviéndose hacia abajo, Betty tomó sus pechos y los guió a la boca expectante de Wilma. Betty permitió que Wilma se tomara su tiempo, disfrutando de la sensación de su boca mojada mientras ella se turnaba en cada pecho. Muchas noches había soñado este momento, y ahora que estaba aquí, estaba destinado a ser saboreado. Pasó los dedos a través del pelo rojo de Wilma, abriendo el pequeño broche de hueso, dejando que el largo pelo cayera libre sobre sus hombros. Satisfecha de que Wilma había tenía su momneto, Betty sacó su pezón de la boca de ella y volvió a besar los pechos más pequeños de Wilma. Lamió cada pezón algunos momentos, pero esto era sólo una pausa en su viaje descendente. Alzando sus piernas, Betty llevó la boca a la abertura cubierta de corrida. A diferencia de su propio monte de Venus negro y espeso, Wilma tenía sólo un pequeño rizo de claro pelo rojo alrededor de su coño. E incluso eso estaba pegado por las erupciones anteriores de corrida. Separando las paredes mojadas con los dedos, Betty llevó su lengua hondo dentro de Wilma. Una chispa eléctrica corrió a través del cuerpo de Wilma a este primer toque. Betty entonces empezó a cubrir el área entera con su sondeante lengua, saboreando el gusto de su amiga. "Como dije, mucho mejor de la fuente," rió Betty mientras continuó lamiendo, trayendo una nueva humedad a Wilma. Mientas Betty continuaba lamiendo, Wilma alargó la mano abajo y empezó a sondear el monte de Venus de Betty con sus dedos. Se sorprendió al encontrarlo ya mojado. Lubrificando sus dedos con la humedad, los deslizó adentro. Betty sonrió a esta penetración, fue la primera acción independiente que Wilma había tomado. Un segundo dedo siguió al primero, entonces un tercero. En nada de tiempo, Wilma tenía tres dedos dentro de Betty hasta más del segundo nudillo. Manteniéndose en ritmo con el movimiento de la propia lengua de Betty en su conejo ahora saturado, Wilma empezó a follar en serio a Betty con el dedo. Después de un ratito, Wilma se movió para reemplazar sus dedos con su boca. Ansiosa por su primer gusto de su amiga, enterró su cara entre las piernas de Betty. Una ligera película de corrida rápidamente cubrió su cara cuando Wilma meneó su cara de lado a lado. Betty alargó la mano e hizo gestos de tomárselo con más calma, llevándola a lamer justo el punto correcto. Tragando su primer gusto de otra mujer, Wilma estuvo complacida de encontrarlo diferente del suyo. Hacía a cada mujer diferente y especial. Después de algunos minutos se había sostenido en un ritmo relajado y fue premiada por suaves gemidos de Betty. Era tan agradable ser capaz de tomarse su tiempo, estirar cada placentero momento tan largo como ella podría hacerlo durar. Entre sus piernas podría sentir la lengua más experimentada de Betty guiándola a todavía otra erupción. Empezó a girar su pelvis, intentando mantener el paso con los empujones de la lengua de Betty. Sabiendo que sería la primera vez que se correría para su mejor amiga, quiso que fuera la mejor. Ahora deseó no haber gastado su tiempo y jugos con el diente de sable. Pero Wilma no iba a ser defraudada cuando una nueva rociada de jugo femenino llenó la boca de Betty. En lugar de tragarlo, Betty intentó tener tanto cuanto podía en su boca. Un pequeño arroyo de jugo de chica corrió por su mandíbula mientras se movió de entre las piernas de Wilma y besó a su nueva amante tan fuerte como podía. Usando su lengua empujó los propios jugos de Wilma en su boca, permitiendo que se mezclara con lo que quedaba de Betty. Wilma usó su propia lengua para devolver a Betty algo de la mezcla mientras se abrazaron y besaron una y otra vez. Las dos mujeres yacieron allí otros diez minutos, disfrutando del toque del cuerpo desnudo de la otra. Finalmente el campaneo del reloj en la sala les dijo que sus maridos estarían pronto en casa. Guiando a Betty al cuarto de baño y la ducha, Wilma empezó a lavar y lamer el cuerpo de Betty. "Desearía poderte haber hecho correr," dijo Wilma a Betty en disculpas. "Wilma, querida, esta sólo era tu primera vez," contestó Betty mientras plantaba un beso gentil en sus labios. "Tendrás suficientes oportunidades de intentarlo de nuevo. De hecho, no me sorprendería si los chicos quisieran salir de nuevo mañana por la noche." "Si Pedro no lo hace," dijo Wilma mientras devolvía el beso, "lo patearé fuera de la puerta yo misma." Betty sólo sonrió y mantuvo a Wilma apretada, disfrutando del chorro constante de agua caliente y el abrazo de su amiga.