Wendy y el Mago
Wendy era muy guapa y con un cuerpo sexy pero no era particularmente inteligente. Tampoco era tonta pero no se caracterizaba por su mente lógico-matemática. Sin llegar a ser la típica calabacita o cabeza hueca, no destacaba por ideas brillantes.
Wendy y el mago
Cuando el circo llegó a la ciudad, Wendy fue una de las más entusiastas en ir a ver el espectáculo. Le fue fácil convencer a George, su novio, de llevarla a ver el estreno. Ella lo tenía completamente dominado y no era para menos, Wendy era una preciosa joven con un rostro inocente y un cuerpo escultural, con una personalidad poco proclive a la fidelidad. El pobre George era el más cornudo de su grupo de amigos. Él lo ignoraba o fingía ignorarlo siguiendo el conocido refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Wendy estudia en la universidad, no es muy alta pero tiene unas tetazas impresionantes, su culo es bien formado ya que siempre acude al gimnasio. Es muy popular en la universidad, habla hasta por los codos. Usa el cabello teñido y gasta mucho dinero en maquillaje. Le gusta estar siempre bien arreglada. Además es muy coqueta.
Wendy disfrutó mucho de la función pero lo que más le llamó la atención fue la parte donde el mago Dominux hizo una sesión de hipnosis con voluntarios. Casi veinte personas subieron al escenario y fueron colocados en un profundo trance bajo el cual hicieron mil y una tonterías que deleitaron al respetable público.
George rió como todos pero a Wendy le encantó. En los siguientes días lo comentó con todos sus amigos. Muchos le dijeron que todo era un truco, que el mago usaba a cómplices. Ella misma dudó de lo ocurrido y para salir de dudas le dijo a George que quería ser parte del espectáculo. Él trató de persuadirla pero ella se empecinó en ir a otra función y él no tuvo otra alternativa que comprar otro par de entradas y llevarla de nuevo al circo.
Wendy era muy guapa y con un cuerpo sexy pero no era particularmente inteligente. Tampoco era tonta pero no se caracterizaba por su mente lógico-matemática. Sin llegar a ser la típica calabacita o cabeza hueca, no destacaba por ideas brillantes.
No fue fácil lograr que Wendy sea aceptada como voluntaria para subir al escenario. Pero tras hacer una larga cola y una breve evaluación detrás de escena realizada por uno de los asistentes del mago Dominux, logró ser seleccionada.
George estaba en la primera fila de espectadores y pudo ver toda la secuencia de inducción de su novia y los otros participantes. Todos los voluntarios que habían pasado las pruebas de evaluación previa fueron colocados en trance sin mayor problema. Caían como moscas ante el poder mental del mago. El joven notó cierta erección un poco rara al ver como su Wendy era colocada en un profundo trance.
El mago Dominux usó un péndulo para hipnotizar a todos los voluntarios. George no se perdió detalle cuando le tocó al turno a Wendy.
Se notaba que estaba visiblemente nerviosa. Ya habían sido hipnotizados casi la mitad de los voluntarios. El mago se colocó frente a ella con el péndulo en la mano derecha y con la izquierda iba haciendo pequeños gestos hacia abajo mientras repetía con voz monótona: “tus párpados te pesan… te pesan… te va dando sueño… mucho sueño…”
Wendy no resistió ni un minuto y cayó pesadamente sobre la silla que un asistente colocó detrás de ella. Parecía un títere al que le habían cortado las cuerdas.
El espectáculo en sí no fue muy diferente de la primera vez. El mago Dominux manipuló como marionetas a todos los voluntarios, los hizo reír, llorar, tener frío, simular que estaban en una orquesta, bailar imitando a su estrella de cine favorita y otras tonteras más.
Luego del espectáculo, George llevó a Wendy a su casa en su auto. Ella no dejaba de comentar sobre lo sucedido. Estaba fascinada. Él la escuchaba sin prestarle mucha atención pues la verdad es que no alcanzaba a verle el gusto a hacer de payaso frente a desconocidos pero le siguió la corriente hasta que la dejó en casa. Se despidió de ella con un beso rápido y se dirigió a su casa.
Antes de acostarse, Wendy sostuvo una charla caliente con Manolo, un amigo de George con el cual llevaba viéndose a escondidas desde hace un par de meses. Él quería verla esa noche pero ella lo rechazó sin mayor motivo. Era extraño porque en cualquier otra oportunidad hubiera accedido. Le agradaba como él le besaba todo el cuerpo, deteniéndose especialmente en sus pies para luego llevarla a un orgasmo sin que ella hiciese el menor esfuerzo. Wendy era una de esas chicas que a pesar de poseer una figura envidiable, preferían adoptar una actitud pasiva en la cama, sin mucho apasionamiento.
Esa noche se acostó temprano pero despertó automáticamente a la medianoche. Tenía los ojos abiertos pero con la mirada ida, como si todo fuese transparente a su alrededor. Caminó con los brazos extendidos como los sonámbulos. Usaba un pijama de franela que le daba un cierto aire infantil. Descendió del segundo piso donde dormía y sin hacer el menor ruido, salió de su casa.
Caminó por la calle hasta la esquina, con los brazos extendidos, el rostro inexpresivo y la mirada perdida en el horizonte. A pesar de que la zona estaba poco iluminada, no tropezó con nada.
En la esquina la esperaba un vehículo donde solamente estaba el conductor. A pesar de que no se notaban bien sus facciones por la oscuridad reinante, era fácil reconocer que era el mago Dominux, sin la capa ni la chistera que usaba en el circo.
Wendy subió sin pronunciar palabra y así permaneció durante todo el trayecto. El mago la llevó a un lugar apartado, cercano al circo pero más recóndito, detrás de una arboleda. Estacionó el vehículo en la zona más oscura.
Antes de bajar del auto, le dijo una frase a Wendy e inmediatamente ella quedó despatarrada sobre el asiento. Su cuerpo parecía una gelatina.
El mago Dominux bajó del auto, se dirigió hacia la puerta del lado del copiloto y la cargó como si fuera una pluma. Era un tipo fornido pues antes de ser el mago había hecho de tramoyista durante años esperando su oportunidad. Además practicaba pesas todos los días.
Con la joven sobre el hombro, avanzó por el sendero que conducía a una cabaña. Palmoteó el redondo trasero de Wendy mientras ascendía por los largos peldaños del sendero que simulaba una escalera alargada.
Una vez en la cabaña, se dirigió al dormitorio. Ahí “activó” nuevamente a Wendy para ponerla de pie en medio de la recámara. Ella quedó con los ojos abiertos y la mirada perdida, completamente en trance. Obedecía sin dudar las indicaciones del mago Dominux. Él le ordenó que se quitase la ropa y ella obedeció con presteza. Su pijama y sus bragas cayeron al piso.
Sin dudarlo, el mago fue a la cocina y trajo un poco de mantequilla de maní. Hizo que la joven se inclinase sobre la cama, exponiendo su redondo trasero. El mago untó el orificio anal de Wendy para luego desnudarse y proceder a sodomizarla sin contemplaciones.
A pesar del profundo estado hipnótico en el que se encontraba, Wendy gimió de dolor al ser penetrada analmente por el largo pene del mago. Él volvió a darle las órdenes posthipnóticas para evitar que salga del trance.
Le estuvo dando un buen rato por el culo hasta que eyaculó en su interior. El mago Dominux bufó al terminar y luego extrajo su polla medio fláccida por la experiencia vivida.
Con una toalla desechable limpió el trasero de Wendy. Luego le ordenó que ordenase la habitación y luego aseara la casa. Ella obedeció, con el rostro inexpresivo, cumpliendo con limpiar toda la casa del mago, desnuda, así como estaba.
El mago Dominux descansó un par de horas. Antes que amaneciese despertó y sodomizó nuevamente a Wendy. Esta vez ella fue más receptiva y él pudo darle unas cuantas nalgadas antes de eyacular nuevamente en su interior.
Luego de quedar satisfecho, la volvió a dejar en modo “apagado” y la cargó nuevamente sobre los hombros de regreso a su auto. Realizó el mismo trayecto en sentido inverso. Estacionó el auto en la esquina de la casa de la joven. Le dió una orden posthipnótica a la mesmerizada Wendy quien retornó a su dormitorio donde quedó sumergida en un profundo sueño.
A la mañana siguiente ella despertó con el trasero adolorido, pero en el transcurso del día se olvidó del tema. Estuvo distraída buena parte de las clases.
A George le alivió que no volviera a hablar de su experiencia en el circo. La invitó a salir a baila o ir al cine pero ella lo rechazó con cualquier excusa. Él no insistió.
Manolo aprovechó un momento a solas con Wendy para meterle la mano al culo. Ella se rió y lo besó procurando que nadie los viera. Él también le dijo para salir, pero fue más directo pidiéndole ir a revolcarse esa noche. Pero ella también lo rechazó. Le dijo que necesitaba descansar. Manolo pensó que quería estar con su novio oficial e insistió un poco pero ella no cedió. Finalmente Manolo se encogió de hombros y se despidió con un beso apasionado.
En la noche, Wendy subió a su dormitorio temprano. Se maquilló como si fuera a salir y se puso un vestido escotado. Se acostó sobre la cama y tuvo un sueño ligero. A la medianoche exactamente abrió los ojos con la mirada perdida de la noche anterior. Con los brazos extendidos salió nuevamente de su casa y se dirigió a la esquina.
El mago Dominux hizo un ruido de aprobación con los dientes cuando abrió la puerta. Se veía mucho mejor así que con la pijama infantil del día anterior.
La llevó nuevamente a su cabaña. A la hora de cargarla sobre el hombro, ya no solo le palmoteó las nalgas sino que las pudo estrujar por debajo del vestido, así como acariciar los carnosos muslos de la joven desmayada.
Una vez en la habitación, el mago no la desnudó. Ni siquiera le quitó la tanga que usaba bajo el vestido. Simplemente la hizo a un lado y la penetró vaginalmente. Wendy parecía una muñeca de trapo ante las embestidas del musculoso Dominux.
Esta vez eyaculó un poco más rápido. Era diferente darle por ese orificio natural pues ella estaba bien lubricada y eso lo excitaba mucho.
Nuevamente el mago le ordenó a la joven que limpiase la casa. Ella cogió escoba y trapeador y vestida así, tan elegante, hizo de mucama.
El mago se dio un baño ligero y tomó una pequeña siesta. Antes del amanecer volvió a usar el cuerpo de la joven, mientras su mente estaba en un profundo trance donde no podía ser distraída por cosas mundanas.
Esta vez hizo que ella lo cabalgase. El mago disfrutó de los pechos de la joven por sobre el escote del vestido. Ella continuó dándole hasta luego de que él eyaculó. Fue una buena cogida.
Después de la faena, hizo que ella se arreglase un poco y la llevó de vuelta a casa.
La joven durmió plácidamente menos de una hora pero se despertó completamente descansada y sin ningún tipo de dolor.